13 Minutos y 4 Personajes. La visita del pastor a una feligresa de su iglesia, y un comentario de la misma sacado fuera de contexto, levantan las sospechas de las vecinas.
EL CHISME
Raúl BustamantePERSONAJES
SRTA. FLOR
PASTOR GONZÁLEZ
SRA. FERNÁNDEZ
SRA. CARMEN ORELLANA
(Haciendo las cosas de la casa está la Srta. Flor; es empleada doméstica.)
SRTA. FLOR. ¡Huy! ¡Se me hizo tarde… pucha! Lo que pasa es que ese llamado de mi mamá en la mañana me demoró cualquier cantidad… Bueno ahora tengo que organizarme… Veamos: lavé la vajilla en la mañana, ya puse la primera carga en la lavadora, ya planché los pantalones de Don Saúl, compré el pan y la fruta y a la una tengo que ir a buscar a Carlitos al colegio. (Comentando para ella.) Bueno Flor, si ahora quieres terminar todo a tiempo debes preparar el almuerzo. ¿Dónde están los tomates? (Buscando dentro del refrigerador.) ¡Aquí están! ¡Ahora a pelarlos! ¡Ojalá que no venga nadie a atrasarme! ¡Por favor!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. ¡Oh no, bastaba que yo abriera la boca…! (Se dirige a la puerta de la calle y la abre.) ¡Ah, pastor! ¡Qué inesperada su visita! ¡Adelante! ¡Por favor, tome asiento!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡No, no se preocupe Florcita! Solo pasaba por acá a saludarla.
¡Espero que mi visita no sea inoportuna!
SRTA. FLOR. (Exagerando, mirando al público.) ¡No, pastor! ¿Cómo se le ocurre?
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Qué bueno, Florcita, me carga molestar! ¿Qué estaba haciendo? ¡A lo mejor la puedo ayudar!
SRTA. FLOR. (En broma.) ¿Sabe usted pelar tomates?
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por supuesto, pues, Florcita, todos los hombres debemos saber hacer de todo!
SRTA. FLOR. Bueno, pues entonces acompáñame a la cocina. (Lo hace pasar.)
PASTOR GONZÁLEZ. Florcita, cuénteme. ¿Cómo ha estado usted? ¿Y su relación con el Señor?
SRTA. FLOR. ¡Usted sabe pues, Pastor, estoy orando para que aparezca mi príncipe!
PASTOR GONZÁLEZ. Sí, Florcita, Dios escucha y se preocupa aún de los detalles…
(Meditando.) ¿Sabe? A veces creo que Él demora un poco su contestación, justamente para probar nuestra fe.
SRTA. FLOR. Usted tiene razón. ¡Pucha´s! ¡Que habla bonito, Pastor González!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. ¡Oh no! ¡Hoy día sí que la señora me despide!
(El Pastor se ríe.)
SRTA. FLOR. (Abre la puerta.) ¡Hola, Sra. Fernández, adelante!
SRA. FERNÁNDEZ. (Hurgando con la mirada para todos lados, sospechando algo.) ¡Hola Florcita! ¿Cómo le va? Venía para saber si me podía convidar un poquito de azúcar. (Le pasa una taza.)
SRTA. FLOR. ¡Por supuesto, Sra. Fernández! ¡No faltaba más! Por favor, tome asiento.
SRA. FERNÁNDEZ. No se preocupe, Florcita, yo espero. ¡Vaya no más!
(Apenas Flor entre a la cocina, la Sra. Fernández pega una carrerita y hace la mímica como si estuviera escuchando detrás de la puerta.)
SRTA. FLOR. (En la cocina.) Era la Sra. Fernández, pastor. Usted la conoce, ¿verdad?
PASTOR GONZÁLEZ. Pero por supuesto Florcita, ella es una excelente hermana, muy recatada, muy prudente, en fin: una buena cristiana.
SRTA. FLOR. (Mientras toma un frasco y simula echar azúcar en la taza de la Sra. Fernández.) Bueno, pastor, como le dije anteriormente, se lo repito con pena pero es verdad… (Con voz fuerte.) ¡Estoy esperando!
(La Sra. Fernández hace muecas de admiración, por la noticia que acaba de escuchar.)
PASTOR GONZÁLEZ. Hermana Florcita, lo único que puedo hacer por usted es orar… Solo orar. Bueno, ahora tengo que irme. Si usted me permite… (Se dirige a la puerta.)
(La Sra. Fernández arranca hacia adentro de la habitación, simulando no haber escuchado nada.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Sí! ¿Y por qué?
(La Srta. Flor le pasa la taza de azúcar a la Sra. Fernández.)
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Una ve caras y no corazones! (Le echa una mirada reprobadora a la Srta. Flor.)
PASTOR GONZÁLEZ. (Sin entender nada.) Bueno, hermana Florcita, muchas gracias por su hospitalidad y como le dije, voy a seguir orando por usted.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Yo también, yo también, Florcita! ¡Y mucho! ¡Hasta luego!
(La Srta. Flor se escoge de hombros. Luego se van.)
SRTA. FLOR. ¡Qué rara es la hermana Fernández! ¿Le habrá pasado algo? ¡En fin! (Se retira de la escenografía.)
SRA. FERNÁNDEZ. (Entrando ahora a la misma escenografía como si fuera su casa.) ¡Qué increíble, no lo puedo creer…! ¡Y tan joven! ¡Tengo que decírselo a Carmen! (Toma el teléfono.) ¿Haló, Carmen? ¡Sí! ¡Oye, escucha! ¡Vente inmediatamente para acá! ¡No, aquí te cuento! (Cuelga y comenta.) ¡Se va a morir cuando lo sepa! ¡Qué notición! (Se refriega las manos.)
(Timbre. Es la Sra. Carmen Orellana.)
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Qué increíble rapidez, Carmen! ¡Cuando hay noticias, vuelas! En fin, ¿sabes? ¡Florcita está esperando!
SRA. ORELLANA. ¿No?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Sí, niña! Esta mañana miré por la ventana y vi al pastor ir para la casa donde trabaja. Así que inventé el viejo truco del azúcar y ¡para allá! Fíjate, estaban escondiditos en la cocina cuchicheando. Y luego… ¡La confesión! ¡ESTOY ESPERANDO!
SRA. ORELLANA. ¡Que inmoralidad! ¡Y se veía tan inocente la mosquita muerta! Pero, ¿qué le dijo el pastor?
SRA. FERNÁNDEZ. Solo le dijo que iba orar por ella.
SRA. ORELLANA. ¡Con razón se ven cada día más inmoralidades en la iglesia…! ¡Porque no se pone atajo a tiempo!
SRA. FERNÁNDEZ. ¿Y qué vamos hacer ahora, Carmen? ¡Callar como si no supiéramos nada y esperar y esperar el escándalo, la humillación y el escarnio!
SRA. ORELLANA. ¡No, por ningún motivo! Como señoras piadosas y de sublime moralidad debemos enfrentar al hecho, limpiar el nombre de nuestra institución.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Sí, tienes razón! ¡Vamos inmediatamente para allá!
(Salen de la escenografía.)
SRTA. FLOR. (Limpiando, cantando un corito.) ¡Gracias a Dios terminé todo a tiempo! ¡Parece que la visita del pastor me ayudó después de todo!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. (Va a abrir.) ¿Quién será ahora? (Abriendo.) ¡Hermana Fernández, hermana Orellana, qué sorpresa! ¡Adelante!
SRA. ORELLANA. ¡No se haga la lesa, hermana Florcita, ya lo sabemos todo! ¡Así que más vale que confiese de una vez por todas!
SRTA. FLOR. ¿Qué? Pero, ¿de qué están hablando?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Es inútil que trate de esconder su pecado! Al contrario, si nos cuenta todo sabremos cómo ayudarla.
SRTA. FLOR. ¡Pero ésta debe ser una broma! ¿Verdad? ¡No es en serio!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Estas son todas iguales: sinvergüenzas de principio a fin! ¡Qué falta de moral! ¡Qué impropio! ¡Qué situación tan patética!
SRTA. FLOR. (Se pone a llorar.) ¡Ah! ¿Qué pasa? Por favor, ¿qué pasa aquí?
SRA. ORELLANA. ¡Ah! Estas son lagrimas de cocodrilo, ¡no le hagas caso! ¡Es la voz de la conciencia la que no la deja estar en paz!
(La Srta. Flor llora más ruidosamente.)
SRA. FERNÁNDEZ. Para esto solo hay un nombre y ese es pecado ¡Pecado mortal y usted no tiene perdón de Dios.
(Timbre. Entra el pastor y ve la escena. Florcita se le echa en los brazos.)
PASTOR GONZÁLEZ. (Sorprendido.) ¡Hermana Florcita! Se puede saber, ¿qué está pasando?
SRA. FERNÁNDEZ. Nada de lo que usted desconozca, ¡pastor! Al contrario, ya debería usted haber tomado serias medidas disciplinarias…
PASTOR GONZÁLEZ. Pero, ¿qué sucede? ¿De qué hablan ustedes?
SRA. ORELLANA. ¡Qué increíble desfachatez! ¡Qué inmoralidad! ¡Se nota que estamos viviendo en el tiempo del fin, en donde pastores se perderán por completo en las iglesias!
SRTA. FLOR. ¡Pastor, ayúdeme! ¡Ellas llegaron insultándome de la peor manera, como si yo fuera una cualquiera! ¡Y yo no entiendo nada!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Vergüenza debería dar, libertina!
(La Srta. Flor llora desconsoladamente.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Basta ya, señoras! Esto se acabó. Vamos a aclarar esto inmediatamente si no me voy a enojar de verdad.
SRA ORELLANA. ¡Qué cínicos! ¡Se escudan el uno al otro!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Silencio, hermana Orellana o me va hacer perder la paciencia! (Pausa.) Bien, ahora vamos hablar de a uno. ¿Qué paso aquí, Sra. Fernández?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡De nada sirve ocultarlo, pastor, ya lo sé todo!
PASTOR GONZÁLEZ. Bien, si lo sabe ¡dígalo de una vez!
SRA. FERNÁNDEZ. Bueno, hoy en la mañana cuando por casualidad se me acabó el azúcar y, como usted bien sabe, vine a solicitársela a la Srta. Flor. Allí, mientras ella iba a la cocina, por un hecho fortuito escuché ¡lo que nunca debí haber oído!
PASTOR GONZÁLEZ. Y, ¿qué es, hermana? ¡Cuéntelo aquí mismo y ahora!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Qué situación más embarazosa…! ¿Qué digo? En fin… Bueno, pastor, si usted lo quiere… ¡Escuché clarito la confesión de la Srta. Flor! Ella lo dijo: ¡que estaba esperando! ¡Qué terrible, que afrenta a la iglesia!
SRATA. FLOR. (Del lloro pasa a la risa.) ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Con que eso era…! ¡Qué señoras más ridículas! ¡Ja, ja, ja!
SRA. ORELLANA. ¡Usted no nos insulte, fornicaria!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Basta, silencio! Mi estimada hermana Fernández, usted hizo en primer lugar muy mal por haber escuchado detrás de la puerta.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Pastor, usted me ofende!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por favor, no me interrumpa, aún no termino! Mi visita a la hermana Flor fue una visita pastoral; personalmente me preocupo de la salud espiritual de todos los hermanos, y ésta no era una excepción. Por lo tanto, escuché a la hermana Florcita sus problemas e inquietudes y oramos al respecto. ¡Lo que usted escuchó tan inoportunamente, hermana Fernández, como en todas estas situaciones, solo fue el final! Cuando nuestra hermana Florcita dijo que estaba esperando, ella se refería a una respuesta del Señor a su pedido, hermana Fernández, ye so es a lo que se refería. ¿Se da cuenta de su imperdonable error?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Ay, qué bochorno! (Tiende a desmayarse y es sostenida por el pastor.) ¡Me falta el aire, socorro!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por favor, ayúdeme con ella!
SRTA. FLOR ¡Voy por un vaso de agua! (Vuelve con él y se lo da lentamente.)
SRA. FERNÁNDEZ. (Ya recuperada.) ¡Ay, gracias, ya me siento mucho mejor.
(Pausa.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Que esto le sirva de lección, hermana Fernández, no quiero que vuelva a sucederle, es malo para usted y para los hermanos que la rodean! Y ahora por favor… (Le indica con una señal a la hermana Florcita.) ¡Haga lo que tiene que hacer!
SRA. FERNÁNDEZ. (Carraspeando.) ¡Hum, hum! Bueno, hermana Florcita, por favor, usted discúlpeme por este imperdonable y terrible error. Le prometo que no volverá a acontecer. (Le da la mano.)
SRTA. FLOR. Hermana Fernández, yo ya la perdoné. (La abraza.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Ahora le toca a usted, hermana Orellana!
SRA. ORELLANA. Por favor, si yo no tengo nada que ver en esto.
PASTOR GONZÁLEZ. ¿Como que no, hermana? ¿No llegó usted también increpando e insultando a la hermana Florcita?
SRA. ORELLANA. Sí, usted tiene razón, ¿quién me manda meterme en enredos también? (Se acerca a Florcita.) Usted dispense mi falta de criterio, he sido una irresponsable, lo siento mucho. ¡Se lo digo de corazón!
SRTA. FLOR. Bueno, hermana Carmen, acepto sus disculpas, igual que a la hermana Fernández la perdono. ¡Sin resentimientos!
PASTOR GONZÁLEZ. Muy bien, ya que terminó este bochornoso encuentro, nos retiramos, hermana Florcita, ¡que el Señor la bendiga y siga esperando en el Señor! ¡Adiós!
(Salen las Sras. Fernández y Orellana empujándose mutuamente. Finalmente lo hace el pastor. La Srta. Flor se despide de ellos haciendo señas con su mano.)
(Dirija aquí el debate o un final con textos Bíblicos.)
SRTA. FLOR
PASTOR GONZÁLEZ
SRA. FERNÁNDEZ
SRA. CARMEN ORELLANA
(Haciendo las cosas de la casa está la Srta. Flor; es empleada doméstica.)
SRTA. FLOR. ¡Huy! ¡Se me hizo tarde… pucha! Lo que pasa es que ese llamado de mi mamá en la mañana me demoró cualquier cantidad… Bueno ahora tengo que organizarme… Veamos: lavé la vajilla en la mañana, ya puse la primera carga en la lavadora, ya planché los pantalones de Don Saúl, compré el pan y la fruta y a la una tengo que ir a buscar a Carlitos al colegio. (Comentando para ella.) Bueno Flor, si ahora quieres terminar todo a tiempo debes preparar el almuerzo. ¿Dónde están los tomates? (Buscando dentro del refrigerador.) ¡Aquí están! ¡Ahora a pelarlos! ¡Ojalá que no venga nadie a atrasarme! ¡Por favor!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. ¡Oh no, bastaba que yo abriera la boca…! (Se dirige a la puerta de la calle y la abre.) ¡Ah, pastor! ¡Qué inesperada su visita! ¡Adelante! ¡Por favor, tome asiento!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡No, no se preocupe Florcita! Solo pasaba por acá a saludarla.
¡Espero que mi visita no sea inoportuna!
SRTA. FLOR. (Exagerando, mirando al público.) ¡No, pastor! ¿Cómo se le ocurre?
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Qué bueno, Florcita, me carga molestar! ¿Qué estaba haciendo? ¡A lo mejor la puedo ayudar!
SRTA. FLOR. (En broma.) ¿Sabe usted pelar tomates?
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por supuesto, pues, Florcita, todos los hombres debemos saber hacer de todo!
SRTA. FLOR. Bueno, pues entonces acompáñame a la cocina. (Lo hace pasar.)
PASTOR GONZÁLEZ. Florcita, cuénteme. ¿Cómo ha estado usted? ¿Y su relación con el Señor?
SRTA. FLOR. ¡Usted sabe pues, Pastor, estoy orando para que aparezca mi príncipe!
PASTOR GONZÁLEZ. Sí, Florcita, Dios escucha y se preocupa aún de los detalles…
(Meditando.) ¿Sabe? A veces creo que Él demora un poco su contestación, justamente para probar nuestra fe.
SRTA. FLOR. Usted tiene razón. ¡Pucha´s! ¡Que habla bonito, Pastor González!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. ¡Oh no! ¡Hoy día sí que la señora me despide!
(El Pastor se ríe.)
SRTA. FLOR. (Abre la puerta.) ¡Hola, Sra. Fernández, adelante!
SRA. FERNÁNDEZ. (Hurgando con la mirada para todos lados, sospechando algo.) ¡Hola Florcita! ¿Cómo le va? Venía para saber si me podía convidar un poquito de azúcar. (Le pasa una taza.)
SRTA. FLOR. ¡Por supuesto, Sra. Fernández! ¡No faltaba más! Por favor, tome asiento.
SRA. FERNÁNDEZ. No se preocupe, Florcita, yo espero. ¡Vaya no más!
(Apenas Flor entre a la cocina, la Sra. Fernández pega una carrerita y hace la mímica como si estuviera escuchando detrás de la puerta.)
SRTA. FLOR. (En la cocina.) Era la Sra. Fernández, pastor. Usted la conoce, ¿verdad?
PASTOR GONZÁLEZ. Pero por supuesto Florcita, ella es una excelente hermana, muy recatada, muy prudente, en fin: una buena cristiana.
SRTA. FLOR. (Mientras toma un frasco y simula echar azúcar en la taza de la Sra. Fernández.) Bueno, pastor, como le dije anteriormente, se lo repito con pena pero es verdad… (Con voz fuerte.) ¡Estoy esperando!
(La Sra. Fernández hace muecas de admiración, por la noticia que acaba de escuchar.)
PASTOR GONZÁLEZ. Hermana Florcita, lo único que puedo hacer por usted es orar… Solo orar. Bueno, ahora tengo que irme. Si usted me permite… (Se dirige a la puerta.)
(La Sra. Fernández arranca hacia adentro de la habitación, simulando no haber escuchado nada.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Sí! ¿Y por qué?
(La Srta. Flor le pasa la taza de azúcar a la Sra. Fernández.)
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Una ve caras y no corazones! (Le echa una mirada reprobadora a la Srta. Flor.)
PASTOR GONZÁLEZ. (Sin entender nada.) Bueno, hermana Florcita, muchas gracias por su hospitalidad y como le dije, voy a seguir orando por usted.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Yo también, yo también, Florcita! ¡Y mucho! ¡Hasta luego!
(La Srta. Flor se escoge de hombros. Luego se van.)
SRTA. FLOR. ¡Qué rara es la hermana Fernández! ¿Le habrá pasado algo? ¡En fin! (Se retira de la escenografía.)
SRA. FERNÁNDEZ. (Entrando ahora a la misma escenografía como si fuera su casa.) ¡Qué increíble, no lo puedo creer…! ¡Y tan joven! ¡Tengo que decírselo a Carmen! (Toma el teléfono.) ¿Haló, Carmen? ¡Sí! ¡Oye, escucha! ¡Vente inmediatamente para acá! ¡No, aquí te cuento! (Cuelga y comenta.) ¡Se va a morir cuando lo sepa! ¡Qué notición! (Se refriega las manos.)
(Timbre. Es la Sra. Carmen Orellana.)
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Qué increíble rapidez, Carmen! ¡Cuando hay noticias, vuelas! En fin, ¿sabes? ¡Florcita está esperando!
SRA. ORELLANA. ¿No?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Sí, niña! Esta mañana miré por la ventana y vi al pastor ir para la casa donde trabaja. Así que inventé el viejo truco del azúcar y ¡para allá! Fíjate, estaban escondiditos en la cocina cuchicheando. Y luego… ¡La confesión! ¡ESTOY ESPERANDO!
SRA. ORELLANA. ¡Que inmoralidad! ¡Y se veía tan inocente la mosquita muerta! Pero, ¿qué le dijo el pastor?
SRA. FERNÁNDEZ. Solo le dijo que iba orar por ella.
SRA. ORELLANA. ¡Con razón se ven cada día más inmoralidades en la iglesia…! ¡Porque no se pone atajo a tiempo!
SRA. FERNÁNDEZ. ¿Y qué vamos hacer ahora, Carmen? ¡Callar como si no supiéramos nada y esperar y esperar el escándalo, la humillación y el escarnio!
SRA. ORELLANA. ¡No, por ningún motivo! Como señoras piadosas y de sublime moralidad debemos enfrentar al hecho, limpiar el nombre de nuestra institución.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Sí, tienes razón! ¡Vamos inmediatamente para allá!
(Salen de la escenografía.)
SRTA. FLOR. (Limpiando, cantando un corito.) ¡Gracias a Dios terminé todo a tiempo! ¡Parece que la visita del pastor me ayudó después de todo!
(Timbre.)
SRTA. FLOR. (Va a abrir.) ¿Quién será ahora? (Abriendo.) ¡Hermana Fernández, hermana Orellana, qué sorpresa! ¡Adelante!
SRA. ORELLANA. ¡No se haga la lesa, hermana Florcita, ya lo sabemos todo! ¡Así que más vale que confiese de una vez por todas!
SRTA. FLOR. ¿Qué? Pero, ¿de qué están hablando?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Es inútil que trate de esconder su pecado! Al contrario, si nos cuenta todo sabremos cómo ayudarla.
SRTA. FLOR. ¡Pero ésta debe ser una broma! ¿Verdad? ¡No es en serio!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Estas son todas iguales: sinvergüenzas de principio a fin! ¡Qué falta de moral! ¡Qué impropio! ¡Qué situación tan patética!
SRTA. FLOR. (Se pone a llorar.) ¡Ah! ¿Qué pasa? Por favor, ¿qué pasa aquí?
SRA. ORELLANA. ¡Ah! Estas son lagrimas de cocodrilo, ¡no le hagas caso! ¡Es la voz de la conciencia la que no la deja estar en paz!
(La Srta. Flor llora más ruidosamente.)
SRA. FERNÁNDEZ. Para esto solo hay un nombre y ese es pecado ¡Pecado mortal y usted no tiene perdón de Dios.
(Timbre. Entra el pastor y ve la escena. Florcita se le echa en los brazos.)
PASTOR GONZÁLEZ. (Sorprendido.) ¡Hermana Florcita! Se puede saber, ¿qué está pasando?
SRA. FERNÁNDEZ. Nada de lo que usted desconozca, ¡pastor! Al contrario, ya debería usted haber tomado serias medidas disciplinarias…
PASTOR GONZÁLEZ. Pero, ¿qué sucede? ¿De qué hablan ustedes?
SRA. ORELLANA. ¡Qué increíble desfachatez! ¡Qué inmoralidad! ¡Se nota que estamos viviendo en el tiempo del fin, en donde pastores se perderán por completo en las iglesias!
SRTA. FLOR. ¡Pastor, ayúdeme! ¡Ellas llegaron insultándome de la peor manera, como si yo fuera una cualquiera! ¡Y yo no entiendo nada!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Vergüenza debería dar, libertina!
(La Srta. Flor llora desconsoladamente.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Basta ya, señoras! Esto se acabó. Vamos a aclarar esto inmediatamente si no me voy a enojar de verdad.
SRA ORELLANA. ¡Qué cínicos! ¡Se escudan el uno al otro!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Silencio, hermana Orellana o me va hacer perder la paciencia! (Pausa.) Bien, ahora vamos hablar de a uno. ¿Qué paso aquí, Sra. Fernández?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡De nada sirve ocultarlo, pastor, ya lo sé todo!
PASTOR GONZÁLEZ. Bien, si lo sabe ¡dígalo de una vez!
SRA. FERNÁNDEZ. Bueno, hoy en la mañana cuando por casualidad se me acabó el azúcar y, como usted bien sabe, vine a solicitársela a la Srta. Flor. Allí, mientras ella iba a la cocina, por un hecho fortuito escuché ¡lo que nunca debí haber oído!
PASTOR GONZÁLEZ. Y, ¿qué es, hermana? ¡Cuéntelo aquí mismo y ahora!
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Qué situación más embarazosa…! ¿Qué digo? En fin… Bueno, pastor, si usted lo quiere… ¡Escuché clarito la confesión de la Srta. Flor! Ella lo dijo: ¡que estaba esperando! ¡Qué terrible, que afrenta a la iglesia!
SRATA. FLOR. (Del lloro pasa a la risa.) ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Con que eso era…! ¡Qué señoras más ridículas! ¡Ja, ja, ja!
SRA. ORELLANA. ¡Usted no nos insulte, fornicaria!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Basta, silencio! Mi estimada hermana Fernández, usted hizo en primer lugar muy mal por haber escuchado detrás de la puerta.
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Pastor, usted me ofende!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por favor, no me interrumpa, aún no termino! Mi visita a la hermana Flor fue una visita pastoral; personalmente me preocupo de la salud espiritual de todos los hermanos, y ésta no era una excepción. Por lo tanto, escuché a la hermana Florcita sus problemas e inquietudes y oramos al respecto. ¡Lo que usted escuchó tan inoportunamente, hermana Fernández, como en todas estas situaciones, solo fue el final! Cuando nuestra hermana Florcita dijo que estaba esperando, ella se refería a una respuesta del Señor a su pedido, hermana Fernández, ye so es a lo que se refería. ¿Se da cuenta de su imperdonable error?
SRA. FERNÁNDEZ. ¡Ay, qué bochorno! (Tiende a desmayarse y es sostenida por el pastor.) ¡Me falta el aire, socorro!
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Por favor, ayúdeme con ella!
SRTA. FLOR ¡Voy por un vaso de agua! (Vuelve con él y se lo da lentamente.)
SRA. FERNÁNDEZ. (Ya recuperada.) ¡Ay, gracias, ya me siento mucho mejor.
(Pausa.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Que esto le sirva de lección, hermana Fernández, no quiero que vuelva a sucederle, es malo para usted y para los hermanos que la rodean! Y ahora por favor… (Le indica con una señal a la hermana Florcita.) ¡Haga lo que tiene que hacer!
SRA. FERNÁNDEZ. (Carraspeando.) ¡Hum, hum! Bueno, hermana Florcita, por favor, usted discúlpeme por este imperdonable y terrible error. Le prometo que no volverá a acontecer. (Le da la mano.)
SRTA. FLOR. Hermana Fernández, yo ya la perdoné. (La abraza.)
PASTOR GONZÁLEZ. ¡Ahora le toca a usted, hermana Orellana!
SRA. ORELLANA. Por favor, si yo no tengo nada que ver en esto.
PASTOR GONZÁLEZ. ¿Como que no, hermana? ¿No llegó usted también increpando e insultando a la hermana Florcita?
SRA. ORELLANA. Sí, usted tiene razón, ¿quién me manda meterme en enredos también? (Se acerca a Florcita.) Usted dispense mi falta de criterio, he sido una irresponsable, lo siento mucho. ¡Se lo digo de corazón!
SRTA. FLOR. Bueno, hermana Carmen, acepto sus disculpas, igual que a la hermana Fernández la perdono. ¡Sin resentimientos!
PASTOR GONZÁLEZ. Muy bien, ya que terminó este bochornoso encuentro, nos retiramos, hermana Florcita, ¡que el Señor la bendiga y siga esperando en el Señor! ¡Adiós!
(Salen las Sras. Fernández y Orellana empujándose mutuamente. Finalmente lo hace el pastor. La Srta. Flor se despide de ellos haciendo señas con su mano.)
(Dirija aquí el debate o un final con textos Bíblicos.)
1 comentario:
Buenas tardes. Queria expresarle a raul Bustamante que hemos realizado una adaptación de la obra El Chisme para cine y realizamos un cortometraje para participar en dos festivales a realizarse en noviembre en Anzoategui y Aragua/Vzla. Podrá buscar mas información del mismo en el muro del Facebook de Frayber Guevara.Aun no hemos publicado, pero pronto estara disponible el trailer y fotografias.Le cambiamos el nombre por La Espera de Flor.
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