8 Minutos y 4 Personajes. Esta obra subraya la necesidad de tener una relación con Dios para evitar las tentaciones del Diablo. Sin mantener una relación con nuestro Padre celestial, somos una presa fácil para Satanás y la mayor parte del tiempo no nos damos cuenta de que estamos siendo tentados en las manos de Satanás. Las buenas nuevas son que con Dios, Satanás no puede retenernos cerca. Siempre que estemos con Dios estaremos seguros.
LA CUERDA DEL DIABLO
Crystal TaylorPERSONAJES
DIABLO
JACOBO - Un borracho
JOSÉ - Un hombre de negocios
DIANA - Está de rodillas orando.
DIABLO
JACOBO - Un borracho
JOSÉ - Un hombre de negocios
DIANA - Está de rodillas orando.
ESCENARIO. Hay tres personas de pie en el escenario: Jacobo en la parte izquierda, Diana en el centro y José en la derecha.
VESTUARIO
Diablo: Vestido de negro como si fuera un actor
Jacobo: Vestido informal.
José: Traje de negocios, con un posible ordenador.
Nelly: Vestido informal.
(El Diablo empieza a caminar a lo largo de la iglesia, arrastrando una cuerda detrás de ella; los otros personajes están en el escenario ensimismados en su propio mundo, inconsciente de los otros personajes. El diablo camina hacia Jacobo y empieza a caminar alrededor de él, enrollándole con una cuerda de forma seductora.)
JACOBO. (Observa al Diablo por un rato.) Oye, ¿no tendrás una luz por ahí, no?
DIABLO. Sí, desde luego, todo lo que tú quieras.
JACOBO. Gracias. ¿Qué haces?
DIABLO. Nada, ya sabes, atándoos en vuestros pecados…
JACOBO. Ah, vale. Por cierto, ¿no llevarás algo de dinero? Ya sabes, átame hasta la próxima paga, para… las necesidades
DIABLO. Por ti, cualquier cosa. Aquí tienes un mechero y si vienes conmigo, te cuidaré: tengo todo lo que puedes necesitar… Sólo déjame cuidar de ti y podré atarte más y más. (Despacio lo arrastra fuera del escenario; está completamente atado con la cuerda del Diablo y casi no puede caminar.)
(El Diablo reaparece, arrastra la cuerda y se dirige hacia José. José está en un escritorio escribiendo en el ordenador; el Diablo empieza a caminar alrededor de él, y José se mosquea.)
JOSÉ. Perdona pero, ¿te importaría parar un poquito?
DIABLO. No puedo. Sólo tú tienes control sobre eso.
JOSÉ. ¿Qué? Vale, vale, lo que tú digas… Y, ¿quién eres tú? ¿Y qué estás haciendo?
DIABLO. Lo siento. (Sarcástico.) Soy el Diablo, y te estoy enredando en tus pecados.
JOSÉ. ¿Cómo? ¿Que me estás enredando en mis pecados? Lo siento, pero creo que tú no puedes hacer eso.
DIABLO. ¿Y por qué no?
JOSÉ. Tú lo deberías saber… Tú eres el Diablo, ¿no? Voy a la iglesia y eso me exceptúa de tus influencias así que si no te importa… tengo mucho trabajo todavía.
DIABLO. Es perfecto, tú piensas eso porque vas a la iglesia una vez a la semana y piensas que estás seguro. Estás tan enredado en tu propia vida, que no tienes tiempo para nada más… casi no tienes tiempo para tu familia, ¡deja a Dios en paz! Es perfecto como lo he planeado.
JOSÉ. Pero… si estoy bautizado.
DIABLO. ¿Y? Te he hecho estar tan ocupado, respondiendo llamadas, viendo a clientes, conduciendo de aquí para allí, atrapado en insufribles atascos, he guardado a tu familia feliz y he pasado tiempo con ellos; que cuando llega la hora de parar estás tan cansado que no tienes tiempo para Dios. Poco a poco has ido perdiendo tu relación con Dios hasta el punto que ya no existe. Mi plan ha salido perfecto. Te tengo justamente donde te quiero. Venga, ven conmigo.
(Suena el teléfono.)
JOSÉ. Espera un minuto, un momentito, déjame responder esta llamada. Se me está permitida una llamada, tengo derecho a una llamada, como dice la Constitución.
DIABLO. Así, así, un poquito más…
(El Diablo enrolla lentamente a José, que se enreda en la cuerda del Diablo. El Diablo reaparece y se hace camino hacia Nelly, que está orando. El Diablo arrastra la cuerda pero se queda cogido en algo fuera del escenario. El Diablo continúa estirando y tira, poniéndose más nervioso cada vez. Finalmente la cuerda se libera pero el Diablo no puede estar sino a un metro de Nelly. Ella termina cayendo. El Diablo se pone muy nervioso.)
DIABLO. ¡Ahhhh! (Mirando arriba.) Dios, te puedes quedar a ésta.
(El Diablo sale airadamente.)
VESTUARIO
Diablo: Vestido de negro como si fuera un actor
Jacobo: Vestido informal.
José: Traje de negocios, con un posible ordenador.
Nelly: Vestido informal.
(El Diablo empieza a caminar a lo largo de la iglesia, arrastrando una cuerda detrás de ella; los otros personajes están en el escenario ensimismados en su propio mundo, inconsciente de los otros personajes. El diablo camina hacia Jacobo y empieza a caminar alrededor de él, enrollándole con una cuerda de forma seductora.)
JACOBO. (Observa al Diablo por un rato.) Oye, ¿no tendrás una luz por ahí, no?
DIABLO. Sí, desde luego, todo lo que tú quieras.
JACOBO. Gracias. ¿Qué haces?
DIABLO. Nada, ya sabes, atándoos en vuestros pecados…
JACOBO. Ah, vale. Por cierto, ¿no llevarás algo de dinero? Ya sabes, átame hasta la próxima paga, para… las necesidades
DIABLO. Por ti, cualquier cosa. Aquí tienes un mechero y si vienes conmigo, te cuidaré: tengo todo lo que puedes necesitar… Sólo déjame cuidar de ti y podré atarte más y más. (Despacio lo arrastra fuera del escenario; está completamente atado con la cuerda del Diablo y casi no puede caminar.)
(El Diablo reaparece, arrastra la cuerda y se dirige hacia José. José está en un escritorio escribiendo en el ordenador; el Diablo empieza a caminar alrededor de él, y José se mosquea.)
JOSÉ. Perdona pero, ¿te importaría parar un poquito?
DIABLO. No puedo. Sólo tú tienes control sobre eso.
JOSÉ. ¿Qué? Vale, vale, lo que tú digas… Y, ¿quién eres tú? ¿Y qué estás haciendo?
DIABLO. Lo siento. (Sarcástico.) Soy el Diablo, y te estoy enredando en tus pecados.
JOSÉ. ¿Cómo? ¿Que me estás enredando en mis pecados? Lo siento, pero creo que tú no puedes hacer eso.
DIABLO. ¿Y por qué no?
JOSÉ. Tú lo deberías saber… Tú eres el Diablo, ¿no? Voy a la iglesia y eso me exceptúa de tus influencias así que si no te importa… tengo mucho trabajo todavía.
DIABLO. Es perfecto, tú piensas eso porque vas a la iglesia una vez a la semana y piensas que estás seguro. Estás tan enredado en tu propia vida, que no tienes tiempo para nada más… casi no tienes tiempo para tu familia, ¡deja a Dios en paz! Es perfecto como lo he planeado.
JOSÉ. Pero… si estoy bautizado.
DIABLO. ¿Y? Te he hecho estar tan ocupado, respondiendo llamadas, viendo a clientes, conduciendo de aquí para allí, atrapado en insufribles atascos, he guardado a tu familia feliz y he pasado tiempo con ellos; que cuando llega la hora de parar estás tan cansado que no tienes tiempo para Dios. Poco a poco has ido perdiendo tu relación con Dios hasta el punto que ya no existe. Mi plan ha salido perfecto. Te tengo justamente donde te quiero. Venga, ven conmigo.
(Suena el teléfono.)
JOSÉ. Espera un minuto, un momentito, déjame responder esta llamada. Se me está permitida una llamada, tengo derecho a una llamada, como dice la Constitución.
DIABLO. Así, así, un poquito más…
(El Diablo enrolla lentamente a José, que se enreda en la cuerda del Diablo. El Diablo reaparece y se hace camino hacia Nelly, que está orando. El Diablo arrastra la cuerda pero se queda cogido en algo fuera del escenario. El Diablo continúa estirando y tira, poniéndose más nervioso cada vez. Finalmente la cuerda se libera pero el Diablo no puede estar sino a un metro de Nelly. Ella termina cayendo. El Diablo se pone muy nervioso.)
DIABLO. ¡Ahhhh! (Mirando arriba.) Dios, te puedes quedar a ésta.
(El Diablo sale airadamente.)
Nota de la autora. Estoy orando para que cada uno de vosotros esté seguro en las manos de Dios y que todos aquellos que te vean actuando en esta obra, estén seguros en las manos de Dios.
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