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2012 - España

El verdadero tesoro

30 Minutos y 8 personajes. Se trata de un programa para enlazar diversas actividades espirituales en el que como hilo conductor, un joven irá en busca de un tesoro, la Biblia, que al final del camino encontrará.


EL VERDADERO TESORO




PERSONAJES

TURISTA
PARTICIPANTE 1
PARTICIPANTE 2
PARTICIPANTE 3
PARTICIPANTE 4
PARTICIPANTE 5
PARTICIPANTE 6
PARTICIPANTE 7

El personaje de turista debe estar ataviado con ropas que simulen ser un viajero extranjero y debe tener una cámara fotográfica, lentes, un mapa, entres otros accesorios. Cuando cada participante se presente le entregará una pista en forma de pancarta dividida hasta que el último participante le entregue la última pieza con la cual se completará el mensaje que dirá: “Buscar baúl”. (Para descargar la pancarta clique AQUÍ)

TURISTA. ¡Oh, estoy perdido! No sé dónde estoy y quiero encontrar el lugar en donde está el verdadero tesoro.

TURISTA. Pero… ¿Cómo puedo llegar hasta él?

PARTICIPANTE 1. Joven, veo que es un turista, ¿necesita alguna ayuda?

TURISTA. Sí, quisiera que me indicara cómo llegar al verdadero tesoro.

PARTICIPANTE 1. Bueno te puedo encaminar de la siguiente manera…

TURISTA. Sí, ¿cómo? Dígame, please.

PARTICIPANTE 1. Pues debes acompañarme a cantar las notas del himno 288.

TURISTA. Ok, gracias ahora me siento con más ganas de seguir. Y entonces qué debo hacer ahora, ¿quién podría ayudarme con una pista?

PARTICIPANTE 2. Sí, yo estoy dispuesta a darte un consejo para que puedas encontrar el verdadero tesoro.

TURISTA. Sí, dígame, ¿cómo me ayudaría?

PARTICIPANTE 2. Bueno mira en el libro de Mateo, capítulo 13: 44-46 nos dice…

TURISTA. Ah, gracias, en verdad es algo grandioso, pero ¿me hacen más piezas para armar este rompecabezas? Quisiera encontrar más pistas.

PARTICIPANTE 3. Joven yo le puedo ayudar con la siguiente pista: se encuentra a través del camino de la oración; ahora acompáñeme a orar.

TURISTA. Ok de acuerdo.

TURISTA. Wuao ahora me siento más cerca del verdadero tesoro, gracias por ayudarme. Seguiré tomando fotos y buscando en mi mapa a ver si puedo lograr ver algo.

PARTICIPANTE 4. Buen día, mi amigo, por lo que veo está en una travesía en busca de algo especial, lo cual le ha dado mucho empeño y debe estar fatigado.

TURISTA. Sí, así es, estoy ansioso de encontrarlo.

PARTICIPANTE 4. Por estar fatigado le invito a deleitarse en una alabanza musical y al mismo tiempo le extiendo a usted una cordial bienvenida a este lugar, esperando que Dios colme su corazón de sabiduría para cuando logre encontrar el tesoro pueda preservarlo. Escuchemos a ________________ con unas alabanzas.

TURISTA. Ahora me siento con más energía para seguir buscando mi tesoro verdadero. Pero me hace falta alguien que me diga algunas palabras o historias de cómo agradecer por estar tan cerca de encontrar mi tesoro. ¿Quién me ayuda a encontrar mi rumbo?

PARTICIPANTE 5. Yo te puedo ayudar, tengo una historia que contarte y es acerca de:

TURISTA. Gracias ahora sí que estoy cerca, ya lo presiento. Ahora quisiera que alguien me informe acerca de las personas que ya han encontrado el tesoro, de cómo ha sido su progreso, ¿quién me diría?

PARTICIPANTE 6. Bien yo te contaré…

TURISTA. Gracias por sus informaciones.

PARTICIPANTE 6. Sí, quisiera dejarte con otra pista y al mismo tiempo presentarte a alguien que te deleitara con una alabanza musical.

(Parte especial.)

TURISTA. Pero, ¿hay alguien que desea contarme alguna historia antes de yo proseguir mi camino?

PARTICIPANTE 7. Sí, yo tengo una historia que contar.

TURISTA. Ah, gracias, y ¿quién me podría decir cuál es la última pista para encontrar el verdadero tesoro? Pues ya estoy cerquita de lograr la meta.

PARTICIPANTE 7. Bien, mire, aquí está la última pista, vamos a completarla,

TURISTA. A ver qué dice.

PARTICIPANTE 7. Dice: bus car ba ul

TURISTA. Oh dice que busquemos el baúl, y, ¿qué es baúl? No entiendo esa palabra.

PARTICIPANTE 7. Es una caja de madera, pero mira este es un baúl, miremos a ver…

TURISTA. Oh si mira a acá encontré el verdadero tesoro y es una santa Biblia. ¡Genial, gracias por ayudarme a encontrarlo!

PARTICIPANTE 7. Bien, dice la Biblia: “pedid y se os dará, buscad y hallaréis”, y ya encontraste lo que buscabas. Dios te ayude a escudriñad este gran tesoro.

El primer asesinato

12 Minutos y 4 Personajes. Caín mata a su hermano Abel cuando su sacrificio no es aceptado por Dios. Obrita para ilustrar un sermón sobre la lucha de Satanás con la simiente. El final es abierto y depende de una explicación posterior. Inspirada en Génesis 3:15 y en el siguiente sermón (aquí).



EL PRIMER ASESINATO
loidasomo@gmail.com



PERSONAJES

AYUDANTE
SATANÁS
ABEL
CAÍN

(Es una obra en la que los personajes de Caín y Abel no hablan sino que van realizando de forma mímica, todo lo que Satanás y el Ayudante dicen de ellos. Se han obviado, por tanto, todas las referencias mímicas de su parte.)

AYUDANTE. ¿Has observado a los dos jóvenes?

SATANÁS. Sí, al milímetro.

AYUDANTE. ¿Has visto su actitud?

SATANÁS. ¿De quién?

AYUDANTE. De Abel.

SATANÁS. Sí, he puesto especial énfasis en él.

AYUDANTE. ¿Crees que podría ser él?

SATANÁS. Es posible.

AYUDANTE. Se deleita en hacer el bien, además, obedece a sus padres en todo lo que le piden y ofrece sinceros sacrificios a Dios.

SATANÁS. Sí, Abel ha resultado un joven muy difícil de persuadir.

AYUDANTE. No así su hermano…

SATANÁS. (Sonrisa irónica.) No, Caín es muy manejable.

AYUDANTE. Tanto como la tierra que ara.

SATANÁS. Habéis hecho un trabajo muy bueno con él.

AYUDANTE. Gracias, ha sido muy fácil: desde joven ya apuntaba maneras. Cuando sus padres trataban de explicarles lo que sucedió en Edén y de prevenirles de nuestros ataques, siempre lográbamos distraerle con cualquier cosa: un gusanillo juguetón, los aleteos de una mariposa, el canto de un pájaro…

SATANÁS. ¡Qué bien os han servido las criaturas de Ése! ¡Alabadas sean las criaturas del Señor!

(Los dos se ríen.)

AYUDANTE. Se esmera bastante en su trabajo.

SATANÁS. Sí, ¿os habéis fijado en el brillo de sus ojos cuando mira su huerto?

AYUDANTE. No, nos habíamos percatado.

SATANÁS. Por eso hay que estar siempre al tanto. Ese brillo bien encaminado puede derivar en orgullo. Mira, observa… (Se acerca a Caín que está labrando la tierra y le habla al oído.)

SATANÁS. Pasa la mano por los frutos. ¡Qué buen color tienen! ¡Qué aroma! ¡Y cómo pesan…! No hay otro huerto como el tuyo. Tu padre no sabe tanto como tú. ¡Claro! Él no lo ha aprendido de niño, lo ha tenido que hacer como un castigo y ha perdido la ilusión del Edén. ¡Prueba uno! ¡Hum! ¡Qué bien sabe! Seguro que son tan buenos como los que comían tus padres en el Jardín. Míralo otra vez. ¡No, no! Este es mucho mejor que los del Edén… ¡Seguro!

(Caín se queda extasiado y con cara de orgullo.)

SATANÁS. Ya está.

AYUDANTE. ¡Ahí viene Abel!

(Entra Abel; habla con su hermano, observa sus frutos.)

AYUDANTE. De todos los hijos de la pareja, éste es el único que se ajusta a la profecía de Dios.

SATANÁS. Abel, Abel, ¿vas a aplastarme tú la cabeza? Ya veremos quién aplasta a quién el qué.

AYUDANTE. Dios dijo que sería un descendiente de la mujer: su simiente y éste es el que…

SATANÁS. (Le corta enfadado.) De este me encargo yo.

AYUDANTE. ¡Mira! Están construyendo unos altares.

SATANÁS. Perfecto para mis planes… (Se acerca a Caín y le habla al oído mientras construye el altar.) Ya sabes que a Dios hay que ofrecerle lo mejor y qué mejor que tus frutos, ¿verdad? Sí, esos frutos que superan a los del Edén.

(Caín se queda pensativo a medida que escucha las palabras de Satanás.)

SATANÁS. Seguro que Dios se enorgullece de ti y le das una lección al santurrón de tu hermano. ¡Qué poco original es este Abel!

(Los hermanos terminan de construir los altares y cada uno coloca sus ofrendas. Cuando Abel ve la ofrenda de Caín se acerca a él para intentarle convencer de su error.)

AYUDANTE. Abel, Abel, ahórrate el discursito, ¿no ves que el brillito de sus ojos le impide ver la realidad? ¿Le estás contando otra vez la experiencia de vuestro padre?

SATANÁS. Abel, que no, que no se acuerda del sufrimiento de vuestro padre cuando tuvo que degollar a esa pobre ovejita, ni de cómo le escurría la sangre por sus manos y sentía la inercia del cuerpo muerto. No, tampoco recuerda cómo experimentó por primera vez las lágrimas, ni de cómo, sorprendido, al sentírselas brotar se tocó la cara y se la cubrió de sangre. No, Abel, no, no se acuerda… Ahora solo ve gusanillos y maripositas… ¡Que canten todos los pájaros ahora!

(Se escuchan cantos de pájaros y Abel desiste de convencer a su hermano. Realizan el sacrificio y el sacrificio de Abel es aceptado porque desciende fuego del cielo y lo consume. No ocurre nada con el de Caín y el semblante de Caín se desvanece.)

SATANÁS. Lo que pensabas: que Dios es poco agradecido con tus ofrendas… ¡Con lo que has trabajado en la Tierra! Y Abel… Con esa carita de ángel… Pero bien que se ríe de ti. No es tan santito como parece.

(Abel se acerca a su hermano e intenta consolarlo. Le empieza a explicar la cuestión del sacrificio.)

AYUDANTE. ¡Hombre, Caín! Aunque no quieras reconocerlo, tu hermano tiene razón y sin derramamiento de sangre no hay perdón de los pecados.

SATANÁS. Tenías que saber que el pecado no es algo para tomárselo a la ligera y que éste desagrada a Dios.

AYUDANTE. Sí, id a dar un paseo, a ver si de una vez por todas se calla Abel…

(Van caminando y Abel sigue hablando.)

SATANÁS. ¡Qué pesado es tu hermano, verdad? Y además, ¿no eres tú el mayor? Tú tendrías que estar al mando y no él. ¿Qué se ha pensado?

AYUDANTE. Y ahora te dice que te sientes, que va a buscarte un poco de agua fresca.

SATANÁS. ¡Basta ya! ¡Que no eres un muñeco! ¡Levántate! Que se entere de quién eres tú… Aquí y ahora… ¡TÚ DECIDES!

(Caín enfadado y alterado, agarra una piedra y golpea a su hermano que cae muerto al suelo. Aún con la piedra en la mano…)

SATANÁS. Perfecto, Caín, yo no lo habría hecho tan bien. ¿Quién iba a aplastarle la cabeza a quién?

No estás sola

20 Minutos y 4 Personajes. Sally es una viuda que vive en la más absoluta miseria después de la muerte de su marido. Lo que no sabe es que guardaba en su casa una gran cantidad de dinero...



NO ESTÁS SOLA
loidasomo@gmail.com




(Basada en un hecho real e inspirada en una predicación sobre el Espíritu Santo. Se trata de un estudio de 5 conferencias en inglés. Si desea obtener gratuitamente esas predicaciones, clique aquí. )



PERSONAJES

SALLY
MARIAN
VECINA 1
VECINA 2


(Dos mujeres conversan en la calle.)

VECINA 1. ¿Cómo han quedado los injertos que te di? ¿Los plantaste?

VECINA 2. Sí, ya han empezado a florecer y están muy bonitos.

VECINA 1. Me alegro que te gusten. Ya te dije que te saldrían enseguida.

VECINA 2. Pues sí… (Bajando la voz.) ¡Uy! Mira quién viene por ahí.

VECINA 1. ¿Quién?

VECINA 2. Date la vuelta y la verás.

VECINA 1. (Se gira.)

(Aparece Sally cabizbaja, con ropas viejas.)

VECINA 2. Cada vez está peor esta mujer…

VECINA 1. Igual tendríamos que llamar a los servicios sociales para que se ocuparan de ella.

VECINA 2. Sí, para que les eche los gatos…

VECINA 1. ¿Qué gatos?

VECINA 2. ¿No has visto los gatos que hay siempre en su puerta?

VECINA 1. Pues no tengo mucho tiempo para observar a mis vecinas.

VECINA 2. Ni yo tampoco, mujer, pero es inevitable si vives enfrente de ella.

VECINA 1. Pues yo vivo a su lado y nunca los he visto.

VECINA 2. Bueno, que me da igual, que una mujer loca no debería vivir sola. Mira cómo tiene la casa, cualquier día se le cae encima.

VECINA 1. Da pena ver cómo está todo… Además se está haciendo mayor y va a ser mucho peor…

VECINA 2. A mí me da miedo: tan solitaria y misteriosa siempre…

VECINA 1. Es verdad, nunca habla con nadie. Igual tendríamos que ir a ver si necesita algo.

VECINA 2. Sí, y que te eche los gatos… ¡quita, quita!

VECINA 1. ¡Qué pesada eres con los gatos!

VECINA 2. Y tú pareces una monjita de la caridad…

VECINA 1. Hombre, no, sólo que me da un poco de pena.

VECINA 2. Pues eso, “hermana” (con retintín). ¿Sabes lo que te digo? Que me voy a mi casa, no vaya a llegar la sangre al río…

VECINA 1. Pero, ¡qué exagerada que eres…! Anda, dame la mano, haya paz…

(Se dan la mano.)

VECINA 2. En serio, que me voy a preparar la cena a los chicos que vendrán a casa de un momento a otro.

VECINA 1. Está bien, está bien. ¿Quedamos mañana para dar otra vuelta?

VECINA. (Despidiéndose.) Sí, a la misma hora.

VECINA 1. Entonces, hasta mañana.

VECINA 2. Hasta mañana.


ACTO II

(Interior de la casa de Sally. La casa está bastante abandonada. Se notan los muebles viejos, las ropas con remiendos y bastante desordenada.)

(Llaman a la puerta y Sally se extraña. Mira por la mirilla.)

SALLY. ¿Quién es?

MARIAN. Sally, soy yo, Marian.

SALLY. ¿Marian?

MARIAN. Sí, abre la puerta.

(Sally abre la puerta.)

SALLY. ¡Qué sorpresa!

(Se abrazan por largo rato y se besan.)

SALLY. ¡Cuánto tiempo!

MARIAN. ¡Qué alegría de volver a verte!

SALLY. ¿Cómo estás?

MARIAN. Bien, muy bien.

SALLY. Pero, ¿qué haces aquí?

MARIAN. Que quería verte y he intentado hablar contigo por teléfono pero no me daba línea.

SALLY. Es que no tengo teléfono.

MARIAN. ¿Cómo puedes estar sin teléfono?

SALLY. Bueno, ya te contaré… Pero, pasa, pasa, no te quedes en la puerta.

(Al entrar a la casa Marian se queda atónita y se muestra en su cara y en su tono de voz.)

MARIAN. Pe… Pero Sally, ¿qué ha pasado en la casa?

SALLY. ¿Está mal, verdad?

MARIAN. Bueno… Está un poco… vieja…

SALLY. Ven, siéntate aquí y hablamos.

(Se sientan en el sofá.)

SALLY. ¡Hace mucho que no nos veíamos!

MARIAN. Mucho. La última vez que vine aquí Jeff aún estaba vivo.

SALLY. Pues de eso hace más de veinte años.

MARIAN. ¡No puede ser! ¿Tanto tiempo ya?

SALLY. Sí, Jeff murió hace 22 años… así que calcula.

MARIAN. Madre mía… ¿Quién lo diría?

SALLY. ¿Te apetece una limonada o algo de comer?

MARIAN. Un vaso de agua.

SALLY. ¿Segura?

MARIAN. Sí, sí, tengo sed de agua.

SALLY. Está bien, ahora te lo traigo. (Mientras sale.) Ya sabes, como si estuvieras en tu casa.

MARIAN. Gracias, Sally. (Marian se acomoda en el sofá y se empieza a hundir. Se alza para acomodarse mejor y del impulso el sofá se rompe.) ¿Sally?

SALLY. (Desde fuera.) ¿Sí?

MARIAN. Creo que te he roto el sofá…

SALLY. (Entra con el agua y unas galletas.) Ah, no, ya verás… Levanta un momento. (Levanta el sofá de un lado y arregla la pata con un calzador.) ¡Ya está! ¿Has visto?

MARIAN. ¡Menos mal! Pensé que lo había roto…

SALLY. Ya estaba roto…

MARIAN. (Tomando el vaso y una galleta.) Dime, Sally, ¿qué tal estos años? ¿Qué has hecho?

SALLY. Pues poca cosa.

MARIAN. ¿Has hecho algún viaje? ¿Algún curso? ¿Sales con amigas?

SALLY. (Negando con la cabeza mientras Marian le preguntaba.) No, no, qué va…

MARIAN. Pues tenemos que hacer una excursión ahora que estoy yo aquí.

SALLY. Bueno, bueno…

MARIAN. No te veo muy entusiasmada.

SALLY. No, solo que…

MARIAN. ¿No te encuentras bien? ¿Pasa algo, Sally?

SALLY. No, no, estoy bien pero es que… desde que murió Jeff no he vuelto a ser la misma.

MARIAN. Es normal, pero ya ha pasado mucho tiempo.

SALLY. Sí, mucho tiempo.

MARIAN. ¿Estás bien, Sally?

SALLY. Bueno, a ratos…

MARIAN. ¿A ratos?

SALLY. Que han sido 22 años muy duros.

MARIAN. Me lo imagino.

SALLY. No, no te lo imaginas. No es sólo la pérdida de Jeff sino la vida que llevo…

MARIAN. ¿Qué quieres decir?

SALLY. Bueno, ya has visto la casa.

MARIAN. Sí, ¿qué ha pasado?

SALLY. Que se cae a pedazos: el sofá o este mantel con agujeros, (levantándose) las paredes con humedad y (acercándose a la lamparita) sin luz.

MARIAN. ¿Estás sin luz?

SALLY. Sí, sin luz.

MARIAN. Pero, ¿por qué no lo has arreglado?

SALLY. Porque no he podido.

MARIAN. Pues haber llamado a alguien para que lo arreglara…

SALLY. No es eso, Marian. (Pausa como si le costase hablar.) Lo que pasa es que no tengo dinero para permitirme esos lujos.

MARIAN. Pero estas cosas no son lujos, son cosas necesarias… Quizá algún vecino te podría haber ayudado a repararlas…

SALLY. Seguro que habría sido así pero no me hablo con ningún vecino.

MARIAN. Pero, ¿por qué? ¿Qué ha pasado?

SALLY. Pues ya ni me acuerdo de por qué… Supongo que he estado tan centrada en mi dolor que me he aislado de todo el mundo…

MARIAN. ¿Nadie vino a visitarte?

SALLY. Sí, al principio, sí, pero luego pasa el tiempo y la gente deja de preocuparse de forma tan seguida… Pero no los culpo, tampoco hice un esfuerzo yo por mantener la amistad.

MARIAN. Sally, cuánto lo siento. Perdóname por no haberte llamado antes, por no haberme preocupado por ti lo suficiente.

SALLY. Y tú a mí. Es muy egoísta por mi parte esperar que sean los demás los que muevan ficha y no preocuparme yo por ellos tampoco.

(Se abrazan.)

MARIAN. Me has hecho saltar las lágrimas. (Limpiándose los ojos.)

SALLY. Y tú a mí…

(Se echan a reír.)

SALLY. Bueno, ¿te vas a quedar varios días, no?

MARIAN. ¡Claro! Si no me echas… (Riéndose.)

SALLY. ¡Cómo te iba a echar a ti…! Dime, ¿qué te gustaría hacer estos días?

MARIAN. Nada en especial, estar contigo, hablar, dar paseos… o lo que te apetezca.

SALLY. Eso suena muy bien. ¡Ay, Marian! (Abrazándola.) Gracias por venir.

(Se apagan las luces.)



ACTO III

(Al encenderse otra vez Marian está limpiando el escritorio de Jeff. La sala tiene mejor aspecto; entra Sally.)

SALLY. ¡No me lo puedo creer! ¡La sala parece otra! Y no sólo la sala sino la casa entera.

MARIAN. Creo que los vecinos han agradecido que cortásemos los setos y además se han ofrecido para plantarnos unas flores alrededor.

SALLY. Creo que les has caído muy simpática.

MARIAN. ¡Hombre, claro! ¿No voy a caerles simpática? Les he ido recortando sus setos también estos días…

(Las dos se echan a reír.)

SALLY. No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo por mí y por la casa…

MARIAN. ¿Qué te parece si me lo agradeces con una limonada fresquita?

SALLY. ¡Ja, ja! Eres una ayuda muy barata. (Sale de la sala.)

MARIAN. (Sigue limpiando el escritorio de Jeff. De repente se queda asombrada y lee…) ¿Para Sally? ¡Sally!

SALLY. (Desde fuera.) ¿Qué?

MARIAN. ¿Qué es esto?

SALLY. ¿El qué?

MARIAN. Esta carta sin abrir a tu nombre.

SALLY. No lo sé, espera, ya voy…

(Al poco aparece Sally con una limonada en la mano. Se la da a Marian.)

MARIAN. He encontrado esta carta en el escritorio de Jeff.

SALLY. Nunca la había visto, pero es la letra de Jeff.

MARIAN. ¿Y no la has abierto todavía?

SALLY. Pues no; Jeff me dijo antes de morir que mirara en sus cosas pero he estado tan sumida en mi desesperación que no he tenido ganas de hacer nada. Ni siquiera he limpiado el escritorio y está igual que lo dejó él.

MARIAN. ¿Y no vas a abrirla?

SALLY. Ábrela tú, Marian. (Entregándosela.) El corazón me va a 100.

MARIAN. (Abre la carta y la lee.) “Mi amada, el tiempo que he vivido contigo ha pasado rápido pero quiero que sepas que he dejado todo arreglado para que no te tengas que preocupar de nada cuando yo no esté. Mira en la libreta del banco que hay dentro del sobre y luego toma la llave que hay dentro. Con ella podrás abrir una caja fuerte del banco. Acuérdate del amor que he tenido por ti y por favor, disfruta la vida al máximo. Con todo mi amor, Jeff”. ¡Sally, esta carta es un tesoro!

SALLY. Sí, sí que lo es. (Saltándosele las lágrimas.) Marian, no te puedes imaginar lo duros que han sido estos años.

MARIAN. (Abrazándola.) ¡Oh, Sally! Lo siento mucho. Mira, vamos a ver cómo están todas las cosas en el banco. Arréglate que salimos ahora mismo.

(Se apagan las luces.)


ACTO IV

(Se encienden las luces. Las dos mujeres están sentadas en la mesa de la sala.)

MARIAN. ¿Te das cuenta de todo lo que tenías?

SALLY. 32.000 dólares en metálico, más la libreta del banco con los intereses que se han generado en 22 años…

MARIAN. Y las acciones, y la colección de monedas antiguas… ¡Es increíble!

SALLY. ¿Qué valor alcanza todo lo que tengo?

MARIAN. Un momento que lo sumo… (Con calculadora y papeles en la mano.) 883.000 dólares.

SALLY. ¡883.000 dólares! ¡Tanto dinero en mis manos y yo sin saberlo…!

MARIAN. ¡Cómo podrías haber vivido estos años! El sufrimiento y la pena que te podrías haber ahorrado.

SALLY. Todo este tiempo aquí, en el escritorio de Jeff y viviendo en la más absoluta miseria. ¡Cuánto me alegro de que hayas venido a verme! ¿Qué habría sido de mí?

MARIAN. No pienses ya en eso. Dios ha sido muy bueno contigo y no te ha abandonado.

SALLY. Tienes razón. Dios no me ha dejado sola.

(Fin)

Cuando Jesús subió al cielo, no nos dejó solos sino que dejó al Espíritu Santo para que fuese nuestra gran ayuda. Qué pena es tenerlo y no saber que está a nuestra disposición. Si deseas saber más sobre su labor en tu vida, te animo a que escuches las siguientes predicaciones (sólo en inglés). Estas charlas me han ayudado en gran manera. Espero que sean una bendición para ti.

Fotos: "La pieza de Marcelito"

2009 - Iglesia AD Getsemaní - Guatemala - 3000 niños


El elevador

6 Minutos y 4 Personajes. Cuatro personas están en un ascensor. Una de ellas tiene miedo porque no quiere quedarse colgada pero otra de ellas le dice que ella tiene confianza en Dios y no siente miedo. De repente el elevador se para y la mujer que con anterioridad había testificado da mayores muestras de miedo que el resto.


EL ELEVADOR
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PERSONAJES

MUJER 1
MUJER 2
HOMBRE 1
HOMBRE 2


(Mujer 1 y Hombre 1 y 2 se reúnen como si estuvieran en un elevador. La Mujer 2 se mete a donde están los otros tres y se voltea como si entrara a un elevador.)

MUJER 2. Buenos días.

HOMBRE 1. Buenos días.

MUJER 2. ¡Qué bonito clima estamos teniendo! (Observa a ver a la mujer 1 la cuál está agarrando su bolsa con temor evidente.) Parece estar muy atemorizada.

MUJER 1. (Temerosa y con sospecha.) ¿Por qué me dice eso?

MUJER 2. Bueno, está agarrando su bolsa como si fuera su salvación.

HOMBRE 2. Tiene razón, ¿sabe? Lo noté también cuando yo entré.

MUJER 1. ¿En serio? (Todos asienten.) Bueno, creo que sí tengo un poco de miedo. No estoy acostumbrada a los elevadores.

MUJER 2. No debe preocuparse. Yo me subo todo el tiempo y nada me ha pasado nunca.

MUJER 2. Pero, ¿Y si se atora?

HOMBRE 2. Sí, ¿sabe? Supe de una vez que varias personas se atoraron en un elevador como éste por horas antes de que supieran que estaban ahí.

MUJER 1. (Respirando y agarrando su bolsa con más fuerza.) ¿De verdad?

HOMBRE 1. Sí, es verdad. Lo leí en el periódico. Fue horrible.

HOMBRE 2. Horrible. Una vez yo vi una película en donde un cable se rompía y el elevador se cayó hasta el fondo del edificio.

MUJER 1. ¿De verdad? (Más nerviosa con cada anécdota comenzando a ver si hay una salida de escape.)

MUJER 2. Eso pasa solo en las películas.

HOMBRE 1. Pero podría suceder.

MUJER 2. Quizás pero a mí no me preocupa.

MUJER 1. ¿No le preocupa?

MUJER 2. Para nada. Tengo la paz que sobrepasa todo entendimiento.

HOMBRE 2. ¿Qué?

MUJER 2. Jesús vive en mí. Él me da la fuerza y me asegura que él se preocupará por mi y que yo estaré cuidada por él.

MUJER 1. Se oye maravilloso.

MUJER 2. Es maravilloso. Él se lleva toda mi ansiedad, yo nunca tengo temor, nunca me preocupa nada.

MUJER 1. Eso suena bien. Lo voy a intentar. ¿Qué debo hacer?

MUJER 2. Solamente cierre sus ojos y pídale a Dios que la consuele. Después crea en su corazón que él controla su mundo y confíe que Él se encargará de usted. Él no falla ni decepciona.

MUJER 1. ¿Eso es todo?

MUJER 2. Solamente crea. La fe es la clave.

MUJER 1. Pues si usted lo dice…

MUJER 2. Confíe en mí o más bien, confíe en Dios. Eso es lo que yo hago. (Todos se mueven un poco como si el elevador se hubiera detenido. La Mujer 2 se agarra del brazo de la Mujer 1) ¿Qué sucedió?

MUJER 1. (Muy calmada.) No sé, pero se siente bien confiar solamente.

HOMBRE 1. Qué bien…

HOMBRE 2. Sí, qué bien porque creo que nos hemos atorado.

MUJER 2. (Histérica.) ¿Atorado?

HOMBRE 2. Atorado.

MUJER 2. (Histérica.) ¡Estamos atorados! ¡Oh, Dios, nos vamos a morir! ¡Sáquenme de aquí! ¡Creo que me voy a enfermar!… ¡Auxilio! (Se apagan las luces)

¿Qué hubiere pasado si...?

1 Hora y 20 Personajes. Adaptación de la obra "Gracias, Sofí". Historia moderna del nacimiento de Jesús.
¿QUÉ HUBIERE PASADO SI...?
Escrito por Anma Troncoso Pérez y editada por Marya Quintana
Ministerio de Teatro de ACM/Fajardo
PERSONAJES
SOFÍA
NICOLE (HERMANA)
SRA. DEL TIEMPO
JOSÉ
MARÍA
ÁNGEL
RABINO
SEÑOR MARC ROBINSON
2 HOMBRES JUDÍOS
DOCTORA
ENFERMERA
MELCHOR
GASPAR
BALTASAR
2 GUARDIAS ESCENA 13)
VECINA
2 SOLDADOS
PRESENTADOR DE NOTICIAS


(Pantallas proyectan Título de la Obra. Luces apagadas. Comienza la música.)

ESCENA 1

(Estamos en casa de Sofía. Su hermana Nicole está adornando el árbol de Navidad.)

SOFÍA. Mientras más se acercan las vacaciones más trabajos me dan (suspira profundamente). Ya estoy bien cansada. (Se sienta.) ¿Dónde está mami?

NICOLE. Mami salió a comprar un pesebre, porque papi decidió poner el árbol y el pesebre.

SOFÍA. Pero, ¿por qué el pesebre? (Burlándose.) ¡Ja! ¡Qué tontería!

NICOLE. ¡¿Pero por qué tontería?! Si el pesebre representa el nacimiento de Jesús y por ende la Navidad.

SOFÍA. ¡Sí, Claro! Y Jonás vivió dentro de una ballena, ¿no?

NICOLE. Eso es lo que dice la Biblia.

SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué infantil eres! ¿No comprendes que lo de la ballena y lo del portal de Belén con los reyes magos y todas esas boberías no son más que cuentos?

NICOLE. ¡Esos no son ningún cuento! ¿Que acaso tú no crees que Jesús existió?

SOFÍA. ¡Claro que existió! No lo estoy negando, sólo digo que lo del nacimiento entre un buey y una mula no es más que una parábola, un cuento ilustrativo para poder entender mejor los mensajes de la Biblia.

NICOLE. ¿Y qué mensaje tú crees que nos irá a transmitir un buey y una mula?

SOFÍA. Ahora mismo no sé pero lo que está claro es que la historia real no debió ser tan simple: los pastorcitos, la estrella, un buey y una mula, los reyes... ¡Cuentos, cuentos y más cuentos! Que solo ustedes creen.

NICOLE. Pues fíjate, no estoy de acuerdo contigo.

SOFÍA. Claro que no lo vas a estar, todavía eres pequeña y aún no comprendes esas cosas.

NICOLE. ¡Ay, ya! Como si yo fuera una bebé, yo tengo 14 años. Pero anyways, lo único que yo sé es que papi y mami dicen la verdad. Además si la Biblia lo dice, yo lo creo.

SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué inocente eres! Y seguro que los reyes magos traen regalos a los niños buenos, ¿no?

NICOLE. Será mejor que me vaya al cuarto a estudiar. No tengo ganas de discutir contigo.

SOFÍA. (Sentada en el sofá, coge una revista.) ¡Ja! ¡Un pesebre! ¡No puedo creer hasta dónde ha llegado la ridiculez de mis padres! Ellos no pueden comprenden que la Biblia no se puede interpretar tal y como fue escrita. Puede ser que hace seis mil años atrás la Biblia sirviera para esos hombres con mentes sin educación que se creían cualquier embuste pero para el hombre del siglo 21 que somos tan intelectuales, eso son solo falacias. Yo creo que muchas historias de la Biblia deberían ser adaptadas. (Pausa.) Es que, ponte a pensar José no se pudo haber creído esa gran historia de que María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo, José no podía ser tan tonto en creer eso. Yo estoy segura que si eso llegase a ocurrir hoy en día no hay quien se coma ese cuento.

SRA DEL TIEMPO. No estés tan segura.

SOFÍA. (Atemorizada pregunta.) ¿Quién está ahí?

SRA DEL TIEMPO. Soy la señora del Tiempo. Viajo a través del tiempo y del espacio. He visto el pasado, el presente y el futuro. Puedo situarme en el siglo que desee sin ningún problema.

SOFÍA. Sí, claro, y yo soy Santa Claus, déjese de bromas. ¿Cómo entraste y quién eres?

SRA DEL TIEMPO. Ya te lo he dicho. Soy la señora del Tiempo, ¿quieres que te lleve a ver los jardines colgantes de Babilonia o prefieres sentarte en la mesa redonda del Rey Arturo?

SOFÍA. No, gracias, estoy bien donde estoy.

SRA DEL TIEMPO. ¿De veras? Hace un momento decías que si José viviera en esta época no le habría creído a María.

SOFÍA. ¿Cómo lo sabe?

SRA DEL TIEMPO. No pude evitar escucharte. Así que eso es lo que piensas, ¿no?

SOFÍA. ¡Pues, claro! Y también creo que todo aquello acerca de que Jesús nació en un pesebre de paja es puro cuento.

SRA DEL TIEMPO. Entonces, según tú, ¿dónde nació?

SOFÍA. Pues en una casa como cualquier otro niño de esa época. ¿Acaso hoy en día, usted ha visto que los niños nacen en un garaje o en el patio de su casa? Que yo sepa todos los niños nacen en el hospital. Bueno, aunque hoy día hay un grupo de locas que insisten en que sus hijos nazcan en una piscina. ¡Sí, Claro!

SRA DEL TIEMPO. Supongo que la mejor forma de contestarte será llevándote al presente “hipotético” de que Jesús naciera en el siglo 21. O sea, como si los años no fueran contados a partir del nacimiento de Cristo porque no hubiese nacido aún.

SOFÍA. Vamos, vamos a ver si es verdad que me llevas a viajar por el mundo ¡no me tomes el pelo! Además yo soy una persona muy Intelectual, no una tonta. Porque si eso hubiera ocurrido ocasionaría un cambio radical en los sucesos de la historia.

SRA DEL TIEMPO. En algunas cosas sí pero en otras no necesariamente. Acaso olvidas que Aristóteles era un filósofo griego del siglo V a.C. y fue él quien descubrió que la Tierra era redonda.

SOFÍA. Sí, eso es cierto...

SRA DEL TIEMPO. Pues si eso ocurrió antes de Cristo, no toda la historia hubiera cambiado, pero pensemos en eso luego. Comencemos el viaje.



ESCENA 2

(María y José llegan a la casa de los padres de María y se sientan en el sofá.)

JOSÉ. Entonces, ¿qué tú crees María, te gustó la casa? ¿Nos quedamos con ella?

MARÍA. Yo creo que está muy bien, además tiene una vista espectacular.

JOSÉ. ¡Pues claro! Sí está en el mismo centro de las montañas de Puerto Rico, en pleno campo y eso es maravilloso, aunque es un poco pequeña.

MARÍA. Pero eso no importa José, lo importante es que es acogedora y tranquila.

JOSÉ. No sabes cuánto deseo que nos casemos. Por mí compraría esta casa y mañana mismo nos casaríamos.

MARÍA. Ay José, todavía tenemos que esperar, falta terminar los preparativos de la boda. Además, tienes q ir a cobrar para poder completar el pago de la hipoteca.

JOSÉ. Sí, es verdad. Por cierto, ¿dónde quieres que vayamos de luna de miel?

MARÍA. Ya sabes que siempre he querido visitar Jerusalén, mis padres me llevaron cuando tenía dos años y no recuerdo nada.

JOSÉ. Sí, yo también he querido siempre ir a Jerusalén, al fin y al cabo somos judíos aunque vivamos en Puerto Rico, creo que deberíamos conocer nuestro lugar de origen.

MARÍA. ¡Pues claro! Además tú eres de la familia de David.

JOSÉ. Y tú ayudarás a que el linaje continúe.

MARÍA. (Ruborizada.) ¡Qué cosas dices, José! Si mi madre escuchara esto... ¡Ah! Ellos fueron a visitar a mi tía Elisabeth. Me irá bien que no estén, así podré terminar de estudiar ya que se acercan los exámenes.

JOSÉ. Es verdad, olvidé que mañana tienes examen.

MARÍA. ¡Ah! Yo también lo olvidé y la culpa la tienes tú que me desconcentras, ¡ja, ja, ja!

JOSÉ. Te pongo nerviosa, ¿eh?

MARÍA. ¡José, por favor! Anda, vete, vete ya, que tengo que pasar ese examen de lo contrario nunca terminaré mi bachillerato.

JOSÉ. Está bien, ya me voy. Mañana te paso a recoger a las cuatro de la tarde, ¿de acuerdo?

MARÍA. Está bien, José.

(Se despiden y María se queda sola. Coge un libro y se pone a estudiar. Aparece una voz.)

ÁNGEL. (Y entrando el ángel en donde ella estaba dijo.) ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo. Bendita tú entre las mujeres.

MARÍA. ¿Quién está ahí? ¿Eres tú, José? Sabes que no me gustan esas bromas.

ANGEL. No tengas miedo María, porque has hallado gracia ante Dios y Él te ha escogido entre muchas mujeres.

MARÍA. (Se arrodilla.) ¡Eres un ángel! ¡Esto es un sueño! ¡Oh, Dios mío! Estoy muerta.

ANGEL. ¡No temas, María! Soy un ángel enviado por mi Señor y Él te ha escogido y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y lo llamarás Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.

MARÍA. Pero, ¿cómo será esto si soy virgen? Nunca he tenido relaciones con José.

ANGEL. María, El Espíritu Santo vendrá sobre ti y nacerá un niño y será llamado Jesús, el Hijo de Dios. Y de aquí que tu parienta Elisabeth también ha concebido un hijo en su vejez y ya está de seis meses porque ninguna cosa será imposible para Dios.

MARÍA. Señor, ¡heme aquí! Hágase conmigo conforme a tu voluntad.



ESCENA 3

(Casa de María. Llega José.)

MARÍA. ¿José?

JOSÉ. Olvidé el celular.

MARÍA. Pasa un momento. Siéntate, quiero hablar contigo.

JOSÉ. De acuerdo. (Se sienta.) ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

MARÍA. Sí, pero… Sé que lo que te voy a explicar es un poco difícil de entender pero es cierto.

JOSÉ. ¡Ya sé! Es por el examen, ¿no te ha ido muy bien?

MARÍA. No es eso, José. ¿Tú conoces la profecía del Mesías, verdad?

JOSÉ. ¿Cómo no la voy a conocer si ese es el centro de nuestra religión judía? Pero, ¿a qué viene esa pregunta?

MARÍA. Pues ese Mesías pronto llegará al mundo.

JOSÉ. ¡Claro! Cada vez falta menos para que nazca; después de 6000 años de espera, ¿no me dirás tú si falta menos tiempo?

MARÍA. Quiero decir que pasará este año.

JOSÉ. ¿Cómo tú lo sabes, María?

MARÍA. Porque me lo dijo un ángel.

JOSÉ. ¿Qué? ¡Te has vuelto loca!

MARÍA. Sí, es verdad; y el Ángel me dijo que yo le daría a luz.

JOSÉ. ¿Cómo? ¿Quieres decir que estás embarazada? ¿Cómo va a ser María, yo nunca te he tocado? Dime, ¿quién fue?

MARÍA. José, no te pongas así y escúchame. Oye lo que me dijo El ángel: ¿Recuerdas que ayer te dije que mis padres estaban en casa de mi tía Elisabeth? Pues cuando volvieron a casa me dijeron que ella estaba embarazada de seis meses. Y yo ya lo sabía pues el mismo ángel me lo dijo; y dijo también que había hallado gracia ante los ojos de Dios y me había elegido para ser madre del Mesías, del Hijo de Dios. ¿Comprendes que nos ha elegido a los dos? ¿A ti y a mí para ser sus padres y educarlo?

JOSÉ. Yo no soy su padre. ¿De quién es, María?

MARÍA. ¿Quién va a ser? ¡El Espíritu Santo! Yo no te estoy mintiendo.

(José se levanta y se pone de espaldas.)

MARÍA. José, debes creerme. No te he sido infiel, nunca he estado con un hombre.

(José enmudece.)

MARÍA. (Llorando entre sollozos.) Supongo que es un poco fuerte para ti pero para mí también lo fue. (José sigue sin mirarla.) ¡Mírame, José! ¿Acaso dudas de mis palabras? (José calla.) ¿Crees que yo sería capaz de serte infiel? Para mí no existe otro hombre que no seas tú, José. ¡No dudes de mí! ¡Habla, por favor! ¡Di algo!

JOSÉ. (Sin mirarla.) Necesito tiempo para pensar. Esto es muy difícil de creer, me voy.

MARÍA. (Llorando.) Supongo que sí. Pero no olvides que te amo. (Continúa llorando.)

(José se va y María luego se va.)



ESCENA 4

(Aparece Sofía y el Sra del Tiempo.)

SRA DEL TIEMPO. Ves, ¿ahora me podrás creer que sí soy la señora del Tiempo?

SOFÍA. Bueno… sí pero aún tengo mis dudas.

SRA DEL TIEMPO. Lo que has visto es lo que pasaría si Jesús naciese en el siglo 21.

SOFÍA. ¿Ves que yo tengo la razón y José del siglo 21 no es un tonto?

SRA DEL TIEMPO. ¿A pesar de que sea cierto lo que le dijo María?

SOFÍA. ¡Sí, Claro! ¿Pero usted piensa que José le crea tan fácilmente?

SRA DEL TIEMPO. ¿Quién te ha dicho a ti que José lo creyó?

SOFÍA. Bueno según la historia, éste sí se casó con María.

SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver.



ESCENA 5

(Aparece José caminando de un lado a otro, atormentado por sus pensamientos.)

JOSÉ. Tal vez María no mintió. ¿Y si está embarazada del Espíritu Santo? ¡Sí, Claro! Me voy a comer ese cuento. Cualquiera sabe que los niños no vienen de París. En pleno Siglo 21, pensará ella que yo soy tonto. Y si, es cierto que María está embarazada no es por casualidad. ¡Me ha estado engañando! Porque mío no es, yo nunca he tenido relaciones con ella. Pero, ¿con quién? (Poniéndose las manos en la cabeza.) No, no, no puede ser, ella no me habría sido infiel. Siempre hemos estado juntos. Ella me ama. No puede haberme mentido. Además, lo que ella me dijo de su tía Elisabeth del embarazo, tal vez ella se enteró porque la llamaron por teléfono, o le escribieron por Facebook antes de que regresarán sus padres. Pero, ¿cómo es posible? María me ha traicionado. ¿Por qué si yo la amaba?


ESCENA 6

(En la casa de María. José entra.)

MARÍA. ¡Hola, José! Sabía que volverías. ¿Has pensado en lo que te dije? Mis padres ya lo saben.

JOSÉ. ¿No les habrás dicho que fui yo, no?

MARÍA. Por supuesto que no. ¿Por qué habría de mentirles? Les he dicho la verdad.

JOSÉ. ¿Te han creído?

MARÍA. Sí, ¿sabes por qué? Por lo que te conté acerca de mi tía Elisabeth. Ella también fue avisada por un ángel como yo.

JOSÉ. ¿Tienes pruebas?

MARÍA. ¿Qué pruebas?

JOSÉ. De que dices la verdad.

MARÍA. ¿No te basta mi palabra, José?

JOSÉ. Sinceramente, María, no soy tan tonto. No debiste haber llegado tan lejos al utilizar esa excusa. Cuéntasela al padre de tu hijo. Quizás él te crea. Porque yo no me como ese cuento.

MARÍA. (Abofetea a José.) ¿Cómo puedes acusarme de pecadora?

JOSÉ. Aquí tienes las llaves de la que iba a ser nuestra casa. Haz lo que quieras con ellas y por favor, olvídate de mí, y busca a otro tonto que te crea.

(José se va. María se queda llorando por un segundo y se va.)



ESCENA 7

SOFÍA. ¿Ves como tenía razón? Era imposible que José le creyera a María. Porque todos sabemos que se necesita un hombre y una mujer para tener un hijo. Bueno aunque hoy en día existe la fertilización “In vitro”. Él ya tenía la respuesta, lo que ocurre es que se negaba a admitir la verdad. Ha quedado clarísimo que yo tenía razón al decir que la historia del nacimiento de Jesús era un cuento muy simple e infantil.

SRA DEL TIEMPO. Antes de darte por satisfecha, dale un vistazo a esta Biblia (Saca una Biblia.) y busca el Nuevo Testamento.

SOFÍA. (Observa la Biblia.) Pero, ¿qué le paso? ¡No está! (La muestra al público.)

SRA DEL TIEMPO. Bueno, porque tú lo has hecho inexistente.

SOFÍA. ¿Cómo?

SRA DEL TIEMPO. Tú has alterado la historia.

SOFÍA. ¿Qué historia? Esto no ha sido más que una hipótesis, solo es un juego.

SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que es un juego? Aún no me crees que sea realmente la señora del Tiempo. Olvidas que pasado y futuro van estrechamente relacionados por causa y efecto. Al hacer que José rechace a María, mira lo que le ha hecho a la historia del pasado. Veamos qué pasa si José no le cree a María….



ESCENA 8

(Un vistazo en la Sinagoga del siglo 21)

JOSÉ. ¡Shalom, maestro rabino! Esta noche no he podido conciliar el sueño.

(El rabino estaba leyendo el manuscrito.)

RABINO. . ¡Shalom, José! ¿Y eso es lo que te inquieta? Todos pasamos alguna noche de insomnio en nuestra vida.

JOSÉ. Sí, pero...

RABINO. Pero, ¿qué? La juventud, llena de vida y vigor no necesita tanto dormir. Tienen cosas más interesante en qué pensar.

JOSÉ. Sí, pero...

RABINO. Pero, ¿qué? En tu caso está muy claro. Has conocido a una tierna y dulce doncella llamada María y además te vas a casar con ella. Eso quitaría el sueño a cualquiera.

JOSÉ. Sí, pero maestro...

RABINO. (Agarrándole el hombro.) Sinceramente, José, creo que te llevas la mejor de todas las jóvenes de Nazaret.

JOSÉ. Eso creía pero...

RABINO. ¿Qué más puedes pedir? He conocido a María desde que nació.

JOSÉ. Sí, es preciosa... Pero...

RABINO. Ya sé lo que te ocurre, José. Estás nervioso con los preparativos de la boda. Te surgen las típicas dudas de cualquier futuro marido. Crees que quizás no seas suficiente para la dulce María. Pero no te valores tan poco. Piensa que Dios te ha regalado a esta mujer de la misma manera que entregó a Eva para Adán. ¿Cómo decía el Génesis? Con los años la memoria me falla...

JOSÉ. ¡No es bueno que el hombre esté solo!

RABINO. No, no era eso. Creo que decía algo así como que “no era bueno que el hombre estuviera solo”. (José suspira.) Fueron palabras dichas por Dios, José y muy ciertas. ¿Qué sería de nosotros sin nadie que nos cuidase, que nos mimara, que nos diese ilusiones... que alegrara nuestra vista, que nos sacase alguna sonrisa, que nos diese primogénitos? (Se dirige a José.) Anda y ve corriendo a ver a María y dile cuánto la quieres.

JOSÉ. No puedo...

RABINO. ¿Por qué, José? ¿Qué, pasa?... (Vuelve a sentarse a leer el manuscrito.)

JOSÉ. María espera un hijo.

(Silencio absoluto. El rabino se gira lentamente hacia José.)

RABINO. ¿Cómo has podido, José?

JOSÉ. No, si yo...

RABINO. ¡Nunca creí algo así de ti! ¡Has violado la ley de Dios! ¿Comprendes? ¡Una noche sin dormir no es suficiente, merece la vida entera!

JOSÉ. Yo no he sido, Rabino.

RABINO. ¿Insinúas que María te ha estado engañando? ¡No escuchas tu pecado, José!

JOSÉ. ¡Es cierto! ¡Yo no he sido! Nunca he tocado a María.

RABINO. Entonces, ¿quién ha sido? ¡Habla, José!

JOSÉ. María dice que fue de (señala hacia arriba.)

RABINO ¿De qué? No te entiendo.

JOSÉ. Del Espíritu Santo.

RABINO. (El rabino deja caer sin querer el manuscrito.) Eso es imposible (con voz baja).

JOSÉ. Eso es lo que asegura María.

RABINO. Eso es lo mismo que decir que espera al Mesías. Como dice la Escritura: “Nacerá por obra del Espíritu Santo”.

JOSÉ. Entonces, ¿cree que es cierto?

RABINO. Sería una probabilidad. (Se levanta.) Pero, ¿por qué iba a nacer el Mesías en una familia tan humilde? ¿Cómo iba a llegar a ser así rey de este mundo? ¡No! Al Mesías le corresponde nacer en una familia real.

JOSÉ. ¿Cree que María miente?

RABINO. ¿Tú qué crees, José?

JOSÉ. No lo sé. Pero usted mismo dijo hace un momento que María era sin duda la mejor joven de Nazaret.

RABINO. Sí, por eso me cuesta creer que María haya pecado. (José suspira de alivio.) Sin embargo, María sabe la escritura y conoce esa promesa del Espíritu Santo. ¿Quién nos niega que no se haya valido de esta promesa para ocultar su pecado?

JOSÉ. ¿Cómo es posible que María haya utilizado la palabra de Dios para encubrir un pecado?

RABINO. Ahora mismo lo veo. (Le duele el corazón.) ¡Ay! (José coge al rabino y lo sienta.)

JOSÉ. ¿Se encuentra bien, rabino?

RABINO. (Poniendo las manos en la cabeza.) María, María. ¡Cuánto me has decepcionado!

JOSÉ. Así pues, María mintió. (Baja la cabeza afligido.)

RABINO. Hijo mío, se me olvidó decirte que las mujeres son también mentirosas, traidoras. Recuerda a Eva cuando desobedeció la voz de Dios y por ello la humanidad fue condenada.

JOSÉ. Y María...

RABINO. Sí, María ha de ser castigada también con la ley de Moisés.

JOSÉ. (José se levanta desesperado.) ¿Cómo? ¿Con el apedreamiento?

RABINO. (El rabino asiente con la cabeza.) Sé fuerte, José. Piensa que María es una mujer adúltera, una pecadora.

JOSÉ Sí, señor.

RABINO. (Se levanta.) Vamos, busquemos a María… ¡SOLDADOS!

(Los soldados aparecen y siguen al rabino y José.)



ESCENA 9

(Aparecen José y el Rabino junto con 2 hombres judíos.)

MARÍA. ¿Qué ocurre? ¿Qué van a hacer conmigo? José, diles que me dejen. Yo no les he hecho nada. (José baja la cabeza.) Te expliqué la verdad y me creíste. Vamos, diles a todos que no he pecado.

RABINO. ¡Basta, María! No utilices la Palabra de Dios para encubrir tu pecado.

MARÍA. Rabino, usted me conoce y sabe que amo a Dios sobre todas las cosas es por esto que Él me ha elegido para ser madre de su hijo.

RABINO. ¡No mientas, pecadora, adultera!

TODOS. ¡Pecadora, pecadora! (Menos José.)

MARÍA. (Llorando.) José...

RABINO. José, dile lo que acordamos.

JOSÉ. En presencia de todos niego de María.

(María llora desconsoladamente.)

RABINO. Por la Ley de Moisés consiento que esta mujer sea apedreada para ejemplo de las demás mujeres judías.

TODOS. Sí. (Cogen piedras.)

MARÍA. ¡No! ¡No cometan el crimen de matar al hijo que llevo dentro de mis entrañas! ¡No maten al Mesías tan esperado!



ESCENA 10

SOFÍA. Tengo que impedirlo, de lo contrario Jesús no nacerá.

SRA DEL TIEMPO. No puedes hacer nada, Sofía.

SOFÍA. Pero, ¿no comprendes? Si Jesús no nace, el mundo no tendrá ninguna esperanza.

SRA DEL TIEMPO. Es cierto pero la incredulidad de José lo ha impedido.

SOFÍA. ¡Es mí culpa! No debí haber dudado. Sólo quería hacer la historia más excitante y no tan simple.

SRA DEL TIEMPO. ¡Bueno! Querías hacerla más real para el siglo 21.

SOFÍA. ¡Sí! Pero nunca creí que llegara tan lejos. ¡Debo arreglarlo de algún modo! ¿Por qué no retrocedes en el tiempo para arreglarlo todo y permitir que José se case con María?

SRA DEL TIEMPO. Lo siento pero eso es imposible.

SOFÍA. ¿Por qué? ¿No eres la Sra. del tiempo? Yo No podré vivir con esta carga.

SRA DEL TIEMPO. Eso es algo que yo no puedo solucionar. (La Sra. del Tiempo se ríe.)

SOFÍA. (Sofía llora.) ¿Por qué te ríes? ¿No comprendes la gravedad del problema?

SRA DEL TIEMPO. ¡Ay, Sofía! ¡Qué poco conoces la Escritura!

SOFÍA. ¿Por qué dices eso?

SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía no has comprendido que Dios es el único capaz de darnos fe?



ESCENA 11

(Volvemos a la misma noche cuando María le informa a José de su embarazo. Aparece José caminando de lado a lado, pensando. Mientras José camina oye una voz.)

ÁNGEL. ¡No Temas! ¡José, hijo de David!

JOSÉ. ¿Quién habla? ¿Quién está ahí?

ÁNGEL. ¡José, hijo de David!

JOSÉ. (Se tapa la cabeza con la almohada.) Estoy soñando, Dios mío, ayúdame.

ANGEL. ¡José, hijo de David! Soy el Ángel del Señor y vengo a darte un mensaje.

JOSÉ. (Se arrodilla.) ¡Heme aquí!

ANGEL. No temas en recibir a María por mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.

JOSÉ. Perdón, Señor. ¡Gracias, Dios mío! Y perdona mi poca fe. Me casaré con María.



ESCENA 12

SRA DEL TIEMPO. Olvidaste que Dios mandó un ángel a José para que le avisara.

SOFÍA. Mira, (muestra la Biblia). El Nuevo Testamento ha aparecido de nuevo. Esto quiere decir que María no fue apedreada. ¡Estupendo! ¡Gracias, Señor!

SRA DEL TIEMPO. ¡Verdad! Por un momento creíste que toda la historia había sido cambiada.

SOFÍA. No. Desde el principio sabía que no sucedería nada malo. Al fin y al cabo esto no es más que un juego.

SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que realmente es un juego?

SOFÍA. ¡Pues, claro!

SRA DEL TIEMPO. Pues te asustaste de verdad.

SOFÍA. ¡Qué va! Fue una buena interpretación que formaba parte del juego también.

SRA DEL TIEMPO. ¡Ya! Supongo que querrás seguir jugando, ¿no?

SOFÍA. Sí, y si no recuerdo mal, la segunda cosa que no entendía era por qué Jesús nació en un pesebre en vez de en un hospital, como todos los demás.

SRA DEL TIEMPO. Debía ser así. Jesús debía dar muestras de humildad y reconocimiento por los más pobres para que éstos supieran que Él los entendía perfectamente.

SOFÍA. ¡No pienso igual! Sin duda, si Jesús hubiera nacido en el siglo 21 lo haría en un buen hospital, con los medios necesarios. Creo que nacer en un pesebre era innecesario. Además, suena a puros cuentos.

SRA DEL TIEMPO. Está bien, Sofía, qué incrédula eres. Te pareces a Tomás: ver para creer.



ESCENA 13

(Aparece la sala de espera de un hospital. José está de pie dando vueltas de un lado para otro.)

SR. MARC ROINSON. ¿Quiere un café? Allí ahí una máquina de café. No será muy bueno, pero para mantenernos despierto está bien.

JOSÉ. Gracias, pero no tomo café.

SR. MARC ROBINSON ¿Es su primer hijo?

JOSÉ. Sí. (José sonríe.)

SR. MARC ROBINSON. Ya se nota. Lleva dos horas dando vuelta de un lado a otro.

JOSÉ. ¿Y usted?

SR. MARC ROBINSON ¡Ja, ja, ja! He venido aquí tantas veces que ya me conozco hasta el nombre de las mujeres de la limpieza.

JOSÉ. ¿Cuántos hijos tienes?

SR. MARC ROBINSON. Contando los dos de hoy, serán ocho.

JOSÉ. ¿Ocho?

SR. MARC ROBINSON. Sí, caballero. Es que mi mujer los tiene a pares. Tengo dos niñas y cuatro niños. ¿Qué le parece?

JOSÉ. Que necesitará trabajar mucho para poder mantenerlos.

SR. MARC ROBINSON ¡Y bien que sí! Pero no me trate de usted, mi nombre es Marc Robinson, Marc para los amigos y espero que después de tres horas en la misma sala de espera, lleguemos a serlo.

JOSÉ. ¡Por supuesto! Mi nombre es José de David.

SR. MARC ROBINSON ¿Y el apellido?

JOSÉ. Pues eso, David.

SR. MARC ROBINSON No son nombres americanos.

JOSÉ. No, es que tengo la ciudadanía americana pero soy judío.

SR. MARC ROBINSON ¡Ah! Ahora comprendo el por qué de su apellido.

JOSÉ. ¿Conoce usted algo sobre nuestras creencias?

SR. MARC ROBINSON. Sí. Creo que los judíos esperan el nacimiento de un Mesías.

JOSÉ. Sí, es cierto.

SR. MARC ROBINSON. Pero dime, José, ¿y aún creen que después de 6000 años nacerá un Mesías?

JOSÉ. Por supuesto que sí.

SR. MARC ROBINSON. No sé pero creo que la ciencia ha demostrado la inexistencia de cualquier Dios.

JOSÉ. Pues los judíos siempre hemos sabido que no existían otros dioses.

SR. MARC ROBINSON. Pero hablas de un Mesías.

JOSÉ. Sí, del hijo del Único y Verdadero Dios. El que nacerá para salvar al mundo.

SR. MARC ROBINSON. ¡Qué interesante! Creo que me tomaré otra taza de café. Cambiando de tema. ¿Le han dicho los médicos lo que será?

JOSÉ. ¿Que será qué?

SR. MARC ROBINSON. ¡Lo que espera su señora!

JOSÉ. No nos lo han dicho pero sabemos que es un niño.

SR. MARC ROBINSON. ¡Ah, sí! Pues como le salga niña...

JOSÉ. No, será un niño y se llamará Jesús.

SR. MARC ROBINSON. ¿Cómo puede estar tan seguro de que será un varón si los médicos no le han dicho nada?

JOSÉ. Porque un ángel nos lo dijo.

SR. MARC ROBINSON. ¿Un qué?

JOSÉ. Un ángel, un mensajero de nuestro Dios.

SR. MARC ROBINSON. (En tono burlón.) No me digas que tu Dios se dedica a enviar ángeles para decirles a los padres qué van a tener. A mí nunca me ha avisado y mira que tengo 8.

JOSÉ. ¡No, Señor!, Usted no me entiende. Sólo se lo ha dicho a mi esposa y a su tía.

SR. MARC ROBINSON. Y, ¿a qué se debe ese honor?

JOSÉ. A que María va a dar a luz al hijo de Dios.

SR. MARC ROBINSON. (Incrédulo.) ¡Ya! Y mi mujer al hijo del presidente de los EEUU. ¿Qué te parece?

JOSÉ. Sabía que no ibas a creerme; pero no tienes por qué burlarte.

SR. MARC ROBINSON. (Toma a José por el hombro.) Vamos, lo que te pasa a ti es que estás muy nervioso y estas delirando. Será mejor que te relajes.

ENFERMERA. ¿Marc Robinson?

SR. MARC ROBINSON ¡Sí, soy yo! Me voy, ya me están llamando. Adiós y Suerte con su hijo Rey. ¡Ja, ja, ja!

ENFERMERA. Puede pasar a ver a los dos preciosos hijos que acaba de dar a luz su mujer.

SR. MARC ROBINSON ¿Dos niños? Pero si el médico me aseguró que eran niñas.

JOSÉ. Ya ves, Marc, los médicos se equivocan.

SR. MARC ROBINSON Sí, bueno, adiós, José. Ha sido un placer conocerte.

JOSÉ. Igualmente.

SR. MARC ROBINSON. (En voz baja a la enfermera.) Creo que este señor necesita visitar al siquiatra; dice unas cosas muy raras: que su hijo es el Hijo de Dios, un tal Mesías. Parece que está loco.

(La enfermera y Marc se van.)

DOCTORA. ¿José de... David?

JOSÉ. Sí, soy yo.

DOCTORA. Lo felicito, tanto su esposa como su hermoso niño están perfectamente bien. Puede pasar a verlos.

JOSÉ. Muchas gracias Doctora, se lo diré a María. (José desaparece.)

ENFERMERA. ¡Doctora, Doctora!

DOCTORA. ¿Qué le pasa? ¿Por qué estas tan asustada?

ENFERMERA. En la entrada hay tres hombres muy raros que quieren entrar a maternidad.

DOCTORA. ¿Son familiares de alguien aquí?

ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que esperar.

DOCTORA. Pues, dígale que no pueden entrar si no tienen familia aquí.

ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que pasar.

DOCTORA. Pues dígale que no se puede entrar si no son familiares.

ENFERMERA. Si, se lo informe, Doctora, ¡mírelos! ¡Ahí Están!

(Aparecen los tres reyes magos.)

GASPAR. (Saluda.) Soy Gaspar. ¿Dónde esta el rey de los judíos que ha nacido aquí?

DOCTORA. ¿Un Rey aquí, en este hospital? ¡Payasos! Se equivocaron de circo, esto es una sala de maternidad. ¡Salgan de esta sala inmediatamente!

MELCHOR. ¡Un momento! No somos payasos, somos Magos que venimos de Oriente. Desde allí venimos siguiendo la estrella que anuncia el nacimiento del Rey.

ENFERMERA. ¡Ay doctora! ¡Estos están más locos que Cucho el de la loma!

BALTASAR. Le traemos presentes para el Rey. Puedo abrirlos para que usted vea.

DOCTORA. No, no abra nada, no quiero ver nada. ¡Sino que salgan de aquí!

GASPAR. Hemos viajado meses hasta llegar aquí a cumplir una misión, de adorarle y ofrecerle presentes. No nos iremos de aquí hasta verle y adorarle.

(Los tres reyes se sientan.)

DOCTORA. Enfermera, ¡Llame a Seguridad! ¡La Policía! ¡Sancha! ¡FBI! Dígales que son gente peligros, que tienen unos paquetes sospechosos.

ENFERMERA. Sí, doctora. Pero tenga cuidado, que se ven peligrosos.

(La enfermera sale.)

MELCHOR. (Enojado.) De aquí no nos vamos hasta cumplir lo que tenemos que hacer.

(Regresa la enfermera.)

DOCTORA. ¿Dónde está seguridad? Cuando más se necesita no aparecen.

ENFERMERA. Me dijeron que vienen corriendo. Estaban buscando al dueño de una limosina obstruyendo la entrada al hospital.

LOS 3 REYES. ¡Queremos ver al niño! ¡Queremos ver al niño!

DOCTORA. ¡Basta! En esta sala de maternidad solo hay tres niños y no creo que ninguno de ellos sea un rey.

BALTASAR. (Se pone en pie.) ¡Uno de esos es! Pues la estrella posa sobre este lugar.

ENFERMERA. (Pone las manos sobre la cabeza.) No entiendo nada.

LOS 3 REYES. (Se levantan.) ¡Vamos adentro!

(Llega seguridad, cuando los 3 reyes intentan entrar en la sala de maternidad.)

LOS GUARDIAS. ¡Alto! ¡Quedan arrestados!

DOCTORA. ¡Llévenlos a siquiatría, al Dr. Orlando!



ESCENA 14

SOFÍA. ¡¡Ay!! ¡Qué divertido!

SRA. DEL TIEMPO. ¿Ah, sí? ¿Quieres mirar de nuevo la Biblia?

SOFÍA. No es posible. ¡Otra vez ha desaparecido el Nuevo Testamento! ¿A dónde se fue ahora?

SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver…



ESCENA 15

(María está en casa con el niño en los brazos. Llaman a la puerta. María abre.)

VECINA. ¡Corre, María! ¡Saca al niño y huye! (Con el niño.)

MARÍA. ¿Por qué? ¿Qué esta pasando?

VECINA. La Guardia militar está llegando a Belén.

MARÍA. ¿Por qué?

VECINA. No sé pero todas tenemos miedo y queremos salir ¿Qué ocurre? ¿Ya están aquí los soldados?

MARÍA ¡No, no mate a mi hijo, asesino!

(Se oyen más voces de mujeres chillando.)

VECINA. ¡Están matando a los niños! ¡Mi hijo! (Se va corriendo.)

(María coge al niño en brazos e intenta salir pero al girarse aparece un soldado.)

MARÍA. ¿Qué vas hacer?

SOLDADO. ¡Déme al niño!

MARÍA. ¿Para qué?

SOLDADO. Démelo.

MARÍA. ¡No! (Forcejean por el niño.)

MARÍA. ¡Socorro! ¡José, ven pronto! (Los Soldado se llevan a María y al niño.)



ESCENA 16

SOFÍA. Pero, ¿por qué ha pasado eso? Siempre entendí que José y María huyeron antes de la matanza de los niños.

SRA DEL TIEMPO. Pero olvidas que fueron los reyes magos los que avisaron a José y María de la rabia de Herodes y luego le despertaron.
.
SOFÍA. Ah sí, si los reyes no han visto a Jesús no han podido avisar a José y a María.

SRA DEL TIEMPO. ¡Exacto!

SOFÍA. Y entonces Jesús morirá en manos de los soldados.

SRA DEL TIEMPO. Sí.

SOFÍA. Este juego ha ido demasiado lejos. No me gusta nada. Así que vuelve todo como estaba.

SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía sigues creyendo que es un juego?

SOFÍA. ¡Sí! y ya déjese de tonterías.

SRA DEL TIEMPO. No es un juego, Sofía. Si no, mira las noticias. (Miran hacia las pantallas.)

(Pantallas con las noticias.)

PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy, tres presuntos ladrones disfrazados de reyes magos intentaban pasar a la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Los cargos son: intento de secuestro de un niño en la sala del hospital, alteración a la paz, agresión al personal médico, obstrucción a la justicia y en obstrucción a la vía pública dejando sus limosinas en medio de la carretera. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.

SOFÍA. Eso era el NOTICIERO.

SRA DEL TIEMPO. ¡Sí!

SOFÍA. Así que no es un juego.

SRA DEL TIEMPO. No, Sofía, no logras entender que esto no es un juego.

SOFÍA. (Arrepentida.) ¿Qué quieres que diga: Perdón? ¿Que lo siento? Pues sí, lo siento y tengo mucho miedo. He sido una tonta. No entendí que si las cosas fueron escritas así es porque debían ser así. He subestimado la omnipotencia de Dios. Lo siento, Dios mío, perdóname. (Agacha la cabeza. De pronto, aparece otro avance de telenoticias. La presentadora comienza la noticia.)

PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy una mujer dio a luz a un niño en la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Pero la llegada inesperada fue la de tres Reyes procedentes de Oriente que fueron a contemplar al niño diciendo que habían visto una luz en el cielo que les guió hasta él. Y les trajeron unos regalos increíbles: oro, mirra e incienso. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.

SRA DEL TIEMPO. Ha sucedido como debía ser en el siglo 21.

SOFÍA. (Emocionada.) Sí, pero, ¿cómo ha sido?

SRA DEL TIEMPO. Lo has hecho tú, Sofía.

SOFÍA. ¿Yo? ¿Cómo?

SRA DEL TIEMPO. Reconociendo tu error y pidiendo perdón. No olvides que ese niño que nació, luego dio su vida por nosotros en una cruz y lo único que nos pide es arrepentimiento.

SOFÍA. Sí, es cierto...

SRA DEL TIEMPO. Has aprendido la lección. Así que debo decirte la verdad.

SOFÍA. ¿Qué verdad?

SRA DEL TIEMPO. La verdad es que todo esto ha sido SOLO UN SUEÑO.

SOFAÍ. Entonces, ¿no ha sucedido en realidad?

SRA DEL TIEMPO. ¡Claro que no!, pero te ha ayudado a comprender que la historia del nacimiento de Jesús no es un cuento de hadas a pesar de que a veces la gente lo cuenta como si tal cosa.

SOFÍA. Sí. A partir de ahora no subestimaré las historias de la Biblia.

SRA DEL TIEMPO. Te tengo reservado un viaje más como regalo final.

SOFÍA. ¿A dónde?

SRA DEL TIEMPO. Ya verás.



ESCENA 17

(Aparece Sofía dormida en el sofá. Su hermana la despierta.)

NICOLE. Sofía, despierta, despierta.

SOFÍA. ¿Qué?

NICOLE. Has tenido un sueño, estabas hablando en voz alta diciendo no sé qué de un portal, un Señor del Tiempo, unos reyes...

SOFÍA. Sí, he tenido un sueño maravilloso (se levanta). ¿Sabes? Tenías razón, la historia del portal de Belén no es un cuento para niños pequeños, ni una parábola. Es una realidad.

NICOLE. ¡Pues, claro! Sí.

SOFÍA. ¿Y sabes por qué?

NICOLE. ¿Por qué?

SOFÍA. (Comienza a hablar rápidamente.) Porque si no, el rabino hubiera apedreado a María, los reyes no hubieran podido avisar a José porque habrían sido arrestados, sus limosinas hubieran paralizado el tráfico...

NICOLE. Pero, ¿qué tonterías dices?

SOFÍA. No son tonterías, pero tú no lo comprendes, claro.

NICOLE. Desde luego que no. A propósito, Sofía, ¿dónde está el control de la tele?

SOFÍA. Míralo, por ahí ¿por qué?

NICOLE. Porque hoy dan una película muy bonita.

SOFÍA. ¡Ah, sí! ¿Cuál?

NICOLE. La Historia Moderna del Nacimiento de Jesucristo.

SOFÍA. Me parece familiar. ¡Ja, ja, ja!

¡Buenas noticias!

25 Minutos y 7 Personajes. Marta una mujer que ama con pasión a Dios y goza de llevar las buenas nuevas a todo aquel que necesita conocerlas, sin importarle el grupo social al que pertenezcan. En las calle, a través de un folleto invitacion a un evento que dice: ''BUENAS NOTICIAS'' es la forma que usa para llevar el mensaje a las personas. Les dirá que conoce a una persona muy especial que le ha ayudado y que tambien les puede ayudar a ellos. En el lugar del evento , Marta les contará la historia de Jesús y el sacrificio en la cruz por nosotros.


¡BUENAS NOTICIAS!


Luis Vallín
La Pasión de Cristo


(Muerte y resurrección de Cristo)




PERSONAJES

MARTA
ISABEL
AMANDA
ANITA
VAGABUNDO
ROSARIO
SINNOMBRE



ACTO I – MARTA EVANGELIZANDO EN LA CALLE

Marta quien es una mujer que le gusta evangelizar a todo tipo de personas en la calle, de tal forma que disfruta lo que hace para Dios; que no le importa cómo la traten la mayoría de las personas, muchas veces con rechazos e insultos.

(Marta aparece en la calle repartiendo volantes, en ellos aparece como título con letras grandes: ¡BUENAS NOTICIAS! haciendo una invitación general a cierto evento donde se regalaran oportunidades para una vida mejor.)

MARTA. Disculpe señor, ¿me regala un minuto de su tiempo? Mire, estamos haciendo una invita...

(Todos rechazan la invitación, ahí se acerca el primer personaje Amanda, ama de casa.)

AMANDA. Pues, ¿de qué se trata esto? ¿Está regalando algún paquete de beneficencia o algo por el estilo? Porque con esta situación económica donde todos necesitamos, no creo que alguien regale algo.

MARTA. ¡Sí tiene razón!, hoy en día este mundo está de mal en peor; cada vez se vuelve más egoísta. Pero si hay algo de cierto en lo que usted dijo, de hecho sí se está regalando algo...

AMANADA. ¿De verdad? ¡Eso sí que es una buena noticia! ¿Y qué es lo están regalando?

MARTA. Bueno... dígame, ¿cuál es su prioridad en esta vida?

AMANDA. Que nada les falte a mis hijos, que en mi hogar siempre haya alimento para toda mi familia y sobre todo salud.

MARTA. Eso me parece muy bien, y creo que usted no puede rechazar esta invitación, esto le va a hacer de mucha ayuda.

AMANDA. Y, ¿dónde es el lugar al cual tengo ir por... la ayuda?

MARTA. Aquí está la información (mostrando el volante).

AMANDA. Ok. Ahí estaré sin falta. (Se despide apresurada.)

MARTA. Ahí la espero, ¡no falte!

(Cuando Amanda desaparece de la escena, luego aparece el segundo personaje: ISABEL la ejecutiva.)

MARTA. Hola, ¿cómo está? ¿Me regala un minuto de su tiempo?

(Isabel no contesta porque está demasiado ocupada con el teléfono, pero luego hace un intento y contesta.)

ISABEL. ¡Perdón! ¿Qué es lo que decía?

MARTA. Que si me regalaba un minuto de su tiempo.

ISABEL. Tiempo, tiempo, tiempo es lo que necesito para cubrir todos mis compromisos del día ¡y usted me pide que le regale de mi tiempo! Es el colmo, ¿no cree?

MARTA. Es que creo que hay alguien que le puede ayudar con su agenda general de su vida.

ISABEL. ¡Sería genial! Solo que sería alguien que le agregue más horas al día, ¡eso sí sería una buena ayuda!

MARTA. ¡Buenas Noticias hay para usted! Este es el día perfecto para recibir una gran ayuda.

ISABEL. Ok. Y, ¿qué tipo de ayuda es? Porque para la ayuda que yo necesito, debe ser mejor que el equipo de trabajo que tengo. ¡Ver para creer!

MARTA. No se preocupe, que le aseguro que no se arrepentirá. Encontrará la mejor ganancia que jamás haya recibido de cualquier negocio. Aquí está la información, no falte, le estaremos esperando.

ISABEL. Pues tratándose de negocios y ganancias, eso es lo mío y no se hable más del asunto, ¡ahí estaré!

MARTA. Ahí la espero, y muchas gracias por regalarme su tiempo.

ISABEL. De nada. Y espero que sea en vano y perdida de tiempo. Hasta luego.

(Siguiente personaje es: SINNOMBRE un vagabundo que ha vivido toda su vida en la calle.)

SINNOMBRE. Oiga, ¿le pregunto algo?

MARTA. Sí, dígame en qué le puedo ayudar.

SINNOMBRE. La he estado mirando desde lejitos, y pues veo que está como que invitando o dando algo,... y me dije: “pues voy a preguntar quién quite y ¡a mí también me den algo!”

MARTA. ¡Pues le tengo buena noticia! Estamos haciendo invitaciones a todos aquellos que estén necesitados, para presentarle a una persona muy especial que quiere conocerle a usted.

SINNOMBRE. ¡A mí! Pero, ¿quién quiere conocer a un pobre muerto de hambre como yo?

MARTA. No diga eso, usted es especial para él e incluso conoce su nombre.

SINNOMBRE. ¡Ja, ja, ja, ja, si ni nombre tengo! ¿Cómo me va a conocer?

MARTA. ¿No tiene nombre? Entonces, ¿cómo lo llaman?

SINNOMBRE. ¡Sinnombre! Así es como me llaman, y es que es la purita verdad porque yo nunca conocí a mis padres, me crié en la calle y pues cuando me preguntaban como me llamaba, yo les decía que no tenía nombre, y acabaron llamándome así: Sinnombre.

MARTA. Entonces, sí tiene nombre y sí es importante. Mire, yo me llamo Marta y aquí está la dirección y horario para que usted vaya, y ahí le voy a presentar a esa persona.

SINNOMBRE. Bueno ya que insiste, voy a ir, y usted, Martita, ¿ahí va estar también? Le pregunto por si... tal que no me dejen entrar.

MARTA. No se preocupe, ahí voy a estar. Ahí lo espero.

SINNOMBRE. Gracias, y ahí nos vemos, Martita.

(Siguiente personaje es ANITA un una niña con padres problemáticos.)

ANITA. ¡Hola Señora! ¿Está regalando pases para el cine?

MARTA. No exactamente, pero es algo parecido, es muy emocionante.

ANITA. ¿Y qué es? ¿Habrá popcorn? Dígame, dígame, por favor.

MARTA. Es algo tan emocionante y tan bueno que puede cambiar tu vida por completo.

ANITA. ¿Y también la de mis papas? ¡Eso sería fantástico! ¿Los puedo llevar?

MARTA. Claro que puedes, si ellos quieren. Y dime, ¿ellos tienen muchos problemas?

ANITA. Sí, muchos, parece que se quieren divorciar, pero yo creo que aunque viven juntos ya están separados, casi ni se hablan y cuando se hablan es para pelear.

MARTA. ¡Pues hay buenas noticias para ti y tu familia! Mira en este lugar al cual te estoy invitando, estará una persona muy importante que te va ayudar.

ANITA. ¿A mis papas también?

MARTA. ¡Por supuesto que a ellos también! Aquí tienes la dirección.

ANITA. ¡Gracias, señora! Se lo agradezco tanto, ahí estaré.

(Siguiente personaje: ROSARIO, una mujer adicta a las drogas.)

ROSARIO. Disculpe, ¿podría ayudarme?

MARTA. Dígame en qué puedo ayudarle.

ROSARIO. Hace ya casi dos días que no he comido, ni dormido.

MARTA. En realidad no tengo efectivo ahora pero te puedo invitar de lo que tengo para comer, mira te invito (mostrar alguna fruta).

ROSARIO. Sería mejor si me ayudara con dinero.

MARTA. Lo siento pero no tengo. ¿En dónde vive usted?

ROSARIO. En la calle; ese es mi hogar.

MARTA. ¿Tiene familia o amigos que puedan cuidar de usted?

ROSARIO. ¡No y tampoco la quiero tener! ¡No puedo cuidarme yo sola, mucho menos cuidar alguien más!

MARTA. ¿Cómo? ¿No tienes a nadie?

ROSARIO. Tuve una familia, pero la perdí, y todo por culpa de esta horrible adicción, lo perdí todo.

MARTA. Siempre hay una forma de salir de cosas que nos dañan mucho, aun de cualquier tipo de adicción.

ROSARIO. Usted no entiende; lo mío es una paradoja; mi adicción me hace mal, pero al mismo tiempo dependo de ella.

MARTA. Yo conozco a alguien que puede ser tu nueva adicción para que dependas de él, con la diferencia que ésta sí es una adicción que te hará bien.

ROSARIO. ¿Y quién puede ser más fuerte que la misma cocaína y heroína?

MARTA. Solo ven aquí, a esta dirección y lo conocerás.

ROSARIO. ¡Si tú lo dices!

(Se apagan la luz para entra al segundo acto.)



ACTO II – LA REUNIÓN

Empiezan a llegar uno a uno (en el orden que se desee). Marta los va recibiendo conforme van llegando y los va acomodando, sentándolos en varias sillas alrededor de una mesa, preparada para una sesión de algo. Una vez ya sentados los invitados, empezarán a cuestionar a Marta acerca de esa persona que supuestamente les va a ayudar. Cuando Marta empiece a dar respuestas, será con la historia de la Pasión de Cristo. Una vez que conteste algunas preguntas de ellos, ella empezará a redactar la historia de Jesús. Conforme va hablando se apaga la luz para que a sus espaldas se proyecte la obra o película de la Pasión de Cristo.

SINNOMBRE. ¡Hola! ¡Ya llegué! ¡Como siempre! Todo el mundo llega tarde, siempre soy el que llega temprano, ¡qué falta de educación!

(Entra gritando, pero nadie contesta porque Marta no llegará hasta que estén todos. Aparece ISABEL, la ejecutiva.)

ISABEL. ¡No! ¡Ya le dije que no puedo! ¿No entiende español? ¡No! No podemos, si usted no nos firma el contrato no podemos pagarles nada etc., etc. (Isabel hablando con su cell.)

SINNOMBRE. ¡Oh! Disculpe la pregunta; ¿usted es la que me va ayudar? (Extiende su mano en forma de recibir algo.)

ISABEL. ¡Váyase para allá, mugroso, apestoso!

(En eso aparece AMANDA, la ama de casa.)

AMANDA. ¡Buenas tardes! ¡Espero no haber llegado tarde luego no alcanzo nada de lo que dan!

SINNOMBRE. ¡Buenas tardes, señora! ¿Usted es la que me va ayudar?

AMANDA. ¡Ah no! ¡Ya me cansé de darles a ustedes! ¡Siempre se la pasan pidiendo, ya mejor póngase a trabajar!

SINNOMBRE. ¡Uh, perdón!

(Aparece Rosario sin decir nada, con brazos cruzados como si tuviera frío. Los demás solo la observan, Sinnombre es el único que habla ahí.)

SINNOMBRE. ¿Tú... tú eres la que va ayudar?

ROSARIO. ¿Acaso tengo cara de que te quiero ayudar? ¡Idiota!

SINNOMBRE. ¡Oh, qué canción! Entonces, ¿quién es el supermán que se supone que nos va ayudar?

(Por último aparece ANITA, la cual llega saludando de mano a todos, y le dará una golosina a SINNOMBRE.)

ANITA. ¡Hola, hola, hola, hola, hola!

SINNOMBRE. ¿No me digas que tú me vas ayudar, niña?

ANITA. No sé, pero sí te puedo dar una de mis paletas, ten.

SINNOMBRE. ¡Muchas gracias, princesita! ¡Tú sí que tienes clase y educación y no como este bola de urracas viejas!

(Por fin aparece MARTA.)

MARTA. Buenas tardes ¡qué bueno que vinieron! Pero siéntense, por favor. (Una vez sentados.) Primero quiero decirles que les agradezco mucho que hayan venido...

ISABEL. (Interrumpe.) ¡Al grano, señora, por favor! ¡No tengo todo el tiempo del mundo!

MARTA. Ok. ¿Ustedes han escuchado acerca de Jesús el Hijo de Dios?

(Todos dicen que no con sus cabezas, solo Anita contesta.)

ANITA. Yo, pero solo un poquito, mi abuelita dice que nosotros celebramos la navidad porque él nació ese día.

AMANDA. Algo así es lo que cuentan, pero en realidad nadie nunca se ha tomado el tiempo en contar su historia.

SINNOMBRE. Y, ¿quién fue el? En realidad no creo que ninguno sepamos mucho de él.

ISABEL. ¿No me digas que ese tal Jesús es la ayuda que nos prometiste?

MARTA. ¡Pues sí! ¡Es él!

ROSARIO. ¿Y qué tiene mágico? ¿En qué me beneficia a mí?

MARTA. En realidad él nos ha ayudado en todo, e incluso aún sin conocerlo él siempre ha estado cerca de nosotros.

ROSARIO. ¡Ah, sí! ¿Y por qué no me ha ayudado a mí?

MARTA. ¡Quizás está esperando que tú se lo pidas!

ANITA. Marta, mejor díganos más acerca de Jesús.

MARTA. Jesús es Dios hecho hombre aquí en este mundo, y vino para pagar por nuestros pecados, él fue rechazado y juzgado como si fuera un criminal...

(Se apaga la luz y se empieza a proyectar la película, desde que lo juzgan hasta la crucifixión. Después se enciende la luz para pasar al tercer acto.)




ACTO III – EXPLICAC IÓN DE LA RESURRECCIÓN

Una vez encendida la luz los invitados han cambiado su actitud hacia Marta y su forma de pensar después de haber escuchado esta historia. Ahora preguntarán acerca de la resurrección, para luego después explicarles que Jesucristo es el único camino para llegar a Dios y vivir una vida eterna.

AMANDA. Entonces, ¿es por eso que Jesús lo tienen en una cruz en casi todas las iglesias?

MARTA ¡No! Jesús no quedé en la cruz.

ROSARIO. Entonces, ¿está muerto?

MARTA. No, nada de eso, permítanme contarles el resto de la historia. Después que Jesús murió...

(Se apaga la luz, proyección de la escena: bajando a Jesús de la cruz y de la resurrección. Una vez terminadas las escenas se enciende la luz para la explicación del propósito de la resurrección, y ahí termina.)

(NOTA. Los actores, en nuestro caso se quedan en sus lugares, para que el pastor o líder de la iglesia cierre la obra con una pequeña reflexión o predicación para hacer la invitación al plan de salvación, recuerde que esta obra es meramente herramienta para evangelizar.)