13 Minutos y 4 Personajes. Una maestra está muy descontenta con la actitud de una alumno hasta el punto que desearía no tenerlo en su clase. Al tiempo se entera de que su mamá estaba muy enferma y en casa lo estaban pasando mal. A partir de ese momento, la maestra comprenderá cuál es su tarea como educadora.
HISTORIA DE UNA MAESTRA CRISTIANA
Agradecemos a Raquel García el envío de esta obrita. Se trata de la adaptación de otra obra del blog. (Ver obra)PERSONAJES
NARRADOR
MAESTRA
ALUMNO MAL PORTADO (Judas Aparicio)
MANOLITO
ALUMNOS
NARRADOR. Este día queremos compartir con ustedes una historia que ocurrió hace mucho tiempo. El escenario está ambientado en el aula de Escuela Bíblica Dominical. Se cuenta que en este aula, la maestra aprendió algo que ella no era capaz de enseñar a sus alumnos hasta que pasó algo que le abrió los ojos. Estén muy atentos y vamos a ver lo que ocurrió.
(La escena comienza con los jóvenes alborotados que se arrojan unos a otros boletas de papel. Destaca en el relajo Judas Aparicio. Entra la maestra y ve el cuadro.)
MAESTRA. Por favor, ya está bien, compórtense como es debido. (Dando palmas.) Vamos, vamos, cada uno en su sitio.
(Obedecen todos excepto Judas que desde su sitio sigue arrojando bolas de papel.)
MAESTRA. Judas, por favor, ¿quieres estarte quieto? Revolucionas toda la clase.
(Judas obedece.)
MAESTRA. Bendiciones niños… hoy vamos aprender algo nuevo de la palabra de Dios. Cierren sus ojos vamos a orar.
(Cierran sus ojos y repiten la oración con la maestra.)
MAESTRA. Está bien, vamos a cantar para alabar a nuestro Dios
(Todos obedecen y se ponen a cantar junto a la maestra… pero Judas sigue molestando a los niños que se encuentran a su alrededor y la maestra solo lo observa.)
MAESTRA. Abrid su cuaderno del alumno y vamos a repasar la historia bíblica que corresponde a este día.
(Ojea unos papeles que tiene encima de la mesa. Judas comienza a secretearse con el compañero de al lado. La maestra lo ve y agota su paciencia.)
MAESTRA. Judas, levántate y ponte hacia la pared. Ya me tienes harta. Todos los domingos es igual. (Alzando la voz.) ¡He dicho que te pongas cara la pared!
JUDAS. Pero señorita, Pepito también ha hablado…
MAESTRA. Tú eres el culpable de todo. Eres el ángel negro de esta clase. No me repliques y a la pared.
(Judas se levanta y se pone cara a la pared.)
MAESTRA. (Como en sus pensamientos… pero en voz alta) Dios mío ya no soporto a este niño, yo no paso a traerlo y él es el primero en estar aquí esperando la clase… ya no sé que hacer con él. ¡Ojala el próximo domingo no venga!
NARRADOR. Ahí en la primera fila se sentaba Judas. La maestra observaba a Judas y había notado un cambio brusco en su actitud. También veía que su ropa estaba muy descuidada y que no le haría nada mal un buen baño. Digamos que Judas comenzaba a resultarle un tanto desagradable.
(La escena continua en el aula. Judas continúa castigado y la maestra comienza a hablar como si estuviera pensando.)
MAESTRA. ¡Vaya con el niño éste! No sé qué es lo que le sucede, antes no se comportaba de esta manera… era muy atento a la clase y hoy es todo un demonio, ya me es insoportable. Si por mí fuera no lo dejaba entrar pero bien tempranito está aquí esperando a que abra para dar la clase y para mi desgracia no falta ni un domingo… ¡Ay, Señor! ¿Qué haré…? Creo que este niño me provocará un infarto… Déjame descansar un día, Señor, y que no venga a la clase Judas… ¡Por favor, Señor!
MAESTRA. Bien, entreguen sus manuales para que se los califique y el próximo domingo se los tendré ya con sus notas.
(Comienza a recoger los cuadernos de los niños, uno por uno…. Y los va felicitando a todos. Cuando llega donde Judas le dice, seguramente tú tendrás un cero…. No sabes hacer nada bueno, solo molestar.)
NARRADOR. Y así pasaban los días, Judas haciéndole la vida imposible a la maestra y ella gozando cada vez que tenía que ponerle un cero. Pero un día ocurrió algo que cambió la vida de los dos. En el día de la celebración del día del Maestro, los alumnos tienen costumbre de obsequiar un presente a sus maestros.
(Aparece otra vez la escena de la clase. Todos los niños están en grupo hablando, bromeando y enseñando orgullosos los regalos envueltos en preciosos papeles decorados. Todos excepto Judas que está sólo afanándose en envolver algunos objetos. Entra la maestra.)
MAESTRA. Bien, muchachos. Se acabó la charla. Vamos cada uno a su sitio. (Fijándose en Juan.) ¡Qué raro que esté quieto! Algo estará tramando y seguro que no es nada bueno, pero por lo menos está tranquilo que ya es algo… Bendiciones, vamos a iniciar la clase de hoy.
(Todos obedecen excepto Judas que continúa con su tarea. La maestra lo observa, cuando se le acerca un niño de su clase)
MANOLITO. Hola hermana. ¿Cómo le fue el fin de semana?
MAESTRA. ¡Muy bien, Manolito! ¿Y a ti?
MANOLITO. No muy bien, maestra, porque en esta semana que pasó tuve que desvelarme mucho…
MAESTRA. ¿Por qué te desvelaste, Manolito? ¿Te dejaron muchas tareas en el Colegio?
MANOLITO. No, maestra…. ¿Que no sabe que fue lo que ocurrió hace algunos días?
MAESTRA. No, Manolito, cuéntame… ¿Qué fue lo que ocurrió?
MANOLITO. Es que usted sabe que hace muchos meses la mamá de Judas ha estado muy enferma y que las cosas en la casa de Judas han estado muy mal, porque han tenido muchos problemas. Tuvieron que gastar mucho dinero por la enfermedad de su mamá y ya no tenían quien cuidara de él y de sus hermanos porque su papá tenía que trabajar para que ellos comieran… (Mientras el niño hablaba la maestra se muestra muy sorprendida, porque ella no estaba enterada de todo lo que Judas había estado sufriendo) y entonces fue hasta esta semana que su mamá se murió y como yo estuve en el velorio de ella, por eso me desvelé en esta semana. ¡Ahhh, maestra, y ahora recuerdo que no la vi ni en el entierro!
(El niño se va hacia su asiento.)
MAESTRA. (La maestra se queda pensativa y preocupada.) Ahora encuentro la explicación a la conducta de este joven. ¡Qué mal me ha portado! En vez de hablar con él para ayudarle sólo le he tratado mal y he sido muy grosera con él… Dios perdóname por mi mala actitud, por no haber sido una buena maestra para Judas.
ALUMNO. Señorita, oiga, señorita.
(La maestra sin oír nada continúa con sus reflexiones.)
MAESTRA. ¡Qué egoísta he sido! ¡Jamás me perdonaré el comportamiento que he tenido con este joven!
ALUMNO. Señorita, señorita, ¿le ocurre algo?
MAESTRA. (Volviendo en sí.) ¿Eh? ¿Sí?
ALUMNO. ¿Se encuentra bien, señorita?
MAESTRA. Ah, sí, sí, me encuentro bien. No pasa nada, ¿qué quieres?
ALUMNO. Si le podemos entregar ya los regalos para celebrar su día y la excelente maestra que es.
MAESTRA. Sí, claro, claro. (Los niños van pasando a entregarle sus regalos. Judas sigue afanándose en envolver lo mejor que puede sus regalos. La maestra va abriendo los regalos y va comentando lo que le han regalado.) ¡Qué bonito, Casimira Bellavista! Muchas gracias. ¡Caramba, Petronila! Es estupendo. Mucho me gusta tu regalo Pepito.
(Los niños empiezan a hablar y a reír entre ellos mientras miran y señalan a Judas.)
MAESTRA. ¿Qué ocurre?
ALUMNO. Ya verá, maestra, qué sorpresa le espera… ¡Je, je!
(Judas se levanta con un paquete mal envuelto en un feo papel. La maestra desenvuelve el paquete y encuentra un viejo brazalete y un frasco de perfume a medio terminar. Risas de los niños.)
MAESTRA. (Poniéndose el brazalete.) ¡Basta, ya, muchachos! Es un regalo precioso que me queda muy bien. (Oliendo el frasco y echándose un poquito de perfume.)
JUDAS. Los usaba mi madre. Y ahora usted huele como solía oler mi mamá.
NARRADOR. Aquel día cuando acabó la clase la maestra lloró como nunca antes había llorado. Judas entregándole lo más precioso que tenía y ella incapaz de entregarle un poco de afecto y comprensión. En ese momento la maestra tomó una decisión. Se iba a dedicar en alma y cuerpo a ese muchacho y a todos los demás. Comprendió que enseñar a los niños es mucho más que impartirles matemáticas, literatura o química. Entendió que enseñar era compartir las alegrías y penas, y ayudarles a superar los momentos difíciles de su vida.
(Hacen una pausa para que aparezca en escena Judas y la Maestra… Estudiando)
NARRADOR. A partir de entonces la maestra pasó mucho tiempo con Judas, conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro empezó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido. A final del año Judas se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase. Un día, la maestra encontró encima de su mesa una nota firmada por Judas, que decía. “Es usted la mejor maestra que he tenido en mi vida”.
Pasaron los años y la maestra y Judas seguían manteniendo relación mediante cartas.
Judas le iba contando sus progresos y la maestra estaba muy orgullosa de él. La historia no termina aquí…
Judas envió una carta a su maestra preferida, diciéndole:
“QUERIDA MAESTRA…
POR FIN HE ACABADO MIS ESTUDIOS EN EL INSTITUTO BÍBLICO Y AÚN ASÍ SIGO PENSANDO QUE ES USTED LA MEJOR MAESTRA QUE HE TENIDO EN MI VIDA.
MUCHAS GRACIAS POR CREER EN MÍ, POR HACERME SENTIR IMPORTANTE Y MOSTRARME QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA.
TENGO UNA BUENA NOTICIA QUE DARLE: MI NOVIA Y YO HEMOS DECIDIDO CASARNOS Y YA TENEMOS LA IGLESIA EN LA CUAL SERVIREMOS A DIOS COMO PASTORES, NOS GUSTARÍA QUE USTED FUERA LA MADRINA DE NUESTRA BODA.”
A esta carta la maestra le contestó con otra que le decía: “ME HIZO MUCHA ILUSIÓN RECIBIR TU CARTA Y ME ALEGRO DE QUE TE CASES Y POR SUPUESTO, ME ENCANTARÁ SER TU MADRINA. JUDAS FUISTE TÚ, QUIEN ME ENSEÑÓ QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA. ADEMÁS, NO SABÍA CÓMO EDUCAR HASTA QUE TE CONOCÍ”.
Y así acaba la historia de esta maestra que aprendió una lección que ella no era capaz de impartir.
CONCLUSIÓN:
Recuerda que donde quiera que vayas y hagas lo que hagas, tendrás la oportunidad de tocar o cambiar los sentimientos de alguien. Trata entonces de hacerlo de a la manera que Jesús lo haría.
¡¡Bendiciones!!
NARRADOR
MAESTRA
ALUMNO MAL PORTADO (Judas Aparicio)
MANOLITO
ALUMNOS
NARRADOR. Este día queremos compartir con ustedes una historia que ocurrió hace mucho tiempo. El escenario está ambientado en el aula de Escuela Bíblica Dominical. Se cuenta que en este aula, la maestra aprendió algo que ella no era capaz de enseñar a sus alumnos hasta que pasó algo que le abrió los ojos. Estén muy atentos y vamos a ver lo que ocurrió.
(La escena comienza con los jóvenes alborotados que se arrojan unos a otros boletas de papel. Destaca en el relajo Judas Aparicio. Entra la maestra y ve el cuadro.)
MAESTRA. Por favor, ya está bien, compórtense como es debido. (Dando palmas.) Vamos, vamos, cada uno en su sitio.
(Obedecen todos excepto Judas que desde su sitio sigue arrojando bolas de papel.)
MAESTRA. Judas, por favor, ¿quieres estarte quieto? Revolucionas toda la clase.
(Judas obedece.)
MAESTRA. Bendiciones niños… hoy vamos aprender algo nuevo de la palabra de Dios. Cierren sus ojos vamos a orar.
(Cierran sus ojos y repiten la oración con la maestra.)
MAESTRA. Está bien, vamos a cantar para alabar a nuestro Dios
(Todos obedecen y se ponen a cantar junto a la maestra… pero Judas sigue molestando a los niños que se encuentran a su alrededor y la maestra solo lo observa.)
MAESTRA. Abrid su cuaderno del alumno y vamos a repasar la historia bíblica que corresponde a este día.
(Ojea unos papeles que tiene encima de la mesa. Judas comienza a secretearse con el compañero de al lado. La maestra lo ve y agota su paciencia.)
MAESTRA. Judas, levántate y ponte hacia la pared. Ya me tienes harta. Todos los domingos es igual. (Alzando la voz.) ¡He dicho que te pongas cara la pared!
JUDAS. Pero señorita, Pepito también ha hablado…
MAESTRA. Tú eres el culpable de todo. Eres el ángel negro de esta clase. No me repliques y a la pared.
(Judas se levanta y se pone cara a la pared.)
MAESTRA. (Como en sus pensamientos… pero en voz alta) Dios mío ya no soporto a este niño, yo no paso a traerlo y él es el primero en estar aquí esperando la clase… ya no sé que hacer con él. ¡Ojala el próximo domingo no venga!
NARRADOR. Ahí en la primera fila se sentaba Judas. La maestra observaba a Judas y había notado un cambio brusco en su actitud. También veía que su ropa estaba muy descuidada y que no le haría nada mal un buen baño. Digamos que Judas comenzaba a resultarle un tanto desagradable.
(La escena continua en el aula. Judas continúa castigado y la maestra comienza a hablar como si estuviera pensando.)
MAESTRA. ¡Vaya con el niño éste! No sé qué es lo que le sucede, antes no se comportaba de esta manera… era muy atento a la clase y hoy es todo un demonio, ya me es insoportable. Si por mí fuera no lo dejaba entrar pero bien tempranito está aquí esperando a que abra para dar la clase y para mi desgracia no falta ni un domingo… ¡Ay, Señor! ¿Qué haré…? Creo que este niño me provocará un infarto… Déjame descansar un día, Señor, y que no venga a la clase Judas… ¡Por favor, Señor!
MAESTRA. Bien, entreguen sus manuales para que se los califique y el próximo domingo se los tendré ya con sus notas.
(Comienza a recoger los cuadernos de los niños, uno por uno…. Y los va felicitando a todos. Cuando llega donde Judas le dice, seguramente tú tendrás un cero…. No sabes hacer nada bueno, solo molestar.)
NARRADOR. Y así pasaban los días, Judas haciéndole la vida imposible a la maestra y ella gozando cada vez que tenía que ponerle un cero. Pero un día ocurrió algo que cambió la vida de los dos. En el día de la celebración del día del Maestro, los alumnos tienen costumbre de obsequiar un presente a sus maestros.
(Aparece otra vez la escena de la clase. Todos los niños están en grupo hablando, bromeando y enseñando orgullosos los regalos envueltos en preciosos papeles decorados. Todos excepto Judas que está sólo afanándose en envolver algunos objetos. Entra la maestra.)
MAESTRA. Bien, muchachos. Se acabó la charla. Vamos cada uno a su sitio. (Fijándose en Juan.) ¡Qué raro que esté quieto! Algo estará tramando y seguro que no es nada bueno, pero por lo menos está tranquilo que ya es algo… Bendiciones, vamos a iniciar la clase de hoy.
(Todos obedecen excepto Judas que continúa con su tarea. La maestra lo observa, cuando se le acerca un niño de su clase)
MANOLITO. Hola hermana. ¿Cómo le fue el fin de semana?
MAESTRA. ¡Muy bien, Manolito! ¿Y a ti?
MANOLITO. No muy bien, maestra, porque en esta semana que pasó tuve que desvelarme mucho…
MAESTRA. ¿Por qué te desvelaste, Manolito? ¿Te dejaron muchas tareas en el Colegio?
MANOLITO. No, maestra…. ¿Que no sabe que fue lo que ocurrió hace algunos días?
MAESTRA. No, Manolito, cuéntame… ¿Qué fue lo que ocurrió?
MANOLITO. Es que usted sabe que hace muchos meses la mamá de Judas ha estado muy enferma y que las cosas en la casa de Judas han estado muy mal, porque han tenido muchos problemas. Tuvieron que gastar mucho dinero por la enfermedad de su mamá y ya no tenían quien cuidara de él y de sus hermanos porque su papá tenía que trabajar para que ellos comieran… (Mientras el niño hablaba la maestra se muestra muy sorprendida, porque ella no estaba enterada de todo lo que Judas había estado sufriendo) y entonces fue hasta esta semana que su mamá se murió y como yo estuve en el velorio de ella, por eso me desvelé en esta semana. ¡Ahhh, maestra, y ahora recuerdo que no la vi ni en el entierro!
(El niño se va hacia su asiento.)
MAESTRA. (La maestra se queda pensativa y preocupada.) Ahora encuentro la explicación a la conducta de este joven. ¡Qué mal me ha portado! En vez de hablar con él para ayudarle sólo le he tratado mal y he sido muy grosera con él… Dios perdóname por mi mala actitud, por no haber sido una buena maestra para Judas.
ALUMNO. Señorita, oiga, señorita.
(La maestra sin oír nada continúa con sus reflexiones.)
MAESTRA. ¡Qué egoísta he sido! ¡Jamás me perdonaré el comportamiento que he tenido con este joven!
ALUMNO. Señorita, señorita, ¿le ocurre algo?
MAESTRA. (Volviendo en sí.) ¿Eh? ¿Sí?
ALUMNO. ¿Se encuentra bien, señorita?
MAESTRA. Ah, sí, sí, me encuentro bien. No pasa nada, ¿qué quieres?
ALUMNO. Si le podemos entregar ya los regalos para celebrar su día y la excelente maestra que es.
MAESTRA. Sí, claro, claro. (Los niños van pasando a entregarle sus regalos. Judas sigue afanándose en envolver lo mejor que puede sus regalos. La maestra va abriendo los regalos y va comentando lo que le han regalado.) ¡Qué bonito, Casimira Bellavista! Muchas gracias. ¡Caramba, Petronila! Es estupendo. Mucho me gusta tu regalo Pepito.
(Los niños empiezan a hablar y a reír entre ellos mientras miran y señalan a Judas.)
MAESTRA. ¿Qué ocurre?
ALUMNO. Ya verá, maestra, qué sorpresa le espera… ¡Je, je!
(Judas se levanta con un paquete mal envuelto en un feo papel. La maestra desenvuelve el paquete y encuentra un viejo brazalete y un frasco de perfume a medio terminar. Risas de los niños.)
MAESTRA. (Poniéndose el brazalete.) ¡Basta, ya, muchachos! Es un regalo precioso que me queda muy bien. (Oliendo el frasco y echándose un poquito de perfume.)
JUDAS. Los usaba mi madre. Y ahora usted huele como solía oler mi mamá.
NARRADOR. Aquel día cuando acabó la clase la maestra lloró como nunca antes había llorado. Judas entregándole lo más precioso que tenía y ella incapaz de entregarle un poco de afecto y comprensión. En ese momento la maestra tomó una decisión. Se iba a dedicar en alma y cuerpo a ese muchacho y a todos los demás. Comprendió que enseñar a los niños es mucho más que impartirles matemáticas, literatura o química. Entendió que enseñar era compartir las alegrías y penas, y ayudarles a superar los momentos difíciles de su vida.
(Hacen una pausa para que aparezca en escena Judas y la Maestra… Estudiando)
NARRADOR. A partir de entonces la maestra pasó mucho tiempo con Judas, conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro empezó a revivir. Mientras más lo apoyaba, él respondía más rápido. A final del año Judas se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase. Un día, la maestra encontró encima de su mesa una nota firmada por Judas, que decía. “Es usted la mejor maestra que he tenido en mi vida”.
Pasaron los años y la maestra y Judas seguían manteniendo relación mediante cartas.
Judas le iba contando sus progresos y la maestra estaba muy orgullosa de él. La historia no termina aquí…
Judas envió una carta a su maestra preferida, diciéndole:
“QUERIDA MAESTRA…
POR FIN HE ACABADO MIS ESTUDIOS EN EL INSTITUTO BÍBLICO Y AÚN ASÍ SIGO PENSANDO QUE ES USTED LA MEJOR MAESTRA QUE HE TENIDO EN MI VIDA.
MUCHAS GRACIAS POR CREER EN MÍ, POR HACERME SENTIR IMPORTANTE Y MOSTRARME QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA.
TENGO UNA BUENA NOTICIA QUE DARLE: MI NOVIA Y YO HEMOS DECIDIDO CASARNOS Y YA TENEMOS LA IGLESIA EN LA CUAL SERVIREMOS A DIOS COMO PASTORES, NOS GUSTARÍA QUE USTED FUERA LA MADRINA DE NUESTRA BODA.”
A esta carta la maestra le contestó con otra que le decía: “ME HIZO MUCHA ILUSIÓN RECIBIR TU CARTA Y ME ALEGRO DE QUE TE CASES Y POR SUPUESTO, ME ENCANTARÁ SER TU MADRINA. JUDAS FUISTE TÚ, QUIEN ME ENSEÑÓ QUE YO PUEDO HACER LA DIFERENCIA. ADEMÁS, NO SABÍA CÓMO EDUCAR HASTA QUE TE CONOCÍ”.
Y así acaba la historia de esta maestra que aprendió una lección que ella no era capaz de impartir.
CONCLUSIÓN:
Recuerda que donde quiera que vayas y hagas lo que hagas, tendrás la oportunidad de tocar o cambiar los sentimientos de alguien. Trata entonces de hacerlo de a la manera que Jesús lo haría.
¡¡Bendiciones!!
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