10 Minutos y 8 Personas + Extras. La obra representa la curación de Naamán en el río Jordan. Se tocan diferentes temas: adoración del verdadero Dios, obediencia y avaricia.
PERSONAJES
NARRADOR
NAAMÁN
MUJER
DE NAAMÁN
NIÑA
ELISEO
GIEZI
REY
SIERVO
(Extras:
soldados)
INTRODUCCIÓN
En
esta ocasión conoceremos la historia de un general sirio que tuvo que tomar en
serio el consejo de Dios, para ser salvo. En esta porción veremos una de las
tantas verdades preciosas que la Palabra nos relata concerniente al carácter de
Dios y de su manera sencilla de darnos la salvación que tanto buscamos.
Hoy
debemos trasladarnos al año 850 a.C., más o menos 2.853 años atrás, para
conocer una historia que nos llenará de gozo por el hecho de comprobar la
inmutabilidad del carácter de Dios con respecto a su plan de proporcionarle al
hombre su salvación personal.
La
historia de este general sirio, valeroso y apreciado por el ejército que
comandaba a las órdenes del rey sirio Ben-Adad II fue un hecho que ocurre
durante el reinado de Joram, Rey de Israel, tiempo en el cual Israel era
tributario de Siria.
NARRADOR.
Hace mucho, mucho tiempo, en un lugar llamado Aram, vivía un guerrero llamado
Naamán, general del ejército de los
Sirios. A su casa había llegado a trabajar una niña israelita capturada en una
incursión de los sirios a su país.
NIÑA.
(Orando.) ¡Oh, Dios de los cielos! Echo mucho de menos a mi familia… Por favor,
ayúdame a servirte aquí y adonde quiera que vaya. No me desampares, guíame cada
día y acompáñame en cada cosa que tenga que hacer para mostrar a los de este
lugar tu poder. (Hablando consigo misma) Tengo que darme prisa para dejar todo
limpio, debo organizar todo el salón y abrillantar cada cosa pero,
(sorprendida) ¿qué es esto?
NARRADOR.
La niña había quedado sorprendida, se había encontrado con la figura de un
ídolo hecha de piedra.
MUJER
DE NAAMÁN. (Gritando) ¡Criada! ¿Qué haces? Ten mucho cuidado con eso, es
nuestro dios a quien adoramos (se lo arranca de las manos) y debes tratarlo con
delicadeza. Es quien nos protege y nos cuida, ¿quieres pedirle conmigo para que
también te ayude?
NIÑA.
Oh, no, señora, lo siento, yo no puedo orar a un ídolo, yo solamente oro al
Dios del cielo, Él sí me ve y me oye.
MUJER
DE NAAMÁN. Bueno, allá tú. (Hablando consigo misma.) ¿Qué se puede esperar de
una criada esclava, ignorante y, encima, israelita?
NARRADOR.
Pasados unos días…
NIÑA.
Ama, le traigo el desayuno a su habitación porque veo que está indispuesta. Pero,
ama, ¿qué le sucede? ¿Por qué está llorando? No se aflija, todos los problemas
tienen solución.
MUJER
DE NAAMÁN. ¡Ay, criadita! Si tú supieras lo que me pasa, no dirías lo mismo.
¡El general Naamán está muy enfermo!
NIÑA.
Ama, no se preocupe, pronto se recuperará.
MUJER
DE NAAMÁN. No lo creo. Es totalmente imposible. Mi marido tiene una enfermedad
llamada lepra. La lepra es una
enfermedad terrible: afecta a la piel y causa manchas blancas formando granos y
lo peor… ¡Es una enfermedad muy contagiosa!
Ha ido a muchos médicos y lo único que le han dicho es que espere la
muerte… ¡Me voy a quedar viuda!
NIÑA.
Yo conozco a alguien que puede sanar al general. Ojalá el amo fuera a ver al
profeta que está en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra…
NARRADOR.
Esa misma noche, cuando el general volvía de su trabajo…
MUJER
DE NAAMÁN. Te tengo una buena noticia. Aún hay esperanzas. La criada me ha
dicho que en Israel hay un profeta que sana enfermedades y que si tú vas a
verlo te puede ayudar.
NAAMÁN.
Pero hay un grave problema: el profeta es israelita y tú sabes muy bien que no
nos llevamos bien con esa gente. Tal vez al saber quién soy no me quiera
ayudar… (Pensativo.) ¡Ya sé! Mañana mismo iré a hablar con el rey para que me
ayude.
NARRADOR. La tarde siguiente, cuando volvía del palacio
del rey Ben Adad…
MUJER
DE NAAMÁN. ¿Cómo te fue con el rey?
NAAMÁN.
¡Muy bien! Me ha entregado una carta para el rey de Israel. Así conseguiré que
el profeta me atienda sin ningún problema. Partiré esta misma noche. Prepárame
el equipaje y también 10 talentos de plata, 6.000 siclos de oro y 10 vestidos
nuevos.
NARRADOR.
Unos días de viaje después, Naamán se presenta ante el rey de Israel.
NAAMÁN.
¡Larga vida a su majestad! Traigo esta carta del Rey Ben Adad. Por favor, le
ruego me llame cuando tenga una respuesta, su majestad. (Se retira)
REY.
(Lee en voz alta la carta.) “Aunque nuestros reinos no gocen de una estrecha
unión, te ruego que consideres suministrar ayuda a uno de mis más apreciados
servidores, el general Naamán, portador de esta carta, para que lo ayudes
sanándole de la enfermedad grave que lo aqueja, la lepra”. (Rasgando sus
vestiduras y gritando.) ¿Acaso soy yo Dios, para dar la muerte o dar la vida y
para que este me envíe un hombre, a fin de que yo lo sane de su lepra? ¡Solo
está buscando ocasión para pelear contra mí!
NARRADOR.
Pero sucedió que cuando Eliseo, el profeta de Dios, oyó que el rey de Israel
había rasgado sus vestiduras, envió a su siervo Giezi a hablar al rey.
GIEZI.
¡Oh majestad! Mi amo le envía un mensaje. Dice que no tiene por qué rasgar sus
vestiduras, que simplemente el capitán sirio vaya a visitarlo y ¡así sabrá que
hay profeta en Israel!
NARRADOR.
Entonces Naamán llegó donde estaba Eliseo, enviado por el rey de Israel con sus
siervos, sus caballos y su carro y se detuvo ante su casa.
GIEZI.
Mi señor: ha llegado el general sirio y ruega que lo reciba.
ELISEO.
Giezi, dile a ese general lo siguiente: “Ve, lávate siete veces en el Jordán, y
tu carne te será restaurada, y serás limpio”.
NARRADOR.
Giezi hizo tal como le habían ordenado y Naamán se llenó de furia se alejó.
NAAMÁN.
(A sus soldados.) ¿Este hombre qué se ha creído? He aquí, yo pensaba que
seguramente él saldría, que puesto de pie invocaría el nombre de Jehová su
Dios, y que moviendo su mano sobre el lugar sanaría la parte leprosa. ¿No son
los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, mejores que todas las aguas de
Israel? ¿No podría yo lavarme en ellos y ser limpio?
SIERVO.
Señor mío, si el profeta te hubiera mandado alguna cosa grande, ¿no la habrías
hecho? Con mayor razón si él te dice: “Lávate y serás limpio.”
NARRADOR.
Entonces él descendió y se sumergió en el Jordán, conforme a la palabra del
hombre de Dios. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y a la séptima vez que se
sumergió su carne se volvió como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio.
NAAMÁN.
¡Es un milagro! ¡Estoy curado! ¡El Dios de Israel es poderoso! ¡Vamos donde está
el profeta Eliseo, rápido!
NARRADOR.
Naamán volvió donde estaba Eliseo con toda su comitiva. Llegó muy contento.
NAAMÁN.
¡He aquí, yo reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel! Ahora
pues, acepta, por favor, un presente de parte de tu siervo.
ELISEO.
¡Vive Jehová, a quien sirvo, que no aceptaré nada! No insistas, por favor, nunca
aceptaré ningún pago.
NAAMÁN.
Muchas gracias, Eliseo. ¡Dios sea contigo siempre! Te prometo que de aquí en
adelante tu siervo no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otros dioses, sino solo
a Jehová.
ELISEO.
Ve en paz.
NARRADOR.
Cuando Naamán se alejó de él y había recorrido cierta distancia…
GIEZI.
(Hablando para sí.) He aquí que mi señor ha eximido a este sirio Naamán y no ha
tomado de su mano las cosas que él trajo. ¡Vive Jehová que ciertamente correré
tras él y conseguiré de él alguna cosa!
NARRADOR.
Giezi siguió a Naamán y cuando Naamán vio que venía corriendo tras él, se bajó
del carro para recibirlo.
NAAMÁN.
¿Está todo bien?
GIEZI.
Sí, pero mi señor me envía a decir: “He aquí, en este momento han llegado dos
jóvenes de los hijos de los profetas, de la región montañosa de Efraín. Te
ruego que des para ellos un talento de plata y dos vestidos nuevos.”
NAAMÁN.
Dígnate a aceptar dos talentos y también te ataré en dos bolsas dos vestidos
nuevos.
NARRADOR.
Giezi se fue corriendo hasta su casa y guardó los presentes que había pedido a
Naamán en nombre de Eliseo y se fue a
verlo. Entonces él entró y se puso de pie delante de su señor.
ELISEO.
¿De dónde vienes, Giezi?
GIEZI.
Tu siervo no ha ido a ninguna parte.
ELISEO.
¿No estuvo allí mi corazón cuando el hombre volvió de su carro a tu encuentro?
¿Es esta la ocasión de aceptar dinero o de aceptar ropa, olivares, viñas,
ovejas, vacas, siervos y siervas? Por
tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre.
GIEZI. (Tapando su cara, desesperado.) ¡¡¡Nooooooooooo!!!!
NARRADOR.
Giezi salió de su presencia leproso, blanco como la nieve, triste fin para un
siervo egoísta, avaro y ciego espiritualmente. Pero, veamos qué sucede cuando
Naamán llega a su casa…
MUJER
DE NAAMÁN. ¡Qué alegría verte curado, amado esposo!
NAAMÁN.
Si, mujer, pero lo más importante es que esta enfermedad me enseñó que el
verdadero Dios mora en el cielo. No necesitamos más ídolos como este. De ahora
en adelante en esta casa adoraremos únicamente al Dios de Israel, ese Dios sí
es poderoso.
Conclusión:
Hay
dos tipos de limpieza: una física que nos quita la suciedad externa y otra
espiritual que nos limpia por dentro, de nuestros pecados, de nuestra soberbia,
de nuestras malas costumbres… Naamán se limpió espiritualmente porque se
sometió a la orden de Dios para su vida y solo entonces Dios pudo sanarle. Dios puede hacer el mismo cambio en nuestras
vidas. Dios ha provisto una manera para quitar nuestro pecado. Cristo murió y
resucitó por nuestros pecados, sin hacer acepción de personas. Si creemos en Él
y le pedimos que sea parte de nuestra vida y perdone nuestros pecados, Dios lo
hará. Dios vendrá a ser parte de nuestra vida y nos ayudara a vivir por Él.
Podemos
aprender de esta lección que podemos compartir de Dios con otros. La niña esclava le dio a Naamán su mejor
regalo, le habló del Dios que sana. Naamán, por su parte, recibió el presente
más valioso: su sanidad.
¿Quieres
ser un regalo especial para otros? No debemos olvidar que somos el mejor regalo
para nuestra familia, vecinos, amigos y personas en general, porque somos la
obra perfecta de Dios. Él desea bendecir tu vida, pero hoy tendrás que
humillarte como Naamán, delante de la presencia de Dios y serás limpio de todos
tus pecados, no importa cuán graves hayan sido.
1 comentario:
Muchas gracias por poner este drama al alcance de otros para la gloria del Reino De Dios.
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