25 Minutos y 22 Personajes. El Señor nos pide a todos que le sigamos, todos somos necesarios y formamos parte de su iglesia.
SÍGUEME
PERSONAJES
LECTOR 1
LECTOR 2
PAT
ESPOSO DE PAT
MUJER
PAULINA
PEDRO
JOVEN 1
JOVEN 2
ENCARGADA
HOMBRE
PAMELA
FEDRA
OJOS (2 Personas)
OREJAS (2 Personas)
PIES (2 Personas)
MANOS (2 Personas)
LECTOR/PASTOR
LECTOR 2. Jesús vino a Galilea diciendo a todo el mundo las buenas nuevas acerca de Dios. Esto es lo que Él dijo: El gran día está aquí; El reino de dios ha venido, cambia tu vida y confía en las buenas nuevas.
LECTOR 1. (Lee Mateo 4:18-20 Entra Pat.)
LECTOR 2. Y Jesús fue al mercado el domingo por la mañana y vio allí a una mujer comprando para su familia, y Él dijo: Sígueme y yo supliré todas tus necesidades. Ella contestó:
PAT. Te seguiré con gozo, Señor, y también traeré a mi esposo y a mi familia. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 4:21-22. Entra una mujer.)
LECTOR 2. Mientras Jesús caminaba por el monte vio a una mujer contemplando el hermoso paisaje que le rodeaba. Y Él dijo: Sígueme y verás grandes maravillas. Pero ella contestó:
MUJER. No, Señor, el mundo de allá abajo es cruel y doloroso. Yo prefiero estar aquí en la montaña donde todo es paz y tranquilidad, no puedo seguirte. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Lucas 9:57-58. Entran Paulina y Pedro.)
LECTOR 2. Y Jesús entró en el hogar de una pareja que había tenido problemas. Y Él les dijo: Seguidme y yo llevaré vuestras cargas y os haré fuertes otra vez porque yo os necesito para que seáis mis discípulos. Y ellos dijeron:
PAULINA. Te seguiremos, Señor.
PEDRO. Sí, Señor, muéstranos tan sólo qué debemos hacer. (Ambos salen.)
LECTOR 1. (Lee Lucas 9:59-62. Entran dos jóvenes.)
LECTOR 2. Y mientras Jesús caminaba por la orilla del mar vio dos jóvenes distraídos y sin nada que hacer. Les dijo: “Seguidme y os daré un trabajo para vida”. Pero ellos dijeron:
JOVEN 1. No Señor, nosotros somos demasiado jóvenes para comprometernos en este tipo de vida.
JOVEN 2. Nos gustaría disfrutar con lo que nos ofrece este mundo antes de acceder a seguirte. (Ambos salen.)
LECTOR 1. (Lee Juan 1:43-46. Entra Encargada de un hotel.)
LECTOR 2. Y Jesús entró en un restaurante muy lleno y le dijo a la encargada: “Sígueme porque te necesito para mi servicio”. Y ella contestó:
ENCARGADA. Te seguiré Señor porque todo lo que tengo es tuyo. (Sale)
LECTOR 1. (Lee Mateo 19:16-22. Entran un hombre y Pamela y van a distintas posiciones.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a una oficina donde la gente estaba agotada por el estrés y el exceso de trabajo. Y le dijo a un hombre: “Sígueme y te darás cuenta de cuán pequeños e insignificantes son tus problemas”. Pero el hombre contestó:
HOMBRE. Tú no lo entiendes, Señor, estoy saturado por el trabajo. ¿Cómo podría encontrar tiempo para seguirte? (Sale.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a y vio a una mujer esforzándose en su trabajo. Y Él le dijo: “Sígueme y yo haré que lo veas todo más claro”. Y ella contestó:
PAMELA. Te seguiré, Señor, iré a cualquier sitio que tú desees enviarme.
LECTOR 2. Pero Jesús le dijo: “Tú has sido llamada para ser mi testigo aquí. Es aquí donde te necesito”. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 9:9. Entra Fedra.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a un pequeño piso donde vivía una mujer acompañada tan solo por sus memorias y por sus pasados días felices. Y Él dijo: “Sígueme y nunca más estarás sola”. Ella dijo:
FEDRA. Yo te seguiré, Señor, porque necesito un amigo en quien pueda confiar. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 16:13-18. Entran en silencio Pat, Paulina, Pedro, Encargada, Pamela y Fedra).
LECTOR 2. Y Jesús vino a su iglesia actual y a su llegada la gente se removía en sus asientos con intranquilidad. ¿Qué querría de ellos? Él dijo: “Seguidme”. Algunos se deslizaron sigilosamente esperando que nadie notara que se iban, querían más tiempo para pensar. Otros, dudando, se decían a sí mismo: Nosotros te damos una hora todos las semanas para adorarte, ¿no es esto suficiente ya? ¿Qué más nos pides? Pero la mayoría respondió alegremente:
TODOS. Te seguiremos, Señor, tan sólo enséñanos qué quieres que hagamos.
ESCENA 2
LECTOR 2. Pablo escribe una carta acerca de la iglesia a los cristianos de Corinto y les dice:
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:12 y 18. Entran dos niños vestidos como OJOS. El siguiente diálogo, preferentemente, debería ser interpretado con niños, si esto no es posible, puede ser leído, grabado o mimificado por niños)
OJO. Nosotros somos la parte más importante del cuerpo. A través de nosotros la gente puede disfrutar del maravilloso mundo de la naturaleza: Los pájaros, animales y flores. Ellos pueden ver a sus amigos, leer libros y ver la televisión. (Los ojos se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como orejas.)
OREJA. Nosotros no estamos de acuerdo en absoluto. Nosotros pensamos que somos lo más importante. Nosotros ayudamos a la gente a escuchar música, reír y cantar. El cuerpo no podría hacer nada sin nosotros. (Los oídos se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como pies.)
PIE. Bueno, nosotros pensamos que ambos estáis equivocados. ¿Qué uso pueden tener los ojos y los oídos en el campo o en la playa si sin nosotros no se puede ir hasta allí? Ya nos gustaría veros intentar golpear un balón de fútbol o correr una carrera. Nosotros podemos hacer todas estas cosas. (Los pies se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como manos.)
MANO. Y, ¿qué hay de nosotros? Vosotros (a los pies) podéis llevar a la gente a la playa, donde vosotros (a los ojos) podéis observar los botes yendo y viniendo y vosotros (a los oídos) podéis escuchar las olas, pero ¿podríais vosotros construir castillos de arena o preparar una merienda? Pues, nosotras, podemos. Naturalmente. Esto es por lo que somos la parte más importante del cuerpo. De hecho, ¡no os necesitamos al resto de vosotros para nada! (Las manos se quedan a un lado.)
OREJA. Bueno, si vosotros pensáis que podéis hacer todo sin nosotras, nos cerraremos. Nosotras sabemos cuándo no nos quieren en un lugar. (Las orejas se quedan en pie con la cabeza inclinada y tapándose las orejas. Ojos, manos y pies corren alrededor sacudiendo sus cabezas y tirando de sus orejas como si fueran sordos.)
MANO. Esto no es bueno. No podemos manejarnos sin vosotras, tengo miedo. (A las orejas en voz muy alta.) ¿Podríais abriros de nuevo, por favor? (Las orejas hacen caso.) Pero ¡estoy seguro que a vosotros no os necesitamos (a los ojos.)
OJO. Bueno, como queráis. Ahora vais a ver cómo actuáis sin nosotros. (Los ojos ponen sus manos sobre sus ojos y caen de rodillas, el resto se tambalea y se chocan unos con otros.)
PIE. ¡Oh, no! ¡No puedo ver hacia dónde voy! ¡Por favor, ojos, os necesitamos a vosotros también! (Dirigiéndose a ojos los cuales se levantan.)
MANO. Estoy cansada de todo esto. Nosotras no vamos a preocuparnos de ayudaros a ninguno. Vosotros tendréis que continuar sin nosotras. (Las manos ponen sus manos en sus bolsillos o se cruzan de brazos inclinando la cabeza. El resto va alrededor con sus manos detrás intentando hacer cosas sin usar las manos.)
OREJA. Esto no funciona, nosotras no podemos hacer nada sin vosotras, manos. Tenéis que empezar a trabajar de nuevo. (Las manos vuelven a la normalidad.)
PIE. Bueno, yo pienso que deberíamos tomarnos un descanso. Hoy ha sido un día muy duro. (Los pies se acuestan en el suelo, el resto se queda clavado en el sitio en el que está, incapaz de moverse. Ellos intentan mover sus pies pero no pueden.)
OJO. ¡Oh, por favor, levantaos, pies! Nosotros no podemos ir a ningún sitio sin vosotros, realmente os necesitamos (los pies se levantan y todos se abrazan.)
ESCENA 3
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:27. Entran Pat y su esposo con uniforme de coro)
PAT. Como Jesús nos ha llamado a su servicio con el fin de que usemos su servicio para Él, hemos decidido cantar en el coro.
ESPOSO DE PAT. Sentimos que lo mejor que podemos hacer es cantar en el coro.
(Permanecen de pie mientras Freda entra llevando un chubasquero o algo parecido. Lleva flores y un cesto.)
FREDA. No coincido con eso. Yo he decidido emplear mi tiempo visitando a los enfermos y a los necesitados. Pienso que esto tiene más valor que cantar en el coro.
(Freda se queda a un lado mientras entra Pedro con una caja de dinero en la mano y una cartera de ejecutivo.)
PEDRO. Bueno, creo que vosotros estáis en un error. Llevar el balance económico y encargarse de los fondos monetarios, es el trabajo que realmente cuenta. Esto es por lo que yo me dedica a esto. (Pedro se pone a un lado mientras Pat entra.)
PAMELA. ¡No estoy de acuerdo con esto! Yo enseño a los niños todas las semanas porque creo que es el trabajo más importante en la iglesia.
(Se pone a un lado y entra Felisa llevando un delantal y un cazo.)
FELISA. Cuando Dios me llamó para seguirle me dijo que me necesitaba para su servicio. Bueno, yo he trabajado sirviendo comida toda mi vida. Así que, lo único que puedo ofrecer es mi experiencia en este tipo de cosas. Esta es la única cosa útil que yo puedo ofrecer.
(Felisa se pone a un lado y entra Paulina algo ansiosa.)
PAULINA. ¡Vaya! Yo no puedo hacer nada de eso. No soy maestra y soy demasiado tímida para tratar a la gente. Soy un desastre administrando el dinero y no puedo cantar ni una nota bien. Aunque yo disfruto cocinando, tengo un coche del que disponer y puedo escribir a máquina. Claro que eso no es mucho comparado con todos vuestros talentos. Quizá yo debería quedarme al margen. Sí, eso es lo mejor que puedo hacer. No creo que nadie me eche en falta.
(Paulina se pone en una esquina mientras la luz se va yendo. Todos se ponen de espaldas para indicar el paso del tiempo. Las luces vuelven otra vez. Se ponen de frente y Pat y Pablo dan un paso adelante.)
PAT. Es maravilloso cantar en el coro, pero lo que realmente necesitamos ahora es alguien que nos escriba las letras de los nuevos himnos que estamos aprendiendo. Ninguno de nosotros sabe hacerlo.
FREDA. (Freda da un paso al frente.) Ciertamente es un trabajo loable el visitar enfermos y ayudar a los necesitados pero sé que a ellos les encantaría que alguien los invitar a salir alguna vez. Si tan sólo supiera de alguien con un coche que me echara una mano…
PEDRO. (Pedro da un paso al frente.) Bueno, yo controlo muy bien todo esto del aspecto económico, teniendo en cuenta que no toda la gente da lo suficiente para cubrir los gastos. Esto sí que es un problema. Pero además, el trabajo se acumula porque no tenemos a nadie que nos haga los recibos.
PAMELA. (Pamela da un paso al frent.e) Me alegro de mi decisión de ayudar con los niños pero creo que podríamos hacer algo más por ellos. Sé de familias que estarían encantadas de unirse a nosotros, pero viven demasiado lejos de aquí. Estoy segura de que vendrían a la iglesia si alguien se ofreciera a traerlos en su coche.
FELISA. (Felisa da un paso al frente.) Preparar comida está bien, pero yo podría ayudar en algo más si alguien me echara una mano preparando unos pasteles o cosas por el estilo para las ocasiones especiales.
PAULINA. (Paulina que ha estado escuchando todo esto con atención da un paso al frente, hacia el centro y se dirige al público.) ¿Habéis oído todo esto? Por lo visto, parece que, después de todo, aún puedo ser útil. La iglesia realmente puede usar mis dones: (se dirige a Pat y Pedro) yo podría pasar vuestras canciones a máquina y (a Felisa) disfrutaría ayudándote con la cocina y (a Freda y Pamela) yo tengo un coche que podríamos utilizar si lo necesitarais. (Todos se acercan a Paulina y la luz se baja).
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:4-7. Todos se van.)
ESCENA 4.
LECTOR 1. La iglesia es el cuerpo de Cristo. Nosotros somos el cuerpo de Cristo. Nosotros somos los ojos de Cristo. (Entran los dos niños vestidos de ojos y se colocan, entran Pat y Pablo y se colocan a sus lados.) Los ojos que miran a Cristo encuentran en Él comprensión y perdón, pero un cambio en sus vidas también. Los ojos que ven en sus compañeros miembros de iglesia verdadero amor. (Se cogen de las manos.) Los ojos que miran al mundo con compasión y ven sufrimiento y angustia, pero no sólo esto, sino también, amor.
Somos los oídos de Cristo. (Dos niños vestidos como orejas entran. Se ponen a los lados de éstos. Entran Paulina y Pedro y se ponen a ambos lados de éstos.) Los oídos que ansían escuchar las palabras de Cristo cuando les habla. Los oídos que escuchan el llanto de la gente que no tiene a nadie que les comprenda. (Se cogen de las manos.)
Somos las manos de Cristo. (Entran dos niños vestidos como manos, se colocan y entran Pamela y Felisa.)
Manos que se extienden a Cristo y notan en sus manos la marca de unos clavos. Manos que usan los dones que han recibido para trabajar por Cristo en su iglesia. (Se cogen de sus manos.)
Manos que se dan a los demás y les ofrecen consuelo, ayuda y ánimo.
Somos los pies de Cristo. (Entran dos niños vestidos como pies. Freda y Lector 2 se les unen.)
Pies que nos llevan a Cristo mientras seguimos sus pisadas. Pies que nos traen a la iglesia donde aprendemos a caminar como Él nos enseñó. (Se cogen de las manos.) Pies que llevan las Buenas Nuevas a la gente cerca y lejos. (Todos se cogen de las manos.)
Y todos juntos somos la voz de Cristo.
Una voz que habla en su nombre.
Una voz que ofrece palabras de aliento.
Una voz que denuncia las injusticias y el odio.
Y una voz para cantarle himnos por siempre.
(Lee Mateo 28:16-20. Música suena y todos abandonan el escenario).
LECTOR O PASTOR. Nosotros somos la iglesia.
Nosotros somos el cuerpo de Cristo: Jóvenes y mayores, ricos y pobres.
Cristo nos necesita a cada uno de nosotros para trabajar por Él hoy.
Ofrezcámosle todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que esperamos ser para su servicio.
LECTOR 1
LECTOR 2
PAT
ESPOSO DE PAT
MUJER
PAULINA
PEDRO
JOVEN 1
JOVEN 2
ENCARGADA
HOMBRE
PAMELA
FEDRA
OJOS (2 Personas)
OREJAS (2 Personas)
PIES (2 Personas)
MANOS (2 Personas)
LECTOR/PASTOR
LECTOR 2. Jesús vino a Galilea diciendo a todo el mundo las buenas nuevas acerca de Dios. Esto es lo que Él dijo: El gran día está aquí; El reino de dios ha venido, cambia tu vida y confía en las buenas nuevas.
LECTOR 1. (Lee Mateo 4:18-20 Entra Pat.)
LECTOR 2. Y Jesús fue al mercado el domingo por la mañana y vio allí a una mujer comprando para su familia, y Él dijo: Sígueme y yo supliré todas tus necesidades. Ella contestó:
PAT. Te seguiré con gozo, Señor, y también traeré a mi esposo y a mi familia. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 4:21-22. Entra una mujer.)
LECTOR 2. Mientras Jesús caminaba por el monte vio a una mujer contemplando el hermoso paisaje que le rodeaba. Y Él dijo: Sígueme y verás grandes maravillas. Pero ella contestó:
MUJER. No, Señor, el mundo de allá abajo es cruel y doloroso. Yo prefiero estar aquí en la montaña donde todo es paz y tranquilidad, no puedo seguirte. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Lucas 9:57-58. Entran Paulina y Pedro.)
LECTOR 2. Y Jesús entró en el hogar de una pareja que había tenido problemas. Y Él les dijo: Seguidme y yo llevaré vuestras cargas y os haré fuertes otra vez porque yo os necesito para que seáis mis discípulos. Y ellos dijeron:
PAULINA. Te seguiremos, Señor.
PEDRO. Sí, Señor, muéstranos tan sólo qué debemos hacer. (Ambos salen.)
LECTOR 1. (Lee Lucas 9:59-62. Entran dos jóvenes.)
LECTOR 2. Y mientras Jesús caminaba por la orilla del mar vio dos jóvenes distraídos y sin nada que hacer. Les dijo: “Seguidme y os daré un trabajo para vida”. Pero ellos dijeron:
JOVEN 1. No Señor, nosotros somos demasiado jóvenes para comprometernos en este tipo de vida.
JOVEN 2. Nos gustaría disfrutar con lo que nos ofrece este mundo antes de acceder a seguirte. (Ambos salen.)
LECTOR 1. (Lee Juan 1:43-46. Entra Encargada de un hotel.)
LECTOR 2. Y Jesús entró en un restaurante muy lleno y le dijo a la encargada: “Sígueme porque te necesito para mi servicio”. Y ella contestó:
ENCARGADA. Te seguiré Señor porque todo lo que tengo es tuyo. (Sale)
LECTOR 1. (Lee Mateo 19:16-22. Entran un hombre y Pamela y van a distintas posiciones.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a una oficina donde la gente estaba agotada por el estrés y el exceso de trabajo. Y le dijo a un hombre: “Sígueme y te darás cuenta de cuán pequeños e insignificantes son tus problemas”. Pero el hombre contestó:
HOMBRE. Tú no lo entiendes, Señor, estoy saturado por el trabajo. ¿Cómo podría encontrar tiempo para seguirte? (Sale.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a y vio a una mujer esforzándose en su trabajo. Y Él le dijo: “Sígueme y yo haré que lo veas todo más claro”. Y ella contestó:
PAMELA. Te seguiré, Señor, iré a cualquier sitio que tú desees enviarme.
LECTOR 2. Pero Jesús le dijo: “Tú has sido llamada para ser mi testigo aquí. Es aquí donde te necesito”. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 9:9. Entra Fedra.)
LECTOR 2. Y Jesús fue a un pequeño piso donde vivía una mujer acompañada tan solo por sus memorias y por sus pasados días felices. Y Él dijo: “Sígueme y nunca más estarás sola”. Ella dijo:
FEDRA. Yo te seguiré, Señor, porque necesito un amigo en quien pueda confiar. (Sale.)
LECTOR 1. (Lee Mateo 16:13-18. Entran en silencio Pat, Paulina, Pedro, Encargada, Pamela y Fedra).
LECTOR 2. Y Jesús vino a su iglesia actual y a su llegada la gente se removía en sus asientos con intranquilidad. ¿Qué querría de ellos? Él dijo: “Seguidme”. Algunos se deslizaron sigilosamente esperando que nadie notara que se iban, querían más tiempo para pensar. Otros, dudando, se decían a sí mismo: Nosotros te damos una hora todos las semanas para adorarte, ¿no es esto suficiente ya? ¿Qué más nos pides? Pero la mayoría respondió alegremente:
TODOS. Te seguiremos, Señor, tan sólo enséñanos qué quieres que hagamos.
ESCENA 2
LECTOR 2. Pablo escribe una carta acerca de la iglesia a los cristianos de Corinto y les dice:
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:12 y 18. Entran dos niños vestidos como OJOS. El siguiente diálogo, preferentemente, debería ser interpretado con niños, si esto no es posible, puede ser leído, grabado o mimificado por niños)
OJO. Nosotros somos la parte más importante del cuerpo. A través de nosotros la gente puede disfrutar del maravilloso mundo de la naturaleza: Los pájaros, animales y flores. Ellos pueden ver a sus amigos, leer libros y ver la televisión. (Los ojos se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como orejas.)
OREJA. Nosotros no estamos de acuerdo en absoluto. Nosotros pensamos que somos lo más importante. Nosotros ayudamos a la gente a escuchar música, reír y cantar. El cuerpo no podría hacer nada sin nosotros. (Los oídos se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como pies.)
PIE. Bueno, nosotros pensamos que ambos estáis equivocados. ¿Qué uso pueden tener los ojos y los oídos en el campo o en la playa si sin nosotros no se puede ir hasta allí? Ya nos gustaría veros intentar golpear un balón de fútbol o correr una carrera. Nosotros podemos hacer todas estas cosas. (Los pies se quedan a un lado a la vez que entran dos niños vestidos como manos.)
MANO. Y, ¿qué hay de nosotros? Vosotros (a los pies) podéis llevar a la gente a la playa, donde vosotros (a los ojos) podéis observar los botes yendo y viniendo y vosotros (a los oídos) podéis escuchar las olas, pero ¿podríais vosotros construir castillos de arena o preparar una merienda? Pues, nosotras, podemos. Naturalmente. Esto es por lo que somos la parte más importante del cuerpo. De hecho, ¡no os necesitamos al resto de vosotros para nada! (Las manos se quedan a un lado.)
OREJA. Bueno, si vosotros pensáis que podéis hacer todo sin nosotras, nos cerraremos. Nosotras sabemos cuándo no nos quieren en un lugar. (Las orejas se quedan en pie con la cabeza inclinada y tapándose las orejas. Ojos, manos y pies corren alrededor sacudiendo sus cabezas y tirando de sus orejas como si fueran sordos.)
MANO. Esto no es bueno. No podemos manejarnos sin vosotras, tengo miedo. (A las orejas en voz muy alta.) ¿Podríais abriros de nuevo, por favor? (Las orejas hacen caso.) Pero ¡estoy seguro que a vosotros no os necesitamos (a los ojos.)
OJO. Bueno, como queráis. Ahora vais a ver cómo actuáis sin nosotros. (Los ojos ponen sus manos sobre sus ojos y caen de rodillas, el resto se tambalea y se chocan unos con otros.)
PIE. ¡Oh, no! ¡No puedo ver hacia dónde voy! ¡Por favor, ojos, os necesitamos a vosotros también! (Dirigiéndose a ojos los cuales se levantan.)
MANO. Estoy cansada de todo esto. Nosotras no vamos a preocuparnos de ayudaros a ninguno. Vosotros tendréis que continuar sin nosotras. (Las manos ponen sus manos en sus bolsillos o se cruzan de brazos inclinando la cabeza. El resto va alrededor con sus manos detrás intentando hacer cosas sin usar las manos.)
OREJA. Esto no funciona, nosotras no podemos hacer nada sin vosotras, manos. Tenéis que empezar a trabajar de nuevo. (Las manos vuelven a la normalidad.)
PIE. Bueno, yo pienso que deberíamos tomarnos un descanso. Hoy ha sido un día muy duro. (Los pies se acuestan en el suelo, el resto se queda clavado en el sitio en el que está, incapaz de moverse. Ellos intentan mover sus pies pero no pueden.)
OJO. ¡Oh, por favor, levantaos, pies! Nosotros no podemos ir a ningún sitio sin vosotros, realmente os necesitamos (los pies se levantan y todos se abrazan.)
ESCENA 3
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:27. Entran Pat y su esposo con uniforme de coro)
PAT. Como Jesús nos ha llamado a su servicio con el fin de que usemos su servicio para Él, hemos decidido cantar en el coro.
ESPOSO DE PAT. Sentimos que lo mejor que podemos hacer es cantar en el coro.
(Permanecen de pie mientras Freda entra llevando un chubasquero o algo parecido. Lleva flores y un cesto.)
FREDA. No coincido con eso. Yo he decidido emplear mi tiempo visitando a los enfermos y a los necesitados. Pienso que esto tiene más valor que cantar en el coro.
(Freda se queda a un lado mientras entra Pedro con una caja de dinero en la mano y una cartera de ejecutivo.)
PEDRO. Bueno, creo que vosotros estáis en un error. Llevar el balance económico y encargarse de los fondos monetarios, es el trabajo que realmente cuenta. Esto es por lo que yo me dedica a esto. (Pedro se pone a un lado mientras Pat entra.)
PAMELA. ¡No estoy de acuerdo con esto! Yo enseño a los niños todas las semanas porque creo que es el trabajo más importante en la iglesia.
(Se pone a un lado y entra Felisa llevando un delantal y un cazo.)
FELISA. Cuando Dios me llamó para seguirle me dijo que me necesitaba para su servicio. Bueno, yo he trabajado sirviendo comida toda mi vida. Así que, lo único que puedo ofrecer es mi experiencia en este tipo de cosas. Esta es la única cosa útil que yo puedo ofrecer.
(Felisa se pone a un lado y entra Paulina algo ansiosa.)
PAULINA. ¡Vaya! Yo no puedo hacer nada de eso. No soy maestra y soy demasiado tímida para tratar a la gente. Soy un desastre administrando el dinero y no puedo cantar ni una nota bien. Aunque yo disfruto cocinando, tengo un coche del que disponer y puedo escribir a máquina. Claro que eso no es mucho comparado con todos vuestros talentos. Quizá yo debería quedarme al margen. Sí, eso es lo mejor que puedo hacer. No creo que nadie me eche en falta.
(Paulina se pone en una esquina mientras la luz se va yendo. Todos se ponen de espaldas para indicar el paso del tiempo. Las luces vuelven otra vez. Se ponen de frente y Pat y Pablo dan un paso adelante.)
PAT. Es maravilloso cantar en el coro, pero lo que realmente necesitamos ahora es alguien que nos escriba las letras de los nuevos himnos que estamos aprendiendo. Ninguno de nosotros sabe hacerlo.
FREDA. (Freda da un paso al frente.) Ciertamente es un trabajo loable el visitar enfermos y ayudar a los necesitados pero sé que a ellos les encantaría que alguien los invitar a salir alguna vez. Si tan sólo supiera de alguien con un coche que me echara una mano…
PEDRO. (Pedro da un paso al frente.) Bueno, yo controlo muy bien todo esto del aspecto económico, teniendo en cuenta que no toda la gente da lo suficiente para cubrir los gastos. Esto sí que es un problema. Pero además, el trabajo se acumula porque no tenemos a nadie que nos haga los recibos.
PAMELA. (Pamela da un paso al frent.e) Me alegro de mi decisión de ayudar con los niños pero creo que podríamos hacer algo más por ellos. Sé de familias que estarían encantadas de unirse a nosotros, pero viven demasiado lejos de aquí. Estoy segura de que vendrían a la iglesia si alguien se ofreciera a traerlos en su coche.
FELISA. (Felisa da un paso al frente.) Preparar comida está bien, pero yo podría ayudar en algo más si alguien me echara una mano preparando unos pasteles o cosas por el estilo para las ocasiones especiales.
PAULINA. (Paulina que ha estado escuchando todo esto con atención da un paso al frente, hacia el centro y se dirige al público.) ¿Habéis oído todo esto? Por lo visto, parece que, después de todo, aún puedo ser útil. La iglesia realmente puede usar mis dones: (se dirige a Pat y Pedro) yo podría pasar vuestras canciones a máquina y (a Felisa) disfrutaría ayudándote con la cocina y (a Freda y Pamela) yo tengo un coche que podríamos utilizar si lo necesitarais. (Todos se acercan a Paulina y la luz se baja).
LECTOR 1. (Lee 1ª Corintios 12:4-7. Todos se van.)
ESCENA 4.
LECTOR 1. La iglesia es el cuerpo de Cristo. Nosotros somos el cuerpo de Cristo. Nosotros somos los ojos de Cristo. (Entran los dos niños vestidos de ojos y se colocan, entran Pat y Pablo y se colocan a sus lados.) Los ojos que miran a Cristo encuentran en Él comprensión y perdón, pero un cambio en sus vidas también. Los ojos que ven en sus compañeros miembros de iglesia verdadero amor. (Se cogen de las manos.) Los ojos que miran al mundo con compasión y ven sufrimiento y angustia, pero no sólo esto, sino también, amor.
Somos los oídos de Cristo. (Dos niños vestidos como orejas entran. Se ponen a los lados de éstos. Entran Paulina y Pedro y se ponen a ambos lados de éstos.) Los oídos que ansían escuchar las palabras de Cristo cuando les habla. Los oídos que escuchan el llanto de la gente que no tiene a nadie que les comprenda. (Se cogen de las manos.)
Somos las manos de Cristo. (Entran dos niños vestidos como manos, se colocan y entran Pamela y Felisa.)
Manos que se extienden a Cristo y notan en sus manos la marca de unos clavos. Manos que usan los dones que han recibido para trabajar por Cristo en su iglesia. (Se cogen de sus manos.)
Manos que se dan a los demás y les ofrecen consuelo, ayuda y ánimo.
Somos los pies de Cristo. (Entran dos niños vestidos como pies. Freda y Lector 2 se les unen.)
Pies que nos llevan a Cristo mientras seguimos sus pisadas. Pies que nos traen a la iglesia donde aprendemos a caminar como Él nos enseñó. (Se cogen de las manos.) Pies que llevan las Buenas Nuevas a la gente cerca y lejos. (Todos se cogen de las manos.)
Y todos juntos somos la voz de Cristo.
Una voz que habla en su nombre.
Una voz que ofrece palabras de aliento.
Una voz que denuncia las injusticias y el odio.
Y una voz para cantarle himnos por siempre.
(Lee Mateo 28:16-20. Música suena y todos abandonan el escenario).
LECTOR O PASTOR. Nosotros somos la iglesia.
Nosotros somos el cuerpo de Cristo: Jóvenes y mayores, ricos y pobres.
Cristo nos necesita a cada uno de nosotros para trabajar por Él hoy.
Ofrezcámosle todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que esperamos ser para su servicio.
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