12 Minutos y 4 Personajes. Una madre pide ayuda a sus dos hijas para limpiar el ático de su casa. Mientras comentan los recuerdos que les evoca lo que encuentran se va perfilando el carácter de cada una y resurgen las viejas rencillas de la infancia.
LA HISTORIA INTERIOR
© Mary Anne Brannon, traducido por Loida Somolinos con permiso
© Mary Anne Brannon, traducido por Loida Somolinos con permiso
PERSONAJES
MAMÁ
LEONOR
MÓNICA
ENRIQUE
(La escena se abre con la Madre en el escenario. Lleva un cuaderno para hacer un inventario y aparece sentada en una silla, lista para dar órdenes.)
MAMÁ. (Chillando hacia la puerta del ático.) ¡Chicas, subid aquí arriba! Tenemos que empezar. (Mira alrededor y suspira.) No sé si voy a poder terminar con todo esto. (Dice en voz alta…) Antonio, todavía no te he perdonado por dejarme aquí sola con este lío.
(Entran las hermanas. Están comentando el calor que hace y el polvo que hay. Leonor se queja mucho más que Mónica.)
MAMÁ. (Dulcemente.) Leonor, como eres un poco alérgica al polvo que deja a Mónica que mueva todas las cosas. No quiero que te pongas mal. El banquete al que quiero que me acompañes es este fin de semana y no tengo todos los años a mi dulce Leonor para que me venga conmigo.
(Mónica mira a su madre, le da la espalda y le sonríe sarcásticamente a Leonor.)
MÓNICA. (Al público mofándose.) "... mi dulce Leonor".
LEONOR. (Ignora a Mónica y se dirige a la madre.) Mamá, siempre has sido tan cuidadosa con mi salud.
MÓNICA. (Al público, mofándose.) "Tú siempre has sido tan cuidadosa con mi salud."
LEONOR. (Mira severamente a Mónica.) No te preocupes, estaré bien. El médico me conoce muy bien y me receta siempre lo que necesito. Además, tengo muchas ganas de ver qué es lo que has guardado todos estos años aquí. Seguro que hay cosas muy valiosas.
MAMÁ. Vale, cariño, si estás tan segura, empecemos ya. Mónica, coge esa caja de la esquina. ¿Quién sabe lo que habrá allá metido? Leonor, ¿podrías coger esa de aquí? (Acaricia a Leonor en la espalda.) Yo cogeré el inventario.
MÓNICA. Mamá, me imagino que no vas a guardas todas estas cosas, ¿verdad? (se va hacia la esquina cuando su madre le da las instrucciones). No tienes sitio suficiente en la nueva casa.
MAMÁ. Ya lo sé, ya. Sería una tontería. Sólo tengo que decidir qué es lo que voy a guardar porque algún día vosotras tendréis que decidir lo que querréis o lo que no. Yo no estaré allí entonces.
LEONOR. Mamá, no quiero que pienses así, por favor. Ya me has dado muchas cosas preciosas. Mónica se puede quedar con el resto. (Mónica mira a Leonor, y después continúa con las cajas.)
MÓNICA. (Se gira hacia ellas.) Oh, mirad esto. Era mi muñeco favorito. (Puede ser cualquier cosa mientras parezca viejo y entrañable.)
MAMÁ. Ah, sí, me acuerdo de él. Leonor, ¿no te producía alergias? Algo que tenía en la piel sintética del peluche...
MÓNICA. Mamá, eso no era así… Creo que el peluche era alérgico a Leonor. (La mamá le da un cabezazo a Mónica.)
LEONOR. (Saca el vestido de la promoción.) Aún está esto aquí (se levanta y hace como si se lo probara para ver si le quedaba bien aún.) Me acuerdo que estuve bailando toda la noche con mi guapo acompañante. Mamá, ¿te acuerdas que papá gastó todo el carrete de fotos esa noche?
MÓNICA. (Sarcástica.)
MAMÁ. Tu padre estaba muy orgulloso de su pequeña princesa.
LEONOR. (Sigue mirando en el baúl.) Mirad, mis zapatillas de ballet. Son las que usé la primera vez que hice un sólo en el escenario del colegio. Mamá, ¿te acuerdas? Creo que podría hacer algo interesante con ellas ahora. Nos han dado muchas ideas en las clases de trabajos manuales a la que asisto…
MÓNICA. Seguro que sí. (Mamá mira a Mónica, pone el dedo en sus labios como diciendo "Es suficiente".)
MAMÁ. (Cambia de tema.) Me acuerdo que tiene que haber un álbum de fotos por algún rincón... Leonor, mira debajo de la mesa. Me acuerdo que lo lanzamos por la puerta del ático, justo antes de que tu padre me amenazara con sellar la puerta con clavos si no paraba de acumular cosas.
LEONOR. Tienes razón, como siempre (le sonríe a su madre.) Aquí está. (Se sienta cerca de su madre y abre el álbum.) No lo había visto antes. ¿De qué año son estas fotos?
MAMÁ. Son más viejas que vosotras porque son de cuando éramos novios. ¿No veis qué coche tan viejo? Y mirad los vestidos... ¡Qué pintas!
MÓNICA. (Se coloca detrás de Mamá y de Leonor y señala una fotografía.) ¿Quién era esta mujer? Está muy pálida. No me acuerdo de haberla visto antes.
MAMÁ. Esa era tu tía abuela Mónica. Te pusimos su nombre en su honor.
LEONOR. ¿Hay una foto de la prima Leonor? Me gustaba mucho. Siempre iba a mis conciertos de piano. Me acuerdo que una vez me trajo una docena de rosas.
MAMÁ. (Pasa otra página.) Mira, aquí está. ¿A que era guapa? Tanto como a la niñita que le pusimos ese nombre. (La mamá abraza a Leonor, Mónica sigue detrás de ellas, suspira...)
MÓNICA. (Se va a ver las cosas de otra caja, cambia de tema y encuentra algo que realmente le gusta.) Mamá, aquí está el poema que escribí para ti cuando estaba en tercero. Era muy especial para mí porque la profesora Albiac me pidió que lo leyera delante de toda la clase. Le hizo llorar un poquito. No sabía que guardabas todas estas cosas.
MAMÁ. Bueno, tú eras (acentúa esta parte) una niña tan dulce, cuando querías. El poema me impresionó mucho. Eras una niña muy callada, nunca querías ir a otros lugares. Supongo que tenías un don para la escritura. (Mónica sonríe cuando oye eso de su madre.) ¡Qué pena que no siguieras así!
MÓNICA. Mamá, ¿por qué no me animaste más? Siempre alababas a Leonor por todo lo que hacía, incluso cuando no era tan perfecto como ella pensaba. Yo también necesitaba esos ánimos. ¿Por qué pues yo no los recibía? (La madre va a hablar pero le interrumpe.)
LEONOR. Mónica, tú tienes celos de mí. Tienes celos de lo guapa y sofisticada que soy así como del gran talento que tengo para todo. Y y y y… porque no he tenido que vivir con mamá hasta los 40 años.
MÓNICA. (Se lanza a la cara de Leonor.) Siempre querías llamar la atención de todo el mundo y tenías que competir con todos. Cuando papá se murió, tú te fuiste de casa. No podía dejar a mamá sola en esta casa tan grande.
MAMÁ. ¡Chicas! ¡Parad ahora mismo! (Ellas continúan peleándose.)
LEONOR. Tú sabes que eso no es... Tú matrimonio es un fracaso, por eso viniste aquí.
(Las dos comienzan a señalarse y a murmurar. La madre va a la puerta y llama a Enrique, el marido de Mónica.)
(Siguen chillándose cuando él se interpone entre las dos. Las separa.)
ENRIQUE. Mónica, sabía que esto iba a pasar. Siempre te digo que te controles más pero no. Sigues comportándose como hace 20 años cuando nos casamos. Tú no eres como Leonor. Y, ¿por qué querrías serlo? (Mónica le mira a él, Leonor le frunce el ceño.) No sé por qué pierdo el tiempo con vosotras. Venid abajo las dos y calmaos.
(Enrique acompaña a las mujeres a las escaleras.)
ENRIQUE. Todos somos diferentes, Mónica. Gracias a Dios que no todos somos igual. Vosotras tendríais que estar ahora más unidas que nunca. (Suspira.)
(Salen todas menos la madre. Coge el poema de Mónica. Se sienta y lo lee para sí. Saca un pañuelo y se seca los ojos, guarda el poema en el bolsillo del delantal.)
MAMÁ. Me imagino que Mónica se ha olvidado de las veces que le pedí que me ayudara a escribir notas de agradecimiento y mensajes de navidad. Ella parecía tener la palabra justa para cada cosa. (Sonríe un poco.) Seguro que fueron todos los crucigramas que hacía y lo mucho que leía. Siempre estaba leyendo. Sabía que podía hacer lo que quisiera con su escritura. Todos los hijos de Dios tienen dones y gracias especiales, pero Mónica estaba demasiado ocupada comparándose con Leonor para saber los suyos. Es una buena persona. Leonor no habría llevado el gato de los vecinos al veterinario; Leonor no se habría sentado con el abuelo para escuchar las historias de la guerra sin volverse loca. Lo que importa es lo que hay en el interior. Allí es donde vive Dios. Él la ama y yo también. Necesito decírselo.
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© Mary Anne Brannon 1999. Todos los derechos reservados. Esta obra se puede representar gratuitamente con la condición de que no se venda ninguna copia, ni de que se cobre un importe por la entrada. A cambio de la obra, la autora agradecería que se le notificara cuándo y con qué propósito se va a poner en escena la obra. Se puede contactar con ella en: bbrannon0403@charter.net
MAMÁ
LEONOR
MÓNICA
ENRIQUE
(La escena se abre con la Madre en el escenario. Lleva un cuaderno para hacer un inventario y aparece sentada en una silla, lista para dar órdenes.)
MAMÁ. (Chillando hacia la puerta del ático.) ¡Chicas, subid aquí arriba! Tenemos que empezar. (Mira alrededor y suspira.) No sé si voy a poder terminar con todo esto. (Dice en voz alta…) Antonio, todavía no te he perdonado por dejarme aquí sola con este lío.
(Entran las hermanas. Están comentando el calor que hace y el polvo que hay. Leonor se queja mucho más que Mónica.)
MAMÁ. (Dulcemente.) Leonor, como eres un poco alérgica al polvo que deja a Mónica que mueva todas las cosas. No quiero que te pongas mal. El banquete al que quiero que me acompañes es este fin de semana y no tengo todos los años a mi dulce Leonor para que me venga conmigo.
(Mónica mira a su madre, le da la espalda y le sonríe sarcásticamente a Leonor.)
MÓNICA. (Al público mofándose.) "... mi dulce Leonor".
LEONOR. (Ignora a Mónica y se dirige a la madre.) Mamá, siempre has sido tan cuidadosa con mi salud.
MÓNICA. (Al público, mofándose.) "Tú siempre has sido tan cuidadosa con mi salud."
LEONOR. (Mira severamente a Mónica.) No te preocupes, estaré bien. El médico me conoce muy bien y me receta siempre lo que necesito. Además, tengo muchas ganas de ver qué es lo que has guardado todos estos años aquí. Seguro que hay cosas muy valiosas.
MAMÁ. Vale, cariño, si estás tan segura, empecemos ya. Mónica, coge esa caja de la esquina. ¿Quién sabe lo que habrá allá metido? Leonor, ¿podrías coger esa de aquí? (Acaricia a Leonor en la espalda.) Yo cogeré el inventario.
MÓNICA. Mamá, me imagino que no vas a guardas todas estas cosas, ¿verdad? (se va hacia la esquina cuando su madre le da las instrucciones). No tienes sitio suficiente en la nueva casa.
MAMÁ. Ya lo sé, ya. Sería una tontería. Sólo tengo que decidir qué es lo que voy a guardar porque algún día vosotras tendréis que decidir lo que querréis o lo que no. Yo no estaré allí entonces.
LEONOR. Mamá, no quiero que pienses así, por favor. Ya me has dado muchas cosas preciosas. Mónica se puede quedar con el resto. (Mónica mira a Leonor, y después continúa con las cajas.)
MÓNICA. (Se gira hacia ellas.) Oh, mirad esto. Era mi muñeco favorito. (Puede ser cualquier cosa mientras parezca viejo y entrañable.)
MAMÁ. Ah, sí, me acuerdo de él. Leonor, ¿no te producía alergias? Algo que tenía en la piel sintética del peluche...
MÓNICA. Mamá, eso no era así… Creo que el peluche era alérgico a Leonor. (La mamá le da un cabezazo a Mónica.)
LEONOR. (Saca el vestido de la promoción.) Aún está esto aquí (se levanta y hace como si se lo probara para ver si le quedaba bien aún.) Me acuerdo que estuve bailando toda la noche con mi guapo acompañante. Mamá, ¿te acuerdas que papá gastó todo el carrete de fotos esa noche?
MÓNICA. (Sarcástica.)
MAMÁ. Tu padre estaba muy orgulloso de su pequeña princesa.
LEONOR. (Sigue mirando en el baúl.) Mirad, mis zapatillas de ballet. Son las que usé la primera vez que hice un sólo en el escenario del colegio. Mamá, ¿te acuerdas? Creo que podría hacer algo interesante con ellas ahora. Nos han dado muchas ideas en las clases de trabajos manuales a la que asisto…
MÓNICA. Seguro que sí. (Mamá mira a Mónica, pone el dedo en sus labios como diciendo "Es suficiente".)
MAMÁ. (Cambia de tema.) Me acuerdo que tiene que haber un álbum de fotos por algún rincón... Leonor, mira debajo de la mesa. Me acuerdo que lo lanzamos por la puerta del ático, justo antes de que tu padre me amenazara con sellar la puerta con clavos si no paraba de acumular cosas.
LEONOR. Tienes razón, como siempre (le sonríe a su madre.) Aquí está. (Se sienta cerca de su madre y abre el álbum.) No lo había visto antes. ¿De qué año son estas fotos?
MAMÁ. Son más viejas que vosotras porque son de cuando éramos novios. ¿No veis qué coche tan viejo? Y mirad los vestidos... ¡Qué pintas!
MÓNICA. (Se coloca detrás de Mamá y de Leonor y señala una fotografía.) ¿Quién era esta mujer? Está muy pálida. No me acuerdo de haberla visto antes.
MAMÁ. Esa era tu tía abuela Mónica. Te pusimos su nombre en su honor.
LEONOR. ¿Hay una foto de la prima Leonor? Me gustaba mucho. Siempre iba a mis conciertos de piano. Me acuerdo que una vez me trajo una docena de rosas.
MAMÁ. (Pasa otra página.) Mira, aquí está. ¿A que era guapa? Tanto como a la niñita que le pusimos ese nombre. (La mamá abraza a Leonor, Mónica sigue detrás de ellas, suspira...)
MÓNICA. (Se va a ver las cosas de otra caja, cambia de tema y encuentra algo que realmente le gusta.) Mamá, aquí está el poema que escribí para ti cuando estaba en tercero. Era muy especial para mí porque la profesora Albiac me pidió que lo leyera delante de toda la clase. Le hizo llorar un poquito. No sabía que guardabas todas estas cosas.
MAMÁ. Bueno, tú eras (acentúa esta parte) una niña tan dulce, cuando querías. El poema me impresionó mucho. Eras una niña muy callada, nunca querías ir a otros lugares. Supongo que tenías un don para la escritura. (Mónica sonríe cuando oye eso de su madre.) ¡Qué pena que no siguieras así!
MÓNICA. Mamá, ¿por qué no me animaste más? Siempre alababas a Leonor por todo lo que hacía, incluso cuando no era tan perfecto como ella pensaba. Yo también necesitaba esos ánimos. ¿Por qué pues yo no los recibía? (La madre va a hablar pero le interrumpe.)
LEONOR. Mónica, tú tienes celos de mí. Tienes celos de lo guapa y sofisticada que soy así como del gran talento que tengo para todo. Y y y y… porque no he tenido que vivir con mamá hasta los 40 años.
MÓNICA. (Se lanza a la cara de Leonor.) Siempre querías llamar la atención de todo el mundo y tenías que competir con todos. Cuando papá se murió, tú te fuiste de casa. No podía dejar a mamá sola en esta casa tan grande.
MAMÁ. ¡Chicas! ¡Parad ahora mismo! (Ellas continúan peleándose.)
LEONOR. Tú sabes que eso no es... Tú matrimonio es un fracaso, por eso viniste aquí.
(Las dos comienzan a señalarse y a murmurar. La madre va a la puerta y llama a Enrique, el marido de Mónica.)
(Siguen chillándose cuando él se interpone entre las dos. Las separa.)
ENRIQUE. Mónica, sabía que esto iba a pasar. Siempre te digo que te controles más pero no. Sigues comportándose como hace 20 años cuando nos casamos. Tú no eres como Leonor. Y, ¿por qué querrías serlo? (Mónica le mira a él, Leonor le frunce el ceño.) No sé por qué pierdo el tiempo con vosotras. Venid abajo las dos y calmaos.
(Enrique acompaña a las mujeres a las escaleras.)
ENRIQUE. Todos somos diferentes, Mónica. Gracias a Dios que no todos somos igual. Vosotras tendríais que estar ahora más unidas que nunca. (Suspira.)
(Salen todas menos la madre. Coge el poema de Mónica. Se sienta y lo lee para sí. Saca un pañuelo y se seca los ojos, guarda el poema en el bolsillo del delantal.)
MAMÁ. Me imagino que Mónica se ha olvidado de las veces que le pedí que me ayudara a escribir notas de agradecimiento y mensajes de navidad. Ella parecía tener la palabra justa para cada cosa. (Sonríe un poco.) Seguro que fueron todos los crucigramas que hacía y lo mucho que leía. Siempre estaba leyendo. Sabía que podía hacer lo que quisiera con su escritura. Todos los hijos de Dios tienen dones y gracias especiales, pero Mónica estaba demasiado ocupada comparándose con Leonor para saber los suyos. Es una buena persona. Leonor no habría llevado el gato de los vecinos al veterinario; Leonor no se habría sentado con el abuelo para escuchar las historias de la guerra sin volverse loca. Lo que importa es lo que hay en el interior. Allí es donde vive Dios. Él la ama y yo también. Necesito decírselo.
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© Mary Anne Brannon 1999. Todos los derechos reservados. Esta obra se puede representar gratuitamente con la condición de que no se venda ninguna copia, ni de que se cobre un importe por la entrada. A cambio de la obra, la autora agradecería que se le notificara cuándo y con qué propósito se va a poner en escena la obra. Se puede contactar con ella en: bbrannon0403@charter.net
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