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2012 - España

Jonás

5 Minutos y 4 Personajes. Jonás recibe un llamado para ir a predicar a Nínive pero lo rechaza. Se monta en un barco pero comienza una tormenta que sólo se calma cuando es echado por la borda. Se lo tragará un gran pez pero Dios lo rescatará. Jonás, una vez fuera del gran pez, se dirige a Nínive.


JONÁS
Miriam y Javi



PERSONAJES

NARRADOR
VOZ DE DIOS
JONÁS
VOZ CAPITÁN

NARRADOR. Érase una vez, hace mucho tiempo que vivía un hombre llamado Jonás. Un día Dios habló a Jonás y le dijo:

VOZ DE DIOS. ¡¡Jonás!! Quiero que vayas y prediques a la ciudad de Nínive. Ellos van por el mal camino y no puedo ignorarlo por más tiempo.

JONÁS. ¡¡Nínive!! ¡Ni hablar! Lo siento, Dios, pero de ninguna manera voy a ir Nínive. Es un sitio muy malo.

VOZ DE DIOS. Es por eso por lo que quiero que vayas y prediques allí.

NARRADOR. Es entonces cuando Jonás decidió que debía escapar lo más lejos posible de Nínive y de Dios. Se fue al mar y cogió el primer barco que se dirigía en dirección contraria a la que Dios le había ordenado. Cuando se encontraban en medio del mar, Dios mandó una gran tormenta y entonces el barco lentamente empezó a hundirse.
Entonces el capitán del barco exclamó: “¡Que me parta un rayo! No había visto una tormenta como esta en toda mi vida. Debemos aligerar la carga... ¡¡Tirad esos barriles por la borda!!! ¡¡¡Tirad la comida por la borda!!! ¡¡Tirad al capitán por la borda…!! ¡No, espera…! ¡Cancelad la última orden que yo soy el capitán!”.

JONÁS. ¡¡Oh, no!! ¡Esta tormenta es por mi culpa! Debería haber sabido que no se puede esconder nadie de Dios. Lanzarme a mí por la borda y la tormenta pasará. Deshaceos de mí y también lo haréis de la tormenta.

NARRADOR. Pero el capitán no estaba muy convencido y exclamó: “Pero, ¡¡no podemos hacer eso!! Vamos a intentar volver a la orilla.”

JONÁS. No funcionará. La tormenta está empeorando por momentos.

NARRADOR. El capitán sintiéndolo mucho tuvo que pronunciar las siguientes palabras: “No hay nada más que podamos hacer. Lo siento, Jonás. En realidad no quiero hacer esto. ¡Perdóname Señor!”

Entonces Jonás fue lanzado por la borda e inmediatamente después el mar entró en calma. Reinaba una calma milagrosa. Pero Jonás no se ahogó porque Dios envió un pez grande… (Entra el 1º pez.) Más grande que ese. (Entra el 2º pez.) Más grande que ese... (Entra el 3º pez.) ¡¡He dicho que era un pez grande!! (Entra ballena.). ¡¡Eso ya está mejor!! Eh... ¿por dónde iba? ¡Ah, sí! Dios envió un gran pez que se tragó a Jonás enterito. Desde dentro del pez Jonás oró.

JONÁS. ¡Oh! Dios mío, me salvaste de ahogarme pero todavía me encuentro en peligro, en gran peligro. Sé que esto es lo que merezco pero todavía te alabo porque sé que dondequiera que yo vaya tú también vas conmigo. Tú eres el Dios que salva.

NARRADOR. Entonces Dios habló al pez y éste escupió a Jonás de su boca y lo dejó tumbado sobre la arena de la playa. Y Dios habló a Jonás por segunda vez.

VOZ DE DIOS. ¡Jonás! Quiero que vayas a predicar a la gente de Nínive. Ellos van por el mal camino y no puedo ignorarlo por más tiempo.

JONÁS. De acuerdo, Señor, iré. Sé que tú estás conmigo y me ayudarás. Me diste una segunda oportunidad y supongo que la gente que vive en Nínive se lo merece también. ¡¡Nínive, allá voy!!

NARRADOR. Entonces Jonás fue directo a Nínive. Cuando la gente escuchó su mensaje cayeron todos rendidos a los pies de Dios. Desde el rey hasta el niño más pequeño. Y Nínive se convirtió en un lugar mucho más feliz porque Dios estaba con ellos.

….. Y fueron felices y comieron… (decir algo que sea gracioso).


FIN

La entrada triunfal

20 Minutos y 10 Personajes + Extras. Esta obra inicia en el presente, cuando Isabel es testigo de un hecho que le destroza el alma: la cruxificción de Jesús. Eso le trae a la memoria la ilusión con la que ella se dirigía a Jerusalén, para adorar a Jesús. Es aquí cuando la obra se traslada al pasado, cuando en su camino hacia Jerusalén, junto con sus dos primos, se topa con varios personajes cuyas historias giran en torno a la entrada triunfal de Jesús. Al final, nuevamente en el presente, Isabel reflexiona en lo acontecido y le pide a Dios que su adoración hacia Él sea siempre de corazón.


LA ENTRADA TRIUNFAL
Cedida y adaptada por Guillermo Sánchez



PERSONAJES




NARRADOR
PILATO
MULTITUD
ISABEL
GAD
JOEL
MUJER 1
MUJER 2
FARISEO 1
FARISEO 2
TÍA ANA

ESCENA 1

NARRADOR. Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador. Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste le interrogó, diciendo: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” Y Jesús le dijo: “Tú lo dices”. Ahora bien, en cada fiesta, el gobernador acostumbraba soltar un preso al pueblo, el que ellos quisieran. Y tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Por lo cual, cuando ellos se reunieron, Pilato les dijo:

PILATO. ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

NARRADOR. Porque él sabía que le habían entregado por envidia.

(Aquí los fariseos que están entre el público empiezan a gritar “A Barrabás, que crucifiquen a Jesús”, y voltean hacia otros del público para que digan lo mismo, y asís siguen hasta que Pilato les da señas con la mano de que callen.)

PILATO. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?

(La multitud estará mezclada entre el público.)

MULTITUD. A Barrabás… danos a Barrabás.

PILATO. ¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Cristo?

MULTITUD. ¡Sea crucificado! Qué lo crucifiquen.

PILATO. ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?

MULTITUD. (Gritan aún más.) ¡Sea crucificado!

(Pilato calla a la multitud, le acercan agua, toma agua y se lava las manos delante de la multitud y dice…)

PILATO. Soy inocente de la sangre de este justo; ¡allá vosotros!

NARRADOR. Entonces les soltó a Barrabás, pero a Jesús, después de hacerle azotar, lo entregó para que fuera crucificado.

(Isabel saliendo de entre el público.)

ISABEL. ¡Nooo! Yo no vine a esto, yo vine a Jerusalén a adorar a Jesús, no a ver cómo lo crucifican… Pero, ¿qué fue lo que pasó? Hace apenas unos días esta misma gente coreaba “Hossana, Sálvanos, ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Yo no vine a esto.

(Se cierra el telón.)

Himno: “Tierra de Palestina”

(Se abre el telón.)

NARRADOR. Isabel, al enterarse de que Pilato había entregado a Jesús para que fuera crucificado, está desconsolada. Retrocedamos unos días en el tiempo, cuando Isabel y sus primos venían con la ilusión de adorar a Jesús.



ESCENA 2

ISABEL. Jerusalén, Jerusalén, cómo ansío ya estar ahí.

JOEL. Este es mi primer viaje a esa ciudad, no sabes lo agradecido que estoy con Dios de que podré ir al templo el próximo día de reposo.

GAD. Pues yo ya estoy cansado, además no hemos comido nada desde antes del amanecer, que nos hiciste levantarnos para continuar con el viaje, ¿podemos parar aquí?

JOEL. ¡Gad! Pero no has parado de comer en todo el camino.

ISABEL. Yo quería hacer este descanso cuando divisáramos los muros de la ciudad, falta tan poco y sé de un lugar con una vista hermosa. Pero qué remedio, acerquémonos (busca una sombra)… a esa sombra, antes de que Gad se desmaye de hambre.

GAD. (Repite en tono de enfado.) “Antes de que se desmaye de hambre”. (Se lleva un pedazo de pan a la boca.)

(Joel e Isabel lo miran.)

ISABEL. Recuerda comer despacio, no quiero que nos detengamos por un dolor de estómago.

GAD. (Repite en tono de enfado.) “Recuerda comer despacio” (Se lleva un pedazo de pan a la boca.)

(Joel e Isabel la vuelven a mirar.)

(Se cierra y abre el telón, los actores cambian posiciones.)

(Terminan de comer Joel e Isabel se quedan viendo con impaciencia a Gad, los tres están sentados.)

GAD. Ya acabé, ya acabé, sólo un trago más de agua Joel, sólo uno más... y un poco de pan… y otra uva…

JOEL. ¡Pero ya deja de comer!

(En eso entran dos mujeres.)

MUJER 1. Fue increíble ver a Jesús, me habían platicado tanto de él, pero mira que tener la humildad de llegar a Jerusalén en una burrita y al mismo tiempo percibir toda esa autoridad.

MUJER 2. No tengo ni idea de dónde salió toda esa gente para aclamarlo

ISABEL. Disculpen, pero no pude evitar escuchar su plática ¿en verdad vieron a Jesús?

MUJER 2. Sí, la gente extendió sus mantos y los pusieron a sus pies al verle

MUJER 1. Coreamos con ellos “Hossana”. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

JOEL. Le decían “Hosanna”, es decir, sálvanos, ¿no se supone que esa palabra está reservada para el Mesías?

MUJER 1. Muchos de por aquí creemos que Él es el Mesías; hace poco levantó de los muertos a un hombre de Betania llamado Lázaro

MUJER 2. Sí, yo conozco a la hermana de Lázaro y me contó cómo despúes de tres días de muerto, Jesús mando abrir la tumba y cómo el hedor era insoportable ¡pero Lázaro salió por su propio pie, cuando Jesús se lo pidió!

ISABEL. ¡El Mesías! ¡Él es el Mesías!

MUJER 2. ¡Sí! ¡Él es el Mesías! Bueno, tenemos que seguir nuestro camino.

(Se despiden las mujeres y salen del escenario)

ISABEL. Nos perdimos la entrada de Jesús a Jerusalén, gracias a tu hambre, Gad, apuremos el paso, tal vez lo encontremos

(Comienzan de nuevo a caminar, pero Joel se detiene por un dolor en su costado.)

GAD. ¡No, no puede ser! Otra vez ese dolor…

ISABEL. ¿Estás seguro de que no puedes seguir?

GAD. (Sin poder hablar les hace señas que no.)

ISABEL. Lo sabía, y te lo dije… ¡y no me arremedes!

JOEL. (Resignado.) Ni modo, descansa, tendremos casi toda una semana para buscar a Jesús en Jerusalén, te aseguro que lo hallaremos.

(Entran dos fariseos.)

FARISEO 1. Es inconcebible la arrogancia de ese hombre; mira que decirnos que si la multitud callara su clamor, las mismas piedras lo aclamarían.

FARISEO 2. Fue demasiada la gente que lo sigue y admira.

FARISEO 1. Esto se está saliendo de control, debemos ir al Sanedrín y tener una junta.

FARISEO 2. ¡Es que esto ya fue el colmo! Primero nos dijo frente a todos sepulcros blanqueados, hipócritas, pues, y luego responde directa y elocuentemente a nuestros cuestionamientos sobre las limosnas.

FARISEO 1. Sí, me pareció ver una sonrisa burlona en los del pueblo cuando nos respondió que diéramos al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

FARISEO 2. Sí es cierto, ¡vamos a perder el respeto de la gente!

FARISEO 1. En verdad, es momento de tomar medidas drásticas con ese Nazareno.

(Los fariseos se dan cuenta de la presencia de los viajeros y cambian su enojo por un saludo cortés.)

FARISEOS. ¡Shalom!

VIAJEROS. (Intercambian miradas con recelo.) ¡Shalom!

(Desaparecen de escena los fariseos y los viajeros siguen caminando, cuando Isabel ve a la tía Ana.)

ISABEL. Pero ¡miren! (Sale corriendo.) Tía Ana, tía Ana…

(Isabel y Joel se apresuran.)

ANA. Hija que gusto de verte, ¡IJoel! ¡Gad! Pero qué alegría verles.

JOEL. Tía, pero ¿qué haces aquí?

ANA. Salí de la ciudad a recibir a Jesús.

ISABEL. Nos enteramos que fue impresionante cómo la gente aclamó a Jesús.

ANA. Sí, fui de los que corearon la entrada de Jesús a la ciudad, pero después de eso Jesús llegó al Templo y el Maestro sacó a empujones a los vendedores del Templo, volteó los puestos, los animales que estaban para ser sacrificados andaban por todos lados, mientras que él gritaba que estaba escrito que el Templo debía ser conocido por todas las naciones como casa de oración y que los vendedores la habían convertido en cueva de ladrones.

GAD. Había escuchado muchas cosas de Jesús, bueno hasta que resucitó a un hombre, pero nunca que se había enojado.

JOEL. Bueno yo ya había escuchado de esos vendedores y es que se supone que deberíamos preparar nuestras ofrendas, incluso nuestros animales para el sacrificio con anterioridad.

ISABEL. La verdad es que el Templo parecía más bien un mercado la última vez que anduve por acá.

ANA. Sí, lo que hizo Jesús estuvo correcto, me parece que lo que Él quiere es una adoración genuina a Dios...

(Cierra el telón.)

Himno “Mantos y Palmas”

(Abre el telón.)

NARRADOR. Ahora, regresemos de nuevo al presente, y veamos después de todo lo acontecido cual fue la reflexión final de Isabel.



ESCENA 3

(Abre la escena y se escucha la voz de Pilato diciendo: “Soy inocente de la sangre de este justo; ¡allá vosotros!”.)

ISABEL. Hace apenas unos días yo venía con la ilusión de adorarle también…

(Entra la Mujer 1 a la escena donde está Isabel desconsolada.)

ISABEL. Tú, tú eras una de las que creías que Jesús era el Mesías, tú eres de las que coreaste “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”, pero ahora estabas gritando “Crucifícale”.

MUJER 1. Pero, los principales sacerdotes y escribas nos incitaron a hacerlo.

ISABEL. Y hace apenas unos días, ¿quién te convenció para alabarle? Quien haya sido, no lo hizo tan bien como los fariseos… Ahora recuerdo, uno de los fariseos dijo: “es momento de tomar medidas drásticas con ese Nazareno”, que Dios le perdone, él no sabía que se estaba referiendo al Mesías prometido.

MUJER 1. ¿Qué va a pasar conmigo? Ciertamente hace unos días yo lo adoré, y ahora… y ahora… grité para que lo crucificaran. (Toma del brazo a Isabel.) ¿Qué va a pasar conmigo?

ISABEL. Me parece que lo que Jesús quiere es una adoración genuina a Dios... tal como lo dijo la tía Ana.

MUJER 1. Oh Dios, perdóname por mi falsa alabanza, y por haberte rechazado hoy. (Sale de la escena.)

ISABEL. Lo que ahora me llevó marcado en mi corazón es que aunque la entrada de Jesús a Jerusalén pareció estar colmada de adoración, resultó ser una alabanza hueca y es que muchos de los que participaron en ese evento, después corearían junto con los escribas y fariseos, que le crucificaran y liberaran al asesino Barrabás en vez de a Jesús. Dios, ayúdame a que mi adoración hacia ti, siempre sea de corazón.

(Se cierra el telón.)

NARRADOR. Hace veinte siglos; Jesús entraba en Jerusalén, el pueblo tendía sus mantos, tomaban ramas de palmera y le daban la bienvenida; días después, muchos de ellos estaban entre la multitud gritando: “¡Crucifícale!”

Hoy se marca el inició de la semana Mayor es tiempo de recordar y sobre todo valorar lo que Jesús hizo por nosotros, Jesús quiere entrar en tu vida así como entró en Jerusalén; pero quiere ser el verdadero Rey en tu corazón. Date el tiempo de pensar en la clase de adoración que Dios espera de ti, ¿estás listo para adorar a Jesús con un corazón sincero?

Himno: “A Cristo coronad”.

Toma tu cruz

18 Minutos y 8 Personajes + Extras. Una joven se hace cristiana y lleva con gusto una enorme cruz en el cuello porque está muy orgullosa de serlo. En contraste, sus amigos "cristianos" de más tiempo en la fe las esconden, o utilizan otras más pequeñas porque se avergüenzan de ellas.


TOMA TU CRUZ




PERSONAJES

NARRADOR
CARLA
SAMY HABILIDOSO
SIMÓN
MANUEL
TOMÁS
JULIA
JENNY
3 Ó 4 ADOLESCENTES


NARRADOR. Es bastante fácil ser cristiano, al menos, es fácil decir que tú eres un cristiano cuando es conveniente. Los cristianos no tienen anuncios alrededor de sus cuellos que anuncien su fe. Pero piensa en las palabras de Cristo en Marcos 8:34: “Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos. Si alguien quiere ser mi discípulo -les dijo-, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.” ¿Qué sucedería si a los cristianos se les requiriera cargar cruces como símbolos obligatorios de su fe?


ESCENA 1

(Dentro de Cruces En Abundancia, una pequeña tienda en un centro comercial que vende toda variedad de cruces. Detrás del mostrador se encuentra un vendedor. Carla, una nueva cristiana entra a la tienda.)

SAMY HABILIDOSO. Hola. Pásele, pásele. ¿Cómo puedo ayudarla?

CARLA. (Con entusiasmo.) Me acabo de hacer cristiana, y me gustaría obtener una cruz.

SAMY HABILIDOSO. Bueno, has llegado al lugar correcto. Mi nombre es Samy Habilidoso, pero me puedes llamar “S” (haciendo un sonido como el de una serpiente) Soy tu amigo y sé lo que necesitas.

CARLA. ¡Grandioso!

SAMY HABILIDOSO. (Sacando una cruz de oro muy grande.) Estamos en medio de una “24 horas de ofertas”, y por solo $24.95 se puede ir a casa con esta cruz puesta que es de 24 quilates de oro. Hasta le regalamos la cadena.

CARLA. (Dudando.) Bueno… esto no es exactamente lo que estaba yo buscando.

SAMY HABILIDOSO. Entiendo. Es muy grande. Creo que sé exactamente cómo se siente (saca una cruz pequeña). Escuche, aquí hay una que puedo dársela en $19.95. La cadena es aparte, pero le doy buen precio.

CARLA. (Moviendo su cabeza, tratando de ser cortés.) No… No creo que…

SAMY HABILIDOSO. Está bien. Le incluyo la cadena pero esta oferta es solo por hoy.

CARLA. No, vea usted, estoy buscando algo más grande.

SAMY HABILIDOSO. ¡Ya le entendí! (De detrás del mostrador saca una enorme cruz con colores brillantes y chillantes.) Este estilo es muy popular, pero por supuesto es un poco más cara.

CARLA. Quizás usted no me entiende. Creo que no es el tamaño de la cruz tanto como… Bueno, cuando mis amigos se hicieron cristianos, ellos llevaban unas cruces grandes, pero eran cruces de madera, sencillas, sin pintar. Yo pensaba que ellos estaban locos, pero ahora creo que ya entendí. ¿Tiene usted algo así? ¿Quizás de este tamaño? (indicándole el tamaño).

SAMY HABILIDOSO. ¿Sabe? Teníamos de esas antes, pero se vendían tan poco que descontinué ese modelo. Casi nadie quiere comprarlas. La mayoría de la gente las renta—para esas ocasiones especiales cuando necesitan jugar el papelito, y después las regresan.

CARLA. ¿Puede decirme en qué tienda las venden?

SAMY HABILIDOSO. (Se detiene un momento, se le queda viendo a Carla cuidadosamente mientras juega con su cadena.) Bueno, creo que no debería hacer esto, pero usted parece ser una persona decidida. Le haré un mapa. Aquí es a donde puede usted encontrarlas. (Rápidamente hace un dibujo de un mapa en un papel.) Se llama “La Tienda de la Cruz”. Está en la esquina de la Quinta y la Principal. El tipo no tiene muchas ventas, pero quizás tenga lo que estás buscando.

CARLA. ¡Gracias! (Sale pasando a otras dos personas que entran a la tienda).

SAMY HABILIDOSO. Hola. Pásele, pásele. ¿Cómo puedo ayudarle?

(Se apagan las luces.)



ESCENA 2

La Tienda de la Cruz. Un mostrador con una fila de cruces de un solo tipo: grandes y de madera. Un vendedor detrás del mostrador.

SIMÓN. Hola. Mi nombre es Simón. ¿Puedo ayudarle?

CARLA. Mi nombre es Carla y me acabo de hacer cristiana. Me gustaría comprar una cruz (observa las cruces en el mostrador). Estas son perfectas… exactamente lo que estaba buscando.

SIMÓN. ¿Está segura de que esto era lo que buscaba?

CARLA. Seguro que sí. Cuando yo conocí a Jesús, me dijeron que la cruz de Cristo me traería pruebas y tribulaciones así como un gran gozo. Pero yo sé que Dios me dará la fuerza que necesito y que jamás me dejará.

SIMÓN. Parece que usted es una joven decidida. ¿Es ésta la que quiere? (Carla asiente con la cabeza y Simón le da la cruz.) Aquí tiene.

CARLA. ¿Cuánto le debo?

SIMÓN. Nada.

CARLA. ¿Nada?

SIMÓN. Nada, al menos por ahora.

CARLA. Pero acabo de estar en la tienda de “Cruces En Abundancia” y el Señor Habilidoso me dijo que…

SIMÓN. Ya lo sé. Algunas personas piensan que pueden comprar su salvación de esa menara. Se equivocan. Usted comienza a pagar cuando la cargue fuera de aquí.

CARLA. Gracias, Simón. Por cierto, ¿cómo se metió usted a este tipo de trabajo?

SIMÓN. Mi familia ha tenido este negocio por mucho tiempo. Un antepasado mío—cuyo nombre llevo yo—abrió su primera tienda en Cirene. Su primera cruz se parecía mucho a la que lleva usted.

(Si la capacidad bíblica no es la fortaleza de tu grupo, en este momento Simón puede leer Mateo 27:32: “Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz”.)

CARLA. (Pensando.) Muchas gracias, Simón.

(Sale y se apagan las luces.)



ESCENA 3

Pasillo de la escuela, de trasfondo unos casilleros. Estudiantes en el descanso. Un grupo de tres o cuatro adolescentes entran en el escenario del lado derecho cargando libros, platicando, riendo, etc. Caminan atravesando el escenario y salen por el lado izquierdo, mientras que Julia y Jenny entran por el mismo lado.

JULIA. (Entusiasta.) ¿No es emocionante? ¡Mañana es el último día de clases!

JENNY. Sí, apenas puedo esperar. Me la voy a pasar de fiesta este verano. Oye, me gusta tu blusa.

JULIA. Gracias. Me la compré ayer. Oye, ¿te llamó David anoche? Karen me dijo que iba a…

(Mateo y Tomás entran e interrumpen.)

TOMÁS. Oigan, ¡no hablen de la gran fiesta de esta noche sin incluirnos! ¡Qué onda!, ¿cómo están?

JULIA. Pues aquí, hablando de la fiesta y el reventón (empuja a Tomás jugando). ¿Ya oyeron que Carla se hizo cristiana? No puedo creer que alguien que vivió como ella pueda ser lo suficientemente buena como para ir a nuestra iglesia.

MANUEL. He escuchado que está muy en serio con esto. Uno de mis amigos la vio en la Tienda de la Cruz. ¿Qué creen que hizo? Primero Car…

TOMÁS. (Interrumpiendo.) ¡Shh! Ahí viene.

(El grupo de adolescentes hace como que está haciendo otra cosa.)

CARLA. (Entra con su gran cruz.) Hola todos. Creo que ya saben que me hice cristiana.

JULIA. Sí ¡Qué bien! (Se escucha el pensamiento de Julia con una voz fuera del escenario.) No puedo creer que esté cargando esa cruz tan fea.

TOMÁS. Estamos muy contentos por ti (se escucha el pensamiento de Tomás con una voz fuera del escenario). Tengo que irme de aquí antes de que todos me vean con ella y se burlen de mí.

MANUEL. Tienes que venir al grupo de jóvenes de la iglesia. (Se escucha una voz fuera del escenario). Espero que decida ir a una iglesia distinta.

JENNY. Escuché la mala noticia de Carlos. Debió de haber sido muy difícil terminar con él porque no es cristiano. (Se escucha una voz fuera del escenario) Quizás ahora él me invite a salir.

CARLA. Sí, fue muy difícil. Pero fue lo mejor. Espero que él también sea cristiano. Quizás ustedes le puedan testificar.

TODOS. Claro, claro (se escucha una voz fuera del escenario). De ninguna manera. Nos sentiríamos como unos tontos.

CARLA. Hablando de testificar, ¿a dónde están sus cruces?

(Todos muestran unas cruces pequeñas, las sacan de lugares escondidos, a excepción de Manuel que sigue buscándola por unos momentos y finalmente se rinde y deja de buscarla.)

CARLA. ¡Qué bonitas! Pero… ¿que no es difícil que la gente las vea?

JULIA. Bueno… Puede ser… Pero si la gente ve bien, las podrán ver.

TOMÁS. Además, no queremos que la gente se lleve una mala impresión.

MANUEL. Cuando nos hicimos cristianos por primera vez, todos teníamos cruces como la tuya, Carla, pero era muy difícil compartirle a nuestros amigos porque esas enormes cruces los irritaban mucho. Nuestros amigos nos evadían, o se burlaban de nosotros.

JENNY. O las dos cosas.

TOMÁS. De esta manera si no deseamos que algunas personas sepan que nosotros somos… bueno, podemos compartir nuestra fe cuando lo deseemos... Tú sabes, cuando el tiempo sea el correcto.

(Todos menos Carla asienten con la cabeza en un acuerdo. La campana suena y todos corren dejando a Carla parada sola y confundida. Se apagan las luces).



ESCENA 4

Un gran cartelón de trasfondo que dice FIESTA, con una flecha apuntando fuera del escenario, a la derecha. Un cartelón más pequeño que dice ESTACIONE SUS CRUCES POR $.50 Manuel, Tomás, Julia y Jenny entran del lado izquierdo del escenario y se paran en medio.

TOMÁS. (A Manuel.) Oye, se ve tu cruz.

MANUEL. Ah, gracias. Se me había olvidado (se mete la cadena dentro de su camisa).

CARLA. (Se acerca con su gran cruz.) ¡Hola amigos!

JULIA. Mira Carla, ¿por qué no dejas tu cruz afuera antes de que entremos a la fiesta? Se vería… este… mucho mejor.

CARLA. ¿Qué quieres decir?

JULIA. Bueno, quizás podamos tomar algo... este... Tú sabes, alcohol, o haya alguna otra cosa…

CARLA. ¿Quieren decir que ustedes van a…

JENNY. Solo vamos a divertirnos en la fiesta. Todos nuestros amigos están ahí. Esa cosa (señalando a la cruz) puede molestar a algunas personas. Puede intervenir en algunas cosas.

(Otro adolescente —con una cruz como la de Carla— entra por el lado izquierdo del escenario, estaciona su cruz bajo el anuncio que dice: ESTACIONE SU CRUZ POR $.50, después sale por el lado derecho hacia la fiesta.)

TOMÁS. No es tan difícil de hacer Carla. Piénsalo.

(Todos menos Carla se van hacia la fiesta.)

CARLA. (Pensando en voz alta.) Pero, ¿que no debería de ser difícil de hacer?

(Se apagan las luces.)




ESCENA 5

Al día siguiente, restaurante mexicano. Manuel, Tomás, Julia y Jenny sentados alrededor de una mesa esperando a que el mesero traiga su comida. Tomás está jugando con las salsas. Julia tiene una pistola de agua.

JULIA. Estuvo increíble la fiesta anoche, ¿no?

JENNY. ¡Estuvo súper! (A Manuel.) Oye, ¿qué te pasa?

JULIA. Creo que comió demasiada salsa picante. ¡Esto te ayudará! (Saca su pistola de agua y le dispara. Todos se ríen excepto Manuel.)

JENNY. ¿Qué te sucede? ¿Aún estás preocupado por la graduación? Escuché que el examen del profesor Sánchez estuvo súper difícil.

MANUEL. No, no es eso. Es solo que… bueno, estoy pensando en regresar a la vieja cruz.

TOMÁS. ¿Qué? ¿Esa cosa enorme de madera dura? No juegues, has estado estudiando demasiado. Creo que se te quemó el cerebro.

MANUEL. No, es en serio. He estado pensando mucho en ello últimamente.

JULIA. No nos puedes hacer esto. Tenemos un gran verano por delante los cuatro.

TOMÁS. No tenemos lugar para esa cruz y además… ahh, ya entiendo. Solo la cargarás a la iglesia y al grupo de jóvenes ¿verdad?

MANUEL. No, la quiero conmigo todo el tiempo. Sé que interferirá, pero lo tengo que hacer. He observado a Carla en estos días. Me recuerda a mí de cómo eran las cosas conmigo. Cuando yo me hice cristiano por primera vez yo me sentía orgulloso de cargar mi cruz por todos lados. No podía dejar de leer mi Biblia. No dejaba de decirles a mis amigos sobre Jesús.

JENNY. Pero tenemos nuestras cruces. Solo que son más convenientes que el modelo grande, y cumplen con la misma cosa.

MANUEL. ¿Ah sí? ¿Cuándo fue la última vez que alguien notó tu cruz, Jenny? ¿Cuándo fue la última vez que alguno de nosotros le explicó a alguien lo que significaba la cruz?

JULIA. Pero Jesús jamás dijo que la cruz tenía que ser grande.

MANUEL. Sí, pero la cruz que Jesús cargó y en la que fue crucificado no era de oro. No podía usarse en el cuello. Era pesada y tenía astillas. Le causó dolor. Le costaba trabajo cargarla. Creo que debería de ser igual con nosotros.

TOMÁS. Creo que tu cerebro se te quemó. (Las muchachas se ríen y asienten con la cabeza señalando estar de acuerdo. Se apagan las luces.)




ESCENA 6

Pasillo de la escuela al día siguiente. Manuel, Tomás, Julia y Jenny entran el escenario del lado derecho platicando. Cuando Manuel ve a Carla entrando al escenario por el lado izquierdo cargando su cruz grande, deja a los otros tres para caminar con ella. Los otros tres siguen caminando y salen del escenario por el lado izquierdo.

MANUEL. ¡Carla! Estoy contento de verte. Tengo algo que decirte.

CARLA. ¿Qué es?

MANUEL. (Tomando aire.) He decidido tomar la cruz que usaba cuando me hice cristiano por primera vez.

CARLA. No entiendo.

MANUEL. Me recuerdas a mí en la forma que solía ser cuando por primera vez conocí a Cristo. No me avergonzaba de mi fe, a donde fuera, no importaba con quién estuviera. Quiero eso de nuevo, gracias a ti, Carla.

CARLA. Yo…yo no sé qué decir. Digo... He estado pensando mucho. Por eso llegué tarde a la primera clase hoy. Me preguntaba si valía la pena cargar esta cruz. Pero decidí seguirla cargando.

MANUEL. ¿Por qué?

CARLA. Recordaba algo que Simón—este tipo que me vendió la cruz, me dijo. Me dijo algo que algún misionero alguna vez dijo: “No es tonto el que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder.”

MANUEL. Qué bueno que no te rendiste Carla.

(Suena la campana.)

CARLA. ¿Te veo este fin de semana en el grupo de jóvenes?

MANUEL. ¡No me lo pierdo por nada! (Comienza a caminar pero se detiene al escuchar lo que Carla le dice.)

CARLA. Oye (pausa). Te amo, hermano.

MANUEL. Te amo a ti también. (Los dos se abrazan y salen. Se apagan las luces)

(Una voz fuera del escenario con un micrófono lee Marcos 8:34-38: Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos. --Si alguien quiere ser mi discípulo --les dijo--, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa por el evangelio, la salvará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.)

Jesús conoce a una mujer

5 Minutos y 4 Personajes. Encuentro de Jesús con la samaritana.

JESÚS CONOCE A UNA MUJER


PERSONAJES

NARRADOR
JESÚS
MUJER
DISCÍPULO


TEXTO BIBLICO: Juan 4

NARRADOR. Jesús viajaba de Judea a Galilea y tenía que pasar por Samaria. Estaba localizado junto a un pueblo llamado Sicar cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Cansado del largo camino bajo el sol, Jesús se sentó junto a un pozo mientras los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. Una mujer samaritana llegó al pozo a sacar agua.

JESÚS. ¿Me darías un poco de agua?

MUJER. Tu eres judío y yo soy samaritana, ¿cómo me pides a mi que te de agua para beber?

NARRADOR. Los judíos por lo general ni siquiera hablaban con los samaritanos, mucho menos pedir agua del mismo vaso.

JESÚS. Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.

MUJER. Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida? ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

JESÚS. Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él ese agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

MUJER. Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

JESÚS. Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá.

MUJER. No tengo esposo.

JESÚS. Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad.

MUJER. Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta. Pero, si me permites hacerte una pregunta: ¿Por qué insisten ustedes los judíos que Jerusalén es el único lugar a donde se debe adorar? Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

JESÚS. ¡Créeme, mujer, que se acerca la hora en que no nos preocuparemos por el lugar a dónde adorar al Padre! Pues el lugar para adorar no es lo que es importante, sino cómo le adoramos. La adoración debe ser espiritual y real pues Dios es Espíritu y debemos tener la ayuda de su Espíritu para adorar como debemos. El Padre quiere este tipo de adoración. Pero ustedes samaritanos conocen tan poco acerca de él, adoran con los ojos cerrados por decir algo. Nosotros los judíos sabemos todo acerca de él, pues la salvación llega al hombre a través de la raza judía.

MUJER. Bueno, al menos sé que el Mesías va a venir. ¿Sabes? Al que le llaman Cristo y cuando él venga el nos explicará todas las cosas.

JESÚS. ¡Yo soy el Mesías!

NARRADOR. Entonces la mujer dejó el cántaro de agua cerca del pozo y regresó a su pueblo y emocionada le dijo a todos sobre Jesús. Pronto la gente comenzó a llegar del pueblo a verlo. Mientras tanto, los discípulos habían regresado con Jesús. Lo habían visto platicar con la mujer samaritana y estaban asombrados, pero no le preguntaron a Jesús por qué o qué le dijo a la mujer sino que le rogaban para que Jesús comiera.

DISCÍPULO. Maestro, come algo de la comida que trajimos.

JESÚS. No. Yo tengo una comida que ustedes no conocen.

DISCÍPULO. (Hablando con otros discípulos.) ¿Alguien más le trajo comida?

JESÚS. Mi alimento viene de hacer la voluntad de Dios que me envió y de finalizar su obra. Piensan que el trabajo de cosechar no comenzará hasta que termine el verano--¿en cuatro meses más? ¡Abran sus ojos y vean a su alrededor! Los campos de almas humanas maduros a nuestro alrededor y ellos están listos para ser cosechados. Ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos. Porque como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”. Yo los he enviado a ustedes a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y ustedes han cosechado el fruto de ese trabajo.

NARRADOR. Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la MUJER. "Me dijo todo lo que he hecho." Así que cuando los samaritanos vinieron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos. Jesús permaneció allí dos días, y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía. --Ya no creemos sólo por lo que tú dijiste --le decían a la mujer--; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo.

FIN

Fotos: "Mi amigo fiel"

2010 - Iglesia Bautista de Tepic Nayarit - México - 180 Niños


La vida sin amor

13 Minutos y 6 Personajes. Un matrimonio se encuentra en crisis y sus amigos les dan diferentes consejos. Pueden ver una versión que han hecho de esta obrita AQUÍ


LA VIDA SIN AMOR
Fabiola García


PERSONAJES

ESPOSO
ESPOSA
AMIGO 1
AMIGO 2
AMIGA 1
AMIGA 2


ACTO 1


ESPOSA. (En tono triste y enojado.) Esto ya no puede seguir así, vos sólo pasas trabajando, y cuando estás los fines de semana en casa querés que fuerzas vayamos a ver a tu mamá y te enojas cuando te pido que vayamos a ver la mía.

ESPOSO. Va, ya saliste otra vez con la misma cantaleta... Por cierto, ¿dónde están los niños?

ESPOSA. ¿No te acordás que te dije que los llevaría donde mamá este fin de semana para que no nos vieran pelear y así poder hablar con más tranquilidad?

ESPOSO. ¡Ah! Volviendo con el tema. Yo trabajo mucho para darles a ustedes todo lo que piden… Así que no te quejes y anda, plánchame la ropa que mañana voy a Costa Rica…

ESPOSA. Ya fregamos… Hasta hoy me decís que te vas de viaje. ¿Y por cuánto tiempo esta vez? (En tono irónico.)

ESPOSO. Por un mes, así que ya dejo todas las cuentas pagadas y si se acaba la comida queda abierto el crédito en el mercadito de la esquina, y si alguien se enferma, con mi amigo Juan que es el dueño del hospital también queda abierto el crédito...

ESPOSA. (Lo interrumpe.) ¿Ves? Siempre lo mismo: no confías en mí y no me dejas en efectivo nada de dinero y solo me querés tener aquí de nacha… (Llorando.)

ESPOSO. ¡Ah! Si les hacen falta medicinas, queda abierto el crédito en la farmacia de doña Chona. ¿Vas a plancharme la ropa?

ESPOSA. Anda donde tu mamá a que te la planche. (Sale de escena tirando lo primero que tiene a mano.)

ESPOSO. (Suena su cel.) ¡Ajá! Juan… Sí, voy saliendo, en media hora llego.


ESCENA II

(En un café.)

AMIGO 1. Te veo triste y muy demacrado, ¿qué pasa?

ESPOSO. Ya no aguanto a mi mujer… Dice que soy un mal marido, que la golpeo, que no le doy cariño, que solo quiero hacer lo que yo digo y sobre todo que no le doy amor a ella ni a mis hijos… Además, eso del amor es pura pamplinas.

AMIGO 1. Si no está fundamentado en la roca que es Cristo Jesús, por supuesto que no resultará nunca porque sólo Jesucristo que dio su vida por nosotros y que al tercer día resucitó es quien nos enseña realmente a cómo amar.

ESPOSO. Ya me salís otra vez con lo mismo… No creo en eso que dices… Bueno, creo que existe un Dios pero hasta ahí no más.

AMIGO 1. De creer, muchos creen, mas hasta cuando se lo conoce es que uno comienza a confiar y por ende Él nos enseña a amar de la manera que realmente es. ¿Recordás cómo estuve a punto de divorciarme?

ESPOSO. Bien, me acuerdo, y no comprendo cómo seguís con ella con todas las cosas que me contabas…

AMIGO 1. Porque al llegar ambos a los pies de la cruz, nos dimos cuenta de que los dos estábamos equivocados, que debíamos pedirnos perdón, y dado ese paso, la pasión que sentíamos cuando nos casamos, ahora realmente es un amor de acuerdo a la voluntad de Dios.

ESPOSO. ¡Va! Me lo estás pintando como el final de un cuento de Disney, ¡ja, ja, ja! Eso no existe…

AMIGO 1. Claro que no, no es que no vayan a surgir problemas o diferencias, más Cristo Jesús siempre nos dice cómo resolverlas…

(Suena el teléfono, es su esposa, y le habla en tono cariñoso diciéndole que no se preocupe porque no le quedó tiempo de hacer la cena, que se irán ambos a cenar, y que pasarán dejando a los hijos donde una de las abuelas.)

AMIGO 1. Bueno amigo, tengo que irme, en poco tengo una cita con mi amada.

ESPOSO. (Asombrado.) Te acompaño al carro.

(Ambos salen del escenario)



ACTO II

(Comedor de la casa.)

ESPOSA. ¡¡Amelia!! ¡Qué bueno que viniste! Necesito que me aconsejes.

AMIGA 1. Contame qué pasa, te oí por el teléfono la voz muy triste y me preocupé.

ESPOSA. Hoy sí, ya no aguanto más, es imposible con mi esposo, no quiere recapacitar, ¿qué hago?

AMIGA 1. Sí, comprendo, tenés de vivir este martirio ya por más de 20 años, no deseo poner más hiel sobre la herida pero ¨te lo dije¨, ¿te acordás que cuando eran novios te dije que él tenía muchos defectos, sobre todo que era un autoritario? Por eso yo tengo mi trabajo y soy súperindependiente: tengo maestría, además las mujeres somos más inteligentes que los hombres, siempre voy al salón, y sobre todo nunca cocino y por eso pago trabajadora para que se encargue de los niños.

ESPOSA. Sí, pero es que cuando una está enamorada no mira los defectos… Pero, ¿qué hago?

AMIGA 1. Vete de tu casa, llévate los niños, además ellos ya están grandes y no les afectará.

(Tocan a la puerta.)

ESPOSA. ¿Quién?

AMIGA 2. ¡Soy yo, Ruth!

AMIGA 1. ¡Va! Mejor me voy, ya viene tu amiga la santurrona...

(Sale la Amiga 1 y entra la 2.)

ESPOSA. ¿Qué te trae por acá? Hace tiempo que no me visitabas…

AMIGA 2. Algo en mi interior me dijo que viniera a verte, ¿te pasa algo?

ESPOSA. Sí, los mismos problemas con mi esposo: falta de buena comunicación, y de una buena distribución de las tareas en el hogar, si él me dejara trabajar aunque sea medio tiempo, él no trabajaría tan duro y los fines de semana la pasaríamos juntos y más holgados….

AMIGA 2. ¿Has hablado con él? ¿Se han sentado a platicar?

ESPOSA. Cada vez que él tiene un fin de semana libre y que deseo platicar con él siempre me sale con lo mismo, o se va a jugar golf o se va a ver a su mamá.

AMIGA 2. ¿Y qué piensas hacer?

ESPOSA. ¡Irme de la casa con mis hijos!

AMIGA 2. Esa no es una buena decisión, ¿por qué no mejor sigues orando para que tu matrimonio sea restaurado? De hecho venía a invitarte al grupo de oración, ¿vienes?

ESPOSA. Ok.

(Salen las dos del escenario.)


ESCENA II

(Tomando cerveza Esposo y Juan. Juan lo aconseja mal.)

AMIGO 2. ¡Vamos, hombre! Hace más de una hora que tienes esa cerveza y a duras penas la has probado… ¿Qué pasa?

ESPOSO. Estoy preocupado, al principio que llamaba a la casa solo me contestaban mis hijos y no me pasaban con mi esposa, y de tres días hacia acá, estoy llamando a la casa y nadie me contesta….

AMIGO 2. No te preocupes, llámala al celular y verás cómo todo está bien.

ESPOSO. No tiene celular, solo yo en la casa uso celular.

AMIGO 2. Entonces, ¿para qué te preocupas? Me contaron de un lugar cerca donde hay unas mujeres súper lindas… (Tono de malicia.)


ACTO III

(Esposo se encuentra con su celular buscando localizando a su esposa por todos lados.)

ESPOSO. (Con el cel.) ¿Ahí está? Voy a buscarla. En verdad decirle que he cambiado, mi amigo Rodrigo ha sido instrumento de Dios y me ha hecho ver muchas cosas que no comprendía. Bueno, mejor voy para allá. Por favor, dile que me dé una última oportunidad.

(Sale del escenario y vuelve a entrar, hace como que toca una puerta y entra a escena la esposa.)

ESPOSO. Amor, te ruego que vuelvas conmigo. En verdad Jesucristo me ha cambiado, ya no soy el mismo.

ESPOSA. No te creo para nada, ¿para qué volver? ¿Para lo mismo de siempre?

ESPOSO. Por eso, antes que nada deseo pedirte perdón, y que ambos busquemos de Dios…

ESPOSA. Está bien, te acompañaré, y veremos qué pasa, no prometo nada.



ESCENA II

(En el comedor de la casa del esposo y esposa, se encuentra con ellos Rodrigo y Ruth; esposo y esposa les dan las gracias a Dios y ellos por la restauración de su matrimonio. Los seis leen 1ª de Corintios 13.)

El verdadero tesoro

30 Minutos y 8 personajes. Se trata de un programa para enlazar diversas actividades espirituales en el que como hilo conductor, un joven irá en busca de un tesoro, la Biblia, que al final del camino encontrará.


EL VERDADERO TESORO




PERSONAJES

TURISTA
PARTICIPANTE 1
PARTICIPANTE 2
PARTICIPANTE 3
PARTICIPANTE 4
PARTICIPANTE 5
PARTICIPANTE 6
PARTICIPANTE 7

El personaje de turista debe estar ataviado con ropas que simulen ser un viajero extranjero y debe tener una cámara fotográfica, lentes, un mapa, entres otros accesorios. Cuando cada participante se presente le entregará una pista en forma de pancarta dividida hasta que el último participante le entregue la última pieza con la cual se completará el mensaje que dirá: “Buscar baúl”. (Para descargar la pancarta clique AQUÍ)

TURISTA. ¡Oh, estoy perdido! No sé dónde estoy y quiero encontrar el lugar en donde está el verdadero tesoro.

TURISTA. Pero… ¿Cómo puedo llegar hasta él?

PARTICIPANTE 1. Joven, veo que es un turista, ¿necesita alguna ayuda?

TURISTA. Sí, quisiera que me indicara cómo llegar al verdadero tesoro.

PARTICIPANTE 1. Bueno te puedo encaminar de la siguiente manera…

TURISTA. Sí, ¿cómo? Dígame, please.

PARTICIPANTE 1. Pues debes acompañarme a cantar las notas del himno 288.

TURISTA. Ok, gracias ahora me siento con más ganas de seguir. Y entonces qué debo hacer ahora, ¿quién podría ayudarme con una pista?

PARTICIPANTE 2. Sí, yo estoy dispuesta a darte un consejo para que puedas encontrar el verdadero tesoro.

TURISTA. Sí, dígame, ¿cómo me ayudaría?

PARTICIPANTE 2. Bueno mira en el libro de Mateo, capítulo 13: 44-46 nos dice…

TURISTA. Ah, gracias, en verdad es algo grandioso, pero ¿me hacen más piezas para armar este rompecabezas? Quisiera encontrar más pistas.

PARTICIPANTE 3. Joven yo le puedo ayudar con la siguiente pista: se encuentra a través del camino de la oración; ahora acompáñeme a orar.

TURISTA. Ok de acuerdo.

TURISTA. Wuao ahora me siento más cerca del verdadero tesoro, gracias por ayudarme. Seguiré tomando fotos y buscando en mi mapa a ver si puedo lograr ver algo.

PARTICIPANTE 4. Buen día, mi amigo, por lo que veo está en una travesía en busca de algo especial, lo cual le ha dado mucho empeño y debe estar fatigado.

TURISTA. Sí, así es, estoy ansioso de encontrarlo.

PARTICIPANTE 4. Por estar fatigado le invito a deleitarse en una alabanza musical y al mismo tiempo le extiendo a usted una cordial bienvenida a este lugar, esperando que Dios colme su corazón de sabiduría para cuando logre encontrar el tesoro pueda preservarlo. Escuchemos a ________________ con unas alabanzas.

TURISTA. Ahora me siento con más energía para seguir buscando mi tesoro verdadero. Pero me hace falta alguien que me diga algunas palabras o historias de cómo agradecer por estar tan cerca de encontrar mi tesoro. ¿Quién me ayuda a encontrar mi rumbo?

PARTICIPANTE 5. Yo te puedo ayudar, tengo una historia que contarte y es acerca de:

TURISTA. Gracias ahora sí que estoy cerca, ya lo presiento. Ahora quisiera que alguien me informe acerca de las personas que ya han encontrado el tesoro, de cómo ha sido su progreso, ¿quién me diría?

PARTICIPANTE 6. Bien yo te contaré…

TURISTA. Gracias por sus informaciones.

PARTICIPANTE 6. Sí, quisiera dejarte con otra pista y al mismo tiempo presentarte a alguien que te deleitara con una alabanza musical.

(Parte especial.)

TURISTA. Pero, ¿hay alguien que desea contarme alguna historia antes de yo proseguir mi camino?

PARTICIPANTE 7. Sí, yo tengo una historia que contar.

TURISTA. Ah, gracias, y ¿quién me podría decir cuál es la última pista para encontrar el verdadero tesoro? Pues ya estoy cerquita de lograr la meta.

PARTICIPANTE 7. Bien, mire, aquí está la última pista, vamos a completarla,

TURISTA. A ver qué dice.

PARTICIPANTE 7. Dice: bus car ba ul

TURISTA. Oh dice que busquemos el baúl, y, ¿qué es baúl? No entiendo esa palabra.

PARTICIPANTE 7. Es una caja de madera, pero mira este es un baúl, miremos a ver…

TURISTA. Oh si mira a acá encontré el verdadero tesoro y es una santa Biblia. ¡Genial, gracias por ayudarme a encontrarlo!

PARTICIPANTE 7. Bien, dice la Biblia: “pedid y se os dará, buscad y hallaréis”, y ya encontraste lo que buscabas. Dios te ayude a escudriñad este gran tesoro.

El primer asesinato

12 Minutos y 4 Personajes. Caín mata a su hermano Abel cuando su sacrificio no es aceptado por Dios. Obrita para ilustrar un sermón sobre la lucha de Satanás con la simiente. El final es abierto y depende de una explicación posterior. Inspirada en Génesis 3:15 y en el siguiente sermón (aquí).



EL PRIMER ASESINATO
loidasomo@gmail.com



PERSONAJES

AYUDANTE
SATANÁS
ABEL
CAÍN

(Es una obra en la que los personajes de Caín y Abel no hablan sino que van realizando de forma mímica, todo lo que Satanás y el Ayudante dicen de ellos. Se han obviado, por tanto, todas las referencias mímicas de su parte.)

AYUDANTE. ¿Has observado a los dos jóvenes?

SATANÁS. Sí, al milímetro.

AYUDANTE. ¿Has visto su actitud?

SATANÁS. ¿De quién?

AYUDANTE. De Abel.

SATANÁS. Sí, he puesto especial énfasis en él.

AYUDANTE. ¿Crees que podría ser él?

SATANÁS. Es posible.

AYUDANTE. Se deleita en hacer el bien, además, obedece a sus padres en todo lo que le piden y ofrece sinceros sacrificios a Dios.

SATANÁS. Sí, Abel ha resultado un joven muy difícil de persuadir.

AYUDANTE. No así su hermano…

SATANÁS. (Sonrisa irónica.) No, Caín es muy manejable.

AYUDANTE. Tanto como la tierra que ara.

SATANÁS. Habéis hecho un trabajo muy bueno con él.

AYUDANTE. Gracias, ha sido muy fácil: desde joven ya apuntaba maneras. Cuando sus padres trataban de explicarles lo que sucedió en Edén y de prevenirles de nuestros ataques, siempre lográbamos distraerle con cualquier cosa: un gusanillo juguetón, los aleteos de una mariposa, el canto de un pájaro…

SATANÁS. ¡Qué bien os han servido las criaturas de Ése! ¡Alabadas sean las criaturas del Señor!

(Los dos se ríen.)

AYUDANTE. Se esmera bastante en su trabajo.

SATANÁS. Sí, ¿os habéis fijado en el brillo de sus ojos cuando mira su huerto?

AYUDANTE. No, nos habíamos percatado.

SATANÁS. Por eso hay que estar siempre al tanto. Ese brillo bien encaminado puede derivar en orgullo. Mira, observa… (Se acerca a Caín que está labrando la tierra y le habla al oído.)

SATANÁS. Pasa la mano por los frutos. ¡Qué buen color tienen! ¡Qué aroma! ¡Y cómo pesan…! No hay otro huerto como el tuyo. Tu padre no sabe tanto como tú. ¡Claro! Él no lo ha aprendido de niño, lo ha tenido que hacer como un castigo y ha perdido la ilusión del Edén. ¡Prueba uno! ¡Hum! ¡Qué bien sabe! Seguro que son tan buenos como los que comían tus padres en el Jardín. Míralo otra vez. ¡No, no! Este es mucho mejor que los del Edén… ¡Seguro!

(Caín se queda extasiado y con cara de orgullo.)

SATANÁS. Ya está.

AYUDANTE. ¡Ahí viene Abel!

(Entra Abel; habla con su hermano, observa sus frutos.)

AYUDANTE. De todos los hijos de la pareja, éste es el único que se ajusta a la profecía de Dios.

SATANÁS. Abel, Abel, ¿vas a aplastarme tú la cabeza? Ya veremos quién aplasta a quién el qué.

AYUDANTE. Dios dijo que sería un descendiente de la mujer: su simiente y éste es el que…

SATANÁS. (Le corta enfadado.) De este me encargo yo.

AYUDANTE. ¡Mira! Están construyendo unos altares.

SATANÁS. Perfecto para mis planes… (Se acerca a Caín y le habla al oído mientras construye el altar.) Ya sabes que a Dios hay que ofrecerle lo mejor y qué mejor que tus frutos, ¿verdad? Sí, esos frutos que superan a los del Edén.

(Caín se queda pensativo a medida que escucha las palabras de Satanás.)

SATANÁS. Seguro que Dios se enorgullece de ti y le das una lección al santurrón de tu hermano. ¡Qué poco original es este Abel!

(Los hermanos terminan de construir los altares y cada uno coloca sus ofrendas. Cuando Abel ve la ofrenda de Caín se acerca a él para intentarle convencer de su error.)

AYUDANTE. Abel, Abel, ahórrate el discursito, ¿no ves que el brillito de sus ojos le impide ver la realidad? ¿Le estás contando otra vez la experiencia de vuestro padre?

SATANÁS. Abel, que no, que no se acuerda del sufrimiento de vuestro padre cuando tuvo que degollar a esa pobre ovejita, ni de cómo le escurría la sangre por sus manos y sentía la inercia del cuerpo muerto. No, tampoco recuerda cómo experimentó por primera vez las lágrimas, ni de cómo, sorprendido, al sentírselas brotar se tocó la cara y se la cubrió de sangre. No, Abel, no, no se acuerda… Ahora solo ve gusanillos y maripositas… ¡Que canten todos los pájaros ahora!

(Se escuchan cantos de pájaros y Abel desiste de convencer a su hermano. Realizan el sacrificio y el sacrificio de Abel es aceptado porque desciende fuego del cielo y lo consume. No ocurre nada con el de Caín y el semblante de Caín se desvanece.)

SATANÁS. Lo que pensabas: que Dios es poco agradecido con tus ofrendas… ¡Con lo que has trabajado en la Tierra! Y Abel… Con esa carita de ángel… Pero bien que se ríe de ti. No es tan santito como parece.

(Abel se acerca a su hermano e intenta consolarlo. Le empieza a explicar la cuestión del sacrificio.)

AYUDANTE. ¡Hombre, Caín! Aunque no quieras reconocerlo, tu hermano tiene razón y sin derramamiento de sangre no hay perdón de los pecados.

SATANÁS. Tenías que saber que el pecado no es algo para tomárselo a la ligera y que éste desagrada a Dios.

AYUDANTE. Sí, id a dar un paseo, a ver si de una vez por todas se calla Abel…

(Van caminando y Abel sigue hablando.)

SATANÁS. ¡Qué pesado es tu hermano, verdad? Y además, ¿no eres tú el mayor? Tú tendrías que estar al mando y no él. ¿Qué se ha pensado?

AYUDANTE. Y ahora te dice que te sientes, que va a buscarte un poco de agua fresca.

SATANÁS. ¡Basta ya! ¡Que no eres un muñeco! ¡Levántate! Que se entere de quién eres tú… Aquí y ahora… ¡TÚ DECIDES!

(Caín enfadado y alterado, agarra una piedra y golpea a su hermano que cae muerto al suelo. Aún con la piedra en la mano…)

SATANÁS. Perfecto, Caín, yo no lo habría hecho tan bien. ¿Quién iba a aplastarle la cabeza a quién?

No estás sola

20 Minutos y 4 Personajes. Sally es una viuda que vive en la más absoluta miseria después de la muerte de su marido. Lo que no sabe es que guardaba en su casa una gran cantidad de dinero...



NO ESTÁS SOLA
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(Basada en un hecho real e inspirada en una predicación sobre el Espíritu Santo. Se trata de un estudio de 5 conferencias en inglés. Si desea obtener gratuitamente esas predicaciones, clique aquí. )



PERSONAJES

SALLY
MARIAN
VECINA 1
VECINA 2


(Dos mujeres conversan en la calle.)

VECINA 1. ¿Cómo han quedado los injertos que te di? ¿Los plantaste?

VECINA 2. Sí, ya han empezado a florecer y están muy bonitos.

VECINA 1. Me alegro que te gusten. Ya te dije que te saldrían enseguida.

VECINA 2. Pues sí… (Bajando la voz.) ¡Uy! Mira quién viene por ahí.

VECINA 1. ¿Quién?

VECINA 2. Date la vuelta y la verás.

VECINA 1. (Se gira.)

(Aparece Sally cabizbaja, con ropas viejas.)

VECINA 2. Cada vez está peor esta mujer…

VECINA 1. Igual tendríamos que llamar a los servicios sociales para que se ocuparan de ella.

VECINA 2. Sí, para que les eche los gatos…

VECINA 1. ¿Qué gatos?

VECINA 2. ¿No has visto los gatos que hay siempre en su puerta?

VECINA 1. Pues no tengo mucho tiempo para observar a mis vecinas.

VECINA 2. Ni yo tampoco, mujer, pero es inevitable si vives enfrente de ella.

VECINA 1. Pues yo vivo a su lado y nunca los he visto.

VECINA 2. Bueno, que me da igual, que una mujer loca no debería vivir sola. Mira cómo tiene la casa, cualquier día se le cae encima.

VECINA 1. Da pena ver cómo está todo… Además se está haciendo mayor y va a ser mucho peor…

VECINA 2. A mí me da miedo: tan solitaria y misteriosa siempre…

VECINA 1. Es verdad, nunca habla con nadie. Igual tendríamos que ir a ver si necesita algo.

VECINA 2. Sí, y que te eche los gatos… ¡quita, quita!

VECINA 1. ¡Qué pesada eres con los gatos!

VECINA 2. Y tú pareces una monjita de la caridad…

VECINA 1. Hombre, no, sólo que me da un poco de pena.

VECINA 2. Pues eso, “hermana” (con retintín). ¿Sabes lo que te digo? Que me voy a mi casa, no vaya a llegar la sangre al río…

VECINA 1. Pero, ¡qué exagerada que eres…! Anda, dame la mano, haya paz…

(Se dan la mano.)

VECINA 2. En serio, que me voy a preparar la cena a los chicos que vendrán a casa de un momento a otro.

VECINA 1. Está bien, está bien. ¿Quedamos mañana para dar otra vuelta?

VECINA. (Despidiéndose.) Sí, a la misma hora.

VECINA 1. Entonces, hasta mañana.

VECINA 2. Hasta mañana.


ACTO II

(Interior de la casa de Sally. La casa está bastante abandonada. Se notan los muebles viejos, las ropas con remiendos y bastante desordenada.)

(Llaman a la puerta y Sally se extraña. Mira por la mirilla.)

SALLY. ¿Quién es?

MARIAN. Sally, soy yo, Marian.

SALLY. ¿Marian?

MARIAN. Sí, abre la puerta.

(Sally abre la puerta.)

SALLY. ¡Qué sorpresa!

(Se abrazan por largo rato y se besan.)

SALLY. ¡Cuánto tiempo!

MARIAN. ¡Qué alegría de volver a verte!

SALLY. ¿Cómo estás?

MARIAN. Bien, muy bien.

SALLY. Pero, ¿qué haces aquí?

MARIAN. Que quería verte y he intentado hablar contigo por teléfono pero no me daba línea.

SALLY. Es que no tengo teléfono.

MARIAN. ¿Cómo puedes estar sin teléfono?

SALLY. Bueno, ya te contaré… Pero, pasa, pasa, no te quedes en la puerta.

(Al entrar a la casa Marian se queda atónita y se muestra en su cara y en su tono de voz.)

MARIAN. Pe… Pero Sally, ¿qué ha pasado en la casa?

SALLY. ¿Está mal, verdad?

MARIAN. Bueno… Está un poco… vieja…

SALLY. Ven, siéntate aquí y hablamos.

(Se sientan en el sofá.)

SALLY. ¡Hace mucho que no nos veíamos!

MARIAN. Mucho. La última vez que vine aquí Jeff aún estaba vivo.

SALLY. Pues de eso hace más de veinte años.

MARIAN. ¡No puede ser! ¿Tanto tiempo ya?

SALLY. Sí, Jeff murió hace 22 años… así que calcula.

MARIAN. Madre mía… ¿Quién lo diría?

SALLY. ¿Te apetece una limonada o algo de comer?

MARIAN. Un vaso de agua.

SALLY. ¿Segura?

MARIAN. Sí, sí, tengo sed de agua.

SALLY. Está bien, ahora te lo traigo. (Mientras sale.) Ya sabes, como si estuvieras en tu casa.

MARIAN. Gracias, Sally. (Marian se acomoda en el sofá y se empieza a hundir. Se alza para acomodarse mejor y del impulso el sofá se rompe.) ¿Sally?

SALLY. (Desde fuera.) ¿Sí?

MARIAN. Creo que te he roto el sofá…

SALLY. (Entra con el agua y unas galletas.) Ah, no, ya verás… Levanta un momento. (Levanta el sofá de un lado y arregla la pata con un calzador.) ¡Ya está! ¿Has visto?

MARIAN. ¡Menos mal! Pensé que lo había roto…

SALLY. Ya estaba roto…

MARIAN. (Tomando el vaso y una galleta.) Dime, Sally, ¿qué tal estos años? ¿Qué has hecho?

SALLY. Pues poca cosa.

MARIAN. ¿Has hecho algún viaje? ¿Algún curso? ¿Sales con amigas?

SALLY. (Negando con la cabeza mientras Marian le preguntaba.) No, no, qué va…

MARIAN. Pues tenemos que hacer una excursión ahora que estoy yo aquí.

SALLY. Bueno, bueno…

MARIAN. No te veo muy entusiasmada.

SALLY. No, solo que…

MARIAN. ¿No te encuentras bien? ¿Pasa algo, Sally?

SALLY. No, no, estoy bien pero es que… desde que murió Jeff no he vuelto a ser la misma.

MARIAN. Es normal, pero ya ha pasado mucho tiempo.

SALLY. Sí, mucho tiempo.

MARIAN. ¿Estás bien, Sally?

SALLY. Bueno, a ratos…

MARIAN. ¿A ratos?

SALLY. Que han sido 22 años muy duros.

MARIAN. Me lo imagino.

SALLY. No, no te lo imaginas. No es sólo la pérdida de Jeff sino la vida que llevo…

MARIAN. ¿Qué quieres decir?

SALLY. Bueno, ya has visto la casa.

MARIAN. Sí, ¿qué ha pasado?

SALLY. Que se cae a pedazos: el sofá o este mantel con agujeros, (levantándose) las paredes con humedad y (acercándose a la lamparita) sin luz.

MARIAN. ¿Estás sin luz?

SALLY. Sí, sin luz.

MARIAN. Pero, ¿por qué no lo has arreglado?

SALLY. Porque no he podido.

MARIAN. Pues haber llamado a alguien para que lo arreglara…

SALLY. No es eso, Marian. (Pausa como si le costase hablar.) Lo que pasa es que no tengo dinero para permitirme esos lujos.

MARIAN. Pero estas cosas no son lujos, son cosas necesarias… Quizá algún vecino te podría haber ayudado a repararlas…

SALLY. Seguro que habría sido así pero no me hablo con ningún vecino.

MARIAN. Pero, ¿por qué? ¿Qué ha pasado?

SALLY. Pues ya ni me acuerdo de por qué… Supongo que he estado tan centrada en mi dolor que me he aislado de todo el mundo…

MARIAN. ¿Nadie vino a visitarte?

SALLY. Sí, al principio, sí, pero luego pasa el tiempo y la gente deja de preocuparse de forma tan seguida… Pero no los culpo, tampoco hice un esfuerzo yo por mantener la amistad.

MARIAN. Sally, cuánto lo siento. Perdóname por no haberte llamado antes, por no haberme preocupado por ti lo suficiente.

SALLY. Y tú a mí. Es muy egoísta por mi parte esperar que sean los demás los que muevan ficha y no preocuparme yo por ellos tampoco.

(Se abrazan.)

MARIAN. Me has hecho saltar las lágrimas. (Limpiándose los ojos.)

SALLY. Y tú a mí…

(Se echan a reír.)

SALLY. Bueno, ¿te vas a quedar varios días, no?

MARIAN. ¡Claro! Si no me echas… (Riéndose.)

SALLY. ¡Cómo te iba a echar a ti…! Dime, ¿qué te gustaría hacer estos días?

MARIAN. Nada en especial, estar contigo, hablar, dar paseos… o lo que te apetezca.

SALLY. Eso suena muy bien. ¡Ay, Marian! (Abrazándola.) Gracias por venir.

(Se apagan las luces.)



ACTO III

(Al encenderse otra vez Marian está limpiando el escritorio de Jeff. La sala tiene mejor aspecto; entra Sally.)

SALLY. ¡No me lo puedo creer! ¡La sala parece otra! Y no sólo la sala sino la casa entera.

MARIAN. Creo que los vecinos han agradecido que cortásemos los setos y además se han ofrecido para plantarnos unas flores alrededor.

SALLY. Creo que les has caído muy simpática.

MARIAN. ¡Hombre, claro! ¿No voy a caerles simpática? Les he ido recortando sus setos también estos días…

(Las dos se echan a reír.)

SALLY. No sé cómo agradecerte todo lo que estás haciendo por mí y por la casa…

MARIAN. ¿Qué te parece si me lo agradeces con una limonada fresquita?

SALLY. ¡Ja, ja! Eres una ayuda muy barata. (Sale de la sala.)

MARIAN. (Sigue limpiando el escritorio de Jeff. De repente se queda asombrada y lee…) ¿Para Sally? ¡Sally!

SALLY. (Desde fuera.) ¿Qué?

MARIAN. ¿Qué es esto?

SALLY. ¿El qué?

MARIAN. Esta carta sin abrir a tu nombre.

SALLY. No lo sé, espera, ya voy…

(Al poco aparece Sally con una limonada en la mano. Se la da a Marian.)

MARIAN. He encontrado esta carta en el escritorio de Jeff.

SALLY. Nunca la había visto, pero es la letra de Jeff.

MARIAN. ¿Y no la has abierto todavía?

SALLY. Pues no; Jeff me dijo antes de morir que mirara en sus cosas pero he estado tan sumida en mi desesperación que no he tenido ganas de hacer nada. Ni siquiera he limpiado el escritorio y está igual que lo dejó él.

MARIAN. ¿Y no vas a abrirla?

SALLY. Ábrela tú, Marian. (Entregándosela.) El corazón me va a 100.

MARIAN. (Abre la carta y la lee.) “Mi amada, el tiempo que he vivido contigo ha pasado rápido pero quiero que sepas que he dejado todo arreglado para que no te tengas que preocupar de nada cuando yo no esté. Mira en la libreta del banco que hay dentro del sobre y luego toma la llave que hay dentro. Con ella podrás abrir una caja fuerte del banco. Acuérdate del amor que he tenido por ti y por favor, disfruta la vida al máximo. Con todo mi amor, Jeff”. ¡Sally, esta carta es un tesoro!

SALLY. Sí, sí que lo es. (Saltándosele las lágrimas.) Marian, no te puedes imaginar lo duros que han sido estos años.

MARIAN. (Abrazándola.) ¡Oh, Sally! Lo siento mucho. Mira, vamos a ver cómo están todas las cosas en el banco. Arréglate que salimos ahora mismo.

(Se apagan las luces.)


ACTO IV

(Se encienden las luces. Las dos mujeres están sentadas en la mesa de la sala.)

MARIAN. ¿Te das cuenta de todo lo que tenías?

SALLY. 32.000 dólares en metálico, más la libreta del banco con los intereses que se han generado en 22 años…

MARIAN. Y las acciones, y la colección de monedas antiguas… ¡Es increíble!

SALLY. ¿Qué valor alcanza todo lo que tengo?

MARIAN. Un momento que lo sumo… (Con calculadora y papeles en la mano.) 883.000 dólares.

SALLY. ¡883.000 dólares! ¡Tanto dinero en mis manos y yo sin saberlo…!

MARIAN. ¡Cómo podrías haber vivido estos años! El sufrimiento y la pena que te podrías haber ahorrado.

SALLY. Todo este tiempo aquí, en el escritorio de Jeff y viviendo en la más absoluta miseria. ¡Cuánto me alegro de que hayas venido a verme! ¿Qué habría sido de mí?

MARIAN. No pienses ya en eso. Dios ha sido muy bueno contigo y no te ha abandonado.

SALLY. Tienes razón. Dios no me ha dejado sola.

(Fin)

Cuando Jesús subió al cielo, no nos dejó solos sino que dejó al Espíritu Santo para que fuese nuestra gran ayuda. Qué pena es tenerlo y no saber que está a nuestra disposición. Si deseas saber más sobre su labor en tu vida, te animo a que escuches las siguientes predicaciones (sólo en inglés). Estas charlas me han ayudado en gran manera. Espero que sean una bendición para ti.

Fotos: "La pieza de Marcelito"

2009 - Iglesia AD Getsemaní - Guatemala - 3000 niños


El elevador

6 Minutos y 4 Personajes. Cuatro personas están en un ascensor. Una de ellas tiene miedo porque no quiere quedarse colgada pero otra de ellas le dice que ella tiene confianza en Dios y no siente miedo. De repente el elevador se para y la mujer que con anterioridad había testificado da mayores muestras de miedo que el resto.


EL ELEVADOR
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PERSONAJES

MUJER 1
MUJER 2
HOMBRE 1
HOMBRE 2


(Mujer 1 y Hombre 1 y 2 se reúnen como si estuvieran en un elevador. La Mujer 2 se mete a donde están los otros tres y se voltea como si entrara a un elevador.)

MUJER 2. Buenos días.

HOMBRE 1. Buenos días.

MUJER 2. ¡Qué bonito clima estamos teniendo! (Observa a ver a la mujer 1 la cuál está agarrando su bolsa con temor evidente.) Parece estar muy atemorizada.

MUJER 1. (Temerosa y con sospecha.) ¿Por qué me dice eso?

MUJER 2. Bueno, está agarrando su bolsa como si fuera su salvación.

HOMBRE 2. Tiene razón, ¿sabe? Lo noté también cuando yo entré.

MUJER 1. ¿En serio? (Todos asienten.) Bueno, creo que sí tengo un poco de miedo. No estoy acostumbrada a los elevadores.

MUJER 2. No debe preocuparse. Yo me subo todo el tiempo y nada me ha pasado nunca.

MUJER 2. Pero, ¿Y si se atora?

HOMBRE 2. Sí, ¿sabe? Supe de una vez que varias personas se atoraron en un elevador como éste por horas antes de que supieran que estaban ahí.

MUJER 1. (Respirando y agarrando su bolsa con más fuerza.) ¿De verdad?

HOMBRE 1. Sí, es verdad. Lo leí en el periódico. Fue horrible.

HOMBRE 2. Horrible. Una vez yo vi una película en donde un cable se rompía y el elevador se cayó hasta el fondo del edificio.

MUJER 1. ¿De verdad? (Más nerviosa con cada anécdota comenzando a ver si hay una salida de escape.)

MUJER 2. Eso pasa solo en las películas.

HOMBRE 1. Pero podría suceder.

MUJER 2. Quizás pero a mí no me preocupa.

MUJER 1. ¿No le preocupa?

MUJER 2. Para nada. Tengo la paz que sobrepasa todo entendimiento.

HOMBRE 2. ¿Qué?

MUJER 2. Jesús vive en mí. Él me da la fuerza y me asegura que él se preocupará por mi y que yo estaré cuidada por él.

MUJER 1. Se oye maravilloso.

MUJER 2. Es maravilloso. Él se lleva toda mi ansiedad, yo nunca tengo temor, nunca me preocupa nada.

MUJER 1. Eso suena bien. Lo voy a intentar. ¿Qué debo hacer?

MUJER 2. Solamente cierre sus ojos y pídale a Dios que la consuele. Después crea en su corazón que él controla su mundo y confíe que Él se encargará de usted. Él no falla ni decepciona.

MUJER 1. ¿Eso es todo?

MUJER 2. Solamente crea. La fe es la clave.

MUJER 1. Pues si usted lo dice…

MUJER 2. Confíe en mí o más bien, confíe en Dios. Eso es lo que yo hago. (Todos se mueven un poco como si el elevador se hubiera detenido. La Mujer 2 se agarra del brazo de la Mujer 1) ¿Qué sucedió?

MUJER 1. (Muy calmada.) No sé, pero se siente bien confiar solamente.

HOMBRE 1. Qué bien…

HOMBRE 2. Sí, qué bien porque creo que nos hemos atorado.

MUJER 2. (Histérica.) ¿Atorado?

HOMBRE 2. Atorado.

MUJER 2. (Histérica.) ¡Estamos atorados! ¡Oh, Dios, nos vamos a morir! ¡Sáquenme de aquí! ¡Creo que me voy a enfermar!… ¡Auxilio! (Se apagan las luces)

¿Qué hubiere pasado si...?

1 Hora y 20 Personajes. Adaptación de la obra "Gracias, Sofí". Historia moderna del nacimiento de Jesús.
¿QUÉ HUBIERE PASADO SI...?
Escrito por Anma Troncoso Pérez y editada por Marya Quintana
Ministerio de Teatro de ACM/Fajardo
PERSONAJES
SOFÍA
NICOLE (HERMANA)
SRA. DEL TIEMPO
JOSÉ
MARÍA
ÁNGEL
RABINO
SEÑOR MARC ROBINSON
2 HOMBRES JUDÍOS
DOCTORA
ENFERMERA
MELCHOR
GASPAR
BALTASAR
2 GUARDIAS ESCENA 13)
VECINA
2 SOLDADOS
PRESENTADOR DE NOTICIAS


(Pantallas proyectan Título de la Obra. Luces apagadas. Comienza la música.)

ESCENA 1

(Estamos en casa de Sofía. Su hermana Nicole está adornando el árbol de Navidad.)

SOFÍA. Mientras más se acercan las vacaciones más trabajos me dan (suspira profundamente). Ya estoy bien cansada. (Se sienta.) ¿Dónde está mami?

NICOLE. Mami salió a comprar un pesebre, porque papi decidió poner el árbol y el pesebre.

SOFÍA. Pero, ¿por qué el pesebre? (Burlándose.) ¡Ja! ¡Qué tontería!

NICOLE. ¡¿Pero por qué tontería?! Si el pesebre representa el nacimiento de Jesús y por ende la Navidad.

SOFÍA. ¡Sí, Claro! Y Jonás vivió dentro de una ballena, ¿no?

NICOLE. Eso es lo que dice la Biblia.

SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué infantil eres! ¿No comprendes que lo de la ballena y lo del portal de Belén con los reyes magos y todas esas boberías no son más que cuentos?

NICOLE. ¡Esos no son ningún cuento! ¿Que acaso tú no crees que Jesús existió?

SOFÍA. ¡Claro que existió! No lo estoy negando, sólo digo que lo del nacimiento entre un buey y una mula no es más que una parábola, un cuento ilustrativo para poder entender mejor los mensajes de la Biblia.

NICOLE. ¿Y qué mensaje tú crees que nos irá a transmitir un buey y una mula?

SOFÍA. Ahora mismo no sé pero lo que está claro es que la historia real no debió ser tan simple: los pastorcitos, la estrella, un buey y una mula, los reyes... ¡Cuentos, cuentos y más cuentos! Que solo ustedes creen.

NICOLE. Pues fíjate, no estoy de acuerdo contigo.

SOFÍA. Claro que no lo vas a estar, todavía eres pequeña y aún no comprendes esas cosas.

NICOLE. ¡Ay, ya! Como si yo fuera una bebé, yo tengo 14 años. Pero anyways, lo único que yo sé es que papi y mami dicen la verdad. Además si la Biblia lo dice, yo lo creo.

SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué inocente eres! Y seguro que los reyes magos traen regalos a los niños buenos, ¿no?

NICOLE. Será mejor que me vaya al cuarto a estudiar. No tengo ganas de discutir contigo.

SOFÍA. (Sentada en el sofá, coge una revista.) ¡Ja! ¡Un pesebre! ¡No puedo creer hasta dónde ha llegado la ridiculez de mis padres! Ellos no pueden comprenden que la Biblia no se puede interpretar tal y como fue escrita. Puede ser que hace seis mil años atrás la Biblia sirviera para esos hombres con mentes sin educación que se creían cualquier embuste pero para el hombre del siglo 21 que somos tan intelectuales, eso son solo falacias. Yo creo que muchas historias de la Biblia deberían ser adaptadas. (Pausa.) Es que, ponte a pensar José no se pudo haber creído esa gran historia de que María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo, José no podía ser tan tonto en creer eso. Yo estoy segura que si eso llegase a ocurrir hoy en día no hay quien se coma ese cuento.

SRA DEL TIEMPO. No estés tan segura.

SOFÍA. (Atemorizada pregunta.) ¿Quién está ahí?

SRA DEL TIEMPO. Soy la señora del Tiempo. Viajo a través del tiempo y del espacio. He visto el pasado, el presente y el futuro. Puedo situarme en el siglo que desee sin ningún problema.

SOFÍA. Sí, claro, y yo soy Santa Claus, déjese de bromas. ¿Cómo entraste y quién eres?

SRA DEL TIEMPO. Ya te lo he dicho. Soy la señora del Tiempo, ¿quieres que te lleve a ver los jardines colgantes de Babilonia o prefieres sentarte en la mesa redonda del Rey Arturo?

SOFÍA. No, gracias, estoy bien donde estoy.

SRA DEL TIEMPO. ¿De veras? Hace un momento decías que si José viviera en esta época no le habría creído a María.

SOFÍA. ¿Cómo lo sabe?

SRA DEL TIEMPO. No pude evitar escucharte. Así que eso es lo que piensas, ¿no?

SOFÍA. ¡Pues, claro! Y también creo que todo aquello acerca de que Jesús nació en un pesebre de paja es puro cuento.

SRA DEL TIEMPO. Entonces, según tú, ¿dónde nació?

SOFÍA. Pues en una casa como cualquier otro niño de esa época. ¿Acaso hoy en día, usted ha visto que los niños nacen en un garaje o en el patio de su casa? Que yo sepa todos los niños nacen en el hospital. Bueno, aunque hoy día hay un grupo de locas que insisten en que sus hijos nazcan en una piscina. ¡Sí, Claro!

SRA DEL TIEMPO. Supongo que la mejor forma de contestarte será llevándote al presente “hipotético” de que Jesús naciera en el siglo 21. O sea, como si los años no fueran contados a partir del nacimiento de Cristo porque no hubiese nacido aún.

SOFÍA. Vamos, vamos a ver si es verdad que me llevas a viajar por el mundo ¡no me tomes el pelo! Además yo soy una persona muy Intelectual, no una tonta. Porque si eso hubiera ocurrido ocasionaría un cambio radical en los sucesos de la historia.

SRA DEL TIEMPO. En algunas cosas sí pero en otras no necesariamente. Acaso olvidas que Aristóteles era un filósofo griego del siglo V a.C. y fue él quien descubrió que la Tierra era redonda.

SOFÍA. Sí, eso es cierto...

SRA DEL TIEMPO. Pues si eso ocurrió antes de Cristo, no toda la historia hubiera cambiado, pero pensemos en eso luego. Comencemos el viaje.



ESCENA 2

(María y José llegan a la casa de los padres de María y se sientan en el sofá.)

JOSÉ. Entonces, ¿qué tú crees María, te gustó la casa? ¿Nos quedamos con ella?

MARÍA. Yo creo que está muy bien, además tiene una vista espectacular.

JOSÉ. ¡Pues claro! Sí está en el mismo centro de las montañas de Puerto Rico, en pleno campo y eso es maravilloso, aunque es un poco pequeña.

MARÍA. Pero eso no importa José, lo importante es que es acogedora y tranquila.

JOSÉ. No sabes cuánto deseo que nos casemos. Por mí compraría esta casa y mañana mismo nos casaríamos.

MARÍA. Ay José, todavía tenemos que esperar, falta terminar los preparativos de la boda. Además, tienes q ir a cobrar para poder completar el pago de la hipoteca.

JOSÉ. Sí, es verdad. Por cierto, ¿dónde quieres que vayamos de luna de miel?

MARÍA. Ya sabes que siempre he querido visitar Jerusalén, mis padres me llevaron cuando tenía dos años y no recuerdo nada.

JOSÉ. Sí, yo también he querido siempre ir a Jerusalén, al fin y al cabo somos judíos aunque vivamos en Puerto Rico, creo que deberíamos conocer nuestro lugar de origen.

MARÍA. ¡Pues claro! Además tú eres de la familia de David.

JOSÉ. Y tú ayudarás a que el linaje continúe.

MARÍA. (Ruborizada.) ¡Qué cosas dices, José! Si mi madre escuchara esto... ¡Ah! Ellos fueron a visitar a mi tía Elisabeth. Me irá bien que no estén, así podré terminar de estudiar ya que se acercan los exámenes.

JOSÉ. Es verdad, olvidé que mañana tienes examen.

MARÍA. ¡Ah! Yo también lo olvidé y la culpa la tienes tú que me desconcentras, ¡ja, ja, ja!

JOSÉ. Te pongo nerviosa, ¿eh?

MARÍA. ¡José, por favor! Anda, vete, vete ya, que tengo que pasar ese examen de lo contrario nunca terminaré mi bachillerato.

JOSÉ. Está bien, ya me voy. Mañana te paso a recoger a las cuatro de la tarde, ¿de acuerdo?

MARÍA. Está bien, José.

(Se despiden y María se queda sola. Coge un libro y se pone a estudiar. Aparece una voz.)

ÁNGEL. (Y entrando el ángel en donde ella estaba dijo.) ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo. Bendita tú entre las mujeres.

MARÍA. ¿Quién está ahí? ¿Eres tú, José? Sabes que no me gustan esas bromas.

ANGEL. No tengas miedo María, porque has hallado gracia ante Dios y Él te ha escogido entre muchas mujeres.

MARÍA. (Se arrodilla.) ¡Eres un ángel! ¡Esto es un sueño! ¡Oh, Dios mío! Estoy muerta.

ANGEL. ¡No temas, María! Soy un ángel enviado por mi Señor y Él te ha escogido y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y lo llamarás Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.

MARÍA. Pero, ¿cómo será esto si soy virgen? Nunca he tenido relaciones con José.

ANGEL. María, El Espíritu Santo vendrá sobre ti y nacerá un niño y será llamado Jesús, el Hijo de Dios. Y de aquí que tu parienta Elisabeth también ha concebido un hijo en su vejez y ya está de seis meses porque ninguna cosa será imposible para Dios.

MARÍA. Señor, ¡heme aquí! Hágase conmigo conforme a tu voluntad.



ESCENA 3

(Casa de María. Llega José.)

MARÍA. ¿José?

JOSÉ. Olvidé el celular.

MARÍA. Pasa un momento. Siéntate, quiero hablar contigo.

JOSÉ. De acuerdo. (Se sienta.) ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

MARÍA. Sí, pero… Sé que lo que te voy a explicar es un poco difícil de entender pero es cierto.

JOSÉ. ¡Ya sé! Es por el examen, ¿no te ha ido muy bien?

MARÍA. No es eso, José. ¿Tú conoces la profecía del Mesías, verdad?

JOSÉ. ¿Cómo no la voy a conocer si ese es el centro de nuestra religión judía? Pero, ¿a qué viene esa pregunta?

MARÍA. Pues ese Mesías pronto llegará al mundo.

JOSÉ. ¡Claro! Cada vez falta menos para que nazca; después de 6000 años de espera, ¿no me dirás tú si falta menos tiempo?

MARÍA. Quiero decir que pasará este año.

JOSÉ. ¿Cómo tú lo sabes, María?

MARÍA. Porque me lo dijo un ángel.

JOSÉ. ¿Qué? ¡Te has vuelto loca!

MARÍA. Sí, es verdad; y el Ángel me dijo que yo le daría a luz.

JOSÉ. ¿Cómo? ¿Quieres decir que estás embarazada? ¿Cómo va a ser María, yo nunca te he tocado? Dime, ¿quién fue?

MARÍA. José, no te pongas así y escúchame. Oye lo que me dijo El ángel: ¿Recuerdas que ayer te dije que mis padres estaban en casa de mi tía Elisabeth? Pues cuando volvieron a casa me dijeron que ella estaba embarazada de seis meses. Y yo ya lo sabía pues el mismo ángel me lo dijo; y dijo también que había hallado gracia ante los ojos de Dios y me había elegido para ser madre del Mesías, del Hijo de Dios. ¿Comprendes que nos ha elegido a los dos? ¿A ti y a mí para ser sus padres y educarlo?

JOSÉ. Yo no soy su padre. ¿De quién es, María?

MARÍA. ¿Quién va a ser? ¡El Espíritu Santo! Yo no te estoy mintiendo.

(José se levanta y se pone de espaldas.)

MARÍA. José, debes creerme. No te he sido infiel, nunca he estado con un hombre.

(José enmudece.)

MARÍA. (Llorando entre sollozos.) Supongo que es un poco fuerte para ti pero para mí también lo fue. (José sigue sin mirarla.) ¡Mírame, José! ¿Acaso dudas de mis palabras? (José calla.) ¿Crees que yo sería capaz de serte infiel? Para mí no existe otro hombre que no seas tú, José. ¡No dudes de mí! ¡Habla, por favor! ¡Di algo!

JOSÉ. (Sin mirarla.) Necesito tiempo para pensar. Esto es muy difícil de creer, me voy.

MARÍA. (Llorando.) Supongo que sí. Pero no olvides que te amo. (Continúa llorando.)

(José se va y María luego se va.)



ESCENA 4

(Aparece Sofía y el Sra del Tiempo.)

SRA DEL TIEMPO. Ves, ¿ahora me podrás creer que sí soy la señora del Tiempo?

SOFÍA. Bueno… sí pero aún tengo mis dudas.

SRA DEL TIEMPO. Lo que has visto es lo que pasaría si Jesús naciese en el siglo 21.

SOFÍA. ¿Ves que yo tengo la razón y José del siglo 21 no es un tonto?

SRA DEL TIEMPO. ¿A pesar de que sea cierto lo que le dijo María?

SOFÍA. ¡Sí, Claro! ¿Pero usted piensa que José le crea tan fácilmente?

SRA DEL TIEMPO. ¿Quién te ha dicho a ti que José lo creyó?

SOFÍA. Bueno según la historia, éste sí se casó con María.

SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver.



ESCENA 5

(Aparece José caminando de un lado a otro, atormentado por sus pensamientos.)

JOSÉ. Tal vez María no mintió. ¿Y si está embarazada del Espíritu Santo? ¡Sí, Claro! Me voy a comer ese cuento. Cualquiera sabe que los niños no vienen de París. En pleno Siglo 21, pensará ella que yo soy tonto. Y si, es cierto que María está embarazada no es por casualidad. ¡Me ha estado engañando! Porque mío no es, yo nunca he tenido relaciones con ella. Pero, ¿con quién? (Poniéndose las manos en la cabeza.) No, no, no puede ser, ella no me habría sido infiel. Siempre hemos estado juntos. Ella me ama. No puede haberme mentido. Además, lo que ella me dijo de su tía Elisabeth del embarazo, tal vez ella se enteró porque la llamaron por teléfono, o le escribieron por Facebook antes de que regresarán sus padres. Pero, ¿cómo es posible? María me ha traicionado. ¿Por qué si yo la amaba?


ESCENA 6

(En la casa de María. José entra.)

MARÍA. ¡Hola, José! Sabía que volverías. ¿Has pensado en lo que te dije? Mis padres ya lo saben.

JOSÉ. ¿No les habrás dicho que fui yo, no?

MARÍA. Por supuesto que no. ¿Por qué habría de mentirles? Les he dicho la verdad.

JOSÉ. ¿Te han creído?

MARÍA. Sí, ¿sabes por qué? Por lo que te conté acerca de mi tía Elisabeth. Ella también fue avisada por un ángel como yo.

JOSÉ. ¿Tienes pruebas?

MARÍA. ¿Qué pruebas?

JOSÉ. De que dices la verdad.

MARÍA. ¿No te basta mi palabra, José?

JOSÉ. Sinceramente, María, no soy tan tonto. No debiste haber llegado tan lejos al utilizar esa excusa. Cuéntasela al padre de tu hijo. Quizás él te crea. Porque yo no me como ese cuento.

MARÍA. (Abofetea a José.) ¿Cómo puedes acusarme de pecadora?

JOSÉ. Aquí tienes las llaves de la que iba a ser nuestra casa. Haz lo que quieras con ellas y por favor, olvídate de mí, y busca a otro tonto que te crea.

(José se va. María se queda llorando por un segundo y se va.)



ESCENA 7

SOFÍA. ¿Ves como tenía razón? Era imposible que José le creyera a María. Porque todos sabemos que se necesita un hombre y una mujer para tener un hijo. Bueno aunque hoy en día existe la fertilización “In vitro”. Él ya tenía la respuesta, lo que ocurre es que se negaba a admitir la verdad. Ha quedado clarísimo que yo tenía razón al decir que la historia del nacimiento de Jesús era un cuento muy simple e infantil.

SRA DEL TIEMPO. Antes de darte por satisfecha, dale un vistazo a esta Biblia (Saca una Biblia.) y busca el Nuevo Testamento.

SOFÍA. (Observa la Biblia.) Pero, ¿qué le paso? ¡No está! (La muestra al público.)

SRA DEL TIEMPO. Bueno, porque tú lo has hecho inexistente.

SOFÍA. ¿Cómo?

SRA DEL TIEMPO. Tú has alterado la historia.

SOFÍA. ¿Qué historia? Esto no ha sido más que una hipótesis, solo es un juego.

SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que es un juego? Aún no me crees que sea realmente la señora del Tiempo. Olvidas que pasado y futuro van estrechamente relacionados por causa y efecto. Al hacer que José rechace a María, mira lo que le ha hecho a la historia del pasado. Veamos qué pasa si José no le cree a María….



ESCENA 8

(Un vistazo en la Sinagoga del siglo 21)

JOSÉ. ¡Shalom, maestro rabino! Esta noche no he podido conciliar el sueño.

(El rabino estaba leyendo el manuscrito.)

RABINO. . ¡Shalom, José! ¿Y eso es lo que te inquieta? Todos pasamos alguna noche de insomnio en nuestra vida.

JOSÉ. Sí, pero...

RABINO. Pero, ¿qué? La juventud, llena de vida y vigor no necesita tanto dormir. Tienen cosas más interesante en qué pensar.

JOSÉ. Sí, pero...

RABINO. Pero, ¿qué? En tu caso está muy claro. Has conocido a una tierna y dulce doncella llamada María y además te vas a casar con ella. Eso quitaría el sueño a cualquiera.

JOSÉ. Sí, pero maestro...

RABINO. (Agarrándole el hombro.) Sinceramente, José, creo que te llevas la mejor de todas las jóvenes de Nazaret.

JOSÉ. Eso creía pero...

RABINO. ¿Qué más puedes pedir? He conocido a María desde que nació.

JOSÉ. Sí, es preciosa... Pero...

RABINO. Ya sé lo que te ocurre, José. Estás nervioso con los preparativos de la boda. Te surgen las típicas dudas de cualquier futuro marido. Crees que quizás no seas suficiente para la dulce María. Pero no te valores tan poco. Piensa que Dios te ha regalado a esta mujer de la misma manera que entregó a Eva para Adán. ¿Cómo decía el Génesis? Con los años la memoria me falla...

JOSÉ. ¡No es bueno que el hombre esté solo!

RABINO. No, no era eso. Creo que decía algo así como que “no era bueno que el hombre estuviera solo”. (José suspira.) Fueron palabras dichas por Dios, José y muy ciertas. ¿Qué sería de nosotros sin nadie que nos cuidase, que nos mimara, que nos diese ilusiones... que alegrara nuestra vista, que nos sacase alguna sonrisa, que nos diese primogénitos? (Se dirige a José.) Anda y ve corriendo a ver a María y dile cuánto la quieres.

JOSÉ. No puedo...

RABINO. ¿Por qué, José? ¿Qué, pasa?... (Vuelve a sentarse a leer el manuscrito.)

JOSÉ. María espera un hijo.

(Silencio absoluto. El rabino se gira lentamente hacia José.)

RABINO. ¿Cómo has podido, José?

JOSÉ. No, si yo...

RABINO. ¡Nunca creí algo así de ti! ¡Has violado la ley de Dios! ¿Comprendes? ¡Una noche sin dormir no es suficiente, merece la vida entera!

JOSÉ. Yo no he sido, Rabino.

RABINO. ¿Insinúas que María te ha estado engañando? ¡No escuchas tu pecado, José!

JOSÉ. ¡Es cierto! ¡Yo no he sido! Nunca he tocado a María.

RABINO. Entonces, ¿quién ha sido? ¡Habla, José!

JOSÉ. María dice que fue de (señala hacia arriba.)

RABINO ¿De qué? No te entiendo.

JOSÉ. Del Espíritu Santo.

RABINO. (El rabino deja caer sin querer el manuscrito.) Eso es imposible (con voz baja).

JOSÉ. Eso es lo que asegura María.

RABINO. Eso es lo mismo que decir que espera al Mesías. Como dice la Escritura: “Nacerá por obra del Espíritu Santo”.

JOSÉ. Entonces, ¿cree que es cierto?

RABINO. Sería una probabilidad. (Se levanta.) Pero, ¿por qué iba a nacer el Mesías en una familia tan humilde? ¿Cómo iba a llegar a ser así rey de este mundo? ¡No! Al Mesías le corresponde nacer en una familia real.

JOSÉ. ¿Cree que María miente?

RABINO. ¿Tú qué crees, José?

JOSÉ. No lo sé. Pero usted mismo dijo hace un momento que María era sin duda la mejor joven de Nazaret.

RABINO. Sí, por eso me cuesta creer que María haya pecado. (José suspira de alivio.) Sin embargo, María sabe la escritura y conoce esa promesa del Espíritu Santo. ¿Quién nos niega que no se haya valido de esta promesa para ocultar su pecado?

JOSÉ. ¿Cómo es posible que María haya utilizado la palabra de Dios para encubrir un pecado?

RABINO. Ahora mismo lo veo. (Le duele el corazón.) ¡Ay! (José coge al rabino y lo sienta.)

JOSÉ. ¿Se encuentra bien, rabino?

RABINO. (Poniendo las manos en la cabeza.) María, María. ¡Cuánto me has decepcionado!

JOSÉ. Así pues, María mintió. (Baja la cabeza afligido.)

RABINO. Hijo mío, se me olvidó decirte que las mujeres son también mentirosas, traidoras. Recuerda a Eva cuando desobedeció la voz de Dios y por ello la humanidad fue condenada.

JOSÉ. Y María...

RABINO. Sí, María ha de ser castigada también con la ley de Moisés.

JOSÉ. (José se levanta desesperado.) ¿Cómo? ¿Con el apedreamiento?

RABINO. (El rabino asiente con la cabeza.) Sé fuerte, José. Piensa que María es una mujer adúltera, una pecadora.

JOSÉ Sí, señor.

RABINO. (Se levanta.) Vamos, busquemos a María… ¡SOLDADOS!

(Los soldados aparecen y siguen al rabino y José.)



ESCENA 9

(Aparecen José y el Rabino junto con 2 hombres judíos.)

MARÍA. ¿Qué ocurre? ¿Qué van a hacer conmigo? José, diles que me dejen. Yo no les he hecho nada. (José baja la cabeza.) Te expliqué la verdad y me creíste. Vamos, diles a todos que no he pecado.

RABINO. ¡Basta, María! No utilices la Palabra de Dios para encubrir tu pecado.

MARÍA. Rabino, usted me conoce y sabe que amo a Dios sobre todas las cosas es por esto que Él me ha elegido para ser madre de su hijo.

RABINO. ¡No mientas, pecadora, adultera!

TODOS. ¡Pecadora, pecadora! (Menos José.)

MARÍA. (Llorando.) José...

RABINO. José, dile lo que acordamos.

JOSÉ. En presencia de todos niego de María.

(María llora desconsoladamente.)

RABINO. Por la Ley de Moisés consiento que esta mujer sea apedreada para ejemplo de las demás mujeres judías.

TODOS. Sí. (Cogen piedras.)

MARÍA. ¡No! ¡No cometan el crimen de matar al hijo que llevo dentro de mis entrañas! ¡No maten al Mesías tan esperado!



ESCENA 10

SOFÍA. Tengo que impedirlo, de lo contrario Jesús no nacerá.

SRA DEL TIEMPO. No puedes hacer nada, Sofía.

SOFÍA. Pero, ¿no comprendes? Si Jesús no nace, el mundo no tendrá ninguna esperanza.

SRA DEL TIEMPO. Es cierto pero la incredulidad de José lo ha impedido.

SOFÍA. ¡Es mí culpa! No debí haber dudado. Sólo quería hacer la historia más excitante y no tan simple.

SRA DEL TIEMPO. ¡Bueno! Querías hacerla más real para el siglo 21.

SOFÍA. ¡Sí! Pero nunca creí que llegara tan lejos. ¡Debo arreglarlo de algún modo! ¿Por qué no retrocedes en el tiempo para arreglarlo todo y permitir que José se case con María?

SRA DEL TIEMPO. Lo siento pero eso es imposible.

SOFÍA. ¿Por qué? ¿No eres la Sra. del tiempo? Yo No podré vivir con esta carga.

SRA DEL TIEMPO. Eso es algo que yo no puedo solucionar. (La Sra. del Tiempo se ríe.)

SOFÍA. (Sofía llora.) ¿Por qué te ríes? ¿No comprendes la gravedad del problema?

SRA DEL TIEMPO. ¡Ay, Sofía! ¡Qué poco conoces la Escritura!

SOFÍA. ¿Por qué dices eso?

SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía no has comprendido que Dios es el único capaz de darnos fe?



ESCENA 11

(Volvemos a la misma noche cuando María le informa a José de su embarazo. Aparece José caminando de lado a lado, pensando. Mientras José camina oye una voz.)

ÁNGEL. ¡No Temas! ¡José, hijo de David!

JOSÉ. ¿Quién habla? ¿Quién está ahí?

ÁNGEL. ¡José, hijo de David!

JOSÉ. (Se tapa la cabeza con la almohada.) Estoy soñando, Dios mío, ayúdame.

ANGEL. ¡José, hijo de David! Soy el Ángel del Señor y vengo a darte un mensaje.

JOSÉ. (Se arrodilla.) ¡Heme aquí!

ANGEL. No temas en recibir a María por mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.

JOSÉ. Perdón, Señor. ¡Gracias, Dios mío! Y perdona mi poca fe. Me casaré con María.



ESCENA 12

SRA DEL TIEMPO. Olvidaste que Dios mandó un ángel a José para que le avisara.

SOFÍA. Mira, (muestra la Biblia). El Nuevo Testamento ha aparecido de nuevo. Esto quiere decir que María no fue apedreada. ¡Estupendo! ¡Gracias, Señor!

SRA DEL TIEMPO. ¡Verdad! Por un momento creíste que toda la historia había sido cambiada.

SOFÍA. No. Desde el principio sabía que no sucedería nada malo. Al fin y al cabo esto no es más que un juego.

SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que realmente es un juego?

SOFÍA. ¡Pues, claro!

SRA DEL TIEMPO. Pues te asustaste de verdad.

SOFÍA. ¡Qué va! Fue una buena interpretación que formaba parte del juego también.

SRA DEL TIEMPO. ¡Ya! Supongo que querrás seguir jugando, ¿no?

SOFÍA. Sí, y si no recuerdo mal, la segunda cosa que no entendía era por qué Jesús nació en un pesebre en vez de en un hospital, como todos los demás.

SRA DEL TIEMPO. Debía ser así. Jesús debía dar muestras de humildad y reconocimiento por los más pobres para que éstos supieran que Él los entendía perfectamente.

SOFÍA. ¡No pienso igual! Sin duda, si Jesús hubiera nacido en el siglo 21 lo haría en un buen hospital, con los medios necesarios. Creo que nacer en un pesebre era innecesario. Además, suena a puros cuentos.

SRA DEL TIEMPO. Está bien, Sofía, qué incrédula eres. Te pareces a Tomás: ver para creer.



ESCENA 13

(Aparece la sala de espera de un hospital. José está de pie dando vueltas de un lado para otro.)

SR. MARC ROINSON. ¿Quiere un café? Allí ahí una máquina de café. No será muy bueno, pero para mantenernos despierto está bien.

JOSÉ. Gracias, pero no tomo café.

SR. MARC ROBINSON ¿Es su primer hijo?

JOSÉ. Sí. (José sonríe.)

SR. MARC ROBINSON. Ya se nota. Lleva dos horas dando vuelta de un lado a otro.

JOSÉ. ¿Y usted?

SR. MARC ROBINSON ¡Ja, ja, ja! He venido aquí tantas veces que ya me conozco hasta el nombre de las mujeres de la limpieza.

JOSÉ. ¿Cuántos hijos tienes?

SR. MARC ROBINSON. Contando los dos de hoy, serán ocho.

JOSÉ. ¿Ocho?

SR. MARC ROBINSON. Sí, caballero. Es que mi mujer los tiene a pares. Tengo dos niñas y cuatro niños. ¿Qué le parece?

JOSÉ. Que necesitará trabajar mucho para poder mantenerlos.

SR. MARC ROBINSON ¡Y bien que sí! Pero no me trate de usted, mi nombre es Marc Robinson, Marc para los amigos y espero que después de tres horas en la misma sala de espera, lleguemos a serlo.

JOSÉ. ¡Por supuesto! Mi nombre es José de David.

SR. MARC ROBINSON ¿Y el apellido?

JOSÉ. Pues eso, David.

SR. MARC ROBINSON No son nombres americanos.

JOSÉ. No, es que tengo la ciudadanía americana pero soy judío.

SR. MARC ROBINSON ¡Ah! Ahora comprendo el por qué de su apellido.

JOSÉ. ¿Conoce usted algo sobre nuestras creencias?

SR. MARC ROBINSON. Sí. Creo que los judíos esperan el nacimiento de un Mesías.

JOSÉ. Sí, es cierto.

SR. MARC ROBINSON. Pero dime, José, ¿y aún creen que después de 6000 años nacerá un Mesías?

JOSÉ. Por supuesto que sí.

SR. MARC ROBINSON. No sé pero creo que la ciencia ha demostrado la inexistencia de cualquier Dios.

JOSÉ. Pues los judíos siempre hemos sabido que no existían otros dioses.

SR. MARC ROBINSON. Pero hablas de un Mesías.

JOSÉ. Sí, del hijo del Único y Verdadero Dios. El que nacerá para salvar al mundo.

SR. MARC ROBINSON. ¡Qué interesante! Creo que me tomaré otra taza de café. Cambiando de tema. ¿Le han dicho los médicos lo que será?

JOSÉ. ¿Que será qué?

SR. MARC ROBINSON. ¡Lo que espera su señora!

JOSÉ. No nos lo han dicho pero sabemos que es un niño.

SR. MARC ROBINSON. ¡Ah, sí! Pues como le salga niña...

JOSÉ. No, será un niño y se llamará Jesús.

SR. MARC ROBINSON. ¿Cómo puede estar tan seguro de que será un varón si los médicos no le han dicho nada?

JOSÉ. Porque un ángel nos lo dijo.

SR. MARC ROBINSON. ¿Un qué?

JOSÉ. Un ángel, un mensajero de nuestro Dios.

SR. MARC ROBINSON. (En tono burlón.) No me digas que tu Dios se dedica a enviar ángeles para decirles a los padres qué van a tener. A mí nunca me ha avisado y mira que tengo 8.

JOSÉ. ¡No, Señor!, Usted no me entiende. Sólo se lo ha dicho a mi esposa y a su tía.

SR. MARC ROBINSON. Y, ¿a qué se debe ese honor?

JOSÉ. A que María va a dar a luz al hijo de Dios.

SR. MARC ROBINSON. (Incrédulo.) ¡Ya! Y mi mujer al hijo del presidente de los EEUU. ¿Qué te parece?

JOSÉ. Sabía que no ibas a creerme; pero no tienes por qué burlarte.

SR. MARC ROBINSON. (Toma a José por el hombro.) Vamos, lo que te pasa a ti es que estás muy nervioso y estas delirando. Será mejor que te relajes.

ENFERMERA. ¿Marc Robinson?

SR. MARC ROBINSON ¡Sí, soy yo! Me voy, ya me están llamando. Adiós y Suerte con su hijo Rey. ¡Ja, ja, ja!

ENFERMERA. Puede pasar a ver a los dos preciosos hijos que acaba de dar a luz su mujer.

SR. MARC ROBINSON ¿Dos niños? Pero si el médico me aseguró que eran niñas.

JOSÉ. Ya ves, Marc, los médicos se equivocan.

SR. MARC ROBINSON Sí, bueno, adiós, José. Ha sido un placer conocerte.

JOSÉ. Igualmente.

SR. MARC ROBINSON. (En voz baja a la enfermera.) Creo que este señor necesita visitar al siquiatra; dice unas cosas muy raras: que su hijo es el Hijo de Dios, un tal Mesías. Parece que está loco.

(La enfermera y Marc se van.)

DOCTORA. ¿José de... David?

JOSÉ. Sí, soy yo.

DOCTORA. Lo felicito, tanto su esposa como su hermoso niño están perfectamente bien. Puede pasar a verlos.

JOSÉ. Muchas gracias Doctora, se lo diré a María. (José desaparece.)

ENFERMERA. ¡Doctora, Doctora!

DOCTORA. ¿Qué le pasa? ¿Por qué estas tan asustada?

ENFERMERA. En la entrada hay tres hombres muy raros que quieren entrar a maternidad.

DOCTORA. ¿Son familiares de alguien aquí?

ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que esperar.

DOCTORA. Pues, dígale que no pueden entrar si no tienen familia aquí.

ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que pasar.

DOCTORA. Pues dígale que no se puede entrar si no son familiares.

ENFERMERA. Si, se lo informe, Doctora, ¡mírelos! ¡Ahí Están!

(Aparecen los tres reyes magos.)

GASPAR. (Saluda.) Soy Gaspar. ¿Dónde esta el rey de los judíos que ha nacido aquí?

DOCTORA. ¿Un Rey aquí, en este hospital? ¡Payasos! Se equivocaron de circo, esto es una sala de maternidad. ¡Salgan de esta sala inmediatamente!

MELCHOR. ¡Un momento! No somos payasos, somos Magos que venimos de Oriente. Desde allí venimos siguiendo la estrella que anuncia el nacimiento del Rey.

ENFERMERA. ¡Ay doctora! ¡Estos están más locos que Cucho el de la loma!

BALTASAR. Le traemos presentes para el Rey. Puedo abrirlos para que usted vea.

DOCTORA. No, no abra nada, no quiero ver nada. ¡Sino que salgan de aquí!

GASPAR. Hemos viajado meses hasta llegar aquí a cumplir una misión, de adorarle y ofrecerle presentes. No nos iremos de aquí hasta verle y adorarle.

(Los tres reyes se sientan.)

DOCTORA. Enfermera, ¡Llame a Seguridad! ¡La Policía! ¡Sancha! ¡FBI! Dígales que son gente peligros, que tienen unos paquetes sospechosos.

ENFERMERA. Sí, doctora. Pero tenga cuidado, que se ven peligrosos.

(La enfermera sale.)

MELCHOR. (Enojado.) De aquí no nos vamos hasta cumplir lo que tenemos que hacer.

(Regresa la enfermera.)

DOCTORA. ¿Dónde está seguridad? Cuando más se necesita no aparecen.

ENFERMERA. Me dijeron que vienen corriendo. Estaban buscando al dueño de una limosina obstruyendo la entrada al hospital.

LOS 3 REYES. ¡Queremos ver al niño! ¡Queremos ver al niño!

DOCTORA. ¡Basta! En esta sala de maternidad solo hay tres niños y no creo que ninguno de ellos sea un rey.

BALTASAR. (Se pone en pie.) ¡Uno de esos es! Pues la estrella posa sobre este lugar.

ENFERMERA. (Pone las manos sobre la cabeza.) No entiendo nada.

LOS 3 REYES. (Se levantan.) ¡Vamos adentro!

(Llega seguridad, cuando los 3 reyes intentan entrar en la sala de maternidad.)

LOS GUARDIAS. ¡Alto! ¡Quedan arrestados!

DOCTORA. ¡Llévenlos a siquiatría, al Dr. Orlando!



ESCENA 14

SOFÍA. ¡¡Ay!! ¡Qué divertido!

SRA. DEL TIEMPO. ¿Ah, sí? ¿Quieres mirar de nuevo la Biblia?

SOFÍA. No es posible. ¡Otra vez ha desaparecido el Nuevo Testamento! ¿A dónde se fue ahora?

SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver…



ESCENA 15

(María está en casa con el niño en los brazos. Llaman a la puerta. María abre.)

VECINA. ¡Corre, María! ¡Saca al niño y huye! (Con el niño.)

MARÍA. ¿Por qué? ¿Qué esta pasando?

VECINA. La Guardia militar está llegando a Belén.

MARÍA. ¿Por qué?

VECINA. No sé pero todas tenemos miedo y queremos salir ¿Qué ocurre? ¿Ya están aquí los soldados?

MARÍA ¡No, no mate a mi hijo, asesino!

(Se oyen más voces de mujeres chillando.)

VECINA. ¡Están matando a los niños! ¡Mi hijo! (Se va corriendo.)

(María coge al niño en brazos e intenta salir pero al girarse aparece un soldado.)

MARÍA. ¿Qué vas hacer?

SOLDADO. ¡Déme al niño!

MARÍA. ¿Para qué?

SOLDADO. Démelo.

MARÍA. ¡No! (Forcejean por el niño.)

MARÍA. ¡Socorro! ¡José, ven pronto! (Los Soldado se llevan a María y al niño.)



ESCENA 16

SOFÍA. Pero, ¿por qué ha pasado eso? Siempre entendí que José y María huyeron antes de la matanza de los niños.

SRA DEL TIEMPO. Pero olvidas que fueron los reyes magos los que avisaron a José y María de la rabia de Herodes y luego le despertaron.
.
SOFÍA. Ah sí, si los reyes no han visto a Jesús no han podido avisar a José y a María.

SRA DEL TIEMPO. ¡Exacto!

SOFÍA. Y entonces Jesús morirá en manos de los soldados.

SRA DEL TIEMPO. Sí.

SOFÍA. Este juego ha ido demasiado lejos. No me gusta nada. Así que vuelve todo como estaba.

SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía sigues creyendo que es un juego?

SOFÍA. ¡Sí! y ya déjese de tonterías.

SRA DEL TIEMPO. No es un juego, Sofía. Si no, mira las noticias. (Miran hacia las pantallas.)

(Pantallas con las noticias.)

PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy, tres presuntos ladrones disfrazados de reyes magos intentaban pasar a la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Los cargos son: intento de secuestro de un niño en la sala del hospital, alteración a la paz, agresión al personal médico, obstrucción a la justicia y en obstrucción a la vía pública dejando sus limosinas en medio de la carretera. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.

SOFÍA. Eso era el NOTICIERO.

SRA DEL TIEMPO. ¡Sí!

SOFÍA. Así que no es un juego.

SRA DEL TIEMPO. No, Sofía, no logras entender que esto no es un juego.

SOFÍA. (Arrepentida.) ¿Qué quieres que diga: Perdón? ¿Que lo siento? Pues sí, lo siento y tengo mucho miedo. He sido una tonta. No entendí que si las cosas fueron escritas así es porque debían ser así. He subestimado la omnipotencia de Dios. Lo siento, Dios mío, perdóname. (Agacha la cabeza. De pronto, aparece otro avance de telenoticias. La presentadora comienza la noticia.)

PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy una mujer dio a luz a un niño en la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Pero la llegada inesperada fue la de tres Reyes procedentes de Oriente que fueron a contemplar al niño diciendo que habían visto una luz en el cielo que les guió hasta él. Y les trajeron unos regalos increíbles: oro, mirra e incienso. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.

SRA DEL TIEMPO. Ha sucedido como debía ser en el siglo 21.

SOFÍA. (Emocionada.) Sí, pero, ¿cómo ha sido?

SRA DEL TIEMPO. Lo has hecho tú, Sofía.

SOFÍA. ¿Yo? ¿Cómo?

SRA DEL TIEMPO. Reconociendo tu error y pidiendo perdón. No olvides que ese niño que nació, luego dio su vida por nosotros en una cruz y lo único que nos pide es arrepentimiento.

SOFÍA. Sí, es cierto...

SRA DEL TIEMPO. Has aprendido la lección. Así que debo decirte la verdad.

SOFÍA. ¿Qué verdad?

SRA DEL TIEMPO. La verdad es que todo esto ha sido SOLO UN SUEÑO.

SOFAÍ. Entonces, ¿no ha sucedido en realidad?

SRA DEL TIEMPO. ¡Claro que no!, pero te ha ayudado a comprender que la historia del nacimiento de Jesús no es un cuento de hadas a pesar de que a veces la gente lo cuenta como si tal cosa.

SOFÍA. Sí. A partir de ahora no subestimaré las historias de la Biblia.

SRA DEL TIEMPO. Te tengo reservado un viaje más como regalo final.

SOFÍA. ¿A dónde?

SRA DEL TIEMPO. Ya verás.



ESCENA 17

(Aparece Sofía dormida en el sofá. Su hermana la despierta.)

NICOLE. Sofía, despierta, despierta.

SOFÍA. ¿Qué?

NICOLE. Has tenido un sueño, estabas hablando en voz alta diciendo no sé qué de un portal, un Señor del Tiempo, unos reyes...

SOFÍA. Sí, he tenido un sueño maravilloso (se levanta). ¿Sabes? Tenías razón, la historia del portal de Belén no es un cuento para niños pequeños, ni una parábola. Es una realidad.

NICOLE. ¡Pues, claro! Sí.

SOFÍA. ¿Y sabes por qué?

NICOLE. ¿Por qué?

SOFÍA. (Comienza a hablar rápidamente.) Porque si no, el rabino hubiera apedreado a María, los reyes no hubieran podido avisar a José porque habrían sido arrestados, sus limosinas hubieran paralizado el tráfico...

NICOLE. Pero, ¿qué tonterías dices?

SOFÍA. No son tonterías, pero tú no lo comprendes, claro.

NICOLE. Desde luego que no. A propósito, Sofía, ¿dónde está el control de la tele?

SOFÍA. Míralo, por ahí ¿por qué?

NICOLE. Porque hoy dan una película muy bonita.

SOFÍA. ¡Ah, sí! ¿Cuál?

NICOLE. La Historia Moderna del Nacimiento de Jesucristo.

SOFÍA. Me parece familiar. ¡Ja, ja, ja!