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2012 - España

Joven y amigo

6 Minutos y 4 Personajes. Este drama forma parte de un programa relativo a la amistad en el que se pretende enfatizar la necesidad de tener, como cristianos, relaciones significativas los unos con los otros. Trata de la amistad profunda entre Jonatán y David. Si desea el programa, nos lo solicite.

JOVEN Y AMIGO

PERSONAJES

NARRADOR
JONATÁN
DAVID
SAÚL


NARRADOR. Hay pocas cosas en la vida que amanecen más a algunos individuos que la pérdida del poder. Y eso era lo que el rey Saúl estaba enfrentando. En su esfuerzo por retener el trono de Israel, decidió acabar con la vida de David, el hijo de Isaí, que era su potencial sucesor. La Biblia relata un intento de Saúl para matarlo. Irónicamente, el mismo hijo de Saúl, Jonatán, es quien ayudó a David a evitar su muerte prematura. La historia de esa increíble amistad se encuentra en 1 Samuel 20, donde vemos a David buscando desesperadamente una respuesta de su amigo de confianza, Jonatán.

DAVID. (Implorando.) ¿Qué hice yo? ¿Cuál es mi ofensa? ¿Qué piensa tu padre que hice equivocadamente para tratar de matarme?

JONATÁN. ¡Por Dios! No hay la idea de matarte. Sé que mi padre no hará nada sin decírmelo. ¿Por qué escondería mi padre una cosa así de mí? ¡No puedo creerlo!

DAVID. Estoy pronto para jurarte que es así, tu padre dijo para sí mismo: "Jonatán no debe saberlo, porque si lo sabe quedará resentido", ya que él sabe que tú me tienes en gran consideración. Así como vive el Señor, y tú vives, hay apenas un paso entre mí y la muerte.

JONATÁN. ¿Qué deseas que haga?

DAVID. (Pensativo.) Mañana es luna nueva, y deberé cenar con el rey. Déjame ir y esconderme en el campo hasta la tercera noche. Si tu padre nota mi falta, entonces dile: "David me pidió que lo dejara ir a hacer una visita rápida a su hogar en Belén, pues es el sacrificio anual de toda su familia". Si el dice: "Está bien", será una buena señal para mí; pero si él se indigna, sabrás que decidió hacerme mal. (Serio.) Querido Jonatán, usa de misericordia conmigo; pues tú y yo hicimos una solemne alianza ante el Señor. Mátame si tengo culpa. ¿Por qué me dejarás caer en las manos de tu padre?

JONATÁN. (Atónito.) ¡Por Dios! Si descubro que mi padre planea tu mal, te avisaré.

DAVID. ¿Cómo me lo harás saber?

JONATÁN. (Pausa.) Ven conmigo al campo.

NARRADOR. De esa forma fueron juntos al campo y Jonatán le dijo a David…

JONATÁN. (Intensamente.) Te prometo a ti, David, delante del Señor Dios de Israel, que mañana a esta misma hora sondearé a mi padre por tercera vez y, si veo que él tiene buena disposición para contigo, haré que lo sepas. Si mi padre se vuelve desconfiado, que el Señor haga conmigo el mismo mal y más, si yo no te lo hiciera saber y no te pusiera a resguardo. ¡El Señor será contigo como ha sido con mi padre! Te prometo que mientras yo viva tendrás mi amistad fiel, como el Señor requiere; y si yo muero, tú continuarás siendo leal a mi familia para siempre. Cuando el Señor elimine de la tierra a todos los enemigos de David, que el Señor te llame a prestar cuentas si tú y tu casa dejaren de ser mis amigos.

NARRADOR. Jonatán renovó su promesa a David por causa de su amor por él, pues lo amaba como a sí mismo. Entonces le dijo…

JONATÁN. Mañana es luna nueva, y se darán cuenta de tu ausencia cuando vean tu lugar vacío. Por lo tanto, vete al caer la noche, por tercera vez, al mismo lugar donde te escondiste en la tarde de la fiesta, y queda allí escondido. Cuando yo vaya, lanzaré tres flechas en aquella dirección, como si estuviera intentando acertar un blanco. Mandaré a mi ayudante que vaya a buscar las flechas. Si yo le digo: "Mira, las flechas están de este lado, júntalas", entonces podrás salir del escondite. Estarás seguro, te lo prometo. Pero si yo le digo: "Mira, las flechas están del otro lado, más adelante", entonces el Señor te habrá dicho que debes partir. El Señor quede entre tú y yo para siempre.

NARRADOR. Así que David se escondió en los campos. Llegó la luna nueva, la cena estaba preparada, y el rey se sentó para cenar. Saúl se sentó en su lugar de costumbre junto a la pared. Y Abner se sentó a su lado; Jonatán también estaba presente, (hacer una pequeña pausa), pero el lugar de David estaba vacío. Aquel día Saúl no dijo nada, pues pensó que David estaba ausente por algún motivo, tal vez por estar ritualmente impuro. Pero al segundo día, el día siguiente a la luna nueva, el lugar de David todavía estaba vacío, y Saúl le dijo a su hijo Jonatán: "¿Por qué el hijo de Isaí no vino a la fiesta, ni ayer ni hoy?"

JONATÁN. David me pidió permiso para ir a Belén. Dijo: “Nuestra familia está sacrificando en la ciudad y mi hermano me pidió que estuviera allí. Ahora, si hallé gracia delante de ti, déjame ir a ver a mis hermanos". Por eso no vino a cenar con el rey.

SAÚL. (Airado.) ¡Hijo de madre perversa y rebelde! Te hiciste amigo del hijo de Isaí sólo para traer vergüenza a ti mismo y deshonra a tu madre, pero yo lo voy a arreglar. Mientras el hijo de Isaí viva, ni tú ni tu corona estarán seguras. Manda que lo busquen, merece morir.

JONATÁN. (Resentido.) ¡El merece morir! ¿Por qué? ¿Qué hizo?

NARRADOR. Entonces Saúl tomó su lanza e intentó matarlo; y él supo que su padre quería la muerte de David. Jonatán dejó la mesa violentamente y no comió nada ese segundo día de las fiestas; pues estaba indignado por causa de David, pues su padre lo había humillado. A la mañana siguiente, Jonatán salió al campo para encontrar a David en la hora combinada, llevando un ayudante con él. Le dijo al muchacho…

JONATÁN. Corre a buscar las flechas; voy a tirarlas.

NARRADOR. El muchachito corrió, y él tiró las flechas por sobre su cabeza. Cuando el muchacho llegó al lugar donde las flechas habían caído, Jonatán gritó…

JONATÁN. ¡Mira, las flechas están más allá, rápido! ¡No hay tiempo que perder! ¡Apresúrate!

NARRADOR. El muchachito juntó las flechas y se las llevó a su maestro; pero sólo Jonatán y David sabían lo que significaba; el muchacho no entendió nada. Jonatán entregó sus armas al ayudante y le mandó que las llevara de vuelta a la ciudad. Cuando el muchacho se fue, David salió de su escondite y se inclinó humildemente tres veces. Se besaron y lloraron juntos, y el dolor de David era todavía mayor que el de Jonatán. Jonatán le dijo a David…

JONATÁN. ¡Vete y ponte a salvo! Porque juramos ambos en el nombre del Señor, que es el testigo para siempre entre tú y yo y entre tus descendientes y mis descendientes.

NARRADOR. David se fue y Jonatán volvió a la ciudad. Sus caminos se separaron en ese momento, pero estaban unidos para siempre por la amistad.

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