5 Minutos y 2 Personajes. Diálogo poético de dos pastorcillos que van a adorar al niño Jesús.
LOS DOS PASTORCILLOS
PASTOR. ¿A dónde vas, pastorcilla?
PASTORA. No me entretengas, pastor.
PASTOR. ¡Mira! Sí que llevas prisa.
PASTORA. Voy a adorar al Señor.
PASTOR. ¿Al Señor? ¿Al rey Herodes que nos causa tanto mal?
PASTORA. No, sino a Jesús.
¿No oíste al angélico cantar?
¿Estabas durmiendo acaso?
PASTOR. Estaba lejos de aquí.
¿A Jesús? No lo conozco.
¿El cantar? Pues... ¡No lo oí!
PASTORA. ¿No sabes, pues, el suceso?
Óyeme y te contaré:
Un ángel bajó del Cielo...
PASTOR. ¿Un ángel?
PASTORA. ¡Escúchame!
Y a los pastores en vela les anunció que,
en Belén, en un pesebre,
nacía el Mesías de Israel.
PASTOR. ¿En un pesebre, dijiste?
¡El Mesías! ¿Puede ser?
No, mujer, no... ¿Tú le viste?
PASTORA. Muy prontito le veré.
Han ido ya otros pastores
y le han visto dormidito
envuelto en blancos pañales
en su cuna acostadito.
PASTOR. No seas tonta, pastora...
PASTORA. Ni tú incrédulo, pastor.
PASTOR. ¡No es posible!
PASTORA. ¿Qué te asombra?
PASTOR. Pero, mujer, por favor...
El Mesías será fuerte,
poderoso nacerá
y ese niño del pesebre...
PASTORA. ¿Ese niño? ¡Crecerá!
El ángel dijo venía
a ser Nuestro Salvador.
PASTOR. Mas... ¡Si en la paja nacía!
PASTORA. Para mostrarnos su amor.
Es Dios, pero se ha humillado,
empezando así a pagar
nuestra deuda de pecado,
en su buena voluntad.
PASTOR. Pues... no lo entiendo, pastora...
No sé cómo puede ser.
PASTORA. Pues ya lo sabes ahora, y,
Adiós, ¡que le voy a ver!
Quiero besar sus manitas
con sincera devoción,
pidiéndole de rodillas
que me dé su bendición.
PASTOR. Yo también lo necesito,
que también soy pecador.
PASTORA. ¿Sí? ¡Corramos!
PASTOR. ¡Me decido!
PASTORA. Dame la mano, pastor.
Se dan la mano y marchan con prisa.
LOS DOS PASTORCILLOS
PASTOR. ¿A dónde vas, pastorcilla?
PASTORA. No me entretengas, pastor.
PASTOR. ¡Mira! Sí que llevas prisa.
PASTORA. Voy a adorar al Señor.
PASTOR. ¿Al Señor? ¿Al rey Herodes que nos causa tanto mal?
PASTORA. No, sino a Jesús.
¿No oíste al angélico cantar?
¿Estabas durmiendo acaso?
PASTOR. Estaba lejos de aquí.
¿A Jesús? No lo conozco.
¿El cantar? Pues... ¡No lo oí!
PASTORA. ¿No sabes, pues, el suceso?
Óyeme y te contaré:
Un ángel bajó del Cielo...
PASTOR. ¿Un ángel?
PASTORA. ¡Escúchame!
Y a los pastores en vela les anunció que,
en Belén, en un pesebre,
nacía el Mesías de Israel.
PASTOR. ¿En un pesebre, dijiste?
¡El Mesías! ¿Puede ser?
No, mujer, no... ¿Tú le viste?
PASTORA. Muy prontito le veré.
Han ido ya otros pastores
y le han visto dormidito
envuelto en blancos pañales
en su cuna acostadito.
PASTOR. No seas tonta, pastora...
PASTORA. Ni tú incrédulo, pastor.
PASTOR. ¡No es posible!
PASTORA. ¿Qué te asombra?
PASTOR. Pero, mujer, por favor...
El Mesías será fuerte,
poderoso nacerá
y ese niño del pesebre...
PASTORA. ¿Ese niño? ¡Crecerá!
El ángel dijo venía
a ser Nuestro Salvador.
PASTOR. Mas... ¡Si en la paja nacía!
PASTORA. Para mostrarnos su amor.
Es Dios, pero se ha humillado,
empezando así a pagar
nuestra deuda de pecado,
en su buena voluntad.
PASTOR. Pues... no lo entiendo, pastora...
No sé cómo puede ser.
PASTORA. Pues ya lo sabes ahora, y,
Adiós, ¡que le voy a ver!
Quiero besar sus manitas
con sincera devoción,
pidiéndole de rodillas
que me dé su bendición.
PASTOR. Yo también lo necesito,
que también soy pecador.
PASTORA. ¿Sí? ¡Corramos!
PASTOR. ¡Me decido!
PASTORA. Dame la mano, pastor.
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