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2012 - España
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Mamita querida

18 Minutos y 7 Personajes. Un joven le entrega su vida a Jesús cuando su madre es asesinada por unos delincuentes.

MAMITA QUERIDA



PERSONAJES

AMALIA
BEBÉ
ARMANDO NIÑO
ARMANDO ADULTO
ALFREDO
NATALIA
DELINCUENTE 1
DELINCUENTE 2



INTRODUCCIÓN

Este es una historia que pudiera pasar en cualquier sitio de nuestra ciudad, donde una madre soltera tiene que luchar con su pequeño niño, por causa del abandono. En esta situación encontramos a Amalia, una joven madre, que tiene que afrontar la vida sola con su pequeño hijo Armando, a causa de la ruptura de su matrimonio. Amalia confía en que sola cubrirá todas sus necesidades. Con la ayuda del Señor Dios Todopoderoso, confía en que en un futuro Armandito, será un hombre de provecho que estará caminando cada día con Dios. Pero por una mala casualidad le tocará vivir la trágica jugada del destino, donde será separada de su hijo.




PRIMERA ESCENA.

(Se encuentra Amalia en un parque de la ciudad conversando con su pequeño hijito Armando.)

AMALIA. ¡Mi niño querido! ¡Viniste a llenar un vacío tan grande en mi vida! Nunca te voy a dejar solo, ¡siempre te voy a querer! Haré de ti un hombre de provecho, serás un buen hombre, ¡un profesional! Te enseñaré a valorar la vida, a amarme, a respetar a tu esposa... (Con desilusión.) No como tu padre que se fue y nos dejó solos... ¡Mi niño querido! ¡Mi Armandito! Vas a crecer fuerte y saludable, nunca te hará falta nada; el Señor ha prometido estar con nosotros y sustentarnos en todo momento, pero tú ahora estás muy chiquitico para entender estas cosas, ¿no? Eres tan pequeñito, tan indefenso, necesitas tanto de mis cuidados, de mi protección... Te pareces tanto a mí... No, no, no, ¿cómo te vas a parecer a mí? Si tú eres tan lindo… Tú eres un regalo de Dios, tú eres mi pedacito de cielo. (Comienza a canta una canción de cuna.)



SEGUNDA ESCENA

(Pasados ocho años se encuentra Armandito jugando canicas cerca de su casa, con Alfredito su amigo.)

ARMANDO. Dale, dale, que te toca a ti...

ALFREDO. Sabes que si le pego, te quedas sin nada...

ARMANDO. ¡Ok! ¡Está bien! Si es que logras pegarle… (Viendo sus anteojos.) Porque con esas lupas que tienes, lo dudo mucho… (Risas.)

ALFREDO. (Molesto.) ¿Te estás burlando de mis lentes?

ARMANDO. (Sigue burlándose.) ¡Dale! ¿Qué se va a hacer tarde…? Y ya va a ser hora de almorzar y mi mamá me va a llamar.

ALFREDO. ¡No te sigas burlando! Si te sigues riendo de mí, ya vas a ver… (Hace como que va a jugar y Alfredito se tapa la boca aguantando las ganas de reír.) Entonces, ¿te vas a seguir burlando de mí? (Arroja las canicas al suelo y se le encima tomándole por el cuello.)

ARMANDO. ¡¡Yaaaa!! Suéltame… (Logra soltarse.) Oye, suéltame, no te pongas bravo… No fue mi intención… ¡¡DISCÚLPAME!!

ALFREDO. (Llorando.) ¡¡Cállate!! Tú eres como los demás, todos se burlan de mis lentes… Yo no pedí ser así… Mi mamá me dijo que los necesito para poder ver bien y tú que dices ser mi amigo, te burlas como los demás, no es justo…

ARMANDO. (Apenado.) Oye, de verdad, discúlpame… No fue mi intención, cometí un error… Te prometo jamás volverme a burlar de ti… pero no llores… Mira, mi mamá me dice que la palabra de Dios dice: “un amigo es más que un hermano” y tú eres mi mejor amigo…eres como un hermano para mí y te quiero mucho; no nos volvamos a pelear por tonterías OK. ¡Dame esos cinco, amigo!

ALFREDO. (Secándose las lagrimas.) Bueno, pero ya sabes… (Estrecha las manos con Armando.)

ARMANDO. Bien terminemos.

VOZ EN OFF. (Interrumpiendo.) ¡Armandito!, ¡la comida está servida, ven a comer!

ARMANDO. ¡Epa! Me tengo que ir, mi mamá me está llamando.

ALFREDO. (Protestando.) ¿Y no vas a terminar de jugar?

ARMANDO. No, no, no... Mi mamá me está llamando, tengo que ser muy obediente por que eso le agrada a Dios. ¿No sabes que tenemos que honrar a nuestros padres? Después seguimos. (Sale de escena corriendo.)



TERCERA ESCENA

(Diecisiete años más tarde, Armandito convertido en un hombre se encuentra conversando con su mamá, quien está planchando.)

AMALIA. Menos mal, mijo, que por lo menos conseguiste un empleo estable, porque un muchacho corno tú, bachiller de esta República, haciendo cualquier cosa por ahí, no resulta. Imagínate que ninguna nevera se descompusiera, ¿qué va ser de nosotros? ¿Ah? Porque con lo poquito que gano planchando, no alcanza, y entre pagar el apartamento, la compra de la comida, y cancelar todos los servicios, se va todo el dinero, pero el Señor escuchó mi oración y pudiste conseguir ese empleo y hasta en gracia has caído, porque tu jefe te trataba muy bien, ¿no es así? (Armando no contesta ~ vuelve a preguntar) ¿No es así, Armando? Armando, ¿tú me estás escuchando?

ARMANDO. Sí, sí, yo te estoy escuchando, mamá, pero es que estoy apurado porque hoy es la fiesta de Lisbeth, y voy a ir con Belice. Es más, me acaba de llamar y me dijo que baje en 5 minutos y no quiero hacerla esperar.

AMALIA. (Preocupada.) Pero, ¡Armando! ¿En qué habíamos quedado? ¿No me dijiste ayer que me ibas acompañar a visitar a la hermana Rosa? Ella te aprecia mucho y le gustaría verte, además siempre te he dicho que ese camino que pretendes llevar, no te va a producir a nada bueno. ¿No sabes que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios?

ARMANDO. (Molesto.) Pero bueno, mamá, ¿vas a empezar de nuevo con tu sermón? Siempre andas criticando mis amistades: que no te gusta lo que hacen…

AMALIA. Lo hago por tu bien. Tú naciste bajo la bendición de un hogar cristiano y tú me prometiste que hoy…

ARMANDO. ¡Que hoy nada mamá! Cambié los planes, ¿OK? ¿Tú crees que voy a perder mi tiempo con esa señora? No, mamá, lo siento mucho, además, ¡que la visite su familia! ¿Es que acaso se olvidaron de ella, que nosotros tenemos que estar arriba de ella?

AMALIA. ¡No hables así, Armando! Te desconozco… ¡Me estas faltando el respeto!

ARMANDO. Lo siento, mamá, pero es que a veces tú me cansas con tus sermones. Y me da mucha rabia. (Calmando las cosas.) Mira, dejemos esto hasta aquí, no quiero seguir discutiendo contigo, otro día te acompaño Ok…

AMALIA. (Reflexiva.) Como me gustaría verte en el grupo de danzas de la Iglesia. Danzándole al Señor… Dime: ¿cuándo piensas enseriarte con las cosas de Dios? Ya sabes lo que dice la palabra, “Acuérdate joven de tu creador en los días de tu juventud”. Él merece nuestra absoluta obediencia. A ver, explícame esto: ayer era Ana Teresa, ahora es Belice y mañana, ¿quién sabe? ¿Tú crees que vas a entrar en la universidad, si sigues con eso? ¿Si estás pendiente de fiestas y noviecitas?

ARMANDO. ¡Mamá, por favor! Yo entiendo que Jesucristo es mi Salvador, que murió por mí y todo eso, pero eso todavía no es para mí, ¡aún soy joven! Yo necesito vivir mi vida, ¡disfrutar mi juventud! Además, tú lo que quieres es tenerme sometido, tenerme aquí encerrado, ¿acaso tu me estás criando para que me quede contigo? Esta chica no te gusta, esta tampoco... ¡Yo no sé qué quieres tú!

AMALIA. Armando, yo solo quiero el bien para ti.

ARMANDO. ¡¡Ya!! No quiero escucharte más… ¡Me largo!

AMALIA. ¡¡Armando!! ¡¡Armando!!

(Armando sale de escena bruscamente, dejando a su madre sola.)



CUARTA ESCENA

(Al día siguiente, muy temprano por la mañana, Amalia se disponía a ir al mercado con Armando.)

AMALIA. ¡Dios del cielo! Yo no sé qué pasa con este muchacho... ¡Armando, Armando! ¿Se puede saber a qué horas llegaste?

ARMANDO. (Despertándose.) ¿Qué? ¡¡Déjame dormir!! Tengo mucho sueño…

AMALIA. ¡¡No vas a tener sueño, si llegas de madrugada…!!! ¡¡Bien bonito que te está quedando esa costumbre de llegar de madrugada!! Si así fueras cuando te digo que nos quedemos en la Iglesia para hacer una vigilia… (Armando se arropa la cabeza.) ¡Anda, levántate! Necesito que me acompañes al mercadito popular. Sabes bien que hay que ir bien temprano para aprovechar los precios, además tú sabes cómo se llena eso y necesito que me ayudes con las bolsas.

ARMANDO. (Levantándose.) Mamá, todas las semanas te acompaño al mercadito popular, pero entiéndelo, acabo de llegar. Y estoy bien cansado, además los muchachos me vienen a buscar más tarde para ir a la playa. (Se vuelve a arropar.)

AMALIA. (Sarcástica.) Así que, ¿te vienen a buscar de nuevo? Bien bueno contigo... ¿Por qué mejor no te mudas y vives en la calle…? Porque ya casi ni te la pasas en la casa.

ARMANDO. (Se levanta muy molesto.) ¡Sí! ¡¡Lo que me provoca es largarme!!¡¡Ahora no se puede dormir en paz en esta casa!!

(Armando sale de escena.)

AMALIA. ¡Armando! ¡No me hables así! ¡Mira que soy tu madre! ¡Armando…! Pero, ¿quién se ha creído éste que soy yo? Que el Señor reprenda el diablo… ¡Dios mío dame paciencia con este muchacho! (En ese momento toca la puerta Natalia, la amiga de Amalia en busca de unos palitos de fósforos.) Ahora quién será…

NATALIA. Buenos días, Amalia, ¿eso que todavía estás aquí? Ya te hacia en el mercado con Armadito, como ustedes salen bien temprano... Pero menos mal que te consigo, vine para ver si me puedes regalar unos palitos de fósforos que se me apagó la cocina y… disculpa la molestia.

AMALIA. No te preocupes, Naty, no faltaba más. (Los busca y se los da.) Aquí están, ¿vas al mercado?

NATALIA. Sí, ¿por qué?

AMALIA. Para ir juntas, porque Armando no podrá ir conmigo. ¿Vamos?

NATALIA. (Extrañada.) Ah, bueno. Vamos pues. Pasamos por la casa y con eso te cuento algo de Alfredo, pero primero llevamos los fósforos, busco el monedero y nos vamos. Ese muchacho no sé qué le pasa.

(Salen de escena.)



QUINTA ESCENA.

(Horas después aparecen en escena caminando Amalia y Natalia, con las bolsas del mercado, comentando.)

NATALIA. Ay no, Amalia, con estos precios no vamos a poder ni comer. Figúrate que ya subieron la harina de trigo, no se dónde iremos a parar...

AMALIA. Pero démosle gracias a Dios porque hasta ahora nunca nos ha faltado nada, y por ese mercadito que vende barato, porque yo vi. Esa misma harina la vi más cara la semana pasada en el abasto del señor Domingo.

NATALIA. Oye pero, no sé, a mí como que se me olvidó algo. ¿Qué será? ¡Ay! Se me olvidó comprar los fósforos...

AMALIA. (Risas.) Vaya, mujer, con esa cabeza tuya… Eres tan olvidadiza… No importa, no te preocupes, te voy a regalar una cajita que tengo en la alacena.

NATALIA. Gracias, mujer, eres tan buena… Eres una santa. (De pronto ve a dos delincuente en la esquina estaban drogados.) ¡Ay, Amalia! ¿Usted está viendo esos tipos de la esquina?

AMALIA. Sí, los he visto varias veces rondando el barrio. ¿Por qué, Natalia?

NATALIA. Porque esos tipos son unos delincuentes; le dicen los “morochos” y parece que lo están buscando y le digo una cosa: para nada bueno será. En el barrio dicen que la semana pasada mataron a uno por problemas de drogas… Mejor nos vamos por la otra calle…

NATALIA. No, se darían cuenta, además, ¿qué nos pueden hacer? Van a robar a dos pobres como nosotras… (Risas.) Vamos, el Señor nos cuida.

DELINCUENTE 1. Entonces my lady, buenos días. ¿Qué pasó, viejita? ¿Por qué van tan solitas? ¿Las acompañamos?

AMALIA. No, gracias, hijo, nosotras podemos solas.

DELINCUENTE 2. ¿Qué pasó morocho? ¿Te vas a meter con las señoras? No se preocupe mi vieja….

DELINCUENTE 1. ¿Qué pasó? ¿Por qué tan nerviosa, mi doña?

NATALIA. ¿Nerviosa yo…? Eh… para nada…

DELINCUENTE 1. Entonces, mi viejita, será que nos pasa alguito para comer…

AMALIA. Mira, muchacho, yo ni te conozco, y no te voy a dar nada porque ambos sabemos bien que no es para comer sino para comprar esa basura que te metes que además te está destruyendo la vida.

DELINCUENTE 2. (Molesto.) ¿Qué pasó, mi doña? Tampoco la cosa es así… (Saca una pistola.) Ahora, vieja estúpida, me vas dar la cartera o si no ¡¡te quiebro aquí mismo!!

AMALIA. ¡¡Suelta mi cartera!! ¡¡Auxilio!!

(Forcejean y el delincuente mata a Amalia.)

DELINCUENTE 1. ¡¡Vámonos!! ¡¡Te quebraste a la vieja!! ¡¡Corre!! (Salen corriendo.)

NATALIA. (Desesperada.) ¡Amalia, Amalia! ¡No! ¡Auxilio!, ¡ayúdenos!, ¡alguien que me ayude!, una ambulancia, ¡por favor!

AMALIA. (Agonizando.) ¡¡Natalia!!, me muero… me muero… Natalia..., cuida de mi hijo... dile que lo amo… que nunca se aparte de los caminos del Señor…... dile que lo amo... (Expira.)

NATALIA. (Gritando.) ¡¡Amalia!! ¡¡Amalia!!

(Entra en escena Armando apresuradamente.)

ARMANDO. ¿Qué pasó? Señora Natalia, ¿qué le pasó a mi mamá?

NATALIA. ¡La mataron! Armando… ¡la mataron!

ARMANDO. (Conmocionado.) ¡¡Noooo!! ¡¡Mamá!!, ¡¡mamá!!, (Grita desesperado pidiendo ayuda.) Mamá, despierta, estoy aquí, soy Armando, tu hijo Armando… ¿Quién pudo hacerte esto...? ¡Mamá, por favor, no te vayas!, por favor, ¡no me dejes solo!, contéstame mama... mamá, te quiero, tal vez no lo demostré cómo te lo merecías... si tú te vas, ¿quién va a estar en tu lugar? Nadie podrá sustituirte, ¿quién paralizó tus manos que trabajaron tanto por mí...?, ¿quién apagó tu voz...? ¡Mamita querida...! (Entona la canción y luego exclama.) Mamá: ¡¡TE PROMETO QUE VOY A SEGUIR A JESUCRISTO!! Escúchame: ¡¡acepto a Jesús!!

¿Dónde están tus hijos?

13 Minutos y 6 Personajes. Un matrimonio está siempre discutiendo y no prestan atención a su hijo. El joven encuentra refugio en la banda del barrio y cuando los padres quieren reaccionar será demasiado tarde.


¿DÓNDE ESTÁN TUS HIJOS?
Beto Paez




PERSONAJES

PAPÁ
MAMÁ
JUAN
TIPO 1
TIPO 2
VOZ EN OFF


ESCENA 1

(Se encienden las luces. Están en escena los padres de Juan discutiendo acaloradamente de las finanzas del hogar, llega Juan.)

PAPÁ. ¡Es increíble cómo pudiste gastar tanto en este mes, mujer!

MAMÁ. ¿Y qué culpa tengo yo si no ganas lo suficiente, ah?

PAPÁ. ¿De qué hablas si me rajo el lomo por esta familia?

JUAN. Ya llegué.

(Los padres ni se percatan que su hijo ya ha llegado y siguen discutiendo como si nada.)

MAMÁ. ¿Ahora te vas a hacer la víctima, no? Típico de ti.

JUAN. ¡¡Hola!! (Casi gritando.) Que ya llegué, digo.

PAPÁ. ¡Ja! Pero si toda la culpa es tuya.

JUAN. Saqué cero en mate y creo que voy a reprobar.

MAMÁ. ¿Mi culpa? ¿Mi culpa? ¿Y por qué mi culpa?

JUAN. Necesito que me ayudes, papá.

PAPÁ. Si dejaras de pasar tanto tiempo en ese teléfono tal vez nos alcanzaría.

JUAN. Y los tipos de la esquina siguen molestando, ¿qué hago?

MAMÁ. Y si dejaras de gastarte la plata en tus chumas con tus amigos, nos alcanzaría más.

JUAN. Es inútil, (decepcionado) es como si hablara con la pared… al menos ella no habla mientras yo lo hago.

(Juan sale de escena triste, sus padres siguen discutiendo, se apagan las luces.)


ESCENA 2

(Se encienden las luces. Están en la calle los tipos malos conversando entre ellos, pasa por allí Juan y lo detienen.)

TIPO1. ¡Ey, Juanito! ¿A dónde vas amigo? (Lo toma del brazo y no lo suelta.)

JUAN. Déjenme en paz…

TIPO 2. Tranquilo, carnal, no te haremos nada.

TIPO1. Sólo queremos que nos des algo de money para comprar… bueno, ya sabes…

(Ríen entre ellos, menos Juan que se empieza a alterar y trata de zafarse.)

TIPO 2. No te esponjes, Juanito, y danos lo que queremos a las buenas.

JUAN. ¡Que no tengo nada!

TIPO 1. A ver (le da un golpe en el estomago y hurga sus bolsillos, encuentra el dinero) Ah… ¿Que no, Juanito? (Lo tira al suelo y salen riendo y burlándose de Juan, se apagan las luces.)


ESCENA 3

(Se encienden las luces. El padre de Juan está en casa cuando éste llega.)

PAPÁ. Y, ¿dónde estabas? ¡Mírate, no más! ¿Ya volviste a pelear, no?

JUAN. Pero papá, tú no sabes lo que pasó…

PAPÁ. No me interrumpas, ya sé lo que pasó, siempre te andas metiendo en líos, mocoso…

JUAN. Pero no fueron así las cosas, ¡tú no entiendes…!

PAPÁ. ¡Que no me interrumpas, te digo! Estás castigado, sube a tu cuarto ahora mismo y no sales. (El padre sale de escena se queda solo Juan.)

JUAN. ¡Es increíble, ni siquiera me escuchó, ni supo dónde estuve…! Le voy a dar un verdadero motivo para que me castigue ese viejo… ya va a ver…

(Sale de escena Juan, se apagan las luces.)


ESCENA 4

(Se encienden las luces. Está la mamá conversando por teléfono, apenas si se entiende lo que dice, entra Juan.)

MAMÁ. ¡En serio! No te lo puedo creer, qué irresponsables los Naranjo con su hijo…

JUAN. Voy a salir, ya vengo.

MAMÁ. ¡Bien hecho! Se lo merecen por ser malos padres porque…

JUAN. No sé a qué hora venga…

MAMÁ. Sí, sí… No me molestes que estoy ocupada.

JUAN. Bueno, adiós.

MAMÁ. Y, ¿qué pasó con la María? ¿En serio? Y eso que ni sabes que…

(Sale Juan meneando la cabeza, la mama sigue hablando por teléfono, se apagan las luces.)


ESCENA 5

(Se encienden las luces. Están en la calle los tipos malos metidos en su vicio, llega Juan.)

JUAN. ¡Ey!

TIPO1. Juanito, ¿otra vez por aquí?

TIPO 2. ¿Que eres masoquista o qué? ¿Quieres que te volvamos a dar una paliza? ¡Ja, ja!

JUAN. No… quiero… quiero… unirme a ustedes

(Los tipos ríen entre ellos pero al ver la seriedad de Juan dejan de reír.)

TIPO 1. ¡Miren nada más a Juanito, el buenito quiere ser uno de la pata!

JUAN. ¡Sí! Ya estoy cansado de mi casa, necesito gente que me entienda y sea mi amiga

TIPO 2. Pues has venido al lugar correcto carnal.

TIPO 1. Na’ más tienes que bautizarte pa’ ser parte de nosotros (saca una bolsa de cocaína.)

JUAN. ¿Y qué es eso?

TIPO 2. Harina de repostería… (Le da un golpe en la cabeza.) Es cocaína, tonto, métetela todita carnal.

TIPO 1. Vamos, te enseño cómo hacerlo mi’jin.

(Salen de escena hablando entre ellos, se apagan las luces.)

VOZ EN OFF. Así… Juan me metió por malos caminos, y como era típico en su familia, sus padres ni cuenta se dieron de dónde estaba su hijo, ni se interesaron por averiguarlo… estaban metidos en su propio mundo sin darse cuenta de que su único hijo se estaba perdiendo…


ESCENA 6

(Se encienden las luces. Están en casa los padres de Juan discutiendo.)

MAMÁ. ¡Ya era hora que llegaras! ¿Dónde rayos estabas?

PAPÁ. Trabajando, ¿qué esperabas?

MAMÁ. Mentira, de seguro te fuiste con tus amigos a beber…

PAPÁ. ¿De qué hablas? ¡Estás loca, mujer!

MAMÁ. Ya no pasas tiempo con nosotros, nos has descuidado a mí y a tu hijo… (Empieza a llorar.)

PAPÁ. Ya no dramatices, mujer… Por cierto, ¿dónde está Juan?

MAMÁ. Pues… este… en su cuarto, creo.

PAPÁ. ¿Como que creo? ¿Como que creo? ¿No sabes que ya es media noche? ¡Cómo puedes descuidarlo así!

MAMÁ. El burro hablando de orejas. ¡Quien lo ha descuidado eres TÚ! Por si no sabes reprobó en matemáticas y está a punto de perder el año.

PAPÁ. ¿Y por qué no me lo han dicho? (Furioso.)

MAMÁ. Te lo dijo él mismo pero, como siempre, “el señor trabajo” no tuvo tiempo para escuchar a su hijo y…

(Suena el teléfono.)

PAPÁ. Pero, ¿quién será a esta hora? Deja de parlotear y contesta el teléfono.

MAMÁ. (Coge el auricular.) Halo… Sí, con la misma… ¿Qué? ¿Cómo dice? (Comienza a alterarse.) ¡No, no puede ser, debe ser una equivocación! (Llora.) No, mi hijito, no…

(Suelta el teléfono y cae de rodillas llorando desconsoladamente.)

PAPÁ. Pero, ¿qué pasa? ¡Anda, dime! ¿Qué le pasó a Juan?

MAMÁ. ¡Está muerto! ¡Está muerto!

PAPÁ. Pero, ¿cómo? ¿Por qué? (Rompe en llanto.)

(Los dos se abrazan y lloran juntos comienzan a lamentarse.)

VOZ EN OFF. Los padres de Juan recibieron la terrible noticia de que su hijo había muerto en una balacera entre pandillas.

PAPÁ. ¿Por qué no me di cuenta en qué se había metido? ¿Por qué no hice nada?

MAMÁ. ¡Mi hijo, no…!

(Entra Juan vestido todo de blanco simulando ser un espíritu, sus padres no pueden verlo ni oírlo.)

JUAN. Ya es muy tarde… no logran nada lamentándose... cuando estuve vivo no se preocuparon por mí, no se preocuparon por lo que estaba haciendo… no se preocuparon por dónde estaba… ahora ya sabrán donde estaré… en una tumba por siempre… (se dirige al público) ustedes, no permitan que a sus hijos les suceda lo que a mí, no esperen a que sea tarde para querer acercarse a ellos, para querer ser sus amigos… para saber… dónde están sus hijos.

(Se apagan las luces.)
(Se debe dar un mensaje final dirigido tanto a los padres como a los hijos.)

Las máquinas del Siglo XXI

6 Minutos y 7 Personajes. Un hombre desesperado busca llenar su vacío espiritual por todas las opciones que le ofrece el mundo. Se da cuenta de que Jesús es el único camino pero las máquinas lo matan. El hombre piensa suicidarse pero Jesús le anuncia que Él es la resurrección y la vida.


LAS MÁQUINAS DEL SIGLO XXI
Luis Castillo Gustavo Villegas

PERSONAJES

DESESPERADO
JESUCRISTO
MÁQUINA 1 (FILOSOFÍA)
MÁQUINA 2 (POLÍTICIA)
MÁQUINA 3 (DINERO)
MÁQUINA 4 (ALCOHOL)
MÁQUINA 5 (DROGAS)

(Las Máquinas entran como robots al escenario y se ubican en una fila, una al lado de otra. Con una posición estática miran al frente y tienen su brazo derecho levantado hacia el frente, pegado al torso y flexionado, como si fuera una palanca. Desesperado sale del público pidiendo ayuda y buscando una solución a sus problemas. Desesperado llevará en su espalda una carga pesada que representará los problemas, su vacío espiritual y su angustia)

DESESPERADO. (Pide ayuda al público pero nadie puede ayudarlo. Llega al escenario casi arrastrándose, en una actitud de que ya no puede más con su carga, hasta que ve a las máquinas.) ¡Máquinas! ¡Máquinas del Siglo XXI! ¡Ustedes son la solución a mis problemas, porque ya no puedo más con esta carga tan pesada! Máquina, tal vez tú puedes ayudarme. (Llega hasta la primera máquina y le baja el brazo.)

(Cada máquina, al bajarle cobra vida.)

MÁQUINA 1. Creo que tengo la solución a tus problemas. La Filosofía puede ayudarte. Las religiones son tu solución, la hechicería, el ocultismo, la nueva era. ¿Sabias que tú desciendes del mono? La Filosofía es tu solución. ¡La Filosofía! ¡La Filosofía! ¡La Filosofía! (La máquina se retira a su posición original susurrando estas palabras.)

DESESPERADO. (Mientras la máquina habla, él recibe esa solución susurrando su nombre en voz de baja. Pero luego que la máquina vuelve a su posición original, él grita.) ¡No! ¡La Filosofía no es la solución! Pues pasé por todas esas cosas y sólo conseguí vivir engañado. (Pide ayuda a la Máquina 2.) Máquina, tal vez tú eres la solución a mis problemas, porque no puedo más con esta carga tan pesada. (Baja el brazo a la Máquina 2.)

MÁQUINA 2. Yo tengo la respuesta a tus problemas: la política. Esa es tu solución. Tendrás mucho poder. Dominarás a mucha gente. Podrás alcanzar altos niveles en la sociedad. Afíliate a mi partido y verás que esa es la solución. (Se retira a su posición original mientras susurra.) ¡La política! ¡La política! ¡La política!

DESESPERADO. (En un principio recibe muy contento la solución pero luego dice…) ¡No! ¡La política no es la solución! Pasé por todos los partidos pero ninguno cumplió lo que me prometió. (Se vuelve hacia la máquina 3.) Máquina, tal vez tú eres la solución a mis problemas. (Baja el brazo a la Máquina 3.)

MAQUINA 3. ¡Claro que yo tengo la solución! El dinero es la solución. Con el dinero podrás tener muchas mujeres, muchos placeres. Podrás comprar la amistad de las personas. Te respetarán. El dinero es la solución. (Se retira a la posición original mientras susurra.) ¡El dinero! ¡El dinero! ¡El dinero!

DESESPERADO. (Recibe la solución con alegría, pero luego dice...) ¡No! ¡El dinero no es mi solución! Tuve mucho dinero. Tuve muchos deleites pero sólo conseguí un gran vacío en mi corazón. (Se vuelve a la máquina 4 para pedir su ayuda; le baja el brazo.)

MAQUINA 4. (Cobra vida, y en actitud de ebriedad ofrece la solución.) Pero mi amigo, ¿por qué no acudiste a mí? Ven a tomar un trago. Esta es la solución. Mira, podrás emborracharte y olvidarte de tus problemas. Toma, amigo mío. El alcohol es la solución. (Vuelve a la posición original mientras susurra.) ¡El alcohol! ¡El alcohol! ¡El alcohol!

DESESPERADO (Recibe la solución en un principio, como en las otras ocasiones, pero luego dice…) ¡No! ¡El alcohol no es mi solución! Yo amanecía bebiendo por días… por semanas. Por ello perdí a mis hijos. Por ello perdí mi hogar. El trago sólo arruinó mi hogar. No es la solución. (Se dirige a la máquina 5. Pide ayuda y le baja el brazo.) Máquina, tal vez tú eres la solución a mis problemas.

MAQUINA 5. (Cobra vida; actúa de manera errática.) ¡Claro que tengo la solución! ¡Las drogas! ¡Toma, prueba! (Saca una pastilla y se la da.)

DESESPERADO. (Rehuyendo.) ¡No! ¡Esa no es mi solución! Pasé por las drogas. A raíz de ello perdí mi trabajo, al no tener dinero comencé a vender las cosas de mi casa al venderlo todo me dediqué a robar.

MAQUINA 5. (Se dirige al público.) ¡Mira cómo se ríen! Eres un despreciado de la sociedad. Mira, nadie te quiere, pero yo te voy a dar la solución definitiva: ¡Suicídate! ¡Suicídate! ¡Suicídate!

(Vuelve a su posición original susurrando esta palabra.)

DESESPERADO. (Empieza a llorar desesperadamente, mientras dice…) ¡El suicidio es mi solución! (Se arrodilla y pone los brazos sobre la cabeza mientras se inclina hasta el suelo.)

JESUCRISTO. (Sale al escenario, y se ubica en el centro, frente al público, con las manos levantadas dando la espalda a las máquinas.) YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA. NADIE VIENE AL PADRE SINO POR MÍ.

(Las máquinas caminan hasta situarse frente a Jesucristo. Las máquinas 1 y 5 clavan las manos de Jesús. Las máquinas 2 y 4 clavan sus pies, y la tercera máquina le coloca una corona de espinas imaginarias. Luego regresan a su posición original. Jesucristo cae muerto al suelo.)

DESESPERADO (Mientras las máquinas crucifican a Jesús, él grita…) ¡Máquinas! ¿Qué están haciendo? ¡Noooooooooooo! (Una vez que Jesús cae al suelo, él todavía en el suelo y de rodillas, haciendo mucha lamentación y acusándoles de haber matado a Jesús, dice.) ¡Han matado a Jesús! ¡Han matado a mi única solución! ¡Ustedes han matado a Jesús con sus pecados y rebeliones! ¡Máquinas asesinas! (Luego se dirige a Jesús.) Jesús, eras mi única solución. Ahora no tengo nada más que suicidarme.

JESUCRISTO. (Se levanta con las manos levantadas.) YO SOY LA RESURRECCION Y LA VIDA, EL QUE CREE EN MÍ AUNQUE ESTÉ MUERTO VIVIRA. (Juan 11:25)

(Al comunicar Jesús estas palabras, las máquinas se doblan de la cintura, como muertas. Se quedan en esa posición hasta el fin.)

FIN

¿Me comprendes, Méndez?

25 Minutos y 9 Personajes. Un joven está muy deprimido porque sus padres van a divorciarse. Unas amigas del colegio intentan ayudarle cuando un grupo de chavales callejeros le animan a que busque en la droga la solución a sus problemas.


¿ME COMPRENDES, MÉNDEZ?




PERSONAJES

ALBERTO
HOMBRE
MUJER
DOCTOR
KARINA
JOANA
PULGA
EL TONY
DAYANA

Escenario: Tres sillas ubicadas en el centro del escenario.

ACCIÓN

ALBERTO. (Está sentado en una de las sillas, está muy triste, su mirada está perdida, como si recordara algo, pero ese recuerdo le hace sentirse triste. se dirige al público. Habla pausadamente) Buenas, mi nombre es Alberto. (Pequeña pausa.) Alberto Méndez. Soy cero positivo VIH. Fui contagiado por un error. Yo era drogadicto, y en una de tantas quedé infectado por inyectarme con la jeringa de otro compañero. Hoy quiero contarte por qué fue que llegué a este estado. Todo empezó hace un año atrás cuando mis padres decidieron separarse…

(Se apagan las luces.)

(En voz en off la conversación de un Hombre y una mujer.)

HOMBRE. Ya no soporto más esta situación, ya no te aguanto más, hasta acá te aguanté, pero ya no, ya no más.

MUJER. Dame una oportunidad, te lo pido, una oportunidad.

HOMBRE. No, las oportunidades ya se acabaron, esta fue la última que te di.

MUJER. Pensá en nuestro hijo, cómo se va a sentir cuando se dé cuenta de que sus padres se van a separar.

HOMBRE. ¿Y por qué no lo pensaste vos antes de serme infiel, antes de andar con todos esos hombres?

MUJER. Pero ya me di cuenta de que era un error, que no estaba bien.

HOMBRE. Lástima que te diste cuenta demasiado tarde. Ya comencé los trámites del divorcio, y mañana te espero en la oficina de mi abogado para que firmés los documentos.

MUJER. Por favor, pensalo, no cometas ese error.

HOMBRE. ¿Error? Error el que cometiste al serme infiel… Esto, esto es sólo una de las consecuencias de lo que hiciste.

(Las luces se encienden. Alberto está sentado en una banca, muy triste y pensativo. Con su mirada perdida. Está vestido con el uniforme del colegio.)

KARINA. (Entra por la izquierda acompañada por Dayana y Joana. Vienen del colegio. Cuando pasan cerca de Alberto lo vuelve a ver. Después le dice a las amigas) Miren, ahí está Alberto.

JOANA. (En tono despectivo.) ¿Y qué? Ya yo lo vi en el colegio. ¡Qué montón volverlo a ver!

DAYANA. (Lo vuelve a ver.) Yo lo veo un poquillo triste.

JOANA. (Como si no le importara.) Siempre anda así. Yo siempre lo veo con esa cara.

KARINA. (Un poco preocupada.) Vamos a ver qué le pasa.

JOANA. (Regañándola.) ¿Cuándo no? Vos metiéndote en lo que no te importa. (En tono burlón.) Para mí que a vos te gusta Alberto.

(Joana y Dayana molestan a Karina.)

KARINA. (Un poco avergonzada.) ¡Ay ya, déjense de decir tonterías…! Vamos a ver qué le pasa. (Se acerca a donde está Alberto.) ¡Hola Alberto!

(Alberto sigue con su mirada perdida.)

KARINA. Hola Alberto.

JOANA. (Se acerca a Karina.) Ni atención te pone. Mejor me hubieras hecho caso y no pasás ese ridículo. (Avergonzada.) ¡Qué color! Toda esa gente viéndonos. Parecemos locas hablándole a una estatua.

KARINA. (Mueve a Alberto.) Alberto, hola.

ALBERTO. (Reacciona.) ¡Eh! ¿Qué pasa, qué pasa?

DAYANA. Di: ¡Ay! Hombre… Es que estabas como muerto.

ALBERTO. (Suspira y vuelve a perderse con la mirada.) No andás muy largo.

KARINA. (Preocupada.) ¿Qué te pasa Alberto?

ALBERTO. Nada.

KARINA. No me mintás, que a vos te pasa algo.

JOANA. (Molesta.) ¡Qué mujer más terca! Ya te dijo que nada.

KARINA. (Se sienta a la par de Alberto.) No me mintás Alberto, que a vos te pasa algo, has estado muy raro hoy. Casi no has querido hablar.

JOANA. (En tono burlón.) Ya empezó la señorita psicología con su terapia. (Se dirige al público.) “Señoras y señores, bienvenidos a su terapia con la doctora Karina Berrocal. El caso de hoy, el rostro siempre triste de Alberto Méndez, no se lo pierdan, que está buenísimo”.

DAYANA. ¡Ya, Joana! No seas tan burlona.

JOANA. (Molesta.) Es verdad, esta mujer quiere jugar de doctora corazón.

KARINA. Bueno, Joana, ya es suficiente. Dayana tiene razón. Y si vas a estar acá para burlarte de los demás, es mejor que te vayas.

JOANA. (Molesta.) ¡Epa…! ¿De cuándo acá vos me decís cuándo me debo ir y cuándo no?

ALBERTO. (Siempre con la mirada triste.) Mejor no sigan discutiendo, no quiero ser causa de más divisiones.

KARINA. (Insistiendo.) Alberto, a vos te pasa algo, tu actitud lo dice todo.

JOANA. (Mira a Alberto.) Pero yo no veo nada.

DAYANA. (Regañándola.) ¡Ya, Joana! Mejor, callate.

KARINA. (Se pone de pie.) ¿Por qué no vamos a algún sitio a comer algo?

JOANA. Lo que faltaba, que lo invitara a comer. (A Karina.) Espero que andés plata porque yo no pienso invitarlo.

DAYANA. Mejor vámonos, Joana.

JOANA. (Mira hacia el público y se detiene en seco.) ¡Oh por Dios!, ¡Oh por Dios!

DAYANA. (Preocupada.) ¿Qué pasa, Joana?

JOANA. (Señala hacia el público.) Miren quiénes vienen ahí.

DAYANA. (Vuelve a ver y se asusta.) No puede ser, lo único que faltaba.

JOANA. (Agarra a Karina de la mano y la jala.) Karina, mejor vámonos, que ahí vienen esos. (Señala a los chicos que acaban de entrar por entre el público.)

KARINA. (A Alberto, muy asustada.) Alberto, mejor vámonos, porque si esos llegan a acá es muy probable que te hagan algo.

ALBERTO. (Sin levantar la mirada del suelo.) La verdad es que si me hacen algo, me vale. Después de escuchar que mis papás se van a separar, nada me importa, aun si me muero.

JOANA. (Molesta.) ¿Qué diantres se fumaría éste que está diciendo estas cosas?

DAYANA. (La jala del brazo.) Joana.

(Entran Doctor, Pulga y El Tony por entre el público haciendo desorden. Las tres chicas se abrazan como para protegerse, Alberto sigue con su mirada perdida.)

DOCTOR. (Cuando llega al escenario, rodea a las muchachas, pero no le pone cuidado a Alberto. Las intimida.) Miren, miren, pero qué bien lo que nos encontramos acá, ¡Carnita fresca!

KARINA. (Enfrenta a Doctor, pero con miedo.) De una vez le advierto que estoy dispuesta a darme de golpes con usted si es necesario.

DOCTOR. (Burlándose.) ¡Uy! Pero qué ruda está la mujer hoy.

JOANA. (Muy decidida y en tono retador.) Usted le hace algo a mi amiga y se las ve conmigo.

DOCTOR. (En tono de burla.) ¿Pero qué es esto, la revolución femenina?

DAYANA. (Muy molesta.) Ya estamos cansadas de que ustedes nos estén asustando.

DOCTOR. (Burlón.) ¡Uy! Pero qué ofensiva se volvió la muchachita.

ALBERTO. (Se pone de pie y empuja al Doctor.) No las molesten más.

(El Tony y Pulga agarran a Alberto.)

DOCTOR. (Se vuelve.) Pero miren quién está acá. Nada más y nada menos que Méndez.

(Pulga y El Tony se ríen y lo agarran con fuerza.)

DOCTOR. (Se le acerca y lo toma de la cara.) Mira, papi, no te metas, que acá es asunto de tres contra tres, y usted está sobrando (Lo empuja.)

ALBERTO. (Retándolos.) Si tienen que pegarle a alguien que me peguen a mí.

DOCTOR. ¡Uy! Pero cómo tiemblo de miedo... (A Pulga y El Tony.) ¿Verdad qué miedo compas?

PULGA. Sí, sí, ¡qué miedo! (Se ríe.)

(El Tony asusta a Pulga.)

PULGA. (Se asusta, pero se ríe.) Otra vez, otra vez…

(El Tony lo asusta de nuevo y Pulga se ríe.)

JOANA. (Brava se mete en medio de los dos.) Ya no lo molesten, no ve que sus papás se van a separar y él anda muy triste.

ALBERTO. (Cayando a Joana.) ¡Joana, no!

(Karina hace un gesto de molestia.)

DAYANA. (Molesta se lleva las manos ala cabeza.) ¿Cuándo no, Joana?

DOCTOR. Así que eso es lo que te tiene más triste que tontico, sin mama.

ALBERTO. (Retador.) Sí, eso es lo que me tiene así… ¿Y qué?

EL TONY. Pues el doctor tiene la solución.

ALBERTO. (Interesado.) ¿En serio?

DOCTOR. Pues claro, papá, yo tengo la solución. Mirá, lo que necesitás es un buen viaje. (Y saca una jeringa.)

JOANA. ¿De cuando acá éste es un agente de viajes?

PULGA. (Se mete.) ¿Cuál agente de viajes ni que ocho cuartos? El Doctor vende de la buena, de la que lo hace a uno volar. ¿Me comprendes, Méndez?

(El Tony y Pulga se ponen a bailar a ritmo de la canción "Me comprendes Méndez”.)

JOANA. No entiendo.

(Dayana le habla a Joana en el oído.)

JOANA. (Sorprendida.) ¿Usted vende dro...

DOCTOR. (Le tapa la boca.) ¡Shhh...! No quiero que nadie se dé cuenta, si no me echan al tabo.

JOANA. (Asustada.) Entonces usted es un...

DOCTOR. (Con una reverencia.) Sí, para servirle a usted y a la patria.

JOANA. ¿Y para qué anda con éstos mocosos?

PULGA. ¿Y usted tan mayor?

KARINA. (Al Doctor.) Mire, Alberto no necesita de su ayuda y menos de lo que usted vende.

EL TONY. ¿Qué? ¿Usted es la mamá de Albertico para que hable por él?

DOCTOR. ¡Ja! Me lo dices a mí. Mis papás también se divorciaron, y pensaron que dándome muchos regalos, dinero y muchas otras cochinadas iban a llenar el vacío que había en mí, ese vacío que creí que no se podía llenar. Hasta que unos amigos me regalaron algo que vino a llenar ese vacío (Saca un paquete blanco.) Esto ¿Lo ves? Vino a cambiar mi vida, esto ha venido a llenar el vacío que había en mí.

KARINA. Sí, pero siempre vas a necesitar más y más, porque el efecto pasa y el vacío siempre queda.

DOCTOR. Por eso no me preocupo, porque siempre tengo más. A mí todo me lo dan gratis. Lo que necesite, nada más lo pido y me lo dan.

PULGA. ¿Comprendes?

(El Tony y Pulga se ponen a bailar a ritmo de la canción "Me comprendes Méndez”.)

ALBERTO. (Al Doctor.) Yo quiero de eso que vos tenés para olvidar. Yo también quiero volar como lo hacen ustedes.

DAYANA. No, Alberto, no lo hagás, esa no es la solución.

DOCTOR. Usted no se meta.

EL TONY. Sí, no se meta.

JOANA. Sí, Dayana, no se meta, mejor no sigan más porque de seguro nos van a hacer un daño.

EL TONY. Escuchen a su amiguita, ella sí es inteligente.

KARINA. (Molesta empuja a El Tony.) ¿Cómo que no se meta? Si ustedes lo que van a hacer es destruir la vida de mi amigo.

(El Tony se esconde detrás de Doctor.)

DOCTOR. Mira, nena, no te metas, que el que decide es el amigo. (Señala a Alberto.) Déjenlo, ustedes no lo mandan.

PULGA. Mira guapa, el compa quiere volar, no le corten las alas, déjenlo libre.

DAYANA. Pero es que él es nuestro amigo, y lo queremos mucho.

EL TONY. Mira, preciosa, si a los papás no les interesa la vida del brother… ¿Cómo le va interesar a ustedes que no son nada de él?

JOANA. (Desubicada, se impacienta.) Ahora sí que no entiendo nada.

KARINA. (Más animada y casi desesperada.) Está bien, tal vez nosotras no seamos nada de Alberto, y quizá no nos interese su vida, pero hay alguien que entregó su vida para que Alberto no tenga que sufrir más.

DOCTOR. ¿Pero quién va a entregar su vida por éste? (Señala a Alberto.)

DAYANA. (De forma pausada.) Jesús, el Hijo de Dios. Él lo tenía todo, todo el poder, toda la gloria, tenía miles de coros que le cantaban y muchos ángeles que le servían, y dejó eso para entregar su vida no solo por Alberto, también por mí, por Karina, por Joana...

JOANA. (Desubicada.) ¿Yo qué?

DAYANA. Y por, por, por... (Señalando a Pulga y El Tony.) Esos dos.

PULGA. Esos tienen nombre. Yo soy Pulga.

EL TONY. Sí, y yo El Tony.

DAYANA. Bueno, por Pulga y por Chepe, y por supuesto, por usted. (Señala a Doctor.)

DOCTOR. ¿Cómo, un tipo que ni me conoce va a morir por mí?

KARINA. Él le conoce incluso mejor de lo que usted se conoce.

EL TONY. ¿En serio? ¿Alguien entregó su vida por mí? Oye, nadie, que yo sepa, lo haría por mí.

DAYANA. Pero Jesús lo hizo porque te ama.

DOCTOR. (Molesto.) Mentira, nadie te ama.

ALBERTO. Bueno, ya. (Al Doctor.) ¿Me va a ayudar? ¿Sí o no?

DOCTOR. Claro, mi amigo. Vení que te voy a llevar a un lugar donde nadie nos va a ver.

(Los tres drogadictos y Alberto caminan hacia la izquierda.)

KARINA. Se esconden porque saben que lo que hacen es malo. Pero Jesús no sabe de escondites, por que Él es la Luz.

(Los cuatro se vuelven cuando escuchan las palabras de Karina.)

JOANA. ¿Para qué hablaste? Ya se iban.

DAYANA. (Regañándola entre dientes.) Joana…

ALBERTO. (Muy molesto se dirige a Karina.) Mejor callate, que me tenés harto con Jesús. Si muchas noches lloré en mi cama pidiéndole ayuda, y nunca me escuchó, para qué seguir insistiéndole, mejor busco una solución más rápida y así no le hago perder el tiempo…

DAYANA. (Muy preocupada.) Pero si no le estás haciendo perder el tiempo.

ALBERTO. (Muy decidido.) Por más que insistan, he tomado una decisión, buena o mala, al fin y al cabo es mi decisión. Y si a mis papás no les importa, menos a ustedes.

KARINA. (Desesperada.) Pero es que no me comprendés.

(El Tony y Pulga se ponen a bailar a ritmo de la canción "Me comprendes Méndez”.)

KARINA. (Enojada. Muy molesta.) Ya es suficiente. Estoy harta de escucharlos decir eso. ¿Es que acaso no pueden comprender que es un grave error lo que ustedes están haciendo?

(El Tony y Pulga se asustan. Se esconden detrás de Doctor.)

KARINA. (A Alberto.) Y lo que vos, Alberto, vas a hacer. Comprendé que las drogas no son la solución.

ALBERTO. Si las drogas no son la solución. ¿Entonces qué?

KARINA. Ya te lo dije, Jesús te quiere ayudar.

JOANA. (Hablando sola.) Y dale con la piñata. Pero esta mujer está sorda ¿O se hace?

ALBERTO. Yo también ya te lo dije, ya estoy cansado de pedirle ayuda y no he visto una respuesta.

DAYANA. Pero es que debés de tenerle paciencia.

ALBERTO. (Molesto.) Paciencia, paciencia, ya estoy harto de tener paciencia, yo quiero algo que sea rápido y él (señala al Doctor) tiene la solución.

JOANA. (Impaciente.) Sí, déjenlo que se vaya, no insistan más. Ya me quiero ir.

DAYANA. (Regaña a Joana.) ¡Ya, Joana! Si te querés ir, vete, nadie te tiene amarrada.

JOANA. ¡Uy! ¡Qué dicha! Música para mis oídos. (Sale por la derecha.)

PULGA. Lástima, se fue la más inteligente de todas. ¿Por qué no hacen lo mismo?

EL TONY. Sí, y dejan al amigo tranquilo, que disfrute del vuelo.

KARINA. (Desesperada le habla a Alberto.) Pero es que él… (Señala al Doctor) tiene una solución pasajera, Jesús es para toda la vida. Además, la ayuda que él (señala de nuevo al Doctor) te ofrece, no es gratuita.

DOCTOR. Tranquilo que yo te regalo la primera.

DAYANA. (Con desesperación. Preocupada por su amigo.) Sí, pero tenés que pagar las demás, y no va a ser poquito, como al principio, vas a querer más y más. Y cada vez te va a salir más caro.

DOCTOR. Si quiere ayuda y disfrutar del placer de volar, debe de pagar.

KARINA. Pero Jesús no te cobra nada, él te lo da gratis.

EL TONY. Con razón tiene un mal servicio, si lo da gratis.

DAYANA. Él no lo hace por cobrar, porque lo hace por Amor.

ALBERTO. (Muy molesto.) Amor, amor, ya quisiera verlas en mi lugar, donde lo que menos recibo es amor. (Se les acerca, muy decidido.) ¿Y saben qué? Ya estoy cansado de escucharlas, y por más que insistan, no les voy a hacer caso. (Les pasa por el frente y se vuelve.) Adiós.

DOCTOR. Muy bien. Vámonos.

(Salen por en medio del público, seguidos por Pulga. El Tony se queda.)

EL TONY. (A Karina y Dayana.) ¿En serio Jesús no me cobra nada por ayudarme?

KARINA. Sí, mi amigo, Él no cobra nada.

PULGA. (Se devuelve y agarra a El Tony de la mano y lo jala.) Caminá y no te quedés hablando con estas locas.

(Salen y se apagan las luces. Las luces se encienden de nuevo pasados 20 segundos.)

ALBERTO. (Está sentado en una de las sillas, como al principio.) Y bueno, ya es de suponer lo que pasaría después. Comencé a hundirme más y más en un abismo sin salida. Lamentablemente tuve que llegar a ésta condición para darme cuenta de que fue un error. Hoy mis amigas, que en aquella ocasión quisieron ayudarme, sí se dieran cuenta de mi situación, estoy seguro de que me habrían dicho -"Te lo dijimos"-. Tengo paz en mi corazón porque le entregué mi vida a Dios, pero fue hasta que me vi en el estado que estoy, enfermo y con muchas posibilidades de morir joven. Amigo, no esperes a que sea demasiado tarde para buscar de Jesús. Recuerda que ni las drogas, ni el alcohol son la mejor solución a tus problemas. Busca a Jesús, que Él de fijo te ayudará. ¿Me comprendes, Méndez?

(Se apagan las luces.)

La Nochebuena

35 Minutos y 16 Personajes + Extras. En un bar se reúnen varios personajes en la Nochebuena. Cada uno tiene una vida con problemas a los que no encuentran solución. Un atraco y el testimonio de uno de los camareros hará que encuentren sentido a esa noche y a sus vidas. Esta obra transmite el mensaje de esperanza para los enfermos, pobres, delincuentes y desanimados.

LA NOCHEBUENA

PERSONAJES

RAÚL
MARIANO
LAURA
MUJER
SR. TONETTI
PROSTITUTA 1
PROSTITUTA 2
ENFERMO
MARIANELA
ANDY
CHICO 1
DELINCUENTE 1
DELINCUENTE 2
DELINCUENTE 3
PERIODISTA
POLICÍA
VOZ EN OFF
Extras: POLICÍAS, CHICOS

ESCENARIO. Un bar (estilo americano), el dueño atendiendo en la barra y el mesero, limpiando las mesas. Comienza la obra.




RAÚL. ¡Estás apurado hoy, Mariano! ¡Mira que es temprano todavía!

MARIANO. (Mira el reloj.) ¡Y sí! ¡Son casi las 21:30! Hoy es Nochebuena, en media hora me voy, te dejo todo listo y ¡chau! Es que mi familia me está esperando si no, yo me quedo, Raúl...

RAÚL. Sí, sí, está bien, no te preocupes, pero me dejas un “lindo regalito” de Nochebuena: atender a la gente yo solo. Menos mal que convencí a Cecilia de que viniera a ayudarme, ¡mi mujer es de hierro! Juntos levantamos este lugar, y juntos lo mantenemos, y ahora que David y José María ya están casados y viven en otro país, ella está todo el tiempo a mi lado: debe estar por llegar...

MARIANO. Sí, tuviste suerte de tener una mujer como Cecilia. Mira, ya comienzan a caer clientes.

(Entra un ejecutivo un poco desaliñado.)

SR. TONETTI. ¡Hola Raúl! ¡Hola Mariano! ¡Tráeme un doble, por favor!

MARIANO. Disculpe, Sr. ¿pero sin comer nada? Es muy temprano, ¿no quiere unos saladitos antes?

SR. TONETTI. ¡Raúl! ¡Escucha a tu muchacho! (Se ríe.) ¡Ahora me convenciste! ¡Tráeme una botella! ¿Acaso hoy no hay que festejar? ¡La Nochebuena la voy a pasar a mi manera!

RAÚL. (Le pasa una botella de whisky.) Mariano, el whisky del señor...

MARIANO. Está bien, está bien... Yo solo decía...

(Entran dos prostitutas y se sientan en una mesa.)

PROSTITUTA 1. (Riéndose muy alegre.) ¡Ey, Raúl! ¿No nos atiende nadie aquí o qué pasa? ¿No nos querés acá…?

PROSTITUTA 2. (Se ríe.) ¡Dale, Raúl!

RAÚL. No, chicas, ¡por favor! ¿Cómo va a ser así? Es que está Mariano, solo acuérdense que es Nochebuena...

PROSTITUTA 1. ¡Nochebuena, para vos! Para mí es como cualquier noche, tengo hambre, sueño y estoy cansada... (Mira a Mariano.) Aunque... con este bomboncito... ¡La noche podría cambiar! (Se ríen las dos.)

MARIANO. (Se ríe.) No, chicas, este bomboncito termina su turno y se va a cenar con su familia. ¿Qué se van a servir?

PROSTITUTA 1. ¡Qué lastima! Tráeme una cerveza… (Mientras entra una mujer sola, se sienta y prende un cigarrillo) ¡Che, Marcela! Mira esa que está ahí...

(Mariano se acerca a la señora que entra.)

MARIANO. ¿Señora? ¿Se va a servir algo?

MUJER. Eh... Tráigame el menú, por favor. Y un café, por favor...

MARIANO. ¡Cómo no!

PROSTITUTA 2. (Se dirige a la mujer que esta sola.) ¡Ey, nena! ¿Te querés unir al gremio? ¡Ja ja ja ja!

RAÚL. ¡Shhh, chicas, chicas! Ya saben: son bienvenidas siempre que no molesten a los clientes.

PROSTITUTA 1. ¡Bueno, Raúl! ¡Si no la estamos molestando!

(Entra Laura a trabajar.)

LAURA. - ¡Hola, Mariano! Vine a ayudarte...

MARIANO. -¡Lau, amor! ¿Qué estás haciendo? Esta Nochebuena no te tocaba trabajar... (Le da un beso.)

LAURA. Es que no tenía ganas de quedarme en casa, vos no sabes lo que es eso: una batalla campal... Y aprovechan cuando están todos juntos para gritar: “¡fuego!” ¡Y comienzan a darse con todo! ¿Quién quiere estar ahí?

MARIANO. Te entiendo. Raúl se va a poner más que feliz porque yo ya me iba y se quedaba solo con toda la gente. ¡Raúl, mira quién vino a ayudarte!

RAÚL. ¡Oh, qué bueno! Nunca tan bienvenida, Laura, así que ni te pregunto qué te trae por aquí.

LAURA. Está bien, no te preocupes...

(Entra un hombre demacrado y triste y se sienta.)

LAURA. Señor, ¿qué se va a servir?

ENFERMO. (Distraído.) ¿Sí? ¡Ah...! Agua mineral, por favor.

LAURA. ¿Algo más?

ENFERMO. No, por ahora eso no más...

(Entra una chica descompuesta.)

LAURA. ¡Hola! ¿Te puedo ayudar?

MARIANELA. ¡Un baño! ¡Necesito un baño!

LAURA. Sí, vení por acá...

MARIANO. (Le habla a Raúl.) Esa se pasó de dosis...

RAÚL. Me parece que sí, ¡pobre! Linda y joven... ¿cómo puede darse así?

(Entran unos chicos de la calle.)

CHICO 1. Señor, ¿tiene algo?

RAÚL. ¡Hola, campeón! ¿Cómo estás? ¿Y tus hermanitos?

CHICO 1. Éstos son y éste es mi amigo Andy.

CHICOS. ¡Hola...!

RAÚL. ¿Por qué no están en su casa hoy? Es Nochebuena...

CHICO 1. Es que no hay nada en casa y en la calle hoy conseguimos más para poder comer mañana...

ANDY. Sí, yo ya tengo un peso, hoy la gente se pone generosa...

RAÚL. Miren, como hoy es Nochebuena están todos invitados a comer, siéntense y Mariano les va a servir.

CHICOS. ¡Uh! ¡Qué bueno...!

MARIANO. Vengan por acá.

(Entran tres sospechosos y se acercan a la barra.)

RAÚL. ¿Sí, muchachos? ¿Qué se van a servir?

DELINCUENTE 1. No, nada todavía.

DELINCUENTE 2. A mí dame una cerveza. ¿Y vos?

DELINCUENTE 3. (Nervioso.) Ta... también... una cerveza...

RAÚL. Muy bien, no sé si quieren ubicarse en alguna mesa… Hoy vamos a tener una hermosa Nochebuena.

DELINCUENTE 1. Sí, ya lo creo...

(Raúl sale de la barra y comienza a hablar con el Sr. Tonetti.)

RAÚL. ¿Cómo está, Sr. Tonetti?

SR. TONETTI. ¿Sí? Bien...

RAÚL. ¿Me permite? (Le muestra la silla.)

SR. TONETTI. Sí, siéntese.

RAÚL. Disculpe, pero lo he venido observando todos estos días y no es que sea entrometido, pero usted ha estado tomando mucho...

SR. TONETTI. ¡Noooooo.! (Medio mareado.)

RAÚL. Bueno, quise decir, más de lo acostumbrado. Mire esta botella, ya casi la ha terminado y recién le servimos, y ¡es whisky! Usted es un hombre de negocios, exitoso, no le conviene...

SR. TONETTI. Sí, exitoso... ¡Pssshhh...! ¡Sobre todo! (A los gritos.) ¡Javier Tonetti “el exitoso”! ¡Ja ja ja ja! (Llora.)

RAÚL. Bueno, cálmese, no se ponga así...

SR. TONETTI. ¡Usted qué sabe si soy exitoso! ¿Exitoso yo? Mire, le voy a decir algo: usted sólo escúcheme. A mí siempre me fue bien en todo desde niño. No tuve problemas familiares, al contrario, mi familia era muy sana; en la escuela era el primero. Cuando entré en la adolescencia ya no era el primer estudiante, pero estaba entre los buenos, andaba bien, me divertía dentro de todo, sanamente, como cualquiera. Metí la pata muchas veces pero nada grave. Terminé la secundaria y todo bien. Entré a la universidad y aquí me tiene: ¡soy un licenciado en economía! Tengo trabajo, mucho trabajo, en este país en bancarrota, ¡yo lo tengo! El dinero no falta, casa, auto deportivo y muchas mujeres... ¡Pero estoy solo! (Llora.) ¡Solo! Mis padres murieron hace mucho, y mi único hermano vive en el exterior. Jamás me enamoré, por eso no me casé pero debe ser que me estoy poniendo viejo porque deseo tener una familia, una esposa, hijos, alguien que me espere, que me piense, que me cuide... ¡Pero no! No tengo... Nadie me espera, nadie prepara una cena de Nochebuena para compartirla conmigo... (Llora.) Creo que es la peor noche de mi vida... ¡Ojalá no existiera! Porque mi vida no tienen sentido, una rutina que es eterna, una sucesión de días que parece infinita. Algún día terminará cuando más pronto, mejor.

RAÚL. Pero, amigo, usted todavía es muy joven, puede hacer su vida, casarse, formar una familia...

SR. TONETTI. No, no, ya no es tan fácil para mí. Es algo muy profundo... Este vacío que siento es como si nada lo pudiera llenar.

RAÚL. ¡Está bien! Pero por lo menos no se haga más daño bebiendo porque lo perderá todo, hasta la oportunidad que ahora tiene.

(El Sr. Tonetti sigue bebiendo y Raúl se va. Laura sale del baño con la chica adicta.)

LAURA. Sentate acá, ¿te sentís mejor? ¿Cómo te llamas?

MARIANELA. Ma... Marianela...

LAURA. Marianela, lindo nombre. ¿Te sentís mejor?

MARIANELA. Sí, por favor, dame agua.

LAURA. Ya te traigo. (Le sirve agua.) Pero, decime, Marianela, y no me digas que no, pero, ¿vos estás consumiendo drogas? ¿Por eso estas así, no?

MARIANELA. ¡Chocolate por la noticia! ¿Y a vos qué?

LAURA. No, sólo me pregunto por qué alguien tan joven y tan linda desperdiciaría así su vida...

MARIANELA. Está bien, sorry... Mira, yo tengo una vida de porquería, así que no pierdo nada; es más, así pasa el tiempo, y me olvido de todo... ¡qué mas da!

LAURA. No digas así. Todos tenemos problemas y a veces cuesta seguir adelante. Te lo digo porque a mí también me pasa, pero hay que ponerse las pilas ¡y seguir! ¡No podemos tirar la vida a la basura!

MARIANELA. ¿Qué sabes vos, nena, lo que es tener problemas? (A los gritos.) Mi mamá me abandonó cuando tenía 6 años, se fue con un tipo que encima la maltrataba. Mí papá supuestamente me crió con mi abuela, -mi papá nunca estaba y mi abuela no me quería porque le recordaba a mi mamá-, ¡y ahora pretenden que yo sea la niña perfecta! Bueno, aquí tienen a su “niñita”, ¡ésta es la que ellos criaron! Pretenden pasar la Nochebuena “en familia”… ¿Qué familia? ¡Yo nunca tuve una! Y lo que más amaba era Joaquín, mi novio, y ahora ¡él también me abandonó! Algo debe estar mal en mí que nadie me quiere... ¡Así que no me importa! Si las drogas me hacen mal ¡yo me siento bien! Las consumo y me olvido de todo, de ellos, ¡de todo! Y si me muero ¡mejor! Si a nadie le importo... (Llora.)

LAURA. Pero, nena, hoy es Nochebuena...

MARIANELA. ¡Nunca existió la Nochebuena para mí! Desde que me acuerdo siempre lloré esa noche y me sentí más sola que nunca. Mi mamá no estaba y mi papá salía con cualquier mujer que encontraba por ahí. Yo me acostaba temprano a llorar mientras todos festejaban... ¡Qué Nochebuena!

LAURA. Está bien, toma el agua, y quedate ahí todo el tiempo que quieras. Creo que te entiendo.

(Marianela se queda llorando, todos se quedan como estaban y el enfermo de cáncer, piensa.)

ENFERMO. ¡Cáncer! ¡Cáncer! ¡Cáncer! ¡Palabra maldita! Siempre tuve ese temor y al final… ¡Ahora me encuentro frente a frente con él! ¿Qué haré? ¡No lo puedo creer, Dios mío! ¿Qué paso? ¿Qué hice, Dios mío, para que me dieras esta enfermedad? No… ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Cómo les diré a mi familia? Hoy es Nochebuena aunque para mí ya nunca volverá a serlo. No les voy a decir todavía. Esperaré un poco pero el médico dijo que tal vez solo me queden tres meses de vida...

(Mariano le habla pero el no oye.)

MARIANO. ¡Señor! ¡Ey, señor!

ENFERMO. ¿Ah? Sí... Sí.

MARIANO. ¿Va a servirse algo?

ENFERMO. Sí, déjeme ver... (Mira el menú.) Tráigame un triple, por favor, y una gaseosa de cola light. (Piensa.) ¡Light! ¡Para qué Light…! Ya no necesito cuidarme, de todos modos me voy a morir… Todo ya está perdido para mí, ya no tengo más esperanza, nadie puede ayudarme, nadie puede sanarme, tantas cosas inconclusas: mi graduación, el campeonato de básquet, mi boda... Pobre Cami... (Se quiebra.) ¡Tantos planes, tantos proyectos...! ¡Dios se burló de mí!

(Las prostitutas beben y se ríen.)

PROSTITUTA 1. ¡Ay Soraya! Mira la cara de toda la gente que está aquí... ¡Todos amargados!

PROSTITUTA 2. ¿Y qué querés? Como está la situación de este país, ¿quién puede tener una Nochebuena? Yo nunca tuve una.

PROSTITUTA 1. Si es por eso, yo tampoco. Por algo terminamos así, metidas en este ambiente de porquería, ¿sabes? Pensándolo bien, yo sí tuve una Nochebuena...

PROSTITUTA 2. ¿Sí? ¿Cuándo? ¡Ah, ya sé! Cuando te levantaste, el ingeniero ése que estaba tan borracho que te pagó como cuatro veces, ¡ja ja ja ja ja!

PROSTITUTA 1. ¡No, tarada! (Piensa.) Fue cuando era muy chica, tenía como once años, éramos muy pobres pero esa Nochebuena mi papá había hecho un trabajito y le pagaron bien. Fue la primera Nochebuena... y la única que hubo comida en nuestra mesa: había carne, ensalada, ensalada de frutas y ¡pan dulce! Todos mis hermanitos esa noche estaban en casa y mamá hasta se veía linda, todos estábamos sonrientes, y recuerdo que papá nos dijo “hoy tienen que agradecer a Dios que en esta Nochebuena tuvimos una buena comida, pero recuerden que si alguna vez no hay, igual tienen que festejar la Nochebuena, porque eso no depende de las cosas materiales”. Al poco tiempo papá murió en un accidente, y nunca más hubo una Nochebuena como ésa. Nunca más estuvimos juntos. Mamá nunca más estuvo linda, nunca más sonrisas... (Se seca los ojos.) ¡Y acá estamos! Esta es la vida que nos tocó; Dios le da Nochebuena solo a los que le da la gana...

PROSTITUTA 2. Bueno, no te pongas así... Conmigo tampoco ha sido bueno pero vos sos mi amiga, en las buenas y en las malas, así que esta noche, vamos a estar juntas, aunque más no sea para llorar nuestras miserias... (Se ríe y le toma la mano.)

(La atención se centra en la mujer solitaria.)

MUJER. ¡Por Dios! ¡Qué incomodidad! Parece que todo el mundo me estuviera mirando... ¡Yo me voy! Pero, ¿a dónde voy a ir? ¿A casa? ¡Si no hay nadie! Es como si estuviera llena de fantasmas… Todavía puedo escuchar las risas y el entusiasmo de las Nochebuenas anteriores... ¿De qué me sirvió quedarme con la casa y los chicos, si ellos prefirieron ir a pasar con él esta noche? ¡Adolescentes! ¡Un día te aman y al otro día te tiran como un desechable! Bueno, pero son chicos todavía y extrañan a su padre. ¡Pobrecitos mis bebés! ¡Él! ¡Ricardo! Tiene la culpa de todo… ¡Jamás lo voy a perdonar! ¡Lo odio! ¡Yo sola aquí y él con mis hijos! ¡Y con esa…! Bueno, ¡qué lo disfrute! Algún día lo veré necesitado y solo como un perro... Bueno, no como un perro, ¡como yo! ¡Como yo esta noche! ¡Lo odio! ¡Cómo lo pude soportar 17 años…! Y encima me deja como un trapo usado... ¡Ay, Dios mío, quiero ver a mis hijos!

(Raúl, Mariano y Laura hablando en la barra.)

RAÚL. ¿Vieron que todas las Nochebuenas, el bar se llena de gente como la de hoy?

MARIANO. Sí, solitarios, fracasados, necesitados...

LAURA. ¿Y nosotros? También estamos acá, ¿no?

MARIANO. ¡Vos, nena! ¡Yo ya me voy! (Mira el reloj.) ¡22:30! ¡Raúl, te regalé media hora! ¡Mi familia me está esperando con una cena espectacular! (Se saca el delantal.)

RAÚL. Ok, ciao. Mañana a la tarde de nuevo acá, ¿eh? Nos quedamos solos, Lau...

LAURA. No te preocupes, yo te ayudo. ¡Una necesitada más! (Se ríen.)

DELINCUENTE 1. ¡Llegó la hora, Luis!

(El Delincuente 1 abre el bolso y saca un arma grande. El 2 saca una de la ropa y el 3 toma a Laura y le apunta en la cabeza, se paran y se dirigen a Raúl.)

DELINCUENTE 2. Ni se te ocurra, si suena la alarma, te mato a vos y a todos los que están acá... (Gritos y ruidos.) ¡Todos contra la pared! ¡Rápido! ¡Al suelo todos! ¡Y vos, abrí la caja fuerte y dame todo lo que hay! ¡Todo! ¡Y no te hagas el vivo!

DELINCUENTE 3. ¡Escuchen todos! Si colaboran nadie saldrá lastimado pero al menor movimiento, ¡les doy un tiro en la frente! ¿Entendieron? Todo lo que tengan de valor lo depositan en el suelo, no se guarden nada porque uno a uno los voy a revisar...

(Llantos y gritos.)

DELINCUENTE 3. ¡Silencio!

(Llantos. Sirena de la policía.)

DELINCUENTE 2. ¡La policía! ¡Desgraciado! ¡Tocaste la alarma! (Empuja a Raúl junto a los otros.) ¡Nadie se mueva!

POLICÍA. (Altoparlante.) ¡Están rodeados! ¡Así que bajen sus armas y entréguense, para que nadie salga lastimado!

DELINCUENTE 1. ¿Qué vamos a hacer, Luis?

DELINCUENTE 2. Tranquilos, muchachos, no va a pasar nada, no van a arriesgar las vidas de toda esta gente...

VOZ EN OFF. Después de una hora de intento de negociaciones...

DELINCUENTE 2. ¡Ya me escucharon! ¡No hay negociaciones! ¡Quiero los 15 mil dólares en efectivo, un auto con el tanque lleno y nadie de ustedes ahí afuera¡ Ella y ella se van con nosotros...

POLICÍA. (Se dirige a los policías.) Rodeen el lugar, vamos a tratar de eliminarlos y ¡Nochebuena para todos! (Se dirigen a los ladrones.) ¡Está bien! ¡Tendrán lo que piden! Pero antes necesito muestras de su buena voluntad.

DELINCUENTE 2. (Dispara.) ¡Ahí tenés una muestra de mi buena voluntad!

(Le disparan al que tiene a Laura.)

POLICÍA. ¡No disparen! ¡Van a lastimar a la gente!

DELINCUENTE 3. ¡Me muero Luis! ¡Ahhh!

DELINCUENTE 1. ¡Alguien que lo atienda!

DELINCUENTE 2. ¡A ver vos! (Levanta a Mariano.)

MARIANO. ¡No, yo no puedo! ¡Yo no se qué hacer! (Se acerca al herido y lo acomoda y le tapa la herida con un delantal.)

DELINCUENTE 2. ¡Vos quedate con ellos! ¡Que nadie se mueva! (Le grita al policía.) ¡Ahora si me traen ya lo que les pedí! O si no en media hora… ¡Nochebuena para todos! ¡Acá voy a esperar! (Se queda sentado.)

MARIANO. Lo siento, amigo, no puedo hacer nada por vos...

DELINCUENTE 3. Ya lo sé, me voy a morir, me estoy desangrando...

MARIANO. No, no te vas a morir, vas a salir de esto, no te preocupes…

DELINCUENTE 3. (Se ríe apenas.) No, yo sé que no... Siempre que un día todo terminaría así, como empezó: “sin pena y sin gloria”, como dicen, pero bueno, yo me la jugué por si alguna vez me salía bien. Pero ya lo ves, no tuve suerte, por lo menos lo intenté...

MARIANO. Es que esta vida que elegiste… Tenés más chances de perder que de ganar...

DELINCUENTE 3. Y, ¿qué más da, ah? Perdido por perdido, ¿sabes? Yo nunca hubiera querido ser como vos. Prefiero esto a llevar una vida como la tuya. Aunque perdí por lo menos lo intenté...

MARIANO. No hables más, tenés que ahorrar energía; seguramente pronto llegará una ambulancia...

DELINCUENTE 3. (Se ríe apenas.) ¡Qué ingenuo sos! Nunca vendrá ninguna ambulancia para mí... Mira a Luis, a él no le importa que yo me muera... Seguramente a mí tampoco me iba a importar si él estuviera en mi lugar. Así es todo esto...

MARIANO. Ya que quieres hablar, hablemos de cosas más agradables: hoy es Nochebuena, en cualquier momento van a dar las 12, y todo el mundo va a estar brindando y festejando. Mi familia si ya se enteró de todo esto debe estar muy preocupada...

DELINCUENTE 3. Tú tienes quien se preocupe por vos, yo no tengo a nadie... (Se queja de dolor.) Jamás tuve una nochebuena… Mi familia, si es que se puede llamar así a la gente que vivía conmigo. Nunca conocí a mi padre y mi mamá tenía un marido que me odiaba, así que a los doce años me fui de mi casa. Ellos nunca me buscaron, ¿para qué? Para ellos mejor, aunque yo sé que mi mamá en el fondo me quería y me buscaba. Yo a veces pasaba por mi casa y la miraba de lejos. Vivía con amigos que me enseñaron la vida de las calles; ellos fueron mi familia hasta ahora. Las nochebuenas como hoy, hacíamos lo de hoy: aprovechábamos que la gente estaba distraída con la fiesta para robarles... Por eso yo siempre dije que esta fiesta la invento un ladrón porque es especial, no puede ser mejor... (Se ríe apenas.) Y bueno, para mí ya terminó todo y para esta gente... Seguramente los liberarán pero ellos están igual que yo o ¿por qué pensás que están en un bar en Nochebuena? Para ellos tampoco hay esperanza. Te digo: muchos de ellos seguramente están esperando que pase algo, así ya todo se termina para ellos...

MARIANO. Yo también estoy acá y no quiero que pase nada, para mí sigue siendo Nochebuena, y espero que todo termine bien para todos.

DELINCUENTE 3. ¡Es que vos sos un chico bueno! (Se ríe con dificultad.) Vos seguro te criaste creyendo en Papá Noel... A ver, contame algo para pasar el tiempo, esto es para rato, y el mío ya no es muy largo pero pasa lento cuando uno está sufriendo.

MARIANO. Tal vez, pero sí, para mí la Nochebuena es importante. Mi mamá me enseñó a festejarla y no porque todo el mundo la festeja, sino porque ese día ocurrió algo muy importante para todos.

DELINCUENTE 3. Para todos, no. Para los ingenuos que creen...

MARIANO. No, es para todos. Porque es una oportunidad y las oportunidades están abiertas para todos, solo que son pocos los que la aprovechan. La Nochebuena es el Día en que Dios se acercó a los hombres para salvarlos y salvarlos del pecado y todo lo que él produce: soledad, tristeza, desesperanza... Y no es solo para algunos como todos creen; es para toda humanidad, porque cuando Jesús nació los ángeles dijeron: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. Dios dio el primer paso para acercarse a nosotros, y solo espera una respuesta positiva de nuestra parte y a partir de ahí todo cambia, como cambió la historia en esa Nochebuena en Belén. Por eso es importante para mí esta Noche, porque me recuerda que mi Salvador vino al mundo para salvarme de todo esto (señala a la gente) del pecado y lo hizo por amor. Para mí es una noche de amor y aun si mi vida se acabara en esta tierra, yo tengo esperanza de encontrarme cara a cara con él, por eso también puedo decir que es una noche de esperanza, porque él me prometió vida eterna, y es una noche de alegría y felicidad que hay que festejar, porque él me dio una vida abundante de gozo y de paz y es una lástima que todos estén aquí, lamentándose de la vida que llevan, cuando tienen una vida muy diferente al alcance de sus manos...

DELINCUENTE 3. ¿Cómo al “alcance de sus manos”? No es tan así, yo me estoy muriendo y me da miedo porque yo no sé con qué me encontraré. Seguramente si todo lo que dices es verdad, yo no me encontraré con él, porque nadie que ama tanto y es tan bueno, va a esperar a alguien como yo. Viví sin Nochebuena y moriré sin Nochebuena...

MARIANO. Hoy puede ser tu primera Nochebuena; solo debes creer que Dios se hizo hombre y nació en una noche como hoy, para poder perdonarte tus pecados y hacerte su hijo. Y te aseguro que si tú te mueres él te estará esperando… Sólo debes decirle que lo necesitas y él vendrá a ti. Nacerá en tu corazón y serás un hijo de Dios.

DELINCUENTE 1. (Se ríe.) ¿Sabes? Me parece que te creo y antes de morirme quiero tener una Nochebuena, así que si ese Jesús que nació hace dos mil años puede hacer algo, yo quiero que lo haga. Si puede limpiarme… (Grita.) ¡Hacelo, Jesús! Y si me muero quiero verlo... (Muere.)

MARIANO. (Le cierra los ojos.) Seguramente lo verás, amigo... ¡Feliz Nochebuena!

DELINCUENTE 2. - ¿Murió?

MARIANO. Yo diría que durmió, y se despertará en la gloria con Jesucristo...

DELINCUENTE 2. Estás loco...

(Todos lloran. Entra la policía y toma a los delincuentes.)

POLICÍA. ¡Tiren las armas! ¡Arriba las manos! Quedan detenidos... ¡Llévenselos! (Se dirige a la gente.) ¡Señoras y señores la pesadilla terminó! Cada uno podrá ir a su casa a pasar la Nochebuena...

PERIODISTA. ¡Aquí Crónico Noticia, el único medio que se encuentra en el lugar de los hechos en este asalto con toma de rehenes en Nochebuena! Aquí junto al cuerpo del delincuente abatido Intentaremos hablar con los rehenes. Por favor, una palabra para el publico que vivió estas horas dramáticas junto a ustedes, señor.

SR. TONETTI. No tengo nada que decir, solo que a pesar de todo, para mí no fue tan dramática. Me di cuenta de algunas cosas y encontré una esperanza...

PROSTITUTA 1. (Llorando.) Yo me di cuenta que he llevado una mala vida y hoy quiero cambiar, y sé que podré hacerlo porque hay alguien que perdona, que limpia y restaura… Por eso es Nochebuena ¿no?

PROSTITUTA 2. Yo me acordé de algo que me dijo mi papá en una Nochebuena y voy a hacerlo en su memoria... ¡Adiós!

ENFERMO. ¿Saben? Hoy a mí me diagnosticaron cáncer y no había nada peor que me podía pasar, pero ahora sí sé que hay algo peor: no asegurarme de pasar la vida eterna con quien es el motivo de la Nochebuena.

MARIANO. (Se dirige al enfermo.) Amigo, nunca te dijeron que ésta también es una noche de milagros y que Jesús vino a sanar a los enfermos. (Lo abrazan y se van mientras le habla.)

MUJER. Bueno, yo quería decir a mis hijos que no se preocuparan, que yo estoy bien, que no lo estaba pero ahora sí, que voy a viajar a verlos y, ¡feliz nochebuena para ellos, para su padre y su esposa! (Saluda a la cámara.) ¡Qué bien me siento de perdonar!

MARIANELA. ¡Papá, estoy bien, no te preocupes! ¡Abuelita, te quiero mucho, ya voy para casa! ¡Hoy es Nochebuena! ¡Dios me ama, papá!

LAURA. Bueno, yo también me voy a casa; seguramente me están necesitando... ¡Feliz Nochebuena!

(Chicos saludan a la cámara.)

CHICO 1. Estamos bien ¿sabía que hoy nació Jesús y que por eso es Nochebuena?

PERIODISTA. Sí, sí, creo que de eso se trata, ¿no?

ANDY. ¡Sí, Dios vino al mundo para darnos amor, esperanza, paz y alegría!

PERIODISTA. Señor, ¿usted es el dueño del bar? ¿Me podría decir que pasó ahí adentro que nadie me habla del asalto?

RAÚL. Es que, ¿sabe?, hace dos mil años hubo un mesón que estaba repleto de gente y no hubo lugar para que Jesús naciera allí… Y hasta antes del asalto, este bar era como ese mesón: lleno de gente necesitada, pero no había lugar para que el Salvador compartiera con ellos. Tuvo que ocurrir este lamentable incidente para que se convirtiera en un pesebre, pobre, necesitado, maloliente, pero que en la Nochebuena, se llenó de la Gloria de Dios, y ocurrió el milagro más grande de la historia. Hoy ocurrió un milagro en estos corazones porque dejaron que Jesús naciera en sus vidas… Y les aseguro que no son los mismos que entraron en este lugar. Hoy tuvieron una verdadera Nochebuena.

PERIODISTA. Bueno, desde el lugar de los hechos, Crónico noticias le ha llevado la noticia a su hogar. Se está viviendo una situación fuera de lo común, en un asalto con toma de rehenes no hay llantos, ni nerviosismo, ni situaciones descontroladas ¿qué pasó dentro de este bar? Saque usted sus conclusiones... ¡Feliz Nochebuena para todos!

Obedeced siempre

17 Minutos y 9 Personajes. Un joven desobedece a sus padres y consigue meterse en un buen lío. Las malas compañías con las que se junta casi consiguen que se meta en el mundo de la droga.

OBEDECED SIEMPRE
Jinmaris Murillo. Revisada y corregida por Andrés Varela

PERSONAJES

BRYAN
PABLO
LAURA
RONALD
JOAN
POLICÍA 1
POLICIA 2
JEFA DE POLICÍA

VOZ EN OFF


(Escenario. Sala de una casa.) En el segundo acto solo hay una banca o pollo de parque. En el tercero, es la oficina de la jefe de policía.


ACTO I

(Pablo y Laura están en la sala. Ambos están leyendo la Biblia, y comentándola entre ellos.)

BRYAN. (Entra por la derecha.) Pá', má' ¿Puedo salir con mis amigos?

PABLO. (Dejando de leer.) ¿Quiénes son tus amigos?

BRYAN. ¡Ay, pá! No te hagás. Son Joan y Ronald.

LAURA. Ya te habíamos dicho que no queremos que andés con ellos.

BRYAN. (Molesto.) Pero má'…

LAURA. Pero nada, ¿quedó claro?

(Bryan asiente de mala gana.)

PABLO. (Le extiende la mano) Vení hijo, sentate acá con nosotros.

(Bryan obedece, pero no de muy buena gana. Incluso en su rostro se dibuja una mueca de disgusto. Pablo y Laura se hacen a un lado para que Bryan se siente en medio de ellos.)

LAURA. Hijo, lo que estamos haciendo es buscando tu propio bien. Tal vez ahora no lo entendás pero algún día lo vas a comprender. Quizá ya tu papá y yo no estemos y nos lo vas a agradecer.

PABLO. Además, esos jóvenes no son una buena amistad.

BRYAN. (Molesto.) Ustedes no pueden hablar ni opinar de ellos porque ni siquiera los conocen.

LAURA. No es necesario. Ellos mismos lo demuestran, con su forma de vestir y hablar. Empezando porque ni siquiera van al colegio. Además, nos han contado muchas cosas negativas acerca de ellos.

BRYAN. Pero no porque los demás hablen mal de ellos, ustedes también lo van a hacer.

PABLO. Bueno, que hablemos mal o bien de ellos no es el punto, lo que queremos es que nos obedezcás, si no muy pronto vas a ver el resultado de tu desobediencia.

LAURA. Es mejor que te apartés de ellos. No que les dejés de hablar, sino que... No andés con ellos, así de simple.

BRYAN. (Molesto.) ¡Ay! Por favor. Ya entendí, no es necesario que me lo vuelvan a repetir.

PABLO. Bryan, es nuestro deber. Te corregimos porque te amamos, así como Dios nos corrige a nosotros. (Abre la Biblia y busca un pasaje.) Mirá lo que dice Proverbios 3:12 "Porque Jehová al que ama, castiga, como el padre al hijo quien quiere.”

LAURA. Hijo, entiendo que vos querés andar con ellos pero, ¿te has preguntado si es lo que Dios quiere para vos?

BRYAN. (Se pone de pie muy enojado.) ¡Ya! No más. Suficiente. Ya no quiero escuchar más sermones.

PABLO. (Poniéndose de pie le habla a Bryan muy enérgicamente.) Tu mamá y yo tenemos que salir. Espero que pensés muy bien las cosas y que no vayás a cometer una locura.

LAURA. (Se pone de pie y se acerca a su hijo pero éste la rechaza.) Recordá hijo: El avisado ve el mal y se esconde, solo los necios pasan y reciben el daño.

PABLO. Haznos caso, mejor aún, hazle caso a Dios, Él te ordena que debés obedecernos siempre, porque eso le agrada a Él. Además, si nos honrás, serás un hombre de larga vida sobre la tierra y todo lo que hagás va a ser prosperado.

BRYAN. La Biblia también dice que ustedes, padres, no deben exasperar ni provocar a ira a sus hijos.

LAURA. Nosotros en ningún momento buscamos hacerte enojar. Siempre ha sido nuestra intención buscarte el bien, y nada más.

BRYAN. (Reflexiona un momento.) Está bien. No voy a salir. Voy a llamarlos para cancelar todo.

LAURA. (Sonríe.) Me parece muy bien.

PABLO. (Le da la Biblia a Bryan.) Tomá, hijo, léela. Acá encontrarás las respuestas a tus preguntas.

LAURA. Bueno, nosotros nos vamos. Portate bien, que nada te cuesta.

PABLO. Adiós, hijo.

BRYAN. (Rehuyéndoles.) Sí, sí, adiós.

(Laura y Pablo salen por la izquierda.)

BRYAN. (Se cerciora de que sus padres se hayan ido. Toma la Biblia y la abre.) Bueno, vamos a ver qué tonterías dice este libro (La abre y lee en voz alta Proverbios 6:20, luego Efesios 6:23. Cierra la Biblia y la tira en el sillón.) ¡Bah! Éste libro solo babosadas dice. Si no honro a mis padres no tendré larga vida. Es lo más estúpido que he escuchado. Mejor me voy. Mis amigos ya deben estar esperándome. Según mis papás yo los iba a obedecer. (Sale caminando por la derecha.) Con tal de que se callaran, preferí mentirles. Pero ni loco me pierdo esta salida con mis amigos. (Sale.)



ACTO II

(En el escenario hay una banca o pollo de parque. Junto a ella hay dos adolescentes de más o menos 14 años. Están un poco impacientes. Bryan entra el medio del público.)

JOAN. (A Ronald y señalando a Bryan) Ahí viene.

RONALD. (Un poco molesto.) Ya era hora.

(Bryan los saluda cuando llega a dónde ellos están.)

RONALD. Pensábamos que no ibas a venir.

BRYAN. Ni que fuera tonto pero mis tatas se pusieron a hablar muchas tonterías, y a sermonearme, por eso me atrasé. Y ni loco me iba a quedar en casa haciendo el tonto.

JOAN. (Lo felicita.) Así me gusta. Como los grandes.

(Ronald saca una bolsa con un polvo blanco adentro.)

BRYAN. (Asustado.) ¿Qué es eso?

JOAN. Es azúcar de repostería (Le da una palmada por la cabeza.) No seás tan bruto. ¿Seguro que no sabés de qué se trata? Eso (señala la bolsa) es droga, mi amigo: Cocaína pura.

BRYAN. (Sorprendido y asustado.) ¿Qué?

RONALD. No te hagás el inocente, ya escuchaste. Vamos a volar un rato.

JOAN. (Saca un pequeño tubillo para inhalar. Saca un poco de polvo de la bolsa y le ofrece a Bryan.) ¿Querés?

BRYAN. (Temeroso.) ¿No es peligroso?

JOAN. Claro que no. Se siente rico y relajante.

RONALD. (Animándolo.) Vamos Bryan, no seás una niñita.

(Bryan toma tembloroso lo que Joan le ofrece. Por la izquierda entran dos policías.)

POLICÍA 1. (Saca su arma.) ¡Alto! No se muevan.

(Joan y Ronald salen corriendo por entre el público, solo Bryan se queda.)

POLICIA 2. (Toma a Bryan de los brazos.) ¿Qué pensabas hacer muchacho?

BRYAN. (Muy asustado.) Nada, se lo aseguro.

(El Policía 1 se inclina y comprueba que el polvo blanco que cayó al suelo es droga. Le hace una seña afirmativa a su compañero.)

POLICÍA 2. (Saca unas esposas y se las pone a Bryan.) Vamos amiguito, estás en serios problemas.

POLICÍA 1. (Recoge el pequeño tubito y la bolsa que dejaron botada Joan y Ronald.) Aquí hay suficientes pruebas como para encerrarte un buen rato en la cárcel.

BRYAN. (Casi llorando.) Se lo juro oficial, yo no hice nada, es más, ni siquiera probé de ese polvo.

POLICÍA 2. Bueno, por más que hables no puedes hacer nada. Así que, andando, mi amigo.

POLICÍA 1. Si tienes alguien a quien llamar, tus papás, un tío, tu abuelita en la comandancia tendrás oportunidad para hacer una llamada.

BRYAN. Mis papás. Ellos pueden ir a recogerme.

POLICÍA 2. ¿Recogerte? Lo dudo. Visitarte suena más coherente.

POLICÍA 1. Vamos.

(Salen por la izquierda. Bryan va llorando, pero no opone resistencia. Se apagan las luces.)



ACTO III

(Las luces se encienden. El escenario es la oficina de la Jefa de la comandancia. La Jefa está sentada, llenando algunos papeles. La acompañan los dos policías. Por la derecha entran Pablo y Laura.)

PABLO. (Muy triste.) Buenas noches. Somos los padres del niño Bryan Moreno Blanco.

JEFA. (Se pone de pie.) Muy buenas noches, tomen asiento, por favor.

LAURA. (También muy triste.) Gracias. Venimos en cuanto pudimos. La verdad, nos costó mucho entrar en razón.

(Pablo y Laura se sientan.)

PABLO. Como ahora se da mucho el hacer bromas por teléfono, creímos que nos estaban tomando el pelo.

LAURA. Pero al llegar a casa y no encontrar a Bryan caímos en razón.

JEFA. ¿Trajeron los papeles que les solicitamos?

LAURA. Sí, claro. (Saca unos papeles de su bolso y se los entrega a la Jefa.) Aquí tiene. La constancia de nacimiento de Bryan y la constancia de matrimonio de nosotros dos. Ah, y las cédulas de ambos, también.

JEFA. (Revisa los papeles.) Muy bien. (Le da la orden a los policías para que traigan al muchacho. Luego le habla a los padres) Disculpe que los incomodara tanto, pero es que queremos evitar que se roben más niños y adolescentes. Algunos de ellos son reclutados para vender droga o ser burros para llevarla a otros países.

LAURA. Tranquila oficial, nosotros entendemos y les agradecemos que nos hayan llamado.

JEFA. No se preocupe señora, estamos para servirle. (Pequeña pausa.) Dígame una cosa: ¿Ustedes tienen problemas en casa? ¿Se pelean o algo así?

PABLO. No, señora. Irónicamente ambos somos cristianos. Pero esta situación se nos salió de las manos. Bryan se metió con una barra de muchachitos mayores que él y lo estaban influenciando de manera negativa. Nosotros le advertimos que no se juntara con ellos, pero no hizo caso.

LAURA. Y vemos con buenos ojos que le haya sucedido esto para que aprenda la lección.

JEFA. Un poco extraña su forma de pensar, pero igual la respeto, es su hijo y ustedes verán lo que es bueno o no para él.

PABLO. Gracias, oficial.

JEFA. Por cierto. ¿Ustedes saben el nombre de los dos muchachos que estaban con su hijo?

LAURA. Sé que se llaman Joan y Ronald. Mi hijo siempre los mencionaba porque hablaba mucho de ellos en casa.

JEFA. (Pensativa.) ¿Joan y Ronald? Me suenan. Sí, creo que los conozco, varias veces los hemos detenido por la misma razón. Se dedican a distribuir droga entre los muchachos de las edades de su hijo. Pertenecen a la banda Los Rugrats, y son bastante peligrosos.

PABLO. Nosotros algo sabíamos de ellos y se lo dijimos a Bryan, pero él estaba tan embobado con esos muchachos, que no nos hizo caso. Casi eran sus ídolos.

JEFA. Ah, bueno. (Pequeña pausa.) A su hijo lo hemos tenido con una trabajadora social. Han estado hablando y al parecer era la primera vez que su hijo iba a consumir droga. También le practicamos algunos exámenes médicos y no encontramos rastro de alguna sustancia química ajena a su organismo.

LAURA. (Con un gesto de alivio.) Gracias a Dios.

PABLO. (También con un gesto de alivio.) Sí.

(Los dos policías entran acompañados por Bryan.)

BRYAN. (Al ver a su mamá corre hacia ella y la abraza. Ambos lloran.) No lo vuelvo a hacer, mamá, no lo vuelvo a hacer. Te lo prometo.

LAURA. (Lo abraza bien fuerte.) Tranquilo, hijo, ahora no es el momento para hacer promesas. (Lo mira.) Lo importante es que estás bien.

POLICÍA 1. Por suerte llegamos en el momento justo y no ingirió la droga.

POLICÍA 2. Creo que con el susto es más que suficiente.

PABLO. Sí y gracias por salvar a mi hijo. Solo Dios pudo llevarlos a ese lugar en el momento exacto.

JEFA. (A Bryan.) Bueno joven, espero que haya aprendido la lección y que se diera cuenta de que esos muchachos no eran tus amigos. Es bueno obedecer a los padres siempre. Eso sí, cuando te buscan el bien. ¿De acuerdo?

BRYAN. Sí, señora.

PABLO. Bueno, nosotros nos vamos. Muchas gracias.

JEFA. Fue un placer. Que pasen buenas noches.

(Los policías se despiden con un gesto de su mano. Bryan y sus papás salen por la derecha. Las luces se apagan.)

VOZ EN OFF. Hijos, obedeced en el Señor a vuestros Padres, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre porque es el primer mandamiento con promesa. Todo lo que hagas te saldrá bien y sobre la tierra vivirás muchos años. El avisado ve el mal y se esconde, mas los necios pasan y reciben el daño. Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo quien quiere.