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2012 - España
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Historia de una maestra

10 Minutos y 5 Personajes + Extras. Detrás de una niño rebelde hay una explicación que una maestra sabe descubrir y comprender. Una lectora del blog ha hecho una versión de esta obrita, que puedes leer AQUÍ.




HISTORIA DE UNA MAESTRA


PERSONAJES

NARRADOR
MAESTRA
JUAN
ALUMNO

NARRADOR. Esta tarde queremos compartir con vosotros una historia que ocurrió hace mucho tiempo. Como veis, el escenario está ambientado en el aula de un colegio. Exactamente es una aula de 5 curso. Se cuenta que en este aula, la profesora aprendió algo que ella no era capaz de enseñar a sus alumnos hasta que pasó algo que le abrió los ojos. Estén muy atentos y vamos a ver lo que ocurrió.

(La escena comienza con los jóvenes alborotados que se arrojan unos a otros boletas de papel. Destaca en el tumulto Juan González. Entra la maestra y ve el cuadro.)

MAESTRA. Por favor, ya está bien, comportaos como es debido. (Dando palmas.) Vamos, vamos cada uno en su sitio.

(Obedecen todos excepto Juan que desde su sitio sigue arrojando bolas de papel.)

MAESTRA. Juan, por favor, ¿quieres estarte quieto? Revolucionas toda la clase.

(Juan obedece.)

MAESTRA. Está bien, abrid vuestros libros y leed. (Ojea unos papeles que tiene encima de la mesa.)

(Juan comienza a cuchichear con el compañero de al lado.)

MAESTRA. Juan, levántate y ponte cara la pared. Ya me tienes harta. Todos los días igual desde que ha comenzado el curso. (Alzando la voz.) ¡He dicho que te pongas cara la pared!

JUAN. Pero señorita, Luis también ha hablado…

MAESTRA. Tú eres el culpable de todo. Eres el garbanzo negro de esta clase. No me repliques y a la pared.

(Juan se levanta y se pone cara la pared.)

NARRADOR. Ahí en la primera fila se sentaba Juan. La maestra observaba a Juan desde el año anterior y había notado un cambio brusco en su actitud. También veía que su ropa estaba muy descuidada y que no le habría ido nada mal un buen baño. Digamos que Juan comenzaba a resultarle un tanto desagradable.

(La escena continua en el aula. Juan continúa castigado y la profesora comienza a hablar como si estuviera pensando.)

MAESTRA. ¡Vaya con el niño éste! Me está dando el curso… Si estuviera en mi mano, de buena gana lo expulsaría del colegio. Menudo problema que me quitaba de encima. De todas formas a final de curso presentaré un informe bastante negativo de este joven. (Cogiendo un folio.) Por cierto, aquí está su examen. Lo podría calificar sin mirarlo siquiera. (Tachando con energía el papel.) A ver… Mal, mal, mal. Un cero, como de costumbre. Ponerle un cero a este niño es lo único que me produce cierta satisfacción.

NARRADOR. Y así pasaban los días, Juan haciéndole la vida imposible a la maestra y ella gozando cada vez que tenía que ponerle un cero. Pero un día ocurrió algo que cambió la vida de los dos. Faltaba una semana para Navidad y los alumnos tienen costumbre de obsequiar a sus maestros. La maestra harta ya de Juan, había solicitado su expediente para añadir a él cuanto negativo se le ocurriera…

(Aparece otra vez la escena de la clase. Todos los niños están en grupo hablando, bromeando y enseñando orgullosos los regalos envueltos en preciosos papeles navideños. Todos excepto Juan que está sólo afanándose en envolver algunos objetos. Entra la maestra con una carpeta, que contiene el informe académico de Juan.)

MAESTRA. Bien, muchachos. Se acabó la charla. Vamos cada uno a su sitio. (Fijándose en Juan.) ¡Qué raro que esté quieto! Algo estará tramando y seguro que no es nada bueno, pero por lo menos está tranquilo que ya es algo… Abrid el libro de lectura y leed el tema 10.

(Todos obedecen excepto Juan que continúa con su tarea. La maestra abre el expediente de Juan y comienza a leerlo.)

MAESTRA. (Lee en voz alta pero es como si lo estuviera pensando.) “Juan es un joven brillante. Presenta los trabajos de forma impecable y su comportamiento en clase y con el resto de compañeros es admirable.”. Pero, ¿cómo es posible? No me cuadra nada. A ver… Éste es el informe de 2 Curso. “Buen estudiante de conducta correcta, ha bajado un poco el rendimiento. La causa puede ser que su madre está gravemente enferma y el ambiente en su casa no es muy agradable”. (Cada vez más expectante lee el siguiente informe…) Este lo escribió la profesora de 3 Curso. “Su madre ha muerto y ha sido un verdadero trauma para Juan. Se va atrasando en sus estudios y no muestra interés por la escuela”. (La maestra se queda pensativa y preocupada.) Ahora encuentro la explicación a la conducta de este joven. ¡Qué mal me ha portado! En vez de hablar con él para ayudarle, sólo intentaba expulsarle del colegio para evitarme problemas.

ALUMNO. Señorita, oiga, señorita.

(La maestra sin oír nada continúa con sus reflexiones.)

MAESTRA. ¡Qué egoísta he sido! ¡Jamás me perdonaré el comportamiento que he tenido con este joven…!

ALUMNO. Señorita, señorita, ¿le ocurre algo?

MAESTRA. (Volviendo en sí.) ¿Eh? ¿Sí?

ALUMNO. ¿Se encuentra bien, señorita?

MAESTRA. Ah, sí, sí, me encuentro bien. No pasa nada, ¿qué queréis?

ALUMNO. Si le podemos entregar ya los regalos de Navidad.

MAESTRA. Sí, claro, claro. (Guarda los informes en la carpeta y los jóvenes van pasando a entregarle sus regalos. Juan sigue afanándose en envolver lo mejor que puede sus regalos. Abre los paquetes y va comentando los regalos.) ¡Qué bonito, Ana! Muchas gracias. ¡Caramba, Luis! Es estupendo. Mucho me gusta tu regalo José.

(Los jóvenes empiezan a hablar y a reír entre ellos mientras miran y señalan a Juan.)

MAESTRA. ¿Qué ocurre?

ALUMNO. Ya verá, maestra, qué sorpresa le espera… ¡Je, je!

(Juan se levanta con un paquete mal envuelto en un feo papel. La maestra desenvuelve el paquete y encuentra un viejo brazalete y un frasco de perfume a medio terminar. Risas de los jóvenes.)

MAESTRA. (Poniéndose el brazalete.) ¡Basta, ya, muchachos! Es un regalo precioso que me queda muy bien. (Oliendo el frasco y echándose un poquito de perfume.)

JUAN. Los usaba mi madre. Y ahora usted huele como solía oler mi mamá.

NARRADOR. Aquel día cuando acabó la clase la maestra lloró como nunca antes había llorado. Juan entregándole lo más precioso que tenía y la ella incapaz de entregarle un poco de afecto y comprensión. En ese momento la maestra tomó una decisión. Se iba a dedicar en alma y cuerpo a ese muchacho y a todos los demás. Comprendió que enseñar a los jóvenes es mucho más que impartirles matemáticas, literatura o química. Entendió que enseñar era compartir las alegrías y penas, y ayudarles a superar los momentos difíciles de su vida. A partir de entonces la maestra pasó mucho tiempo con Juan, conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro empezó a revivir. Mientras mas lo apoyaba, él respondía más rápido. A final de curso Juan se había convertido en uno de lo niños más aplicados de la clase. El último día del curso, la maestra encontró encima de su mesa un a nota firmada por Juan, que decía. “Es usted la mejor maestra que he tenido en mi vida”. Pasaron los años y la maestra y Juan seguían manteniendo relación mediante cartas.
Juan le iba contando sus progresos y la maestra estaba muy orgullosa de él. La historia no termina aquí. Juan envió una carta a su maestra preferida, diciéndole: “QUERIDA SEÑORITA, POR FIN HE ACABADO MIS ESTUDIOS DE MEDICINA Y AÚN ASÍ SIGO PENSANDO QUE ES USTED LA MEJOR MAESTRA QUE HE TENIDO EN MI VIDA. MUCHAS GRACIAS POR CREER EN MÍ, POR HACERME SENTIR IMPORTANTE Y MOSTRARME QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA. TENGO UNA BUENA NOTICIA QUE DARLE: MI NOVIA Y YO HEMOS DECIDIDO CASARNOS Y NOS GUSTARÍA QUE USTED FUERA LA MADRINA.”
A esta carta la maestra le contestó con otra que le decía: “ME HIZO MUCHA ILUSIÓN RECIBIR TU CARTA Y ME ALEGRO DE QUE TE CASES Y POR SUPUESTO, ME ENCANTARÁ SER TU MADRINA. JUAN FUISTE TÚ, QUIEN ME ENSEÑÓ QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA. ADEMÁS, NO SABÍA CÓMO EDUCAR HASTA QUE TE CONOCÍ”.
Y así acaba la historia de esta maestra que aprendió una lección que ella era capaz de impartir.

CONCLUSIÓN:
Recuerda que donde quiera que vayas y hagas lo que hagas, tendrás la oportunidad de tocar o cambiar los sentimientos de alguien. Trata entonces de hacerlo de un manera positiva.

El amigo de Moisés

5 Minutos y 6 Personajes. Después de ver el sufrimiento de su pueblo, Moisés sabe que algún día librará a ese pueblo de la esclavitud.



EL AMIGO DE MOISÉS




PERSONAJES

NARRADOR
MADRE
MOISÉS
PRINCESA
RAMSÉS
NATANAEL


NARRADOR. En los duros años de la esclavitud en Egipto los israelitas trabajaban para sus amos sin descansar con una monotonía que sólo se rompería para Moisés.

(Música. La Madre y Moisés están haciendo las labores de la casa.)

MADRE. Moisés, ya es la hora. ¿Te has arreglado?

MOISÉS. Sí, mamá.

(Moisés y su Madre van a Palacio.)

MADRE. Majestad, aquí está su hijo.

PRINCESA. A partir de ahora tú vivirás aquí conmigo y serás instruido como un príncipe.

(Moisés y su Madre se despiden.)

NARRADOR. El día siguiente supuso un cambio radical en la vida de Moisés. Estaría sólo en la corte de Faraón sin que nadie le apoyara y estuviera a su lado. ¿Olvidaría este niño en la corte todo lo que había aprendido de chiquitín? Moisés estudiaba duro y pronto destacó entre los jóvenes del reino tanto por su inteligencia como por su fortaleza física. No todo eran responsabilidades; tenía ratos libres y así es como conoció a Ramsés.

RAMSÉS. Te encuentro triste. ¿Te ocurre algo?

MOISÉS. Hoy he salido a pasear y he visto algunos israelitas que eran azotados por los capataces.

RAMSÉS. Pues sí, yo lo he visto varias veces pero no debes preocuparte por eso.

NARRADOR. Pero Moisés seguía pensando en que era injusto, cruel, el trato que se le daba a su pueblo.

PRINCESA. Moisés, ven conmigo. Vayamos a ver la última construcción. Es muy bonita, ¿no crees?

MOISÉS. Mamá, están maltratando a un anciano. Ordénales que paren.

PRINCESA. Hijo mío, es necesario, de lo contrario no habría nada de lo que tú ves: pirámides, esfinges, mausoleos…

MOISÉS. Pero yo… (Le corta una voz.)

NATANAEL. ¡Moisés! ¡Alabado sea nuestro Dios! ¡Qué alegría poder verte! ¡No sabes cuánto he orado por ti a Jehová!

MOISÉS. (Titubeando.) ¿Qué te ha ocurrido que estás tan delgado? (Llorando le abraza.) ¿Dónde están tus padres?

NATANAEL. Mi padre murió mientras hacía ladrillos, como tantos otros… Están matando a los bebés; tan apenas nos dan de comer, y trabajamos de sol a sol.

NARRADOR. La princesa observa conmovida la escena y guarda en su corazón un triste presagio que se habría de cumplir poco después.

PRINCESA. ¿Qué te ha pasado en la cara, muchacho?

NATANAEL. Me azotaron por intentar entrar en palacio para verte.

MOISÉS. Toma, amigo mío, con este pañuelo púrpura podrás entrar sin que nadie te toque, ¡guárdalo!

PRINCESA. Vamos a Palacio, Moisés, se está haciendo tarde.

MOISÉS. Adiós, Natanael. Me alegro mucho de verte. (Lo abraza.) Siento mucho todo lo que te ha pasado.

NATANAEL. Gracias, Moisés, gracias. No te olvides de nosotros. Adiós.

(La Princesa y Moisés salen de escena.)

NARRADOR. El tiempo pasaba y la mirada de aquel niño y los sufrimientos por la esclavitud se guardaron en lo más profundo del corazón de Moisés. Caminando entre las obras encontró un día un pañuelo púrpura ensangrentado en el cuello de un niño que estaba entre los escombros. En ese momento Moisés supo que algún día evitaría tanto dolor y libertaría a su pueblo de la esclavitud.

Picotero, el pájaro carpintero

10 Minutos y 2 Personajes. Dos personajes servirán para representar todos los personajes que aparecen. La historia de un pájaro carpintero le servirá a un padre para enseñarle a su hija a quién debemos la gloria por los dones que recibimos.


PICOTERO, EL PÁJARO CARPINTERO

PERSONAJES

PADRE
HIJA



(Un padre y una hija se acercan de la mano al centro del escenario. La hija está enfadada, están conversando y el padre intenta explicarle algo.)

HIJA. (Dando unas patadas.) Si Cristian puede, yo también. Si Cristian puede, yo también. Si Cristian puede hacerlo yo también.

PADRE. ¡CARIÑO! ¡Un momento! ¿Qué te parece si te cuento una historia?

HIJA. (Se para, mira a su padre y de repente se pone a saltar emocionada.) ¡Sí! ¡Sí! ¡Cuéntame una historia! ¡Cuéntame una historia, papá! (Lo apretuja...)

PADRE. (Se dirige hacia un lado del escenario en el que finalmente se sentará en el suelo.) Vale, imagina un hermoso bosque, cientos y cientos de árboles y el cielo con grandes nubes negras que van de lado a lado y pájaros revoloteando por todos los sitios buscando un lugar para esconderse de la tormenta que se avecina. Bien, y en ese momento aparece un pequeño pájaro carpintero que decide que ese es el mejor momento para picotear en los árboles más deliciosos.

HIJA. (Interrumpiendo.) ¿Cómo se llama? ¿Cómo se llama el pájaro carpintero?

PADRE. ¿Eh? ¡Ah! ¿Cómo te gustaría que se llamase?

HIJA. (Pensando.) ¡Hummmmmmmmm! ¿Qué tal... PICOTERO? De picotear y de carpintero.

PADRE. Muy bien, pues Picotero se dirigía volando hacia el árbol más grande, más alto y más viejo de todos. Siempre había querido ir a ese árbol pero siempre llegaban antes otros pájaros más grandes y más listos que él. Pero AHORA, ¡ahhhhh!, ahora él sólo iba a darle un buen golpe.

HIJA. (Aplaudiendo.) ¡Vamos Picotero! ¡Dale!

PADRE. (Pide silencio con los dedos en los labios.) ¡Shhhh! (Sonriendo.) Picotero volaba alto, más alto que nunca antes lo había hecho, directo a la copa del árbol. ¡Qué orgulloso que estaba! ¡Imagínate! ¡Picotero! ¡Uno de los pájaros carpinteros más pequeños del bosque picoteando el árbol más grande, más alto y más viejo de todos!

HIJA. ¡Genial!

PADRE. Así que Picotero echó para atrás su cuello (coge el papel que lleva su hija en la mano y lo enrolla como si fuera el pico del pájaro y se lo pone en la nariz) y lo picoteó. ¡Qué sensación! ¡Fantástico!

HIJA. ¡Sí! (Lanzando las manos a lo alto en señal de victoria.) Picotero es el más grande. ¡Ese árbol es para Picotero!

PADRE. Eso es exactamente lo que Picotero estaba pensando. De nuevo echó el cuello para atrás para darle un buen golpe pero cuando se estaba acercando al árbol, ALGO SUCEDIÓ.

HIJA. (Emocionada.) ¿QUÉ? ¿Qué sucedió?

PADRE. ¡Oh!, (mirando a su reloj y sacudiendo su cabeza) tengo mucho que hacer, ¿por qué no terminamos la historia mañana?

HIJA. (Cogiendo el pico de su padre y chafándoselo en la cabeza.) ¡NOOOOOO! ¡Cuéntame el final! ¿Qué sucedió? ¿Qué sucedió? ¿Qué sucedió?

PADRE. (Riéndose, poniendo las manos en señal de paz.) ¡De acuerdo! ¡Vale! (Coge el pico de las manos de su hija y se lo vuelve a poner en la nariz.) En el mismo momento en el que tocó el tronco, un enorme rayo cayó del cielo y golpeó lo más alto del bosque que encontró: el árbol que Picotero está picoteando. ¡Ahh! El viejo árbol explotó en millones, billones de palillos y en ese mismo momento empezó a llover tanta fuerza que parecía que estuvieran cayendo cascadas de agua del cielo.

HIJA. (Preocupada.) ¿Qué le pasó a Picotero? ¿Qué le pasó al pobre Picotero?

PADRE. Eso es lo más increíble. Tan pronto como el árbol explotó y el rayó atravesó el tronco y la lluvia empezó a caer, Picotero salió de allí volando como un loco… Su pequeño corazón de pajarito carpintero palpitaba a mil por hora (se da palmaditas en el pecho rápido imitando al pájaro) y voló voló a donde los otros pájaros carpinteros habían ido a refugiarse... ¡Estaba tan aturdido, el pobre…! Sacudió las alas para secárselas y empezó a llamar a todos los que estaban allí. Todos los pájaros carpinteros se congregaron alrededor de él para ver qué le había pasado y, ¿sabes que les dijo?

HIJA. ¿Qué? ¿Qué les dijo, papá? Dímelo.

PADRE. Les dijo: "Uf, en el futuro voy a tener más cuidado. Tendríais que haber visto lo que ha pasado. (Tocándose el pico) Este pico es muuuuy PELIGROSO. Casi me cargo el bosque entero con un par de picotazos”.

HIJA. (Riéndose con el padre.) ¡Me encanta la historia, papá! Es una historia muy bonita. Pero, pobre Picotero. Picotero era bastante tonto. (Pensando.) Él no rompió el árbol en pedazos. El rayo lo hizo...

PADRE. Sí, pero al pobre Picotero, le pareció que había sido él quien lo hizo. En cierta forma, a veces pasa algo parecido en nuestra relación con Dios. Él nos da dones maravillosos con los que logramos hazañas increíbles pero nosotros pensamos que hemos sido los que lo hemos hecho y no nos damos cuenta de que detrás de todo eso está la mano de Dios..

HIJA. Pero si Cristian puede ser un pastor, yo puedo ser una pastora también. Soy más lista que él, le gano corriendo y al fútbol, y además, su cabeza es muy muy pero que muy grande. ¿Cómo puede predicar alguien con una cabeza tan grande?

PADRE. Bueno, eso es algo que se lo tienes que dejar a Dios. Que sea Él quien decida. Si le escuchas y le sigues, te llenará de dones estupendos, el Espíritu Santo te alzará y servirás al Señor con poder. Además, cada persona hemos sido llamada para servir a Dios de distinta forma.

HIJA. ¿Y tú, papá? ¿Qué es lo que te ha dado Dios para que le sirvas?

PADRE. (Serio, pensando en la pregunta.) Bueno... tú sabes... Creo que…

(La escena se congela por varios segundos mientras ellos se transforman.)

HIJA (Se levanta, se ha hecho madre, camina alrededor de su padre, mirándolo con cariño y nostalgia, un poco triste.) Mi papá. Todavía me acuerdo de ese pájaro carpintero. Esa historia ha estado latente en varios episodios de mi vida, en especial cuando pienso que estoy haciendo las cosas a mi modo o cuando Dios me ha llamado para servirle y he estado tentada a pesar que el talento que tenía provenía de mí o a creerme alguien especial. Pero, papá, ¿cuáles eran tus talentos espirituales? (camina detrás de él y le pone las manos en los hombres.) Tú nunca fuiste un pastor, nunca curaste a nadie, o viajaste por el mundo esparciendo el evangelio… Pero en verdad, tú contabas historias, muchas historias, y siempre aprendía algo de ellas. Todavía me acuerdo de ellas, todavía me acuerdo de la viveza con la que las contabas, la entonación, el cariño... Papá, has dejado una huella enorme en mi vida. Siempre me acordaré de ti. Me enseñaste qué era la fe, la esperanza y especialmente el AMOR. Y el mayor de todos es el Amor...

PADRE. (Se convierte en hijo. Se descongela, se convierte en un niño pequeño emocionado.) ¡Mamá, mamá! ¡Cuéntame esa historia, mamá! Cuéntame la historia de Picotero, el pájaro carpintero. Cuéntame lo que le pasó en la tormenta, mamá.

MADRE. (Lo abraza.) De acuerdo, amor mío. No te la podré contar tan bien como el yayo la contaba pero Picotero, el pájaro carpintero, estaba volando en un bosque directo al árbol más alto...

HIJO. ¡La tormenta! ¡La tormenta se acerca!

MADRE. ¡Exacto! Pero él quería aprovechar la oportunidad para dar unos picotazos al árbol más alto...

HIJO. (Saltando.) ¡El árbol másssss mássss grande!

MADRE. ¡Sí! ¡El másssssss grande de todos! Picotero quería servir a Dios, como los otros pajaritos del bosque. Cuando picoteó en el árbol un rayó cayó del cielo y partió el enorme árbol.

HIJO. ¡Bum!¡Crash! ¡Bum! ¡Plof! ¡Explotó en millobillones de palillos!

MADRE. ¡Eso es! Y el pobre Picotero pensaba que había sido él...

HIJO. Pero realmente había sido Dios.

MADRE. ¡Claro! Fue Dios.

(Se congela.)

HIJO. (Se convierte en padre. Se levanta y se convierte en padre.) ¿Sabéis? Mamá nunca se hizo pastora como su amigo Cristian. El Señor no la llamó para ese trabajo. Pero Dios la llamó para otros asuntos. Le dio poder para servirle: cantaba en el coro, arreglaba la iglesia para las ceremonias, enseñaba a los niños, me contaba historias como su padre se las había contado a ella (la rodea, y le pone las manos en la espalda) Sirvió a Dios tantas veces como Él la llamó. Y me enseñó sobre la fe, y la esperanza, pero especialmente sobre el Amor. Yo creo que ella nunca se confundió como el pobre Picotero se confundió con el rayo... Ahora tengo mis propios hijos. ¿Cómo les enseño que Dios nos llama a todos de formas diferentes, en diferentes puestos para servirle y para servir a otros?

MADRE. (Se convierte en hija. Se descongela, se convierte en hija.) ¡Papá! (Aplaudiendo.) ¡Cuéntame la historia de Picotero el pájaro carpintero!

PADRE. (Sonriendo, poniendo sus brazos alrededor de sus hombros, llevándola al centro.) ¿Esa historia tan vieja? ¿Sabes que tu bisabuelo se la solía contar a tu abuela?

HIJA. (Emocionada.) Cuéntame cómo iba volando por el bosque durante la tormenta y cómo los otros pájaros se escondían de la lluvia y del rayo mientras que Picotero quería...