12 Minutos y 6 Personajes. Terminar con los viejos hábitos y costumbres requiere de ayuda, no de consejo. En Jesús encontraremos la ayuda que necesitamos.
CONSEJOS
PERSONAJES
PREJUICIOSO
HOMBRE
CIENTÍFICO
PSICÓLOGO 1
PSICÓLOGO 2
JESÚS
ESCENARIO
(Dos sillas ampliamente distanciadas encarando al público.)
PREJUICIOSO. (Entra y trata de sentarse en el asiento más cercano.)
HOMBRE. (Entra después de Prejuicios.) Lo siento, pero no puede sentarse allí.
PREJUICIOSO. ¿Perdón?
HOMBRE. No puede sentarse allí.
PREJUICIOSO. ¿Por qué no?
HOMBRE. Ahí es donde me siento yo. Puede sentarse por allá. (Señala.)
PREJUICIOSO. ¿Y cuál es la diferencia?
HOMBRE. Es un hábito, me tengo que sentar ahí.
PREJUICIOSO. ¿Un hábito?
HOMBRE. Sí, me he sentado en esta silla por años. Así que si puede moverse, por favor, yo...
PREJUICIOSO. Estas sillas son idénticas. ¿Qué diferencia tiene en cual se siente?
HOMBRE. Ya le dije, es un hábito.
PREJUICIOSO. Solo porque sea un hábito, no significa que tenga que hacerlo de nuevo, ¿o sí?
HOMBRE. Claro que sí, ¿podría, por favor, salir?
PREJUICIOSO. Usted realmente está obsesionado con sentarse aquí, ¿verdad?
HOMBRE. No, no lo estoy.
PREJUICIOSO. Si no está obsesionado, entonces puede sentarse en cualquier lugar sin que le cause daño, siéntese allá, entonces.
HOMBRE. (Hace silencio, agitado.) ¡Muy bien! Esto no es solo un hábito, estoy obsesionado con sentarme aquí, ¿está contento?
PREJUICIOSO. (Regresa a la otra silla.) ¡No tiene que molestarse, solo preguntaba!
HOMBRE. (se sienta y llora angustiosamente.)
PREJUICIOSO. ¿Qué es lo que pasa, le ocurre algo?
HOMBRE. (Llora.) Sí, me acabo de sentar en una tachuela (llora).
PREJUICIOSO. ¿Lo ve? Eso es lo que las obsesiones le causan. No puedo entender cómo hay personas que se vuelven adictos a algo y se provocan tanto dolor a sí mismos
HOMBRE. (Sigue llorando.) ¡No se quede ahí parado! ¡Haga algo! ¡Me duele, me duele mucho!
PREJUICIOSO. Me encantaría ayudar, pero ya he hecho bastante por usted al hacerle ver su problema. (Saliendo.) Usted tendrá que esforzarse mucho para solucionarlo por su propia cuenta.
HOMBRE. (Llora.) ¡Ayúdenme! ¡Alguien, ayúdeme!
DROGADICTO. (Entra.) Oye, amigo, ¿necesitas ayuda?
HOMBRE. (Llora.) Sí, me senté sobre una tachuela, el dolor es tremendo, ayúdeme, ¡por favor!
DROGADICTO. (Mira para ambos lados.) Oye, amigo, justo me has agarrado en un buen momento. Acabo de conseguirme de las mejores, las efectivas (muestra la funda que contiene las pastillas) o prefieres un método más simple para aliviar el dolor. Tengo vodka, Gin, Bourbon, Scotch, y por supuesto tengo una amplia colección de vinos, tengo tinto, blando, cabernet …
HOMBRE. ¡TODO! ¡Dame todo! El dolor es inaguantable… ¿A cuánto me las dejas?
DROGADICTO. Esas son las buenas noticias, amigo, la primera te la dejo gratis, pero luego de esa corren por tu cuenta. (Le entrega la funda.)
HOMBRE. (Agarra la funda.) ¡Bien! (La abre.) ¡Justo lo que necesito!
DROGADICTO. (Saliendo.) Regresaré mañana para proveerte de más. Trae dinero.
HOMBRE. (Toma la pastilla.) ¡Claro, seguro, lo que digas!
CIENTÍFICO. (Entra usando un mandil de laboratorio.) ¡Oh, no, no hagas eso, por favor!
HOMBRE. (Coge la pastilla.) ¿Que no haga qué? Solo trato de aliviar este dolor.
CIENTÍFICO. Las drogas solo son una solución temporal para un problema permanente. Lo que necesitas es una solución permanente, radical…
HOMBRE. Óyeme, el dolor es insoportable. ¿Qué es lo que pensabas?
CIENTÍFICO. Si tienes tanto dolor, podríamos realizarte una cirugía para eliminar tu dolor, podrías estar libre de dolor el resto de tu vida.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) Eso suena grave. ¿No hay ningún efecto dañino en esa clase de operación?
CIENTÍFICO. Bueno, por supuesto, antes que nada, ¿no tendrás ninguna sensación en el área afectada? Algunas personas que se han hecho esta cirugía se han quemado o cortado accidentalmente, sin siquiera notarlo. Y, desde luego, siempre hay una ligera posibilidad de que la operación te mate.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) Eso sí es grave. No estoy seguro de que esa operación me vaya a servir.
CIENTÍFICO. Bueno, si quitarte la sensibilidad no te sirve, podrías optar por una lobotomía o tratamiento por medio de choques eléctricos para quitar la tensión causada por el dolor.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) ¿Choques eléctricos? ¿Eso no es más doloroso que sentarme en una tachuela?
CIENTÍFICO. ¿Y qué te parece una bio-regeneración o implantes de electrodos?
HOMBRE. (Agarra la píldora.) ¿Implantes? ¿Eso no es cirugía?
CIENTÍFICO. (Saliendo.) Bueno, claro, sin dolor no se gana.
HOMBRE. (Se lleva la pastilla a la boca, luego la regresa a la funda.) ¡Oh, no! Creo que me estoy volviendo adicto a estas píldoras (llora de dolor) ¡Ayúdeme, alguien!
PSICÓLOGO 1. (Entra usando un mandil de doctor.) Entiendo lo que sufres.
HOMBRE. ¡Así es!
PSICÓLOGO 2. (Entra usando un mandil de doctor.) ¿Dónde te duele?
HOMBRE. Me senté sobre una tachuela
PSICÓLOGO 1. Sospecho que tiene tendencias masoquistas.
HOMBRE. ¿Qué están balbuceando?
PSICÓLOGO 2. ¿No se le ha ocurrido a usted que tal vez se sentó sobre la tachuela deliberadamente?
HOMBRE. ¡Está loco!
PSICÓLOGO 1. Observe la negación. Obviamente está reprimiendo algo…
PSICÓLOGO 2. Obviamente es un dolor auto-infligido.
PSICÓLOGO 1. Obviamente asociada con cierta culpabilidad de algún tipo.
PSICÓLOGO 2. Obviamente de alguna índole sexual.
PSICÓLOGO 1. Obviamente para compensar alguna culpabilidad.
HOMBRE. ¿Culpabilidad? ¿Qué culpabilidad? Me senté en una tachuela…
PSICÓLOGO 2. Definitivamente sufre de cierto grado de culpabilidad.
PSICÓLOGO 1. Díganos quién lo lastimó.
HOMBRE. ¿Quién me lastimó? ¡Nadie me ha hecho ningún daño!
PSICÓLOGO 1. ¿Qué le dije sobre la negación?
HOMBRE. ¡No estoy negando nada! Bueno, lo estoy, pero no estoy negando nada que sea verdad…
PSICÓLOGO 2. Muy bien, es negación. ¿Cómo era su relación con su madre?
HOMBRE. ¿Qué tiene mi madre que ver con el hecho de que me haya sentado en una tachuela?
PSICÓLOGO 2. Esta patología esta profundamente arraigada.
PSICÓLOGO 1. Muy profundamente. Creo que deberíamos prescribirle años de psicoanálisis.
PSICÓLOGO 2. ¡Años!
HOMBRE. ¡Oh, ustedes no me ayudan en nada!
PSICÓLOGO 1. (Saliendo.) ¿Qué te dije?
PSICÓLOGO 2. (Saliendo.) Tenías razón. Una negación profundamente arraigada.
JESÚS. (Entra.) Escuché que tenías dolor.
HOMBRE. Me senté sobre una tachuela. Pero no hay nada que pueda hacer. Nadie puede hacer nada.
JESÚS. ¿Has tratado de moverte a la silla que no tiene la tachuela?
HOMBRE. ¡No, no podría hacer eso!
JESÚS. ¿Por qué no?
HOMBRE. He estado sentado en esta silla por años. Es una vieja costumbre que tengo. Siempre estoy diciendo que algún día me sentaré en otra silla, pero siempre regreso aquí.
JESÚS. ¿Sabes que sí tienes una opción?
HOMBRE. ¿La tengo?
JESÚS. Claro que sí.
HOMBRE. No. No hay forma de que pueda cambiar ahora, no después de tantos años
JESÚS. Bueno, tú puedes hacerlo por ti mismo. Necesitas a alguien que te ayude a desarrollar nuevas costumbres.
HOMBRE. (Nervioso agarra la pastilla.) No. Nunca podría desarrollar nuevas costumbres. ¡Nunca! Lo he tratado, simplemente soy incapaz.
JESÚS. Eso es porque nunca te has apoyado en alguien que te ayude a desarrollar nuevos hábitos.
HOMBRE. No hay nadie que pueda hacer eso por mí, todos quieren darme consejos o venderme cosas, pero nadie quiere AYUDARME a cambiar.
JESÚS. Yo te ayudo.
HOMBRE. ¿Me ayudarías?
JESÚS. Por supuesto, vamos… (Extiende su mano.) Inténtalo, solo una vez.
HOMBRE. Bueno, está bien. (Toma su mano y se levanta.) Pero... ¡Oh…! ¡Oh!
JESÚS. ¿Qué pasa?
HOMBRE. ¡El dolor se fue!
JESÚS. Bien. (Lleva al hombre a otra silla.) Ven, probemos otra costumbre.
HOMBRE. Está bien, creo que vale la pena intentarlo. (Se sienta.)
JESÚS. ¿Cómo se siente?
HOMBRE. Algo raro.
JESÚS. ¿Qué quieres decir?
HOMBRE. ¡En realidad tengo una opción! ¡Aunque va a costarme el poder acostumbrarme! Estaba muy cómodo con mi desesperanza.
JESÚS. Hay todo un nuevo mundo que se te abre al descubrir que tienes una opción. (Le ofrece la mano.) ¿Quieres probar más posibilidades?
HOMBRE. (Toma su mano, saliendo.) Claro, en tanto estés allí para ayudarme. Yo no lo puedo lograr estando solo.
PREJUICIOSO
HOMBRE
CIENTÍFICO
PSICÓLOGO 1
PSICÓLOGO 2
JESÚS
ESCENARIO
(Dos sillas ampliamente distanciadas encarando al público.)
PREJUICIOSO. (Entra y trata de sentarse en el asiento más cercano.)
HOMBRE. (Entra después de Prejuicios.) Lo siento, pero no puede sentarse allí.
PREJUICIOSO. ¿Perdón?
HOMBRE. No puede sentarse allí.
PREJUICIOSO. ¿Por qué no?
HOMBRE. Ahí es donde me siento yo. Puede sentarse por allá. (Señala.)
PREJUICIOSO. ¿Y cuál es la diferencia?
HOMBRE. Es un hábito, me tengo que sentar ahí.
PREJUICIOSO. ¿Un hábito?
HOMBRE. Sí, me he sentado en esta silla por años. Así que si puede moverse, por favor, yo...
PREJUICIOSO. Estas sillas son idénticas. ¿Qué diferencia tiene en cual se siente?
HOMBRE. Ya le dije, es un hábito.
PREJUICIOSO. Solo porque sea un hábito, no significa que tenga que hacerlo de nuevo, ¿o sí?
HOMBRE. Claro que sí, ¿podría, por favor, salir?
PREJUICIOSO. Usted realmente está obsesionado con sentarse aquí, ¿verdad?
HOMBRE. No, no lo estoy.
PREJUICIOSO. Si no está obsesionado, entonces puede sentarse en cualquier lugar sin que le cause daño, siéntese allá, entonces.
HOMBRE. (Hace silencio, agitado.) ¡Muy bien! Esto no es solo un hábito, estoy obsesionado con sentarme aquí, ¿está contento?
PREJUICIOSO. (Regresa a la otra silla.) ¡No tiene que molestarse, solo preguntaba!
HOMBRE. (se sienta y llora angustiosamente.)
PREJUICIOSO. ¿Qué es lo que pasa, le ocurre algo?
HOMBRE. (Llora.) Sí, me acabo de sentar en una tachuela (llora).
PREJUICIOSO. ¿Lo ve? Eso es lo que las obsesiones le causan. No puedo entender cómo hay personas que se vuelven adictos a algo y se provocan tanto dolor a sí mismos
HOMBRE. (Sigue llorando.) ¡No se quede ahí parado! ¡Haga algo! ¡Me duele, me duele mucho!
PREJUICIOSO. Me encantaría ayudar, pero ya he hecho bastante por usted al hacerle ver su problema. (Saliendo.) Usted tendrá que esforzarse mucho para solucionarlo por su propia cuenta.
HOMBRE. (Llora.) ¡Ayúdenme! ¡Alguien, ayúdeme!
DROGADICTO. (Entra.) Oye, amigo, ¿necesitas ayuda?
HOMBRE. (Llora.) Sí, me senté sobre una tachuela, el dolor es tremendo, ayúdeme, ¡por favor!
DROGADICTO. (Mira para ambos lados.) Oye, amigo, justo me has agarrado en un buen momento. Acabo de conseguirme de las mejores, las efectivas (muestra la funda que contiene las pastillas) o prefieres un método más simple para aliviar el dolor. Tengo vodka, Gin, Bourbon, Scotch, y por supuesto tengo una amplia colección de vinos, tengo tinto, blando, cabernet …
HOMBRE. ¡TODO! ¡Dame todo! El dolor es inaguantable… ¿A cuánto me las dejas?
DROGADICTO. Esas son las buenas noticias, amigo, la primera te la dejo gratis, pero luego de esa corren por tu cuenta. (Le entrega la funda.)
HOMBRE. (Agarra la funda.) ¡Bien! (La abre.) ¡Justo lo que necesito!
DROGADICTO. (Saliendo.) Regresaré mañana para proveerte de más. Trae dinero.
HOMBRE. (Toma la pastilla.) ¡Claro, seguro, lo que digas!
CIENTÍFICO. (Entra usando un mandil de laboratorio.) ¡Oh, no, no hagas eso, por favor!
HOMBRE. (Coge la pastilla.) ¿Que no haga qué? Solo trato de aliviar este dolor.
CIENTÍFICO. Las drogas solo son una solución temporal para un problema permanente. Lo que necesitas es una solución permanente, radical…
HOMBRE. Óyeme, el dolor es insoportable. ¿Qué es lo que pensabas?
CIENTÍFICO. Si tienes tanto dolor, podríamos realizarte una cirugía para eliminar tu dolor, podrías estar libre de dolor el resto de tu vida.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) Eso suena grave. ¿No hay ningún efecto dañino en esa clase de operación?
CIENTÍFICO. Bueno, por supuesto, antes que nada, ¿no tendrás ninguna sensación en el área afectada? Algunas personas que se han hecho esta cirugía se han quemado o cortado accidentalmente, sin siquiera notarlo. Y, desde luego, siempre hay una ligera posibilidad de que la operación te mate.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) Eso sí es grave. No estoy seguro de que esa operación me vaya a servir.
CIENTÍFICO. Bueno, si quitarte la sensibilidad no te sirve, podrías optar por una lobotomía o tratamiento por medio de choques eléctricos para quitar la tensión causada por el dolor.
HOMBRE. (Agarra la pastilla.) ¿Choques eléctricos? ¿Eso no es más doloroso que sentarme en una tachuela?
CIENTÍFICO. ¿Y qué te parece una bio-regeneración o implantes de electrodos?
HOMBRE. (Agarra la píldora.) ¿Implantes? ¿Eso no es cirugía?
CIENTÍFICO. (Saliendo.) Bueno, claro, sin dolor no se gana.
HOMBRE. (Se lleva la pastilla a la boca, luego la regresa a la funda.) ¡Oh, no! Creo que me estoy volviendo adicto a estas píldoras (llora de dolor) ¡Ayúdeme, alguien!
PSICÓLOGO 1. (Entra usando un mandil de doctor.) Entiendo lo que sufres.
HOMBRE. ¡Así es!
PSICÓLOGO 2. (Entra usando un mandil de doctor.) ¿Dónde te duele?
HOMBRE. Me senté sobre una tachuela
PSICÓLOGO 1. Sospecho que tiene tendencias masoquistas.
HOMBRE. ¿Qué están balbuceando?
PSICÓLOGO 2. ¿No se le ha ocurrido a usted que tal vez se sentó sobre la tachuela deliberadamente?
HOMBRE. ¡Está loco!
PSICÓLOGO 1. Observe la negación. Obviamente está reprimiendo algo…
PSICÓLOGO 2. Obviamente es un dolor auto-infligido.
PSICÓLOGO 1. Obviamente asociada con cierta culpabilidad de algún tipo.
PSICÓLOGO 2. Obviamente de alguna índole sexual.
PSICÓLOGO 1. Obviamente para compensar alguna culpabilidad.
HOMBRE. ¿Culpabilidad? ¿Qué culpabilidad? Me senté en una tachuela…
PSICÓLOGO 2. Definitivamente sufre de cierto grado de culpabilidad.
PSICÓLOGO 1. Díganos quién lo lastimó.
HOMBRE. ¿Quién me lastimó? ¡Nadie me ha hecho ningún daño!
PSICÓLOGO 1. ¿Qué le dije sobre la negación?
HOMBRE. ¡No estoy negando nada! Bueno, lo estoy, pero no estoy negando nada que sea verdad…
PSICÓLOGO 2. Muy bien, es negación. ¿Cómo era su relación con su madre?
HOMBRE. ¿Qué tiene mi madre que ver con el hecho de que me haya sentado en una tachuela?
PSICÓLOGO 2. Esta patología esta profundamente arraigada.
PSICÓLOGO 1. Muy profundamente. Creo que deberíamos prescribirle años de psicoanálisis.
PSICÓLOGO 2. ¡Años!
HOMBRE. ¡Oh, ustedes no me ayudan en nada!
PSICÓLOGO 1. (Saliendo.) ¿Qué te dije?
PSICÓLOGO 2. (Saliendo.) Tenías razón. Una negación profundamente arraigada.
JESÚS. (Entra.) Escuché que tenías dolor.
HOMBRE. Me senté sobre una tachuela. Pero no hay nada que pueda hacer. Nadie puede hacer nada.
JESÚS. ¿Has tratado de moverte a la silla que no tiene la tachuela?
HOMBRE. ¡No, no podría hacer eso!
JESÚS. ¿Por qué no?
HOMBRE. He estado sentado en esta silla por años. Es una vieja costumbre que tengo. Siempre estoy diciendo que algún día me sentaré en otra silla, pero siempre regreso aquí.
JESÚS. ¿Sabes que sí tienes una opción?
HOMBRE. ¿La tengo?
JESÚS. Claro que sí.
HOMBRE. No. No hay forma de que pueda cambiar ahora, no después de tantos años
JESÚS. Bueno, tú puedes hacerlo por ti mismo. Necesitas a alguien que te ayude a desarrollar nuevas costumbres.
HOMBRE. (Nervioso agarra la pastilla.) No. Nunca podría desarrollar nuevas costumbres. ¡Nunca! Lo he tratado, simplemente soy incapaz.
JESÚS. Eso es porque nunca te has apoyado en alguien que te ayude a desarrollar nuevos hábitos.
HOMBRE. No hay nadie que pueda hacer eso por mí, todos quieren darme consejos o venderme cosas, pero nadie quiere AYUDARME a cambiar.
JESÚS. Yo te ayudo.
HOMBRE. ¿Me ayudarías?
JESÚS. Por supuesto, vamos… (Extiende su mano.) Inténtalo, solo una vez.
HOMBRE. Bueno, está bien. (Toma su mano y se levanta.) Pero... ¡Oh…! ¡Oh!
JESÚS. ¿Qué pasa?
HOMBRE. ¡El dolor se fue!
JESÚS. Bien. (Lleva al hombre a otra silla.) Ven, probemos otra costumbre.
HOMBRE. Está bien, creo que vale la pena intentarlo. (Se sienta.)
JESÚS. ¿Cómo se siente?
HOMBRE. Algo raro.
JESÚS. ¿Qué quieres decir?
HOMBRE. ¡En realidad tengo una opción! ¡Aunque va a costarme el poder acostumbrarme! Estaba muy cómodo con mi desesperanza.
JESÚS. Hay todo un nuevo mundo que se te abre al descubrir que tienes una opción. (Le ofrece la mano.) ¿Quieres probar más posibilidades?
HOMBRE. (Toma su mano, saliendo.) Claro, en tanto estés allí para ayudarme. Yo no lo puedo lograr estando solo.
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