12 Minutos y 12 Personajes + Extras. ¿Cómo sería nuestra vida si tuviésemos un detector de mentiras? ¿Nos daríamos cuenta de cuántas veces al día mentimos?
LA MENTIRA
PERSONAJES
HOMBRE EXTRAÑO
HOMBRE PRINCIPAL
MUJER
HOMBRE
SEÑORA 1
NOVIA
VENDEDOR
SEÑOR
SEÑORA 2
MÉDICO
PADRE
MADRE
EXTRAS
(El Hombre Principal está sentado en una banca en el parque. Está leyendo un periódico. Se le acerca un hombre con un saco largo y lentes oscuros y se sienta enseguida de él. El hombre del saco trata de captar la atención del hombre que está leyendo.)
HOMBRE EXTRAÑO. ¡Pssst… Pssst! Mira, tengo algo que te va a interesar mucho.
HOMBRE PRINCIPAL. No, no gracias. No estoy interesado. (Sigue leyendo.)
HOMBRE EXTRAÑO. Pero, no me has escuchado todavía. (Se sienta más cerca de él.) Mira, esto que tengo te va a traer tantos beneficios. No me lo vas a creer, pero, ¿ves esta cosita? (Le enseña el detector.) Es un detector de mentiras. Esta cosa puede detectar cada vez que alguien te está diciendo una mentira. Los otros días fui a comprar un regalo para mi mamá pero el vendedor me estaba diciendo mentiras y rápido supe. Así me ha pasado muchas veces y me ha ahorrado mucho dinero ya. Y yo solamente te lo voy a vender por $300 dólares.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. ¡$300 Dólares! ¡Tú eres un loco! ¿Tú quieres que yo te dé $300 dólares por esa cosa que probablemente abre la puerta de tu garaje?
HOMBRE EXTRAÑO. Mira, ¿ves esa pareja sentada allá? Vamos cerca de ellos y te voy a mostrar que sí trabaja.
(Caminan hacia una pareja sentada sobre una cobija. El hombre del detector se para a amarrarse los zapatos.)
MUJER. Amor, hemos estado tanto tiempo de novios, ¿no crees que ya es tiempo que nos casemos?
HOMBRE. Seguro, amor. Pero tú sabes que estoy ahorrando dinero para poder darte todo lo que tú mereces.
(Suena el detector. Voltean a ver los dos hombres parados allí.)
HOMBRE EXTRAÑO. Es mi aparato del corazón. (Le dice a la pareja.)
(Suena el detector. Los dos hombres caminan para atrás a donde está la banca.)
HOMBRE EXTRAÑO. ¿Ves que era verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. ¿Y tú quieres que yo te dé $300 dólares por eso?
HOMBRE EXTRAÑO. Está bien, te la dejo en $200 dólares. Pero eso es lo menos que te la voy a vender.
HOMBRE PRINCIPAL. Si es verdad que te ha beneficiado tanto, ¿por qué quieres venderla?
HOMBRE EXTRAÑO. Pues, es que... Yo he recibido tantos beneficios que siento que ya es tiempo que otra persona tenga la misma oportunidad.
(Suena el detector.)
HOMBRE EXTRAÑO. No, mira, lo que pasa es que mis amigos dicen tantas mentiras que ya me están amenazando.
(Suena el detector.)
HOMBRE EXTRAÑO. Mira, olvídate. Te la doy. Ten, ten. (Se la pone en la mano.)
(El hombre sale apurado. El hombre principal se la pone en el bolsillo y mira su reloj.)
HOMBRE PRINCIPAL. Susy está tarde otra vez.
(Pasa una señora empujando una carriola con un bebé y un niño caminando al lado tratando de abrir una paleta.)
SEÑORA 1. (Hablándole al niño.) Deja ese dulce, que se te van a caer los dientes de tanto que comes.
(Suena el detector. Entra Susy, la novia del hombre principal.)
NOVIA. Amorcito, perdón, pero no me dejaron salir a tiempo del trabajo.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¿Qué es eso?
HOMBRE PRINCIPAL. No. Nada. Te trabajaron muy duro hoy ¿eh?
NOVIA. Sí, amor. Pero me recompensé con este traje que encontré baratísimo. ¿Qué crees? ¿No me veo gorda, verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. No. Seguro que no.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pero, ¿qué te está sonando?
HOMBRE PRINCIPAL. Es que el médico me está haciendo unos exámenes físicos y quiere examinar mi corazón.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¡Ay, amor! No me dijiste que no estabas bien. Entonces tengo algo que te va a hacer sentir mucho mejor. Les pedí a mis papás que nos encontraran para comer juntos.
(El hombre hace una cara fea.)
NOVIA. ¿Verdad que ya te sientes mejor?
HOMBRE PRINCIPAL. Oh, sí, tú sabes qué tanto yo los quiero a ellos.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. Mira, vamos a caminar. Tengo algo que hablar contigo. (Empiezan a caminar.) Tengo malas noticias. Tú sabes el viaje que estamos planeando con tus padres para Florida, pues no voy a poder ir. Mis jefes me han pedido que tome cargo de un proyecto y quieren que lo presente ese mismo fin de semana.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¡Ay, amor! ¿De verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. Sí.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pues qué lástima.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pero, ¿por qué suena tanto esa cosa?
HOMBRE PRINCIPAL. Es que me duele tanto el corazón que no voy a poder estar contigo.
(Suena el detector.)
NOVIA. Mira, amor, cómprame un refresco.
(Caminan a donde está el vendedor.)
VENDEDOR. Buenas tardes, pasen por acá.
HOMBRE PRINCIPAL. Un refresco y un Hot Dog, por favor. . . ¿De qué están hechos?
VENDEDOR. Solamente los mejores ingredientes, les aseguro, puro pavo.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. ¿Usted está seguro de eso?
VENDEDOR. ¡Oh, sí, señor! Solamente lo mejor para mis clientes.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. Olvídelo. Con el refresco tengo.
VENDEDOR. Lo que usted pida, señor.
NOVIA. Vamos a ver los patitos, amor.
(Caminan donde está el lago.)
SEÑOR. Como ya te lo dije, de regreso nos vamos por la autopista. No importa qué tanto se enojen los que van detrás. Que me piten todo lo que quieran. Yo también tengo derecho a guiar donde yo quiera.
SEÑORA 2. Estoy de acuerdo, amor. Pero tú sabes qué tanto me gusta ver el paisaje del campo. Por eso es que nos vamos por las calles de abajo.
(Suena el detector.)
SEÑOR. Solamente lo hago por ti.
(Suena el detector. En ese momento se escucha un grito de un niño que se ha caído. Corren a ver. El niño está tirado en el piso con mucha gente alrededor mirando. Su mamá está siendo consolada a un lado. Un hombre que era médico se acerca.)
MÉDICO. Déjenme ver, soy médico. (Lo examina.) ¿Quién es el padre de este niño?
PADRE. Aquí, doctor. ¿Cómo está?
MÉDICO. Mire, tenemos que llevarlo al hospital para sacarle puntos en la herida. Es grave la cortada. Vamos a llevarlo rápido.
PADRE. Sí, doctor. Déjeme hablar con mi esposa.
MADRE. (Llorando.) ¿Qué dice, es serio?
PADRE. No, no, solamente una cortadita. Lo llevaremos al hospital para que lo examinen. (Empiezan a caminar.)
(Suena el detector.)
NOVIA. Pobre niño, ojala que esté bien. Mira, allá vienen mis papás.
(Caminan hacia ellos. Empiezan a saludarse. El detector sigue sonando mientras que se saludan. Sigue sonando el detector.)
MORALEJA. Si hoy pusieran un detector de mentiras aquí, ¿cuántas veces sonaría? ¿Son sinceras nuestras palabras? ¿Está de moda la mentira? ¿Es un pecado como otro cualquiera? Santiago 2:10. En el mundo de hoy se ha oficializado el mentir para salir de situaciones difíciles, o para parecer amables o para esconder algo, para conseguir un empleo y mil otras situaciones. No permitamos que la violación a este mandamiento nos separe del cielo. Santiago capítulo 3 es un buen pasaje para meditar sobre la importancia de las palabras fidedignas, sinceras y veraces.
HOMBRE EXTRAÑO
HOMBRE PRINCIPAL
MUJER
HOMBRE
SEÑORA 1
NOVIA
VENDEDOR
SEÑOR
SEÑORA 2
MÉDICO
PADRE
MADRE
EXTRAS
(El Hombre Principal está sentado en una banca en el parque. Está leyendo un periódico. Se le acerca un hombre con un saco largo y lentes oscuros y se sienta enseguida de él. El hombre del saco trata de captar la atención del hombre que está leyendo.)
HOMBRE EXTRAÑO. ¡Pssst… Pssst! Mira, tengo algo que te va a interesar mucho.
HOMBRE PRINCIPAL. No, no gracias. No estoy interesado. (Sigue leyendo.)
HOMBRE EXTRAÑO. Pero, no me has escuchado todavía. (Se sienta más cerca de él.) Mira, esto que tengo te va a traer tantos beneficios. No me lo vas a creer, pero, ¿ves esta cosita? (Le enseña el detector.) Es un detector de mentiras. Esta cosa puede detectar cada vez que alguien te está diciendo una mentira. Los otros días fui a comprar un regalo para mi mamá pero el vendedor me estaba diciendo mentiras y rápido supe. Así me ha pasado muchas veces y me ha ahorrado mucho dinero ya. Y yo solamente te lo voy a vender por $300 dólares.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. ¡$300 Dólares! ¡Tú eres un loco! ¿Tú quieres que yo te dé $300 dólares por esa cosa que probablemente abre la puerta de tu garaje?
HOMBRE EXTRAÑO. Mira, ¿ves esa pareja sentada allá? Vamos cerca de ellos y te voy a mostrar que sí trabaja.
(Caminan hacia una pareja sentada sobre una cobija. El hombre del detector se para a amarrarse los zapatos.)
MUJER. Amor, hemos estado tanto tiempo de novios, ¿no crees que ya es tiempo que nos casemos?
HOMBRE. Seguro, amor. Pero tú sabes que estoy ahorrando dinero para poder darte todo lo que tú mereces.
(Suena el detector. Voltean a ver los dos hombres parados allí.)
HOMBRE EXTRAÑO. Es mi aparato del corazón. (Le dice a la pareja.)
(Suena el detector. Los dos hombres caminan para atrás a donde está la banca.)
HOMBRE EXTRAÑO. ¿Ves que era verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. ¿Y tú quieres que yo te dé $300 dólares por eso?
HOMBRE EXTRAÑO. Está bien, te la dejo en $200 dólares. Pero eso es lo menos que te la voy a vender.
HOMBRE PRINCIPAL. Si es verdad que te ha beneficiado tanto, ¿por qué quieres venderla?
HOMBRE EXTRAÑO. Pues, es que... Yo he recibido tantos beneficios que siento que ya es tiempo que otra persona tenga la misma oportunidad.
(Suena el detector.)
HOMBRE EXTRAÑO. No, mira, lo que pasa es que mis amigos dicen tantas mentiras que ya me están amenazando.
(Suena el detector.)
HOMBRE EXTRAÑO. Mira, olvídate. Te la doy. Ten, ten. (Se la pone en la mano.)
(El hombre sale apurado. El hombre principal se la pone en el bolsillo y mira su reloj.)
HOMBRE PRINCIPAL. Susy está tarde otra vez.
(Pasa una señora empujando una carriola con un bebé y un niño caminando al lado tratando de abrir una paleta.)
SEÑORA 1. (Hablándole al niño.) Deja ese dulce, que se te van a caer los dientes de tanto que comes.
(Suena el detector. Entra Susy, la novia del hombre principal.)
NOVIA. Amorcito, perdón, pero no me dejaron salir a tiempo del trabajo.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¿Qué es eso?
HOMBRE PRINCIPAL. No. Nada. Te trabajaron muy duro hoy ¿eh?
NOVIA. Sí, amor. Pero me recompensé con este traje que encontré baratísimo. ¿Qué crees? ¿No me veo gorda, verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. No. Seguro que no.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pero, ¿qué te está sonando?
HOMBRE PRINCIPAL. Es que el médico me está haciendo unos exámenes físicos y quiere examinar mi corazón.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¡Ay, amor! No me dijiste que no estabas bien. Entonces tengo algo que te va a hacer sentir mucho mejor. Les pedí a mis papás que nos encontraran para comer juntos.
(El hombre hace una cara fea.)
NOVIA. ¿Verdad que ya te sientes mejor?
HOMBRE PRINCIPAL. Oh, sí, tú sabes qué tanto yo los quiero a ellos.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. Mira, vamos a caminar. Tengo algo que hablar contigo. (Empiezan a caminar.) Tengo malas noticias. Tú sabes el viaje que estamos planeando con tus padres para Florida, pues no voy a poder ir. Mis jefes me han pedido que tome cargo de un proyecto y quieren que lo presente ese mismo fin de semana.
(Suena el detector.)
NOVIA. ¡Ay, amor! ¿De verdad?
HOMBRE PRINCIPAL. Sí.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pues qué lástima.
(Suena el detector.)
NOVIA. Pero, ¿por qué suena tanto esa cosa?
HOMBRE PRINCIPAL. Es que me duele tanto el corazón que no voy a poder estar contigo.
(Suena el detector.)
NOVIA. Mira, amor, cómprame un refresco.
(Caminan a donde está el vendedor.)
VENDEDOR. Buenas tardes, pasen por acá.
HOMBRE PRINCIPAL. Un refresco y un Hot Dog, por favor. . . ¿De qué están hechos?
VENDEDOR. Solamente los mejores ingredientes, les aseguro, puro pavo.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. ¿Usted está seguro de eso?
VENDEDOR. ¡Oh, sí, señor! Solamente lo mejor para mis clientes.
(Suena el detector.)
HOMBRE PRINCIPAL. Olvídelo. Con el refresco tengo.
VENDEDOR. Lo que usted pida, señor.
NOVIA. Vamos a ver los patitos, amor.
(Caminan donde está el lago.)
SEÑOR. Como ya te lo dije, de regreso nos vamos por la autopista. No importa qué tanto se enojen los que van detrás. Que me piten todo lo que quieran. Yo también tengo derecho a guiar donde yo quiera.
SEÑORA 2. Estoy de acuerdo, amor. Pero tú sabes qué tanto me gusta ver el paisaje del campo. Por eso es que nos vamos por las calles de abajo.
(Suena el detector.)
SEÑOR. Solamente lo hago por ti.
(Suena el detector. En ese momento se escucha un grito de un niño que se ha caído. Corren a ver. El niño está tirado en el piso con mucha gente alrededor mirando. Su mamá está siendo consolada a un lado. Un hombre que era médico se acerca.)
MÉDICO. Déjenme ver, soy médico. (Lo examina.) ¿Quién es el padre de este niño?
PADRE. Aquí, doctor. ¿Cómo está?
MÉDICO. Mire, tenemos que llevarlo al hospital para sacarle puntos en la herida. Es grave la cortada. Vamos a llevarlo rápido.
PADRE. Sí, doctor. Déjeme hablar con mi esposa.
MADRE. (Llorando.) ¿Qué dice, es serio?
PADRE. No, no, solamente una cortadita. Lo llevaremos al hospital para que lo examinen. (Empiezan a caminar.)
(Suena el detector.)
NOVIA. Pobre niño, ojala que esté bien. Mira, allá vienen mis papás.
(Caminan hacia ellos. Empiezan a saludarse. El detector sigue sonando mientras que se saludan. Sigue sonando el detector.)
MORALEJA. Si hoy pusieran un detector de mentiras aquí, ¿cuántas veces sonaría? ¿Son sinceras nuestras palabras? ¿Está de moda la mentira? ¿Es un pecado como otro cualquiera? Santiago 2:10. En el mundo de hoy se ha oficializado el mentir para salir de situaciones difíciles, o para parecer amables o para esconder algo, para conseguir un empleo y mil otras situaciones. No permitamos que la violación a este mandamiento nos separe del cielo. Santiago capítulo 3 es un buen pasaje para meditar sobre la importancia de las palabras fidedignas, sinceras y veraces.
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