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2012 - España

Preocupación infantil

3 Minutos y 2 Personajes. Dos niños debaten sobre lo que pueden entregar al niño Jesús...


PREOCUPACIÓN INFANTIL

PERSONAJES

NIÑO
NIÑA


NIÑA. ¿Que le podría yo dar a mi Salvador, para poder pagar su incomparable favor? El mundo sería poco, y además él es su dueño. ¿Tú qué opinas?

NIÑO. ¡Que estás loca! ¿No ves que es necio tu empeño?

NIÑA. Pero... Escúchame con calma, yo creo que Él se merece el sacrificio del alma o algo así... ¿No te parece?

NIÑO. Lo que el Señor se merece no te lo discutiré, pero tú... ¿Podrás pagarle?

NIÑA. Eso procuro, no sé...

NIÑO. Tú, ¿qué podrás dar a Dios? Si miras hacia la tierra Él es el dueño y Señor de las riquezas que encierra, si te fijas en el mar, Él la hizo y suya es, y si al cielo has de mirar, es su morada.

NIÑA. Así pues ¿qué yo podría ofrecer a mi amado Salvador, que le pudiera demostrar lo profundo de mi amor?

NIÑO. Solo una cosa; en tu pecho se encuentra la solución. Cristo estará satisfecho si le das el corazón.

NIÑA. ¿Y cómo lo debo hacer?

NIÑO. Ríndele tu voluntad.

NIÑA. Pues si eso él desea, quiero con toda mi alma consagrar mi vida entera al que nació en Navidad.

Bondad del alma

8 Minutos y 3 Personajes. Dos niñas se enseñan los regalos que han recibido por Navidad pero una tercera niña pobre se les acerca y deciden compartir sus regalos con ella.


BONDAD DEL ALMA
PERSONAJES

CAROLINA
NIDIA
ANDREA


(Aparecen Carolina y Nidia, cada una con una bolsa llena de regalo.)

CAROLINA. ¡Qué bonita Navidad!

NIDIA. ¡Sí, qué preciosa Nochebuena!

CAROLINA. ¿Te ha gustado, Nidia?

NIDIA. Pero mucho, ¿no es verdad que estuvo preciosa, Carolina?

CAROLINA. Hoy he sido muy dichosa, de regalo estoy llena.

NIDIA. Pues yo estoy feliz. ¡Qué noche tan deliciosa ha sido esta Nochebuena! Mira, te mostraré los regalos que me han dado.

CAROLINA. Y tú te vas a admirar cuando puedas contemplar lo que a mí me han regalado.

(Abren las bolsas y al hablar van sacando lo que mencionan.)

CAROLINA. Un libro muy interesante.

NIDIA. Un vestido, jamás he visto en mi vida tan hermoso.

CAROLINA. Un perfume, de un aroma muy refinado.

NIDIA. Pues a mí unos zapatitos y una medias que el domingo estrenaré.

CAROLINA. Un cinturón primoroso.

NIDIA. De dulces, ¡vaya un montón!

CAROLINA. Los dulces yo ni los cuento, aquí he traído una ración en esta bolsa que son para comer.

(Los saca y le da a Nidia.)

NIDIA. Al momento…

CAROLINA. ¿Sabes? No soy tan feliz.

NIDIA. ¿Por qué no estás conforme?

CAROLINA. Sí, de regalos estoy llena pero… no los merezco pues no he hecho nada para merecerlos.

NIDIA. Tienes razón. Ojalá pudiéramos hacer una buena acción a lo menos.

CAROLINA. Probaremos… Los premios a merecer y tendremos más placer en esta noche.

(Entra Andrea pobremente vestida y triste.)

ANDREA. ¡Hola, chiquillas!

CAROLINA. Andrea, ¿tú por aquí? Hace tiempo que no me visitas.

NIDIA. (Tomándole las manos cariñosamente.) Tienes muy frías las manitas, ¿has estado enferma?

ANDREA. Sí.

CAROLINA. ¿Por qué estás triste debiendo estar llena de gozo?

ANDREA. Es que mi madre...

CAROLINA. Entiendo, no te permitieron que vieses la Nochebuena.

NIDIA. Pues, ¿qué te ha pasado?

ANDREA. Es que no tengo dinero y ni un regalo me han dado, mi dolor esto ha causado, aunque yo siempre cuido y lleno de cariño a mi madre, pero me entristece al verla llorar.

CAROLINA. Comprendo tu tristeza.

NIDIA. (A Carolina, le habla al oído. Señala las bolsas que habían dejado en el suelo cuando entró Andrea.)

CAROLINA. (A Nidia.) Sí, pero calla, porque quiero decírselo yo primero. (Toma su bolsa, la abre y se la enseña a Andrea.)

ANDREA. Cosas muy bonitas les han regalado.

CAROLINA. Y... ¿te gustan?

ANDREA. (Con duda.) Chiquillas...

CAROLINA. Pues escoge sin temor.

ANDREA. No se burlen de mi pena.

NIDIA. (Tomando su bolsa y abriéndola.) ¿Burlarnos? No, ten mis cosas.

(Van dando a Andrea lo que indican.)

CAROLINA. Mi libro.

NIDIA. Dulces, llena tu bolsa que es Nochebuena. ¡Debemos ser muy dichosas!

ANDREA. (Asombrada.) Pero niñas, por favor, decidme si esto es verdad.

CAROLINA. Es verdad, y sin temor puedes llevarlos.

ANDREA. (Mirando al cielo.) Señor, gracias por tu bondad, también yo soy dichosa, tengo dulces y regalos… (Dirigiéndose a Carolina y a Nidia.) Vosotras sois muy bondadosas.

CAROLINA. Después te traeré otra cosa.

ANDREA. (Dirigiéndose a Carolina.) Ya estoy satisfecha.

CAROLINA. Ya soy feliz, Nidia.

ANDREA. Yo estoy llena de alegría.

TODAS. ¡Qué preciosa Nochebuena! ¡Qué hermosa Navidad!

(Las tres se toman de la mano y de esta manera se retiran cantando “Noche de paz”.)

Pedid y se os dará

10 Minutos y 4 Personajes. Una niña pobre decide escribirle una carta a Dios confiando en su promesa de pedir y se os dará. Los empleados de correos se conmueven con su carta y le entregan lo que ha pedido.


PEDID Y SE OS DARÁ


PERSONAJES

MADRE
HIJA
CARTERO
EMPLEADO


CUADRO PRIMERO

(Representada en una humilde habitación. La madre en la cama, y la niña en una silla a su lado.)

MADRE. Oremos, hija mía, teniendo confianza en la promesa del bendito Jesús que dijo: "Pedid y se os dará".

HIJA. Mamá, ¿dónde está Jesús?

MADRE. Está en el cielo.

HIJA. ¿Y tiene medicina allá? Porque es lo primero que yo le quiero pedir para que te cures tú y puedas trabajar y así tendremos qué comer.

MADRE. Tú no podrías comprender si yo tratara de explicarte cómo se vive en el cielo, pero ten la seguridad que Dios puede dar todo lo que le pidas.

HIJA. Mamacita, ¿y si yo le pido juguetes me los puede dar?

MADRE. Sí, hija mía, sí puede; pero si se los pides y no te los da, no llegues a pensar que no tiene poder, o que permanece sordo a las suplicas de sus hijos. A veces no sabemos pedir lo mejor, porque no pedimos lo que nos hace falta.

HIJA. Pues, ¿cómo debemos pedir?

MADRE. Dice San Pablo que "sin fe es imposible agradar a Dios, porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Es decir hay que pedir con fe y confianza.

HIJA. Bueno, mamá, oremos. ¿Y le vamos a decir a Dios que mañana es Noche Buena y que estamos muy pobres, que tú estás enferma y que nos dé todo?

MADRE. Sí, hija, sí se lo podemos decir, pero siempre confiando que la respuesta que Él nos de es lo mejor.

HIJA. Bueno, mamacita, oremos pues... (Repetirá lo que diga la madre.)

MADRE. Padre celestial: Escucha tú la oración de mi hijita, y tú que conoces nuestras necesidades, contéstanos conforme a tu voluntad, y no a la nuestra, pues, estamos seguras de que lo que tú nos mandes será lo mejor. Mañana es Navidad; y es cuando sentimos tanto gozo en nuestro corazón, porque recibimos el regalo más hermoso de nuestra vida que es Jesús tu Hijo, por cuyos méritos te pedimos remedies tú nuestras necesidades.
Amén.

HIJA. Ahora, mamacita, procura dormirte.

MADRE. Tú también acuéstate, ya que es muy tarde. (Se vuelve hacia la pared.)

HIJA. (Hablando sola.) Yo no tengo sueño todavía. Voy a leer el Nuevo Testamento que me regaló mi maestra... (Después de leer unos momentos levanta la cabeza y ve que su mamá duerme. Habla para sí.) Quién sabe si entre tantas personas que le estarán pidiendo a Dios muchas cosas para la Noche Buena, nuestra oración vaya a llegarle tarde... Yo creo que sí le mando una carta a Dios me contestará muy pronto. (Busca en un rincón papel y lápiz, se pone a escribir en la silla: cuando acaba de escribir lee en voz alta y luego rotula el sobre hablando en voz fuerte. 23 de Diciembre de 200...) Querido Dios: Estoy muy triste, porque mi papá se murió, No tenemos ni luz. Mi mamacita está muy enferma. Es tiempo de Navidad. Contéstame pronto al número 17 de la calle en que vivo, que es de las Flores. Quiero medicina para mi madre y un vestido para mí. Recuerdos a los angelitos, y tú recibe el cariño de tu hija. Angélica. Al Señor Dios, en los Cielos.
Y para que camine toda la noche, voy a ponerla ahora mismo al buzón, mientras está dormida mi mamá. (Sale.)



CUADRO SEGUNDO

(Una oficina de correos. Un empleado escribiendo y un cartero acomodando y sellando cartas. Empiezan hablando en broma.)

CARTERO. Oye, ¿dónde es el cielo?

EMPLEADO. Allá arriba.

CARTERO. ¿Por qué tren se va al cielo?

EMPLEADO. ¿Cómo por qué tren?

CARTERO. Sí, hombre, aquí hay una carta al Señor Dios, en los cielos. ¿Por qué tren debe salir?

EMPLEADO. A ver, hombre. ¡Já, Já, Já! Mándala a la dirección General de Correos a ver si allá saben. Bueno, deja eso que debe ser de algún loco, y acaba.

CARTERO. De un loco o de un niño.

EMPLEADO. De un loco, pues ni un niño se le puede ocurrir que llegue una carta al cielo.

CARTERO. Yo apostaría que se trata de un niño, pues mira la letra muy mal hecha.

EMPLEADO. O de alguno que se quiere burlar de nosotros.

CARTERO. Veamos... (Rompe el sobre, saca la carta y lee en voz alta. Pausa.) ¿Crees ahora que esta carta es de un loco?

EMPLEADO. Ahora estoy seguro que es de una niñita pobre. (Queda pensativo.)

CARTERO. (Después de una pausa y con voz conmovida.) ¿Te imaginas qué triste debe ser estar pensando en la Noche Buena, con una madre enferma, sin luz, sin medicinas y sin alimentos?

EMPLEADO. En verdad que ha de ser triste.

CARTERO. ¿Quieres que hagamos algo por esta niñita?

EMPLEADO. Nosotros daremos algo de lo nuestro e invitaremos a los compañeros a contribuir.

EMPLEADO. ¿Y luego?

CARTERO. Pues ahora que voy a repartir las cartas le llevo lo que juntamos: además, aquí está la dirección.

EMPLEADO. ¿Y tú crees que la mamá va a creer que Dios mandó el dinero?

CARTERO. En primer lugar la madre no sabe de esta carta.

EMPLEADO. ¿Y cómo sabes tú que la madre no sabe?

CARTERO. Hombre es muy sencillo. No hubiera dejado a la niña escribir esta carta; porque la carta podía haber sido rota o tirada en la oficina, juzgándola, como tú lo has hecho, que sería de un loco, y exponía a su hijita a una decepción. En segundo lugar, si es cristiana y de una fe muy grande en Dios, que la hizo dejar a la niñita que escribiera en la confianza que obtendría respuesta, me alegro mucho de ser instrumento en las manos de Dios para contestar una fe tan grande.

EMPLEADO. Bueno, aceptado. Sigamos adelante con esta bendita obra.



CUADRO TERCERO

(La misma decoración que en el principio. La madre sentada en la cama. La niña en la silla.)

MADRE. Ya ves, hija mía, no hemos tenido con qué desayunarnos, pero no por eso desconfíes de Dios. Le hemos dicho que hoy es Noche Buena y le hemos pedido que nos socorra. Él sabrá cómo lo hace y a qué hora.

HIJA. Yo también estoy esperando que nos responda. ¡Oye mamá! ¿Y hay correo para los cielos?

MADRE. No, hija.

HIJA. ¿Y telégrafo?

MADRE. Podríamos decir que sí, porque la oración sube como la electricidad a través de los cables, que simboliza la fe, que es la certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve.

(Se oye llamar a la puerta.)

MADRE. Oye, hijita, parece que llaman; Anda y ve quién es.

CARTERO. ¿Vive aquí la niñita Angélica?

HIJA. Sí. yo soy, yo soy…

CARTERO. Aquí tiene usted esta carta y este paquete.

HIJA. ¡OH, gracias! ¡Gracias! ¡Mamá! ¡Mamá!

MADRE. ¿Qué es, hijita?

HIJA. Es la contestación de Dios.

MADRE. ¿Cómo la contestación de Dios?

HIJA. Sí, mamacita; tú me dijiste anoche que el Señor Jesús dijo: "Pedid y se os dará". Y yo pedí anoche a Dios estas cosas y mira, ya me contestó.

MADRE. ¿Cómo se las pediste?

HIJA. Pues en una carta que la mandé al correo de los Cielos.

MADRE. ¿A qué horas?

HIJA. Cuando te quedaste dormida la hice y fui corriendo a dejarla al buzón.

MADRE. ¡Ah! Ya comprendo.... Los empleados… Sí, hijita, fue Dios el que movió a misericordia, y aquí tenemos la contestación. ¿Ya ves qué bien dijo el Señor Jesús: "Pedid y se os dará?” Y es necesario allegarnos a Dios con fe. Ahora, démosle las gracias a Nuestro Padre Celestial.

(Oran.)

MADRE. Amoroso Padre que estas en los cielos, gracias te damos por tu amor infinito y por el cuidado que tienes de nosotros tus hijos, ¡Oh buen Padre Celestial! Ya que te has dignado contestar las suplicas de esta querida hija que tú me has dejado para ayudarme y cuidarme en mis enfermedades; ya que te has servido contestar a la inocencia y la fe de mi hijita, dígnate a cuidarla de las tentaciones de este mundo conserva siempre en ella este candor, esta inocencia y esta fe. Ahora, Padre celestial, ya que nos das alimento, para nuestro espíritu y la medicina para las enfermedades del alma. Te lo pedimos, con el perdón de nuestros pecados, por tu Hijo amado, nuestro bendito y eterno Salvador, Cristo Jesús, Amén.

Martín el zapatero

10 Minutos y 8 Personajes + Coro. Martín tiene un sueño que le anuncia la visita de Jesús al día siguiente. Ese día se prepará para recibirle y muchas personas pasarán delante de su negocio antes de que el esperado visitante llegue.


MARTÍN EL ZAPATERO


PERSONAJES

MARTÍN EL ZAPATERO
EXPRESIDIARIO
ANCIANO
MUJER
NIÑA
AMIGO
AMIGA
CORO DE NIÑOS
VOZ
NARRADOR



NARRADOR. Nuestro drama ocurre en un pueblecito de Francia. Hallamos a Martín, un zapatero, en su taller.

MARTÍN. (Sentado a la mesa, lee en voz alta, en Sn. Mateo 2: 9-11) ¡Ay!... ¡Qué cosas!... ¡Ver al niño Jesús! Si mañana fuera la primera Navidad, yo iría al pesebre también como los pastores y los magos, y mi regalo al Niño serían estos zapatos blancos de cuero fino. (Pone los zapatos sobre la mesa.) ¡Ay…! ¡Qué sueño tengo! (Se apoya en la mesa y se duerme.)

VOZ. Martín, Martín, tú quisiste verme, verás tu deseo cumplido; hoy, vendré a visitarte.

MARTÍN. (Despierta mirando a todos lados.) ¿Qué? ¿Qué? Oí la voz del Señor Jesús, pero nadie está aquí. Pero Él dijo que viene hoy... Tengo que prepararme... (Cierra la Biblia y comienza a barrer.)

AMIGO. (Golpea la puerta, Martín le abre y entra.) ¡Hola Martín! ¿Cómo estás?

AMIGA. ¡Feliz Navidad Martín! ¿Qué tal? ¿Hay mucho trabajo en estos días haciendo preparativos para la Noche Buena?

MARTÍN. Buenos días, bienvenidos amigos.

AMIGO. Hemos venido para invitarte a una fiesta esta tarde en mi casa; habrá pollo asado y todo lo necesario para una celebración alegre.

MARTÍN. Lo siento amigos, pero no puedo. ¿Saben qué pasó? Oí la voz del Señor diciendo, que Él va a venir a visitarme hoy. Tengo que quedarme aquí, porque no quiero perder esta ocasión tan maravillosa.

AMIGA. ¿Dices que el Señor Jesús viene aquí? Pero Martín, eso no puede ser; estabas soñando...

MARTÍN. ¡No... No...! ¡Él vendrá, bien lo sé!

AMIGO. Vamos, Martín, basta de bromas, y ven a la fiesta.

MARTÍN. No, muchas gracias por la invitación, pero no puedo ir.

AMIGA. (Mira al otro, señalando la cabeza con el dedo, y suspira.) Pues como tú quieras, hasta luego. (Salen sacudiendo sus cabezas tristemente.)

MARTÍN. (Hablando solo, poniendo las cosas en la mesa y el café en una olla.) Ahora, aquí hay pan y café y leche, no es mucho, pero con un poquito de queso, podemos almorzar... ¡Que gozo ver a mi Señor!... ¡Sus manos heridas por mí en la dura cruz!... Su cara tan compasiva... Bueno, estoy listo, puedo trabajar mientras espero. (Usa el martillo en un zapato; Un anciano toca y Martín va a abrir.) Pasa Samuel, ¿Cómo andas?...

ANCIANO. No muy bien Martín. Este viento frío y la nieva penetra hasta mis huesos. No he visto una Noche Buena tan fría, y además no hay trabajo para un anciano como yo. La vida es muy dura.

MARTÍN. Siéntate amigo, y toma este café calientito...

ANCIANO. (Bebe.) ¡Ay que bueno!... Eres muy bondadoso, si todo el mundo fuera como tú, que feliz sería la vida. La Biblia dice que Dios ama al dador alegre y como queréis que los hombres os hagan, así haced también vosotros.

MARTÍN. Hago lo que puedo, aunque no es mucho...

ANCIANO. Tengo que irme, pero muchas gracias por tu bondad; me siento mucho mejor. Feliz Navidad Martín... (Sale.)

MARTÍN. Feliz Navidad, Samuel... (Sigue trabajando, mientras afuera se oye un grupo cantando himnos de navidad.) Es verdad que hace frío hoy... (Se oye a una niña llorando.)
¿Cómo? ¿Una niña llorando? (Abre la puerta.) Ven acá hijita, ¿Cómo te llamas?

NIÑA. Fui al campo para buscar leña para mi casa y la nieve a cubierto todo y no puedo hallar nada; tengo frío y hambre... ¡Mi papá me va a pegar cuando regrese sin leña!... ¡Somos pobres, y no podemos comprar carbón!

MARTÍN. Pobrecita, calla, calla, te ayudaré. Toma este pan y queso, y aquí puedes tomar la mitad de la leña. (Envuelve el pan y el queso en un papel.)

NIÑA. Gracias, gracias señor, me voy... (Sale corriendo y sonriendo. Se oye cantar afuera.)

MARTÍN. Ya es tarde y no ha venido todavía el Señor Jesús, ahora no tengo ni pan, ni café, ni queso para ofrecerle... (Barre otro poco y se asoma a la calle.) Aquel hombre sin chaqueta en la nieve, esta temblando de frío... señor, señor venga...

EXPRESIDIARIO. (Parado en la puerta, habla con miedo.) ¿Qué quiere? No he hecho nada.

MARTÍN. Calma, amigo, solamente quiero que pase, entre para calentarse.

EXPRESIDIARIO. ¡OH gracias! Verdad que tengo frío. Es que me soltaron de la cárcel esta mañana, y no tengo ropa de invierno. Quiero vivir una nueva vida y ser un hombre honrado, pero nadie tiene confianza en un ex presidiario. No quieren darme empleo.

MARTÍN. Entiendo, quizás pueda ayudarle. Váyase al carpintero de la calle 14, y dígale que Martín le envió. A él le hace falta un obrero.

EXPRESIDIARIO. Muchas gracias, señor. Me acuerdo que mi madre cristiana solía decirme: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”

MARTÍN. Aquí tiene una chaqueta que lo protegerá un poco. Obedezca al Dios de su madre, y Él le bendecirá.

EXPRESIDIARIO. Yo lo creo. Gracias, señor, adiós...

(Se despiden, sale y Martín sigue su trabajo. Luego tocan a la puerta)

MUJER. (Con un niño en brazos.) Señor, perdona la molestia, pero puede decirme usted,
¿Dónde está la calle del hospital?... (Casi se desmaya.)

MARTÍN. ¡Señora! Siéntese aquí. ¿Está enferma?

MUJER. Sí, estoy enferma y voy al hospital con mi niño. Mi esposo es marinero y está en alta mar. No tengo familia acá para ayudarme.

MARTÍN. Descanse un rato. ¡Que lindo niño! Pero no tiene zapatos y hace frío...

MUJER. No tengo zapatos, ni un centavo para comprarlos. El barco ha demorado tanto, que el dinero se acabó.

MARTÍN. Sírvase esta leche caliente. Pobrecito... Aquí tiene estos zapatos para él. Son de cuero suave, fino; protegerá sus piececitos del frío.

MUJER. ¡Que Dios le bendiga! Estoy muy agradecida. (Se levanta.) Dios nos promete: “dad y se os dará, medida buena, apretada, remecida y rebozando dará en vuestro seno.

MARTÍN. Siga esta calle y a tres cuadras doble a la derecha, ahí está el hospital.

MUJER. Muchas gracias, y feliz Navidad... (Sale.)

MARTÍN. (Se siente tristemente.) Ya la noche viene y el Señor no ha llegado. Quizás fue solamente un sueño como mis amigos dijeron... ¡Ay... no vino!... (Abre su Biblia para leer... afuera el coro canta el himno “Tu dejaste tu trono...”)

TODOS. (Los cuatro visitantes pasan uno a uno, diciendo al pasar.) “¿No vine yo a visitarte Martín?”

VOZ. “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me recogiste, estuve desnudo y me cubriste, en la cárcel y viniste a mí, de cierto te digo que en cuanto lo hiciste a uno de estos hermanos más pequeños, a mí lo hiciste.”

(El coro sigue cantando.)

Misioneros

5 Minutos y 2 Personajes. Dos personas enfocan dos formas distintas y válidas de llevar el evangelio: uno yendo a países lejanos y el otro, desde su casa, a través de Internet.


MISIONEROS
Escrito por Dianne Reuby y traducido por Loida Somolinos
http://www.internetevangelismday.com

PERSONAJES

ACTOR 1 – CUARTO 1
ACTOR 2 – CUARTO 2



ESCENARIO. Está dividido en dos partes; cada parte representa una habitación donde hay un evangelista o misionero que se está preparando para el llamado de Dios. Cada actor continúa actuando mientras el otro está hablando.



ATREZZO

CUARTO. Mesa, silla, portátil, lleva ropas de estar por casa (quizá en bata y zapatillas), taza de café, una lista, Biblia.

CUARTO 2. Mesa con una maleta, ropas para meter, manojo de mapas, cartera de plástico con documentos, lista, una mosquitera, medicinas, Biblia y unos cuantos libros y folletos. Lleva ropas de viaje, como camiseta, pantalones de camuflaje, vaqueros o pantalones con muchos bolsillos.

Hay una proyección de la gran comisión de Jesús cuando dijo: MATEO 28:18-20



CUARTO 1. (Camina hacia la mesa, deja el tazón en la mesa.) Por fin, ya era hora de que pudiera hacer algo en mi ordenador. ¿Dónde está mi lista?

CUARTO 2. (Camina a la mesa.) Hora de hacer las preparaciones finales para mi viaje. ¿Dónde está mi lista?

CUARTO 1. (Enciende el ordenador, se sienta, mira la lista.) Mejor miro mi email antes. Una de las personas con las que suelo orar estaba pasando ayer un mal día. (Teclea en el tablero, lee de la pantalla.)

CUARTO 2. (Lee la lista.) Sombreros de sol, algunas camisas de manga larga para las noches o por si refrescara... (Deja la lista en la mesa, coge algo de ropa y la deja en la maleta.)

CUARTO 1. (Lee en la pantalla y teclea.) Eso está bien, parece que las cosas le van mucho mejor hoy. Bueno, más vale que me descargue el comentario bíblico antes de conectarme al chat. Después le contesto.

CUARTO 2. (Lee la lista.) Mi Biblia personal, concordancia, diccionario. Necesitaré esos Evangelios también. Y mi lista de direcciones con las personas por las que voy a orar y por todos aquellos que me han ayudado económicamente. (Pone los libros en la maleta.)

CUARTO 1. (Continúa leyendo de la pantalla.) Estupendo, aquí está el nuevo horario para los equipos de chat. Estoy en el equipo de oración. Jueves por la tarde, hora de Inglaterra. Más vale que subraye eso. Y mi equipo de oración para la semana que viene es el… (Habla entre dientes.)

CUARTO 2. (Lee la lista.) Bolsa de aseo, medicinas, mosquiteras... Mejor que revise todo lo que tengo en la lista otra vez. NO hay farmacias donde voy. (Pone las cosas en la maleta.)

CUARTO 1. (Lee la pantalla y teclea.) ¿Qué hora es ahora? Ateoconvencido debe estar online ahora… El otro día me preguntó cómo podía creer en un Dios al que no puedo ver… Veamos si está… ¡Ajá! Acaba de entrar. (Teclea.)

CUARTO 2. (Coge la carpeta con los documentos y mira a través de ella.) Más vale que revise mis documentos de nuevo. Pasaporte, visado, cerificados médicos, billetes, dinero, Que no me olvide de los mapas. (Pone la carpeta y los mapas en la maleta.)

CUARTO 1. (Lee en la pantalla y teclea.) Esa es una pregunta muy interesante… ¿Qué dice la Biblia? (Teclea, se refiere a la Biblia, lee en la pantalla.) Aquí lo tengo… Lo copio y se lo pego. (Teclea.) Hora de terminar. (Apaga el ordenador.)

CUARTO 2. De acuerdo… Creo que ya está todo. (Cierra la maleta.)

(Ambos miran al público y oran.)

CUARTO 1. Padre, tú enviaste a tu hijo para que llevase sobre sí la misión de redimir el mundo.

CUARTO 2. Hoy en día, muchos no han oído aún tu mensaje de verdad y amor. Nuestro mundo está sufriendo por las guerras y los conflictos, por la pobreza y la injusticia.

CUARTO 1. Deja que la luz de tu evangelio de amor brille en el mundo para que se transforme en un hogar que merezca la pena, para todos tus hijos en cada país y de raza.

CUARTO 2. Bendice a todos los misioneros alrededor del mundo para que su trabajo produzca frutos.

CUARTO 1. Junto con ellos, que nosotros también compartamos el trabajo misionero de toda la iglesia para que tu reino de justicia, amor y paz llegue a todos los corazones de todas las naciones.

CUARTO 2. Te lo pedimos en el nombre de Cristo, nuestro Señor.

AMBOS. Amén.

Cartas de amor y de amistad

10 Minutos y 4 Personajes. Lectura de varias cartas en las que se dan consejos a la hora de elegir la persona adecuada para unir nuestras vidas.

CARTAS DE AMOR Y DE AMISTAD

PERSONAJES

SEÑORA
CARTERO
ADOLFO
DIRECTOR


INTRODUCCIÓN

Nuestro programa ha sido titulado "Cartas de amor y amistad". En nuestra juventud tenemos que tomar importantes decisiones respecto al amor y a la amistad:

¿Quiénes serán nuestros amigos?
¿Con quién nos casaremos?
¿Y si aceptamos la amistad que Jesús nos ofrece?
El objetivo de este programa es ayudar a los jóvenes a tomar esas decisiones de la manera más correcta y también a ampliar un poco más los conceptos que podamos tener respecto al amor y la amistad.

Oramos para que el Señor esté con nosotros y podamos ser grandemente bendecidos.


ESCENA1

(Entra una señora a una sala con escritorio.)

SEÑORA. Debo escribirle a Alicia, la quiero tanto y no me gustaría que incurriera en un error en esa nueva relación con Ricardo.

(La señora simula escribir una carta, mientras que se lee la siguiente carta.)

Querida Alicia:

¡Gracias por tu carta! hace tiempo esperaba recibir esa noticia. Gracias también por la foto, estás muy bonita. La ilusión brilla en tus ojos, los dos parecen estar muy enamorados.

¡Tu primer novio, Alicia! Me parece que fue ayer cuando naciste, pero me alegro mucho. Ricardo es un buen muchacho, tiene un buen carácter. Es trabajador y respetuoso... bueno, pero ya tú lo conoces mejor que yo.

Hay algunos puntos con respecto a eso que quisiera que razonemos. Me dices que no quieres que tus padres te sigan considerando una nena, claro, ya no lo eres, tus ojos soñadores, tu cuerpo de mujer, el amor late en tu corazón pero eso no quiere decir que tus padres no deban aconsejarte, ayudarte, protegerte. Claro, Ricardo no es un atrevido, siempre te respetará y amará y tú a él, pero Alicia, eso es parte del peligro por un amor tan limpio y sincero no se resistirán al deseo de expresar su cariño, palabras dulces, besos, caricias. La pasión irá en aumento y un día puede ser que se dejen arrastrar por la corriente, y ese apresuramiento solo traerá frustraciones y sin sabores.

Pero te preguntarás por qué te digo estas cosas, si a ti nunca te pasará, muy bien, pero por favor toma estos consejos:

Cuando estén solos tengan cuidado de no estar en un lugar a donde nadie pueda interrumpirlos
Tengan cuidado de su tipo de conversación, hagan sus planes, lean, compartan, pero que todo esto cuente con la aprobación de Dios.
Estudien la Biblia y oren juntos pidiéndole a Dios sabiduría para construir un hogar feliz y propónganse que en su corazón exista siempre una tercera persona, JESUS, que él sea su constante compañero y su mejor amigo.
Deseo que sean felices, hoy y siempre, junto a mi saludo, recibe el de tu tío Néstor.

Te quiere, Tu tía Esther.




ESCENA 2

(Aparece un joven leyendo y llega otro joven vestido de cartero y le entrega una carta.)

CARTERO. ¿Es usted Adolfo Serrano?

ADOLFO. Sí, soy yo.

CARTERO. Esta carta es para usted. Firme aquí.

(Adolfo abre y lee en voz alta esta carta.)

Querido Adolfo:

He sabido que piensas casarte con alguien que no está unido contigo en fe religiosa, y me temo que no has pensado cuidadosamente este asunto tan importante.

Antes de dar el paso que ha de ejercer una influencia sobre toda tu vida futura, te ruego que estudies el asunto con oración y reflexión.

Antes de unirte en matrimonio con esta joven deberías preguntarte ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Podrás encontrar paz y gozo en su afecto? ¿Podrá ella ser la mejor madre para tus hijos? ¿Apartará una esposa incrédula tus pensamientos de Jesús? ¿Ama ella más los placeres que a Dios?

Tal vez digas: "Pero ya estoy comprometido con ella". Adolfo, esa promesa es contraria a las Escrituras y debes romperla, será mejor así, antes de que por ello deshonres a tu Hacedor.

Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alarmante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del casamiento de los tristes, solos, deprimidos, él está siempre con nosotros y él quiere que tengamos cuidado al escoger nuestras relaciones terrenales.




ESCENA 3

(El director del programa sale.)

DIRECTOR. Algunos jóvenes han recibido cartas que les han servido de ayuda a ellos y a otros; pero hay otra especial para cada uno que nos envía el Señor Jesús, Escuchemos:

Querido joven:

Lo que voy a decirte en esta carta es de vital importancia y te ruego que le pongas especial atención:

Ante todo querido joven recuerda que si te doy consejos es porque te amo, porque me importas y porque quiero que en cada decisión me tomes en cuenta.

Hijo mío: sé que tu edad es difícil y que a veces las cargas de la vida y las circunstancias pesarán sobre tú corazón como si fueran hierro.

Cuando tomes alguna decisión respecto al amor o a la amistad no te dejes guiar por un impulso. Recuerda que siempre contarás conmigo, estaré ahí, cerca de ti dispuesto a escucharte y a entenderte. Si estás conmigo podrás actuar de una mejor manera, si te alejas, nada te saldrá bien. Por favor, ten en mente que no tienes la libertad de disponer de ti mismo de acuerdo con lo que tu fantasía te dicte; por la sangre de mi Hijo Jesús has sido comprado por un precio infinito.

En lo que se refiere a estas relaciones de amor y de amistad sé cuidadoso, únete con aquellos que estén contigo hombro a hombro en el crecimiento espiritual.

Joven, considera todas estas cosas, conversa conmigo sobre tu problema específico, yo seré tu ayudador y quiero poner tus pies sobre la plataforma de la verdad eterna.

Deseo que hagas uso correcto de tu capacidad y que sean un instrumento para el bien en la ganancia de almas.

Espero que escuches mis palabras y medites en ellas. Te escribo porque te amo.

Tu amigo, Jesús



RECOMENDACIONES. Después de leer cada carta, discute con la feligresía lo que piensan ellos de las mismas y si tienen algún testimonio que pueda servir a los jóvenes que estén presentes. Además, colocamos una carta adicional para que la utilices si lo crees necesario, la carta, que es un testimonio, se titula “¿TIENES TIEMPO?”

Mi Nombre es Tammy.

Esta es la historia de mi vida. Yo aceptaré al Señor cuando "TENGA TIEMPO". Nací el 1º de enero de 1971. Durante mi crecimiento, el SEÑOR mantuvo sus manos sobre mí. Me sanó de la terrible enfermedad del polio. Y ahora camino igual que tú. "Gracias a Jesús".
Él me enseñó la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Creo que aceptaré al Señor cuando cumpla mis 30 años de edad. "Tengo Tiempo".
Estuve involucrada en las drogas, y Él me liberó. "Gracias Jesús". Salí embarazada, y lloré y rogué al Señor, y él me dio un esposo. Me dije a mi misma: Cuando cumpla mis 30 años aceptaré al Señor, Todavía me queda tiempo.
Me hirieron de bala en la espalda. El doctor dijo que nunca volvería a caminar. Lloré y clamé a Jesús por dos años. Y ahora brinco, corro y hago de todo. Debería aceptar al Señor ahora. No, esperaré hasta que cumpla mis 30 años. "Tengo tiempo todavía"
No tenía comida en casa. Mis hijos tenían hambre. Le pedí al Señor que supliera mi necesidad. Enseguida sonó el timbre de la puerta. El cartero me trae una carta, abro la carta y encuentro un cheque por 50$ Gracia Jesús. De nuevo prometí que cuando cumpliera mis 30 años, aceptaría al Señor. Todavía tengo tiempo.
Leo mi Biblia. Conozco al Señor. Él y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Tengo tiempo todavía.
Es sábado de noche, y voy a salir para pasarla bien y gozar un poco. Puse los niños a dormir. Al regresar, vi a mi hermana que venía corriendo hacia a mí. Me dijo: "uno de tus hijos estaba jugando con fósforos y se quemó. De nuevo lloré y clamé al Señor. SEÑOR, SEÑOR, escucha mi oración. Ayúdame Señor. Y Él así lo hizo. No me quitó mi hijo. El gobierno no me quitó a mis hijos por mi conducta. De verdad, voy a aceptar al Señor tan pronto cumpla mis 30 años.
Mi cáncer está en remisión. Mi cuerpo está sano. GLORIA AL SEÑOR. Tengo tiempo todavía. Mañana cumplo mis 30 años. Esta es mi última noche para gozar y vivir mi vida en el mundo. A fin de cuentas el próximo sábado estaré en la iglesia alabando el nombre de Dios. Estoy gozando tanto en mi fiesta que se celebra en mi patio. Me tiraron en la piscina. Sentí como un cronómetro en mi cabeza.

Algo me está sucediendo. ¿Que pasa? No sé. Veo luz. Hay gente a mí alrededor, pero no puedo hablar. Lloré e imploré al Señor, "Señor ¿que hora es?" "Son las 11:55" "pero no conozco tu voz, ¿quién eres?"

"Mi nombre es Lucifer. Yo no amo, no me importa la gente, solo quiero sus almas. Cada vez que venía por ti, el Señor me decía NO. Alguien estaba orando por ti, así que sembré una semilla para hacerte pensar que tenías tiempo. Como puedes ver soy inteligente, sucio y soy el mejor mentiroso”.

Tammy murió el 31 de diciembre del 2.001. Cinco minutos antes de cumplir los 30 años de edad.

Ahora dime: ¿Tienes tiempo?

¿Qué deseo para Año Nuevo?

10 Minutos y 7 Personajes. Que el Señor dirija nuestros propósitos de nuevo año.

¿QUÉ DESEO PARA AÑO NUEVO?
PERSONAJES

MARÍA
LUISA
CARMEN
CARLOS
MARCOS
NARRADORA
VOZ



INTRODUCCIÓN

Es buena la ocasión para desearle a todos felices fiestas. Y es que cada comienzo de año trae consigo nuevas esperanzas y proyectos. Quizás encontramos a la persona que dice que este año sí va ha hacer esa dieta que tiene años prometiéndola, o a la persona que pone sus sueños en mejores oportunidades de trabajo, no falta la pareja que se propone casarse o tener un niño para estas nuevas fechas. Y es que por alguna razón hablar de un año nuevo habla de un nuevo comienzo, como cristianos creo que la meta más nombrada es el estudio del año bíblico o leer la matutina que abandonamos en el mes de febrero por “falta de tiempo” y no podemos olvidar que otro de los propósitos mas nombrado es el estudio sistemático de la biblia. Pero no son estos los mismos propósitos del año pasado, y del antepasado, y del anterior al del antepasado. ¿Qué pasa con nosotros y con nuestras metas? Es que realmente son reales, es que es sinceramente lo que deseamos y lo que deberíamos ser.
¿Lo que deseo para año nuevo? Veamos…


ESCENA 1

(Se consiguen arreglando la sala y tocan la puerta.)

MARÍA. Ya llegaron, voy a abrir

LUISA. ¡Hola! ¿Cómo se encuentran ustedes?

CARMEN. Todo bien, gracias a Dios, y mira, ¿qué es eso que traes en la mano?

LUISA. Traigo las maletas preparadas.

CARLOS. Sí, a Luisa le dio por querer viajar mucho este año.

LUISA. A mi sí, y si lo único que tengo que hacer es salir y arrojar las maletas cuando termine el año lo voy a hacer.

MARÍA. Pero tomen asiento…

(Se sientan.)

CARMEN. Yo no critico a Luisa con lo que quiere hacer, de hecho, yo ya preparé mis lentejas, por eso de que trae prosperidad.

CARLOS. Bueno, para ser sincero, yo pensaba montarme tres veces en una silla, para ver si por fin consigo la mujer adecuada…

MARÍA. Y yo no me quedo atrás, compré mis uvitas para los deseos…

MARCOS. Muchachos, ¿qué pasa con ustedes, creyendo en esas cosas? ¿No somos cristianos? Debemos vivir lo que profesamos.

LUISA. Sí, somos cristianos, pero nadie le va a decir al pastor, así que tranquilo.

NARRADORA. De esta manera transcurrió el tiempo y al llegar las doce en punto cada uno de ellos realizó lo que había planeado; tenían sus deseos claros y la forma de obtenerlos, pero al día siguiente…

LUISA. ¡Qué cansada estoy! Ayer la pasé muy bien.

VOZ. Luisa, ¿qué pasa contigo?

LUISA. ¿Conmigo? ¡Nada! ¿Por qué?

VOZ. Cada día te observo con gran amor, para brindarte todo mi apoyo y cuidados, pero tú no me escuchas y vives en una completa falsedad. Ayer, vi como llena de fe en unas maletas vacías, salías corriendo para que pudieras viajar en este nuevo año.

LUISA. Señor, ¿me vistes?

VOZ. Claro que te vi, y me entristecí mucho, dime, ¿realmente crees que esas maletas pueden realizar tus sueños?

LUISA. Señor, tienes razón, las maletas son creación del hombre y no tienen vida, de ninguna manera ellas podrían siquiera escuchar lo que yo dije.

VOZ. Es así, Luisa, pero, ¿para qué querías viajar?

LUISA. Señor, para conocer el mundo, las culturas y despejarme un poco de todo aquello que me rodea.

VOZ. ¿Sólo para eso?

LUISA. Sí

VOZ. Si tus motivos son solo esos, no sirve de nada viajar. No has pensado en todas aquellas personas que no conocen el evangelio, en todas esas personas que viven sin esperanza, la esperanza que tú, Luisa, conoces. Recuerda: donde tienes tus tesoros, allí tienes tu corazón.

LUISA. Señor, perdóname por mi actitud tan inmadura y egoísta, quiero tener mis tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, voy a viajar este año, pero lo haré por mi vecindario y predicaré tu Palabra. Padre, te pido que vayas delante de mí y prepares el camino que debo recorrer. Gracias por amarme y por cuidarme.

(Carlos se encuentra en un escritorio con su computadora personal.)

VOZ. Carlos, ¿qué hiciste ayer?

CARLOS. ¿Yo? ¿Es conmigo?

VOZ. Sí, es contigo, y sabes quien te habla y a qué me refiero.

CARLOS. Bueno, Señor, lo que pasa es que tú sabes, ya el tiempo como que va pasando y no consigo a la chica adecuada, ya me estoy desesperando.

VOZ. Sí, claro, y ¿tú crees que con ese método, la silla, rápidamente te iba a encontrar a la mujer de tus sueños? Sinceramente, ¿crees que lograste algo con eso?

CARLOS. Sí, Señor, logré ver lo torpe que puedo ser, perdóname por mi impaciencia y por no confiar en ti.

VOZ. Carlos, lo mejor es reconocer el error de tus pasos, Yo me preocupo mucho por ti, sabes que te amo tanto que entregué mi vida por ti, y no importa aunque tus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. No te impacientes, el que persevera vence. Yo sé que no es bueno que el hombre esté solo y por eso creé ayuda idónea.

CARLOS. Gracias, Señor, por abrir mis ojos y por mostrarme lo tonto que he sido. Te pido que me ayudes a encontrar la persona adecuada para mi vida, y que me llenes de paciencia hasta que aparezca, pero sobre todo te pido fortaleza para trabajar más activamente en tu causa, porque la mies es mucha y los obreros pocos.

(Carmen se encuentra limpiando.)

VOZ. Carmen, hija, ¿que fue lo que hiciste ayer?

CARMEN. Señor, ¿hablas conmigo?

VOZ. Sí, Carmen, es contigo. Yo sé todo de ti, sé que el año pasado fue fuerte y que tuviste muchas necesidades, pero nunca estuviste sola, en cada adversidad, en cada problema, Yo estuve a tu lado; recuerda a mi hijo Job, luego de las pruebas las recompensas son grandes, no olvides que yo no permitiré que te coloquen pruebas más difíciles de las que puedes soportar, pero debes estar firme y ayer no lo demostraste. Pusiste tus esperanzas lejos de mí y tú sabes que separados de mí nada puedes hacer.

CARMEN. Señor, ayer me dejé llevar por las creencias de mi abuela, y me olvidé de ti, te pido que me perdones y me ayudes cada día a recordar la importancia que tiene no separarme de ti. Ayúdame a mantenerme activa en tu iglesia, a estudiar y a orar más diligentemente, y gracias por tanto amor y por hacer de mí una mejor persona.

VOZ. María, ¿qué hiciste ayer?

MARÍA. ¡Ay Dios! ¿Me viste?

VOZ. No solamente te vi, sino también escuché cada uno de los deseos que pediste mientras te comías las uvas. ¿Realmente crees que ellas, que ayer entraron a tu cuerpo y que hoy ya no están, son capaces de cumplirlos?

MARÍA. No, pero… no sé qué decir…

VOZ. María, cada vez que te alejas de mí me duele en gran manera. Cuando pones tus deseos en algo efímero, que tú bien sabes que no tiene ningún tipo de posibilidad siquiera que te escuche, yo sufro, porque te alejas del verdadero camino. Deseo para ti una vida mejor, yo conozco cada una de tus necesidades y sé de esas cosas que eres incapaz de pedírmelas, yo te conozco, sé lo que es lo mejor para ti, pero debes creer y confiar en mí, no en algo que proviene del mal.

MARÍA. Señor, no es sino hasta hoy que me doy cuenta de lo mal que me he portado, y que esta situación solo le hace daño a una persona: a mí. Por eso me coloco en tus manos para que puedas guiarme; ayúdame a hacer tu voluntad y a no separarme de ti. Utilízame y hazme capaz de realizar cada una de las actividades que debo hacer, te ruego que me perdones por todos esos deseos que pedí, que tú sabes cuáles son, y te ruego que permitas que cada día mi vida se limpie en ti.

(Marcos se encuentra arrodillado en su habitación.)

MARCOS. Señor y Padre celestial, te doy gracias por existir y por entendernos mejor de lo que creemos, quiero darte las gracias por mis amigos: Carlos, Luisa, María y Carmen, ayer olvidaron lo importante que es estar a tu lado, pero te agradezco por que sé que con tu infinita misericordia les mostrarás el verdadero camino. Ayúdalos, Señor, para que no te rechacen. En el nombre de Jesús. Amén

Crucifixión y resurrección de Jesús visto por un soldado romano

12 Minutos y 11 Personajes + Extras. Un soldado analiza los últimos acontecimientos de la vida de Jesús y cree en Él.


CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN DE JESÚS VISTO POR UN SOLDADO ROMANO

PERSONAJES

SOLDADO 1
SOLDADO 2
JESÚS
LADRÓN 1
LADRÓN 2
ÁNGEL
3 LLORONAS
JOSÉ DE ARIMATEA
PILATOS
EXTRAS...


(Aparecen 3 crucificados en el escalón frente el pulpito: ladrones y Jesús. Entra el pueblo y algunos injurian a Jesús, le dicen que si verdaderamente es el hijo de dios baje de la cruz.)

LADRÓN 1. Tú si eres realmente hijo de Dios sálvanos y sálvate a ti mismo.

LADRÓN 2. Cállate tú, porque ni siquiera en ésta que es nuestra última hora, tienes temor a Dios, ya que es cierto que nosotros debemos pagar lo que hicimos, pero éste es un hombre realmente justo.

(Soldados quiebran las piernas a los ladrones y le entierran la lanza a Jesús
Los ladrones son bajados de la cruz, queda solo Jesús.)

(Empieza música con sonido de viento.)

JESÚS. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

(Música fuerte, como si fueran truenos. Habrá música de fondo mientras dialoguen los soldados.)

SOLDADO 1. Realmente fue impresionante ver sus últimas palabras en la cruz. Siempre que este hombre hablaba sucedían cosas extrañas, pues yo vi mucha gente que fue sanada por él, aunque a nosotros los soldados romanos nos prohibían hablar de estas cosas. Yo estuve parado junto a esa cruz, y la verdad es que no quería estar ahí, porque cundo volteaba para ver a Jesús su mirada me hacía sentir y pensar que yo debería estar en su lugar. Él no me veía con odio sino que a pesar del gran sufrimiento que padecía y de su expresión de agonía, Él me miraba con amor. Aún no alcanzo a entender por que Él decía palabras como: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. En mi interior yo le decía: “vamos, si eres el hijo de Dios, ¿por qué no bajas de esa cruz? ¿Por qué si dicen que no has conocido pecado mueres por los pecadores y los presentas justos ante tú padre, cuando creo que el único Justo eres tú? De pronto me di cuenta que mi cuerpo comenzó a temblar, porque parecía que Él escuchaba mis pensamientos y mientras por su cuerpo desfigurado corría la sangre, Él me decía con su mirada: “si no bajo de esta cruz es por amor a ti”.

LADRÓN 1. Te alabo, te exalto, Cristo Jesús, pudiendo bajar de la cruz Tú preferiste morir en obediencia al Padre por amor a mí, por amor a mí, te adoro, Cordero de Dios, el vino a cumplir y hoy crucifico mi ser, se tú hoy en mí, en obediencia al Padre yo te seguiré, por amor a ti.

(Diálogo con música suave. Las 3 mujeres están llorando.)

SOLDADO 2. Yo no sabía qué hacer, unos se burlaban de Él, otros a lo lejos lloraban porque nunca lo volverían a ver... aunque supuestamente Él dijo que al tercer día iba a resucitar... (Se para de hablar.)

(Entra José de Arimatea y le pide el cuerpo a Pilatos. Bajan a Jesús de la cruz, lo ponen detrás de la roca. Continúa la música suave.)

SOLDADO 2. Y bueno, por esa razón me ordenaron cuidar de esta tumba. Sinceramente yo quisiera irme de este lugar, no sé por qué pero me siento un poco temeroso. Además, yo no creo que este hombre salga de la tumba y mucho menos que pueda mover esta piedra tan pesada, ¡claro que no! Esto no sucederá... Pues le vimos morir, es más, le enterramos la lanza en su costado, y sus piernas, ni quebrarlas fue necesario. Él estaba muerto ahora que yo recuerdo todos los reyes, emperadores, profetas... (Soldado se duerme.)

DIOS. Jesús, hijo mío, por cuanto no te aferraste a ser igual y renunciaste a todo lo que era tuyo tomando forma de siervo y condición de hombre, haciéndote obediente hasta la muerte, yo te levanto con el poder del espíritu santo, venciendo a la muerte y te doy el más alto honor y el más excelente de todos los nombres que es sobre todo nombre.

(Mujeres van a ungir a Jesús. Ángel corre la roca.)

ÁNGEL. No busquéis entre los muertos al que está vivo. Jesús ha resucitado; id y decídselo a sus discípulos.

(Salen las mujeres con cara de asombro. La roca vuelve a su lugar)

SOLDADO. Bueno, pues ya está amaneciendo y como era de suponerse aquí no sucedió nada; sin duda que este hombre era un profeta más... Pero, ¿qué está pasando? ¡No puede ser! La piedra se está moviendo... ¡Oh, no lo puedo creer! Jesús ha resucitado, Él vive...

JESÚS. (Caminando hacia el centro) Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá.

(Todos hacen 2 grupos para alabanza final. Jesús está en el medio)

TODOS. Él vive, OH el vive, Él resucitó, adoremos, exaltemos, levantemos al rey, de reyes, al señor, de señores, a Jesús, nuestro señor, Él vive, Cristo vive.

Los guardianes de la noche

25 Minutos y 2 Personajes. Este es el drama de dos soldados romanos que cuidan la entrada de la tumba de Jesús. Uno de ellos teme y cree en las palabras de Jesús mientras que el otro lo rechaza e intenta convencer a su compañero de su incredulidad.

LOS GUARDIANES DE LA NOCHE
Daniel Nelson

PERSONAJES

DOMICIO
LUCIO

(Una piedra grande cubre el sepulcro que está al fondo del escenario- detrás de la piedra todo debe estar listo para iluminar gradualmente, la luz sólo se verá surgir alrededor de la piedra, nunca se ve el fondo de la tumba. Al frente del escenario una fogata, unos platos con frutas y vasos de agua. Hay una gran oscuridad. Sonidos de insectos. Las luces de la fogata suben; ésta será la única luz para la escena. Domicio, en uniforme de soldado romano, está parado junto a la fogata. Siempre se le ve con una actitud de intranquilidad y temor. Levanta la cabeza y trata de ver en las sombras a su alrededor. Una pausa pequeña. Empieza a darle vuelta a las brazas con su lanza. Mete su lanza al fuego y atraviesa un pedazo de madera. Pausa. Domicio levanta su lanza, pero tiene la madera clavada a la punta. Lo intenta otra vez. Trata de quitar la madera con el pie -empieza a mostrar pánico-, pero después se trata de calmar. Pausa. Se escucha un búho, pero se distingue más la voz humana que el sonido de un pájaro –más adelante se notará que era Lucio quien hacía esta imitación mala de búho-.)

DOMICIO. (Trata de ver a través de las profundas sombras.) ¿Lucio. . .? (Ve a su alrededor con ansias. De repente se llena de pánico porque no tiene lista su arma. Empieza a torcer su lanza para quitar la madera. Pausa. Se oye el ladrido de un perro. Levantando la cabeza.) ¿Lucio. . .? ¡Basta de comedia! (Pausa.) ¿Lucio. . .? (Otra vez buscando en las sombras. Se ríe un poco y se nota nervioso, habla para él mismo.) Lucio siempre se comporta como un payaso. (Domicio saca su lanza de la madera y levanta la punta para revisarla. Otra vez ladra el perro). Lucio, responde, ¡basta de tonterías…! (Con voz más baja, de nuevo habla para sí.) Este lugar me pone nervioso. . .

(Se escucha un misterioso “por acaaaaá”. Domicio da vuelta rápido para mirar atrás. Se oye otro ruido hacia la derecha. Domicio da vuelta para enfrentarlo con su lanza lista. Lucio, también vestido con uniforme de soldado romano, salta de las sombras por el lado izquierdo.)

LUCIO. ¡Por acá!

(Domicio da vuelta rápidamente, su lanza por poco corta el estómago de Lucio.)

LUCIO. (Con humor.) ¿Un poco tenso esta noche, Domicio?

DOMICIO. (Respirando rápido.) ¡Un poco! (Pausa.) ¿Por qué siempre me haces eso? Este no es un teatro, Lucio. Estamos de patrulla. ¿Dónde te fuiste?

LUCIO. Estuve patrullando el perímetro, amigo. Estaba espiando nuestros alrededores.

DOMICIO. Oh… ¿Y los sonidos de animales?

LUCIO. Señales, Domicio. ¿Sabes lo que estoy pensando? Necesitamos unas señales, ¿sabes de lo que hablo, verdad? Bueno, escucha: yo me escondo en aquellos arbustos, como lo estaba haciendo, y me espero. Y cuando los vea te hago la señal. . . (Hace el sonido de búho) así, ¿lo tienes?

DOMICIO. ¿Cuando veas a quiénes? ¿A quiénes estamos buscando?

LUCIO. (Acercándose misteriosamente.) Los. . . ¡Ángeles, Domicio! ¡Eso es, una manada de ángeles va a venir por encima de esa colina!

DOMICIO. Muy chistoso.

LUCIO. ¡O peor! (Nuevamente en tono misterioso, como si estuviera contando un cuento de terror a niños) Quizá vea esos disciiiípulos, amigo. Quizás vendrá una banda de ellos para atacarnos, (ahora cambia el tono a burla) como lo hicieron allá en Getsemaní. (Se ríe con desprecio.) Cobardes. . . (Pausa.)

DOMICIO ¿Me pregunto dónde están ahora? ¿A dónde habrán ido?

LUCIO. ¿Quiénes?

DOMICIO. Los discípulos, la ciudad entera, por el amor de Dios. Ese hombre tenía la ciudad entera gritando y alabando su nombre.

LUCIO. Oh sí, bueno, pues una crucifixión tiene el extraño poder de frenar causas populares. Por eso lo hacemos. (Lucio toma un pedazo de pan y empieza a comerlo.)

DOMICIO. Pero eso fue hace sólo una semana. ¡Tú escuchaste al pueblo! Se podía oír hasta Roma. Parecía que Zeus había bajado de las nubes.

LUCIO. Esta gente pensaba exactamente eso. Un dios. (De nuevo con burla sonríe.) Bueno, al menos algunos de ellos. Eso te muestra con qué tipo de gente estamos tratando.
Imagínate: si ese es el mejor dios que pudieron encontrar, ¡con razón siempre les ganamos en la guerra! ¿No lo ves? Nuestros dioses parecen hombres, pero vienen montados en carros tremendos o en caballos alados. . . siempre de maneras espectaculares. Pero este hombre vino al pueblo en un burro. ¿Has oído de eso? ¡En los lomos de un burro! ¿Puedes creer esa falta de educación?

DOMICIO. Pero, ¿cuándo has escuchado que uno de nuestros dioses realmente haya hecho un milagro?

LUCIO. (Riéndose, ahora se burla de su compañero.) ¡Domicio, hijo de Jacob! ¿Que ya brincaste la cerca? ¿Eres ahora uno de ellos? Estoy seguro que les encantaría tener un soldado en sus sinagogas.

DOMICIO. Ese hombre hizo milagros, Lucio. Nadie ha podido refutar las cosas que él hizo.

LUCIO. Ni las han podido comprobar tampoco. Cuando la gente se emociona, cree cualquier cosa. Así trabaja la religión y la política, ¿no? (Pausa, ahora parece más cansado y fastidiado.) ¡Hacer guardia en una tumba es ridículo! ¡Relájate! En un rato llegará la mañana y tú y yo podremos ir a casa y dormir bien. ¿Nos dijeron que sólo tres días, verdad?

DOMICIO. Sí, tres días.

(Una pausa larga.)

LUCIO. Déjame decirte esto, si mi familia se diera cuenta que ingresé al ejercito para cuidar de la tumba de un miserable judío, no dejarían de burlarse de mí. Mi padre estuvo en el ejército por toda su vida. ¡Nunca creería esto! ¡Así es el ejército!

DOMICIO. Ya casi amanece. Lo puedo oler. Casi es tiempo de irnos.

LUCIO. Has estado diciendo eso desde la medianoche. ¿Realmente quieres salir de aquí? (Ahora cambia el tono a complicidad de amigos.) ¿Tienes a alguien esperándote?

DOMICIO. No, ¡es que este lugar me da escalofríos!

LUCIO. ¡No me digas! ¿Por eso no dejaste de hacerme reír tanto? (Le ofrece un trozo de su pan) ¿Quieres comer?

DOMICIO. No… No tengo hambre.

LUCIO. No comiste ayer y tampoco hoy. ¿Estás enfermo?

DOMICIO. No, sólo es que no tengo hambre.

LUCIO. Yo lo sé… Son nervios… (Se ríe.)

DOMICIO. ¡Yo no dije eso!

LUCIO. ¡Mira soldado! ¡Necesitaremos toda nuestra fuerza cuando esos ángeles nos caigan encima! (Saca su espada.) ¡Los atacaremos como Don Quijote y Sancho Panza!

DOMICIO. (De repente.) ¿Sabes por qué no puedo comer? ¡Porque tus tontos chistes me enferman! ¡Ya estoy harto! Desde que nos pusieron dieron la guardia no has dejado de hacer tus chistes de judíos, chistes de fantasmas o chistes de ángeles. Te he pedido que dejes de molestar. Ya estoy harto ¡cállate la boca!

(Pausa incómoda. Lucio silba bajo.)

LUCIO. ¡Está bien, está bien! (Hace un sonido impaciente.) De todos los soldados en Jerusalén, me tocó ser guardia con el Teniente Me Falta Sentido del Humor.

(Una pausa larga.)

DOMICIO. Mira, Lucio. . . es que no me gusta estar aquí. Lo que estoy diciendo, es que en las barracas está bien que seas chistoso, pero no frente a una tumba. Bueno, no frente a Su tumba, al menos.

LUCIO. Una tumba es una tumba, Domicio. Es igual a cualquier otra. Y huele igual también. ¿De qué tienes miedo?

DOMICIO. ¡No tengo miedo! Estoy. . . incómodo.

LUCIO. ¡Incómodo! (Lucio ahora se nota enojado.) No has comido en dos días. ¡Mírate!
Estás apuntando esa lanza a cualquier cosa que respire… (Alejando la lanza.) Incluyéndome a mí. Estás tan nervioso que. . . brincas cuando oyes un ratón eructar. Eso no es estar incómodo, Domicio, estás aterrorizado. ¿De qué tienes miedo? (Pausa.) ¿De él?

(Pausa.)

DOMICIO. Bueno, pero, ¿no te incomoda a ti?

LUCIO. ¡No! Morir yo me incomodaría, amigo, pero los muertos no… No lo puedo creer… ¿Qué haces en el ejército si te incomoda estar cerca de los muertos?

DOMICIO. ¡No es eso! Yo estuve allí, en la crucifixión ¿no? (Pausa. Lucio no le responde, se e nota molesto, parece que sabe algo que le incomoda, parece que está a punto de decir lo que le molesta.)

DOMICIO. (Insiste.) ¿No es cierto?

LUCIO. Claro. Y corriste al pie de la colina a vomitar.

DOMICIO. ¿Quién te dijo eso? (Avergonzado.)

LUCIO. Nadie lo dijo. Lo vimos. Todos te vimos.

DOMICIO. Es que no me sentía bien, eso es todo.

LUCIO. Eso no es todo. Este ex-Rey de los judíos te llenó de pánico desde que lo arrestaron. Domicio, por si no lo has notado… está muerto. (Pausa.) A menos que pienses que no está muerto.

DOMICIO. (Rápidamente y a la defensiva.) ¡¿De qué estás hablando?!

LUCIO. ¡De qué estoy hablando! ¿De qué estoy hablando, ah? Te estoy preguntado si estás incómodo porque tú crees que no está muerto. (Lucio sonríe, cruza el escenario y se acerca a la piedra.)

DOMICIO. (Con la lanza lista en voz baja.) ¡Qué estás haciendo, Lucio! ¡Aléjate de allí!

LUCIO. (Inclinándose hacia la piedra.) ¡Hola! ¡Ah, disculpa!

DOMICIO. ¡No hagas eso!

LUCIO. Escucha, ¿estás vivo allí adentro o algo así?

DOMICIO. ¡Esto no tiene gracia! ¡No me estoy riendo!

LUCIO. Mira, es que mi amigo. . . Domicio. . .

DOMICIO. ¡No digas mi nombre!

LUCIO. Es que él piensa que quizás no has. . . cruzado al otro lado todavía.

DOMICIO. (Enojándose.) Te estoy advirtiendo, Lucio…

LUCIO. Parece que tiene miedo de que tú solo eches a un lado esta piedra.

(Domicio corre hacia él.)

DOMICIO. ¡Ya me has cansado! ¡Me tienes harto!

LUCIO. (Volteando rápidamente.) ¡Suelte la lanza, Domicio! (Pausa. Domicio baja su lanza. Lucio se acerca amenazante.) No, tú no estás harto, ¡yo estoy harto! Estoy hasta aquí de tus supersticiones. Tú bien sabes que él está tan muerto como un muerto pueda estar. Tú viste su ejecución. Estuviste presente en ese sangriento evento, al menos hasta que te fuiste a vomitar entre los arbustos. Viste cuando el capitán hasta le clavó una lanza en su corazón para asegurarse que estuviera bien muerto. Viste cuando bajaron su cuerpo. ¿Y ahora piensas que de repente va a saltar con vida y que va a salir de esa cueva sólo para asustarte? A menos que ya te hayas convertido y ahora también creas en esas maravillas sobrenaturales, puedes callar tus temores imbéciles. ¿Me comprendes?

(Pausa.)

DOMICIO. No, no estoy inventando esto, sabes. Él dijo que regresaría de los muertos.

LUCIO. ¿Quién lo dijo?

DOMICIO. Te lo acabo de decir. Él lo dijo.

LUCIO. ¿Dónde escuchaste eso? (Se ríe.) ¡Que basura! Mira, uno de esos seguidores suyos probablemente inventó eso. Él les había lavado el cerebro para que creyeran y proclamaran cualquier cosa.

DOMICIO. ¿Por qué piensas que el gobernador Pilato nos puso de guardia? Esos sacerdotes judíos dijeron a Pilato que cuando estaba vivo él decía que regresaría de los muertos. Lucio, Él hasta sabía que iba a morir.

LUCIO. ¿Qué les pasa a todos los que causan problemas y alborotos, ah? No tenías que ser adivino para saber dónde iba a terminar. Y acerca de regresar de los muertos: el gobernador Pilato nos puso aquí por si a uno de esos benditos discípulos se les metía la brillante idea de abrir esa tumba y robarse ese cuerpito santo. Tú conoces a esta gente. Ahora, de eso debemos cuidarnos. Debería preocuparnos cualquiera que aparezca con ideas brillantes, una cuerda y un saco. Entonces puedes usar esa lanza que tanto mueves… Ahora, cálmate y terminemos nuestro turno sin problemas.

(Los grillos dejan de sonar. En la distancia canta un gallo. La luz de la mañana empieza a mostrarse… Pausa.)

DOMICIO. Ya viene la madrugada. Ya casi estamos en casa. Ya casi. (Pausa.)

LUCIO. ¿Cuándo dijo el Rey de los judíos que regresaría de los muertos? (Domicio no contesta.) Oye, Domicio, tú sabes todo acerca de él, ¿no? ¿Cuándo era? ¿De aquí a un año? ¿Diez años? Bueno, diez años, ¿verdad? Para entonces todos se habrán olvidado de él.

DOMICIO. (Habla bajo, como meditando.) Al tercer día.

LUCIO. ¿Tercer día de qué?

DOMICIO. Al tercer día después de morir.

LUCIO. (Empieza a verse preocupado.) ¿De qué estás hablando, Domicio? (Pausa.) Eso sería hoy.

(Domicio empieza a llenarse de pánico viendo la preocupación de Lucio.)

DOMICIO. ¡Lo sé! Por eso estoy. . .

LUCIO. No te exaltes, hombre. Sólo estoy tratando de aclarar las cosas. Hoy es el tercer día. ¿Pero qué importan los días si estás pregonando una mentira?

DOMICIO. Tienes razón. No tiene sentido.

LUCIO. ¡Pues claro! (En la distancia ladra un perro. Los soldados les ponen mucha atención.) ¡Perros tontos! La ciudad está llena de esos perros. (Pausa, la mañana sigue subiendo.) Mira, voy a dar unas vueltas. ¿Estás bien? Llámame si necesitas algo.

DOMICIO. ¿Qué quieres decir?

LUCIO. ¿Como que “qué quieres decir”? Sólo llámame si ves algo. Recuerda nuestra señal… (Domicio hace el ruido de un búho.) Eso es. (Lucio se mete en las sombras. Pausa larga. Domicio empieza a caminar. A la distancia canta un gallo.)

DOMICIO. Mañana. Ya casi es hora. (Pausa. Camina hacia la piedra, con precaución.) Sólo quiero que usted sepa que yo no tuve nada que ver con su -- ejecución --, sabe. Yo en realidad pensaba que usted era un hombre bueno. ¡Inocente! ¡Usted no se merecía lo que le hicieron! ¿Sabe algo? Pienso que Pilato tenía esa misma opinión. ¡En verdad! Él no es mala persona, y yo desearía haber podido ayudarle de alguna manera. ¿Se acuerda de mí? Yo le traje agua. . .

(Se escucha como un crujido de un temblor. Una luz aparece detrás de la piedra; brillante, blanca.)

DOMICIO. Usted dijo que tenía sed y yo agarré agua… (Se da cuenta de la luz y el ruido.) …Para usted… (Da un paso para atrás. La luz es más brillante detrás de la piedra. Domicio ve a su alrededor lleno de pánico. Trata de hacer el ruido de un búho, pero sólo sale aire de su boca. Da unos pasos para atrás. Gira con la cara llena de terror.) ¡Lucio!
¡Luuuuuucioooo!

(Lucio regresa al centro de la escena, la cara llena de pánico. De pie busca con la mirada la explicación a ese evento. Suelta su espada.)

DOMICIO. ¡Lucio! ¿Qué está pasando?

LUCIO. ¿Qué hiciste?

DOMICIO. ¿Ángeles? Lucio, ¡son los ángeles! (La luz y los truenos siguen creciendo.)

LUCIO. (Avanza adelante.) No puede ser. . . está muerto. Yo lo vi morir.

DOMICIO. (Como loco.) ¡Me voy de aquí! ¿Me estás escuchando? Él sabe mi nombre. ¡TÚ LE DIJISTE MI NOMBRE! (Empieza a huir.)

LUCIO. (Con voz severa.) ¡Quédate donde estás, soldado!

DOMICIO. (Paralizado, casi llorando.) ¡Lucio! ¡Pídele perdón! ¡Señor, nos arrepentimos!

LUCIO. ¡Sólo estábamos siguiendo órdenes!

(Domicio cae de rodillas, todavía sosteniendo su lanza.)

DOMICIO. Ven aquí, Lucio. ¡Arrodíllate! ¡Le pediremos misericordia!

(Lucio se acerca a Domicio y con cuidado e incredulidad se arrodilla.)

LUCIO. (En voz baja.) Esto es un truco. . . tiene que ser. . .

DOMICIO. ¡Tenga misericordia de nosotros! ¡Nos arrepentimos!

LUCIO. ¡Suelta tu lanza, Domicio! ¡Suéltala!

(Domicio tira su lanza a un lado.)

DOMICIO. Me siento mal. . . mi cabeza. . .

LUCIO: ¡No te desmayes! (Agarra a Domicio.) ¡No me vas a dejar solo. . .! (Domicio se desmaya. Lucio lo deja caer al suelo.) Esto no puede estar sucediendo. Yo lo vi morir. ¡Yo vi. . . que usted murió! (La luz y los truenos ya están al máximo. Lucio alza sus manos sobre su cabeza, como soldado que se da por vencido.) He sido un hombre bueno. ¡Sólo estaba siguiendo órdenes! Yo intenté. . . soy bueno. . . intenté. . ¡Soy un buen hombre! Sólo estaba siguiendo órdenes. . . órdenes. ¡SÓLO ESTABA SIGUIENDO ÓRDENES!

(Sonido y luz al máximo y de repente: OSCURIDAD COMPLETA)

El nacimiento de Jesús

7 Minutos y 11 Personajes + Extras. Representación del nacimiento de Jesús para niños.






EL NACIMIENTO DE JESÚS



PERSONAJES

NARRADOR
SOLDADO ROMANO
JOSÉ
MARÍA
POSADERO
ÁNGEL
PASTOR
PASTORA
MELCHOR
GASPAR
BALTASAR
Extras: PASTORES, ÁNGELES



NARRADOR. En aquellos tiempos, Augusto, el emperador Romano, ordenó que se debía hacer un censo para saber cuaántas personas habían en su imperio.

SOLDADO ROMANO. Todos los habitantes del imperio deben ir a la ciudad de origen de su familia para inscribirse en el censo.

NARRADOR. José y María emprendieron un largo viaje desde Nazaret hasta Belén, de donde venía la familia de José.

(Se abre el telón y aparecen José caminando tirando del burrito donde va montada MARÍA. Colocar de fondo la canción “El Burrito Tabanero”.)

JOSÉ. María, ¿estás muy cansada?

MARÍA. Sí, un poquito. El camino a Belén es muuuuy largo…

JOSÉ. La noche se va acercando y debemos buscar un lugar donde descansar.

MARÍA. Mira, aquí cerquita hay una posada, preguntemos si hay lugar para nosotros...

(María se queda junto al burrito y José llama a la puerta de la posada.)

POSADERO. Buenas noches.

JOSÉ. Buenas noches. Quisiera saber si hay lugar para que nosotros podamos pasar la noche, pues venimos de un viaje larguísimo y estamos muy cansados.

POSADERO. Sorry, no me queda ni una cama. Por culpa del censo la ciudad está llena de viajeros que buscan donde dormir.

JOSÉ. Pero mi esposa está demasiado cansada, y está por nacer su hijo.

POSADERO. Lo siento, la posada está llena, pero si quieren pueden dormir en el establo. Es todo lo que les puedo ofrecer…

JOSÉ. ¡Gracias, bueno hombre! ¡María, ya tenemos donde dormir!

(Se dirigen al establo.)

POSADERO. No es mucho, pero el buey les dará calor.

(El posadero se va y el burrito se tumba junto al buey).

JOSÉ. Acuéstate, María. ¿Tienes frío?

MARÍA. Un poquito, José.

JOSÉ. Te taparé con la manta.

(Se apaga la luz, y se pone de fondo “Noche de Paz” suavemente. Con una vela encendida lee el Narrador.)

NARRADOR. Mientras estaban en el establo, le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre del buey.

(Se escucha un aleluya fuerte. Se prende la luz y aparece el portal, con un ángel encima y llevando una estrella.)

JOSÉ. ¡Qué bonito es nuestro hijo! ¿No es cierto, María?

MARÍA. Sí, José. Ayúdame a taparlo, que tendrá frío.

(Entran los pastores. Se escucha el villancico “Vamos Pastores Vamos”.)

NARRADOR. Cerca del establo estaban unos pastores congelándose de noche mientras cuidaban sus rebaños. Según contaban, aquella noche se les presentó un ángel y se asustaron…

(Del lateral del escenario sale un ángel y les habla a los pastores.)

ÁNGEL. Tranquilícense, no tengan miedo, que les traigo una buena noticia, que será para todo el mundo: hoy, en Belén, ha nacido el salvador, que es el Mesías, el Señor. Lo reconocerán envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

(De cada lateral salen dos ángeles.)

ÁNGELES. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz y buena voluntad de Dios para los hombres.

(Se van los ángeles y se colocan al fondo del escenario mientras se escucha el villancico “Ángeles Cantando Van”.)

PASTOR. ¡Vamos todos a Belén!

CORO DE PASTORES. Sí, vamos sin tardar.

PASTORA. ¡Esperen!, que yo quiero llevarle un regalo a ese niño.

CORO DE PASTORES. Sí, llevémosle nuestros mejores regalos.

(Los pastores se acercan al portal y ponen los regalos en el suelo, debajo del pesebre. La estrella se desliza sobre el portal y se para justo encima.)

NARRADOR. Unos reyes del Oriente, llegaron a Belén siguiendo una estrella que los guiaba.

(Aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar.)

MELCHOR. Miren, la estrella se ha parado sobre ese establo.

GASPAR. ¡Vamos a acercarnos!

BALTASAR. ¡Sí, vamos!

(Al llegar al portal, se ponen de rodillas frente al niño.)

MELCHOR. Yo te ofrezco oro.

GASPAR. Yo te traigo incienso.

BALTASAR. Y yo te traigo mirra.

MARÍA y JOSÉ. Muchas gracias a todos por sus regalos.

(Los reyes magos se quedan a un lado del establo. Los pastores le cantan el villancico “Blanca Navidad” y al finalizar, se baja el telón.)

El merolico

10 Minutos y 7 Personajes. En Jesús sólo encontramos la verdadera solución para nuestros problemas.

EL MEROLICO

PERSONAJES

MEROLICO
CRISTO
COJO
CIEGO
MANCO
LOQUITO
TRISTE


ACCESORIOS. Puede ser 99% mímica o ayudarse con pequeños accesorios. El ciego con un bastón y unos lentes obscuros, el loquito puede entrar despeinado y si es mujer con el cabello como la chilindrina (se agarra dos chongos y se los peina chuecos.)



PRIMERA ESCENA

Entra el merolico arrastrando un costal muy pesado y muy grande, llega a la mitad del escenario, después de colocar su bultote regresa por el mimo que representara a Cristo. Este debe de estar como si fuese un muñeco de trapo, el merolico lo llevará arrastrando hasta llegar a un lado del bultote, después de que el merolico coloca a Cristo en su lugar, donde debe de permanecer sentado en el suelo con la cabeza agachada, el merolico comienza a abrir su bultote y a acomodar las cosas que traiga, estas no deben de ser necesariamente especificadas.



SEGUNDA ESCENA

Entra una persona coja y se dirige hacia el merolico, éste comienza a ofrecerle su servicio y le dice que puede arreglarle su pierna o pie. El cojo incrédulo le dice que no puede ser, y el merolico saca de su bultote un frasco lo derrama en la pierna y pie de la persona coja y comienza a frotárselo; cuando el merolico le de un pequeño golpe a la pierna o pie la persona coja comienza a caminar perfectamente, y a saltar por que ya está curado.
El merolico extiende su mano hacia la persona coja y le pide que le pague y esté feliz, le paga una y otra vez y se retira contento.




TERCERA ESCENA

Entre escena y escena hay un pequeñísimo lapso de tiempo donde el merolico puede platicar con la gente (público) de lo que acaba de suceder o estar acomodando las cosas de su bultote, esto mientras se prepara y entra el siguiente personaje.

Entra en escena el ciego con su bastón, sus lentes y sonando un botecito como si pidiese limosna y pasa al lado del merolico. Éste lo detiene y el ciego comienza a dar bastonazos (tengan cuidado de que no le de al merolico, esto debe de ser bien ensayado o que sean buenos para improvisar) pero el merolico le quita el bastón y al oído le dice que puede sanarlo, el ciego se entusiasma y le dice que sí. El merolico saca de su bultote como dos ojos y se los pone al ciego y éste al sentir las manos del merolico comienza a ver y abraza al merolico muy contento (el ciego como no veía debe de demostrar al público que le cala la luz y su forma de observar debe de ser un poco exagerada), el ciego sorprendido se va caminando y el merolico lo detiene y le pide que le pague, y el ciego le dice que no tiene dinero y el merolico apunta el botecito y el ciego se lo da. Durante la escena no debe el ciego olvidar que tiene un botecito en su mano, mantenga el ancho del bote igual ¡Cuidado! No se le vaya a caer y aparezca como magia otra vez en su mano y el ciego sale muy contento.



CUARTA ESCENA

Entra el manco y cuando lo ve venir el merolico lo llama y le dice que él puede curarle el brazo y le dice que espere un momentito, se regresa a su bultote y saca como un aceite y comienza a ponerle al brazo del manco, como efecto el merolico puede hacer el ruido de cuando agrega a cada coyuntura del brazo el aceite, conforme le va poniendo el aceite se va destrincando el brazo (puede hacer el ruido de un mueble viejo que después de ponerle aceite lo esta abriendo; sean creativos.) Y cuando el manco ya ve su brazo bueno comienza a cargar cosas pesadas e incluso puede simular un golpe al merolico para demostrar que ya está sano, el merolico le pide que le pague y el manco le da una pequeña cantidad de dinero pero el merolico le pide más y le sigue exigiendo hasta que el manco le da más dinero y se va presumiendo su brazo.




QUINTA ESCENA

Entra el loquito en esta escena deben de ser muy creativos ya que a este papel se le pueden sacar muchas cosas. Cuando entra el loquito el merolico dirigiéndose al público, lo imita y el loquito se le queda viendo y se voltea con el público mientras el merolico sigue imitándolo y el loquito pregunta o dice al público: “¿Esta loquito? ¡Oh, pobrecito está loquito! (Esto con mímica, recuerden que es una obra 99% mímica) El merolico se acerca al loquito pero éste no se deja agarrar y cuando por fin lo agarra lo sienta en el suelo y se va a buscar algo en su bultote, y de repente saca una sierra eléctrica y comienza a perseguir al loquito que se mueve asustado (en esta parte no es necesario que el merolico corra tras del loquito sino que en un lugar fijo hagan como que el loquito no se deja cortar la cabeza, hasta que por fin cede, no lo hagan muy prolongado este tiempo), mientras con la sierra eléctrica el merolico corta la cabeza del loquito. Éste tiembla como sintiendo la sierra abrir su cabeza y queda con medio cuerpo agachado y los brazos colgando y el merolico toma de su bultote un cerebro y se lo pone al loquito, que al darle un golpe (ligero) en la cabeza éste reacciona y comienza a verse actuar muy inteligente, tanto así que cuando el merolico le pide que le pague el loquito voltea hacia el público y truena los dedos como si se le hubiese ocurrido una idea y de repente hace como que le duele la cabeza y se hace el loquito y sale del escenario sin pagarle al merolico y éste se queda muy enojado.




SEXTA ESCENA

Entra el triste, muy triste, y ahora no es el merolico el que le habla sino que él está distraído entre sus cosas y el triste le habla y le pide algo para él pero el merolico busca entre sus cosas y no encuentra nada, y le pregunta qué le pasa y el triste le dice que le duele el corazón y le pregunta cuánto dinero tiene y el triste le dice que nada y vuelve a buscar el merolico entre sus cosas y le dice que no tiene nada para él y de repente el merolico tiene una idea y le dice al triste que lo único que tiene es "esto" señalando al mimo que siguen en posición "desconectado" y mientras el triste lo ve el merolico recoge sus cosas y el triste le dice que espere que si no tiene "otra cosa" y el merolico le dice que no y menos sin dinero, le ayuda a levantarlo y entre los dos lo sacuden (aquí deben simular que sale mucho polvo de las ropas del mimo) y el merolico se va.




SÉPTIMA ESCENA

El triste le habla a Cristo, (mimo desactivado) que cuando lo ponen de pie éste abra sus brazos como crucificado y el triste le dice que le diga algo y le dice que necesita algo para su corazón, y el triste se lo quita y lo pone a sus pies, pero al ver que no pasa nada se da la vuelta muy triste y en eso Cristo recoge el corazón y el triste voltea, mientras el Cristo le da un soplo al corazón y el triste se pone muy contento y se acerca a Cristo y se arrodilla a un lado y Cristo impone sus dos manos sobre el extriste y en eso puede ocurrir dos cosas:

1) Salga otro mimo y diga el texto del salmo 40:17, "Aún que afligido y necesitado, Dios pensará en mí nuestra ayuda y libertador es él".

2) Opcional: Para que se comprenda un poco mejor el mensaje cada vez que salgan los personajes deberán salir en diferentes direcciones pero con su mal sanado y quedarse en posición congelada (esto es adoptando una posición -de preferencia no muy incómoda ni con la boca muy abierta- y quedarse sin moverse e inclusive no deben de mover ni los ojos), y cuando vean al triste muy contento comenzar a descongelarse pero con los males o enfermedades que entraron y salen de escena, más mal que como habían entrado, esto para dar a entender a la gente que tan solo en Cristo tenemos la verdadera sanidad, restauración, perdón y vida.


ENSEÑANZA. Esta obra es para que la gente comprenda que podrá comprar en este mundo todo lo que quisiera pero solo en Cristo tenemos la respuesta a nuestras necesidades.

Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?

23 Minutos y 14 Personajes. Una maestra les pide a sus alumnos que averigüen sobre el día de los muertos. Cuando traen sus tareas, todos comentan los que han investigado. Una jovencita, les expondrá el desagrado de Dios ante adivinos y ritos paganos.



SI EL HOMBRE MURIERE, ¿VOLVERÁ A VIVIR?
Israel Fernández Novales y Verónica Molina Frías

PERSONAJES

RAFAEL
MAESTRA
ROBERTO
HUGO
ROCÍO
CARMEN
ARISBÉ
LUCÍA
MAMÁ
PAPÁ
SOLEDAD
ALEJANDRA
CARLOS
HUMBERTO



PARTE I

(Todos entran al salón de clases, cuando se escucha…)

RAFAEL. Ahí viene la maestra.

MAESTRA. Buenos días, el día de hoy les tengo dos noticias: una buena y una mala, ¿Cuál quieren primero?

TODOS. ¡La buena!

MAESTRA. La buena es que hoy no voy a dar clase y la mala es que les voy a dejar una tarea.

ROBERTO. Pero, ¿cómo, maestra? No nos haga esa llave, le pido de la manera más atenta que no lo haga, maestra.

MAESTRA. La tarea consiste en investigar con sus familiares, vecinos, amigos, acerca de las tradiciones y costumbres sobre el día de los muertos.

ROBERTO. Considero que estar con nuestros muertitos es más que suficiente.

(Levanta la mano Hugo.)

HUGO. Maestra, para esta tarea deberíamos de platicar con nuestros abuelos, pero en realidad hay alguno ya no los tienen, y en ocasiones nuestros padres saben muy poco, además, con la información obtenida no tendríamos una visión tan amplia de lo que es esta tradición.

(Antes de que termine de hablar es interrumpido por Rocío.)

ROCÍO. Hugo, no necesitamos saber más, con el hecho de que algunos nos preocupemos por el presente, me parece que con eso ya es bastante, pues lo pasado, pasado, lo futuro, no me interesa, lo que cuenta es solamente hoy.

MAESTRA. Calma, muchachos, por lo que observo, algunos no están de acuerdo, así que vamos ha hacer lo siguiente: Cada uno investigue ya sea con sus familiares, en revistas, libros, folletos, museos, y hasta en Internet, pero cada uno debe traer algo para aportar en clase respecto al tema.

TODOS. Está bien, maestra.

ROBERTO. Pero ya se tiene que ir, ¿no?

MAESTRA. Está bien, nos vemos la próxima clase, y no se les olvide hacer su tarea.

(Todos toman sus cosas y salen del salón, excepto Carmen, Arisbé, y Lucía.)

CARMEN. No sé como voy a buscar esta información.

ARISBÉ. ¿Por qué, Carmen?

CARMEN. Porque no conozco a nadie, ya que me acabo de cambiar, además en mi casa no se celebra esta tradición.

(Interrumpe Lucía un poco angustiada.)

LUCÍA. ¿No celebran en tu casa esta tradición? Esto sí que esta raro, muy raro, Si en todos los hogares mexicanos celebran esta tradición; si ustedes no lo hacen, entonces ustedes no son mexicanos.

ARISBÉ. ¡Ya déjala en paz! Tú no sabes por qué no ponen ofrenda en su casa. (Dirigiéndose a Carmen.) No te preocupes, Carmen, de todos modos investiga y si tienes alguna duda háblame por teléfono. (Le da su teléfono.)

CARMEN. Gracias, Arisbé, lo tomare en cuenta.

(Cada una se dirige a su casa.)



PARTE II

(Carmen llega a su casa, su mamá esta en la cocina, y su papá leyendo el periódico.)

CARMEN. ¡Ya llegué, mamá, papá!

MAMÁ. ¿Cómo te fue en la escuela, hija?

CARMEN. Pues... bien.

MAMÁ. ¿Cómo que “pues...bien”? ¿Qué te paso?

CARMEN. Pues en realidad nada, mamá, lo que pasa es que tengo que hacer una tarea acerca de la celebración del día de muertos, y realmente no sé qué es eso, ya que nosotros no lo celebramos.

(El papá deja su periódico y se dirige hacia Carmen.)

PAPÁ. No te preocupes, hija, nosotros te vamos a explicar por qué no lo celebramos.

CARMEN. Gracias, papá, por preocuparte por mí y ayudarme.

(Salen de escena.)




PARTE III

(Todos entran al salón de clase, mientras se saludan, llega la maestra.)

MAESTRA. Buenos días muchachos, dije “Buenos días”.

TODOS. Buenos días.

SOLEDAD. ¿A qué hora llegó la maestra, que ni la vi entrar?

ALEJANDRA. Desde a qué hora.

MAESTRA. Orden, por favor.

(Todos se callan en ese momento.)

MAESTRA. ¿Cómo les fue con su tarea?

TODOS. Bien, más o menos, regular, etc.

MAESTRA. Bueno, bueno, pues vamos a empezar, ¿por orden de lista o voluntariamente?

(En ese momento Carlos levanta la mano, la maestra le da la palabra.)

CARLOS. Maestra, yo no pude venir la semana pasada, porque estuve enfermo, y no pude salir de mi casa.

(Se levanta Rafael dirigiéndose a Carlos.)

RAFAEL. Pues tú, ¿cuándo no? Si no es por una cosa u otra, pero siempre estás enfermo, mejor te compramos tu cajoncito para cuando te mueras.

(Se levanta Alejandra dirigiéndose a Rafael.)

ALEJANDRA. Ya vas a empezar, mejor es que te estés en paz.

HUMBERTO. Además Rafael, con la vida y la muerte no se juega.

RAFAEL. Bueno, bueno, yo sólo lo decía de broma, ¿ni una broma pueden soportar?

TODOS. ¡¡¡NO!!!

(En ese momento se sienta Rafael, y la maestra se dirige a Alejandra.)

MAESTRA. Alejandra, ya que tienes interés de participar, dinos qué averiguaste sobre la celebración de estos días pasados.

ALEJANDRA. Espéreme maestra… (Busca su tarea en el cuaderno.) Lo que yo pude averiguar es que nuestros antepasados siempre han rendido culto a los muertos, y yo creo que si nuestros tatatarabuelos, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y nuestros padres la celebran, ¿por qué nosotros no continuar con esa tradición?

MAESTRA. Está bien, Alejandra, gracias. Toma tu lugar. (Se dirige a Roberto.) ¿Y tú, Roberto? ¿Qué investigaste?

ROBERTO. No investigué nada.

MAESTRA. ¿Por qué, Roberto?

ROBERTO. Porque tenía que pensar primero qué iba a preguntar, segundo a quién le iba a preguntar, tercero si no entendía, me lo iban a volver a explicar, y era comenzar de nuevo, ¡ah! Y cuarto...

(Todos lo callan.)

MAESTRA. ¿Y así pretendes aprender y pasar de año? (Se dirige a Hugo.) ¿Qué podrías aportarnos, Hugo?

HUGO. Yo le pregunté a mi abuelita cómo se celebraba esta tradición y desde cuándo, ella me dijo que la celebración y costumbre del día de muertos proviene de hace muchísimo tiempo atrás. Que esto lo hacían sus abuelos, sus papás, ella, y actualmente mis papas y yo, además me explicó por qué se ponen ofrendas en nuestras casas.

RAFAEL. Pues, eso ya lo sabemos, Hugo.

HUGO. Déjame acabar, y mi abuelita me hizo prometerle que cuando ella muera le ponga yo una foto de ella y las cosas que más le gustaban en vida, yo se lo prometí.

MAESTRA. Muy bien,

(En ese momento Arisbé levanta la mano, la maestra le da la palabra.)

ARISBÉ. A mí, mi papá me dijo algo parecido, sólo que además de eso, que los niños que ya murieron y que son mejor conocidos como los santos angelitos, nos visitan el día 31 de Octubre como a las 8 de la noche, y los adultos el 1° de noviembre como a las 9 de la noche; además tenemos que ir al panteón a rezar por su eterno descanso. Y sobre todo debemos de conservar esta tradición que es parte de nuestro pueblo y no permitir que se pierda.

MAESTRA. Es muy interesante, lo que nos comentas, a ver, Soledad, ¿y tú que piensas al respecto?

SOLEDAD. ¿De qué, maestra?

RAFAEL. Cómo siempre, Soledad, nunca estás donde debes de estar.

SOLEDAD. ¿Por qué?

RAFAEL. Porque si no estás atenta, de nada sirve que vengas a la escuela, deberías de aprender de Lucía, ella siempre está atenta, es cumplida, es más (dirigiéndose a Lucía) ándale Lucía, cuéntanos tu experiencia con los muertitos.

ALEJANDRA. Otra vez, Rafael, deja de molestar a los demás o te las vas a ver conmigo (dirigiéndose a Lucía) No le hagas caso Lucy y coméntanos tu trabajo.

TODOS. Ándale, Lucía, tú puedes, etc.

LUCÍA. Me parece que no tengo mucho que decir, puesto que ya lo han comentado, sin embargo, en casa celebramos a nuestros muertos con la realización de un Halloween donde les rendimos culto y también a los brujos que están en nuestro país, y considero que deberíamos de crear nuevas formas de adorar a nuestros muertos.

RAFAEL. Miren nada más, la niña tan seriecita.

ALEJANDRA. Cero y van tres.

ROCÍO. Lucía, ¿por qué no me dijiste que en tu casa hiciste un Halloween? Tú sabes, para que me divirtiera y pedir a los muertos que me concedan la gracia de ser más bonita cada día… (La interrumpe Humberto)

HUMBERTO. Rocío, a ti nada más te interesa tu figura, pero no te interesa conocer cómo se originó la celebración del Halloween.

TODOS. Ya va a empezar a hablar el sabio.

ROBERTO. ¡Qué aburrido, qué flojera escuchar a este tipo!

MAESTRA. Orden, muchachos, permitamos a Humberto que nos diga lo que investigó.

HUMBERTO. Gracias, maestra, lo que yo investigué fue acerca de los orígenes del Halloween, y para empezar, la palabra Halloween quiere decir “noche de brujas, de espíritus, fantasmas que alguna vez pertenecieron a personas que en la actualidad no han tenido un descanso eterno”. Esta festividad la practicaban los druidas.

SOLEDAD. ¿Los druidas? Y, ¿esos quiénes son?

HUMBERTO. Los druidas eran una comunidad de Galos, los cuales eran maestros, jueces y sacerdotes que creían en la inmortalidad del alma y la transmigración.

TODOS. La trans... ¿qué?

HUMBERTO. En la transmigración.

CARLOS. ¿Y qué es la transmigración? ¿Acaso es una enfermedad?

HUMBERTO. No, Carlos, no es ninguna enfermedad, la transmigración es pasar el alma de un cuerpo muerto a un cuerpo vivo. En esto creían los druidas, que después se convirtieron en la comunidad de los celtas. Además practicaron sacrificios humanos, celebrando sus ritos en el bosque para que sus almas fueran pasadas a otro ser presente en el ritual o hacia algún recién nacido.

CARLOS. ¿Te imaginas? Entonces yo recibí el alma de un enfermo… (Tosiendo.)

HUGO. Mejor calla, tú estás enfermo porque quieres.

MAESTRA. Calma, chicos, no se molesten.

(Levanta la mano Alejandra y le pregunta a Humberto.)

ALEJANDRA. ¿Qué es el alma Humberto?

HUMBERTO. El alma es una tenue imagen humana sin cuerpo, que por su naturaleza es una especie de vapor, película o sombra que origina la vida y es causa del pensamiento en el individuo que habita; posee independientemente la conciencia y la voluntad de su poseedor corporal anterior o actual; además, es capaz de dejar el cuerpo muy atrás de sí para trasladarse velozmente de un lugar a otro.

ROBERTO. ¡Qué flojera! Trasladarse…

ARISBÉ. ¿Cuándo no tienes flojera?

HUMBERTO. Esperen, esperen, todavía no termino; en la mayoría de las veces el alma es invisible e intangible, además se puede manifestar en un estado de sueño o vigilia.

ROBERTO. ¿Sueño, quién dijo esa palabra tan dulce?

(Todos lo callan.)

MAESTRA. Muy bien, Humberto, muy bien, es muy buena tu aportación, son datos que desconocíamos.

(En ese momento Carmen levanta la mano.)

MAESTRA. ¿Sí, Carmen?

CARMEN. Está bien esta información, pero le hace falta el cómo los aztecas celebraban esta tradición.

RAFAEL. Yo pensé que la niña nueva no hablaba.

ALEJANDRA. Rafael, advertido estás ¿eh?

RAFAEL. Ya sé, ya sé, (digiriéndose a Carmen) Continúa, Carmen, continúa.

CARMEN. Está bien, voy a comenzar con esta frase: “si el hombre muriere, volverá a vivir”, con esto nos dice como el hombre ha buscado la manera de resolver esta interrogante.

MAESTRA. ¿Y esto qué tiene que ver con los aztecas?

CARMEN. Como sabemos, los aztecas tenían muchos dioses, a los cuales rendían sus respectivos cultos, durante todo el año.

HUMBERTO. Es cierto, se me olvidaba este dato, además de que les rendían culto, dos de sus dioses eran los que gobernaban la región de los muertos, pero había otros que hacían alusión a los muertos.

ROCÍO. ¿Y qué nombres tenían esos dioses? ¿Ustedes saben? Para que los pueda invocar, para que me proporcionen belleza y almas de otras doncellas bonitas.

HUMBERTO. Sí, sí los sé, pero no para que te den belleza. Los principales eran Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora respectivamente, conocidos también como dioses de la muerte, otros de ellos eran: Teoyocomiqui que era el dios de los guerreros muertos, y Chihuatetéotl era el dios de las diosas, brujas y espíritus de mujeres muertas en el parto.

CARMEN. Pero no sólo se les consideraba dioses de la muerte, sino también del infierno, Mictlantecuhtli fue considerado como un dios malo, y siempre se le veneraba por la noche. Esto los llevó a hacer ritos, y esto es causa natural del temor hacía la muerte, y este temor ha sido transmitido hasta el día de hoy, continuando con esos ritos, pero a manera de tradición.

MAESTRA. Pero no son sólo muertos, fantasmas, miedo, etc., ¿A caso se han olvidado de la aportación cultural que nos dejaron?

LUCÍA. ¿Y cuál es esa aportación maestra?

MAESTRA. Estos dioses llevaban máscaras hechas de cráneos humanos y sus ornamentos eran huesos humanos o representaciones de ellos. Y todo esto contribuyó al desarrollo del arte que se dio en la época prehispánica y más tarde en los indígenas.

ARISBÉ. Vaya, vaya, vaya, ¡sí que éramos ignorantes…!

HUMBERTO. Mira, Carmen, esos miedos son puras suposiciones tuyas, pues lo que ellos hacían es un legado que nos dejaron para que podamos recordar a nuestros seres queridos que ya han fallecido, pues a ellos se les permite regresar en estos días, para convivir con sus amigos, parientes, compadres, y demás.

ROCÍO. ¿A poco los muertos regresan en estos días?

CARMEN. Los muertos no regresan porque existe una separación entre el cielo y el infierno, y las personas están destinadas a morir una sola vez, y después de que mueren nadie sabe de ellos, ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en el olvido. Y los que vivimos sabemos que hemos de morir y que nuestro destino puede ser el cielo o el infierno.

LUCÍA. Bueno, ¿si los muertos no regresan? Entonces, ¿los hechiceros, brujos, adivinos los invocan y vienen?

CARMEN. Al igual que los aztecas ellos no invocan a los muertos sino a espíritus dándole la honra a éstos, y nos hacen creer que los que muertos sí regresan, pero esto no es posible, además los que invocan a los muertos, no agradan a Dios y no entrarán en su reino.

ARISBÉ. Entonces, quieres decir que, ¿cuándo ponemos una ofrenda invocamos a los muertos y esto desagrada a Dios? Y… ¿eso no nos permitirá entrar al cielo?

CARMEN. Así es, Arisbé.

HUGO. Bueno, pero si dejamos de hacerlo, yo creo que Dios lo pasa por alto y nos da chance.

CARMEN. Eso no es suficiente, antes me gustaría mencionarles un sacrificio que se hizo no por temor, sino para librarnos de él. Este sacrificio fue distinto al de los aztecas.

ALEJANDRA. ¿Y cuál es ese sacrificio del que nos estás hablando?

CARMEN. Es el que Dios hizo. Él, a diferencia de los dioses de los aztecas, no nos pedía que sacrificáramos a alguien, sino al contrario, Él nos dio lo que más amaba: Su hijo Jesús, el cual murió por todos nosotros para librarnos del temor de la muerte. Porque Dios no envió a su hijo a condenar al mundo, sino que lo envió a salvarlo, y así como Jesús murió y al tercer día resucitó, nosotros podemos pasar de muerte a vida, porque nosotros nos encontramos muertos en nuestros delitos y pecados.

ROBERTO. Entonces, ¿cómo podemos pasar de muerte a vida y ser salvos?

CARMEN. Lo que tenemos que hacer es reconocer que hemos pecado y que el único que puede perdonar nuestro pecado es Jesús, confesándoselos a Él y pidiéndole que sea Señor de nuestra vida, todo esto con una pequeña oración.

MAESTRA. ¿Y cuál es esa oración y quién la puede hacer?

(Dirigiéndose al público.)

CARMEN. Esa oración es para todo aquel que lo desee de todo corazón. Si alguno desea hacer esta oración levante la mano y les diré cómo.

(Si alguien nos visita por primera vez, le invitamos a tomar esta decisión de aceptar a Jesús como Señor y Salvador de su vida.)