30 Minutos y 14 Personajes. ¿A quién no le gustaría que la Navidad no se acabara o que por lo menos durara más días? Sin duda alguna es muy hermoso ver luces por todos lados y adornadas las calles como en ninguna otra época del año, y la cantidad de gente en las calles en las compras de la cena de Nochebuena y los regalos… Esto no es cuestión de edades: todos se alegran y es como si se fueran niños todavía, pero, ¿qué es lo que hace esta fecha tan especial realmente? ¿Qué se está festejando? Este guión se hablará acerca de una familia que como muchas otras se preocupa mucho por cuantos invitados tendrán en esta cena de Navidad, pero una persona les hará ver que les falta un invitado: el Principal.
UN INVITADO MUY ESPECIAL
Alma Ivonne Sánchez
PERSONAJES
NIÑA 1
NIÑA 2
TINA
PAPÁ
MAMÁ
OFELIA
NIÑO
NIÑA
PRIMO
ISRAEL
JENY
JEFE 1
JEFE 2
NARRADOR
Escena 1
(Están las dos niñas de la familia en la sala jugando y contemplando su árbol de Navidad con los regalos, la muchacha del aseo está acomodando la sala y escuchándolas.)
NIÑA 1. ¿Sabes? Me gusta mucho la Navidad, con arbolitos y lucecitas por todos lados…
NIÑA 2. Sí, a mí también, sobre todo por los regalos, me gustaría que no se acabara.
NIÑA 1. Sí o que por lo menos fuera dos veces al año.
NIÑA 2. No, mejor tres.
NIÑA 1. Oye, Tina, ¿a ti te gusta la Navidad?
TINA. Claro que sí, niña, tanto que la festejo todos los días.
NIÑA 1. Eso no se puede…
NIÑA 2. ¿Por qué? (Decepcionada.)
NIÑA 1. Porque no, es como los cumpleaños: sólo una vez al año, eso me dijo mi papá (lo dice con el clásico aire de hermana mayor.)
TINA. A que sí se puede.
NIÑA 2. (Muy ilusionada) ¿Cómo?
TINA. Mira, ¿sabes lo que se celebra en la Navidad?
NIÑA 1. Yo sí sé: nació el Niño Jesús en un pesebre, muy pobre y con frío, entre animalitos.
NIÑA 2. Es cierto, a mí me tocó llevar el pesebre a la escuela.
TINA. Muy bien. Bueno, aunque sucedió hace muchos años yo lo celebro todos los días porque si él no hubiera nacido, ni hubiera dado su vida por mí, yo no sería tan feliz como lo soy, ni tendría la esperanza de estar con Él un día por toda la eternidad porque…
(Sale el papá con un periódico en mano. Ha escuchado la plática de Tina con las niñas a lo cual él se muestra molesto y la interrumpe.)
PAPÁ. Tina, otra vez con tus cosas, ya te dije que a las niñas ni les digas nada de tus ideas.
TINA. Ay señor, lo único que les decía era lo que significaba la Navidad; además el Señor Jesucristo dice: “Dejad que los niños vengan a mi porque de ellos es el reino de los cielos”.
NIÑA 2. ¿Es cierto eso, papá? ¿Así dice Dios?
PAPÁ. Ay, mira, no sé, pero…
NIÑA 1. Papá, deja que Tina siga diciéndonos cosas bonitas, ¿sí?
(Las dos niñas insisten.)
PAPÁ. A ver, Tina, ¿qué tienes que decirnos de la Navidad?
TINA. Bueno, pues verán, empezaremos por el principio… Sí saben que Dios creó el mundo y al hombre, ¿verdad?
NIÑA 2. Sí, y lo puso en un jardín muy bonito a Adán y a Eva.
TINA. Sí, y Dios platicaba con ellos todos los días. El propósito era de que llenara la tierra y fuera señor de todo, pero un día el hombre desobedeció a Dios y provocó que el hombre muriera pero no solamente físicamente, sino también espiritualmente, o sea que su relación con Dios se había acabado, el pecado los separaba.
NIÑA 1. ¿Qué es pecado papá?
PAPÁ. Pues, es algo así como cuando haces algo malo, como mentir, o robar, unos son más pequeños que otros… pero, a ver tú, Tina, que lo sabes todo, diles qué es pecado.
TINA. Pues en algo tiene razón: es malo, es desobediencia a lo que Dios nos manda, y todos son del mismo tamaño y color delante de Dios. Igual es mentir o robar, el pecado es algo que Dios odia y que nos trae muerte, sin embargo, Dios nos ama por eso no quería que el hombre se muriera y mandó a su Hijo Jesucristo a nacer de una virgen y más tarde morir por nuestros pecados de manera que él pagase por nosotros…
NIÑA 2. (Con tristeza.) Ah, ¿pero entonces se murió?
TINA. Sí, pero resucitó y está en el cielo con Dios Padre.
NIÑA 1. (Mirando hacia arriba.) ¿Y qué hace allá?
TINA. Pues está esperando y deseando que tú y todos crean en Él, se arrepientan de sus pecados y le inviten a vivir en sus corazones, y sobre todo que le entreguen su vida a su servicio confiando en Él en todo momento reconciéndolo como su Señor y Salvador. Y a los que creen en Él les espera una mansión celestial en su reino.
NIÑA 2. ¡Ay, papá, yo quiero ir ahí!
NIÑA 1. ¡Yo también!
PAPÁ. Ya ves, Tina, lo que provocas.
TINA. Bueno, usted también puede ir ahí si quiere.
(Interrumpe la mamá que lleva en las manos una libreta de apuntes y un lápiz.)
MAMÁ. ¿De qué platican? Dejen de perder el tiempo y ayúdenme con la lista de compras que ya no sé ni qué hacer.
PAPÁ. Bueno, niñas, vayan a jugar por ahí y no molesten a Tina que tiene mucho que hacer, voy a ayudar a mamá.
(Las niñas salen jugando, Tina sigue limpiando y los papás se sientan a ver la lista.)
MAMÁ. Mira, ya tengo anotados los ingredientes del pavo, falta crema para la sopa, y fruta para el ponche. Quiero hacer ese postre de manzana que tanto te gusta, así que también compraré nueces (mientras dice esto el papá se imagina toda la comida y se la saborea)… Tina, te vas a quedar hasta tarde porque tienes que ayudarme.
TINA. Sí, señora, pero ya le había pedido permiso de salir a las 7 porque en el templo habrá programa especial de Navidad y yo estoy en el coro.
MAMÁ. Ah sí, es cierto, bueno entonces nos apuramos para que yo también me arregle.
PAPÁ. Ya sabes que todo tiene que salir muy bien porque vendrá gente muy importante y tengo que quedar muy bien con ellos… Tal vez hasta me den un mejor puesto en la empresa y eso significa más ganancias (ríe maliciosamente).
MAMÁ. Yo invité a mi cuñada y también vendrá tu hermano y tu primo. Creo que por esta ocasión serán todos los invitados que tengamos.
TINA. ¿No se le olvida uno?
PAPÁ. Ay vas otra vez.
MAMÁ. ¿De qué hablas, Tina?
TINA. Yo ya le había comentado de que el Señor Jesucristo le está haciendo una invitación muy importante y que usted tiene que invitarlo a morar en su corazón y…
PAPÁ. (Molesto.) Ah, sí, pero, ¿qué tiene que ver eso ahora?
TINA. Pues mire, ¿cómo explicarle? ¿Usted celebraría el nacimiento de mi primo Ignacio?
PAPÁ. ¿Queeeé? Claro que no, bueno, ni siquiera lo conozco. Digo, me alegra que esté vivo y que esté bien pero no sé ni quién es, ni mucho menos tengo alguna relación con él.
MAMÁ. ¿A qué se debe tu pregunta?
TINA. Bueno, es muy parecido. Hace algunos momentos le comentaba al señor que en Navidad lo que se recuerda o conmemora es el nacimiento del Señor Jesucristo. Y, ¿cómo es que lo celebran ustedes si no quieren saber de Él? Hoy cenarán y sin duda se divertirán pero, ¿qué pasará después? ¿Qué les queda?
PAPÁ. Bueno, pues los recuerdos, las fotos, y mucho quehacer para ti, ¡ja, ja, ja! (Ríe maliciosamente.)
MAMÁ. Mira, Tina, estamos muy apurados como para que empieces otra vez con tus cosas. (Se dirige a su esposo.) ¡Ay, no sé por qué pero tuve tanto tiempo para tener todo listo y me alcanzó el día!
PAPÁ. ¡Como siempre!
(Todos salen de escena. Sólo Tina se queda limpiando y se cierra en telón.)
Escena II
(En casa de Ofelia, la cuñada de Carolina, también se preparan para la cena, aunque con un poco de tristeza porque ésta, como otras tantas celebraciones, su papá y esposo no está. Él es un hombre muy ocupado, siempre afanado en los negocios y que rara vez disfruta con su familia fechas importantes, por lo cual Ofelia está un poco triste, se siente sola.)
(Suena el teléfono.)
OFELIA. ¿Sí? ¿Bueno? ¡Ah! Hola Carolina… Sí, ya voy para allá… No, definitivamente me dijo que no iba a venir… Ya sabes, él es alguien tan ocupado… Sí, los niños van conmigo, ya sabes que no tengo más familia que ustedes… Bueno yo llevo un pastel, nos vemos.
(Salen los niños a escena muy arreglados pero muy poco ilusionados.)
NIÑO. Ya estamos, mamá.
OFELIA. ¡Qué bueno! Porque ya nos están llamando.
NIÑA. ¿Y mi papá no va a venir otra vez?
OFELIA. No, ya sabes que está muy ocupado y en esta época es muy difícil viajar porque hay mucha gente y se acaban los boletos.
NIÑO. ¿Y crees que venga para año nuevo?
OFELIA. ¡Seguro que sí!
NIÑA. Ojalá, porque ya quiero verlo, pensé que lo vería en tu cumpleaños y ya ves que no vino.
OFELIA. Ya, hija, sí vendrá.
NIÑO. ¿Y vamos a cenar con mis tíos?
OFELIA. Sí, ya saben, se portan bien y no se peleen con sus primas, son muy buenos al habernos invitado. Si no lo hubieran hecho estaríamos solos esta noche y sería más triste.
NIÑO. ¿Triste? ¿Sabes? Yo me siento triste y cuando salgo a la calle o veo a mis amigos todos están felices porque ya es Navidad, pero yo no…
NIÑA. Yo tampoco…
OFELIA. Ay, ya, niños, no se pongan tristes, esta noche es para celebrar, no para llorar (los consuela) así que, vámonos. (Toma el pastel de la mesa, y salen.)
Escena III
(La cena está lista y los invitados están a punto de llegar, la familia anfitriona está muy preocupada por quedar bien con ellos, sobre todo con los compañeros de trabajo, ya que pueden darle un puesto mejor en la empresa al jefe de familia.)
(La casa está adornada y la mesa puesta, las niñas juegan con sus muñecas en la sala, y los papás pasean por la casa apurados y ultimando detalles.)
MAMÁ. ¡Ay! ¡Ya casi es la hora, niñas, ya, dejen de jugar, se pueden ensuciar!
NIÑAS. ¡Estamos jugando, mamá!
MAMÁ. Pues no, mido, guarden esas muñecas y todos sus juguetes, todo debe lucir impecable.
(Las niñas se retiran con los juguetes en las manos disgustadas. Suena el timbre.)
PAPÁ. Ya llegaron. ¡A ver, todo listo! Yo abro. (Abre.) ¡Ah! ¡Son ustedes!
(Son la cuñada sus dos hijos.)
MAMÁ. ¡Ah! Buenas noches, cuñada, ¿cómo estás? (Saludan de beso.) ¡Hola niños!
NIÑOS. ¡Hola tía!
OFELIA. Pues yo bien, pero creo que a tu esposo no le gustó la idea de que viniera.
MAMÁ. No es eso, lo que pasa es que está nervioso porque vendrán unos jefes de su trabajo.
(Se sientan en la sala, los 4 niños se van a jugar.)
PAPÁ. ¿Y tu esposo?
OFELIA. Está fuera de la ciudad y no pudo venir; en ésta época escasean los boletos y no los apartó con anticipación.
PAPÁ. Oye pero, ¿en tu cumpleaños le pasó lo mismo, no? Esperemos que para el año nuevo esté aquí.
OFELIA. Sí, eso espero, la verdad me siento muy sola y los niños lo extrañan mucho. Hace rato me decían que estaban muy tristes aunque fuera Navidad, y la verdad, yo también, aunque les dije que Navidad es para celebrar, no para estar tristes, pero no tengo mucho que celebrar.
(Suena el timbre y la plática se interrumpe. El esposo sale a abrir muy nervioso.)
PAPÁ. ¡Ah! ¡Holaa! ¡Eres tú, pásale!
PRIMO. Perdón, pensé que me habían invitado a una cena de Navidad.
(Saluda a las dos mujeres.)
PAPÁ. Sí, lo que pasa es que espero a alguien importante.
PRIMO. ¿Y se puede saber quién es?
PAPÁ. Uno de mis jefes, lo que pasa es que como había auditoría tenían que trabajar mucho y ya no alcanzaron boleto para regresar a sus casas y entonces como soy muy bueno los invité a pasar la cena de Navidad aquí y bueno, así les caigo mejor, así que tú apóyame y sé cortés con ellos, quiero que vean lo unida que es nuestra familia.
PRIMO. Ay, primito, tú siempre tan interesado… Ya me extrañaba que estuvieras tan elegante. ¡Ja, ja, ja!
(Todos ríen.)
OFELIA. Por cierto, ¿tu hermano Israel no va a venir? Porque creo que ellos no festejan la Navidad.
PAPÁ. Bueno ellos tienen sus ideas pero si se trata de fiesta sí vienen. (Tocan el timbre.) ¡Ahí están!
MAMÁ. Yo abro. (Entran y todos se saludan.)
ISRAEL. Bueno, ya llegué. ¿Qué preparaste, cuñadita? (Va a la mesa a ver la comida.)
MAMÁ. Pavo, ensalada y…
PAPÁ. Sí, pero es para cuando lleguen mis jefes, no podemos empezar antes.
ISRAEL. ¿Y a qué hora llegarán?
PAPÁ. Pues no deben de tardar.
PRIMO. Pues yo creo que los citaste una hora después que a todos porque ya pasó una hora desde que llegué y nada que vienen.
NIÑA 1. Oye, mamá, ya vamos a cenar tengo hambre.
NIÑOS. Sí, sí, ya cenamos.
MAMÁ. Tal vez esos señores sí pudieron regresar y ya no te dijeron, mejor cenamos.
ISRAEL. Sí, oye, me invitaste a cenar y a este paso vamos a desayunar.
JENY. Sinceramente, yo ya tengo hambre, y el pavo debe estar frío.
PAPÁ. Está bien, pasemos a la mesa.
NIÑOS. ¡Sííííí!
(Todos se dirigen al comedor y en eso suena el timbre.)
PAPÁ. ¡Alto! ¡Son ellos! ¡Nadie toque nada! Voy a abrir. (Se dirige a la puerta y abre) Buenas noches, arquitectos. Pasen, pasen. Miren, les presento a mi familia: mi esposa, mis hijas, mi hermano, su esposa, mi primo, la cuñada de mi esposa y sus hijos.
MAMÁ. Nos da mucho gusto que nos estén acompañando, pasemos a la mesa.
(Todos se sientan.)
JEFE 1. Quisiéramos disculparnos; lo que pasó es que el carro se descompuso y ya ve, a esta hora no hay un solo mecánico y tuvimos que arreglarlo solos.
PAPÁ. No se preocupen, no es necesario que se disculpen.
MAMÁ. Espero les guste la cena que preparé.
(Se sirve la cena y comienzan a comer.)
JENY. ¿Y tu esposo, Ofelia? ¿Otra vez de negocios?
OFELIA. Sí, ya sabes que es alguien muy ocupado.
JEFE 2. Eso han de decir nuestras familias, la verdad es muy raro pasar la Navidad sin la familia, para mí siempre ha sido una noche muy especial para convivir, ¿ustedes qué opinan?
PAPÁ. Sí, claro, yo siempre he opinado lo mismo, ¿verdad? (Dirigiéndose a su esposa.)
MAMÁ. Sí, por supuesto, por eso siempre nos reunimos con la familia, es tan confortante.
ISRAEL. Para mí siempre ha sido una buena oportunidad para tener una buena cena y divertirnos un rato aunque después nos volvamos a acordar de los problemas.
JENY. Sí, es cierto, un momento de relax siempre hace falta.
OFELIA. Pues a mí me parece triste, no tengo mucho que festejar.
NIÑA 2. Tina dice que festejamos el nacimiento del Señor Jesús, hace casi dos mil años y…
NIÑA 1. Sí, y que ella lo festeja todos los días porque la salvó de sus... ¿Qué, qué dijo Tina?
NIÑA 2. De sus pecados.
JENY. ¿Tina? ¡Tu sirvienta!
PAPÁ. Sí, ya ves, ella tiene cada idea…
PRIMO. ¿Y desde cuando la sirvienta enseña en la casa de sus patrones? Debe ser una igualada.
PAPÁ. No, es muy buena persona en verdad.
JEFE 1. A ver, de seguro su sirvienta es cristiana.
MAMÁ. Sí, exactamente, y a veces platica con las niñas, como la quieren mucho…
JENY. No deberías permitir eso, yo no sé cómo la tienes trabajando contigo, de seguro todos los días te está hablando de su religión.
MAMÁ. Es muy buena persona y, no, no todos los días nos habla de eso.
PAPÁ. Además es muy honrada y nos conviene porque dice algo así como que el trabajo lo hace como para su Señor o algo así, la cosa es que trabaja muy bien.
MAMÁ. Sí, es muy eficiente.
OFELIA. Pues ya es difícil encontrar personas así en estos tiempos.
JEFE 1. Sí, mi esposa siempre se queja de eso, que ya nadie es honrado, pero siempre es bueno encontrar gente honrada y eficiente.
JEFE 2. Para el nuevo proyecto que vamos a comenzar, necesitamos personas así, con convicciones y principios.
JEFE 1. Ahora que me acuerdo… Una vez tuvimos un compañero en la universidad así, y también me habló algo de la Navidad y pecados, me dijo algo de que el hombre no podía salvarse por sí mismo, por eso Dios mandó a su Hijo. La verdad, es un recuerdo muy vago, hace mucho tiempo que pasó y yo no me interesaba mucho en esas cosas.
JEFE 2. ¡Ah, sí, un tal Uziel! Sí, ya me acuerdo, casi no me llevé con él, no íbamos en el mismo grupo.
NIÑA 1. Tina dice que Dios nos ama y tiene una casa en el cielo para los que creen en él.
PAPÁ. Ya, niña, deja de molestar a las personas con lo mismo.
OFELIA. Pues a mí me parece bien que esa muchacha les hable de Dios, no les hace ningún daño, al contrario, creo que el problema principal es que en general el hombre se ha olvidado demasiado de su existencia y por eso hay tantas cosas tan malas.
ISRAEL. Ay, ya, Ofelia, no te pongas sentimental.
JEFE 1. Yo estoy de acuerdo con la señora, tenemos que reconocer lo que realmente somos, no me considero muy devoto pero bueno, hay veces que nos damos cuenta que no podemos solos.
PAPÁ. Yo iba a decir exactamente lo mismo, y a propósito, acerca de la nueva sucursal, ¿ya han decidido acerca del personal?
JEFE 2. Estimado amigo, yo aprecio mucho su preocupación pero me gustaría olvidarme del trabajo por esta noche, si no le molesta.
PAPÁ. No, está muy bien.
PRIMO. A ver todos sonrían, va la foto del recuerdo.
NARRADOR. Y así transcurrió la cena, divirtiéndose y hablando de todo un poco, disfrutando la cena y el momento, olvidando por un instante los problemas que a cada uno aquejan.
JEFE 1. Bueno, les agradezco mucho que nos hayan invitado, estuvo muy bueno todo y muy divertido.
JEFE 2. Sí, pero tenemos que retirarnos, y píenselo amigo, tenemos que acordarnos de Dios.
PAPÁ. Sí, claro, que la pasen bien y buen viaje.
(Salen los jefes.)
JENY. Bueno, nos retiramos, muy buena tu comida, pero no debes de dejar que la sirvienta se ponga a dar ideas a tus hijas, déjalas crecer, y ya ellas que decidan.
ISRAEL. Hasta luego, hermano, nos vemos en la cena de Año Nuevo, ¿eh?
PAPÁ. Sí, pero ahora en tu casa.
OFELIA. Yo también me despido, mi esposo quedó de llamarme en la mañana a ver si puede venir en dos semanas, vámonos niños despídanse de sus tíos.
PRIMO. Bueno, estuvo muy divertido, grabé todo, luego te paso el vídeo ya bien terminado, para que te veas tratando de quedar bien con tus jefes. Me voy y gracias, estuvo rica la cena pero tengo que llegar con mis amigos, para seguir festejando.
PAPÁ. Ya, vete.
(Salen todos de escena y se cierra el telón.)
Escena IV
(Al otro día, nuestros protagonistas están muy cansados, pero hay alguien que está muy molesto y decepcionado, veremos qué pasa.)
(Entran a escena los papás con ropa de dormir.)
MAMÁ. Tina me dijo que hoy vendría, un poco tarde, y ojalá sea pronto porque mira qué desorden.
(En eso alguien entra por la puerta de atrás.)
TINA. Buenas tardes, ya llegué, ¡feliz Navidad, Señores!
PAPÁ. ¿Feliz? ¿Qué tiene de feliz? No lo puedo creer, los invité, me porté cordial, amable, la cena estuvo bien, ¿y para qué? Primero llegan tarde, después salen con su discurso de que debemos acordarnos de Dios y todo para que me salieran con que no querían hablar del trabajo.
MAMÁ. ¡Ay, ya, no te preocupes! Tal vez la cena te sea tomada en cuenta para cuando ellos piensen en quién dirigirá el nuevo proyecto.
TINA. O sea, ¿que no le fue tan bien señor?
PAPÁ. ¡Ay, Tina! Estoy tan decepcionado que hasta podría soportar hablar contigo.
TINA. Ya ve lo que le digo, señor, yo le dije, que usted celebraría la Navidad pero que después de la cena no quedaría nada.
PAPÁ. ¿A que sí? Tengo muchas fotos, y un vídeo, los recuerdos siempre te quedan porque a pesar de todo estuvo muy divertido.
TINA. Lo material que usted pueda tener es tan pasajero y frágil… Si usted quisiera tener algo eterno… Si su invitado principal fuera el Señor Jesucristo yo le aseguro que usted no estaría tan afligido porque tendría a alguien mucho más grande en quién apoyarse, alguien que no le fallará, si usted escuchara esa voz de mi Señor que le dice: “venid a mí todos los que estén trabajados y cargados y yo os haré descansar; y he aquí yo estoy a la puerta y llamo si alguno oye mi voz y abre, entraré y cenaré con él y él conmigo”. Porque me imagino la desesperación con la que estuvo esperando, y la esperanza que usted tenía en esos hombres de que lo favorecieran, sin embargo le fallaron. Dios nunca le falla, siempre está atento su odio a las peticiones de sus hijos, y lo que él nos da es eterno y más valioso de lo que puede imaginar.
MAMÁ. Tina, tú siempre me has hablado de Jesucristo pero es hasta ahora que en verdad esas palabras han llegado a mi corazón. Tienes razón, ayer cuando veía a mi cuñada tan sola y triste, me pregunte qué palabras tendría Tina para ella. De seguro le empezaría a hablar del amor de Dios, y mis cuñados, tan vacíos porque no creen en nada, ni en nadie, me preocuparon porque pensé en el día de su muerte… ¿Qué pasaría con ellos? Y no quiero importunarte querido, pero también vi a nuestra familia, y algo me dice que nos falta algo. Cuando vi tu cara desilusionada cuando tus jefes se fueron, me acordé que siempre cuando le cuento a Tina un problema, ella me dice: Voy a orar por usted, y no sabes qué ganas tuve de orar en ese momento si hubiera sabido hacerlo.
TINA. Señora, qué gran alegría me ha dado. Mi Señor me ha escuchado y por fin siento que su palabra ha caído en tierra fértil.
PAPÁ. Tienes razón, en verdad deseo abrir mi corazón a Jesucristo, creo que él puede salvarme, y le voy a dar todas mis cargas. Como dices, son muchas para mí, no puedo resolverlas solo. Pero… ¿y si fallo?
TINA. Si en verdad cree que por el sacrificio de Cristo sus pecados han sido perdonados, ¿de qué se preocupa? Pues tiene el perdón no sólo de sus pecados hasta ahora sino de los que pudiera cometer.
MAMÁ. Yo también quiero ser salva, quiero que el Señor Jesucristo viva en mí como sé que vive en ti, y quiero confiar en él. ¿Sabes? También pienso que todo esto que tú nos has dicho lo podemos transmitir a nuestra demás familia y así todos tengamos una esperanza, creo que a mi cuñada le haría muy bien saber que Dios la ama y que siempre está con ella, así no se sentirá sola, y ojalá que mi demás familia también comprenda que no todo es diversión y placer, hay que pensar en lo verdaderamente valioso como la Salvación que Dios nos ha provisto.
TINA. En verdad que hoy es Navidad. Sí, en verdad hoy ha nacido el Señor Jesús en sus corazones, no hay Navidad más bella y Feliz que ésta, porque no sólo durará todo su vida, sino que aún más allá de la misma muerte, porque Jesús dijo: “El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá” y esa es la esperanza más segura que un ser humano puede tener.
PAPÁ. Tina, ¿puedes ayudarnos a pedirle al Señor que entre en nuestras vidas?
TINA. ¡Claro que sí!
(Se sientas y empiezan a orar , se cierra el telón.)
NARRADOR. Hoy empieza una nueva vida para esta familia y su Navidad a partir de hoy durará todos los días, y cada año celebraran el nacimiento de quien en verdad conocen y aman. Amigo, te has preguntado por qué celebras tú la Navidad. ¿Cuál es su significado para ti? No esperes otro año para festejar, comienza a vivir desde hoy celebrando y agradeciendo que un día vino el mismo Dios hecho semejante a los hombres para salvarte de tu condenación, a pagar tus deudas y que te espera a que tú también lo invites hoy a cenar contigo, hoy y por el resto de tu vida, Solo porque te ama.
NIÑA 1
NIÑA 2
TINA
PAPÁ
MAMÁ
OFELIA
NIÑO
NIÑA
PRIMO
ISRAEL
JENY
JEFE 1
JEFE 2
NARRADOR
Escena 1
(Están las dos niñas de la familia en la sala jugando y contemplando su árbol de Navidad con los regalos, la muchacha del aseo está acomodando la sala y escuchándolas.)
NIÑA 1. ¿Sabes? Me gusta mucho la Navidad, con arbolitos y lucecitas por todos lados…
NIÑA 2. Sí, a mí también, sobre todo por los regalos, me gustaría que no se acabara.
NIÑA 1. Sí o que por lo menos fuera dos veces al año.
NIÑA 2. No, mejor tres.
NIÑA 1. Oye, Tina, ¿a ti te gusta la Navidad?
TINA. Claro que sí, niña, tanto que la festejo todos los días.
NIÑA 1. Eso no se puede…
NIÑA 2. ¿Por qué? (Decepcionada.)
NIÑA 1. Porque no, es como los cumpleaños: sólo una vez al año, eso me dijo mi papá (lo dice con el clásico aire de hermana mayor.)
TINA. A que sí se puede.
NIÑA 2. (Muy ilusionada) ¿Cómo?
TINA. Mira, ¿sabes lo que se celebra en la Navidad?
NIÑA 1. Yo sí sé: nació el Niño Jesús en un pesebre, muy pobre y con frío, entre animalitos.
NIÑA 2. Es cierto, a mí me tocó llevar el pesebre a la escuela.
TINA. Muy bien. Bueno, aunque sucedió hace muchos años yo lo celebro todos los días porque si él no hubiera nacido, ni hubiera dado su vida por mí, yo no sería tan feliz como lo soy, ni tendría la esperanza de estar con Él un día por toda la eternidad porque…
(Sale el papá con un periódico en mano. Ha escuchado la plática de Tina con las niñas a lo cual él se muestra molesto y la interrumpe.)
PAPÁ. Tina, otra vez con tus cosas, ya te dije que a las niñas ni les digas nada de tus ideas.
TINA. Ay señor, lo único que les decía era lo que significaba la Navidad; además el Señor Jesucristo dice: “Dejad que los niños vengan a mi porque de ellos es el reino de los cielos”.
NIÑA 2. ¿Es cierto eso, papá? ¿Así dice Dios?
PAPÁ. Ay, mira, no sé, pero…
NIÑA 1. Papá, deja que Tina siga diciéndonos cosas bonitas, ¿sí?
(Las dos niñas insisten.)
PAPÁ. A ver, Tina, ¿qué tienes que decirnos de la Navidad?
TINA. Bueno, pues verán, empezaremos por el principio… Sí saben que Dios creó el mundo y al hombre, ¿verdad?
NIÑA 2. Sí, y lo puso en un jardín muy bonito a Adán y a Eva.
TINA. Sí, y Dios platicaba con ellos todos los días. El propósito era de que llenara la tierra y fuera señor de todo, pero un día el hombre desobedeció a Dios y provocó que el hombre muriera pero no solamente físicamente, sino también espiritualmente, o sea que su relación con Dios se había acabado, el pecado los separaba.
NIÑA 1. ¿Qué es pecado papá?
PAPÁ. Pues, es algo así como cuando haces algo malo, como mentir, o robar, unos son más pequeños que otros… pero, a ver tú, Tina, que lo sabes todo, diles qué es pecado.
TINA. Pues en algo tiene razón: es malo, es desobediencia a lo que Dios nos manda, y todos son del mismo tamaño y color delante de Dios. Igual es mentir o robar, el pecado es algo que Dios odia y que nos trae muerte, sin embargo, Dios nos ama por eso no quería que el hombre se muriera y mandó a su Hijo Jesucristo a nacer de una virgen y más tarde morir por nuestros pecados de manera que él pagase por nosotros…
NIÑA 2. (Con tristeza.) Ah, ¿pero entonces se murió?
TINA. Sí, pero resucitó y está en el cielo con Dios Padre.
NIÑA 1. (Mirando hacia arriba.) ¿Y qué hace allá?
TINA. Pues está esperando y deseando que tú y todos crean en Él, se arrepientan de sus pecados y le inviten a vivir en sus corazones, y sobre todo que le entreguen su vida a su servicio confiando en Él en todo momento reconciéndolo como su Señor y Salvador. Y a los que creen en Él les espera una mansión celestial en su reino.
NIÑA 2. ¡Ay, papá, yo quiero ir ahí!
NIÑA 1. ¡Yo también!
PAPÁ. Ya ves, Tina, lo que provocas.
TINA. Bueno, usted también puede ir ahí si quiere.
(Interrumpe la mamá que lleva en las manos una libreta de apuntes y un lápiz.)
MAMÁ. ¿De qué platican? Dejen de perder el tiempo y ayúdenme con la lista de compras que ya no sé ni qué hacer.
PAPÁ. Bueno, niñas, vayan a jugar por ahí y no molesten a Tina que tiene mucho que hacer, voy a ayudar a mamá.
(Las niñas salen jugando, Tina sigue limpiando y los papás se sientan a ver la lista.)
MAMÁ. Mira, ya tengo anotados los ingredientes del pavo, falta crema para la sopa, y fruta para el ponche. Quiero hacer ese postre de manzana que tanto te gusta, así que también compraré nueces (mientras dice esto el papá se imagina toda la comida y se la saborea)… Tina, te vas a quedar hasta tarde porque tienes que ayudarme.
TINA. Sí, señora, pero ya le había pedido permiso de salir a las 7 porque en el templo habrá programa especial de Navidad y yo estoy en el coro.
MAMÁ. Ah sí, es cierto, bueno entonces nos apuramos para que yo también me arregle.
PAPÁ. Ya sabes que todo tiene que salir muy bien porque vendrá gente muy importante y tengo que quedar muy bien con ellos… Tal vez hasta me den un mejor puesto en la empresa y eso significa más ganancias (ríe maliciosamente).
MAMÁ. Yo invité a mi cuñada y también vendrá tu hermano y tu primo. Creo que por esta ocasión serán todos los invitados que tengamos.
TINA. ¿No se le olvida uno?
PAPÁ. Ay vas otra vez.
MAMÁ. ¿De qué hablas, Tina?
TINA. Yo ya le había comentado de que el Señor Jesucristo le está haciendo una invitación muy importante y que usted tiene que invitarlo a morar en su corazón y…
PAPÁ. (Molesto.) Ah, sí, pero, ¿qué tiene que ver eso ahora?
TINA. Pues mire, ¿cómo explicarle? ¿Usted celebraría el nacimiento de mi primo Ignacio?
PAPÁ. ¿Queeeé? Claro que no, bueno, ni siquiera lo conozco. Digo, me alegra que esté vivo y que esté bien pero no sé ni quién es, ni mucho menos tengo alguna relación con él.
MAMÁ. ¿A qué se debe tu pregunta?
TINA. Bueno, es muy parecido. Hace algunos momentos le comentaba al señor que en Navidad lo que se recuerda o conmemora es el nacimiento del Señor Jesucristo. Y, ¿cómo es que lo celebran ustedes si no quieren saber de Él? Hoy cenarán y sin duda se divertirán pero, ¿qué pasará después? ¿Qué les queda?
PAPÁ. Bueno, pues los recuerdos, las fotos, y mucho quehacer para ti, ¡ja, ja, ja! (Ríe maliciosamente.)
MAMÁ. Mira, Tina, estamos muy apurados como para que empieces otra vez con tus cosas. (Se dirige a su esposo.) ¡Ay, no sé por qué pero tuve tanto tiempo para tener todo listo y me alcanzó el día!
PAPÁ. ¡Como siempre!
(Todos salen de escena. Sólo Tina se queda limpiando y se cierra en telón.)
Escena II
(En casa de Ofelia, la cuñada de Carolina, también se preparan para la cena, aunque con un poco de tristeza porque ésta, como otras tantas celebraciones, su papá y esposo no está. Él es un hombre muy ocupado, siempre afanado en los negocios y que rara vez disfruta con su familia fechas importantes, por lo cual Ofelia está un poco triste, se siente sola.)
(Suena el teléfono.)
OFELIA. ¿Sí? ¿Bueno? ¡Ah! Hola Carolina… Sí, ya voy para allá… No, definitivamente me dijo que no iba a venir… Ya sabes, él es alguien tan ocupado… Sí, los niños van conmigo, ya sabes que no tengo más familia que ustedes… Bueno yo llevo un pastel, nos vemos.
(Salen los niños a escena muy arreglados pero muy poco ilusionados.)
NIÑO. Ya estamos, mamá.
OFELIA. ¡Qué bueno! Porque ya nos están llamando.
NIÑA. ¿Y mi papá no va a venir otra vez?
OFELIA. No, ya sabes que está muy ocupado y en esta época es muy difícil viajar porque hay mucha gente y se acaban los boletos.
NIÑO. ¿Y crees que venga para año nuevo?
OFELIA. ¡Seguro que sí!
NIÑA. Ojalá, porque ya quiero verlo, pensé que lo vería en tu cumpleaños y ya ves que no vino.
OFELIA. Ya, hija, sí vendrá.
NIÑO. ¿Y vamos a cenar con mis tíos?
OFELIA. Sí, ya saben, se portan bien y no se peleen con sus primas, son muy buenos al habernos invitado. Si no lo hubieran hecho estaríamos solos esta noche y sería más triste.
NIÑO. ¿Triste? ¿Sabes? Yo me siento triste y cuando salgo a la calle o veo a mis amigos todos están felices porque ya es Navidad, pero yo no…
NIÑA. Yo tampoco…
OFELIA. Ay, ya, niños, no se pongan tristes, esta noche es para celebrar, no para llorar (los consuela) así que, vámonos. (Toma el pastel de la mesa, y salen.)
Escena III
(La cena está lista y los invitados están a punto de llegar, la familia anfitriona está muy preocupada por quedar bien con ellos, sobre todo con los compañeros de trabajo, ya que pueden darle un puesto mejor en la empresa al jefe de familia.)
(La casa está adornada y la mesa puesta, las niñas juegan con sus muñecas en la sala, y los papás pasean por la casa apurados y ultimando detalles.)
MAMÁ. ¡Ay! ¡Ya casi es la hora, niñas, ya, dejen de jugar, se pueden ensuciar!
NIÑAS. ¡Estamos jugando, mamá!
MAMÁ. Pues no, mido, guarden esas muñecas y todos sus juguetes, todo debe lucir impecable.
(Las niñas se retiran con los juguetes en las manos disgustadas. Suena el timbre.)
PAPÁ. Ya llegaron. ¡A ver, todo listo! Yo abro. (Abre.) ¡Ah! ¡Son ustedes!
(Son la cuñada sus dos hijos.)
MAMÁ. ¡Ah! Buenas noches, cuñada, ¿cómo estás? (Saludan de beso.) ¡Hola niños!
NIÑOS. ¡Hola tía!
OFELIA. Pues yo bien, pero creo que a tu esposo no le gustó la idea de que viniera.
MAMÁ. No es eso, lo que pasa es que está nervioso porque vendrán unos jefes de su trabajo.
(Se sientan en la sala, los 4 niños se van a jugar.)
PAPÁ. ¿Y tu esposo?
OFELIA. Está fuera de la ciudad y no pudo venir; en ésta época escasean los boletos y no los apartó con anticipación.
PAPÁ. Oye pero, ¿en tu cumpleaños le pasó lo mismo, no? Esperemos que para el año nuevo esté aquí.
OFELIA. Sí, eso espero, la verdad me siento muy sola y los niños lo extrañan mucho. Hace rato me decían que estaban muy tristes aunque fuera Navidad, y la verdad, yo también, aunque les dije que Navidad es para celebrar, no para estar tristes, pero no tengo mucho que celebrar.
(Suena el timbre y la plática se interrumpe. El esposo sale a abrir muy nervioso.)
PAPÁ. ¡Ah! ¡Holaa! ¡Eres tú, pásale!
PRIMO. Perdón, pensé que me habían invitado a una cena de Navidad.
(Saluda a las dos mujeres.)
PAPÁ. Sí, lo que pasa es que espero a alguien importante.
PRIMO. ¿Y se puede saber quién es?
PAPÁ. Uno de mis jefes, lo que pasa es que como había auditoría tenían que trabajar mucho y ya no alcanzaron boleto para regresar a sus casas y entonces como soy muy bueno los invité a pasar la cena de Navidad aquí y bueno, así les caigo mejor, así que tú apóyame y sé cortés con ellos, quiero que vean lo unida que es nuestra familia.
PRIMO. Ay, primito, tú siempre tan interesado… Ya me extrañaba que estuvieras tan elegante. ¡Ja, ja, ja!
(Todos ríen.)
OFELIA. Por cierto, ¿tu hermano Israel no va a venir? Porque creo que ellos no festejan la Navidad.
PAPÁ. Bueno ellos tienen sus ideas pero si se trata de fiesta sí vienen. (Tocan el timbre.) ¡Ahí están!
MAMÁ. Yo abro. (Entran y todos se saludan.)
ISRAEL. Bueno, ya llegué. ¿Qué preparaste, cuñadita? (Va a la mesa a ver la comida.)
MAMÁ. Pavo, ensalada y…
PAPÁ. Sí, pero es para cuando lleguen mis jefes, no podemos empezar antes.
ISRAEL. ¿Y a qué hora llegarán?
PAPÁ. Pues no deben de tardar.
PRIMO. Pues yo creo que los citaste una hora después que a todos porque ya pasó una hora desde que llegué y nada que vienen.
NIÑA 1. Oye, mamá, ya vamos a cenar tengo hambre.
NIÑOS. Sí, sí, ya cenamos.
MAMÁ. Tal vez esos señores sí pudieron regresar y ya no te dijeron, mejor cenamos.
ISRAEL. Sí, oye, me invitaste a cenar y a este paso vamos a desayunar.
JENY. Sinceramente, yo ya tengo hambre, y el pavo debe estar frío.
PAPÁ. Está bien, pasemos a la mesa.
NIÑOS. ¡Sííííí!
(Todos se dirigen al comedor y en eso suena el timbre.)
PAPÁ. ¡Alto! ¡Son ellos! ¡Nadie toque nada! Voy a abrir. (Se dirige a la puerta y abre) Buenas noches, arquitectos. Pasen, pasen. Miren, les presento a mi familia: mi esposa, mis hijas, mi hermano, su esposa, mi primo, la cuñada de mi esposa y sus hijos.
MAMÁ. Nos da mucho gusto que nos estén acompañando, pasemos a la mesa.
(Todos se sientan.)
JEFE 1. Quisiéramos disculparnos; lo que pasó es que el carro se descompuso y ya ve, a esta hora no hay un solo mecánico y tuvimos que arreglarlo solos.
PAPÁ. No se preocupen, no es necesario que se disculpen.
MAMÁ. Espero les guste la cena que preparé.
(Se sirve la cena y comienzan a comer.)
JENY. ¿Y tu esposo, Ofelia? ¿Otra vez de negocios?
OFELIA. Sí, ya sabes que es alguien muy ocupado.
JEFE 2. Eso han de decir nuestras familias, la verdad es muy raro pasar la Navidad sin la familia, para mí siempre ha sido una noche muy especial para convivir, ¿ustedes qué opinan?
PAPÁ. Sí, claro, yo siempre he opinado lo mismo, ¿verdad? (Dirigiéndose a su esposa.)
MAMÁ. Sí, por supuesto, por eso siempre nos reunimos con la familia, es tan confortante.
ISRAEL. Para mí siempre ha sido una buena oportunidad para tener una buena cena y divertirnos un rato aunque después nos volvamos a acordar de los problemas.
JENY. Sí, es cierto, un momento de relax siempre hace falta.
OFELIA. Pues a mí me parece triste, no tengo mucho que festejar.
NIÑA 2. Tina dice que festejamos el nacimiento del Señor Jesús, hace casi dos mil años y…
NIÑA 1. Sí, y que ella lo festeja todos los días porque la salvó de sus... ¿Qué, qué dijo Tina?
NIÑA 2. De sus pecados.
JENY. ¿Tina? ¡Tu sirvienta!
PAPÁ. Sí, ya ves, ella tiene cada idea…
PRIMO. ¿Y desde cuando la sirvienta enseña en la casa de sus patrones? Debe ser una igualada.
PAPÁ. No, es muy buena persona en verdad.
JEFE 1. A ver, de seguro su sirvienta es cristiana.
MAMÁ. Sí, exactamente, y a veces platica con las niñas, como la quieren mucho…
JENY. No deberías permitir eso, yo no sé cómo la tienes trabajando contigo, de seguro todos los días te está hablando de su religión.
MAMÁ. Es muy buena persona y, no, no todos los días nos habla de eso.
PAPÁ. Además es muy honrada y nos conviene porque dice algo así como que el trabajo lo hace como para su Señor o algo así, la cosa es que trabaja muy bien.
MAMÁ. Sí, es muy eficiente.
OFELIA. Pues ya es difícil encontrar personas así en estos tiempos.
JEFE 1. Sí, mi esposa siempre se queja de eso, que ya nadie es honrado, pero siempre es bueno encontrar gente honrada y eficiente.
JEFE 2. Para el nuevo proyecto que vamos a comenzar, necesitamos personas así, con convicciones y principios.
JEFE 1. Ahora que me acuerdo… Una vez tuvimos un compañero en la universidad así, y también me habló algo de la Navidad y pecados, me dijo algo de que el hombre no podía salvarse por sí mismo, por eso Dios mandó a su Hijo. La verdad, es un recuerdo muy vago, hace mucho tiempo que pasó y yo no me interesaba mucho en esas cosas.
JEFE 2. ¡Ah, sí, un tal Uziel! Sí, ya me acuerdo, casi no me llevé con él, no íbamos en el mismo grupo.
NIÑA 1. Tina dice que Dios nos ama y tiene una casa en el cielo para los que creen en él.
PAPÁ. Ya, niña, deja de molestar a las personas con lo mismo.
OFELIA. Pues a mí me parece bien que esa muchacha les hable de Dios, no les hace ningún daño, al contrario, creo que el problema principal es que en general el hombre se ha olvidado demasiado de su existencia y por eso hay tantas cosas tan malas.
ISRAEL. Ay, ya, Ofelia, no te pongas sentimental.
JEFE 1. Yo estoy de acuerdo con la señora, tenemos que reconocer lo que realmente somos, no me considero muy devoto pero bueno, hay veces que nos damos cuenta que no podemos solos.
PAPÁ. Yo iba a decir exactamente lo mismo, y a propósito, acerca de la nueva sucursal, ¿ya han decidido acerca del personal?
JEFE 2. Estimado amigo, yo aprecio mucho su preocupación pero me gustaría olvidarme del trabajo por esta noche, si no le molesta.
PAPÁ. No, está muy bien.
PRIMO. A ver todos sonrían, va la foto del recuerdo.
NARRADOR. Y así transcurrió la cena, divirtiéndose y hablando de todo un poco, disfrutando la cena y el momento, olvidando por un instante los problemas que a cada uno aquejan.
JEFE 1. Bueno, les agradezco mucho que nos hayan invitado, estuvo muy bueno todo y muy divertido.
JEFE 2. Sí, pero tenemos que retirarnos, y píenselo amigo, tenemos que acordarnos de Dios.
PAPÁ. Sí, claro, que la pasen bien y buen viaje.
(Salen los jefes.)
JENY. Bueno, nos retiramos, muy buena tu comida, pero no debes de dejar que la sirvienta se ponga a dar ideas a tus hijas, déjalas crecer, y ya ellas que decidan.
ISRAEL. Hasta luego, hermano, nos vemos en la cena de Año Nuevo, ¿eh?
PAPÁ. Sí, pero ahora en tu casa.
OFELIA. Yo también me despido, mi esposo quedó de llamarme en la mañana a ver si puede venir en dos semanas, vámonos niños despídanse de sus tíos.
PRIMO. Bueno, estuvo muy divertido, grabé todo, luego te paso el vídeo ya bien terminado, para que te veas tratando de quedar bien con tus jefes. Me voy y gracias, estuvo rica la cena pero tengo que llegar con mis amigos, para seguir festejando.
PAPÁ. Ya, vete.
(Salen todos de escena y se cierra el telón.)
Escena IV
(Al otro día, nuestros protagonistas están muy cansados, pero hay alguien que está muy molesto y decepcionado, veremos qué pasa.)
(Entran a escena los papás con ropa de dormir.)
MAMÁ. Tina me dijo que hoy vendría, un poco tarde, y ojalá sea pronto porque mira qué desorden.
(En eso alguien entra por la puerta de atrás.)
TINA. Buenas tardes, ya llegué, ¡feliz Navidad, Señores!
PAPÁ. ¿Feliz? ¿Qué tiene de feliz? No lo puedo creer, los invité, me porté cordial, amable, la cena estuvo bien, ¿y para qué? Primero llegan tarde, después salen con su discurso de que debemos acordarnos de Dios y todo para que me salieran con que no querían hablar del trabajo.
MAMÁ. ¡Ay, ya, no te preocupes! Tal vez la cena te sea tomada en cuenta para cuando ellos piensen en quién dirigirá el nuevo proyecto.
TINA. O sea, ¿que no le fue tan bien señor?
PAPÁ. ¡Ay, Tina! Estoy tan decepcionado que hasta podría soportar hablar contigo.
TINA. Ya ve lo que le digo, señor, yo le dije, que usted celebraría la Navidad pero que después de la cena no quedaría nada.
PAPÁ. ¿A que sí? Tengo muchas fotos, y un vídeo, los recuerdos siempre te quedan porque a pesar de todo estuvo muy divertido.
TINA. Lo material que usted pueda tener es tan pasajero y frágil… Si usted quisiera tener algo eterno… Si su invitado principal fuera el Señor Jesucristo yo le aseguro que usted no estaría tan afligido porque tendría a alguien mucho más grande en quién apoyarse, alguien que no le fallará, si usted escuchara esa voz de mi Señor que le dice: “venid a mí todos los que estén trabajados y cargados y yo os haré descansar; y he aquí yo estoy a la puerta y llamo si alguno oye mi voz y abre, entraré y cenaré con él y él conmigo”. Porque me imagino la desesperación con la que estuvo esperando, y la esperanza que usted tenía en esos hombres de que lo favorecieran, sin embargo le fallaron. Dios nunca le falla, siempre está atento su odio a las peticiones de sus hijos, y lo que él nos da es eterno y más valioso de lo que puede imaginar.
MAMÁ. Tina, tú siempre me has hablado de Jesucristo pero es hasta ahora que en verdad esas palabras han llegado a mi corazón. Tienes razón, ayer cuando veía a mi cuñada tan sola y triste, me pregunte qué palabras tendría Tina para ella. De seguro le empezaría a hablar del amor de Dios, y mis cuñados, tan vacíos porque no creen en nada, ni en nadie, me preocuparon porque pensé en el día de su muerte… ¿Qué pasaría con ellos? Y no quiero importunarte querido, pero también vi a nuestra familia, y algo me dice que nos falta algo. Cuando vi tu cara desilusionada cuando tus jefes se fueron, me acordé que siempre cuando le cuento a Tina un problema, ella me dice: Voy a orar por usted, y no sabes qué ganas tuve de orar en ese momento si hubiera sabido hacerlo.
TINA. Señora, qué gran alegría me ha dado. Mi Señor me ha escuchado y por fin siento que su palabra ha caído en tierra fértil.
PAPÁ. Tienes razón, en verdad deseo abrir mi corazón a Jesucristo, creo que él puede salvarme, y le voy a dar todas mis cargas. Como dices, son muchas para mí, no puedo resolverlas solo. Pero… ¿y si fallo?
TINA. Si en verdad cree que por el sacrificio de Cristo sus pecados han sido perdonados, ¿de qué se preocupa? Pues tiene el perdón no sólo de sus pecados hasta ahora sino de los que pudiera cometer.
MAMÁ. Yo también quiero ser salva, quiero que el Señor Jesucristo viva en mí como sé que vive en ti, y quiero confiar en él. ¿Sabes? También pienso que todo esto que tú nos has dicho lo podemos transmitir a nuestra demás familia y así todos tengamos una esperanza, creo que a mi cuñada le haría muy bien saber que Dios la ama y que siempre está con ella, así no se sentirá sola, y ojalá que mi demás familia también comprenda que no todo es diversión y placer, hay que pensar en lo verdaderamente valioso como la Salvación que Dios nos ha provisto.
TINA. En verdad que hoy es Navidad. Sí, en verdad hoy ha nacido el Señor Jesús en sus corazones, no hay Navidad más bella y Feliz que ésta, porque no sólo durará todo su vida, sino que aún más allá de la misma muerte, porque Jesús dijo: “El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá” y esa es la esperanza más segura que un ser humano puede tener.
PAPÁ. Tina, ¿puedes ayudarnos a pedirle al Señor que entre en nuestras vidas?
TINA. ¡Claro que sí!
(Se sientas y empiezan a orar , se cierra el telón.)
NARRADOR. Hoy empieza una nueva vida para esta familia y su Navidad a partir de hoy durará todos los días, y cada año celebraran el nacimiento de quien en verdad conocen y aman. Amigo, te has preguntado por qué celebras tú la Navidad. ¿Cuál es su significado para ti? No esperes otro año para festejar, comienza a vivir desde hoy celebrando y agradeciendo que un día vino el mismo Dios hecho semejante a los hombres para salvarte de tu condenación, a pagar tus deudas y que te espera a que tú también lo invites hoy a cenar contigo, hoy y por el resto de tu vida, Solo porque te ama.
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