10 Minutos y 4 Personajes + Extras. Un joven se va apartando más de la iglesia, se junta con malas compañías y no se da cuenta de que se ve envuelto en el pecado. Cuando quiere salir no puede hacerlo solo y finalmente con la ayuda de su pastor logrará salir de ese trance.
LA SILLA
Mérida Fauré RoaPERSONAJES
SAMUEL (Cristiano descarriado)
AMIGOS DEL MUNDO
ANA (Amiga cristiana)
HOMBRE FUERTE
PASTOR
La escena ocurre en una plaza. Hay varios asientos (uno de ellos tiene un cartel con la palabra “PECADO”. Samuel está junto a un grupo de amigos que están fumando y bebiendo. Están de pie. Conversan de fiestas y otros acontecimientos. Los amigos ofrecen cigarros y alcohol a Samuel, quien al principio no acepta pero luego, temeroso, acepta fumar un poco. Más tarde el joven se retira.
SAMUEL. Amigos, ya debo irme. Tengo que llegar temprano a casa porque mis padres van a salir. (Comienza a despedirse de ellos.)
AMIGOS. ¿Acaso tus padres todavía te mandan? ¡Quédate un momento más! ¡Bebe un poquito! (Lo molestan porque tiene que retirarse, lo invitan a quedarse, le ofrecen alcohol y cigarros pero Samuel se niega, se despide, y camina hacia su hogar.)
(Camina unos pocos pasos y ve que su amiga de la iglesia, Ana, se acerca. Se coloca un poco nervioso, intenta regresar al grupo de amigos para que Ana no lo reconozca, pero ya es demasiado tarde…)
ANA. ¡Hola, Samuel! Qué gusto me da verte. Hace tiempo que no te veía. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué no has ido a la iglesia? Te echamos de menos, se nota tu ausencia.
SAMUEL. Hola Ana. Bueno, es que no he tenido tiempo. Además, ya no tengo muchos deseos de asistir al culto.
ANA. Pero, ¿por qué? ¿Acaso Dios ya no es importante para ti?
SAMUEL. Lo que pasa es que tuve algunos problemas con el pastor y otros hermanos. Me han calumniado. Quería hacer grandes cosas para beneficio de la obra de Dios, pero ellos no comprendieron, no me quisieron ayudar. Además, en esos momentos difíciles me sentí tan solo y nadie estuvo conmigo. Si Dios me hubiese amado, no habría permitido que eso aconteciera. Por eso no quiero ir más a la iglesia. Todos me han desilusionado. Además, ya tengo un grupo de amigos que son súper buenos.
ANA. Pero Samuel, lo que tienes que tener presente es que Dios sí te ama. No importa que los demás te desechen, nuestro Señor nunca lo hará. Jesús tuvo confianza en ti, tú no lo puedes defraudar. Él nunca pondrá en tus hombros más carga de la que puedas llevar. Si pasaste por ese tipo de dificultades es porque Dios quiere hacer algo importante en tu vida, te está esperando para que cumplas una misión.
Asimismo, los seres humanos se equivocan, no podemos mirar a quienes van al frente como seres que no les es lícito errar. Son personas, al igual que nosotros, con virtudes y defectos.
También tienes que pensar que posiblemente no les expresaste claramente lo que anhelabas. Puede ser que no te hayan comprendido bien la idea o puede que… (Samuel la interrumpe.)
SAMUEL. ¡Ya, Anita! Lo que pasa es que tú estás en el primer amor. Yo no. Disculpa, debo irme. Otro día hablamos. (Se despide.)
ANA. Bueno, Samuel, pero oraré por ti. Sé que el Señor te va a ayudar. (Se va.)
SAMUEL. (Se detiene, ve varios asientos, se acerca a uno de ellos el cual tiene un cartel pegado en el respaldo que dice: “PECADO”. Él no se da cuenta y se sienta.) Anita está fanática, bueno, al menos se ve feliz. ¡Se me había olvidado, mis padres tienen que salir, debo irme!
(Samuel intenta levantarse, pero no puede, está pegado a la silla. Hace innumerables intentos para desprenderse de ella pero le es imposible. Comienza a desesperarse. Llama a sus amigos que están cerca para que le ayuden.)
POr favor, ayúdenme, no puedo pararme (los amigos en principio no le creen pero luego se dan cuenta que es verdad, intentan pararlo pero no pueden. Se aburren y se van.)
(El joven desesperado grita pidiendo ayuda. aparece un hombre fuerte, musculoso el cual se jacta de su fuerza.)
HOMBRE FUERTE. ¿Qué te ha pasado, muchacho? ¿No puedes pararte de esa endeble silla?
(Samuel le cuenta lo que ha pasado y pide que lo ayude.)
HOMBRE FUERTE. No te preocupes, yo te ayudaré; pero te advierto que vas a salir volando… (Comienza a tirarlo, hace gestos de estar realizando mucha fuerza pero no logra pararlo.)
(Cuando está el hombre fuerte intentando parar a Samuel pasa Ana. Al ver que es su amigo se acerca a él y el joven le cuenta lo que ha pasado. Ana dice que va a buscar ayuda y vuelve. Regresa con el Pastor de la Iglesia.)
SAMUEL. Pero, ¿por qué trajiste al pastor? Si este hombre que es más fuerte que él no me ha podido ayudar, ¡menos lo hará el!
PASTOR. Pero Samuel, ¿por qué te sentaste ahí? ¿No viste lo que decía? (Le muestra el cartel con la palabra "Pecado".)
SAMUEL. Pero si es sólo un trozo de cartón, además, ¿qué tiene que ver conmigo? Si usted vino a reprenderme es mejor que se vaya.
PASTOR. Yo te vine a ayudar.
(Samuel estira sus brazos para que el pastor comience a tirarlo pero el pastor se hinca y comienza a orar en voz alta, y pide al Señor que levante a Samuel de esa silla. Samuel indignado le grita.)
SAMUEL. Pero, ¿cómo se le curre ponerse a orar en este momento? ¡Es lo único que me faltaba! Un fanático orando y yo aquí tengo que escucharlo, ¡porque no me puedo parar! (Le grita al Pastor que se calle, le toca el hombre desesperado e indignado.) ¿Acaso piensa que con su oración yo podré pararme? (Hace intento de levantarse y se para fácilmente. Se sorprende. No lo puede creer. Se ha levantado y nadie lo tiró para que lo hiciera. Entonces comprende que fue la oración de su pastor la que lo levantó. Se arrodilla al lado del pastor, lo abraza y le dice que gracias a su oración se ha levantado. Le pide perdón por su incredulidad. Por no haberse dado cuenta que poco a poco se estaba haciendo esclavo del pecado y que ya se le estaba haciendo imposible salir... Llora, el pastor lo abraza.)
SAMUEL (Cristiano descarriado)
AMIGOS DEL MUNDO
ANA (Amiga cristiana)
HOMBRE FUERTE
PASTOR
La escena ocurre en una plaza. Hay varios asientos (uno de ellos tiene un cartel con la palabra “PECADO”. Samuel está junto a un grupo de amigos que están fumando y bebiendo. Están de pie. Conversan de fiestas y otros acontecimientos. Los amigos ofrecen cigarros y alcohol a Samuel, quien al principio no acepta pero luego, temeroso, acepta fumar un poco. Más tarde el joven se retira.
SAMUEL. Amigos, ya debo irme. Tengo que llegar temprano a casa porque mis padres van a salir. (Comienza a despedirse de ellos.)
AMIGOS. ¿Acaso tus padres todavía te mandan? ¡Quédate un momento más! ¡Bebe un poquito! (Lo molestan porque tiene que retirarse, lo invitan a quedarse, le ofrecen alcohol y cigarros pero Samuel se niega, se despide, y camina hacia su hogar.)
(Camina unos pocos pasos y ve que su amiga de la iglesia, Ana, se acerca. Se coloca un poco nervioso, intenta regresar al grupo de amigos para que Ana no lo reconozca, pero ya es demasiado tarde…)
ANA. ¡Hola, Samuel! Qué gusto me da verte. Hace tiempo que no te veía. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué no has ido a la iglesia? Te echamos de menos, se nota tu ausencia.
SAMUEL. Hola Ana. Bueno, es que no he tenido tiempo. Además, ya no tengo muchos deseos de asistir al culto.
ANA. Pero, ¿por qué? ¿Acaso Dios ya no es importante para ti?
SAMUEL. Lo que pasa es que tuve algunos problemas con el pastor y otros hermanos. Me han calumniado. Quería hacer grandes cosas para beneficio de la obra de Dios, pero ellos no comprendieron, no me quisieron ayudar. Además, en esos momentos difíciles me sentí tan solo y nadie estuvo conmigo. Si Dios me hubiese amado, no habría permitido que eso aconteciera. Por eso no quiero ir más a la iglesia. Todos me han desilusionado. Además, ya tengo un grupo de amigos que son súper buenos.
ANA. Pero Samuel, lo que tienes que tener presente es que Dios sí te ama. No importa que los demás te desechen, nuestro Señor nunca lo hará. Jesús tuvo confianza en ti, tú no lo puedes defraudar. Él nunca pondrá en tus hombros más carga de la que puedas llevar. Si pasaste por ese tipo de dificultades es porque Dios quiere hacer algo importante en tu vida, te está esperando para que cumplas una misión.
Asimismo, los seres humanos se equivocan, no podemos mirar a quienes van al frente como seres que no les es lícito errar. Son personas, al igual que nosotros, con virtudes y defectos.
También tienes que pensar que posiblemente no les expresaste claramente lo que anhelabas. Puede ser que no te hayan comprendido bien la idea o puede que… (Samuel la interrumpe.)
SAMUEL. ¡Ya, Anita! Lo que pasa es que tú estás en el primer amor. Yo no. Disculpa, debo irme. Otro día hablamos. (Se despide.)
ANA. Bueno, Samuel, pero oraré por ti. Sé que el Señor te va a ayudar. (Se va.)
SAMUEL. (Se detiene, ve varios asientos, se acerca a uno de ellos el cual tiene un cartel pegado en el respaldo que dice: “PECADO”. Él no se da cuenta y se sienta.) Anita está fanática, bueno, al menos se ve feliz. ¡Se me había olvidado, mis padres tienen que salir, debo irme!
(Samuel intenta levantarse, pero no puede, está pegado a la silla. Hace innumerables intentos para desprenderse de ella pero le es imposible. Comienza a desesperarse. Llama a sus amigos que están cerca para que le ayuden.)
POr favor, ayúdenme, no puedo pararme (los amigos en principio no le creen pero luego se dan cuenta que es verdad, intentan pararlo pero no pueden. Se aburren y se van.)
(El joven desesperado grita pidiendo ayuda. aparece un hombre fuerte, musculoso el cual se jacta de su fuerza.)
HOMBRE FUERTE. ¿Qué te ha pasado, muchacho? ¿No puedes pararte de esa endeble silla?
(Samuel le cuenta lo que ha pasado y pide que lo ayude.)
HOMBRE FUERTE. No te preocupes, yo te ayudaré; pero te advierto que vas a salir volando… (Comienza a tirarlo, hace gestos de estar realizando mucha fuerza pero no logra pararlo.)
(Cuando está el hombre fuerte intentando parar a Samuel pasa Ana. Al ver que es su amigo se acerca a él y el joven le cuenta lo que ha pasado. Ana dice que va a buscar ayuda y vuelve. Regresa con el Pastor de la Iglesia.)
SAMUEL. Pero, ¿por qué trajiste al pastor? Si este hombre que es más fuerte que él no me ha podido ayudar, ¡menos lo hará el!
PASTOR. Pero Samuel, ¿por qué te sentaste ahí? ¿No viste lo que decía? (Le muestra el cartel con la palabra "Pecado".)
SAMUEL. Pero si es sólo un trozo de cartón, además, ¿qué tiene que ver conmigo? Si usted vino a reprenderme es mejor que se vaya.
PASTOR. Yo te vine a ayudar.
(Samuel estira sus brazos para que el pastor comience a tirarlo pero el pastor se hinca y comienza a orar en voz alta, y pide al Señor que levante a Samuel de esa silla. Samuel indignado le grita.)
SAMUEL. Pero, ¿cómo se le curre ponerse a orar en este momento? ¡Es lo único que me faltaba! Un fanático orando y yo aquí tengo que escucharlo, ¡porque no me puedo parar! (Le grita al Pastor que se calle, le toca el hombre desesperado e indignado.) ¿Acaso piensa que con su oración yo podré pararme? (Hace intento de levantarse y se para fácilmente. Se sorprende. No lo puede creer. Se ha levantado y nadie lo tiró para que lo hiciera. Entonces comprende que fue la oración de su pastor la que lo levantó. Se arrodilla al lado del pastor, lo abraza y le dice que gracias a su oración se ha levantado. Le pide perdón por su incredulidad. Por no haberse dado cuenta que poco a poco se estaba haciendo esclavo del pecado y que ya se le estaba haciendo imposible salir... Llora, el pastor lo abraza.)
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