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2012 - España

Apartado para Cristo

8 Minutos y 7 Personajes. Pepe, un niño que le encantaba ir a la iglesia, cambia su actitud frente a ésta y no desea asistir más.


APARTADO PARA CRISTO


PERSONAJES

NARRADOR
PADRE
MADRE
HIJOS: dos niños en edad escolar
HIJOS: dos jóvenes

ESCENA UNO

(Los padres están alrededor de la mesa listos para empezar el devocional familiar.)

NARRADOR. (Voz en off.) Desde niño sus padres lo dedicaron a Jesucristo frente a la congregación de la iglesia a la cual asistían. Iba todas las semanas a la Iglesia, y participaba de las actividades de entre semana y de las actividades especiales durante el verano. Le encantaban los concursos en la Escuela porque era el que más sabía en su clase y siempre ganaba. Era puntual, le gustaba ser el primero en llegar a la clase para poder ayudar a su maestra; por eso se sentía mal cuando su mamá o su hermano se retrasaban.

MADRE. Hijos salgan ya de su cuarto que la hora avanza y no quiero que lleguen tarde a la escuela.

(Entran los hijos y se sientan alrededor de la mesa junto a sus padres.)

MADRE. ¿Quién quiere leer la Biblia hoy?

PEPE. ¡Yo, yo!

PADRE. Está bien, pero mañana le tocará a tu hermano, porque tú siempre la lees.

PEPE. Lo que pasa es que a él no le gusta leerla y a mí, sí. Bueno, leamos: Salmo 1:1-3. (Lee el pasaje bíblico.)

PADRE. Oremos. Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, Danos el pan de cada día y perdónanos como nosotros perdonamos a los demás. Líbranos de todo peligro, en el Nombre de Jesús, amén.

(La familia se despide y todos salen de escena.)


ESCENA DOS

NARRADOR. (Voz en off.) Ya han pasado varios años en esta hermosa familia. Los hijos crecieron y los padres continúan activos en sus trabajos y en la congregación, sin dejar de fomentar el altar familiar y la asistencia a la iglesia. Lamentablemente algunas cosas han cambiado, sobre todo en la vida de Pepe. Ya no es el mismo niño de antes.

(De aquí en adelante los padres muestran el paso de los años en su apariencia, y los dos hermanos están representados por los jóvenes. El padre, la madre y el otro hermano están sentados alrededor de la mesa.)

PADRE. Pepe, date prisa que te estamos esperando para empezar el devocional.

PEPE. (Asomando la cabeza.) ¿Por qué no empiezan sin mí? Todavía me falta mucho para terminar de arreglarme. No quiero a ir a la escuela desarreglado solo por tener que leer la Biblia y orar.

(Los padres y su hermano se quedan asombrados al escuchar el comentario de Pepe; se miran unos a los otros y suspiran.)

MADRE. Pepe, sal de tu habitación ahora mismo. Y si es que vas a necesitar más tiempo para arreglarte, te sugiero que pongas tu alarma media hora antes de lo acostumbrado. No vamos a empezar el devocional sin ti, tú eres parte de esta familia.

(Pepe se une de mala gana a su familia. Hacen el devocional y salen de escena.)

NARRADOR. (Voz en off.) ¿Qué estaba pasando con Pepe? Era como si no estuviera presente. Su mirada estaba perdida en el vacío, no tenía interés, no había pasión por escuchar la lectura de la Biblia o estar junto a su familia. Este fue el punto que marcó la diferencia en la vida de Pepe; fue una de las tantas veces en que sus padres tuvieron que casi forzarlo para que participara en el devocional familiar y las demás actividades, incluyendo asistir a la iglesia.



ESCENA TRES

(Todos, menos Pepe, están arreglados y con su Biblia en la mano para ir a la Iglesia.)

PADRE. Pepe, solo faltas tú, te estamos esperando.

PEPE. No quiero ir a la Iglesia hoy. Mis amigos me invitaron a un concierto y prefiero acompañarlos a ellos. Perdóname que no te lo dijera antes pero, ¿me das permiso para ir con ellos?

PADRE. Pero hijo, ¿cómo se te ocurre eso? Tú sabes que hoy lo dedicamos a Dios y a estar unidos como familia. ¿O ya se te olvidó que te gustaba ser el primero en llegar a la clase?

PEPE. Papá yo he cambiado y los tiempos también. En aquella época yo era un niño, pero ahora ya soy un joven. Tengo otras cosas que hacer, no solo ir a la iglesia.

MADRE. Hijo, sí he visto tu cambio hacia las cosas de Dios últimamente pero en realidad me sorprende tu actitud y que te expreses de esa manera.

HERMANO. Mamá, Papá, si él no quiere ir, que se vaya con sus amigos. Vámonos nosotros.

PADRE. ¿Sabes qué, Pepe? En esta casa hay reglas, y se tienen que cumplir. Diles a tus amigos que tú tienes seis días más para acompañarlos, pero que hoy es el día del Señor y de la familia.

(Salen todos.)

NARRADOR. (Voz en off.) Durante los días que siguieron a este episodio hubo mucha tensión en el hogar. La madre trataba de mostrarse fuerte, pero en su interior estaba destruida. Ella sabía lo que estaba pasando dentro de su hijo; lo comprendía porque ella había sido criada de la misma manera que ella y su esposo lo habían criado a él. Pero un día, al igual que Pepe, ella se llenó de dolor, rebelión y frustración, y empezó a llenarla una frialdad y apatía hacia las cosas de Dios y de la familia. La madre lo entendía, pero le dolía. Porque también sabía por lo que su hijo tendría que pasar para volver a experimentar el gozo del Señor. Sabía que Dios lo iba a tener que moldear, y eso no iba a ser fácil, iba a doler. Ella tenía un consuelo. En su corazón sabía que un día Dios iba hacer la obra en su hijo, porque se apoyaba en una gran promesa que Dios le había dado en su Palabra: "Instruye al niño en su camino, y aún cuando sea viejo, no se apartará de el”. Pepe se había olvidado de Dios, pero Dios no se olvidó de él. Esa madre sabe que algún día él volverá y será diferente. Ese hijo todavía va a la 1glesia de vez en cuando. Dice que ama a Dios. Pero el ambiente ha sido más fuerte; los amigos y las actividades no lo dejan acercarse al verdadero Camino. Pero un día todo cambiará, él volverá. Sí, él volverá.

Cadenas

8 Minutos y 3 Personajes. Una mujer se halla encandenada al mundo. Sólo el buen pastor podrá librarla.
CADENAS
PERSONAJES

MUJER
HOMBRE
PASTOR

(La MUJER entra, camino a través del escenario, cuando de repente se para. Se revela por medio de pantomima que sus brazos y piernas están atados a la tierra. El HOMBRE entra caminando rápidamente. Rebasa a la MUJER sin verla hasta que ella habla.)

MUJER. Disculpe - oye - ¿Señor? Hola. Estuve pensando que tal vez me podría desatar.

HOMBRE. ¿Cómo que desatar? ¿Desatar de qué?

MUJER. Pues, mira: Estoy amarrada por estas cadenas.

HOMBRE. Bueno, yo no veo ninguna cadena. Pareces una paisana muy normal, viviendo en el gozo del sistema.

MUJER. Pues, no lo soy. Estas cadenas… ¡No puedo hacer nada para librarme! ¡Estoy atada a la tierra aquí, y no puedo mover!

HOMBRE. ¿Y cómo te hiciste presa de estas -- eh -- cadenas?

MUJER. No estoy muy segura. Pero hace un año me casé y fue entonces que creo que comenzó.

HOMBRE. Ah, entiendo: tu marido es un verdadero desgraciado, ¿verdad?

MUJER. No, no es así. Parece que una vez casada, todas las energías van para ganarse la vida y mejorarse.

HOMBRE. ¡Pues, claro! ¿No es eso lo que consiste la vida? Para adelantarse en esta vida; ¡has algo de ti! Si una persona quiere ser próspero, será feliz, ¿no es verdad?

MUJER. No. Mi marido y yo somos prósperos. ¡Mi marido tiene una chamba hermosa, tenemos un hogar hermoso, una iglesia hermosa, una familia hermosa, todo hermoso!

HOMBRE. Entonces, ¿cuál es el problema?

MUJER. Estoy atada a la tierra y no me puedo librar.

HOMBRE. Bueno, eso es imposible. Si una persona está viviendo una vida buena, una vida próspera, entonces debe estar feliz. ¡Debes estar libre!

(Entra el PASTOR, que cruza hacia están los dos.)

HOMBRE. (Refiriéndose al pastor.) ¡Mira! Allí va un perdedor por excelencia. Apuesto que tiene una chamba pésima -- si quiera tiene chamba -- y es obvio por mirarlo que no es próspero en esta vida. Apuesto que nunca se adelantará en esta vida; siempre será un don nadie. Ve. Tienes que mirar por el número UNO. No dejes que nadie te camine encima.
¡Tienes que pararte derecho y pelear por tus derechos! (Comienza a ayuda a la MUJER pararse derecho.) ¡Ahora, mírate bien; ten orgullo de ti mismo, y hazte cuenta que eres la persona más importante del mundo! ¡Sí, así es! ¡Bien derecho! Ahora, ¿cómo te sientes?
(Ella lucha contra las cadenas, y las cadenas le jalan hacia la tierra.)

MUJER. ¡Creo que están más apretadas que nunca!

HOMBRE. Entonces no estás pensando en ti lo suficiente.

MUJER. ¡Pero sí lo estoy haciendo! ¡Créeme, lo estoy haciendo! (Lucha, y entonces dice al PASTOR:) Disculpe -- eh -- Hola. Oye: Tal vez no los puedes ver, pero estoy encadenada a la tierra.

PASTOR. Sí, los veo.

HOMBRE. ¿Cómo que "sí, los veo"?

MUJER. Y no puedo librarme. No sé qué hacer.

PASTOR. Tal vez yo pueda ayudar.

HOMBRE. Oye, ¿quién crees que eres?

PASTOR. Soy el Buen Pastor.

HOMBRE. ¿Qué quieres decir por (imita) "Soy el Buen Pastor"?

PASTOR. El Buen Pastor da su vida por sus amigos.

HOMBRE. ¡Tienes que ser un tipo de loco! Nadie da su vida por sus amigos. ¿De dónde sacaste eso? ¿Dónde recibiste tu educación? ¿Eh? ¿Tienes tu maestría o tu doctorado? ¿Y qué de tu bachiller? ¡Hmph! ¡Apuesto que ni has terminado la prepa!

PASTOR. Nunca fui a la escuela; nunca escribí un libro. Pero si sé que no puedes servir a dos amos. No te puedes dar al dinero y a las cosas del mundo, y servir a Dios al mismo tiempo. O amarás al uno y odiarás al otro, o al contrario.

HOMBRE. ¿Quién crees que eres: ¿¡Dios!?

PASTOR. (A la MUJER.) No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo – los deseo de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos. Pero el que pone sus ojos sobre las cosas de arriba, y no las cosas de este mundo, vivirá eternamente.

HOMBRE. Oye, compañero, ¿quién eres?

PASTOR. Soy el Buen Pastor: si eres tan listo, ¿por qué no te acercas y le quitas las cadenas para librarla?

HOMBRE. Ahora, Señor Macho: si eres tan listo, ¿por qué no te acercas TÚ, y le quitas las cadenas, librándola?

PASTOR. Ya lo he hecho.

(Sale el PASTOR. El HOMBRE le sigue, tratando de tener la última palabra, pero no puede pensar en nada que decir, y por fin se da por vencido.)

MUJER. (A sí misma.) Sí, creo que sí me has librado.

(Libre, sale con una sonrisa en la cara.)

HOMBRE. ¡Oye! ¡Lo hiciste! ¡Te libraste! Ve, te dije que lo podías hacer solita. Solo hay que pensar en Número UNO, y enfocarte en quién eres. Sí, señor, tienes que ser próspero para adelantarte en este mundo; ¡no puedes dejar que nadie te camine encima! Eso es. Sigue cuidando a Número Uno. (Comienza a caminar, pero no puede -- vemos por sus acciones que está encadenado) ¡Oye…OYE! ¡Espera un momento -- Auxilio! ¿Alguien me puede ayudar? ¡Oye! Estoy encadenado a este mundo y no puedo librarme. ¡AUXILIO! (Por fin se resigna a su encadenación, y llama humildemente de escena dentro.) Disculpe -- eh -- disculpe, ¿señor Buen Pastor? ¿Tienes un momento?

(Se congela. Sale de la escena.)

Dios creó la tierra

8 Minutos y 2 Personajes. Dos muchachos conversan sobre por qué los pájaros cantan. Uno de ellos señala a Dios como creador y como motivo de alabanza. El otro muchacho no cree que todos los animales los haya creado Dios... le cuenta su particular historia de cómo surgieron las cebras...


DIOS CREÓ LA TIERRA


PERSONAJES

SANTIAGO
PABLO


(Santiago aparece silbando un canto.)

SANTIAGO. ¡Hola niños! ¿Cómo están? ¿Saben algo? Estoy silbando porque vi unos pajaritos y ¡qué bonito cantan! Lo que no sé es por qué cantan tanto… Bueno… Lo hacen bonito y yo quiero cantar como ellos

(Sigue silbando. Sale Pablo.)

SANTIAGO. ¡Hola Pablo! ¿Cómo estás?

PABLO. ¡Hola Santiago!

PABLO. ¡Hola niños! ¿Cómo están? A ver muchacho, ¿por qué estás tan contento hoy?

SANTIAGO. ¡Ah! Bueno chico, es que cuando venía para la iglesia vi un montón de pajaritos cantando y lo hacían bien bonito. Entonces yo quiero cantar como ellos… Por cierto chico, ¿por qué cantarán tanto esos pajaritos?

PABLO. ¡Ah, muchacho, qué buena pregunta me has hecho! Ellos cantan para Dios, cantan de contentos porque Dios los creó. Entonces ellos en agradecimiento pasan todos los días alabando al Señor.

SANTIAGO. ¿De verdad chico es por eso?

PABLO. Claro que sí, muchacho, toda la creación es hecha por Dios. Entonces todo lo que tus ojos ven fue creado por Dios.

SANTIAGO. Chico pero hay un animal que no lo hizo Dios.

PABLO. ¿Cómo dices eso, muchacho?

SANTIAGO. Sí, chico, lo leí en un libro. Fueron las cebras.

PABLO. ¡Ay! Este muchacho ya va de nuevo con sus confusiones. Ya te he…

(Interrumpe Santiago en lo que habla Pablo.)

SANTIAGO. Déjame que te cuente la historia chico si no, no vas a aprender nunca.

PABLO. A ver muchacho con qué me vas a salir ahora.

SANTIAGO. Fíjate que hace miles de años no existían las cebras, solamente los caballos. Ya que el caballo es un animal bastante fuerte, hecho para el trabajo. En un pueblito muy lejos de aquí los ponían a trabajar día y noche y casi no descansaban los pobres caballos. Algunos de ellos ya habían pensado en escaparse, pero no podían agarrar para ningún lado ni se podían esconder porque los reconocían fácilmente. Una vez cuando iban por el camino cargando leña uno de estos caballos que era muy inteligente vio a un hombre que pintaba madera y dijo: “Ya sé, voy a hablar con este hombre para que me pinte y así no me puedan reconocer y me confundan con otro animal”. Sí eso voy a hacer. El siguiente día a buena mañana se fue donde este hombre y le dijo: “Buen hombre quiero pedirle un gran favor, yo soy un animal que solamente lo utilizan para trabajar todo el día y ya estoy cansado, quisiera que usted me ayudara para que esta gente no me reconozca”. El hombre le dijo: “Pero, ¿cómo puedo hacer eso, caballo?”. El caballo le respondió: “Pínteme señor, así no me van a reconocer y voy a poder descansar”. El hombre pensó que era buena idea y primero le dio una pintada de blanco, pero vio que todavía parecía caballo porque había unos que eran blancos. Entonces le pinto unas líneas de color negro. Cuando la gente vio al caballo pintado no lo reconocieron y dijeron: “Qué lindo animal, jamás lo habíamos visto, ¿de dónde saldría?”. Entonces lo llevaron a un lugar más tranquilo y le daban mucha comida y lo cuidaban. Los otros caballos vieron que ese era su amigo y le preguntaron cómo había hecho. Él les dijo que un hombre lo había pintado y les dio la dirección de él para que hicieran lo mismo. Entonces todos los caballos iban donde ese hombre y así paso años pintándolos y es así como aparecieron las cebras.

PABLO. (Se ríe.) ¡Ah, muchacho! ¡Qué loco eres! ¿Quién te contó eso?

SANTIAGO. Nadie chico, yo lo leí en un libro.

PABLO. Mira, muchacho, debes de tener cuidado con lo que lees.

PABLO. El único libro que dice la verdad es la Biblia, la Palabra de Dios. Y para que estés seguro que el único creador de todo lo que existe es Dios lee Génesis 1.

SANTIAGO. ¿Génesis 1, chico?

PABLO. Sí, Santiago, es el primer libro de la Biblia. Ahí te dice cómo creó Dios todos los animales, el cielo, la tierra y todo lo que hay.

SANTIAGO. Me convenciste chico, entonces, ¿por eso cantaban aquellos pajaritos que vi hoy?

PABLO. Claro, Santiago, porque toda la creación debe alabar al señor.

SANTIAGO. Pablo, pero digamos que tú fueras una lombriz, ¿alabarías al Dios también?

PABLO. Claro que sí, muchacho, si fuera una lombriz le alabaría por ser feliz.

SANTIAGO. ¿Y si fueras un elefante?

PABLO. Le alabaría por ser elegante. Mira, muchacho, la Palabra de Dios dice que todo lo que respire alabe a Jehová. Y ahorita que estamos hablando de animalitos me hiciste recordar un canto… Te lo voy a cantar dice así:
SI YO FUERA UNA LOMBRIZ, GRACIAS TE DARÍA POR SER TAN FELIZ
SI YO FUERA UN CAIMÁN, GRACIAS TE DARÍA POR SER TAN GALÁN
SI YO FUERA UN ELEFANTE, GRACIAS TE DARÍA POR SER TAN ELEGANTE
PERO GRACIAS TE DOY OH, MI SEÑOR, POR HABERME HECHO A MÍ
PORQUE ME DISTE UN CORAZON Y ME HAS HECHO FELIZ
ME HAS DADO A JESUS Y AHORA TU HIJO YO SOY
Y GRACIAS TE DOY OH, MI SEÑOR, POR HABERME HECHO A MÍ

PABLO. ¿Qué te pareció, muchacho?

SANTIAGO. Hoy sí, chico, entiendo que todos somos creación de Dios y por eso debemos de alabarle siempre. Y ustedes niños recuerden que todo lo que ven, todo los animalitos, las plantas y todo lo que respira es porque Dios lo hizo.

PABLO. Me gusta que aprendas las lecciones Santiago.

SANTIAGO. Claro, chico, si soy bien inteligente…

PABLO. ¡Hum! Mejor dejémoslo así, muchacho, vamos a seguir cantando.

SANTIAGO. ¿Qué me quisiste decir, chico?

PABLO. Olvídalo, muchacho. Adiós niños.


Enfoque Cristiano otorga el Derecho de autor al ministerio juvenil Renacer de quien tomamos esta obra, Gracias.

Como ángel de luz

15 Minutos y 4 Personajes. Dos demonios se acercan a una joven triste sin dirección en la vida para ofrecerle todo tipo de regalos a cambio de su alma. Un cristiano entrará en escena para defenderla de los ataques del enemigo.
COMO ÁNGEL DE LUZ
Lizeth Gómez Mata y Anthony Fernández
PERSONAJES

SATANÁS
AYUDANTE DE SATANÁS (DEMONIO)
CRISTIANO
JOVEN


I ACTO

(Se abre el telón y aparece Satanás hablando consigo mismo.)

SATANÁS. ¡Ja! Estoy un poco preocupado ya que aunque son muchos los que me siguen existen también los que son tan tercos y quieren irse con Jesús. Por miles de años he intentado convencerlos por medio de engaños. Y es que muchos son tan ingenuos que con una sonrisa se olvidan de su Dios y me siguen a mí… ¡Ja, ja, ja, ja! Por eso soy el príncipe de este mundo, llamado “el mentiroso y padre de mentira”. Disfrazándome de ángel de luz soy eficaz pero claro, nunca sobra ayuda y por eso he mandado llamar a mi mayor demonio: el espíritu de engaño. Es tan temible que hasta a mí me da miedo. Él es fuerte, grande demoníaco… ¡Ja, ja, ja, ja! (Cuando habla acerca de su demonio debe de hacerlo con orgullo y cuando dice “demoníaco” debe poner una cara de malo y misterio.)

(En eso entra el ayudante que es un demonio totalmente contrario de lo que habló. Entra cayéndose y tira a Satanás.)

SATANÁS. Y éste que es tan torpe, ¿quién es? ¿Ah?


AYUDANTE. (Poniéndose en posición firme como si estuviera en un ejército con la mano en la frente y con algo de orgullo.) Soy el demonio N° 13, señor, presentándose ante su presencia, señor, con malas y buenas noticias, señor.

SATANÁS. ¿Malas y buenas noticias dices? ¿De qué hablas?

AYUDANTE. ¿Cuál le digo primero, señor? ¿Las malas o las buenas, señor?

SATANÁS. Bueno, creo que dime las malas primero.

AYUDANTE. Las malas son que el demonio del que usted hablaba se enfermó, señor.

SATANÁS. ¿Se enfermó? ¿De qué?

AYUDANTE. En su ultima misión, señor, se enfrentó con la Biblia, que es la verdad y se tuvo que retirar, señor, ahora está pasando una depresión, pero no se preocupe señor, ya le dejé a un demonio que lo acompañe, señor.

SATANÁS. ¡Ah, qué bueno! ¿Y a quién le dijiste que lo acompañara?

AYUDANTE. Al espíritu de tristeza, señor.

SATANÁS. ¿Qué? ¿Estás loco?

AYUDANTE. Es que fue el único demonio que pareció compadecerse de él, señor.

SATANÁS. (Casi llorando.) ¿Y las buenas?

AYUDANTE. Las buenas son que como ese demonio está deprimido y usted necesita ayuda, yo se la conseguí, señor.

SATANÁS. Sí, ¿quién es alguien mejor que el primero? Dime, ¿quién?

AYUDANTE. Pues le diré, señor, que soy yo, señor.

SATANÁS. No, en serio, dime.

AYUDANTE. Soy yo, señor, el demonio N° 13, señor.

SATANÁS. Pero, ¿que no podía haber algo un poquito mejor?

AYUDANTE. Lo siento, señor, pero cuando di la noticia de que usted iba a ocupar un demonio nadie quiso venir al saber que le tocaría ser compañero de usted porque dicen que usted no pega ni una, señor, y que usted está aquí por tonto y por…

SATANÁS. Ya, ya, ya, te entendí, demonio. Pero dime, ¿que no tienes nombre o qué? ¿Acaso eres un demonio de las matemáticas para que tengas número en lugar de nombre, o qué?

AYUDANTE. No, señor, lo que sucede es que soy huérfano y no tengo nombre; sólo el numero 13 porque así me decían por mi mala suerte, pero usted me dice si quiere me cambio el nombre a mentira y así usted sería mi papá por eso de que usted es padre de mentira y no sé qué…

SATANÁS. ¡Ya, cállate! Te seguirás llamando 13 porque yo no soy como Dios que cambia los nombres de los hijos.

AYUDANTE. Bueno, papi, digo señor…

SATANÁS. Y dime nada más “amo” porque eso es lo que soy para ti: un amo.

AYUDANTE. ¿Qué dijiste: que te amo?

SATANÁS. ¡Ya, cállate! Y vámonos para la tierra a tomar algún bus para ir a la casa de alguien que no sé quién pueda ser.

AYUDANTE. ¿Bus pero tú eres el príncipe de este mundo y viajas en bus?

SATANÁS. Sí, porque eso es lo que me pasa por no ser omnipresente pero ya, vámonos y deja de hablar 13, que ya es tarde.


(Se cierra el telón.)


II ACTO

(Aparecen Satanás y el demonio 13 en la tierra.)

(Sería buena idea la de tirar un poco de humo en escenario y el sonido de un bus al arrancar para empezar.)

SATANÁS. (Ahogándose entre el humo.) ¡Ju, ju! Ya llegamos, ¡ju! ¡Vaya viaje en bus…!

AYUDANTE. ¿Verdad que sí?

SATANÁS. Las cosas cambian en este mundo y es el colmo que los buses estén tan caros, hasta para nosotros, ¿verdad?

AYUDANTE. No para mí.

SATANÁS. ¿Por qué lo dices?

AYUDANTE. Porque mientras viajábamos le robé unos cuantos colones al sujeto que iba al lado.

SATANÁS. ¡Oh, me sorprendes!

AYUDANTE. ¿Verdad que sí?

SATANÁS. Sí, sólo que la próxima vez que robes al que esté al lado asegúrate de que no sea a mí.

AYUDANTE. Perdón. (Sonríe ingenuamente mientras le devuelve el dinero.)

SATANÁS. Es que eres realmente tonto; acuérdame que al terminar esto te mande al cielo para no verte más y es…

(Entra una joven caminando y mirando a los lados como si estuviera perdida o confusa. El Demonio 13 al verla le intenta decir a Satanás que voltee para que la vea.)

SATANÁS. …Y es que eso me pasa por ser tan tonto, sólo a mí se me ocurre traerte a la tierra. (Voltea a ver y mira a la muchacha.) ¡oh, oh! ¿Ves lo que están viendo mis ojos 13?

AYUDANTE. ¿Tienes 13 ojos?

SATANÁS. No seas tonto, así es tu nombre, ¿no?

AYUDANTE ¡Ah, sí! ¿Qué me dijiste?

SATANÁS. Que si estás viendo lo que veo allá. (Señala.)

AYUDANTE. Sí, no lo puedo creer, tres pizzas por el precio de una y con coca cola gratis es tentador, ¿verdad? ¿Fue idea tuya?

SATANÁS. Sí, digo no, yo hablo de la muchacha con cara de no sé dónde estoy.

AYUDANTE. ¿Ya te perdiste también? Estás aquí al lado mío.

SATANÁS. No yo sino ella.

AYUDANTE. ¡Ah, ya!

SATANÁS. Ve y haz algo bien en tu vida.

AYUDANTE. OK.

(El demonio se acerca a ella por la espalda como si fuera un valiente y le toca el hombro fuertemente. Ella voltea enojada y le rocía un spray para dejar ciegos a los ladrones.)

AYUDANTE. ¡Ahh! ¿Qué haces? (Sale corriendo y se oculta tras Satanás.)

SATANÁS. ¿Y?

AYUDANTE. Me chilló los ojos.

SATANÁS. Sí que eres tonto, así no es mi estilo. Mira cómo lo hago y aprende. (Se acerca a la muchacha. Se pone una máscara con aspecto feliz por un lado y por el otro lado una cara de malvado.)

SATANÁS. ¿Qué te pasa hermosa niña, por qué estás tan triste?

JOVEN. (Casi llorando.) Es que ando buscando una razón de vivir, un estilo de vida y no lo encuentro… no encuentro la solución.

SATANÁS. Tranquila, no llores, yo tengo la solución para tus problemas, ¿no es así, queridísimo amigo? (Refiriéndose al ayudante 13.)

AYUDANTE. ¡Ah, sí, sí, claro, cómo no!

SATANÁS. Mira, muchacha, yo te puedo ofrecer cualquier cosa que desees, sólo pídemela.

JOVEN. ¿Cualquier cosa?

SATANÁS. Sí, cualquier cosa, sólo me tendrás que dar pues (dice esto como si no fuera gran cosa) tú alma, ¿qué te parece, ah?

JOVEN. ¿Mi alma?

SATANÁS. Sí, pero esos son pequeños detalles, aquí lo que importa es lo que tú deseas, lo que tú quieras te puedo dar; vamos, pídemelo.

JOVEN. Bueno yo deseo, deseo, deseo, ¡ay!, no sé lo que deseo…

SATANÁS. Bueno para esas ocasiones tengo un menú para escoger, ¡demonio! Digo, ¡amigo! Hazme el favor de traerme el menú de deseos.

(El ayudante al traer el menú lo tira por el suelo ya que son varias hojas.)

SATANÁS. Ten cuidado, baboso, con lo que haces.

(El ayudante recoge las hojas.)

SATANÁS. Bueno, como te venía diciendo, éste es el menú de deseos y te podemos dar unas muy buenas opciones como la de convertirte en una súper modelo anoréxica de 90-60-90 o ésta, de convertirte en una estrella de rock y poner unos cuantos mensajes subliminales en tus canciones entre otras, ¿qué te parece?

JOVEN. Sí, me parece buena la idea pero dime, ¿entonces te tengo que entregar mi alma?

(Entra Cristiano.)

CRISTIANO. ¡Satanás, apártate!

SATANÁS. Y a éste, ¿quién lo llamó?

CRISTIANO. ¿Qué mentiras le estás diciendo? ¡Joven, no le hagas caso a este engañador!

JOVEN. ¿Quién dijiste que era él?

CRISTANO. Su nombre es Satanás y es malo, muy malo, y no quiere nada bueno para ti ni para nadie.

JOVEN. Pero él me dijo que me iba a dar lo que ando buscando, una solución para mi vida.

CRISTIANO. No es cierto, pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados.

(Interrumpe el ayudante.)

AYUDANTE. (A la joven.) No hagas caso, ven con nosotros por el camino fácil y no te mortifiques la vida.

CRISTIANO. Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, ¡joven, no lo oigas!

JOVEN. (Señalando a Satanás.) Pero, mira qué amable se ve, mira qué rostro tan feliz… ¿Cómo podría hacer daño a alguien?

CRISTIANO. No me extraña que pienses así, porque no sabes que el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.

SATANÁS. Ya es suficiente. (Dirigiéndose al Cristiano.) Vete ya, ella creyó en mí, me pertenece, es mía.

CRISTIANO. No, Satanás, ella es de Dios, y te ordeno a ti, a tu demonio, que se vayan en el nombre de Jesús.

SATANÁS y DEMONIO. ¡Nooooo!

SATANÁS. Pero esto no se queda así; has ganado esta batalla pero no la guerra, seguiré engañando con mi máscara a más jóvenes. Vámonos 13 y no te juntes con esa chusma

(El ayudante corre a hacer como Kico en el Cahvo pero el Cristiano le enseña la Biblia y el demonio se retira escondiéndose detrás de Satanás.)

AYUDANTE. Jefecito, ¿nos vamos en bus otra vez?

SATANÁS. Sí y cállate.

(Salen de escena.)

JOVEN. Perdón, no sabía que él era tan malo…

CRISTIANO. No me pidas perdón a mí, pídeselo a Dios, cierra tus ojos y repite conmigo:

(La joven debe repetir la oración en voz alta.)

CRISTIANO y JOVEN. Señor Jesucristo, te pido perdón por todos mis pecados, límpiame de toda maldad, yo te acepto como mi único, verdadero y suficiente salvador personal, escribe mi nombre en el libro de la vida, en el nombre de Jesús. Amén.


FIN

Amor y obsequios

10 Minutos y 6 Personajes. La madre de la familia Rabito piensa que sus hijos se han olvidado del día de la madre... El mejor regalo que podemos dar a nuestras madres no es el que podemos comprar en un negocio, sino el que le entregamos desde lo más profundo de nuestro corazón.


AMOR Y OBSEQUIOS




Introducción:
Una vez más ha llegado el día de la madre. Una vez más los negociantes esperan ver vacíos los escaparates de sus locales como consecuencia de las buenas ventas realizadas. Una vez más la publicidad nos hace creer que para ser buenos hijos tenemos que comprarle a nuestra madre el más caro electrodoméstico, o el más costoso objeto. No creemos que esté mal demostrar así nuestro cariño, pero sí que no debemos dejar de demostrar cuánto amamos a nuestra madre mediante otras cosas, que nacen de un corazón amante y agradecido.


PERSONAJES

DON PEDRO - el relator.
DON FRANCISCO RABITO - el padre
DOÑA EMILIA RABITO - la madre
ANTEOJOS - hijo
SALTARÍN - hijo
OREJAS – hijo


ESCENOGRAFÍA. Las escenas se desarrollan en una habitación decorada con muebles adaptados para el uso de los niños. Como telón de fondo se puede colocar un teatro de títeres, que a la vez provee de una ventana que se va a utilizar durante el transcurso de la obra. En caso de carecer de muebles pequeños, se pueden utilizar cubos o prismas hechos con madera de cajón y pintados de colores adecuados.


VESTUARIO. Para caracterizar a los niños se pueden usar gorros fabricados en cartulina blanca y decorados con algodón, guantes del mismo color y una cola de algodón con base de cartulina. Se puede completar con unas calzas o pantalones en colores adecuados. Además, si es factible, cada uno de los conejitos llevará algún detalle relacionado con su nombre. Por ejemplo, Anteojos podrá usar un par de anteojos grandes.


ACTO 1

(Aparece don Pedro caminando con paso apurado por uno de los costados del escenario. Mira su reloj con impaciencia, se detiene ante el público y luego de aclarase la voz, comienza a hablar.)

DON PEDRO ¡Buenos días!, o ¡buenas tardes! En realidad ya ni sé lo que digo. Yo soy don Pedro. Disculpen por la demora. Estuve entreteniendo a unos niños y me había olvidado de ustedes. Hoy vamos a ver la historia de la familia Rabito. Esta es la casa de los conejos del cuento que disfrutaremos juntos. Hoy es el día de la madre. Los tres hijos se han levantado temprano y ya van a venir a desayunar. Pero, mejor me escondo porque allí llegan los personajes.

(Sale por el mismo lado por el que entró. En ese momento, por el costado opuesto aparece doña Emilia trayendo una bandeja con el desayuno. La coloca sobre la mesa, distribuye las tazas y luego con voz fuerte y clara llama a sus hijos.)

DOÑA EMILIA. ¡Orejas! ¡Anteojos! ¡Saltarín! ¡El desayuno está servido! ¡Vengan pronto que se va a enfriar!

(Los tres conejitos entran corriendo por la misma puerta que la madre y le dan un beso.)

TODOS. ¡Buenos días, mamá!

DOÑA EMILIA. ¡Buenos días, hijos!

(Se ubican en las sillas correspondientes y mamá coneja comienza a servir el café con leche en las tacitas.)

DOÑA EMILIA. ¿Cómo han dormido, mis niños?

ANTEOJOS. ¡Muy bien, mamá! Yo tenía tanto sueño que casi no podía abrir los ojos.

OREJAS. Yo tuve un sueño muy lindo. ¿Quieres que te lo cuente?

SALTARÍN. ¡Ah... no! Yo tengo mucho apetito y sería mejor que diéramos gracias a Dios por los alimentos y luego tomáramos el desayuno, ¿no les parece?

OREJAS. Entonces yo voy a orar. "Señor Jesús: te damos gracias por este día y por estos alimentos, amén".

(La mamá se retira y los conejitos comienzan a tomar el desayuno mientras entablan una conversación interesante.)

ANTEOJOS. Yo estaba pensando en que hoy es el día de la madre y nosotros no preparamos nada especial para regalarle a mamá.

SALTARÍN. Las mamás no quieren regalos, Anteojos.

OREJAS. No quieren regalos que nos cuesten dinero, pero les agradan aquellas cosas que conseguimos con nuestro esfuerzo.

ANTEOJOS. ¡Claro! Por ejemplo: una buena calificación en la escuela, algún trabajo manual, una buena contestación, un beso...


SALTARÍN. ¡Eso sí! Y como buenos hijos, siempre tenemos que darle regalos a mamá.

OREJAS. Sí, y especialmente en un día como hoy.

ANTEOJOS. ¡Tengo una idea! ¡Vengan! (Los tres unen sus cabezas comentando algo que el público no llega a oír. Luego terminan de desayunar apurados.)

SALTARÍN. ¡No tenemos tiempo que perder!

(Se disponen a salir de la casa.)

ANTEOJOS. ¡Mamá! Vamos a salir a dar nuestro paseo acostumbrado. Volveremos a la hora de almorzar.

DOÑA EMILIA. (Desde fuera del escenario.) Bueno, hijitos. ¡Vuelvan temprano!

(Salen los tres caminando y cantando alguna canción. Entra la mamá y levanta la mesa. Suspira y se ve triste. Sale don Pedro).

DON PEDRO No se extrañen los niños presentes, que los conejitos vayan a pasear con tanta libertad y sin la compañía de sus padres. Lo que pasa es que en el bosque, donde ellos viven, no hay tantos peligros como en las ciudades. Además, los animales desde muy pequeños aprenden a andar solos. ¡Así son ellos! Se comportan de forma un poco diferente que los niños, quienes deben permanecer más cerca de papá y mamá. Bueno, pero no tengo que hablar tanto. Vuelvo a mi escondite.

(Mientras tanto se escucha una suave música de fondo.)



ACTO II

(Entra don Francisco con herramientas en sus manos que inmediatamente deja dentro de un cajón o caja colocada a un costado del escenario.)

DON FRANCISCO. ¡Qué rápido pasa la mañana! Ya es mediodía. ¡Qué cansado estoy! Así es la vida de los animales en el bosque. ¡Trabajar, trabajar y trabajar! Bueno... voy a saludar a Emilia porque hoy es el día de 1a madre, y tanto mis hijos como yo debemos agasajar. ¡Emilia! ¡Ya llegué!

DOÑA EMILIA. (Entra con paso suave.) Buenos días Francisco. ¡Qué alegría tenerte en casa! (Le da un beso.)

DON FRANCISCO. Hoy había un clima de alegría entre los animales del bosque. Todos los padres estaban trabajando en la construcción de la cabaña para esa ardilla anciana que no tiene familia. Nosotros, los animales, no somos como los humanos que tienen un templo adónde ir. Pero, igualmente, aunque nadie nos lo enseñe, sabemos que Jesús nos mira y se pone contento cuando hacemos algo por nuestros vecinos que nos necesitan. ¿No te parece, Emilia?

DOÑA EMILIA. Tienes mucha razón.

DON FRANCISCO. Mientras nosotros trabajábamos, los niños iban y venían llevando regalos a sus mamás, por ser hoy el día de la madre.

DOÑA EMILIA. Yo estoy muy triste. Mis hijos no se han acordado de darme un beso especial hoy. Además, se fueron temprano y todavía no han vuelto.

DON FRANCISCO. Bueno, bueno. Ya van a venir. Por ahora podemos comenzar a almorzar.

DOÑA EMILIA. Ya traigo la comida.

(Don Francisco se sienta a leer el diario y doña Emilia sale. Muy pronto vuelve a entrar trayendo una bandeja con comida.)

DON FRANCISCO. ¡Qué bien huele eso! Sentémonos pronto.

(Ambos se sientan, inclinan sus cabezas y oran en silencio. Don Francisco empieza a comer, pero doña Emilia se queda pensativa. De repente se oye un ruido, como el de una piedra golpeando contra la pared.)

DOÑA EMILIA. (Sobresaltada.) ¿Qué fue ese ruido?

(Los dos conejos padres se asoman por la ventana. En ese momento abre la puerta y entran sigilosamente los 3 conejos portando una enorme zanahoria. Se colocan al lado de la mesa. El papá y la mamá se vuelven a su posición anterior.)

DOÑA EMILIA. (Asustada.) ¡Eh! ¿Por dónde entraron?

ANTEOJOS. Por la puerta. (Risas.)
TODOS. ¡Feliz día, mamá! Nuestro regalo es muy humilde, pero nos costó bastante conseguirlo.

(Le entregan la zanahoria.)

DOÑA EMILIA. (Emocionada.) ¡Gracias, muchas gracias!

SALTARÍN. Tardamos más de lo debido porque como todos los conejos pensaron en el mismo obsequio, no encontramos ninguna zanahoria por aquí cerca.

ANTEOJOS. También tenemos otra cosa para ti. Orejas, es tu turno.

OREJAS. Mamá, te queremos mucho. Deseamos ser buenos y obedientes para que tú y papá estén siempre contentos.

DON FRANCISCO. ¿Viste, Emilia, que no se habían olvidado?

DOÑA EMILIA. (Abrazando a todos y dirigiéndose con ellos al centro del escenario y mirando al público.) ¡Qué linda familia tengo!

ANTEOJOS. ¡Viva la familia Rabito!

TODOS. ¡Viva!

(Todos los personajes se toman de la mano para salir, pero don Pedro los detiene.)

DON PEDRO. ¡Un momento! ¡No se vayan! Aquí, entre estas personas que los están mirando (señala al auditorio), puede haber mamás que no tengan a sus hijos cerca, y hoy ellas también quieren recibir un regalo. ¿No quieren ustedes ofrecérselo?

OREJAS. ¡Cómo no! ¿Que les parece si cantamos la canción que nosotros preparamos?

TODOS. ¡Buena idea!

(Cantan la siguiente canción con la música de "Cumpleaños feliz": “Feliz día, mamá; feliz día, mamá; que Jesús te bendiga, ¡feliz día, mamá!” Salen todos tomados de la mano. Don Pedro se une a ellos y salen saludando al público.)


Telón.

(A continuación pueden pasar algunos hijos, de cualquier edad, que hablen de las cualidades o actitudes que más admiran en sus madres, o cuenten algún incidente que permita destacar un hecho especial realizado por su madre. En el caso de las hijas pueden hablar acerca de las cualidades que admiran en sus madres y que ellas desean imitar como madres, esposas, amas de casa o mujeres profesionales. Pedir esto con suficiente anticipación y elegir las mejores expresiones. Si las madres están presentes pueden pasar al frente una vez concluida la exposición de sus hijos. Será la oportunidad de darles un beso).

Un corazón nuevo

10/15 Minutos y 4 Personajes. Un hombre y una mujer consiguen ser engañados por Satanás para entregarle su corazón. La mujer se da cuenta que Satanás ha ensuciado su corazón y pide perdón a Dios. Cuando Dios les pide sus corazones sólo el corazón de la mujer estará entero.


UN CORAZÓN NUEVO
Juan Carlos Flores Marker

PERSONAJES

DIOS
HOMBRE
MUJER
SATANÁS


VESTUARIO
Dios – Vestido de blanco
Hombre – Vestido de pantalón negro y camisa blanca
Mujer – Vestido de pantalón negro y camisa blanca
Satanás – Vestido de negro

ATREZZO

2 Globos rojos llenos de agua y un globo blanco

El drama inicia con Dios dando la espalda al público y el hombre y la mujer en posición fetal, a Su espalda.

El narrador lee en voz alta Corintios 5:10, al mismo tiempo que Dios se voltea hacia el hombre y la mujer, y les da vida. Les entrega un globo rojo a cada uno (el globo simboliza al corazón) y Cristo/Dios retrocede un poco pero permanece en el centro del escenario dando la cara al público y los demás actores. El hombre y la mujer actúan desplazándose en el escenario con libertad y disfrutando de la vida, cada uno en un extremo del escenario.

Satanás entra y le dice a la mujer que le preste su corazón; le insiste, pero la mujer no acepta, lo reprende y mira a Cristo/Dios quien le da un gesto de apropio. Satanás llega a donde está el hombre y le pide su corazón, el hombre le dice que no y mira a Cristo/Dios quien le da un gesto de apropio. Satanás insiste y le ofrece una revista o algo que simboliza pornografía (como una revista gigante estilo de "Play boy"). El hombre acepta la revista (y da la espalda para no ver a Cristo/Dios) y mientras esta mirándola, no observa cuando Satanás mancha su corazón con el marcador (el hombre sostiene su corazón en la mano donde no esta la revista.)
Satanás regresa a la mujer y nuevamente pide que le preste su corazón, la mujer al principio no acepta, pero le insiste y le ofrece un espejo (representando vanidad u orgullo.) La mujer acepta el espejo y mientras está mirándose no observa cuando Satanás mancha su corazón con el marcador (la mujer sostiene su corazón en la mano donde no está el espejo.) Unos segundos después, la mujer ve su corazón manchado, mira a Cristo/Dios, se da cuenta de lo que ha hecho, se hinca y muestra su corazón a Cristo/Dios pidiendo perdón. Cristo/Dios se acerca a ella tiernamente (sin enojo) y la perdona dándole un nuevo corazón blanco (representando la salvación). A Satanás no le agrada, pero la mujer ahora queda con la mirada fija en Cristo/Dios (quien regresa al lugar donde estaba.) Después Satanás le ofrece al hombre un billete grande (cree uno grande de cartulina y escribe algo como $1,000,000) y mientras está viendo con asombro el billete, no se da cuenta de que Satanás continúa marcando su corazón.
Satanás le pide que jueguen con su corazón, al principio el hombre no quiere, pero Satanás insiste y empiezan a jugar, aventándose el globo, cada vez a mayor distancia, hasta que Satanás lo toma para sí y lo avienta hacia arriba, cada vez más alto. El hombre se preocupa, hasta que Satanás deja caer el globo y éste se rompe (asegúrate de que el globo está bien lleno.) El hombre quiere reclamarle pero Satanás se va.
En ese momento Dios va hasta el centro del escenario, llama al hombre y a la mujer y les pide sus corazones. El hombre le entrega el pedazo de globo roto, pero Dios - con tristeza pero justicia - no lo acepta y lo rechaza. La mujer le entrega el globo y Dios la recibe y sale junto con ella del escenario, a la vez que el narrador lee lo siguiente: -Porque la paga del pecado es muerte... pero... Todo el que confíe en Él no será jamás defraudado... porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo- (porciones de Romanos 6:23 junto con Romanos 10:11 y 13)

Corazón roto

10/15 Minutos y 6 Personajes. Una joven entrega su corazón a su novio, amigos, etc. y todos le decepcionan. No tiene confianza para entregárselo a nadie más por el dolor causado. Jesús le explica cuánto la ama y se lo entrega a él.
CORAZÓN ROTO
PERSONAJES

JOVEN PROTAGONISTA
AMIGO/NOVIO/EX−NOVIO
JOVEN 2
AMIGO 1
AMIGO 2
JESÚS


Entra una joven y se pone en medio del escenario. Toma su propio corazón en las manos, sacándolo de su cuerpo con mucho cuidado. Se ve que tiene vida por las caricias y movimientos de las manos (simula con el movimiento de sus manos que el corazón está latiendo). Entra un joven, y ve a la muchacha con su corazón en las manos. Él trata de conquistarla así, poco a poco, ganando su confianza. Por fin confía totalmente en él, y andan felices como novios un tiempo. Durante este tiempo la muchacha le da su corazón al joven.
Entra otra chica. Da unas dos vueltas alrededor de la pareja feliz. Después de un poco de tiempo el joven sigue a la nueva chica tirando el corazón de la primera sobre su hombro. La muchacha se pone muy triste. Recoge su corazón roto del piso y trata de componerlo. Después de un rato el corazón empieza a tener un poco de vida.
Entran dos jóvenes muy sociables. Ven a la muchacha y empiezan a hablar con ella. Parece que los tres pueden desarrollar una amistad bastante estrecha, con mucha confianza. Ellos ven su corazón. Ella es muy miedosa después de su primera experiencia, pero luego les da a ellos su corazón. Por un minuto lo tratan como un gran tesoro, pero después juegan con su corazón como con una pelota entre los dos, con ella en medio (la muchacha empieza a mostrarse triste y confundida). Se cae el corazón y ellos se salen disculpándose y riéndose disimuladamente. La muchacha recoge su corazón del suelo, hecho pedazos. Se pone más triste. Tiene su corazón en las manos, y se ve que el corazón ya casi está muerto.
Entra Jesús, la ve tan triste y la abraza y trata de calmarla. También quiere su corazón, pero ella ya tiene bastante desconfianza. Él le explica con los brazos extendidos que él murió por ella; le ama y le hace entender que nunca la va a dejar. Por fin, ella le da a él su corazón, que en sus manos está realmente seguro. Los dos se abrazan, y ella tiene una expresión de alegría y mucha confianza.