10 Minutos y 7 Personajes. Un rey no es feliz y sus siervos intentan buscarle soluciones.
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ
Teatro para marionetas
Hermanos Grim – Adaptación de Víctor Armenteros
PERSONAJES
NARRADOR
REY
RECAREDO
BUFÓN
JEFE
ENCARGADO
PASTOR
NARRACIÓN. Érase una vez, hace mucho tiempo en un país muy lejano donde vivía un rey muy rico, ocurrió esta historia:
El rey, que se llamaba Godofredo, tenía muchos caballos. Algunos eran muy negros y rápidos, otros eran muy grandes y lentos, otros muy blancos y elegantes. Tenía tantos que apenas sabía los nombres de todos. Él los usaba para dar largos paseos por sus bosques, pues tenía muchos bosques con muchos árboles y flores. Árboles muy grandes y ancianos, flores de muchísimos colores y tipos: azucenas, hortensias, claveles, rosas, geranios, jazmines, lirios... Bueno, muchísimas. Tenía también muchos perros ya que al rey le gustaba mucho cazar faisanes, liebres, conejos, jabalíes, ciervos, gamos... Bueno, le gustaba cazar de todo. Como tenía muchas riquezas también tenía numerosos ganados para alimentarse muy bien. ¡Ah! Vivía en un castillo muy grande y alto, con muchas almenas y banderas y un puente levadizo muy grande. En su castillo había muchos músicos y bufones. Allí, en el castillo, también vivía su hijo Recaredo al que quería mucho.
Un día, el rey Godofredo se puso enfermo. El médico fue a visitarlo y no sabía qué enfermedad podía tener. El caso es que el rey Godofredo estaba muy triste y ni él ni nadie sabían la razón. Acudió a visitarlo el encargado de los caballos un día.
ENCARGADO. ¿Majestad?
REY. Pasad, Encargado de mis caballos. Decidme qué queréis.
ENCARGADO. Hemos notado mis ayudantes y yo que su majestad se encuentra muy triste. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado su mejor caballo lo mejor que hemos podido. Hemos adornado los árboles del bosque y lo hemos plantado de flores. Todo esto para que su majestad pasee por allí y se mejore.
REY. ¡Ay! ¡Ojalá pudiera! No puedo pasear estando tan triste.
NARRACIÓN. El Encargado de los caballos se fue y vino el jefe de las cacerías.
JEFE. Majestad.
REY. Pasad, Jefe de las cacerías. ¿Qué queréis?
JEFE. Hemos notado mis ayudantes y yo que su majestad se encuentra muy triste.
REY. Esto me suena.
JEFE. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado los perros, los mejores, para que su majestad cace y se mejore. Hemos pintado dianas en todos los ciervos, en todos los gamos, en todos los jabalíes, en todos los conejos, en todas las liebres...
REY. ¡Basta! Estoy enfermo. No puedo cazar estando triste. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
NARRACIÓN. Después que se fue el Jefe de las cacerías vino el Pastor de todos los ganados del rey.
PASTOR. Majestad.
REY. Pasad, Pastor de los ganados. Decidme qué es lo que deseáis.
PASTOR. Hemos notado mis ayudantes y yo...
REY. Me está empezando a hartar tanto preámbulo.
PASTOR. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado para ello un gran banquete. Quizá si su majestad come bien se mejore.
REY. ¡Ay! Se me hace la boca agua pero... no puedo comer estando triste. ¡Ay qué tristísimo que estoy! ¡Ay! ¡Ayyyyyy!
NARRACIÓN. Nada más marchase el Pastor de los ganados vino el bufón de la Corte.
BUFÓN. Majestad, ¿sabe ese chiste de la hormiga que se carga al elefante?
REY. Sí.
BUFÓN. Majestad, he notado...
REY. ¡Lo sé! ¿Qué queréis?
BUFÓN. Quisiera contaros algunos chistes a ver si...
REY. Estoy triste y no estoy para bufonadas. ¡Ay! ¡Ayyy!
NARRACIÓN. Todos habían fallado en su intento de curar al rey. Se reunieron para hablar lo desanimados que estaban cuando llegó el Príncipe Recaredo.
RECAREDO. Vengo a daros una difícil tarea. Me ha dicho un sabio muy sabio de un país muy, pero que muy lejano, que la única solución para mi padre el Rey...
TODOS. ¡Viva el Rey!
RECAREDO. Dejadme que siga. La única solución para mi padre el Rey...
TODOS. ¡Viva el Rey!
RECAREDO. Silencio. Dice que la única solución es que busquemos a un hombre que sea feliz y le pongamos al rey una camisa de éste. Así que, ¡venga! A buscar todos esa camisa.
NARRACIÓN. Se despidieron del rey con muchas reverencias y se fueron a buscar la camisa del hombre feliz. Tardaron muchos días, semanas, hasta que fueron llegando uno a uno.
ENCARGADO. Majestad.
REY. ¿Tenéis la camisa?
ENCARGADO. No, Majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. Bueno, no te preocupes. ¡Qué le vamos a hacer!
JEFE. Majestad.
REY. ¿Tenéis la camisa?
JEFE. No, Majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. Nada, no llores. Otro lo encontrará.
PASTOR. Majestad.
REY. ¿La tenéis?
PASTOR. No, majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. ¡Pues lo tenemos claro! Bueno, no te preocupes.
NARRACIÓN. Todos tenían unas caras muy largas cuando vieron llegar al bufón.
BUFÓN. Majestad.
REY. ¿Sí?
BUFÓN. Estoy cansadísimo. Llevo semanas contando chistes y no hay manera. No hay nadie feliz.
REY. ¡Vaya!
NARRACIÓN. Estaban todos tristes cuando llegó el Príncipe Recaredo.
RECAREDO. Papá.
REY. Hijo, ¿la has encontrado?
RECAREDO. Cuando salí de aquí tuve que vadear grandes ríos, cruzar montañas heladas, luchar contra dragones...
TODOS. ¡Ohhhh!
RECAREDO. Lidiar terribles batallas con osados guerreros, asaltar inexpugnables castillos...
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. He recitado cientos de poemas en cientos de plazas, he...
REY. Hijo...
RECAREDO. ¿Sí, papá?
REY. Déjate de rollos y al grano.
RECAREDO. Tras todas mis peripecias encontré a un hombre que era muy, muy pobre pero era feliz.
REY. Entonces, ¿has traído su camisa?
RECAREDO. No, era tan pobre que no tenía camisa.
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. Pero me dijo su secreto.
TODOS. ¡Ahhh!
RECAREDO. Las riquezas no dan la felicidad.
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. Tampoco la pobreza.
TODOS. ¡Ahhh!
RECAREDO. El secreto de la felicidad está...
(Tose el bufón.)
TODOS. ¡Ssss!
RECAREDO. El secreto de la felicidad está en uno mismo.
NARRACIÓN. El rey se dio cuenta que su problema era su apego a las riquezas y fue repartiéndolas equitativamente a los que las necesitaban. Así, poco a poco, llegó a ser un hombre feliz.
Teatro para marionetas
Hermanos Grim – Adaptación de Víctor Armenteros
PERSONAJES
NARRADOR
REY
RECAREDO
BUFÓN
JEFE
ENCARGADO
PASTOR
NARRACIÓN. Érase una vez, hace mucho tiempo en un país muy lejano donde vivía un rey muy rico, ocurrió esta historia:
El rey, que se llamaba Godofredo, tenía muchos caballos. Algunos eran muy negros y rápidos, otros eran muy grandes y lentos, otros muy blancos y elegantes. Tenía tantos que apenas sabía los nombres de todos. Él los usaba para dar largos paseos por sus bosques, pues tenía muchos bosques con muchos árboles y flores. Árboles muy grandes y ancianos, flores de muchísimos colores y tipos: azucenas, hortensias, claveles, rosas, geranios, jazmines, lirios... Bueno, muchísimas. Tenía también muchos perros ya que al rey le gustaba mucho cazar faisanes, liebres, conejos, jabalíes, ciervos, gamos... Bueno, le gustaba cazar de todo. Como tenía muchas riquezas también tenía numerosos ganados para alimentarse muy bien. ¡Ah! Vivía en un castillo muy grande y alto, con muchas almenas y banderas y un puente levadizo muy grande. En su castillo había muchos músicos y bufones. Allí, en el castillo, también vivía su hijo Recaredo al que quería mucho.
Un día, el rey Godofredo se puso enfermo. El médico fue a visitarlo y no sabía qué enfermedad podía tener. El caso es que el rey Godofredo estaba muy triste y ni él ni nadie sabían la razón. Acudió a visitarlo el encargado de los caballos un día.
ENCARGADO. ¿Majestad?
REY. Pasad, Encargado de mis caballos. Decidme qué queréis.
ENCARGADO. Hemos notado mis ayudantes y yo que su majestad se encuentra muy triste. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado su mejor caballo lo mejor que hemos podido. Hemos adornado los árboles del bosque y lo hemos plantado de flores. Todo esto para que su majestad pasee por allí y se mejore.
REY. ¡Ay! ¡Ojalá pudiera! No puedo pasear estando tan triste.
NARRACIÓN. El Encargado de los caballos se fue y vino el jefe de las cacerías.
JEFE. Majestad.
REY. Pasad, Jefe de las cacerías. ¿Qué queréis?
JEFE. Hemos notado mis ayudantes y yo que su majestad se encuentra muy triste.
REY. Esto me suena.
JEFE. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado los perros, los mejores, para que su majestad cace y se mejore. Hemos pintado dianas en todos los ciervos, en todos los gamos, en todos los jabalíes, en todos los conejos, en todas las liebres...
REY. ¡Basta! Estoy enfermo. No puedo cazar estando triste. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
NARRACIÓN. Después que se fue el Jefe de las cacerías vino el Pastor de todos los ganados del rey.
PASTOR. Majestad.
REY. Pasad, Pastor de los ganados. Decidme qué es lo que deseáis.
PASTOR. Hemos notado mis ayudantes y yo...
REY. Me está empezando a hartar tanto preámbulo.
PASTOR. Quisiéramos ayudarle a que se sane y hemos preparado para ello un gran banquete. Quizá si su majestad come bien se mejore.
REY. ¡Ay! Se me hace la boca agua pero... no puedo comer estando triste. ¡Ay qué tristísimo que estoy! ¡Ay! ¡Ayyyyyy!
NARRACIÓN. Nada más marchase el Pastor de los ganados vino el bufón de la Corte.
BUFÓN. Majestad, ¿sabe ese chiste de la hormiga que se carga al elefante?
REY. Sí.
BUFÓN. Majestad, he notado...
REY. ¡Lo sé! ¿Qué queréis?
BUFÓN. Quisiera contaros algunos chistes a ver si...
REY. Estoy triste y no estoy para bufonadas. ¡Ay! ¡Ayyy!
NARRACIÓN. Todos habían fallado en su intento de curar al rey. Se reunieron para hablar lo desanimados que estaban cuando llegó el Príncipe Recaredo.
RECAREDO. Vengo a daros una difícil tarea. Me ha dicho un sabio muy sabio de un país muy, pero que muy lejano, que la única solución para mi padre el Rey...
TODOS. ¡Viva el Rey!
RECAREDO. Dejadme que siga. La única solución para mi padre el Rey...
TODOS. ¡Viva el Rey!
RECAREDO. Silencio. Dice que la única solución es que busquemos a un hombre que sea feliz y le pongamos al rey una camisa de éste. Así que, ¡venga! A buscar todos esa camisa.
NARRACIÓN. Se despidieron del rey con muchas reverencias y se fueron a buscar la camisa del hombre feliz. Tardaron muchos días, semanas, hasta que fueron llegando uno a uno.
ENCARGADO. Majestad.
REY. ¿Tenéis la camisa?
ENCARGADO. No, Majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. Bueno, no te preocupes. ¡Qué le vamos a hacer!
JEFE. Majestad.
REY. ¿Tenéis la camisa?
JEFE. No, Majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. Nada, no llores. Otro lo encontrará.
PASTOR. Majestad.
REY. ¿La tenéis?
PASTOR. No, majestad. No encontré a nadie feliz.
REY. ¡Pues lo tenemos claro! Bueno, no te preocupes.
NARRACIÓN. Todos tenían unas caras muy largas cuando vieron llegar al bufón.
BUFÓN. Majestad.
REY. ¿Sí?
BUFÓN. Estoy cansadísimo. Llevo semanas contando chistes y no hay manera. No hay nadie feliz.
REY. ¡Vaya!
NARRACIÓN. Estaban todos tristes cuando llegó el Príncipe Recaredo.
RECAREDO. Papá.
REY. Hijo, ¿la has encontrado?
RECAREDO. Cuando salí de aquí tuve que vadear grandes ríos, cruzar montañas heladas, luchar contra dragones...
TODOS. ¡Ohhhh!
RECAREDO. Lidiar terribles batallas con osados guerreros, asaltar inexpugnables castillos...
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. He recitado cientos de poemas en cientos de plazas, he...
REY. Hijo...
RECAREDO. ¿Sí, papá?
REY. Déjate de rollos y al grano.
RECAREDO. Tras todas mis peripecias encontré a un hombre que era muy, muy pobre pero era feliz.
REY. Entonces, ¿has traído su camisa?
RECAREDO. No, era tan pobre que no tenía camisa.
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. Pero me dijo su secreto.
TODOS. ¡Ahhh!
RECAREDO. Las riquezas no dan la felicidad.
TODOS. ¡Ohhh!
RECAREDO. Tampoco la pobreza.
TODOS. ¡Ahhh!
RECAREDO. El secreto de la felicidad está...
(Tose el bufón.)
TODOS. ¡Ssss!
RECAREDO. El secreto de la felicidad está en uno mismo.
NARRACIÓN. El rey se dio cuenta que su problema era su apego a las riquezas y fue repartiéndolas equitativamente a los que las necesitaban. Así, poco a poco, llegó a ser un hombre feliz.
1 comentario:
Gracias por estas obras de tanta bendición :)
Un saludo
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