1 Hora y 20 Personajes. Adaptación de la obra "Gracias, Sofí". Historia moderna del nacimiento de Jesús.
¿QUÉ HUBIERE PASADO SI...?
Escrito por Anma Troncoso Pérez y editada por Marya Quintana
Ministerio de Teatro de ACM/Fajardo
PERSONAJES
SOFÍA
NICOLE (HERMANA)
SRA. DEL TIEMPO
JOSÉ
MARÍA
ÁNGEL
RABINO
SEÑOR MARC ROBINSON
2 HOMBRES JUDÍOS
DOCTORA
ENFERMERA
MELCHOR
GASPAR
BALTASAR
2 GUARDIAS ESCENA 13)
VECINA
2 SOLDADOS
PRESENTADOR DE NOTICIAS
(Pantallas proyectan Título de la Obra. Luces apagadas. Comienza la música.)
ESCENA 1
(Estamos en casa de Sofía. Su hermana Nicole está adornando el árbol de Navidad.)
SOFÍA. Mientras más se acercan las vacaciones más trabajos me dan (suspira profundamente). Ya estoy bien cansada. (Se sienta.) ¿Dónde está mami?
NICOLE. Mami salió a comprar un pesebre, porque papi decidió poner el árbol y el pesebre.
SOFÍA. Pero, ¿por qué el pesebre? (Burlándose.) ¡Ja! ¡Qué tontería!
NICOLE. ¡¿Pero por qué tontería?! Si el pesebre representa el nacimiento de Jesús y por ende la Navidad.
SOFÍA. ¡Sí, Claro! Y Jonás vivió dentro de una ballena, ¿no?
NICOLE. Eso es lo que dice la Biblia.
SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué infantil eres! ¿No comprendes que lo de la ballena y lo del portal de Belén con los reyes magos y todas esas boberías no son más que cuentos?
NICOLE. ¡Esos no son ningún cuento! ¿Que acaso tú no crees que Jesús existió?
SOFÍA. ¡Claro que existió! No lo estoy negando, sólo digo que lo del nacimiento entre un buey y una mula no es más que una parábola, un cuento ilustrativo para poder entender mejor los mensajes de la Biblia.
NICOLE. ¿Y qué mensaje tú crees que nos irá a transmitir un buey y una mula?
SOFÍA. Ahora mismo no sé pero lo que está claro es que la historia real no debió ser tan simple: los pastorcitos, la estrella, un buey y una mula, los reyes... ¡Cuentos, cuentos y más cuentos! Que solo ustedes creen.
NICOLE. Pues fíjate, no estoy de acuerdo contigo.
SOFÍA. Claro que no lo vas a estar, todavía eres pequeña y aún no comprendes esas cosas.
NICOLE. ¡Ay, ya! Como si yo fuera una bebé, yo tengo 14 años. Pero anyways, lo único que yo sé es que papi y mami dicen la verdad. Además si la Biblia lo dice, yo lo creo.
SOFÍA. (Burlándose.) ¡Qué inocente eres! Y seguro que los reyes magos traen regalos a los niños buenos, ¿no?
NICOLE. Será mejor que me vaya al cuarto a estudiar. No tengo ganas de discutir contigo.
SOFÍA. (Sentada en el sofá, coge una revista.) ¡Ja! ¡Un pesebre! ¡No puedo creer hasta dónde ha llegado la ridiculez de mis padres! Ellos no pueden comprenden que la Biblia no se puede interpretar tal y como fue escrita. Puede ser que hace seis mil años atrás la Biblia sirviera para esos hombres con mentes sin educación que se creían cualquier embuste pero para el hombre del siglo 21 que somos tan intelectuales, eso son solo falacias. Yo creo que muchas historias de la Biblia deberían ser adaptadas. (Pausa.) Es que, ponte a pensar José no se pudo haber creído esa gran historia de que María quedó embarazada por obra del Espíritu Santo, José no podía ser tan tonto en creer eso. Yo estoy segura que si eso llegase a ocurrir hoy en día no hay quien se coma ese cuento.
SRA DEL TIEMPO. No estés tan segura.
SOFÍA. (Atemorizada pregunta.) ¿Quién está ahí?
SRA DEL TIEMPO. Soy la señora del Tiempo. Viajo a través del tiempo y del espacio. He visto el pasado, el presente y el futuro. Puedo situarme en el siglo que desee sin ningún problema.
SOFÍA. Sí, claro, y yo soy Santa Claus, déjese de bromas. ¿Cómo entraste y quién eres?
SRA DEL TIEMPO. Ya te lo he dicho. Soy la señora del Tiempo, ¿quieres que te lleve a ver los jardines colgantes de Babilonia o prefieres sentarte en la mesa redonda del Rey Arturo?
SOFÍA. No, gracias, estoy bien donde estoy.
SRA DEL TIEMPO. ¿De veras? Hace un momento decías que si José viviera en esta época no le habría creído a María.
SOFÍA. ¿Cómo lo sabe?
SRA DEL TIEMPO. No pude evitar escucharte. Así que eso es lo que piensas, ¿no?
SOFÍA. ¡Pues, claro! Y también creo que todo aquello acerca de que Jesús nació en un pesebre de paja es puro cuento.
SRA DEL TIEMPO. Entonces, según tú, ¿dónde nació?
SOFÍA. Pues en una casa como cualquier otro niño de esa época. ¿Acaso hoy en día, usted ha visto que los niños nacen en un garaje o en el patio de su casa? Que yo sepa todos los niños nacen en el hospital. Bueno, aunque hoy día hay un grupo de locas que insisten en que sus hijos nazcan en una piscina. ¡Sí, Claro!
SRA DEL TIEMPO. Supongo que la mejor forma de contestarte será llevándote al presente “hipotético” de que Jesús naciera en el siglo 21. O sea, como si los años no fueran contados a partir del nacimiento de Cristo porque no hubiese nacido aún.
SOFÍA. Vamos, vamos a ver si es verdad que me llevas a viajar por el mundo ¡no me tomes el pelo! Además yo soy una persona muy Intelectual, no una tonta. Porque si eso hubiera ocurrido ocasionaría un cambio radical en los sucesos de la historia.
SRA DEL TIEMPO. En algunas cosas sí pero en otras no necesariamente. Acaso olvidas que Aristóteles era un filósofo griego del siglo V a.C. y fue él quien descubrió que la Tierra era redonda.
SOFÍA. Sí, eso es cierto...
SRA DEL TIEMPO. Pues si eso ocurrió antes de Cristo, no toda la historia hubiera cambiado, pero pensemos en eso luego. Comencemos el viaje.
ESCENA 2
(María y José llegan a la casa de los padres de María y se sientan en el sofá.)
JOSÉ. Entonces, ¿qué tú crees María, te gustó la casa? ¿Nos quedamos con ella?
MARÍA. Yo creo que está muy bien, además tiene una vista espectacular.
JOSÉ. ¡Pues claro! Sí está en el mismo centro de las montañas de Puerto Rico, en pleno campo y eso es maravilloso, aunque es un poco pequeña.
MARÍA. Pero eso no importa José, lo importante es que es acogedora y tranquila.
JOSÉ. No sabes cuánto deseo que nos casemos. Por mí compraría esta casa y mañana mismo nos casaríamos.
MARÍA. Ay José, todavía tenemos que esperar, falta terminar los preparativos de la boda. Además, tienes q ir a cobrar para poder completar el pago de la hipoteca.
JOSÉ. Sí, es verdad. Por cierto, ¿dónde quieres que vayamos de luna de miel?
MARÍA. Ya sabes que siempre he querido visitar Jerusalén, mis padres me llevaron cuando tenía dos años y no recuerdo nada.
JOSÉ. Sí, yo también he querido siempre ir a Jerusalén, al fin y al cabo somos judíos aunque vivamos en Puerto Rico, creo que deberíamos conocer nuestro lugar de origen.
MARÍA. ¡Pues claro! Además tú eres de la familia de David.
JOSÉ. Y tú ayudarás a que el linaje continúe.
MARÍA. (Ruborizada.) ¡Qué cosas dices, José! Si mi madre escuchara esto... ¡Ah! Ellos fueron a visitar a mi tía Elisabeth. Me irá bien que no estén, así podré terminar de estudiar ya que se acercan los exámenes.
JOSÉ. Es verdad, olvidé que mañana tienes examen.
MARÍA. ¡Ah! Yo también lo olvidé y la culpa la tienes tú que me desconcentras, ¡ja, ja, ja!
JOSÉ. Te pongo nerviosa, ¿eh?
MARÍA. ¡José, por favor! Anda, vete, vete ya, que tengo que pasar ese examen de lo contrario nunca terminaré mi bachillerato.
JOSÉ. Está bien, ya me voy. Mañana te paso a recoger a las cuatro de la tarde, ¿de acuerdo?
MARÍA. Está bien, José.
(Se despiden y María se queda sola. Coge un libro y se pone a estudiar. Aparece una voz.)
ÁNGEL. (Y entrando el ángel en donde ella estaba dijo.) ¡Salve, muy favorecida! El Señor está contigo. Bendita tú entre las mujeres.
MARÍA. ¿Quién está ahí? ¿Eres tú, José? Sabes que no me gustan esas bromas.
ANGEL. No tengas miedo María, porque has hallado gracia ante Dios y Él te ha escogido entre muchas mujeres.
MARÍA. (Se arrodilla.) ¡Eres un ángel! ¡Esto es un sueño! ¡Oh, Dios mío! Estoy muerta.
ANGEL. ¡No temas, María! Soy un ángel enviado por mi Señor y Él te ha escogido y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y lo llamarás Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
MARÍA. Pero, ¿cómo será esto si soy virgen? Nunca he tenido relaciones con José.
ANGEL. María, El Espíritu Santo vendrá sobre ti y nacerá un niño y será llamado Jesús, el Hijo de Dios. Y de aquí que tu parienta Elisabeth también ha concebido un hijo en su vejez y ya está de seis meses porque ninguna cosa será imposible para Dios.
MARÍA. Señor, ¡heme aquí! Hágase conmigo conforme a tu voluntad.
ESCENA 3
(Casa de María. Llega José.)
MARÍA. ¿José?
JOSÉ. Olvidé el celular.
MARÍA. Pasa un momento. Siéntate, quiero hablar contigo.
JOSÉ. De acuerdo. (Se sienta.) ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
MARÍA. Sí, pero… Sé que lo que te voy a explicar es un poco difícil de entender pero es cierto.
JOSÉ. ¡Ya sé! Es por el examen, ¿no te ha ido muy bien?
MARÍA. No es eso, José. ¿Tú conoces la profecía del Mesías, verdad?
JOSÉ. ¿Cómo no la voy a conocer si ese es el centro de nuestra religión judía? Pero, ¿a qué viene esa pregunta?
MARÍA. Pues ese Mesías pronto llegará al mundo.
JOSÉ. ¡Claro! Cada vez falta menos para que nazca; después de 6000 años de espera, ¿no me dirás tú si falta menos tiempo?
MARÍA. Quiero decir que pasará este año.
JOSÉ. ¿Cómo tú lo sabes, María?
MARÍA. Porque me lo dijo un ángel.
JOSÉ. ¿Qué? ¡Te has vuelto loca!
MARÍA. Sí, es verdad; y el Ángel me dijo que yo le daría a luz.
JOSÉ. ¿Cómo? ¿Quieres decir que estás embarazada? ¿Cómo va a ser María, yo nunca te he tocado? Dime, ¿quién fue?
MARÍA. José, no te pongas así y escúchame. Oye lo que me dijo El ángel: ¿Recuerdas que ayer te dije que mis padres estaban en casa de mi tía Elisabeth? Pues cuando volvieron a casa me dijeron que ella estaba embarazada de seis meses. Y yo ya lo sabía pues el mismo ángel me lo dijo; y dijo también que había hallado gracia ante los ojos de Dios y me había elegido para ser madre del Mesías, del Hijo de Dios. ¿Comprendes que nos ha elegido a los dos? ¿A ti y a mí para ser sus padres y educarlo?
JOSÉ. Yo no soy su padre. ¿De quién es, María?
MARÍA. ¿Quién va a ser? ¡El Espíritu Santo! Yo no te estoy mintiendo.
(José se levanta y se pone de espaldas.)
MARÍA. José, debes creerme. No te he sido infiel, nunca he estado con un hombre.
(José enmudece.)
MARÍA. (Llorando entre sollozos.) Supongo que es un poco fuerte para ti pero para mí también lo fue. (José sigue sin mirarla.) ¡Mírame, José! ¿Acaso dudas de mis palabras? (José calla.) ¿Crees que yo sería capaz de serte infiel? Para mí no existe otro hombre que no seas tú, José. ¡No dudes de mí! ¡Habla, por favor! ¡Di algo!
JOSÉ. (Sin mirarla.) Necesito tiempo para pensar. Esto es muy difícil de creer, me voy.
MARÍA. (Llorando.) Supongo que sí. Pero no olvides que te amo. (Continúa llorando.)
(José se va y María luego se va.)
ESCENA 4
(Aparece Sofía y el Sra del Tiempo.)
SRA DEL TIEMPO. Ves, ¿ahora me podrás creer que sí soy la señora del Tiempo?
SOFÍA. Bueno… sí pero aún tengo mis dudas.
SRA DEL TIEMPO. Lo que has visto es lo que pasaría si Jesús naciese en el siglo 21.
SOFÍA. ¿Ves que yo tengo la razón y José del siglo 21 no es un tonto?
SRA DEL TIEMPO. ¿A pesar de que sea cierto lo que le dijo María?
SOFÍA. ¡Sí, Claro! ¿Pero usted piensa que José le crea tan fácilmente?
SRA DEL TIEMPO. ¿Quién te ha dicho a ti que José lo creyó?
SOFÍA. Bueno según la historia, éste sí se casó con María.
SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver.
ESCENA 5
(Aparece José caminando de un lado a otro, atormentado por sus pensamientos.)
JOSÉ. Tal vez María no mintió. ¿Y si está embarazada del Espíritu Santo? ¡Sí, Claro! Me voy a comer ese cuento. Cualquiera sabe que los niños no vienen de París. En pleno Siglo 21, pensará ella que yo soy tonto. Y si, es cierto que María está embarazada no es por casualidad. ¡Me ha estado engañando! Porque mío no es, yo nunca he tenido relaciones con ella. Pero, ¿con quién? (Poniéndose las manos en la cabeza.) No, no, no puede ser, ella no me habría sido infiel. Siempre hemos estado juntos. Ella me ama. No puede haberme mentido. Además, lo que ella me dijo de su tía Elisabeth del embarazo, tal vez ella se enteró porque la llamaron por teléfono, o le escribieron por Facebook antes de que regresarán sus padres. Pero, ¿cómo es posible? María me ha traicionado. ¿Por qué si yo la amaba?
ESCENA 6
(En la casa de María. José entra.)
MARÍA. ¡Hola, José! Sabía que volverías. ¿Has pensado en lo que te dije? Mis padres ya lo saben.
JOSÉ. ¿No les habrás dicho que fui yo, no?
MARÍA. Por supuesto que no. ¿Por qué habría de mentirles? Les he dicho la verdad.
JOSÉ. ¿Te han creído?
MARÍA. Sí, ¿sabes por qué? Por lo que te conté acerca de mi tía Elisabeth. Ella también fue avisada por un ángel como yo.
JOSÉ. ¿Tienes pruebas?
MARÍA. ¿Qué pruebas?
JOSÉ. De que dices la verdad.
MARÍA. ¿No te basta mi palabra, José?
JOSÉ. Sinceramente, María, no soy tan tonto. No debiste haber llegado tan lejos al utilizar esa excusa. Cuéntasela al padre de tu hijo. Quizás él te crea. Porque yo no me como ese cuento.
MARÍA. (Abofetea a José.) ¿Cómo puedes acusarme de pecadora?
JOSÉ. Aquí tienes las llaves de la que iba a ser nuestra casa. Haz lo que quieras con ellas y por favor, olvídate de mí, y busca a otro tonto que te crea.
(José se va. María se queda llorando por un segundo y se va.)
ESCENA 7
SOFÍA. ¿Ves como tenía razón? Era imposible que José le creyera a María. Porque todos sabemos que se necesita un hombre y una mujer para tener un hijo. Bueno aunque hoy en día existe la fertilización “In vitro”. Él ya tenía la respuesta, lo que ocurre es que se negaba a admitir la verdad. Ha quedado clarísimo que yo tenía razón al decir que la historia del nacimiento de Jesús era un cuento muy simple e infantil.
SRA DEL TIEMPO. Antes de darte por satisfecha, dale un vistazo a esta Biblia (Saca una Biblia.) y busca el Nuevo Testamento.
SOFÍA. (Observa la Biblia.) Pero, ¿qué le paso? ¡No está! (La muestra al público.)
SRA DEL TIEMPO. Bueno, porque tú lo has hecho inexistente.
SOFÍA. ¿Cómo?
SRA DEL TIEMPO. Tú has alterado la historia.
SOFÍA. ¿Qué historia? Esto no ha sido más que una hipótesis, solo es un juego.
SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que es un juego? Aún no me crees que sea realmente la señora del Tiempo. Olvidas que pasado y futuro van estrechamente relacionados por causa y efecto. Al hacer que José rechace a María, mira lo que le ha hecho a la historia del pasado. Veamos qué pasa si José no le cree a María….
ESCENA 8
(Un vistazo en la Sinagoga del siglo 21)
JOSÉ. ¡Shalom, maestro rabino! Esta noche no he podido conciliar el sueño.
(El rabino estaba leyendo el manuscrito.)
RABINO. . ¡Shalom, José! ¿Y eso es lo que te inquieta? Todos pasamos alguna noche de insomnio en nuestra vida.
JOSÉ. Sí, pero...
RABINO. Pero, ¿qué? La juventud, llena de vida y vigor no necesita tanto dormir. Tienen cosas más interesante en qué pensar.
JOSÉ. Sí, pero...
RABINO. Pero, ¿qué? En tu caso está muy claro. Has conocido a una tierna y dulce doncella llamada María y además te vas a casar con ella. Eso quitaría el sueño a cualquiera.
JOSÉ. Sí, pero maestro...
RABINO. (Agarrándole el hombro.) Sinceramente, José, creo que te llevas la mejor de todas las jóvenes de Nazaret.
JOSÉ. Eso creía pero...
RABINO. ¿Qué más puedes pedir? He conocido a María desde que nació.
JOSÉ. Sí, es preciosa... Pero...
RABINO. Ya sé lo que te ocurre, José. Estás nervioso con los preparativos de la boda. Te surgen las típicas dudas de cualquier futuro marido. Crees que quizás no seas suficiente para la dulce María. Pero no te valores tan poco. Piensa que Dios te ha regalado a esta mujer de la misma manera que entregó a Eva para Adán. ¿Cómo decía el Génesis? Con los años la memoria me falla...
JOSÉ. ¡No es bueno que el hombre esté solo!
RABINO. No, no era eso. Creo que decía algo así como que “no era bueno que el hombre estuviera solo”. (José suspira.) Fueron palabras dichas por Dios, José y muy ciertas. ¿Qué sería de nosotros sin nadie que nos cuidase, que nos mimara, que nos diese ilusiones... que alegrara nuestra vista, que nos sacase alguna sonrisa, que nos diese primogénitos? (Se dirige a José.) Anda y ve corriendo a ver a María y dile cuánto la quieres.
JOSÉ. No puedo...
RABINO. ¿Por qué, José? ¿Qué, pasa?... (Vuelve a sentarse a leer el manuscrito.)
JOSÉ. María espera un hijo.
(Silencio absoluto. El rabino se gira lentamente hacia José.)
RABINO. ¿Cómo has podido, José?
JOSÉ. No, si yo...
RABINO. ¡Nunca creí algo así de ti! ¡Has violado la ley de Dios! ¿Comprendes? ¡Una noche sin dormir no es suficiente, merece la vida entera!
JOSÉ. Yo no he sido, Rabino.
RABINO. ¿Insinúas que María te ha estado engañando? ¡No escuchas tu pecado, José!
JOSÉ. ¡Es cierto! ¡Yo no he sido! Nunca he tocado a María.
RABINO. Entonces, ¿quién ha sido? ¡Habla, José!
JOSÉ. María dice que fue de (señala hacia arriba.)
RABINO ¿De qué? No te entiendo.
JOSÉ. Del Espíritu Santo.
RABINO. (El rabino deja caer sin querer el manuscrito.) Eso es imposible (con voz baja).
JOSÉ. Eso es lo que asegura María.
RABINO. Eso es lo mismo que decir que espera al Mesías. Como dice la Escritura: “Nacerá por obra del Espíritu Santo”.
JOSÉ. Entonces, ¿cree que es cierto?
RABINO. Sería una probabilidad. (Se levanta.) Pero, ¿por qué iba a nacer el Mesías en una familia tan humilde? ¿Cómo iba a llegar a ser así rey de este mundo? ¡No! Al Mesías le corresponde nacer en una familia real.
JOSÉ. ¿Cree que María miente?
RABINO. ¿Tú qué crees, José?
JOSÉ. No lo sé. Pero usted mismo dijo hace un momento que María era sin duda la mejor joven de Nazaret.
RABINO. Sí, por eso me cuesta creer que María haya pecado. (José suspira de alivio.) Sin embargo, María sabe la escritura y conoce esa promesa del Espíritu Santo. ¿Quién nos niega que no se haya valido de esta promesa para ocultar su pecado?
JOSÉ. ¿Cómo es posible que María haya utilizado la palabra de Dios para encubrir un pecado?
RABINO. Ahora mismo lo veo. (Le duele el corazón.) ¡Ay! (José coge al rabino y lo sienta.)
JOSÉ. ¿Se encuentra bien, rabino?
RABINO. (Poniendo las manos en la cabeza.) María, María. ¡Cuánto me has decepcionado!
JOSÉ. Así pues, María mintió. (Baja la cabeza afligido.)
RABINO. Hijo mío, se me olvidó decirte que las mujeres son también mentirosas, traidoras. Recuerda a Eva cuando desobedeció la voz de Dios y por ello la humanidad fue condenada.
JOSÉ. Y María...
RABINO. Sí, María ha de ser castigada también con la ley de Moisés.
JOSÉ. (José se levanta desesperado.) ¿Cómo? ¿Con el apedreamiento?
RABINO. (El rabino asiente con la cabeza.) Sé fuerte, José. Piensa que María es una mujer adúltera, una pecadora.
JOSÉ Sí, señor.
RABINO. (Se levanta.) Vamos, busquemos a María… ¡SOLDADOS!
(Los soldados aparecen y siguen al rabino y José.)
ESCENA 9
(Aparecen José y el Rabino junto con 2 hombres judíos.)
MARÍA. ¿Qué ocurre? ¿Qué van a hacer conmigo? José, diles que me dejen. Yo no les he hecho nada. (José baja la cabeza.) Te expliqué la verdad y me creíste. Vamos, diles a todos que no he pecado.
RABINO. ¡Basta, María! No utilices la Palabra de Dios para encubrir tu pecado.
MARÍA. Rabino, usted me conoce y sabe que amo a Dios sobre todas las cosas es por esto que Él me ha elegido para ser madre de su hijo.
RABINO. ¡No mientas, pecadora, adultera!
TODOS. ¡Pecadora, pecadora! (Menos José.)
MARÍA. (Llorando.) José...
RABINO. José, dile lo que acordamos.
JOSÉ. En presencia de todos niego de María.
(María llora desconsoladamente.)
RABINO. Por la Ley de Moisés consiento que esta mujer sea apedreada para ejemplo de las demás mujeres judías.
TODOS. Sí. (Cogen piedras.)
MARÍA. ¡No! ¡No cometan el crimen de matar al hijo que llevo dentro de mis entrañas! ¡No maten al Mesías tan esperado!
ESCENA 10
SOFÍA. Tengo que impedirlo, de lo contrario Jesús no nacerá.
SRA DEL TIEMPO. No puedes hacer nada, Sofía.
SOFÍA. Pero, ¿no comprendes? Si Jesús no nace, el mundo no tendrá ninguna esperanza.
SRA DEL TIEMPO. Es cierto pero la incredulidad de José lo ha impedido.
SOFÍA. ¡Es mí culpa! No debí haber dudado. Sólo quería hacer la historia más excitante y no tan simple.
SRA DEL TIEMPO. ¡Bueno! Querías hacerla más real para el siglo 21.
SOFÍA. ¡Sí! Pero nunca creí que llegara tan lejos. ¡Debo arreglarlo de algún modo! ¿Por qué no retrocedes en el tiempo para arreglarlo todo y permitir que José se case con María?
SRA DEL TIEMPO. Lo siento pero eso es imposible.
SOFÍA. ¿Por qué? ¿No eres la Sra. del tiempo? Yo No podré vivir con esta carga.
SRA DEL TIEMPO. Eso es algo que yo no puedo solucionar. (La Sra. del Tiempo se ríe.)
SOFÍA. (Sofía llora.) ¿Por qué te ríes? ¿No comprendes la gravedad del problema?
SRA DEL TIEMPO. ¡Ay, Sofía! ¡Qué poco conoces la Escritura!
SOFÍA. ¿Por qué dices eso?
SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía no has comprendido que Dios es el único capaz de darnos fe?
ESCENA 11
(Volvemos a la misma noche cuando María le informa a José de su embarazo. Aparece José caminando de lado a lado, pensando. Mientras José camina oye una voz.)
ÁNGEL. ¡No Temas! ¡José, hijo de David!
JOSÉ. ¿Quién habla? ¿Quién está ahí?
ÁNGEL. ¡José, hijo de David!
JOSÉ. (Se tapa la cabeza con la almohada.) Estoy soñando, Dios mío, ayúdame.
ANGEL. ¡José, hijo de David! Soy el Ángel del Señor y vengo a darte un mensaje.
JOSÉ. (Se arrodilla.) ¡Heme aquí!
ANGEL. No temas en recibir a María por mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
JOSÉ. Perdón, Señor. ¡Gracias, Dios mío! Y perdona mi poca fe. Me casaré con María.
ESCENA 12
SRA DEL TIEMPO. Olvidaste que Dios mandó un ángel a José para que le avisara.
SOFÍA. Mira, (muestra la Biblia). El Nuevo Testamento ha aparecido de nuevo. Esto quiere decir que María no fue apedreada. ¡Estupendo! ¡Gracias, Señor!
SRA DEL TIEMPO. ¡Verdad! Por un momento creíste que toda la historia había sido cambiada.
SOFÍA. No. Desde el principio sabía que no sucedería nada malo. Al fin y al cabo esto no es más que un juego.
SRA DEL TIEMPO. ¿Crees que realmente es un juego?
SOFÍA. ¡Pues, claro!
SRA DEL TIEMPO. Pues te asustaste de verdad.
SOFÍA. ¡Qué va! Fue una buena interpretación que formaba parte del juego también.
SRA DEL TIEMPO. ¡Ya! Supongo que querrás seguir jugando, ¿no?
SOFÍA. Sí, y si no recuerdo mal, la segunda cosa que no entendía era por qué Jesús nació en un pesebre en vez de en un hospital, como todos los demás.
SRA DEL TIEMPO. Debía ser así. Jesús debía dar muestras de humildad y reconocimiento por los más pobres para que éstos supieran que Él los entendía perfectamente.
SOFÍA. ¡No pienso igual! Sin duda, si Jesús hubiera nacido en el siglo 21 lo haría en un buen hospital, con los medios necesarios. Creo que nacer en un pesebre era innecesario. Además, suena a puros cuentos.
SRA DEL TIEMPO. Está bien, Sofía, qué incrédula eres. Te pareces a Tomás: ver para creer.
ESCENA 13
(Aparece la sala de espera de un hospital. José está de pie dando vueltas de un lado para otro.)
SR. MARC ROINSON. ¿Quiere un café? Allí ahí una máquina de café. No será muy bueno, pero para mantenernos despierto está bien.
JOSÉ. Gracias, pero no tomo café.
SR. MARC ROBINSON ¿Es su primer hijo?
JOSÉ. Sí. (José sonríe.)
SR. MARC ROBINSON. Ya se nota. Lleva dos horas dando vuelta de un lado a otro.
JOSÉ. ¿Y usted?
SR. MARC ROBINSON ¡Ja, ja, ja! He venido aquí tantas veces que ya me conozco hasta el nombre de las mujeres de la limpieza.
JOSÉ. ¿Cuántos hijos tienes?
SR. MARC ROBINSON. Contando los dos de hoy, serán ocho.
JOSÉ. ¿Ocho?
SR. MARC ROBINSON. Sí, caballero. Es que mi mujer los tiene a pares. Tengo dos niñas y cuatro niños. ¿Qué le parece?
JOSÉ. Que necesitará trabajar mucho para poder mantenerlos.
SR. MARC ROBINSON ¡Y bien que sí! Pero no me trate de usted, mi nombre es Marc Robinson, Marc para los amigos y espero que después de tres horas en la misma sala de espera, lleguemos a serlo.
JOSÉ. ¡Por supuesto! Mi nombre es José de David.
SR. MARC ROBINSON ¿Y el apellido?
JOSÉ. Pues eso, David.
SR. MARC ROBINSON No son nombres americanos.
JOSÉ. No, es que tengo la ciudadanía americana pero soy judío.
SR. MARC ROBINSON ¡Ah! Ahora comprendo el por qué de su apellido.
JOSÉ. ¿Conoce usted algo sobre nuestras creencias?
SR. MARC ROBINSON. Sí. Creo que los judíos esperan el nacimiento de un Mesías.
JOSÉ. Sí, es cierto.
SR. MARC ROBINSON. Pero dime, José, ¿y aún creen que después de 6000 años nacerá un Mesías?
JOSÉ. Por supuesto que sí.
SR. MARC ROBINSON. No sé pero creo que la ciencia ha demostrado la inexistencia de cualquier Dios.
JOSÉ. Pues los judíos siempre hemos sabido que no existían otros dioses.
SR. MARC ROBINSON. Pero hablas de un Mesías.
JOSÉ. Sí, del hijo del Único y Verdadero Dios. El que nacerá para salvar al mundo.
SR. MARC ROBINSON. ¡Qué interesante! Creo que me tomaré otra taza de café. Cambiando de tema. ¿Le han dicho los médicos lo que será?
JOSÉ. ¿Que será qué?
SR. MARC ROBINSON. ¡Lo que espera su señora!
JOSÉ. No nos lo han dicho pero sabemos que es un niño.
SR. MARC ROBINSON. ¡Ah, sí! Pues como le salga niña...
JOSÉ. No, será un niño y se llamará Jesús.
SR. MARC ROBINSON. ¿Cómo puede estar tan seguro de que será un varón si los médicos no le han dicho nada?
JOSÉ. Porque un ángel nos lo dijo.
SR. MARC ROBINSON. ¿Un qué?
JOSÉ. Un ángel, un mensajero de nuestro Dios.
SR. MARC ROBINSON. (En tono burlón.) No me digas que tu Dios se dedica a enviar ángeles para decirles a los padres qué van a tener. A mí nunca me ha avisado y mira que tengo 8.
JOSÉ. ¡No, Señor!, Usted no me entiende. Sólo se lo ha dicho a mi esposa y a su tía.
SR. MARC ROBINSON. Y, ¿a qué se debe ese honor?
JOSÉ. A que María va a dar a luz al hijo de Dios.
SR. MARC ROBINSON. (Incrédulo.) ¡Ya! Y mi mujer al hijo del presidente de los EEUU. ¿Qué te parece?
JOSÉ. Sabía que no ibas a creerme; pero no tienes por qué burlarte.
SR. MARC ROBINSON. (Toma a José por el hombro.) Vamos, lo que te pasa a ti es que estás muy nervioso y estas delirando. Será mejor que te relajes.
ENFERMERA. ¿Marc Robinson?
SR. MARC ROBINSON ¡Sí, soy yo! Me voy, ya me están llamando. Adiós y Suerte con su hijo Rey. ¡Ja, ja, ja!
ENFERMERA. Puede pasar a ver a los dos preciosos hijos que acaba de dar a luz su mujer.
SR. MARC ROBINSON ¿Dos niños? Pero si el médico me aseguró que eran niñas.
JOSÉ. Ya ves, Marc, los médicos se equivocan.
SR. MARC ROBINSON Sí, bueno, adiós, José. Ha sido un placer conocerte.
JOSÉ. Igualmente.
SR. MARC ROBINSON. (En voz baja a la enfermera.) Creo que este señor necesita visitar al siquiatra; dice unas cosas muy raras: que su hijo es el Hijo de Dios, un tal Mesías. Parece que está loco.
(La enfermera y Marc se van.)
DOCTORA. ¿José de... David?
JOSÉ. Sí, soy yo.
DOCTORA. Lo felicito, tanto su esposa como su hermoso niño están perfectamente bien. Puede pasar a verlos.
JOSÉ. Muchas gracias Doctora, se lo diré a María. (José desaparece.)
ENFERMERA. ¡Doctora, Doctora!
DOCTORA. ¿Qué le pasa? ¿Por qué estas tan asustada?
ENFERMERA. En la entrada hay tres hombres muy raros que quieren entrar a maternidad.
DOCTORA. ¿Son familiares de alguien aquí?
ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que esperar.
DOCTORA. Pues, dígale que no pueden entrar si no tienen familia aquí.
ENFERMERA. No, pero insisten en que tienen que pasar.
DOCTORA. Pues dígale que no se puede entrar si no son familiares.
ENFERMERA. Si, se lo informe, Doctora, ¡mírelos! ¡Ahí Están!
(Aparecen los tres reyes magos.)
GASPAR. (Saluda.) Soy Gaspar. ¿Dónde esta el rey de los judíos que ha nacido aquí?
DOCTORA. ¿Un Rey aquí, en este hospital? ¡Payasos! Se equivocaron de circo, esto es una sala de maternidad. ¡Salgan de esta sala inmediatamente!
MELCHOR. ¡Un momento! No somos payasos, somos Magos que venimos de Oriente. Desde allí venimos siguiendo la estrella que anuncia el nacimiento del Rey.
ENFERMERA. ¡Ay doctora! ¡Estos están más locos que Cucho el de la loma!
BALTASAR. Le traemos presentes para el Rey. Puedo abrirlos para que usted vea.
DOCTORA. No, no abra nada, no quiero ver nada. ¡Sino que salgan de aquí!
GASPAR. Hemos viajado meses hasta llegar aquí a cumplir una misión, de adorarle y ofrecerle presentes. No nos iremos de aquí hasta verle y adorarle.
(Los tres reyes se sientan.)
DOCTORA. Enfermera, ¡Llame a Seguridad! ¡La Policía! ¡Sancha! ¡FBI! Dígales que son gente peligros, que tienen unos paquetes sospechosos.
ENFERMERA. Sí, doctora. Pero tenga cuidado, que se ven peligrosos.
(La enfermera sale.)
MELCHOR. (Enojado.) De aquí no nos vamos hasta cumplir lo que tenemos que hacer.
(Regresa la enfermera.)
DOCTORA. ¿Dónde está seguridad? Cuando más se necesita no aparecen.
ENFERMERA. Me dijeron que vienen corriendo. Estaban buscando al dueño de una limosina obstruyendo la entrada al hospital.
LOS 3 REYES. ¡Queremos ver al niño! ¡Queremos ver al niño!
DOCTORA. ¡Basta! En esta sala de maternidad solo hay tres niños y no creo que ninguno de ellos sea un rey.
BALTASAR. (Se pone en pie.) ¡Uno de esos es! Pues la estrella posa sobre este lugar.
ENFERMERA. (Pone las manos sobre la cabeza.) No entiendo nada.
LOS 3 REYES. (Se levantan.) ¡Vamos adentro!
(Llega seguridad, cuando los 3 reyes intentan entrar en la sala de maternidad.)
LOS GUARDIAS. ¡Alto! ¡Quedan arrestados!
DOCTORA. ¡Llévenlos a siquiatría, al Dr. Orlando!
ESCENA 14
SOFÍA. ¡¡Ay!! ¡Qué divertido!
SRA. DEL TIEMPO. ¿Ah, sí? ¿Quieres mirar de nuevo la Biblia?
SOFÍA. No es posible. ¡Otra vez ha desaparecido el Nuevo Testamento! ¿A dónde se fue ahora?
SRA DEL TIEMPO. Vamos a ver…
ESCENA 15
(María está en casa con el niño en los brazos. Llaman a la puerta. María abre.)
VECINA. ¡Corre, María! ¡Saca al niño y huye! (Con el niño.)
MARÍA. ¿Por qué? ¿Qué esta pasando?
VECINA. La Guardia militar está llegando a Belén.
MARÍA. ¿Por qué?
VECINA. No sé pero todas tenemos miedo y queremos salir ¿Qué ocurre? ¿Ya están aquí los soldados?
MARÍA ¡No, no mate a mi hijo, asesino!
(Se oyen más voces de mujeres chillando.)
VECINA. ¡Están matando a los niños! ¡Mi hijo! (Se va corriendo.)
(María coge al niño en brazos e intenta salir pero al girarse aparece un soldado.)
MARÍA. ¿Qué vas hacer?
SOLDADO. ¡Déme al niño!
MARÍA. ¿Para qué?
SOLDADO. Démelo.
MARÍA. ¡No! (Forcejean por el niño.)
MARÍA. ¡Socorro! ¡José, ven pronto! (Los Soldado se llevan a María y al niño.)
ESCENA 16
SOFÍA. Pero, ¿por qué ha pasado eso? Siempre entendí que José y María huyeron antes de la matanza de los niños.
SRA DEL TIEMPO. Pero olvidas que fueron los reyes magos los que avisaron a José y María de la rabia de Herodes y luego le despertaron.
.
SOFÍA. Ah sí, si los reyes no han visto a Jesús no han podido avisar a José y a María.
SRA DEL TIEMPO. ¡Exacto!
SOFÍA. Y entonces Jesús morirá en manos de los soldados.
SRA DEL TIEMPO. Sí.
SOFÍA. Este juego ha ido demasiado lejos. No me gusta nada. Así que vuelve todo como estaba.
SRA DEL TIEMPO. ¿Todavía sigues creyendo que es un juego?
SOFÍA. ¡Sí! y ya déjese de tonterías.
SRA DEL TIEMPO. No es un juego, Sofía. Si no, mira las noticias. (Miran hacia las pantallas.)
(Pantallas con las noticias.)
PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy, tres presuntos ladrones disfrazados de reyes magos intentaban pasar a la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Los cargos son: intento de secuestro de un niño en la sala del hospital, alteración a la paz, agresión al personal médico, obstrucción a la justicia y en obstrucción a la vía pública dejando sus limosinas en medio de la carretera. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.
SOFÍA. Eso era el NOTICIERO.
SRA DEL TIEMPO. ¡Sí!
SOFÍA. Así que no es un juego.
SRA DEL TIEMPO. No, Sofía, no logras entender que esto no es un juego.
SOFÍA. (Arrepentida.) ¿Qué quieres que diga: Perdón? ¿Que lo siento? Pues sí, lo siento y tengo mucho miedo. He sido una tonta. No entendí que si las cosas fueron escritas así es porque debían ser así. He subestimado la omnipotencia de Dios. Lo siento, Dios mío, perdóname. (Agacha la cabeza. De pronto, aparece otro avance de telenoticias. La presentadora comienza la noticia.)
PRESENTADOR de NOTICIAS. ¡Muy buenas noches! Aquí las noticias de ÚLTIMA HORA. En la madrugada de hoy una mujer dio a luz a un niño en la sala de maternidad del hospital de Centro Médico, en Río Piedras, Puerto Rico. Pero la llegada inesperada fue la de tres Reyes procedentes de Oriente que fueron a contemplar al niño diciendo que habían visto una luz en el cielo que les guió hasta él. Y les trajeron unos regalos increíbles: oro, mirra e incienso. Ampliaremos esta y otras informaciones en nuestra próxima Edición, muy buenas noches.
SRA DEL TIEMPO. Ha sucedido como debía ser en el siglo 21.
SOFÍA. (Emocionada.) Sí, pero, ¿cómo ha sido?
SRA DEL TIEMPO. Lo has hecho tú, Sofía.
SOFÍA. ¿Yo? ¿Cómo?
SRA DEL TIEMPO. Reconociendo tu error y pidiendo perdón. No olvides que ese niño que nació, luego dio su vida por nosotros en una cruz y lo único que nos pide es arrepentimiento.
SOFÍA. Sí, es cierto...
SRA DEL TIEMPO. Has aprendido la lección. Así que debo decirte la verdad.
SOFÍA. ¿Qué verdad?
SRA DEL TIEMPO. La verdad es que todo esto ha sido SOLO UN SUEÑO.
SOFAÍ. Entonces, ¿no ha sucedido en realidad?
SRA DEL TIEMPO. ¡Claro que no!, pero te ha ayudado a comprender que la historia del nacimiento de Jesús no es un cuento de hadas a pesar de que a veces la gente lo cuenta como si tal cosa.
SOFÍA. Sí. A partir de ahora no subestimaré las historias de la Biblia.
SRA DEL TIEMPO. Te tengo reservado un viaje más como regalo final.
SOFÍA. ¿A dónde?
SRA DEL TIEMPO. Ya verás.
ESCENA 17
(Aparece Sofía dormida en el sofá. Su hermana la despierta.)
NICOLE. Sofía, despierta, despierta.
SOFÍA. ¿Qué?
NICOLE. Has tenido un sueño, estabas hablando en voz alta diciendo no sé qué de un portal, un Señor del Tiempo, unos reyes...
SOFÍA. Sí, he tenido un sueño maravilloso (se levanta). ¿Sabes? Tenías razón, la historia del portal de Belén no es un cuento para niños pequeños, ni una parábola. Es una realidad.
NICOLE. ¡Pues, claro! Sí.
SOFÍA. ¿Y sabes por qué?
NICOLE. ¿Por qué?
SOFÍA. (Comienza a hablar rápidamente.) Porque si no, el rabino hubiera apedreado a María, los reyes no hubieran podido avisar a José porque habrían sido arrestados, sus limosinas hubieran paralizado el tráfico...
NICOLE. Pero, ¿qué tonterías dices?
SOFÍA. No son tonterías, pero tú no lo comprendes, claro.
NICOLE. Desde luego que no. A propósito, Sofía, ¿dónde está el control de la tele?
SOFÍA. Míralo, por ahí ¿por qué?
NICOLE. Porque hoy dan una película muy bonita.
SOFÍA. ¡Ah, sí! ¿Cuál?
NICOLE. La Historia Moderna del Nacimiento de Jesucristo.
SOFÍA. Me parece familiar. ¡Ja, ja, ja!