6 Minutos y 4 Personajes. Tres amigos celebran el haber comprado la salvación a través de las indulgencias. Propósito: Drama que tiene como fin introducir lo que sucedió el 31 de Octubre de 1517 en Wittenberg Alemania que fue el comienzo de las iglesias protestantes y el redescubrimiento de la salvación por sola gracia.
YA SOY SALVO
YA SOY SALVO
Cedida por Antonio Nazario
PERSONAJES
LUTERO
ELGER
AMALIA
BRUNO
(La escena es frente a la puerta de la iglesia de Wittenberg. En la escena esta una mujer de nombre Amalia leyendo una indulgencia. Ella se ve bien feliz. A la escena entra un hombre de nombre Elger y la mira.)
ELGER. Srta. Amalia, usted se ve muy contenta en el día de hoy.
(La Srta. Amalia deja de leer y mira al hombre.)
ELGER. ¿No me digas que ya usted?
AMALIA. (Alegre.) ¡Sí, por fin ya voy al cielo! Compré una indulgencia para mi familia y para mí. Ya estoy tranquila porque sé que mi alma estará con Dios en la eternidad.
ELGER. ¡Felicidades!
(Ambos se abrazan.)
ELGER. Dios bendiga a ese hombre Juan Tetzel. Dios lo utiliza de una manera maravillosa. Gracias a que él me vendió una indulgencia ahora no voy al infierno. Ahora cuando muera y me presente delante de Dios voy a enseñarle a Él la indulgencia que tengo y por obligación me tiene que dejar entrar al cielo.
AMALIA. Pero una pregunta. ¿Le compraste una indulgencia a tu papá?
ELGER. Así, me alcanzó el dinero para comprarle a mi padre. Puedes creer que él murió hace seis años atrás y en todo este tiempo el estuvo en aquel lugar. ¿Cómo se llama?
AMALIA. ¡Purgatorio!
ELGER. Eso mismo. Te digo que cuando escuché decir a Juan Tetzel que inmediatamente la moneda cae en el cofre, el alma sale del purgatorio, no dudé ni un minuto y le compré una a mi padre. Lástima que no me alcanzó para comprarle una indulgencia a mi suegra, pero ella puede esperar un tiempo más en el purgatorio.
AMALIA. Yo también me quedé sin dinero. ¡Ahora no tengo para comprar comida hasta la próxima semana! Pero, qué importa ya, el alma de mi hija y la mía están aseguradas para ir al cielo.
ELGER. Y hablando de personas que no tienen dinero. Mira quién viene por ahí.
(A la escena entra un hombre de nombre Bruno. El esta borracho y no puede ver bien por dónde anda.)
BRUNO. (Bebe un poco de licor de su botella.) Srta. Amalia y Sr. Elger, ¿cómo están ustedes?
ELGER. Nosotros estamos sobrios a diferencia de usted. Pero también estamos contentos.
BRUNO. (Camina tambaleándose.) ¡Ah, qué casualidad! Yo también estoy contento y feliz. ¡Por eso estoy celebrando!
AMALIA. ¿Y qué está celebrando?
BRUNO. (Saca de su bolsillo un papel y lo muestra.) !Tan, tan, tan…..!!
(Elger y Amalia ven sorprendidos el papel.)
AMBOS. ¡Una indulgencia!
BRUNO. Así mismo.
(Los tres se abrazan.)
BRUNO. Mi mujer me dijo lo de otros días: Otra vez borracho. Y yo le contesté: “¿Y cuál es el problema?” ¡Si ya me voy al cielo! Y (enseña la indulgencia) y sólo me costó 8 ducados.
AMALIA. (Mirando hacia al frente.) Miren, por ahí viene el Frei Martín Lutero.
ELGER. (Mirando hacia afrente.) ¿Ya le contaste que compraste una indulgencia?
AMALIA. No, mejor voy a esperar al domingo a contarle.
ELGER. Se ve molesto.
(A escena entra Martín Lutero y se dirige a la puerta de Wittenberg. Al llegar a la puerta pone las 95 Tesis en la puerta y con un martillo comienza a clavarlas. Al terminar de clavarlas sale de escena.)
BRUNO. (Se da un trago.) ¿Y qué es eso?
AMALIA. No sé, vamos a ver.
(Los tres se acercan a la puerta de Wittenberg a leer las 95 Tesis.)
ELGER. (Leyendo.) Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a la luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia de Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagradas Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
AMALIA. Número uno...
PERSONAJES
LUTERO
ELGER
AMALIA
BRUNO
(La escena es frente a la puerta de la iglesia de Wittenberg. En la escena esta una mujer de nombre Amalia leyendo una indulgencia. Ella se ve bien feliz. A la escena entra un hombre de nombre Elger y la mira.)
ELGER. Srta. Amalia, usted se ve muy contenta en el día de hoy.
(La Srta. Amalia deja de leer y mira al hombre.)
ELGER. ¿No me digas que ya usted?
AMALIA. (Alegre.) ¡Sí, por fin ya voy al cielo! Compré una indulgencia para mi familia y para mí. Ya estoy tranquila porque sé que mi alma estará con Dios en la eternidad.
ELGER. ¡Felicidades!
(Ambos se abrazan.)
ELGER. Dios bendiga a ese hombre Juan Tetzel. Dios lo utiliza de una manera maravillosa. Gracias a que él me vendió una indulgencia ahora no voy al infierno. Ahora cuando muera y me presente delante de Dios voy a enseñarle a Él la indulgencia que tengo y por obligación me tiene que dejar entrar al cielo.
AMALIA. Pero una pregunta. ¿Le compraste una indulgencia a tu papá?
ELGER. Así, me alcanzó el dinero para comprarle a mi padre. Puedes creer que él murió hace seis años atrás y en todo este tiempo el estuvo en aquel lugar. ¿Cómo se llama?
AMALIA. ¡Purgatorio!
ELGER. Eso mismo. Te digo que cuando escuché decir a Juan Tetzel que inmediatamente la moneda cae en el cofre, el alma sale del purgatorio, no dudé ni un minuto y le compré una a mi padre. Lástima que no me alcanzó para comprarle una indulgencia a mi suegra, pero ella puede esperar un tiempo más en el purgatorio.
AMALIA. Yo también me quedé sin dinero. ¡Ahora no tengo para comprar comida hasta la próxima semana! Pero, qué importa ya, el alma de mi hija y la mía están aseguradas para ir al cielo.
ELGER. Y hablando de personas que no tienen dinero. Mira quién viene por ahí.
(A la escena entra un hombre de nombre Bruno. El esta borracho y no puede ver bien por dónde anda.)
BRUNO. (Bebe un poco de licor de su botella.) Srta. Amalia y Sr. Elger, ¿cómo están ustedes?
ELGER. Nosotros estamos sobrios a diferencia de usted. Pero también estamos contentos.
BRUNO. (Camina tambaleándose.) ¡Ah, qué casualidad! Yo también estoy contento y feliz. ¡Por eso estoy celebrando!
AMALIA. ¿Y qué está celebrando?
BRUNO. (Saca de su bolsillo un papel y lo muestra.) !Tan, tan, tan…..!!
(Elger y Amalia ven sorprendidos el papel.)
AMBOS. ¡Una indulgencia!
BRUNO. Así mismo.
(Los tres se abrazan.)
BRUNO. Mi mujer me dijo lo de otros días: Otra vez borracho. Y yo le contesté: “¿Y cuál es el problema?” ¡Si ya me voy al cielo! Y (enseña la indulgencia) y sólo me costó 8 ducados.
AMALIA. (Mirando hacia al frente.) Miren, por ahí viene el Frei Martín Lutero.
ELGER. (Mirando hacia afrente.) ¿Ya le contaste que compraste una indulgencia?
AMALIA. No, mejor voy a esperar al domingo a contarle.
ELGER. Se ve molesto.
(A escena entra Martín Lutero y se dirige a la puerta de Wittenberg. Al llegar a la puerta pone las 95 Tesis en la puerta y con un martillo comienza a clavarlas. Al terminar de clavarlas sale de escena.)
BRUNO. (Se da un trago.) ¿Y qué es eso?
AMALIA. No sé, vamos a ver.
(Los tres se acercan a la puerta de Wittenberg a leer las 95 Tesis.)
ELGER. (Leyendo.) Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a la luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia de Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagradas Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
AMALIA. Número uno...
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