23 Minutos y 14 Personajes. Una maestra les pide a sus alumnos que averigüen sobre el día de los muertos. Cuando traen sus tareas, todos comentan los que han investigado. Una jovencita, les expondrá el desagrado de Dios ante adivinos y ritos paganos. SI EL HOMBRE MURIERE, ¿VOLVERÁ A VIVIR?
Israel Fernández Novales y Verónica Molina Frías
PERSONAJES
RAFAEL
MAESTRA
ROBERTO
HUGO
ROCÍO
CARMEN
ARISBÉ
LUCÍA
MAMÁ
PAPÁ
SOLEDAD
ALEJANDRA
CARLOS
HUMBERTO
PARTE I
(Todos entran al salón de clases, cuando se escucha…)
RAFAEL. Ahí viene la maestra.
MAESTRA. Buenos días, el día de hoy les tengo dos noticias: una buena y una mala, ¿Cuál quieren primero?
TODOS. ¡La buena!
MAESTRA. La buena es que hoy no voy a dar clase y la mala es que les voy a dejar una tarea.
ROBERTO. Pero, ¿cómo, maestra? No nos haga esa llave, le pido de la manera más atenta que no lo haga, maestra.
MAESTRA. La tarea consiste en investigar con sus familiares, vecinos, amigos, acerca de las tradiciones y costumbres sobre el día de los muertos.
ROBERTO. Considero que estar con nuestros muertitos es más que suficiente.
(Levanta la mano Hugo.)
HUGO. Maestra, para esta tarea deberíamos de platicar con nuestros abuelos, pero en realidad hay alguno ya no los tienen, y en ocasiones nuestros padres saben muy poco, además, con la información obtenida no tendríamos una visión tan amplia de lo que es esta tradición.
(Antes de que termine de hablar es interrumpido por Rocío.)
ROCÍO. Hugo, no necesitamos saber más, con el hecho de que algunos nos preocupemos por el presente, me parece que con eso ya es bastante, pues lo pasado, pasado, lo futuro, no me interesa, lo que cuenta es solamente hoy.
MAESTRA. Calma, muchachos, por lo que observo, algunos no están de acuerdo, así que vamos ha hacer lo siguiente: Cada uno investigue ya sea con sus familiares, en revistas, libros, folletos, museos, y hasta en Internet, pero cada uno debe traer algo para aportar en clase respecto al tema.
TODOS. Está bien, maestra.
ROBERTO. Pero ya se tiene que ir, ¿no?
MAESTRA. Está bien, nos vemos la próxima clase, y no se les olvide hacer su tarea.
(Todos toman sus cosas y salen del salón, excepto Carmen, Arisbé, y Lucía.)
CARMEN. No sé como voy a buscar esta información.
ARISBÉ. ¿Por qué, Carmen?
CARMEN. Porque no conozco a nadie, ya que me acabo de cambiar, además en mi casa no se celebra esta tradición.
(Interrumpe Lucía un poco angustiada.)
LUCÍA. ¿No celebran en tu casa esta tradición? Esto sí que esta raro, muy raro, Si en todos los hogares mexicanos celebran esta tradición; si ustedes no lo hacen, entonces ustedes no son mexicanos.
ARISBÉ. ¡Ya déjala en paz! Tú no sabes por qué no ponen ofrenda en su casa. (Dirigiéndose a Carmen.) No te preocupes, Carmen, de todos modos investiga y si tienes alguna duda háblame por teléfono. (Le da su teléfono.)
CARMEN. Gracias, Arisbé, lo tomare en cuenta.
(Cada una se dirige a su casa.)
PARTE II
(Carmen llega a su casa, su mamá esta en la cocina, y su papá leyendo el periódico.)
CARMEN. ¡Ya llegué, mamá, papá!
MAMÁ. ¿Cómo te fue en la escuela, hija?
CARMEN. Pues... bien.
MAMÁ. ¿Cómo que “pues...bien”? ¿Qué te paso?
CARMEN. Pues en realidad nada, mamá, lo que pasa es que tengo que hacer una tarea acerca de la celebración del día de muertos, y realmente no sé qué es eso, ya que nosotros no lo celebramos.
(El papá deja su periódico y se dirige hacia Carmen.)
PAPÁ. No te preocupes, hija, nosotros te vamos a explicar por qué no lo celebramos.
CARMEN. Gracias, papá, por preocuparte por mí y ayudarme.
(Salen de escena.)
PARTE III
(Todos entran al salón de clase, mientras se saludan, llega la maestra.)
MAESTRA. Buenos días muchachos, dije “Buenos días”.
TODOS. Buenos días.
SOLEDAD. ¿A qué hora llegó la maestra, que ni la vi entrar?
ALEJANDRA. Desde a qué hora.
MAESTRA. Orden, por favor.
(Todos se callan en ese momento.)
MAESTRA. ¿Cómo les fue con su tarea?
TODOS. Bien, más o menos, regular, etc.
MAESTRA. Bueno, bueno, pues vamos a empezar, ¿por orden de lista o voluntariamente?
(En ese momento Carlos levanta la mano, la maestra le da la palabra.)
CARLOS. Maestra, yo no pude venir la semana pasada, porque estuve enfermo, y no pude salir de mi casa.
(Se levanta Rafael dirigiéndose a Carlos.)
RAFAEL. Pues tú, ¿cuándo no? Si no es por una cosa u otra, pero siempre estás enfermo, mejor te compramos tu cajoncito para cuando te mueras.
(Se levanta Alejandra dirigiéndose a Rafael.)
ALEJANDRA. Ya vas a empezar, mejor es que te estés en paz.
HUMBERTO. Además Rafael, con la vida y la muerte no se juega.
RAFAEL. Bueno, bueno, yo sólo lo decía de broma, ¿ni una broma pueden soportar?
TODOS. ¡¡¡NO!!!
(En ese momento se sienta Rafael, y la maestra se dirige a Alejandra.)
MAESTRA. Alejandra, ya que tienes interés de participar, dinos qué averiguaste sobre la celebración de estos días pasados.
ALEJANDRA. Espéreme maestra… (Busca su tarea en el cuaderno.) Lo que yo pude averiguar es que nuestros antepasados siempre han rendido culto a los muertos, y yo creo que si nuestros tatatarabuelos, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y nuestros padres la celebran, ¿por qué nosotros no continuar con esa tradición?
MAESTRA. Está bien, Alejandra, gracias. Toma tu lugar. (Se dirige a Roberto.) ¿Y tú, Roberto? ¿Qué investigaste?
ROBERTO. No investigué nada.
MAESTRA. ¿Por qué, Roberto?
ROBERTO. Porque tenía que pensar primero qué iba a preguntar, segundo a quién le iba a preguntar, tercero si no entendía, me lo iban a volver a explicar, y era comenzar de nuevo, ¡ah! Y cuarto...
(Todos lo callan.)
MAESTRA. ¿Y así pretendes aprender y pasar de año? (Se dirige a Hugo.) ¿Qué podrías aportarnos, Hugo?
HUGO. Yo le pregunté a mi abuelita cómo se celebraba esta tradición y desde cuándo, ella me dijo que la celebración y costumbre del día de muertos proviene de hace muchísimo tiempo atrás. Que esto lo hacían sus abuelos, sus papás, ella, y actualmente mis papas y yo, además me explicó por qué se ponen ofrendas en nuestras casas.
RAFAEL. Pues, eso ya lo sabemos, Hugo.
HUGO. Déjame acabar, y mi abuelita me hizo prometerle que cuando ella muera le ponga yo una foto de ella y las cosas que más le gustaban en vida, yo se lo prometí.
MAESTRA. Muy bien,
(En ese momento Arisbé levanta la mano, la maestra le da la palabra.)
ARISBÉ. A mí, mi papá me dijo algo parecido, sólo que además de eso, que los niños que ya murieron y que son mejor conocidos como los santos angelitos, nos visitan el día 31 de Octubre como a las 8 de la noche, y los adultos el 1° de noviembre como a las 9 de la noche; además tenemos que ir al panteón a rezar por su eterno descanso. Y sobre todo debemos de conservar esta tradición que es parte de nuestro pueblo y no permitir que se pierda.
MAESTRA. Es muy interesante, lo que nos comentas, a ver, Soledad, ¿y tú que piensas al respecto?
SOLEDAD. ¿De qué, maestra?
RAFAEL. Cómo siempre, Soledad, nunca estás donde debes de estar.
SOLEDAD. ¿Por qué?
RAFAEL. Porque si no estás atenta, de nada sirve que vengas a la escuela, deberías de aprender de Lucía, ella siempre está atenta, es cumplida, es más (dirigiéndose a Lucía) ándale Lucía, cuéntanos tu experiencia con los muertitos.
ALEJANDRA. Otra vez, Rafael, deja de molestar a los demás o te las vas a ver conmigo (dirigiéndose a Lucía) No le hagas caso Lucy y coméntanos tu trabajo.
TODOS. Ándale, Lucía, tú puedes, etc.
LUCÍA. Me parece que no tengo mucho que decir, puesto que ya lo han comentado, sin embargo, en casa celebramos a nuestros muertos con la realización de un Halloween donde les rendimos culto y también a los brujos que están en nuestro país, y considero que deberíamos de crear nuevas formas de adorar a nuestros muertos.
RAFAEL. Miren nada más, la niña tan seriecita.
ALEJANDRA. Cero y van tres.
ROCÍO. Lucía, ¿por qué no me dijiste que en tu casa hiciste un Halloween? Tú sabes, para que me divirtiera y pedir a los muertos que me concedan la gracia de ser más bonita cada día… (La interrumpe Humberto)
HUMBERTO. Rocío, a ti nada más te interesa tu figura, pero no te interesa conocer cómo se originó la celebración del Halloween.
TODOS. Ya va a empezar a hablar el sabio.
ROBERTO. ¡Qué aburrido, qué flojera escuchar a este tipo!
MAESTRA. Orden, muchachos, permitamos a Humberto que nos diga lo que investigó.
HUMBERTO. Gracias, maestra, lo que yo investigué fue acerca de los orígenes del Halloween, y para empezar, la palabra Halloween quiere decir “noche de brujas, de espíritus, fantasmas que alguna vez pertenecieron a personas que en la actualidad no han tenido un descanso eterno”. Esta festividad la practicaban los druidas.
SOLEDAD. ¿Los druidas? Y, ¿esos quiénes son?
HUMBERTO. Los druidas eran una comunidad de Galos, los cuales eran maestros, jueces y sacerdotes que creían en la inmortalidad del alma y la transmigración.
TODOS. La trans... ¿qué?
HUMBERTO. En la transmigración.
CARLOS. ¿Y qué es la transmigración? ¿Acaso es una enfermedad?
HUMBERTO. No, Carlos, no es ninguna enfermedad, la transmigración es pasar el alma de un cuerpo muerto a un cuerpo vivo. En esto creían los druidas, que después se convirtieron en la comunidad de los celtas. Además practicaron sacrificios humanos, celebrando sus ritos en el bosque para que sus almas fueran pasadas a otro ser presente en el ritual o hacia algún recién nacido.
CARLOS. ¿Te imaginas? Entonces yo recibí el alma de un enfermo… (Tosiendo.)
HUGO. Mejor calla, tú estás enfermo porque quieres.
MAESTRA. Calma, chicos, no se molesten.
(Levanta la mano Alejandra y le pregunta a Humberto.)
ALEJANDRA. ¿Qué es el alma Humberto?
HUMBERTO. El alma es una tenue imagen humana sin cuerpo, que por su naturaleza es una especie de vapor, película o sombra que origina la vida y es causa del pensamiento en el individuo que habita; posee independientemente la conciencia y la voluntad de su poseedor corporal anterior o actual; además, es capaz de dejar el cuerpo muy atrás de sí para trasladarse velozmente de un lugar a otro.
ROBERTO. ¡Qué flojera! Trasladarse…
ARISBÉ. ¿Cuándo no tienes flojera?
HUMBERTO. Esperen, esperen, todavía no termino; en la mayoría de las veces el alma es invisible e intangible, además se puede manifestar en un estado de sueño o vigilia.
ROBERTO. ¿Sueño, quién dijo esa palabra tan dulce?
(Todos lo callan.)
MAESTRA. Muy bien, Humberto, muy bien, es muy buena tu aportación, son datos que desconocíamos.
(En ese momento Carmen levanta la mano.)
MAESTRA. ¿Sí, Carmen?
CARMEN. Está bien esta información, pero le hace falta el cómo los aztecas celebraban esta tradición.
RAFAEL. Yo pensé que la niña nueva no hablaba.
ALEJANDRA. Rafael, advertido estás ¿eh?
RAFAEL. Ya sé, ya sé, (digiriéndose a Carmen) Continúa, Carmen, continúa.
CARMEN. Está bien, voy a comenzar con esta frase: “si el hombre muriere, volverá a vivir”, con esto nos dice como el hombre ha buscado la manera de resolver esta interrogante.
MAESTRA. ¿Y esto qué tiene que ver con los aztecas?
CARMEN. Como sabemos, los aztecas tenían muchos dioses, a los cuales rendían sus respectivos cultos, durante todo el año.
HUMBERTO. Es cierto, se me olvidaba este dato, además de que les rendían culto, dos de sus dioses eran los que gobernaban la región de los muertos, pero había otros que hacían alusión a los muertos.
ROCÍO. ¿Y qué nombres tenían esos dioses? ¿Ustedes saben? Para que los pueda invocar, para que me proporcionen belleza y almas de otras doncellas bonitas.
HUMBERTO. Sí, sí los sé, pero no para que te den belleza. Los principales eran Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora respectivamente, conocidos también como dioses de la muerte, otros de ellos eran: Teoyocomiqui que era el dios de los guerreros muertos, y Chihuatetéotl era el dios de las diosas, brujas y espíritus de mujeres muertas en el parto.
CARMEN. Pero no sólo se les consideraba dioses de la muerte, sino también del infierno, Mictlantecuhtli fue considerado como un dios malo, y siempre se le veneraba por la noche. Esto los llevó a hacer ritos, y esto es causa natural del temor hacía la muerte, y este temor ha sido transmitido hasta el día de hoy, continuando con esos ritos, pero a manera de tradición.
MAESTRA. Pero no son sólo muertos, fantasmas, miedo, etc., ¿A caso se han olvidado de la aportación cultural que nos dejaron?
LUCÍA. ¿Y cuál es esa aportación maestra?
MAESTRA. Estos dioses llevaban máscaras hechas de cráneos humanos y sus ornamentos eran huesos humanos o representaciones de ellos. Y todo esto contribuyó al desarrollo del arte que se dio en la época prehispánica y más tarde en los indígenas.
ARISBÉ. Vaya, vaya, vaya, ¡sí que éramos ignorantes…!
HUMBERTO. Mira, Carmen, esos miedos son puras suposiciones tuyas, pues lo que ellos hacían es un legado que nos dejaron para que podamos recordar a nuestros seres queridos que ya han fallecido, pues a ellos se les permite regresar en estos días, para convivir con sus amigos, parientes, compadres, y demás.
ROCÍO. ¿A poco los muertos regresan en estos días?
CARMEN. Los muertos no regresan porque existe una separación entre el cielo y el infierno, y las personas están destinadas a morir una sola vez, y después de que mueren nadie sabe de ellos, ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en el olvido. Y los que vivimos sabemos que hemos de morir y que nuestro destino puede ser el cielo o el infierno.
LUCÍA. Bueno, ¿si los muertos no regresan? Entonces, ¿los hechiceros, brujos, adivinos los invocan y vienen?
CARMEN. Al igual que los aztecas ellos no invocan a los muertos sino a espíritus dándole la honra a éstos, y nos hacen creer que los que muertos sí regresan, pero esto no es posible, además los que invocan a los muertos, no agradan a Dios y no entrarán en su reino.
ARISBÉ. Entonces, quieres decir que, ¿cuándo ponemos una ofrenda invocamos a los muertos y esto desagrada a Dios? Y… ¿eso no nos permitirá entrar al cielo?
CARMEN. Así es, Arisbé.
HUGO. Bueno, pero si dejamos de hacerlo, yo creo que Dios lo pasa por alto y nos da chance.
CARMEN. Eso no es suficiente, antes me gustaría mencionarles un sacrificio que se hizo no por temor, sino para librarnos de él. Este sacrificio fue distinto al de los aztecas.
ALEJANDRA. ¿Y cuál es ese sacrificio del que nos estás hablando?
CARMEN. Es el que Dios hizo. Él, a diferencia de los dioses de los aztecas, no nos pedía que sacrificáramos a alguien, sino al contrario, Él nos dio lo que más amaba: Su hijo Jesús, el cual murió por todos nosotros para librarnos del temor de la muerte. Porque Dios no envió a su hijo a condenar al mundo, sino que lo envió a salvarlo, y así como Jesús murió y al tercer día resucitó, nosotros podemos pasar de muerte a vida, porque nosotros nos encontramos muertos en nuestros delitos y pecados.
ROBERTO. Entonces, ¿cómo podemos pasar de muerte a vida y ser salvos?
CARMEN. Lo que tenemos que hacer es reconocer que hemos pecado y que el único que puede perdonar nuestro pecado es Jesús, confesándoselos a Él y pidiéndole que sea Señor de nuestra vida, todo esto con una pequeña oración.
MAESTRA. ¿Y cuál es esa oración y quién la puede hacer?
(Dirigiéndose al público.)
CARMEN. Esa oración es para todo aquel que lo desee de todo corazón. Si alguno desea hacer esta oración levante la mano y les diré cómo.
(Si alguien nos visita por primera vez, le invitamos a tomar esta decisión de aceptar a Jesús como Señor y Salvador de su vida.)