15 Minutos y 10 Personajes. En realidad se trata de una versión modificada de la obra "El abogado". El argumento el mismo: una mujer es acusada por los pecados que ha cometido pero tiene un abogado que ha pagado por ella sus faltas.
PERSONAJES
SOÑADOR
HERMANO
ABOGADO
JUEZ
ACUSADOR
ACUSADA
JURADO
1
JURADO
2
POLICÍA
SECRETARIA
SOÑADOR. (Aparece un chico durmiendo en el escenario,
que es una habitación. De repente se despierta sobresaltado por una pesadilla.
Se sienta en su cama y comienza a leer su biblia. Comienza a leer Salmos 25)
A
ti, oh Jehová, levantaré mi alma.
Dios
mío, en ti confío;
No
sea yo avergonzado,
No
se alegren de mí mis enemigos.
Ciertamente
ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
Serán
avergonzados los que se rebelan sin causa.
Muéstrame,
oh Jehová, tus caminos;
Enséñame
tus sendas.
Encamíname
en tu verdad, y enséñame,
Porque
tú eres el Dios de mi salvación;
En
ti he esperado todo el día.
De
los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;
Conforme
a tu misericordia acuérdate de mí,
Por
tu bondad, oh Jehová.
Por
amor de tu nombre, oh Jehová,
Perdonarás
también mi pecado, que es grande.
¿Quién
es el hombre que teme a Jehová?
Él
le enseñará el camino que ha de escoger.
Mírame,
y ten misericordia de mí,
Porque
estoy solo y afligido.
Las
angustias de mi corazón se han aumentado;
Sácame
de mis congojas.
Mira
mi aflicción y mi trabajo,
Y
perdona todos mis pecados.
Guarda
mi alma, y líbrame;
No
sea yo avergonzado, porque en ti confié.
(Entra
el hermano en la habitación con cara de sueño.)
HERMANO. ¿Qué te pasa
Guillermo? ¿No puedes dormir?
SOÑADOR. Hola, hermanito.
Perdona, te he despertado, no quería hacerlo. No podía dormir y decidí ponerme
a leer la Biblia.
HERMANO. ¿Estás preocupado
por algo? Aunque soy pequeño puedes contar conmigo.
SOÑADOR. (Con una sonrisa y un gesto amoroso hacia su
hermano acariciando su cabeza.) Sí, Roberto, estoy preocupado porque hace
unos días hice algo que no estuvo bien y me preguntaba si Dios me ha perdonado
por ello. No estoy seguro de ello y por eso no podía dormir.
HERMANO. ¿Y por qué no se lo
preguntas a Él directamente?
SOÑADOR. (Sonriendo.) Sí, creo que tienes razón
Roberto, eso es justo lo que voy a hacer. Me acostaré y le pediré a Dios que me
responda. Buenas noches hermanito, vuelve a tu cama.
(Roberto
le da un beso de buenas noches y se marcha fuera del escenario.)
SOÑADOR. (Se tumba en su cama, cierra los ojos y
comienza a orar. Cada vez más bajito hasta que no se oye nada.) Padre, ¿me
perdonaste? Necesito que me des una respuesta…
(Se
cambia el escenario. Estamos en la sala de un juzgado donde hay una mesa y una
secretaria.)
POLICÍA. Buenos días.
SECRETARIA. Buenos días
agente.
POLICÍA. Parece ser que hoy
será un día tranquilo.
SECRETARIA. Si usted lo
dice…
POLICÍA. Digo yo, o a lo
mejor será un día estresante….
ACUSADOR. (Entra por la derecha. Se ve muy contento.)
Buenos días, agente, señorita.
POLICÍA. Veo que está usted
muy contenta.
ACUSADOR. ¿Y cómo no lo voy
a estar? Hoy es el gran día.
SECRETARIA. (Extrañada.) ¿El gran día?
POLICÍA. Buenos días.
ACUSADOR. Por supuesto, hoy
es el día del gran juicio. El honorable juez tendrá a su cargo este juicio. (Con fanfarronería.) Y yo, claro está,
me encargaré de acusar a cada uno de los que por esta sala pasen, para que les
caiga todo el peso de la ley. (Golpea el
escritorio y se ríe cínicamente.)
(La
secretaria y la policía se asustan.)
SECRETARIA. (Al policía.) ¡Qué hombre más malo!
POLICÍA. ¡Oh! No lo dude
usted, este abogado difícilmente pierde un juicio, todos los gana.
(El
acusador está en su escritorio acomodando los papeles, y en su rostro tiene una
sonrisa, una sonrisa cínica.)
SECRETARIA. ¿Estás segura de
eso?
POLICÍA. Me temo que sí.
ACUSADOR. (Mira el reloj.) Vaya (al policía) Disculpe agente.
POLICÍA. ¿Sí, señor?
ACUSADOR. ¿No sabe usted
cuándo comenzará el juicio?
POLICÍA. Pues no, nadie lo
sabe, es más, no sabía que daría
comienzo el gran juicio.
ACUSADOR. ¿Podría usted
preguntarle al señor juez cuándo comenzaremos este juicio?
POLICÍA. Sí, claro, ahora
mismo. (Sale por la izquierda.)
SECRETARIA. (Con un poco de temor.) Y, ¿lleva mucho
tiempo con este trabajo?
ACUSADOR. (Vuelve a ver a la secretaria.) ¿Me
habla a mí?
SECRETARIA. Sí, señor.
ACUSADOR. (Entre cínico y orgullo.) Claro, son
muchos años de estar acusando, nunca, escúcheme bien, nunca he perdido un
juicio.
SECRETARIA. Vaya, parece que
eres uno de los mejores fiscales del distrito.
ACUSADOR. Por supuesto, soy
el mejor, no hay otro como yo, ni lo habrá.
SECRETARIA. Está usted muy
segura.
ACUSADOR. Por supuesto, (con orgullo). Creo en mí, soy mi propio
dios.
POLICÍA. (Entra de nuevo.) Dice el señor juez que el juicio comenzará cuando
él lo decida.
ACUSADOR. Muchas gracias,
agente.
POLICÍA. Ah, y también dijo
que no le molestara más. (Se dirige hacia
la salida de la derecha.)
ACUSADOR. ¿Se puede saber a
dónde se dirige agente?
POLICÍA. (Se vuelve.) Le contestaré solo porque
soy muy educada, de lo contrario, no perdería el tiempo en responderle. Para su
información, me dirijo a las celdas para traer al primer acusado, según órdenes
que me dio el distinguido juez. (Sale del
escenario.)
(El
acusador se sienta muy molesto.)
JUEZ. (Entra por la izquierda.) Buenos días.
(La
Secretaria y el Acusador se ponen de pie.)
SECRETARIA y ACUSADOR.
Buenos días, señor juez. (Se sientan.)
JUEZ. Bien, comenzaremos con
el juicio. Claro está, en el momento que llegue el primer acusado. (Toma uno de las carpetas que tiene sobre su
mesa y lo revisa.)
POLICÍA. Señor Juez, le
entrego a la primera acusada de hoy (Entra
con la acusada y se sienta en la silla que está al lado contrario de la mesa
del Acusador.)
JUEZ. Bien, (leyendo la carpeta) El juzgado de
instrucción número 1, llama a la acusada Pilar Sánchez de la Peña, ¡en pie!
ACUSADA. Sí, señor.
JUEZ. ¿De qué se le acusa?
ACUSADOR. (Se pone de pie.) Se le acusa de varios
delitos.
JUEZ. (Al Acusador.) Usted hablará cuando yo se lo indique.
ACUSADOR. (Se sienta, muy avergonzado.) Sí, señor.
SECRETARIA. (Se burla disimuladamente del Acusador.)
JUEZ. Bueno, procedamos con
el juicio. Escucharemos primero la parte del fiscal.
ACUSADOR. (Se pone de pie, muy confiado y con
altanería.) Gracias, señor juez. Bien, veamos: esta mujer ha cometido
varios pecados muy graves que requieren ser juzgados con todo el peso de la
ley. (Abre el expediente.) Bien,
veamos, para empezar, quiero llamar como primer testigo a la misma acusada.
ACUSADA. Señor juez...
JUEZ. Silencio, por favor,
proceda a obedecer la solicitud del señor Fiscal.
ACUSADA. (Triste.) Sí, señor.
ACUSADOR. (Sonriendo maliciosamente.) Bien, bien... Veamos. Aquí están
todos los pecados que usted ha cometido. ¿Qué tal si hacemos un repaso de cada
uno de ellos?
ACUSADA. Pero, señor juez...
JUEZ. Silencio.
ACUSADOR. Bien, remontémonos
10 años atrás. Usted era una niña de 5 años y
robó una manzana de la tienda de don Juan, ¿ajá? Después le mintió a su
mamá diciendo que se la habían regalado... ¡Qué barbaridad! ¡Mentirle a la
madre!
ACUSADA. Pero, señor juez...
ACUSADOR. A los siente años
le arrancó la cabeza a una muñeca para que le compraran una nueva, engañando al
papá... ¡Qué terrible! A los diez años se peleó con una compañera en la
escuela.
ACUSADA. Pero ella fue la
que empezó. Ella me empujó y yo me caí.
ACUSADOR. Sí, pero nada de
eso hubiese pasado si no hubiesen hecho pellas en la escuela.
ACUSADA. (Inclina su rostro.)
ACUSADOR. Bien, a los doce
se fue con varios compañeros a casa de una amiga. (A la Acusada.) ¿Quiere que especifique lo que hicieron o lo dejo
así?
ACUSADA. (Apenada.) No, déjelo así, no vale la
pena decirlo.
ACUSADOR. Sí, no vale la
pena, hay algunas cosas bastante interesantes que ustedes hicieron en esa casa
y ganas me sobran de mencionarlas.
ACUSADA. Sí, pero mejor no
diga nada, ya bastante ha dicho.
ACUSADOR. Pero si no he
terminado, todavía falta más. Por ejemplo, cuando compraron alcohol a
escondidas durante el baile de graduación de la escuela. O en el colegio, las
pellas para ir al parque de la esquina y no precisamente a jugar o a repasar un
examen…. (Al juez.) Bien, señor juez,
hay más, pero creo que con esto basta para acusar a esta mujer a cadena
perpetua.
JUEZ. ¡Se levanta la sesión!
El jurado se retirará a deliberar
(Se quedan todos hablando entre ellos, excepto el
fiscal que está completamente solo. Cuando se levanta el jurado para deliberar
ven entrar al abogado.)
ABOGADO. (Observa en silencio la sala mientras entra.
Se sienta al lado de la acusada)
JURADO I. Con su permiso Sr.
Juez… este caso es muy complicado, hemos escuchado toda clase de acusaciones
contra esta mujer, pero no hemos escuchado cómo se considera ella. Necesitamos
saber si ella cree que es inocente o culpable para tomar una decisión.
JURADO 2. ¡Sí! Esto es
verdad, además no hemos escuchado la defensa de su abogado. Acaba de llegar y
tenemos la obligación de darle la palabra. Con la venia de su Señoría… (Mira hacia el juez y luego mira hacia el
abogado.) ¿Sr. abogado que tiene que decir en defensa de esta mujer?
(El
juez asiente con la cabeza y mira al abogado; este se queda callado.)
ACUSADA. Bueno, creo que
nadie me puede defender, las acusaciones han sido muy claras y no me queda más
remedio que declararme...
ABOGADO. (Poniéndose de pie.) Inocente.
(Todos
comienzan a cuchichear.)
ABOGADO. ¡La joven se
declara inocente! Sr. Juez, solicito
defender a la acusada.
ACUSADOR. (Se queda petrificado, asustado, ya no
sonríe cínicamente, ahora está nervioso.)
JUEZ. Proceda
ABOGADO. Ella es inocente,
si bien es cierto que se le acusa de muchas faltas, la verdad es que ella ya ha
pagado por todas, porque yo mismo me he encargado de pagar su fianza. Si usted
leyó detenidamente el expediente, este dice que Pilar Sánchez de la Peña ha
sido absuelta de toda falta, y que el caso está ya cerrado.
JUEZ. Entonces, ¿por qué
está este expediente en mi escritorio? ¿Se puede saber quién lo puso?
(Todos
se vuelven hacia el Acusador.)
ABOGADO. ¿Quién más que este
tipo? Solo él se ha dedicado a engañar a mentir, robar… Su único objetivo es
destruir la vida de quienes vienen a esta sala de juicio, su corazón está lleno
de odio y maldad. Muchos de los que han pasado por esta sala han sido
encarcelados porque no se les dio otra oportunidad. ¡Él quiere que todos acaben
en la cárcel y sufran sin derecho a ser perdonados!
ACUSADOR. Pero, señor
juez...
JUEZ. Silencio, no tiene
autorización para hablar. (Al Abogado.)
Prosiga.
ABOGADO. Gracias. Como le
decía, su señoría, este hombre ha engañado por mucho tiempo a muchas personas.
Es más, si revisa el resto de expedientes, se dará usted cuenta de que la
mayoría de ellos son casos ya cerrados.
JUEZ. (Revisa las carpetas. En su rostro se dibuja un gesto de sorpresa y de
indignación.) No puede ser, es cierto. (Mirando
al Acusador.) ¿Qué tiene que decir a esto?
ACUSADOR. (Nervioso.) Bueno, este... Yo... Vea su señoría, es algo muy
complicado, quizá si lo vemos desde otro punto de vista, donde quizá se junten
ambas situaciones, es donde podamos encontrar la respuesta, y entonces nos
metemos por aquí y nos salimos por otro lado… sí, eso, por aquí está la
salida... (Toma su maletín.)
JUEZ. (Enojado.) Un momento, usted no va a ningún sitio. Es usted un
sinvergüenza, un liante y un engañador, lo quiero ver en mi despacho en cuanto
acabe este juicio.
ACUSADOR. (Asustado.) Sí, señor.
JUEZ. (Al jurado.) Señores, miembros honorables del jurado, en vista de
este nuevo giro de los acontecimientos ustedes deben de retirarse a deliberar.
JURADO 1. Sr Juez, no hace
falta que nos retiremos. Todo ha quedado muy claro.
JURADO 2. Sra.
Pilar Sánchez de la Peña: póngase en pie para escuchar nuestro veredicto
final.
(La
acusada y el abogado se ponen en pie)
JURADO 1. Es usted libre de
todo cargo
JURADO 2. Queda en libertad absoluta.
ACUSADO. (Feliz.) ¡Gracias!
(Todos
aplauden menos el acusador.)
JUEZ. Este caso lo doy por
cerrado y la corte entra en receso. (Al
acusador.) Ya sabe, lo espero en mi oficina. (Al policía.) Se encarga usted de acompañarlo.
POLICÍA. Se hará como usted
ordene, su señoría.
JUEZ. Bien, me retiro.
SECRETARIA. (Al Acusador.) ¿Sabe? Tiene razón, no
hay nadie como usted, pero gracias a que tenemos en la sala al único abogado
que puede defendernos de sus acusaciones, usted ya no podrá hacer más daño
torturándonos cada día haciéndonos creer que no tenemos perdón.
ACUSADOR. (Se enoja.)
POLICÍA. Vamos, caballero,
que el señor juez le está esperando.
(El
Policía y el Acusador salen por la izquierda, la Secretaria lo hace por la
derecha. El jurado también se levanta.)
ACUSADA. (Se vuelve hacia la sala mirando al jurado.)
Gracias por interesarse en mi defensa, gracias por no juzgarme ante las
acusaciones del fiscal.
JURADO 1. Yo podría haber
estado en su lugar, también pude ser acusado por el fiscal, no podía juzgarla
porque somos iguales ante el juez.
JURADO 2. Yo tampoco, Sra.
Yo sí fui acusado por el Gran Acusador una vez y tuve el privilegio de tener a
su abogado en mi defensa. Sabía que si le dejábamos hablar él no la acusaría y
le haría parecer inocente de todos los cargos. Él también pagó la fianza por mí.
ACUSADA (Al Abogado.) Gracias, si no llega usted a tiempo, quizá ahora
estaría de nuevo en la cárcel. Gracias, no sabe cuán agradecida estoy, no tengo
cómo pagarle.
ABOGADO. Tranquila, ya usted
me pagó.
ACUSADA. ¿Cómo? ¿Si yo no le
he dado ni un euro?
ABOGADO. El hecho de darme
las gracias es más que suficiente para mí. Yo no busco dinero, ni tampoco que
me paguen, lo único que busco es la gratitud de aquellos a los cuales he
salvado de la cárcel y que después de ser liberados se dediquen a vivir una
nueva vida, dejando sus hábitos, sus vicios y su vieja manera de vivir y
convirtiéndose en nuevos hombres y mujeres.
ACUSADA. Nunca había
escuchado a alguien hablar de esa forma, en su hablar veo más que simples
palabras, veo amor, un amor que en este mundo no se puede encontrar ni comprar.
ABOGADO. Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre a Jesucristo el Justo" (Toma su maletín y sale por la derecha.)
ACUSADA. (Se va pensativa.)
EPÍLOGO
SOÑADOR. (Ya es de día y se va despertando poco a
poco. Se levanta y se pone de rodillas con actitud de agradecimiento.) Padre, gracias porque me das
la seguridad de tu perdón. Porque tu dices en tu palabra: si vuestros pecados
fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”
(Se
levanta y mira al público.) Dios murió por ti y por mí para
salvarnos del pecado. Aceptar su perdón solo depende de tu decisión. ¿Podrás
aceptarlo?
(Se
da la vuelta y sale de la habitación)
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