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2012 - España

Tienda de identidades

12 Minutos y 8 Personajes. Un hombre sin identidad entra en una tienda de identidades para comprar una. La dependienta le enseña varias opciones hasta que se topa con la del cristiano.

TIENDA DE IDENTIDADES

PERSONAJES

DEPENDIENTA
PERSONA
MALO
PAYASO
ESTUDIOSO
CANTANTE
ACTOR
CRISTIANO

Estamos en una tienda de “identidades”. Las identidades están tapadas con una sábana blanca para que no cojan polvo y no se quiénes son. La dependienta está dando vueltas por la tienda hasta que entra un cliente. Se trata de una persona sin identidad que está buscando una para su vida. El cliente va vestido de un color uniforme, sin destacar mucho (todo gris, o negro oscuro) con capucha y con la cara tapada.

DEPENDIENTA. ¡Hola! ¡Buenos días!

CLIENTE. ¡Buenos días!

DEPENDIENTA. ¿En qué puedo ayudarle?

CLIENTE. Sí, mire, estoy de visita por aquí y al pasar delante de la tienda me llamó muchísimo la atención y decidí entrar a ver qué había ya que quizá alguna de las cosas que tiene por aquí me puedan servir.

DEPENDIENTA. Pues bienvenido. Si quiere echar un vistazo y preguntar algo, aquí estoy para ayudarle.

CLIENTE. Muchas gracias. (El cliente va dando vueltas sin atreverse a levantar las sábanas.) Disculpe…

DEPENDIENTA. ¿Sí?

CLIENTE. Podría enseñarme un poco lo que tiene oculto por aquí.

DEPENDIENTA. Desde luego. Sí, mire, nuestra tienda se ha especializado en la venta de identidades y por lo que veo quizá usted esté interesado en adquirir una.

CLIENTE. Sí, así es.

DEPENDIENTA. Pues ha venido al lugar perfecto.

CLIENTE. La verdad es que he probado tantas identidades que he perdido la mía propia y al ver esta tienda me he animado a entrar y probar suerte. ¿Me podría mostrar algún ejemplo?

DEPENDIENTA. Por supuesto, yo le muestro, venga por aquí. Como no sé el presupuesto que tiene le voy a enseñar desde las más accesibles hasta las más caras y así usted decide cuál se puede ajustar a su vida. ¿Le parece bien?

CLIENTE. Sí, sí, muy bien.

DEPENDIENTA. (Levanta la primera sábana y descubre a un joven con una pistola en la mano apuntando, en actitud agresiva. El cliente se asusta al verla.) Como puede ver, ésta es la identidad del malo. Si usted compra esta personalidad todo el mundo le va a temer. ¿Quién se va a meter con usted? ¡Nadie!

CLIENTE. Esta personalidad es muy interesante. Cuando yo era pequeño, mis compañeros me golpeaban en la escuela, me insultaban y me dejaban todo dolorido… Ojalá hubiera tenido esta identidad antes, me habría ido mejor…

DEPENDIENTA. Si usted hubiera venido entonces, no le habrían tocado ni un pelo…

CLIENTE. Pues sí, yo me habría defendido y les habría asustado. ¿Sabe lo que le digo? Que me quedo con esta identidad.

DEPENDIENTA. Bueno, como quiera, pero quizá haya ahora otras le vayan mejor con su situación actual. Déjeme que le enseñe el resto.

CLIENTE. Bueno, está bien…

DEPENDIENTA. (Levanta otra sábana y aparece un payaso haciendo monerías.) Como puede ver, ésta es la identidad del payaso. Esta identidad es bien interesante también porque con ésta va a ser muy feliz y va a hacer muy feliz a todos los que están a su alrededor.

CLIENTE. Fíjese que tiene razón... ¿Quién quiere ser un malo, asustar a todas las personas para que se venguen de uno cuando se puede ser un payaso y hacer reír a las personas amadas sin que se alejen de ti? Está muy interesante ésta del payaso.

DEPENDIENTA. A usted lo van a querer, lo van a invitar a todas las fiestas y va a ser el centro de atención de todos...

CLIENTE. ¡Qué bien! Cuando yo era pequeño contaba chistes y la única que se reía era mi mamá, nada más… Así que con esta identidad veo que puedo ser feliz, pero ya que estamos me gustaría ver el resto porque cada identidad nueva que me enseña es mejor que la anterior.

DEPENDIENTA. ¡Por supuesto! Es por eso que tienen distintos precios… Déjeme mostrarle otra. (Quita la sábana y aparece la personalidad del estudioso.) Como puede ver ésta es la identidad del estudioso. Si se lleva esta identidad, como graduado de la Universidad de Harvard, todo el mundo va a estar interesado en usted. Su opinión va a ser muy influyente e incluso los presidentes contarán con su consejo.

CLIENTE. Tiene usted mucha razón. Con esta identidad, yo creo que podría hacer hasta dinero con sólo aparentar que tengo mucha sabiduría.

DEPENDIENTA. Claro, claro…

CLIENTE. Atraería a gente más importante, ya no estaría con los amigos de siempre, ¿verdad? Me gusta mucho, creo que me voy a llevar ésta.

DEPENDIENTA. Bueno pero, ¿qué le parece si le enseño el resto? Igual hay otra mejor para usted.

CLIENTE. De acuerdo.

DEPENDIENTA. (Levanta otra sábana y aparece un joven cantante.) Como puede ver, ésta es la identidad del rockero. Con esta identidad va a poder viajar de país en país y todo el mundo va a saber quién es usted. Va a tener fama, dinero, va a ser escuchado por millones de personas. Es una identidad muy interesante. Va a recorrer mundo y las chicas van a estar locas por usted.

CLIENTE. Me gusta, me gusta… Esta personalidad me está gustando. (Lo imita.) Fíjese, parece que ya se me pega algo…

DEPENDIENTA. Le está perfecta.

CLIENTE. Yo siempre he tenido la intención de viajar pero como no tenía dinero me ha sido imposible; pero con esta personalidad creo que voy a poder realizar ese sueño. Las personas se me echarán encima para que les firme autógrafos. ¿Quién no quiere ser una persona reconocida con fama y éxito?

DEPENDIENTA. Claro que sí. ¿Está interesado en ella?

CLIENTE. ¡Sí, sí, por supuesto!

DEPENDIENTA. Pues aún tengo una mejor: la más cara. (Quita la sábana.) Esta identidad es la de actor.

CLIENTE. ¿Un productor de cine?

DEPENDIENTA. Esta identidad es bien interesante. Déjeme decirle… Porque con esta identidad usted va a hacer el papel que quiera. Podrá cambiar de personalidad, de personaje y va a ganar mucho dinero…

CLIENTE. Tiene razón. Siendo productor de cine puedo ser un cantante, aparentar que soy estudioso, hacer tonterías como un payaso y hasta volverme malo, si es necesario. Yo creo que ésta es la personalidad adecuada.

DEPENDIENTA. Pero déjeme recordarle que esta es la personalidad más cara y no sé si usted tendrá tanto dinero para comprar esta identidad… Mire el precio…

CLIENTE. (Mira la etiqueta y se asusta.) ¡Uy! Pues… ¿sabe? Quizá tendría que venir en otro momento… En fin… Gracias por su ayuda, las identidades son interesantes pero no sé si me convencen al 100% ya que algunas de ellas ya las he probado en parte en otros momentos de mi vida y no me han llenado… Yo pensaba que esta vez iba a ser diferente pero quizá no sea así… Bueno, de todas formas, gracias, ha sido muy amable pero todo esto es como muy complicado.

DEPENDIENTA. Bueno, espere, no se vaya todavía. Permítame un segundo. Por aquí tengo otra identidad que no la muestro mucho porque no suele interesarse a la gente. Sólo échele un vistazo, tampoco pierde nada. Si ya ha probado algo de las otras identidades y no se ha sentido cómodo como para adoptarlas como su identidad personal fija, quizá algo distinto le haga pensar. ¿Qué le parece?

CLIENTE. Bueno, sí, tiene razón. No tengo nada que perder.

DEPENDIENTA. (Quita la sábana.) La tengo aquí tan aparcada, sin vender desde hace tanto tiempo, que si a usted le interesa se la regalo.

(Se trata de la identidad del cristiano. Un hombre vestido normal, sin nada llamativo.)

CLIENTE. (Mirando la identidad.) ¿Y esta qué identidad es?

DEPENDIENTA. Es la identidad del cristiano. Fíjese, lo interesante de esta personalidad es que viene con un manual de instrucciones que se llama la Santa Biblia.

CLIENTE. ¿Con un manual de instrucciones?

DEPENDIENTA. Así es…

CLIENTE. La verdad es que aparte del manual no tiene nada llamativo ni interesante…

DEPENDIENTA. Desde luego, lo que distingue a esta identidad del resto es este manual. Algunos clientes que se la llevaron vinieron a decirme luego que lo interesante de la identidad era precisamente ese manual. Que les sirvió de muchísima ayuda y que no entendían cómo podía ser tan barata con el valor que tenía ese manual…

CLIENTE. Bueno, pues no sé… En sí no me dice mucho pero quizá el manual traiga un poco de luz a esta identidad. He probado muchas identidades en la vida pero nunca me había planteado ésta… Quizá debería probar…

DEPENDIENTA. ¿Quién sabe? Quizá encuentre su verdadera identidad ahí.

CLIENTE. Entonces, ¿de verdad que me la da?

DEPENDIENTA. Sí, así es…

CLIENTE. No sé qué decirle, se lo agradezco mucho… Espero encontrar mi verdadero yo en las letras de este manual.

DEPENDIENTA. De nada. Mucha suerte y por favor, venga a contarnos su experiencia cuando la conozca mejor.

CLIENTE. Así lo haré. (Coge a la identidad y se la lleva.)

FINAL ALTERNATIVO

(Se apagan las luces para expresar el paso del tiempo.)

CLIENTE. (Entra de nuevo en la tienda vestido de forma normal y con la Biblia en la mano.) De todas las identidades que he tenido esta es la única identidad que ha llenado el vacío de mi corazón. Con esta personalidad he sido yo el que ha escogido su propia personalidad. (Se marcha de la sala.)

DEPENDIENTA. (Al público.) ¿Qué identidad están comprando ustedes? ¿Están escogiendo la identidad correcta?

Quiero servirte, Señor

5 Minutos y 5 Personajes. Un joven quiere servir al Señor y le pide por oportunidades a su alrededor sin darse cuenta de que la gente a su alrededor son ocasiones para servir.

QUIERO SERVIRTE, SEÑOR

PERSONAJES

YERMAN
JOVEN 1
JOVEN 2
ANCIANITA
JOVEN 3


(Entra un joven con la Biblia escondida dentro de su chompa y se dirige al público, mirando hacia arriba.)

YERMAN. Dios mío, yo te amo y quiero servirte, Señor, Aquí están mis manos, mándame ahora para que yo pueda hacer grandes cosas para ti, Señor, quiero hacer grandes cosas para ti, mi Jesús.

(En ese momento entra una joven y se acerca)

JOVEN 1. Hola, Yerman, un favor, ¿será que me puedes ayudar con mis tares de matemáticas? Es que hay un ejercicio que no entiendo.

YERMAN. Que molestosa eres, ¿no ves que estoy hablando con Dios? A ver, fuchi. Fuera, necesito hablar con mi Señor, no molestes; además, igual no entiendes tú nada de matemáticas. ¡¡¡Fuera!!!

(Sale joven 1.)

YERMAN. ¿En qué iba…? ¡Ah, sí, Dios! Quiero serte fiel y amarte sólo a ti, Señor.

(En ese momento entra un joven.)

JOVEN 2. Yerman, un favor, ¿puedes ayudarme a cargar un cajón? Es hasta la esquina, por favor. Está muy pesado y no puedo solo.

YERMAN. Otro molestoso, ¿que no ves que estoy ocupado? Por favor, si estoy ocupadísimo: Además ¡au! Me duele mi bracito, así que por favor, si me permites concentrarme.

(Sale el joven.)

YERMAN. Dios, quiero predicar tu palabra que la gente vea en mí el reflejo de tu amor, quiero hacer grandes cosas para ti, Señor.

(En ese momento entra una ancianita.)

ANCIANITA. Joven, joven, ayúdeme a cruzar la calle, por favor; los autos pasan muy rápido.

YERMAN. A ver, doñita, por favor, estoy ocupado; además estoy esperando a mi abuelito que está en la esquina, no tengo tiempo. Además, usted ya está muy vieja. Así que, por favor, déjeme tranquilo. (Sale la ancianita.) Bueno, Señor, aquí estoy con mis manos levantadas, Señor, ¡¡envíame a mí!!

(Entra una joven con una Biblia)

JOVEN 3. Yerman, el Pastor dijo que vayamos a predicar. Ya es hora, ¿vamos?

YERMAN. (Molesto.) No, así no se puede, Señor, hay muchas interrupciones. Señor, cuando quieras que te ayude, me avisas. Dios, yo siempre estaré dispuesto, bueno chau. Ah, y no tengo tiempo, tengo que ir a almorzar y estoy muy cansado por el culto.

Enseñanza Lucas 16: 10 “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. “

Los vecinos del Infierno


25 Minutos y 12 Personajes. ¿Cómo será el Infierno? ¿Cómo vivirán los salvados con unos vecinos que se están quemando?

LOS VECINOS DEL INFIERNO
loidasomo@gmail.com

PERSONAJES

DIRK WILLENS
ÁNGEL GUARDIÁN
CATELIN GIRARD
CÉSAR
CARLOS
JUAN ANDRÉS
SERGIO
MARÍA
VOZ OFF – MARIDO
ÁNGEL FARO
ÁNGEL CELESTE
ÁNGEL PESCADOR
EXTRAS


(La escena se desarrolla en el cielo. Los personajes viven en la ciudad amada, la historia de la Tierra ya ha terminado. Todos visten túnicas blancas y sus caras reflejan felicidad y paz.)


ESCENA I

(Varias personas pasean por lo que parece la avenida de un parque y se van saludando a medida que se cruzan.)

DIRK. (Sentado en un banco, se levanta para saludar a su ángel guardián que pasa por allí.) ¡Hola, amigo! ¡Qué alegría me da verte!

ÁNGEL. (Lo abraza.) ¿Cómo estás?

DIRK. Estoy feliz, ¡muy feliz! No hay nada como vivir bajo el abrigo del Señor, conocerlo en persona y poder abrazarlo. La vida de la Tierra parece tan lejana; el dolor y las miserias que pasé no son nada comparado con lo que hay aquí. Todo ha merecido la pena con tal de estar en la presencia de Dios.

ÁNGEL. ¿Te gusta tu casa?

DIRK. ¡Me encanta! Es de oro fino y brilla muchísimo. Por cualquier ventana que me asomo veo un jardín hermoso que el Señor preparó en su infinita sabiduría, sabiendo lo mucho que me iba a gustar. Y así es: me da la sensación de libertad que no tenía en la Tierra. A veces me asombro al comprobar cuánta verdad había en la Palabra del Señor porque más de una vez han pastado junto a mi jardín un león y un cordero…

(Pasan algunas personas que saludan: “Hola, Dirk”, “saludos, ángel guardián”, “hasta luego”, etc.)

ÁNGEL. ¿Y qué actividades has hecho en estos meses? ¿Has viajado a otros mundos? ¿Has estudiado alguna disciplina?

DIRK. (Riéndose.) Bueno, nada de eso aún, pero todo se andará... De momento necesito comprender parte de mi historia y de la historia de la humanidad y he estado viendo todo lo que pasó en mi tiempo.  He pasado mucho tiempo con mis seres queridos porque quería saber qué habían hecho en la vida y necesitaba saber por qué otras personas que yo quería no estaban aquí sino en el Infierno.

ÁNGEL. Entiendo. Supongo que tienes muchas preguntas que necesitan responderse antes de comenzar otros proyectos…

DIRK. Hay otras cosas que me interesan mucho, como los animales…

ÁNGEL. ¿Los animales?

DIRK. ¡Jamás había visto tantos animales distintos! Hay uno en especial que me llama mucho la atención.

ÁNGEL. ¿Cuál?

DIRK. El canguro. Da unos saltos enormes y me encanta ver a los canguritos en una especie de bolsillo que tienen las mamás canguro…

ÁNGEL. Sí, todas las criaturas de Dios son únicas.

DIRK. Yo nunca había visto ese animal en mi Holanda natal.

ÁNGEL. Tienes razón, ese animal vivía en otra parte del mundo muy distante que no se había descubierto cuando tú vivías.

DIRK. En Australia, ¿verdad?

ÁNGEL. ¡Así es! ¿Quién te lo ha dicho?

DIRK. ¡Ya ves! He hecho los deberes. Unos compatriotas míos descubrieron ese país unos 50 años después de que yo muriera y lo sé de primera mano porque me lo contó un hombre que estuvo en esa expedición.

ÁNGEL. Mira, Dirk (señalando hacia un hombre que se acerca). ¿Conoces a ese hombre?

DIRK. No, nunca lo había visto.

ÁNGEL. Déjame que te lo presente: tenéis muchas cosas en común. (El ángel se acerca al hombre. No escuchamos lo que le dice pero señala a Dirk y lo lleva hacia él.) Dirk, éste es el Sr. Catelin Girard y él también fue un mártir de Jesús como tú.

DIRK. ¡Alabada sea el Señor!

CATELIN. ¡Alabado sea por siempre!

ÁNGEL. ¡Amén!

(Los dos hombres responden “amén”. Se abrazan y se miran con santa alegría.)

DIRK. ¡Cuénteme de su vida en la Tierra, Sr. Girard! ¿Qué fue de usted?

CATELIN. Poca cosa comparado con lo que ahora soy, por la gracia de Dios. Nací en Revel, un pueblecito al sur de Francia y allí morí por no adjurar de mi fe en Jesús.

DIRK. Yo amaba mucho a Jesús y por esa causa fui encarcelado durante bastante tiempo. Una vez logré escaparme de la torre en la que estaba prisionero soltándome con una cuerda por la ventana. Casi lo conseguí… pero lograron llevarme de vuelta.

ÁNGEL. Catelin, yo estuve con él en ese momento y no pude evitar que se me saltasen las lágrimas al ver cómo las enseñanzas del Maestro habían calado en su corazón.

CATELIN. No entiendo…

ÁNGEL. El señor Jesús enseñó en el Sermón del Monte a amar a nuestros enemigos, a bendecir a los que nos maldecían y a hacer bien a los que nos aborrecían. Cuando Dirk descendió por la ventana aterrizó en el estaque helado que rodeaba la fortaleza. Empezó a correr y el guardia de la puerta empezó a perseguirlo pero como pesaba más que él, el hielo se rasgó y cayó en el agua helada. Empezó a pedir auxilio y en ese momento toqué el hombro de Dirk. Dirk se dio la vuelta, escuchó al guardia y fue enseguida para ayudarle. Gracias a él pudo vivir.

DIRK. El señor Jesús hizo un sacrificio muy grande por él en la cruz y aún no lo sabía. No podía dejarlo morir en las aguas heladas sabiendo que después le esperaba el Infierno. Tenía que vivir.

CATELIN. Cuando me condenaron a la hoguera…

DIRK. (Cortándole.) Yo también morí en la hoguera… (Se emociona.)

CATELIN. (Consolándole.) Ya, hermano, ya, ya pasó. El Maestro nos limpia de todo llanto y dolor. (Pequeña pausa.) ¿Sabes? Cuando me llevaron a la hoguera me pidieron que me retractase de mi fe… pero, ¿cómo podía hacerlo? ¿Cómo iba a retractarme de mi Dios, que también sufrió el martirio por mí? No podía, simplemente no podía. En cuestión de segundos se me pasaron tantas cosas… pero entonces miré a mis verdugos y les pedí que me dieran unas piedras. Al principio se negaron pero les dije que era para ilustrar un pensamiento. Me dieron una piedra y con la piedra en la mano les dije: “Cuando el ser humano pueda comer y digerir esta piedra, la fe por la que voy a morir hoy, se acabará”. (Pausa.) Tenía la esperanza de tocar sus corazones con estas palabras pero cuando llegué al Cielo vi cómo fueron lanzados al lago de azufre. Le pregunté a mi ángel guardián qué había pasado con ellos el resto de sus vidas y me dijo que siguieron mofándose y torturando a creyentes hasta el final de sus vidas… ¡Qué lástima! ¿Verdad?

DIRK. Así es. Yo sólo me he acercado una vez al Infierno, al principio, cuando llegamos aquí, y también vi a uno de mis torturadores. (Pensativo.) Pero, no quiero acercarme más porque estar allí me hace revivir el sufrimiento por el que pasé yo y no lo puedo soportar, es demasiado duro para mí.

CATELIN. Sé lo que dices; yo sólo he ido dos veces y no puedo soportar los lamentos, ni escuchar las súplicas incesantes a Dios para que acabe con su agonía y los deje morir en paz.

DIRK. Tiene que ser horroroso… (Emocionándose.)

CATELIN. Ya ni siquiera me acerco al extremo del país amado que colinda con el Infierno… Prefiero evitar ese lugar o dar un rodeo si tengo que ir a algún sitio cercano.

DIRK. Es cierto, los gritos que se oyen, y el humo y el olor que se alza es tan intenso que se confunde con los campos de flores que hay en la tapia. Ese olor a muerte me recuerda al pecado y me trae ecos del pasado que no me permite sanar las heridas.

CATELIN. Yo creo que es un sentir general entre los habitantes del cielo porque esa zona casi siempre está vacía. Muy pocas veces veo a gente allí y las pocas que he visto reflejan en su cara dolores del pasado.

DIRK. Tienes razón, amigo, supongo que tenemos que hacer lo mismo que hacen los ángeles o las visitas de otros mundos: obviar el tema y cantar más fuerte para mitigar los lamentos de los vecinos.

CATELIN. Dirk, nosotros somos afortunados y eso es lo único que importa, ¿verdad? Pues a disfrutar del Cielo, que hay otros lugares más bellos que pueden distraernos. ¡Vamos a dar una vuelta!

(Salen de escena caminando.)



ESCENA II

(Se oyen las voces de unos niños que juegan fuera de escena. De repente se escucha: “César, corre, agarra la pelota”. Aparece es escena una pelota que está rodando y a César detrás que va a buscarla. Se agacha para recogerla y de repente, algo golpea su cabeza.)

CÉSAR. (Le acaba de golpear un tizón del Infierno que ha caído al cielo.) ¡Ay! ¿Qué es esto? ¡Uf, uf, uf! (Intenta soplarse hacia su cabeza, como intentando apagar el fuego que le ha quemado y mitigar el dolor. Se arrasca un poco y cuando se ha calmado intenta averiguar qué ha pasado.) Pero… ¿y esto? ¿De dónde ha salido?

(Entran los niños corriendo.)

CARLOS. ¿Qué pasa, César?

CÉSAR. ¡Esto! (Les muestra el tizón que le ha golpeado.)

JUAN ANDRÉS. ¡Ah, sí! Es del Infierno…

CÉSAR. ¿Cómo? ¿El Infierno? ¿Qué es el Infierno?

SERGIO. ¡Ja, ja, ja! ¿No sabes lo que es el Infierno? Eso es porque no has vivido mucho tiempo en la Tierra…

CÉSAR. Ya sabéis que morí cuando tenía 4 años y no me acuerdo cómo era vivir en la tierra. Mi madre me ha dicho que cuando Jesús vino a salvarnos, me resucitó y un ángel me llevó hasta los brazos de mi madre. ¡Siempre he vivido en el Cielo!

CARLOS. ¡Qué suerte tienes!

CÉSAR. ¿Por qué dices eso?

CARLOS. Porque a mí me raptaron cuando tenía 6 años y me obligaron a vivir en la selva con unos militares… Allí me golpeaban cada vez que hacía algo mal, hasta que un día no pude resistir más... (Se entristece.)

CÉSAR. (Sin comprender muy bien todo, lo compadece.) Lo siento mucho… Pero no entiendo muy bien tu historia. ¿Qué es raptar? ¿Y golpear?

JUAN ANDRÉS. Raptar es cuando tú vives con tus padres en tu casa y una persona que no os respeta entra sin permiso y te saca de allí sin que tú lo quieras. A partir de entonces ya no vives con tus papás sino con esos señores que no te permiten hacer lo que quieres sino lo que ellos quieren… y si no haces lo que te dicen, te golpean.

SERGIO. Que no sabe lo que es “golpear”…

JUAN ANDRÉS. Golpear sería algo así como… mira, vas a ser mi ejemplo: Si con mi mano te toco la cara no pasa nada, pero si cojo impulso y te doy más fuete… no te va a gustar y si no dejo de hacer ese movimiento sin parar por varios minutos te vas a sentir muy mal y te saldrá sangre de la nariz.

CÉSAR. ¡Como la sangre que derramó Jesús!

SERGIO. Bueno, parecido.

CARLOS. La última vez que me golpearon lo hicieron con el pie, directamente a la cabeza y ya no recuerdo más… Porque lo siguiente que vi es a Jesucristo en las nubes con miles de ángeles que me llamaba para salir de la tumba.

CÉSAR. Y todo esto que me comentáis, ¿qué tiene que ver con el Infierno?

JUAN ANDRÉS. Pues mucho. Los que raptaron y golpearon a Carlos están allí por haberle hecho eso. ¡Se lo merecen! ¡Eso no se hace con los niños!

CÉSAR. Entonces, ¿el Infierno no es un buen sitio?

(Los niños se ríen.)

SERGIO. ¡Pues claro que no! Allí están sufriendo y pagando por lo que han hecho. ¿Te gustaría verlos? ¡Carlos! Dinos quiénes son…

CARLOS. Venid, subid a la tapia y os los enseño.

(Los niños se suben a la tapia y la cara de César refleja el impacto que le provoca ver semejante visión. Los otros niños se ríen y se mofan de los que están sufriendo: “¿Se está calentito por allí?”, “Rápido, un bombero, hay un fuego eterno”, “Mirad a esos que están dando saltitos”…)

CARLOS. Mirad a la derecha… ¿Veis esa escalera que está encima del banco?

(Los niños asienten y a partir de aquí, cada vez que Carlos diga algo ofensivo o se mofe de los que están en el Infierno se irán riendo de ellos.)

CARLOS. Pues el hombre que está atrapado en medio, con un parche en el ojo, era el jefe del grupo. Ese fue el que me dio el golpe mortal. (Al hombre.) ¡Benito, ey, Benito! ¿Por qué no coges la escalera y vienes aquí que hace mejor temperatura? ¡Uy! ¡Vaya! ¡Se te han quemado los dedos! ¡Cuánto lo siento! ¡Ja, ja, ja!

(Los demás niños le hacen la burla: “¡Benito, el teniente, está muy ardiente!”, “¡Benito, el teniente, está muy ardiente!”. Después de reírse un buen rato reparan en César.)

JUAN ANDRÉS. ¿Qué te pasa, César? ¿Tienes una cara muy extraña?

SERGIO. Es verdad, ¿qué te pasa?

CÉSAR. No lo sé, tengo una sensación rara en el estómago… Es… esta visión y este olor… (Se pone a vomitar.)

(Los demás chicos intentan ayudarle y calmarle.)

JUAN ANDRÉS. ¡César! ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?

CARLOS. Vamos, bajemos de aquí; Quizá no haya sido buena idea.

(Los chicos bajan y rodean a César que se ve visiblemente afectado.)

CARLOS. Mejor que le dé un poco el aire… Salgamos de aquí que huele un poco a chamusquina y vayamos al mar de cristal para refrescarnos con la brisa marina.

SERGIO. Tienes razón, vámonos a otro sitio.

(Los chicos se llevan a César fuera de escena.)




ESCENA III


(María había sido una mujer maltratada en la tierra. Se acerca a la tapia del infierno y asoma un poco la cabeza como si quisiera ver lo que hay detrás. Lo hace con sigilo intentando que no la vean. De repente se agacha sobresaltada como si la hubieran visto. Se echa las manos al pecho, a la cabeza; está nerviosa, brazos al estómago.)

MARIDO. (En voz en off.) ¡Ah! ¡Maldita seas, María! ¡Por tu culpa estoy aquí! Si no me hubieses dado motivos no te habría matado…

(La mujer se angustia al escuchar las palabras y se echa la mano al cuello como recordando la muerte que tuvo. Cada palabra de su marido le sume en una angustia mayor.)

MARIDO. (En voz en off.) Pero lo hice porque te quiero mucho, María. ¡Ahhh! Y aún tengo fuerzas para decirte que siempre serás mía a pesar de que Dios te haya dado otro marido… Porque dime: ¿Te ha dado Dios otro marido, María? ¿Eh, María? ¡Responde! ¡Ahhh! ¡Maldita, seas, tú y tu silencio! ¡Sólo me alegro de estar vivo para recordarte que nunca serás de otro hombre sino mía!

(María comienza a llorar.)

MARIDO. (En voz en off.) ¿Estás llorando, María? Reconozco tu llanto entre todos los del Infierno. ¡Ahhh! ¿Te acuerdas cómo te consolaba cuando… después de portarte mal te abrazaba?

(La mujer está horrorizada se tapa los oídos horrorizada. Su cara muestra el horror vivido en la tierra con él.)

MARIDO. (En voz en off.) Aún tengo fuerzas para luchar por ti… aquí hay mucha gente y si después de estar 20 años sufriendo el tormento Dios no nos ha matado, es posible que nos perdone, ¿no crees?… ¡Ahhh! ¡A mí no me importa nada, ni nadie, sino tú, mi vida! ¡Ahhh! (Intentando poner voz dulce aunque determinante.) María, María, tráeme un poco de agua que tengo mucha sed.

(María va a recoger agua de una fuente cercana como si fuera una autómata al escuchar la voz de su maltratador. Toma agua en un cuenco y lo echa al otro lado de la tapia. Se escucha como un pequeño fuego apagado.)

MARIDO. (Voz en off.) ¡Ahhh! ¡Gracias, pequeña! Veo que aún me quieres…

(La mujer sale de escena como atontada, destrozada, mirando a un punto fijo sin fijarse en las personas que pasan a su alrededor. Éstas la saludan pero ella parece que no las ve y no les responde al saludo.)



ESCENA IV


(El coro celestial está cantando una alabanza al Señor. No se ve a Dios pero una luz, a un lateral del escenario, indicará que está allí. El coro está formado por alguno de los personajes anteriores y otros más, y  cantará orientado hacia donde se encuentra Dios. Varios ángeles se deleitan con la música.)

ÁNGEL FARO. El canto es precioso, ¿verdad?

(Los otros dos ángeles asienten. Siguen escuchando un rato en silencio.)

ÁNGEL FARO. (Un poco preocupado.) Pero… Hay algo que me inquieta.

ÁNGEL CELESTE. ¿Qué te puede inquietar después de 490 años de haber vencido al pecado?

ÁNGEL FARO. Pues hay algo, Celeste, no lo puedo evitar…

ÁNGEL CELESTE. Amigo, compañero, pero, ¿qué te pasa? Me estás preocupando y hace tiempo que no me sentía de esa forma. Dile algo tú, Pescador.

ÁNGEL PESCADOR. Pues la verdad es que no sé qué decirle… Porque ya hemos hablado de este tema con anterioridad y creo que tiene razón.

ÁNGEL CELESTE. Pero, ¿de qué tema? ¿De qué estáis hablando? No os entiendo…

ÁNGEL FARO. Celeste, mira el coro y fíjate en el brillo de los ojos de María.

ÁNGEL CELESTE. (Mirando a María.) ¿Qué brillo?

ÁNGEL FARO. Eso es; no hay ningún brillo. Ese brillo le desapareció en el año 20 de nuestra era y desde entonces está así. Y, ¿has visto a César?

ÁNGEL CELESTE. (Mirándolo.) ¿Qué le pasa?

ÁNGEL FARO. Que no sonríe desde el año 6.

ÁNGEL CELESTE. (Preocupado.) Pero, ¿por qué? ¿Estás seguro? ¡Estarán concentrados en el canto!

ÁNGEL PESCADOR. No, amigo. Observa a los mártires Dirk y Catelin.

ÁNGEL CELESTE. Estos sí que sonríen.

ÁNGEL PESCADOR. En este caso no es la sonrisa, sino lo que ocultan…

ÁNGEL CELESTE. Pescador, ¿qué pueden ocultar? Por favor, amigos, decidme de qué va todo esto porque no entiendo nada y me estoy empezando a angustiar… No me gustan estos sentimientos, me recuerdan tiempos pasados.

ÁNGEL FARO. Celeste, ¿hace cuánto no te toca hacer un turno en la custodia del Infierno?

ÁNGEL CELESTE. Sólo me tocó la primera semana de nuestra era y desde entonces no he vuelto allí: la visión es desoladora…

ÁNGEL FARO. Así es. Hace una semana que regresé de esa misión y no he tenido ganas de nada. He estado tumbado en un valle, debajo de un árbol, intentando llenar mi mente de imágenes bellas y olvidar a la vez los horrores del Infierno.

ÁNGEL PESCADOR. A mí me pasó algo similar porque cuando volví sólo tenía ganas de estar sólo, en silencio, y me fui una semana al mar del séptimo punto cardinal. Me vino muy bien porque estuve dando paseos, respirando aire puro y calmándome un poco. Ya parece que lo había olvidado pero al encontrarme con Faro esta semana me han vuelto esos espantosos recuerdos.

ÁNGEL FARO. Hay muchos humanos que están como nosotros. Al principio de llegar al cielo lloraban de alegría al ver cómo se había hecho justicia por los sufrimientos que habían tenido en la Tierra. Todas esas vidas rotas por los asesinatos, los malos tratos, el alcohol, las humillaciones, las violaciones… recibían justicia: el Infierno eterno para los pecadores pero… (pequeña pausa) a medida que pasa el tiempo las cosas se ven de otra forma…

ÁNGEL PESCADOR.  490 años en los que muchas personas han pasado de sentirse bien por la justicia recibida, a sentirse molestos por la presencia del Infierno.

ÁNGEL CELESTE. Bueno, por eso se trasladó el Infierno a otro lugar más lejano.

ÁNGEL FARO. Claro, porque el lado del Cielo que colindaba con el Infierno siempre estaba vacío. ¡Qué raro, no? Ya no pasaba nadie por allí porque de vez en cuando se dejaban escuchar los lamentos de las almas y los humanos se sentían mal.

ÁNGEL PESCADOR. Cuando lo trasladaron a la luna más lejana del universo y tuvimos hacer turnos allí, sin ninguna otra visión que las almas ardiendo… Fue más de lo que podíamos soportar.

ÁNGEL CELESTE. (Que ha estado todo el rato atento, pensativo y razonando con las explicaciones de sus amigos.) Supongo que al trasladar el Infierno a un lugar más lejano como que nos habíamos olvidado de él pero sólo habíamos echado tierra encima sin abordar el problema.

ÁNGEL FARO. Exacto: el problema, porque es un problema por más que se encuentre a 100.000 años luz. Hay muchos humanos que no han podido pasar página en sus vidas; como por ejemplo, María. Escuchó al torturador de su marido en el año 20 y desde entonces no ha levantado cabeza.

ÁNGEL PESCADOR. César descubrió lo que era el horror y el sufrimiento cuando se asomó al Infierno y se espantó al ver a sus amiguitos de entonces burlándose de los que se quemaban. De un golpe conoció lo que era el pecado…

ÁNGEL CELESTE. Ya veo… Y, ¿creéis que esto se va a eternizar? Porque después de 490 años parece que va a ser así…

ÁNGEL FARO. No lo sabemos pero es una pequeña mancha en la Galaxia celestial, que aunque pase desaperciba desde hace años, está allí y en cualquier momento se puede ir a visitar.

ÁNGEL PESCADOR. Ya han pagado con creces sus faltas; tendríamos que dejarlos ir.

ÁNGEL CELESTE. (Pensativo.) Creo que tenéis razón. No quiero ver más la cara de Satanás y sus ángeles, no quiero verlos nunca más, no quiero escuchar sus juramentos y sus gritos. Ya hemos sufrido bastante desde su rebelión en el cielo; esto tiene que acabar. (Pensativo.) Amigos, estoy pensando que quizá deberíamos hablar con Jesús para que nos explicara más todo esto que no entendemos. Tiene que haber una explicación de por qué sigue existiendo aún el Infierno y de por qué sus culpas terrenales no se pueden saldar ya de una vez por todas, ¿no creéis?

ÁNGEL FARO. Supongo que tienes razón. ¿Vamos a hablar con Jesús para que responda a estas preguntas?

ÁNGEL PESCADOR. Sí, por favor, porque no puedo soportar más ver esa visión aterradora. No quiero que ningún humano se acerque por allí y todavía tenga que lidiar con la existencia de pecado en el Universo.

ÁNGEL PESCADOR. Entonces, vamos; cuanto antes resolvamos este tema, mejor.

FIN

Nota: La autora de esta obra suscribe todas las ideas del siguiente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=yh-4pTkMzGE La existencia del Infierno ensombre la persona del Creador y eterniza el pecado en el Universo. Con esta idea lo único que se logra es provocar miedo y obediencia irracional a Dios. Por si no había quedado claro, esta obra es una parodia que intenta demostrar que el Infierno como comúnmente se entiende no puede existir.

El cincel de Dios

10 Minutos y 2 Personajes. Dios moldea con un cincel y un martillo las astillas de la vida de un hombre para que refleje la imagen de su hijo.



EL CINCEL DE DIOS
Guión original de http://skitguys.com/


PERSONAJES

HOMBRE
DIOS


HOMBRE: Efesios 2:10 dice que somos el trabajo de Dios, y que somos sus obras maestras. No sé tú, pero cuando me levanto por la mañana y me veo en el espejo, yo no veo una “obra maestra”. Quizás una obra de Picasso. Pero yo quiero ser una obra maestra. Quiero ser todo lo que Dios cuando me creó esperaba que yo fuera. Por eso oro y le digo: “Dios mío, haz lo que tengas que hacer para sacar de mi vida todas esas cosas que no tienen que estar ahí. Moldéame a la imagen de tu hijo, para que pueda ser tu obra maestra.”

DIOS. Hola.

HOMBRE. ¿Quién eres?

DIOS. Soy Dios.

HOMBRE. (Ríe.) Tú no eres Dios.

DIOS. Sí, acabas de hacer la oración y aquí estoy.

HOMBRE. (Sonriendo.) Bueno, si tú eres Dios haz que empiece a nevar.

DIOS. Si hiciera nevar, el lugar se volvería asqueroso, y no quisiera que eso pasase.

HOMBRE. ¡Ves! Tú no eres Dios (señalándole y sonriendo).

DIOS. ¿Por qué dices eso?

HOMBRE. Dios no diría “asqueroso”.

DIOS. Sí que lo diría, es una palabra que proviene del latín, de escharosus o costra.

HOMBRE. Bueno, si tú eres Dios, ¿qué dice Lamentaciones 15:9?

DIOS. Lamentaciones es un libro muy corto, solo tiene 5 capítulos.

HOMBRE. ¿Por qué tan corto?

DIOS. Estaba cansado de lamentarme.

HOMBRE. Bueno, si tú eres Dios, dime: ¿quién ganará la liga este año?

DIOS. ¿Sabes? No estoy aquí para andarme con jueguecitos.

HOMBRE. Sí, que eres Dios.

DIOS. ¿Por qué estas tan seguro ahora?

HOMBRE. Contestaste a mi pregunta con otra pregunta.

DIOS. ¿De verdad?

(Ambos sonríen.)

DIOS. Así es, así soy yo. ¿O no?.. (Se ríen). Ponte aquí, vamos a empezar.

HOMBRE. ¡Ey! ¿Para qué es esto?

DIOS. Estas son las herramientas que usaré para hacer de ti mi obra maestra.

HOMBRE. Ah, está bien. ¡Espera! Pensé que eras carpintero.

DIOS. Ese es mi hijo. Empecemos, ponte aquí.

HOMBRE. ¿Cómo sabrás qué quitar y qué dejar?

DIOS. Quitaré todo lo que no venga de Mí, y aliviaré tus cargas.

HOMBRE. Hablando de eso, ¿podrías arreglarme esta parte? Es que no he conseguido quitármelo de ninguna manera, lo demás, más o menos, pero aquí… hago algo de ejercicio, vigilo mi dieta, pero esto… (señalando la zona abdominal).

DIOS. ¿Vamos a hablar todo el rato o empezamos a trabajar?

HOMBRE. De acuerdo, empecemos.

DIOS. Allá vamos. Tienes demasiada ira (golpea con el martillo al cincel).

HOMBRE. ¡Auhh!

DIOS. Orgullo. (Golpea con el martillo al cincel.)

HOMBRE. ¡Auhh!

DIOS. Te comparas con otros en lugar de conmigo. (Golpea con el martillo al cincel.)

HOMBRE. ¡Auhh!

DIOS. Eres perezoso.

HOMBRE. ¡Auhh!

DIOS. Haces creer que siempre estás muy ocupado… Tienes problemas de lujuria.

HOMBRE. Tiempo muerto (hace la señal de la T). ¡Yo no tengo problemas de lujuria!

DIOS. ¿No tienes?

HOMBRE. ¡Claro que no!

(Dios le mira fijamente)

HOMBRE. Está bien (suspira resignado). Espera un momento, ¿podríamos tomarnos un respiro? Creo que ya me has dejado bastante bien.

DIOS. Sí, estás muy bien pero, ¿qué ves cuando te miras al espejo?

HOMBRE. ¡Me veo a mí!

DIOS. Entonces debo seguir moldeándote, porque el mundo necesita ver a mi hijo en ti. ¡Sigamos!

HOMBRE. Espera un momento, no vayas a tomártelo mal, pero cuando empiezo a parecerme a tu hijo la gente se incomoda conmigo, incluso mis amigos de la iglesia me critican diciendo ¡Uy con el santurrón!

DIOS. Estás tratando de ser dios sobre partes de tu vida en lugar de que yo sea Dios sobre toda tu vida.

HOMBRE. ¡Yo no dije eso!

DIOS. Pero es lo que quisiste decir.

HOMBRE. Sí, así es (cabizbajo). Es difícil hablar contigo porque ya sabes lo que pienso. Lo que digo es que ya hiciste tu trabajo, ahora toca descansar. ¡Después seguimos!

DIOS. Lo que estás haciendo es muy común y se llama “control” ¿quieres controlar las cosas en tu vida o quieres que siga trabajando?

HOMBRE. ¡No, no, moldéame! ¿Puedes moldear lo que yo quiera?

DIOS. Eso se llama “control”. Has estado aferrado a esto por mucho tiempo. ¿Listo para esto?

HOMBRE. Sí… Eso duele

DIOS. A Mí me duele más que a ti.

HOMBRE. No creo que entiendas este dolor.

DIOS. No me hables de dolor, yo sé todo sobre el dolor. Envié a mi hijo y murió en la cruz por el dolor y el pecado. Y lo hice también para darte libertad. ¿Sabes qué es la locura? Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar diferentes resultados. Y esas son las cosas, que si recuerdas, ya hacías en el instituto y que ahora sigues haciendo pero que no funcionan, cuando estás triste, enfadado, cansado, preocupado… ¡pero no funciona!

HOMBRE. Bueno, creo que quizás…

DIOS. Yo no pienso así.

HOMBRE. Bueno, pero si lo hacemos de otra manera.

DIOS. Esa no es mi manera.

HOMBRE. Bueno entonces, ¡YO NO PUEDO SER BUENO!

DIOS. Yo te creé bueno. ¡Sé bueno! ¿Qué?

HOMBRE. Nada

DIOS. ¿Qué te pasa?

HOMBRE. ¡No lo entenderías!

DIOS. “Yo, Dios de todo el universo, no entendería lo que uno de mis hijos tiene que decir”. Pruébame.

HOMBRE. Dios, te he dejado caer tantas veces...

DIOS. No... tú nunca me has sostenido. Yo te sostengo a ti con mi victoria, nunca olvides eso. En esta relación yo soy quien te sostiene.

HOMBRE. Está bien. Sigue moldeándome.

DIOS. Sigamos.

HOMBRE. Solo…. Prepárate para lo que vas a encontrar. Porque yo sé quién está dentro de mí. Es que Dios... me levanto todas las mañanas, y me miro en el espejo. (Apuntando al espejo.) Y yo veo un… pequeño niño asustado que se levanta todos los días, y trata de vestirse y actuar como un adulto, ¡pero no puede! Así que prepárate para lo que vas a encontrar dentro de mí.

DIOS. Has escuchado durante mucho tiempo palabras que no eran las mías. Tú crees que eres basura, ¿verdad? ¿Realmente crees que eres basura? Escúchame bien, yo no hago basura… ¿Qué diría eso de mí? ¿Cómo puedo mostrarte que mi amor no tiene límites? Ya sé, mete la mano en tu bolsillo.

HOMBRE. ¿Qué?

DIOS. Mete la mano en tu bolsillo.

HOMBRE. ¿Por qué?

DIOS. ¿Estás discutiendo conmigo? Mete la mano en el bolsillo. ¿Sabes qué es eso?

HOMBRE. Es una página de mi diario de cuando era joven. ¿Cómo la conseguiste?

DIOS. ¿HOLA?

HOMBRE. Es cierto.

DIOS. Léela.

HOMBRE. “Te amo, (nombre)”

DIOS. Al otro lado.

HOMBRE. Lo siento. “Querido Dios: Hoy te he entregado todo lo que tengo y todo lo que soy. Nunca me volveré a aferrar a algo. Tu palabra dice que me harás tu obra maestra y me usarás para hacer grandes cosas. No sé cómo va a ser posible, pero lo deseo con todo mi corazón. Así que por favor, haz lo que sea necesario para hacer de mí lo que tú esperas. Te amo, Dios.

DIOS. Yo también te amo (nombre). Te amo mucho, te amo tanto como para dejarte así como estás. Así que esta salvación que tú ya tienes, no dejes que sea solo un sentimiento. Quiero que trabajes en cada detalle de tu vida, y no te compares con los demás porque no tiene sentido. Fuiste una de mis obras maestras, fuiste creado a mi semejanza. No veas esto como una prisión (sosteniendo el martillo y el cincel en la mano) sino como el Padre que instruye a su hijo. El Padre instruyendo al hijo que ama.

HOMBRE. Lo sé, pero me dolerá.

DIOS. Así es. Te dolerá. Al principio, cuando me dijiste que sí creíste que todo sería muy fácil. Esto no funciona así. Quiero que hagas algo, mira al frente y repite conmigo: “(Nombre) es la obra maestra de Dios”.

HOMBRE. (Sin convicción, brazos cruzados.) (Nombre) es la obra maestra de Dios.

DIOS. No, no, no. No en la manera en la que te ves, o en la manera en la que te ven los demás sino en la manera en la que YO te veo.

HOMBRE. “(nombre) es la obra maestra de Dios” (Esta vez con convicción).

DIOS. Sí, lo eres.

HOMBRE. Y tú también lo eres. Dios no crea basura. Tú eres la obra maestra de Dios.