15 Minutos y 14 Personajes. Lucía desea escaparse de su casa porque no soporta a su familia. Su novio la acompañará pero el retraso del mismo y el encuentro con varias personas, le harán replantearse mejor su situación.
HOGAR, ¿DULCE HOGAR?
Cesiah PimentelPERSONAJES
LUCÍA
VECINO
AMIGA DEL VECINO
VOCERO
FORÁNEO
AMIGA 1
AMIGA 2
PADRE
COMPAÑERO DE TRABAJO
ANA
ANCIANO
VAGABUNDO 1
VAGABUNDO 2
ALBERTO
(Escena única: Un parque con tres bancas, plantas, farol y un teléfono público. Lucía entra por el lado derecho. Trata de pasar inadvertida pero en su afán llama la atención por su actitud sospechosa. Viste ropa cómoda y carga una mochila repleta. Voltea a todos lados como buscando a alguien. Ve su reloj y hace una negativa con la cabeza.)
LUCÍA. (Hablando sola.) ¡Si siempre es tan puntual! Justo cuando más necesidad, ¡ay...! Llega tarde. (Cruza los brazos. Su actitud es nerviosa. Decide sentarse en la banca de la derecha.)
(Repentinamente entra un señor por el lado izquierdo.)
LUCÍA. (Con voz de asombro) ¡Mi vecino! (Busca algo para esconderse y encuentra debajo de la banca un periódico con el cual finge leer y se tapa la cara.)
(El señor entra con la misma actitud nerviosa. Lucía baja lentamente el periódico para verlo. En ese momento entra una joven por el lado derecho.)
VECINO. ¿Nadie te vio?
AMIGA. Nadie. No sabes cómo te extrañé. (Trata de acercarse más. El señor lo impide.)
VECINO. ¡Aquí no!... ¡Vamos! Ya sabes cómo es la gente de chismosa.
(Voltean a todos lados y salen por el lado izquierdo.)
LUCÍA. (Hablando sola.) ¡Quién lo pudiera creer! Si es mi vecino y tiene dos niños... y su esposa que se ve que lo quiere tanto. ¡Qué bárbaro! Engañándola de esa manera... (Hace una negativa con la cabeza.)
(Entran por el lado derecho dos hombres trajeados, los cuales acaban de salir de su oficina.)
LUIS. ¿Qué paso, Sergio? Vamos a la casa. Les dije a los muchachos de la otra vez que nos juntáramos esta vez en mi casa para el partido de domingo. Seguro en ésta sí nos reponemos.
SERGIO. Lo que pasó la otra vez fue que nos pesaron medio cansados. Esta sí les ganamos.
LUIS. Está bien, voy a por ti a las 8:00 pm.
SERGIO. Vale pues... (Como recordando algo.) ¡No! Espérame… Ahora que recuerdo le prometí a mi hijo que lo llevaría a aprender a montar en bici.
LUIS. ¿Qué? Deja eso para otra ocasión, ¡vamos!
SERGIO. Tú sabes que me encantaría pero le prometí a mi esposa que pasaría más tiempo con mis hijos.
LUIS. ¡Ay, Sergio! Esto de ser padre te lo estás tomando muy a pecho... Pero en fin... Ni hablar. En otra ocasión será.
(Salen por la puerta izquierda. Entra niño vocero por el lado izquierdo.)
VOCERO. ¡Extra! ¡Extra! Niño de seis años mata a su compañera de clases. ¡Extra! Acusan a Padres de falta de atención. ¡Extra! (Sale por la puerta derecha.)
LUCÍA. ¡Qué terrible!! ¿Qué tan importante será que los padres les pongan atención a sus hijos? Y hablando de atención… y Alberto que no llega... ya me desesperó.
(Entra joven por la puerta izquierda. Como buscando algo en su cartera saca una tarjeta de teléfono y se dirige al teléfono. Marca y espera.)
FORÁNEO. ¡Mamá! ¡Qué gusto escuchar tu voz! (Finge tener una conversación.) ¿Cómo está todo por allá? ... ¿Y mis hermanas y mi papá?... Salieron... Sí, sí, estoy comiendo bien... Pero, ¡cómo extraño la comida que me hacías!... Sí, voy en tres meses... Te llamo en dos semanas... Te quiero mucho... Te extraño mucho... (Como llorando.) No, no estoy llorando es que me está cambiando la voz… (En son de broma.) Besos... Salúdame a todos. Bye. (Para sí en tono melancólico.) ¿Quién pudiera estar en su casa? Me encantaría poder estar allá.
(Sale por el lado izquierdo mientras Lucía lo observa.)
LUCÍA. (Reflexionando.) Y yo que me quiero ir lejos... (Reaccionando.) ¡Pero ya no los aguanto! Ese muchacho no ha de tener papás como los míos.
(Entran por el lado derecho dos jóvenes platicando.)
AMIGA 1. Oye, ¿viste el programa de Cristina ayer?
AMIGA 2. No, pues estaba haciendo el trabajo. ¿De qué trato?
AMIGA 1. ¡Hombre, hubieras visto! Se trató de dos hombres que los casaron.
AMIGA 2. ¿Qué? ¡Huácale!
AMIGA 1. Bueno, pues ahí dijeron hasta que ellos van a buscar la manera para poder adoptar a un hijo y así poder ser una verdadera familia. ¿Tú crees?
AMIGA 2. Bueno. Pues ya no sé ni qué pensar. ¿Será que la familia tradicional está pasando de moda?
(Durante su conversación Lucía hace muecas de rechazo. Cuando se alejan piensa en voz alta.)
LUCÍA. Definitivamente a ese extremo no, pero eso sí, la familia ya no es lo mismo.
(Salen por el lado izquierdo. Entra un hombre mayor por el lado derecho, busca un asiento y se sienta en la banca donde está Lucía. Saca un libro y empieza a leer. Por el lado izquierdo entra Ana. Mientras Lucía y Ana dialogan el hombre desvía la vista de su lectura en varias ocasiones como interesándose en la plática.)
ANA. ¿Lucía? ¿Qué haces aquí? (Como sorprendida.) ¿No se supone que hoy era el paseo de la escuela? Me contaste que iban a ir a nadar.
LUCÍA. (Inquieta se para.) Pues sí, Ana pero ya ves, no fui. ¿Y tú? (Como esquivando la pregunta.) ¿Qué haces aquí? ¿Salieron temprano de tu escuela?
ANA. No, no fui a clases. Lo que pasa es que mis papas cumplen 25 años de casados. Y le vamos a hacer una fiesta sorpresa. Así que estamos preparando todo. Yo hablé con los maestros. No había otra forma de que saliera. Mis papas siempre saben donde ando. Me da tanto gusto verlos juntos... Pareciera que todavía son novios.
LUCÍA. ¡Ay, Ana! ¡Quién fuera tú! Tan bonita que es tu familia... Si yo tuviera una así, ni siquiera pensaría en escaparme.
ANA. ¿Qué? ¿Pensabas escaparte?
LUCÍA. Pues, no exactamente.
ANA. Pero, ¿qué ibas a hacer tú sola?
LUCÍA. (Como defendiéndose.) ¿Y quién te dijo que me iba a ir sola? Lo siento, Ana, no te lo quería decir pero, prométeme que no se lo dirás a nadie.
(Ana asiente con la cabeza.)
LUCÍA. Alberto y yo hemos decidido fugarnos. Ya hablamos, le pedí que me hiciera ese favor. Ya no aguanto a mis papás; se han puesto de lo más pesado.
ANA. Lo de tu familia no creo que sea para tanto. Piénsalo, Lucía. Si realmente quieres a Alberto tanto, ¿por qué no se esperan mejor a que terminen las clases y organizan una boda, aunque sea sencilla? (Tratando de ayudar.)
LUCÍA. Ese es el punto, Lucía, yo no quiero formar una familia. La unión libre es la mejor opción. No hay compromisos. Cuando él se harte se puede ir y cuando yo quiera, me voy. No le rindo cuentas a nadie de mis actos. Además, (como buscando otra excusa) la familia tradicional ya ha pasado de moda.
ANA. ¡Ay, Lucía! Pues no estoy de acuerdo contigo pero en fin... Sinceramente, te deseo lo mejor y te sugiero que lo pienses dos veces. Me tengo que ir, cualquier cosa ya sabes donde encontrarme.
(Con tristeza se retira y sale por el lado derecho. Lucía se sienta y suspira.)
HOMBRE. Es increíble cómo las historias se repiten una y otra vez.
LUCÍA. ¿Perdón? (Extrañada.)
HOMBRE. Como humanos repetimos los mismos errores, ¿no crees? Y no queremos aprender en cabeza ajena.
LUCÍA. Disculpe señor, pero no sé de qué está hablando. Quizá usted me está confundiendo.
HOMBRE. Discúlpame tú a mí, jovencita, sé que no es de mi incumbencia pero no pude evitar escuchar la conversación que sostuviste con tu amiga. Sé que los jóvenes como tú ven en nosotros, los que ya hemos vivido un tramo mucho más que ustedes, como a enemigos, anticuados y hasta obsoletos. Pero si me permites, te cuento mi historia:
Yo aunque en esto no lo creas, fui joven, como tú. Bueno, hace ya un tiempo... Y pensé que mi familia me restringía demasiado. Todo eran reglas; creí que no buscaban mi felicidad así que decidí alejarme. Me fui de mi casa y creí que había encontrado la felicidad. Eran fiestas interminables las que pasaba. Según yo, había encontrado la felicidad. Pero en una ocasión un muchacho amigo mío intento hacer una broma mayor a las acostumbradas y tuvimos grandes problemas. Las autoridades nos detuvieron y ahora, cuando buscaba a los supuestos amigos, todos me daban la espalda. Nadie quería ayudarme. Con humildad pedí que avisaran a mi familia. No puedo explicarte cómo me sentí cuando ellos vinieron y actuaron como si nunca hubiera sucedido nada. Pagaron la fianza y me llevaron a casa. Ahí aprendí que ellos siempre habían tenido la razón y trataban de protegerme al prohibirme algunas cosas. Descubrí que ellos me querían más de lo que yo me podía imaginar. Desde entonces, aprecié a mis padres y mis hermanos como nunca antes lo había hecho. Ellos ya no viven pero decidí formar otro pedacito de cielo como en el que había vivido. Y ahora tengo una gran familia a la que quiero mucho. La familia no ha pasado de moda, aunque según veo se pretende hacer creer a la gente que existen otras nuevas modalidades. Existen muchos inconvenientes, no te lo voy a negar, como la infidelidad, el engaño, la falta de atención, entre otras cosas... Pero eso no significa que sean factores imposibles para crear un hogar estable. Todos pasamos por dificultades, pero si buscamos algunos importantes valores como el amor, la confianza, la paciencia y la honestidad te aseguro que tú podrás formar un hogar diferente.
(Lucía asiente con la cabeza en actitud de reflexión, cuando repentinamente entran dos niños corriendo y abrazan al señor.)
NIETO 1. Abuelito, te estamos buscando.
NIETO 2. Nos envío mi abuelita por ti.
HOMBRE. Pero, ¿qué pasa? ¿Todo está bien?
NIETO 1. Sí, abuelito, lo que pasa es que mamá y papá te trajeron una torta a ti y a mi abuelita.
NIETO 2. No, no le digas, mamá dijo que era sorpresa...
HOMBRE. No se preocupen, no he escuchado nada. Andando pues. (Se detiene y voltea con Lucía.) Piénsalo, hija, te perderías un gran tesoro.
(Lucía se queda sola. Entran por el lado izquierdo dos vagabundos recogiendo basura. El Vagabundo 1 encuentra una revista y la empieza a hojear.)
VAGABUNDO 1. Mira no mas esta revista, está interesante este artículo.
VAGABUNDO 2. ¿Qué dice?
VAGABUNDO 1. Menciona a todos los enemigos de la familia. (Leyendo mal) “La f_a_l_t_a de ti_e_m_po, d_e c_om_un_ic_a_ci_ón...”
VAGABUNDO 2. Pepe, ¿pero tú crees que exista alguien que no quiera a su familia?
VAGABUNDO 1. No lo creo. Bueno, al menos si yo tuviera una la querría mucho.
VAGABUNDO 2. Ya basta, Jorge, que me haces ponerme a llorar aquí mismo…
(Salen con abrazados por el lado derecho.)
LUCÍA. (Suspira y hablando sola.) ¡Y yo que sí tengo una familia…!
(Entra Alberto por el lado derecho. Lucía se para y va hacia él.)
LUCÍA. ¿Por qué llegaste tan tarde?
ALBERTO. ¿Tan tarde? Si apenas son las 11:59.
LUCÍA. ¿Cómo que las 11:59? Si ya es la una.
ALBERTO. ¿La una? ¡Ay, Lucía! ¿No recuerdas que ayer fue el cambio de horario? Tenías que adelantar tu reloj una hora.
LUCÍA. ¡Ups! Con lo enojada que estaba con mis papas, ni me acordé.
ALBERTO. Lucía, hablando de tus papás, he pensado mejor las cosas... Y creo que mejor...
LUCÍA. ¿Tú también? Por un lado, ¡qué bueno que te tardaste! He visto tantas cosas hoy que estoy segura que mi hogar es el mejor lugar. Alberto, ¿te gustaría formar una verdadera familia?
ALBERTO. Claro.
LUCÍA. Creo que mejor esperamos. Me gustaría llegar a casa y poder decir “Hogar dulce hogar”.
ALBERTO. Creo que podemos formar ese hogar que haga la diferencia, ¿no crees?
(Salen de la mano por el lado izquierdo.)
MÚSICA. “Todo es bello en el hogar”
LUCÍA
VECINO
AMIGA DEL VECINO
VOCERO
FORÁNEO
AMIGA 1
AMIGA 2
PADRE
COMPAÑERO DE TRABAJO
ANA
ANCIANO
VAGABUNDO 1
VAGABUNDO 2
ALBERTO
(Escena única: Un parque con tres bancas, plantas, farol y un teléfono público. Lucía entra por el lado derecho. Trata de pasar inadvertida pero en su afán llama la atención por su actitud sospechosa. Viste ropa cómoda y carga una mochila repleta. Voltea a todos lados como buscando a alguien. Ve su reloj y hace una negativa con la cabeza.)
LUCÍA. (Hablando sola.) ¡Si siempre es tan puntual! Justo cuando más necesidad, ¡ay...! Llega tarde. (Cruza los brazos. Su actitud es nerviosa. Decide sentarse en la banca de la derecha.)
(Repentinamente entra un señor por el lado izquierdo.)
LUCÍA. (Con voz de asombro) ¡Mi vecino! (Busca algo para esconderse y encuentra debajo de la banca un periódico con el cual finge leer y se tapa la cara.)
(El señor entra con la misma actitud nerviosa. Lucía baja lentamente el periódico para verlo. En ese momento entra una joven por el lado derecho.)
VECINO. ¿Nadie te vio?
AMIGA. Nadie. No sabes cómo te extrañé. (Trata de acercarse más. El señor lo impide.)
VECINO. ¡Aquí no!... ¡Vamos! Ya sabes cómo es la gente de chismosa.
(Voltean a todos lados y salen por el lado izquierdo.)
LUCÍA. (Hablando sola.) ¡Quién lo pudiera creer! Si es mi vecino y tiene dos niños... y su esposa que se ve que lo quiere tanto. ¡Qué bárbaro! Engañándola de esa manera... (Hace una negativa con la cabeza.)
(Entran por el lado derecho dos hombres trajeados, los cuales acaban de salir de su oficina.)
LUIS. ¿Qué paso, Sergio? Vamos a la casa. Les dije a los muchachos de la otra vez que nos juntáramos esta vez en mi casa para el partido de domingo. Seguro en ésta sí nos reponemos.
SERGIO. Lo que pasó la otra vez fue que nos pesaron medio cansados. Esta sí les ganamos.
LUIS. Está bien, voy a por ti a las 8:00 pm.
SERGIO. Vale pues... (Como recordando algo.) ¡No! Espérame… Ahora que recuerdo le prometí a mi hijo que lo llevaría a aprender a montar en bici.
LUIS. ¿Qué? Deja eso para otra ocasión, ¡vamos!
SERGIO. Tú sabes que me encantaría pero le prometí a mi esposa que pasaría más tiempo con mis hijos.
LUIS. ¡Ay, Sergio! Esto de ser padre te lo estás tomando muy a pecho... Pero en fin... Ni hablar. En otra ocasión será.
(Salen por la puerta izquierda. Entra niño vocero por el lado izquierdo.)
VOCERO. ¡Extra! ¡Extra! Niño de seis años mata a su compañera de clases. ¡Extra! Acusan a Padres de falta de atención. ¡Extra! (Sale por la puerta derecha.)
LUCÍA. ¡Qué terrible!! ¿Qué tan importante será que los padres les pongan atención a sus hijos? Y hablando de atención… y Alberto que no llega... ya me desesperó.
(Entra joven por la puerta izquierda. Como buscando algo en su cartera saca una tarjeta de teléfono y se dirige al teléfono. Marca y espera.)
FORÁNEO. ¡Mamá! ¡Qué gusto escuchar tu voz! (Finge tener una conversación.) ¿Cómo está todo por allá? ... ¿Y mis hermanas y mi papá?... Salieron... Sí, sí, estoy comiendo bien... Pero, ¡cómo extraño la comida que me hacías!... Sí, voy en tres meses... Te llamo en dos semanas... Te quiero mucho... Te extraño mucho... (Como llorando.) No, no estoy llorando es que me está cambiando la voz… (En son de broma.) Besos... Salúdame a todos. Bye. (Para sí en tono melancólico.) ¿Quién pudiera estar en su casa? Me encantaría poder estar allá.
(Sale por el lado izquierdo mientras Lucía lo observa.)
LUCÍA. (Reflexionando.) Y yo que me quiero ir lejos... (Reaccionando.) ¡Pero ya no los aguanto! Ese muchacho no ha de tener papás como los míos.
(Entran por el lado derecho dos jóvenes platicando.)
AMIGA 1. Oye, ¿viste el programa de Cristina ayer?
AMIGA 2. No, pues estaba haciendo el trabajo. ¿De qué trato?
AMIGA 1. ¡Hombre, hubieras visto! Se trató de dos hombres que los casaron.
AMIGA 2. ¿Qué? ¡Huácale!
AMIGA 1. Bueno, pues ahí dijeron hasta que ellos van a buscar la manera para poder adoptar a un hijo y así poder ser una verdadera familia. ¿Tú crees?
AMIGA 2. Bueno. Pues ya no sé ni qué pensar. ¿Será que la familia tradicional está pasando de moda?
(Durante su conversación Lucía hace muecas de rechazo. Cuando se alejan piensa en voz alta.)
LUCÍA. Definitivamente a ese extremo no, pero eso sí, la familia ya no es lo mismo.
(Salen por el lado izquierdo. Entra un hombre mayor por el lado derecho, busca un asiento y se sienta en la banca donde está Lucía. Saca un libro y empieza a leer. Por el lado izquierdo entra Ana. Mientras Lucía y Ana dialogan el hombre desvía la vista de su lectura en varias ocasiones como interesándose en la plática.)
ANA. ¿Lucía? ¿Qué haces aquí? (Como sorprendida.) ¿No se supone que hoy era el paseo de la escuela? Me contaste que iban a ir a nadar.
LUCÍA. (Inquieta se para.) Pues sí, Ana pero ya ves, no fui. ¿Y tú? (Como esquivando la pregunta.) ¿Qué haces aquí? ¿Salieron temprano de tu escuela?
ANA. No, no fui a clases. Lo que pasa es que mis papas cumplen 25 años de casados. Y le vamos a hacer una fiesta sorpresa. Así que estamos preparando todo. Yo hablé con los maestros. No había otra forma de que saliera. Mis papas siempre saben donde ando. Me da tanto gusto verlos juntos... Pareciera que todavía son novios.
LUCÍA. ¡Ay, Ana! ¡Quién fuera tú! Tan bonita que es tu familia... Si yo tuviera una así, ni siquiera pensaría en escaparme.
ANA. ¿Qué? ¿Pensabas escaparte?
LUCÍA. Pues, no exactamente.
ANA. Pero, ¿qué ibas a hacer tú sola?
LUCÍA. (Como defendiéndose.) ¿Y quién te dijo que me iba a ir sola? Lo siento, Ana, no te lo quería decir pero, prométeme que no se lo dirás a nadie.
(Ana asiente con la cabeza.)
LUCÍA. Alberto y yo hemos decidido fugarnos. Ya hablamos, le pedí que me hiciera ese favor. Ya no aguanto a mis papás; se han puesto de lo más pesado.
ANA. Lo de tu familia no creo que sea para tanto. Piénsalo, Lucía. Si realmente quieres a Alberto tanto, ¿por qué no se esperan mejor a que terminen las clases y organizan una boda, aunque sea sencilla? (Tratando de ayudar.)
LUCÍA. Ese es el punto, Lucía, yo no quiero formar una familia. La unión libre es la mejor opción. No hay compromisos. Cuando él se harte se puede ir y cuando yo quiera, me voy. No le rindo cuentas a nadie de mis actos. Además, (como buscando otra excusa) la familia tradicional ya ha pasado de moda.
ANA. ¡Ay, Lucía! Pues no estoy de acuerdo contigo pero en fin... Sinceramente, te deseo lo mejor y te sugiero que lo pienses dos veces. Me tengo que ir, cualquier cosa ya sabes donde encontrarme.
(Con tristeza se retira y sale por el lado derecho. Lucía se sienta y suspira.)
HOMBRE. Es increíble cómo las historias se repiten una y otra vez.
LUCÍA. ¿Perdón? (Extrañada.)
HOMBRE. Como humanos repetimos los mismos errores, ¿no crees? Y no queremos aprender en cabeza ajena.
LUCÍA. Disculpe señor, pero no sé de qué está hablando. Quizá usted me está confundiendo.
HOMBRE. Discúlpame tú a mí, jovencita, sé que no es de mi incumbencia pero no pude evitar escuchar la conversación que sostuviste con tu amiga. Sé que los jóvenes como tú ven en nosotros, los que ya hemos vivido un tramo mucho más que ustedes, como a enemigos, anticuados y hasta obsoletos. Pero si me permites, te cuento mi historia:
Yo aunque en esto no lo creas, fui joven, como tú. Bueno, hace ya un tiempo... Y pensé que mi familia me restringía demasiado. Todo eran reglas; creí que no buscaban mi felicidad así que decidí alejarme. Me fui de mi casa y creí que había encontrado la felicidad. Eran fiestas interminables las que pasaba. Según yo, había encontrado la felicidad. Pero en una ocasión un muchacho amigo mío intento hacer una broma mayor a las acostumbradas y tuvimos grandes problemas. Las autoridades nos detuvieron y ahora, cuando buscaba a los supuestos amigos, todos me daban la espalda. Nadie quería ayudarme. Con humildad pedí que avisaran a mi familia. No puedo explicarte cómo me sentí cuando ellos vinieron y actuaron como si nunca hubiera sucedido nada. Pagaron la fianza y me llevaron a casa. Ahí aprendí que ellos siempre habían tenido la razón y trataban de protegerme al prohibirme algunas cosas. Descubrí que ellos me querían más de lo que yo me podía imaginar. Desde entonces, aprecié a mis padres y mis hermanos como nunca antes lo había hecho. Ellos ya no viven pero decidí formar otro pedacito de cielo como en el que había vivido. Y ahora tengo una gran familia a la que quiero mucho. La familia no ha pasado de moda, aunque según veo se pretende hacer creer a la gente que existen otras nuevas modalidades. Existen muchos inconvenientes, no te lo voy a negar, como la infidelidad, el engaño, la falta de atención, entre otras cosas... Pero eso no significa que sean factores imposibles para crear un hogar estable. Todos pasamos por dificultades, pero si buscamos algunos importantes valores como el amor, la confianza, la paciencia y la honestidad te aseguro que tú podrás formar un hogar diferente.
(Lucía asiente con la cabeza en actitud de reflexión, cuando repentinamente entran dos niños corriendo y abrazan al señor.)
NIETO 1. Abuelito, te estamos buscando.
NIETO 2. Nos envío mi abuelita por ti.
HOMBRE. Pero, ¿qué pasa? ¿Todo está bien?
NIETO 1. Sí, abuelito, lo que pasa es que mamá y papá te trajeron una torta a ti y a mi abuelita.
NIETO 2. No, no le digas, mamá dijo que era sorpresa...
HOMBRE. No se preocupen, no he escuchado nada. Andando pues. (Se detiene y voltea con Lucía.) Piénsalo, hija, te perderías un gran tesoro.
(Lucía se queda sola. Entran por el lado izquierdo dos vagabundos recogiendo basura. El Vagabundo 1 encuentra una revista y la empieza a hojear.)
VAGABUNDO 1. Mira no mas esta revista, está interesante este artículo.
VAGABUNDO 2. ¿Qué dice?
VAGABUNDO 1. Menciona a todos los enemigos de la familia. (Leyendo mal) “La f_a_l_t_a de ti_e_m_po, d_e c_om_un_ic_a_ci_ón...”
VAGABUNDO 2. Pepe, ¿pero tú crees que exista alguien que no quiera a su familia?
VAGABUNDO 1. No lo creo. Bueno, al menos si yo tuviera una la querría mucho.
VAGABUNDO 2. Ya basta, Jorge, que me haces ponerme a llorar aquí mismo…
(Salen con abrazados por el lado derecho.)
LUCÍA. (Suspira y hablando sola.) ¡Y yo que sí tengo una familia…!
(Entra Alberto por el lado derecho. Lucía se para y va hacia él.)
LUCÍA. ¿Por qué llegaste tan tarde?
ALBERTO. ¿Tan tarde? Si apenas son las 11:59.
LUCÍA. ¿Cómo que las 11:59? Si ya es la una.
ALBERTO. ¿La una? ¡Ay, Lucía! ¿No recuerdas que ayer fue el cambio de horario? Tenías que adelantar tu reloj una hora.
LUCÍA. ¡Ups! Con lo enojada que estaba con mis papas, ni me acordé.
ALBERTO. Lucía, hablando de tus papás, he pensado mejor las cosas... Y creo que mejor...
LUCÍA. ¿Tú también? Por un lado, ¡qué bueno que te tardaste! He visto tantas cosas hoy que estoy segura que mi hogar es el mejor lugar. Alberto, ¿te gustaría formar una verdadera familia?
ALBERTO. Claro.
LUCÍA. Creo que mejor esperamos. Me gustaría llegar a casa y poder decir “Hogar dulce hogar”.
ALBERTO. Creo que podemos formar ese hogar que haga la diferencia, ¿no crees?
(Salen de la mano por el lado izquierdo.)
MÚSICA. “Todo es bello en el hogar”
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