30 Minutos y 11 Personajes. Es una obra que muestra cómo Dios puede cambiar la vida de un joven llamado Jorge. Nos hace comprender además que como cristianos nunca debemos discriminar a las personas por su modo de vestir y/o hablar. podremos presenciar la hermosa transformación de un individuo y de cómo Dios, a través de una jovencita, lo sigue hasta la cárcel misma.
UN CORAZÓN NUEVO
PERSONAJES
VOZ
SEÑOR
JORGE
PADRE
MADRE
VIEJITA
ESTRELLA
REPARTIDOR
GUARDIA 1
GUARDIA 2
MUCHACHA
VOZ
SEÑOR
JORGE
PADRE
MADRE
VIEJITA
ESTRELLA
REPARTIDOR
GUARDIA 1
GUARDIA 2
MUCHACHA
MUCHACHO
COJO
ESCENA I
(Aparece un jovencito sentado tirando piedras y un señor lo ve y se le acerca.)
VOZ. Jorge García, un niño como tantos otros, pero tal vez su historia toque tu corazón. Escucha con atención mientras observamos la vida de este niño.
SEÑOR. ¿Qué haces, niño?
JORGE. Nada
SEÑOR. ¿Pero a qué le estás tirando piedras?
JORGE. Sólo estoy cogiendo puntería, tirándole a esos pajaritos.
SEÑOR. ¿Por qué no usas latas? ¿No sabes que no debemos matar los pajaritos?
JORGE. ¿Qué? Esa es la parte más divertida, ver cuando caen revoloteando.
SEÑOR. ¡Ay, niño, no tienes corazón! ¿Quién es tu padre?
JORGE. El diablo.
SEÑOR. ¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo? ¿Quién es tu madre?
JORGE. Una perra.
SEÑOR. Deja de bromear y dime dónde vives.
JORGE. En el infierno.
SEÑOR. Tú me quieres tomar el pelo. Anda, llévame a tu casa, de una vez le pides permiso a tus padres para que puedas ir a dar un paseo conmigo.
JORGE. Muy bien, te llevaré.
(Salen por el frente de la iglesia en lo que el padre, borracho con una botella de licor en la mano y sucio y la madre desaliñada, está lavando una ropa a mano en un balde. Entra nuevamente Jorge con su amigo.)
JORGE. Papá, papá, este amigo mío quiere que vaya con él a pasear, ¿puedo, papá? ¿Puedo?
PADRE. Yo no sé, tú sabes que aquí yo no cuento para nada, allá tu madre. Mira a ver si esa perra te deja ir.
JORGE. Mamá, mamá, ¿puedo ir a pasear con este amigo mío?
MADRE. (Amargada y peleando.) Tú te vas a pasear ¿verdad? Y yo, yo aquí, nunca puedo ir a ningún lado. Tú debes ir a pedir dinero en la calle para nosotros, para por lo menos comer un poco de pan. No, pero tú no puedes, porque vas a pasear, hijo del diablo… Vete a trabajar y no vas para ningún lado.
(Jorge baja la cabeza y se va hacia donde está el amigo.)
MADRE. Esta casa es un infierno.
(Jorge y el amigo se van, luego se van los padres.)
(Parte Especia. Himno “A Jesús Encontré”.)
ESCENA II
VOZ. Los años no pasan en vano, veamos cómo ha progresado nuestro amigo Jorge García.
(Aparece Jorge nuevamente vestido de negro con gafas como “malote”. Parado en una esquina. Entra una viejita con su cartera debajo del brazo. Jorge se la arrebata y la viejita lucha…)
VIEJITA. No, no, mal hombre, devuélveme mi cartera. Tú no tienes corazón.
(Jorge le quita la cartera y sale corriendo.)
VIEJITA. Ese es ese Jorge García, el mismo sinvergüenza de siempre, se metió a mi casa, mató a mi perro y me robó; ahora se llevó lo poco que me quedaba. Dios se apiade de ese muchacho, porque va a terminar muy mal. (Se va la viejita lamentándose por el camino.)
ESCENA III
(Entra Jorge con un cigarrillo en la mano y se sienta, pasado un momento, llega una muchacha llamada Estrella.)
ESTRELLA. ¡Hola, tanto tiempo sin verte, Jorge! Bueno, desde que te fuiste de la escuela. Ya estamos por graduarnos, ¡qué pena que no te quedaste! Te graduarías ahora también.
JORGE. ¡Ay, Estrella! Eso son tonterías de la gente, yo estoy muy ocupado.
ESTRELLA. Te comprendo, Jorge, siempre has tenido que mantener a tu familia. Pero tú eres especial para Dios, él quiere que tú seas feliz.
JORGE. ¡Ja, ja! ¿Dios? ¿Que yo sea feliz? No sé quién es Dios.
ESTRELLA. Pues Dios sí sabe quién eres tú y sabe todo lo que tú has hecho.
JORGE. ¿De veras? Pues entonces no querrá nada conmigo.
ESTRELLA. ¿Por qué dices eso?
JORGE. Porque yo he matado, he robado, estoy en drogas y muchísimas cosas más.
ESTRELLA. Eso no importa, Dios te puede dar un nuevo corazón y tus pecados serán olvidados.
JORGE. ¿Un corazón nuevo? ¿Tú crees? Sigue hablando de Dios, por favor.
(Salen caminando. Mientras caminan la muchacha le dice…)
ESTRELLA. Este viernes hay un programa muy especial, celebraremos la muerte del Hijo de Dios, porque por su muerte fuimos nosotros salvados.
(Salen ambos.)
(Parte Especial. “Confía en Dios” de Felipe Andino.)
VOZ. Cinco años más tarde...
(Entra el repartidor de periódicos, entra por la puerta del frente y sale por la puerta al lado de la plataforma.)
REPARTIDOR. Extra, extra, cae en una redada el delincuente Jorge García, dueño de un punto de drogas, lo sentencian a cinco años de cárcel. Extra, extra….
ESCENA IV
(Entra el joven esposado con dos guardias.)
GUARDIA 1. Al fin te atrapamos. Un delincuente como tú no debería salir nunca a la calle.
(Jorge se resiste y no quiere caminar.)
GUARDIA 2. Vamos, camina y no te guapees, porque no estás en la calle. Aquí se respeta y la reprensión que no te dieron tus padres, te la damos nosotros, muchacho malcriado.
(Lo echan a la celda. Se van los guardias)
VOZ. La conducta de Jorge no mejoró en lo absoluto, por el contrario empeoró, pues se pasaba buscando pleitos y haciendo sus fechorías aún dentro de la cárcel.
(Entran los guardias nuevamente.)
GUARDIA 1. Has pasado aquí tres años…
GUARDIA 2. Parece que todavía no aprendes a comportarte, maldito.
GUARDIA 1. ¡Qué suerte tienes! Levántate que tienes visita.
JORGE. ¿Visita yo? No sé quién, yo no tengo a nadie que me visite.
(Lo sacan de la celda y lo sientan en una mesita pequeña. Entra la muchacha que le había hablado años atrás, vestida diferente, luciendo un poco mayor.)
VOZ. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me recibiste; estuve desnudo y me cubriste; enfermo y me visitaste; estuve en la cárcel y viniste a mí. ..” En cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí lo hiciste”. Mateo 25: 34-36
JORGE. Estrella, ¿qué haces aquí?
ESTRELLA. Vine a visitarte, a saber de ti.
JORGE. De mí, pues aquí estoy, al fin y al cabo, no puedo ir a ningún lado. (Se ríe.)
ESTRELLA. ¿Sabes algo? Dios todavía te ama.
JORGE. Otra vez con lo mismo, hace años atrás me dijiste lo mismo y te creí.
ESTRELLA. Y si me creíste, ¿por qué nunca fuiste a la Iglesia?
JORGE. Aquel mismo viernes, yo fui a la Iglesia.
ESTRELLA. ¿Qué? Yo nunca te vi.
JORGE. Yo fui, yo fui… llegué hasta la puerta, donde un señor muy serio me dijo: “Mira, tú, muchacho, con esa facha de maleante no se viene a la Iglesia y si vienes a estar hablando en la parte de atrás, mejor te quedas en tu casa”. Así que no entré y nunca volví, seguí con mis fechorías, tal vez peor.
ESTRELLA. ¿Quién fue capaz de semejante cosa, quién?
JORGE. Fue un hombre de barba y bigote muy grande.
ESTRELLA. No puede ser, no puede ser.
JORGE. ¿Ves? Tú tampoco crees en mí, no sé para qué te lo dije.
ESTRELLA. No puede ser porque la única persona que usa barbas y bigotes en la iglesia, durante ese tiempo no podía hablar, porque la operaron de la garganta y estuvo ese año sin poder hablar.
JORGE. No entiendo nada, porque yo sé que esa persona me habló.
ESTRELLA. Yo no dudo de ti, Jorge, no es la primera vez que el enemigo de las almas, se pone en el medio para que las personas no lleguen a Jesús.
JORGE. ¿Quieres decir que el enemigo de las almas me habló a mí?
ESTRELLA. Quiero decir que el enemigo de las almas, no quiere que tú seas feliz y pone piedras en el camino para que tú caigas, él está gobernando tu vida.
JORGE. ¿Y qué debo hacer?
ESTRELLA. Un hombre fue a Jesús de noche y le hizo esa pregunta. Jesús le contestó que debía nacer de nuevo, necesitas un nuevo corazón.
(Parte Especial. Himno “Un hombre llegose de noche a Jesús”.)
ESCENA V
GUARDIA 1. Bueno, bueno, se terminó el tiempo.
GUARDIA 2. Señorita. Debe marcharse.
JORGE. No, no, por favor, todavía no.
GUARDIA 1. Aquí nosotros decimos hasta cuando.
(Lo golpean.)
ESTRELLA. Está bien, está bien, ya me voy. Toma, lee esta pequeña Biblia, te ayudará. (Se va.)
(Entran a Jorge a la celda y se van los guardias.)
JORGE. (Lee algunos versículos en voz alta.) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. (Prov. 28:13)
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tus misericordias; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmo 51:1
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:29, 30
(Parte especial. Himno “Mi yugo es fácil”.)
JORGE. Un nuevo corazón, un nuevo corazón. Necesito tener un nuevo corazón, necesito poder creer y aceptar lo que este libro dice… Pero, ¿cómo podré yo tener un nuevo corazón? He sido tan perverso… (Baja la cabeza, guarda un momento de silencio. Luego grita.) Yo quiero cambiar… Señor Dios, si tú me oyes, si tú me amas… dáme un nuevo corazón. (Se va bajando en los barrotes hasta llegar al piso, se apagan las luces. Entra uno vestido de blanco.)
ÁNGEL. Tu oración ha sido escuchada, tendrás un nuevo corazón.
(Con una linterna pequeña escondida en la mano alumbra a Jorge y se escucha la grabación de un corazón latiendo. Lo alumbra hasta que dure la grabación y luego se retira. Encienden las luces y Jorge se levanta.)
JORGE. Me siento diferente… Tengo un corazón nuevo, ¡qué feliz me siento! He sido transformado.
(Parte Especial. Pon otro lugar en la mesa)
ESCENA VI
VOZ. Los últimos dos años en prisión fueron completamente diferentes. La lectura diaria de aquella pequeña Biblia transformó su vida. Verdaderamente Jorge era otra persona.
(Entran los dos guardias.)
GUARDIA 1. Bien, un día pensamos que nunca saldrías de aquí.
GUARDIA 2. Ha llegado la hora, eres libre, puedes irte.
JORGE. Gracias, buenos hombres, ustedes han sido muy buenos conmigo. (Se va muy feliz.)
GUARDIA 2. ¡Quién lo diría!
GUARDIA 1. Verdaderamente la palabra de Dios transforma las vidas.
(Salen los dos guardias.)
(Parte Especial: Dios hace todo crecer.)
ESCENA VII
JORGE. Hoy es viernes, puedo ir a la Iglesia, pero no puedo ir con las manos vacías, debo llevarle algo a Dios. Ya sé… (Coge las flores que están en el piano.) Le llevaré estas flores en señal de mi gratitud.
(Entra una muchacha llorando.)
JORGE. ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
MUCHACHA. Mi novio me dejó por otra y se fue.
JORGE. Dios quiere que tú seas feliz, ya vendrá un mejor novio para ti.
MUCHACHA. ¿Tú crees?
JORGE. Claro que sí, mira, toma estas flores para que seas feliz. (Le da parte de las flores.)
MUCHACHA. Gracias, gracias, me siento mucho mejor. (Se va.)
(Entra otro muchacho muy preocupado.)
JORGE. ¿Por qué estás tan preocupado?
MUCHACHO. Me colgué en el examen de cálculo, no sé qué voy a hacer ahora.
JORGE. Dios quiere que tú seas feliz, deja tus problemas en sus manos y Él te ayudará.
MUCHACHO. Lo dices con tanta certeza que me lo estoy creyendo.
JORGE. Pues créelo, porque es cierto. Ten, toma estas flores para que te alegres.
MUCHACHO. Me siento más tranquilo, gracias. (Se va.)
(Entra un cojo.)
COJO. Esta dichosa pierna… Hay días que me duele y hay días que me duele más.
JORGE. No se preocupe, buen hombre, pídale a Dios y Él lo escuchará.
COJO. Tú… siendo joven me dices a mí que soy viejo.
JORGE. Yo sufrí mucho, pero ya no más, Dios me dio un nuevo corazón.
COJO. Se nota, te ves tan feliz…
JORGE. Sí, soy feliz, tenga usted estas flores para que también se sienta feliz como yo.
COJO. Gracias, gracias… (Sale contento.)
JORGE. ¡Oh! ¿Qué he hecho? Mi regalo de gratitud a Dios. Esas personas estaban tan tristes, yo sólo quise alegrarlos y ahora no tengo nada que llevarle a Dios.
VOZ. Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
JORGE. Mi corazón, mi corazón nuevo es lo único que tengo. (Se arrodilla hacia el bautisterio.) De lo recibido de tu mano te devuelvo, toma, oh Dios, mi corazón y hazme recto delante de ti.
(Se corre la cortina y dentro del bautisterio hay una cruz encendida.)
VOZ. Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Dije: “Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.
Por eso orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.
Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.
No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.
Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
Alegraos en Jehová y gozaos, justos y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.
Porque es hora de alabar a Dios, estemos todos en pie y entonemos el himno “Es hora de alabar a Dios” para finalizar.
(Todos pasan al frente para alabar a Dios. Oración Final.)
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Prov 28:13)
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tus misericordias; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmo 51:1
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:29, 30
BIENVENIDA (Llevar un globo en forma de corazón.)
Estamos muy contentos con la presencia de todos ustedes, pero tenemos una visita muy especial, el Sr. Globo Corazón. El aceptó nuestra invitación de acompañarnos esta noche. El Sr. Corazón es muy buen amigo, como ven, siempre está sonriente, tiene una hermosa sonrisa.
Pero el Sr. Globo Corazón tiene un problema, es un tanto inflado y mientras más se infla más grande es su sonrisa. (Llenar el globo un poquito.) Y si lo inflamos más, más amplia aún será su sonrisa.
Muchas veces nosotros nos comportamos así, nos inflamos, nuestro corazón se enorgullece. Pero Jesús no está interesado en un corazón grande sino en un corazón humilde. (Explotar el globo con un alfiler.)
Que tú y yo no tengamos un corazón lleno de orgullo, sino uno humilde para que Jesús pueda hacer su morada.
Sean todos muy bienvenidos, porque en el cielo hay fiesta cuando sus hijos se reúnen.
INTRODUCCIÓN
Muchos cristianos hoy día esperan manifestaciones espectaculares, grandes milagros, grandes señales, pero en lugar de vivir esperando esa agitación emocional, debemos aprovechar la oportunidad que tenemos hoy. En lugar de perder tiempo discutiendo cosas vanas… el look, los panas, quién tiene el mejor carro, la mejor casa, la mejor ropa, debemos someternos al control del Espíritu Santo e impartir el pan de vida a las almas que perecen por falta de la verdad.
Muchos quieren reformar la iglesia, quieren cambiar la iglesia, pero no es la iglesia lo que debemos cambiar, el cambio que necesitamos es aquella transformación del corazón que puede obtenerse únicamente buscando a Dios. Pero debemos buscarlo individualmente para recibir sus bendiciones, rogando para obtener su poder, e implorando fervientemente su gracia para que nuestro corazón sea cambiado y ese es el cambio que necesitamos hoy.
Por eso los jóvenes de la Iglesia de la iglesia ______ rogamos por un nuevo corazón y sabiendo que únicamente tú puedes permitirle a Jesús que entre a tu corazón y te acepte tal cual eres, no importan tus problemas, no importa de dónde vengas, hemos preparado este programa especial para ti.
Para algunos puede que sea sólo una dramatización, pero para ti puede ser el cambio que tu vida necesita, si así tú lo decides.
Veamos, pues, el programa UN NUEVO CORAZÓN.
COJO
ESCENA I
(Aparece un jovencito sentado tirando piedras y un señor lo ve y se le acerca.)
VOZ. Jorge García, un niño como tantos otros, pero tal vez su historia toque tu corazón. Escucha con atención mientras observamos la vida de este niño.
SEÑOR. ¿Qué haces, niño?
JORGE. Nada
SEÑOR. ¿Pero a qué le estás tirando piedras?
JORGE. Sólo estoy cogiendo puntería, tirándole a esos pajaritos.
SEÑOR. ¿Por qué no usas latas? ¿No sabes que no debemos matar los pajaritos?
JORGE. ¿Qué? Esa es la parte más divertida, ver cuando caen revoloteando.
SEÑOR. ¡Ay, niño, no tienes corazón! ¿Quién es tu padre?
JORGE. El diablo.
SEÑOR. ¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo? ¿Quién es tu madre?
JORGE. Una perra.
SEÑOR. Deja de bromear y dime dónde vives.
JORGE. En el infierno.
SEÑOR. Tú me quieres tomar el pelo. Anda, llévame a tu casa, de una vez le pides permiso a tus padres para que puedas ir a dar un paseo conmigo.
JORGE. Muy bien, te llevaré.
(Salen por el frente de la iglesia en lo que el padre, borracho con una botella de licor en la mano y sucio y la madre desaliñada, está lavando una ropa a mano en un balde. Entra nuevamente Jorge con su amigo.)
JORGE. Papá, papá, este amigo mío quiere que vaya con él a pasear, ¿puedo, papá? ¿Puedo?
PADRE. Yo no sé, tú sabes que aquí yo no cuento para nada, allá tu madre. Mira a ver si esa perra te deja ir.
JORGE. Mamá, mamá, ¿puedo ir a pasear con este amigo mío?
MADRE. (Amargada y peleando.) Tú te vas a pasear ¿verdad? Y yo, yo aquí, nunca puedo ir a ningún lado. Tú debes ir a pedir dinero en la calle para nosotros, para por lo menos comer un poco de pan. No, pero tú no puedes, porque vas a pasear, hijo del diablo… Vete a trabajar y no vas para ningún lado.
(Jorge baja la cabeza y se va hacia donde está el amigo.)
MADRE. Esta casa es un infierno.
(Jorge y el amigo se van, luego se van los padres.)
(Parte Especia. Himno “A Jesús Encontré”.)
ESCENA II
VOZ. Los años no pasan en vano, veamos cómo ha progresado nuestro amigo Jorge García.
(Aparece Jorge nuevamente vestido de negro con gafas como “malote”. Parado en una esquina. Entra una viejita con su cartera debajo del brazo. Jorge se la arrebata y la viejita lucha…)
VIEJITA. No, no, mal hombre, devuélveme mi cartera. Tú no tienes corazón.
(Jorge le quita la cartera y sale corriendo.)
VIEJITA. Ese es ese Jorge García, el mismo sinvergüenza de siempre, se metió a mi casa, mató a mi perro y me robó; ahora se llevó lo poco que me quedaba. Dios se apiade de ese muchacho, porque va a terminar muy mal. (Se va la viejita lamentándose por el camino.)
ESCENA III
(Entra Jorge con un cigarrillo en la mano y se sienta, pasado un momento, llega una muchacha llamada Estrella.)
ESTRELLA. ¡Hola, tanto tiempo sin verte, Jorge! Bueno, desde que te fuiste de la escuela. Ya estamos por graduarnos, ¡qué pena que no te quedaste! Te graduarías ahora también.
JORGE. ¡Ay, Estrella! Eso son tonterías de la gente, yo estoy muy ocupado.
ESTRELLA. Te comprendo, Jorge, siempre has tenido que mantener a tu familia. Pero tú eres especial para Dios, él quiere que tú seas feliz.
JORGE. ¡Ja, ja! ¿Dios? ¿Que yo sea feliz? No sé quién es Dios.
ESTRELLA. Pues Dios sí sabe quién eres tú y sabe todo lo que tú has hecho.
JORGE. ¿De veras? Pues entonces no querrá nada conmigo.
ESTRELLA. ¿Por qué dices eso?
JORGE. Porque yo he matado, he robado, estoy en drogas y muchísimas cosas más.
ESTRELLA. Eso no importa, Dios te puede dar un nuevo corazón y tus pecados serán olvidados.
JORGE. ¿Un corazón nuevo? ¿Tú crees? Sigue hablando de Dios, por favor.
(Salen caminando. Mientras caminan la muchacha le dice…)
ESTRELLA. Este viernes hay un programa muy especial, celebraremos la muerte del Hijo de Dios, porque por su muerte fuimos nosotros salvados.
(Salen ambos.)
(Parte Especial. “Confía en Dios” de Felipe Andino.)
VOZ. Cinco años más tarde...
(Entra el repartidor de periódicos, entra por la puerta del frente y sale por la puerta al lado de la plataforma.)
REPARTIDOR. Extra, extra, cae en una redada el delincuente Jorge García, dueño de un punto de drogas, lo sentencian a cinco años de cárcel. Extra, extra….
ESCENA IV
(Entra el joven esposado con dos guardias.)
GUARDIA 1. Al fin te atrapamos. Un delincuente como tú no debería salir nunca a la calle.
(Jorge se resiste y no quiere caminar.)
GUARDIA 2. Vamos, camina y no te guapees, porque no estás en la calle. Aquí se respeta y la reprensión que no te dieron tus padres, te la damos nosotros, muchacho malcriado.
(Lo echan a la celda. Se van los guardias)
VOZ. La conducta de Jorge no mejoró en lo absoluto, por el contrario empeoró, pues se pasaba buscando pleitos y haciendo sus fechorías aún dentro de la cárcel.
(Entran los guardias nuevamente.)
GUARDIA 1. Has pasado aquí tres años…
GUARDIA 2. Parece que todavía no aprendes a comportarte, maldito.
GUARDIA 1. ¡Qué suerte tienes! Levántate que tienes visita.
JORGE. ¿Visita yo? No sé quién, yo no tengo a nadie que me visite.
(Lo sacan de la celda y lo sientan en una mesita pequeña. Entra la muchacha que le había hablado años atrás, vestida diferente, luciendo un poco mayor.)
VOZ. “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; fui forastero y me recibiste; estuve desnudo y me cubriste; enfermo y me visitaste; estuve en la cárcel y viniste a mí. ..” En cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí lo hiciste”. Mateo 25: 34-36
JORGE. Estrella, ¿qué haces aquí?
ESTRELLA. Vine a visitarte, a saber de ti.
JORGE. De mí, pues aquí estoy, al fin y al cabo, no puedo ir a ningún lado. (Se ríe.)
ESTRELLA. ¿Sabes algo? Dios todavía te ama.
JORGE. Otra vez con lo mismo, hace años atrás me dijiste lo mismo y te creí.
ESTRELLA. Y si me creíste, ¿por qué nunca fuiste a la Iglesia?
JORGE. Aquel mismo viernes, yo fui a la Iglesia.
ESTRELLA. ¿Qué? Yo nunca te vi.
JORGE. Yo fui, yo fui… llegué hasta la puerta, donde un señor muy serio me dijo: “Mira, tú, muchacho, con esa facha de maleante no se viene a la Iglesia y si vienes a estar hablando en la parte de atrás, mejor te quedas en tu casa”. Así que no entré y nunca volví, seguí con mis fechorías, tal vez peor.
ESTRELLA. ¿Quién fue capaz de semejante cosa, quién?
JORGE. Fue un hombre de barba y bigote muy grande.
ESTRELLA. No puede ser, no puede ser.
JORGE. ¿Ves? Tú tampoco crees en mí, no sé para qué te lo dije.
ESTRELLA. No puede ser porque la única persona que usa barbas y bigotes en la iglesia, durante ese tiempo no podía hablar, porque la operaron de la garganta y estuvo ese año sin poder hablar.
JORGE. No entiendo nada, porque yo sé que esa persona me habló.
ESTRELLA. Yo no dudo de ti, Jorge, no es la primera vez que el enemigo de las almas, se pone en el medio para que las personas no lleguen a Jesús.
JORGE. ¿Quieres decir que el enemigo de las almas me habló a mí?
ESTRELLA. Quiero decir que el enemigo de las almas, no quiere que tú seas feliz y pone piedras en el camino para que tú caigas, él está gobernando tu vida.
JORGE. ¿Y qué debo hacer?
ESTRELLA. Un hombre fue a Jesús de noche y le hizo esa pregunta. Jesús le contestó que debía nacer de nuevo, necesitas un nuevo corazón.
(Parte Especial. Himno “Un hombre llegose de noche a Jesús”.)
ESCENA V
GUARDIA 1. Bueno, bueno, se terminó el tiempo.
GUARDIA 2. Señorita. Debe marcharse.
JORGE. No, no, por favor, todavía no.
GUARDIA 1. Aquí nosotros decimos hasta cuando.
(Lo golpean.)
ESTRELLA. Está bien, está bien, ya me voy. Toma, lee esta pequeña Biblia, te ayudará. (Se va.)
(Entran a Jorge a la celda y se van los guardias.)
JORGE. (Lee algunos versículos en voz alta.) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. (Prov. 28:13)
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tus misericordias; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmo 51:1
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:29, 30
(Parte especial. Himno “Mi yugo es fácil”.)
JORGE. Un nuevo corazón, un nuevo corazón. Necesito tener un nuevo corazón, necesito poder creer y aceptar lo que este libro dice… Pero, ¿cómo podré yo tener un nuevo corazón? He sido tan perverso… (Baja la cabeza, guarda un momento de silencio. Luego grita.) Yo quiero cambiar… Señor Dios, si tú me oyes, si tú me amas… dáme un nuevo corazón. (Se va bajando en los barrotes hasta llegar al piso, se apagan las luces. Entra uno vestido de blanco.)
ÁNGEL. Tu oración ha sido escuchada, tendrás un nuevo corazón.
(Con una linterna pequeña escondida en la mano alumbra a Jorge y se escucha la grabación de un corazón latiendo. Lo alumbra hasta que dure la grabación y luego se retira. Encienden las luces y Jorge se levanta.)
JORGE. Me siento diferente… Tengo un corazón nuevo, ¡qué feliz me siento! He sido transformado.
(Parte Especial. Pon otro lugar en la mesa)
ESCENA VI
VOZ. Los últimos dos años en prisión fueron completamente diferentes. La lectura diaria de aquella pequeña Biblia transformó su vida. Verdaderamente Jorge era otra persona.
(Entran los dos guardias.)
GUARDIA 1. Bien, un día pensamos que nunca saldrías de aquí.
GUARDIA 2. Ha llegado la hora, eres libre, puedes irte.
JORGE. Gracias, buenos hombres, ustedes han sido muy buenos conmigo. (Se va muy feliz.)
GUARDIA 2. ¡Quién lo diría!
GUARDIA 1. Verdaderamente la palabra de Dios transforma las vidas.
(Salen los dos guardias.)
(Parte Especial: Dios hace todo crecer.)
ESCENA VII
JORGE. Hoy es viernes, puedo ir a la Iglesia, pero no puedo ir con las manos vacías, debo llevarle algo a Dios. Ya sé… (Coge las flores que están en el piano.) Le llevaré estas flores en señal de mi gratitud.
(Entra una muchacha llorando.)
JORGE. ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
MUCHACHA. Mi novio me dejó por otra y se fue.
JORGE. Dios quiere que tú seas feliz, ya vendrá un mejor novio para ti.
MUCHACHA. ¿Tú crees?
JORGE. Claro que sí, mira, toma estas flores para que seas feliz. (Le da parte de las flores.)
MUCHACHA. Gracias, gracias, me siento mucho mejor. (Se va.)
(Entra otro muchacho muy preocupado.)
JORGE. ¿Por qué estás tan preocupado?
MUCHACHO. Me colgué en el examen de cálculo, no sé qué voy a hacer ahora.
JORGE. Dios quiere que tú seas feliz, deja tus problemas en sus manos y Él te ayudará.
MUCHACHO. Lo dices con tanta certeza que me lo estoy creyendo.
JORGE. Pues créelo, porque es cierto. Ten, toma estas flores para que te alegres.
MUCHACHO. Me siento más tranquilo, gracias. (Se va.)
(Entra un cojo.)
COJO. Esta dichosa pierna… Hay días que me duele y hay días que me duele más.
JORGE. No se preocupe, buen hombre, pídale a Dios y Él lo escuchará.
COJO. Tú… siendo joven me dices a mí que soy viejo.
JORGE. Yo sufrí mucho, pero ya no más, Dios me dio un nuevo corazón.
COJO. Se nota, te ves tan feliz…
JORGE. Sí, soy feliz, tenga usted estas flores para que también se sienta feliz como yo.
COJO. Gracias, gracias… (Sale contento.)
JORGE. ¡Oh! ¿Qué he hecho? Mi regalo de gratitud a Dios. Esas personas estaban tan tristes, yo sólo quise alegrarlos y ahora no tengo nada que llevarle a Dios.
VOZ. Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
JORGE. Mi corazón, mi corazón nuevo es lo único que tengo. (Se arrodilla hacia el bautisterio.) De lo recibido de tu mano te devuelvo, toma, oh Dios, mi corazón y hazme recto delante de ti.
(Se corre la cortina y dentro del bautisterio hay una cruz encendida.)
VOZ. Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad.
Dije: “Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado”.
Por eso orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.
Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.
No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.
Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia.
Alegraos en Jehová y gozaos, justos y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.
Porque es hora de alabar a Dios, estemos todos en pie y entonemos el himno “Es hora de alabar a Dios” para finalizar.
(Todos pasan al frente para alabar a Dios. Oración Final.)
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Prov 28:13)
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tus misericordias; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmo 51:1
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo 11:29, 30
BIENVENIDA (Llevar un globo en forma de corazón.)
Estamos muy contentos con la presencia de todos ustedes, pero tenemos una visita muy especial, el Sr. Globo Corazón. El aceptó nuestra invitación de acompañarnos esta noche. El Sr. Corazón es muy buen amigo, como ven, siempre está sonriente, tiene una hermosa sonrisa.
Pero el Sr. Globo Corazón tiene un problema, es un tanto inflado y mientras más se infla más grande es su sonrisa. (Llenar el globo un poquito.) Y si lo inflamos más, más amplia aún será su sonrisa.
Muchas veces nosotros nos comportamos así, nos inflamos, nuestro corazón se enorgullece. Pero Jesús no está interesado en un corazón grande sino en un corazón humilde. (Explotar el globo con un alfiler.)
Que tú y yo no tengamos un corazón lleno de orgullo, sino uno humilde para que Jesús pueda hacer su morada.
Sean todos muy bienvenidos, porque en el cielo hay fiesta cuando sus hijos se reúnen.
INTRODUCCIÓN
Muchos cristianos hoy día esperan manifestaciones espectaculares, grandes milagros, grandes señales, pero en lugar de vivir esperando esa agitación emocional, debemos aprovechar la oportunidad que tenemos hoy. En lugar de perder tiempo discutiendo cosas vanas… el look, los panas, quién tiene el mejor carro, la mejor casa, la mejor ropa, debemos someternos al control del Espíritu Santo e impartir el pan de vida a las almas que perecen por falta de la verdad.
Muchos quieren reformar la iglesia, quieren cambiar la iglesia, pero no es la iglesia lo que debemos cambiar, el cambio que necesitamos es aquella transformación del corazón que puede obtenerse únicamente buscando a Dios. Pero debemos buscarlo individualmente para recibir sus bendiciones, rogando para obtener su poder, e implorando fervientemente su gracia para que nuestro corazón sea cambiado y ese es el cambio que necesitamos hoy.
Por eso los jóvenes de la Iglesia de la iglesia ______ rogamos por un nuevo corazón y sabiendo que únicamente tú puedes permitirle a Jesús que entre a tu corazón y te acepte tal cual eres, no importan tus problemas, no importa de dónde vengas, hemos preparado este programa especial para ti.
Para algunos puede que sea sólo una dramatización, pero para ti puede ser el cambio que tu vida necesita, si así tú lo decides.
Veamos, pues, el programa UN NUEVO CORAZÓN.
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