EL HIJO PRÓDIGO
PERSONAJES
ADULTO
NIÑO 1
NIÑO 2
NIÑO 3
ADULTO. ¡Buenos días, niños!
ADULTO
NIÑO 1
NIÑO 2
NIÑO 3
ADULTO. ¡Buenos días, niños!
NIÑOS 1-3. ¡Buenos días!
ADULTO. ¿Quién puede contarnos lo que venimos estudiando en la Iglesia en esta semana?
NIÑO 1. ¡Acerca de Dios!
NIÑO 2. ¡Sobre el amor!
ADULTO. Sí, pero más específico.
NIÑO 3. ¡Sobre la vida de Jesús!
ADULTO. Sí, es bueno aprender todo cuanto podemos de la vida de Jesús. Hoy día quiero contarles una parábola que Jesús les dijo a sus discípulos. ¿Saben qué es una parábola?
NIÑO 1. Yo, sí. Es donde tomé el carro para llegar a la Iglesia hoy día.
ADULTO. No, éste es el paradero.
NIÑO 2. ¡Yo sé; yo sé! Es lo que una gente usa cuando cae el aguacero en la ciudad.
ADULTO. Tampoco. Eso es un paraguas. Una parábola es un cuento que enseña algo importante. Jesús las refirió muchas veces para enseñar a la gente. Hoy día les voy a contar la parábola del hijo pródigo.
NIÑO 3. ¡Qué bueno! Quedémonos tranquilos para escuchar acerca del hijo prodigio.
ADULTO. Pródigo, no prodigio.
NIÑO 1. ¿Qué es lo que hizo este joven para tener un nombre tan raro?
ADULTO. Bueno, un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre, “Papá, dame ahora la parte de los bienes que me corresponde.” Muy bien, normalmente no se repartían los bienes del padre hasta que moría, pero este hijo egoísta quería su herencia de inmediato.
NIÑO 2. Dame, dame, dame, ¿verdad?
ADULTO. Así fue. Y, el padre les repartió los bienes.
NIÑO 3. Y, ¿qué es lo que hizo el hijo? ¿Compró una chacra? ¿Abrió una tienda?
ADULTO. No, al contrario, se fue lejos a una provincia apartada y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Esto es lo que significa la palabra “pródigo.” Es una persona que desperdicia sus bienes haciendo gastos que no valen. Y, este joven hizo exactamente esto. Malgastó los bienes de su papá llevando una vida desenfrenada.
NIÑO 2. Ahora empiezan los problemas, ¿no?
ADULTO. ¡Claro que sí! De tener todo, terminó en la ruina.
NIÑO 1. Y, ¿qué hizo el hijo pródigo después?
ADULTO. Hubo hambruna en aquella provincia.
NIÑO 3. ¡Ay! ¡Carámbas! ¡Eso es malo!
ADULTO. Sí, por eso, él tuvo que conseguir trabajo.
NIÑO 2. Eso es bueno.
ADULTO. Tuvo que apacentar chanchos y dormir junto con ellos.
NIÑO 1. Eso el malo.
ADULTO. Pero, luego, empezó a pensar.
NIÑO 2. Eso es bueno.
ADULTO. Acerca de su hambre y cómo deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los chanchos, porque nadie le daba de comer.
NIÑO 3. Eso es muy malo.
ADULTO. Y, también recordó a su papá y el amor que tenía por él.
NIÑO 2. Eso es bueno.
ADULTO. Y, se acordó de los jornaleros en la casa de su papá, que ellos tenían cantidad de pan todos los días.
NIÑO 1. Eso es muy bueno.
ADULTO. Claro, pero, ¿recuerdan que el hijo pródigo se había llevado una tercera parte del valor de los bienes de su padre?
NIÑO 3. Sí, eso fue malo.
ADULTO. Así es. El hijo, pues, tenía tanto hambre que determinó regresar a su papá, pero se sintió tan mal por haber desperdiciado los bienes de su papá que decidió pedirle trabajo no más.
NIÑO 2. Eso es bueno. Parece que reconoce su error.
ADULTO. Sí, podemos decir que se arrepintió. Quería estar con su papá nuevamente y dejar atrás sus pecados.
NIÑO 1. Eso es bueno.
ADULTO. Y, ¿saben lo que pasó cuando llegó a la casa de su papá?
NIÑO 1. ¿Su padre lo cuadró?
NIÑO 2. ¿Le pegó?
NIÑO 3. ¿Lo botó de la casa?
ADULTO. No, niños, al contrario. ¿Saben qué? Su padre lo vio cuando aún estaba lejos y fue movido a misericordia. Salió de la casa corriendo y lo abrazó, lo besó, e hizo una fiesta.
NIÑO 2. ¡Espera! No entiendo. ¿Aunque el hijo le había dicho al Padre, “Dame, dame, dame, quiero tus cosas y no a ti”, todavía el padre lo quiere?
ADULTO. ¡Sí, a pesar de todo esto!
NIÑO 1. ¡Ah!
NIÑO 2. ¡Yo hubiera estado enojadísimo!
ADULTO. Pero, su papá no. Él le amaba y le tenía misericordia, así como nuestro padre Dios nos ama y nos tiene misericordia. ¿Cuántas veces al día hacemos nuestro antojo y no lo que Dios nos manda hacer?
NIÑO 3. Hmmmm…
NIÑO 2. Supongo que muchas veces.
NIÑO 1. Así es. Me porto mal a veces.
ADULTO. Pero nuestro padre siempre nos espera y nos busca. Y, cuando decimos de corazón, “Perdóname; he pecado contra ti,” Él nos perdona gratuitamente, así como el papá del hijo pródigo le perdonó.
NIÑO 1. ¿Sabes qué? Ahora entiendo una cosa. Si el papá del hijo ya le estaba esperando y buscando, ya lo había perdonado.
ADULTO. Claro que sí. Por el sacrificio de Cristo ya estamos perdonados. Pero al igual que el hijo pródigo tenemos que pedir perdón y volver a Dios. De esta forma, podemos experimentar su perdón.
NIÑOS 1-3. ¡Que maravilloso! ¡Gracias a Dios! Vamos a decir a nuestros amigos que nuestro Dios nos ama y nos perdona cuando nos arrepentimos.
TODOS. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 comentario:
me encanta
Publicar un comentario