7 Personajes y 12 Minutos. Alegoría en la que para salvar a la humanidad de una enfermedad mortal un padre ofrece la sangre de su hijo porque es el único remedio para curarla.
DRAMA POR SU SANGRE
Jonatán Gómez SuárezPERSONAJES
PADRE DE FAMILIA
MADRE DE FAMILIA
DOCTOR
NARRADOR
NIÑO
RADIO
TELEVISIÓN
ESCENA 1
(En un cuarto de casa, un sofá donde se encuentra sentado un señor viendo el televisor.)
NARRADOR. Un día por la noche, se encuentra en su casa el padre de familia viendo las noticias. Donde cuentan una historia de poca importancia...
TELE. En un pueblo al otro lado del mundo tres personas han muerto de una extraña gripe que nunca antes se ha visto. Pasando a otra información, el estado del tiempo de mañana estará medio nublado todo el día...
PADRE DE FAMILIA. (Bosteza.) ¡Qué sueño!
ESCENA 2
(Mismo escenario en el desayuno.)
TELEVISOR. Ya son 30,000 personas las que han muerto en las colinas remotas de la India. Gente del control de enfermedades de EEUU ha ido a investigar…
PADRE DE FAMILIA. Vieja, está duro esto, ¡ojalá hagan algo por toda esa gente que se está muriendo!
MADRE DE FAMILIA. Pues sí, Dios tenga misericordia de esas pobres gentes.
ESCENA 3
(Misma escenografía en el almuerzo.)
PADRE DE FAMILIA. (Leyendo el periódico.) Mira, vieja, lo que dicen los periódicos: No sólo es la India sino Paquistán, Irán y Afganistán... ¡Qué tragedia! Córrele, vieja, a prender la tela a ver qué dicen los de Taravisa.
TELEVISIÓN. La llamada “Influencia misteriosa” está apareciendo en todo el mundo. La pregunta es: “¿Cómo vamos a controlarla?” Si usted piensa que la Organización Mundial de la Salud va a poder controlarla, marque uno; si usted piensa que no, marque dos. Los resultados van así: el 85% de las llamadas piensan que sí.
PADRE DE FAMILIA. Seguro que sí van a poder controlar la enfermedad. El Gobierno tiene un buen de dinero invertido en investigadores que trabajan día y noche para encontrar curas… No te preocupes, vieja.
MADRE DE FAMILIA. Sí, es cierto, ¿de qué nos preocupamos? Si ahora el hombre ya es dueño de su propio destino y ya ni necesita de Dios.
TELEVISIÓN. La noticia que sorprendió a todos: Europa anuncia que cierra sus fronteras. No habrá vuelos a Francia desde la India, ni de ningún otro país en el cual se haya visto la enfermedad. Una mujer afirma que una persona está muriendo de la llamada “Influencia Misteriosa”. Hay pánico en Europa.
PADRE DE FAMILIA. Está dura esa noticia… Esperemos que no llegue hasta México…
TELEVISIÓN: Según la OMS, cuando tienes el virus es por una semana y ni cuenta te das. Luego tienes 4 días de síntomas horribles y mueres. Inglaterra cierra también sus fronteras. El presidente de los EEUU cierra las fronteras a Europa y Asia para evitar el contagio en el país, hasta que encuentren la cura…
ESCENA 4
(En una iglesia.)
NARRADOR. Al día siguiente la gente se reúne en las iglesias a orar por una cura.
PERSONA. (Entra gritando.) Prendan la radio.
RADIO. Dos mujeres han muerto en Nueva York. En horas parece que la cosa invade a todo el mundo.
MADRE DE FAMILIA. Señor, ten piedad de tus hijos… Ayúdanos, permite que los doctores encuentren una cura.
RADIO. Los científicos siguen trabajando para encontrar el antídoto pero nada funciona. Un momento… una noticia de última hora: Se ha descifrado el código de ADN del virus. Se puede hacer el antídoto.
PADRE DE FAMILIA. Gloria a Dios… ¡Qué bueno que no nos desamparas!
RADIO. Un comunicado del presidente de los Estados Unidos: Ciudadanos de todo el mundo, va a requerirse la sangre de alguien que no haya sido infectado y de hecho, en todo el mundo se corre la voz que todos vayan al hospital central para que se les practique un examen de sangre.
PADRE DE FAMILIA. Vamos a practicarnos el examen. ¿Acaso será esto el fin del mundo?
NARRADOR. Va toda la familia y los vecinos como voluntarios al hospital a practicarse el examen.
(De repente el doctor sale gritando un nombre que ha leído en su cuaderno.)
DOCTOR. Aldo López… Aldo López, ¿quién es Aldo López?
NIÑO PEQUEÑO. Papito, ese es mi nombre…
(El Padre de Familia se queda como ido y no reacciona. Los soldados se llevan al niño.)
PADRE DE FAMILIA. Esperen, ¿a dónde lo llevan?
DOCTORES. Todo está bien, su sangre está limpia, su sangre es pura. Creemos que tiene el tipo de sangre correcta.
(Después de un tiempo salen los médicos llorando y riendo.)
DOCTOR. ¡Gracias, Señor!, la sangre de su hijo es perfecta, está limpia y pura y puede hacer el antídoto contra esta enfermedad.
NARRADOR. La noticia corre por todas partes, la gente está orando y riendo de felicidad.
(En Eso El Doctor se acerca a los Padres.)
DOCTOR. ¿Podemos hablar un momento? Es que no sabíamos que el donante sería un niño y necesitamos que firmen este formato para darnos el permiso de usar su sangre.
PADRE DE FAMILIA. (Leyendo el documento.) Solo una pregunta: ¿Cuánta sangre necesitan?
(La sonrisa del doctor desaparece.)
DOCTOR. No pensábamos que era un niño. No estábamos preparados. ¡La necesitamos toda!
PADRE DE FAMILIA. (Incrédulo e indignado.) Pero, pero...
(El doctor le sigue insistiendo.)
DOCTOR. Usted no entiende. Estamos hablando de la cura para todo el mundo. Por favor, firme, la necesitamos toda.
PADRE DE FAMILIA. Pero, ¿no pueden darle una transfusión?
DOCTOR. Si tuviéramos sangre limpia podríamos… ¿Firmará?... Por favor, firme.
(En silencio y muy triste el Padre de familia firma.)
DOCTOR. ¿Quiere ver a su hijo?
(Caminan hacia esa sala de emergencia donde se encuentra el niño, está sentado en la cama.)
NIÑO. ¡Papi! ¡Mami! ¿Qué pasa?
(Toma su mano.)
PADRE DE FAMILIA. Hijo, tu mami y yo te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario, ¿comprendes eso?
(Se acerca a toda prisa el Doctor.)
DOCTOR. Lo siento, necesitamos empezar. Gente en todo el mundo está muriendo…
NARRADOR. ¿Tú podrías irte y darle la espalda a tu hijo, dejándolo allí mientras te grita: “Papi, por qué me has abandonado?
Y a la siguiente semana cuando hacen una ceremonia para honrar al niño, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo o ver un partido de fútbol y otras vienen a la ceremonia con una sonrisa falsa fingiendo que les importa.
El Padre de Familia quisiera pararse y gritar: “Mi hijo murió por ustedes, ¿qué no les importa?
Tal vez eso es lo que Dios nos quiere decir: "mi hijo murió, ¿todavía no saben cuánto los amo?”
Es curioso lo simple que es para la gente desechar a Dios y después preguntase por qué el mundo va de mal en peor.
Es curioso cómo nos creemos todo lo que leemos en el periódico pero cuestionamos lo que la Biblia dice.
Es curioso cómo nos esforzamos a diario para atesorar bienes terrenales y no le dedicamos unos cuantos minutos a atesorar los bienes celestiales.
Es curioso como alguien dice: “Yo creo en Dios” pero con sus acciones muestra que sigue a otros.
Es curioso, ¿verdad?
Más curioso es cómo alguien puede estar tan encendido por Cristo en domingo pero ser un cristiano invisible el resto de la semana.
Es curioso cómo nos preocupamos más por lo que la gente piense de nosotros que por lo que Dios vea en nosotros.
Y a la siguiente semana cuando hacen una ceremonia para honrar al niño, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo o ver un partido de fútbol y otras vienen a la ceremonia con una sonrisa falsa fingiendo que les importa.
El Padre de Familia quisiera pararse y gritar: “Mi hijo murió por ustedes, ¿qué no les importa?
Tal vez eso es lo que Dios nos quiere decir: "mi hijo murió, ¿todavía no saben cuánto los amo?”
Es curioso lo simple que es para la gente desechar a Dios y después preguntase por qué el mundo va de mal en peor.
Es curioso cómo nos creemos todo lo que leemos en el periódico pero cuestionamos lo que la Biblia dice.
Es curioso cómo nos esforzamos a diario para atesorar bienes terrenales y no le dedicamos unos cuantos minutos a atesorar los bienes celestiales.
Es curioso como alguien dice: “Yo creo en Dios” pero con sus acciones muestra que sigue a otros.
Es curioso, ¿verdad?
Más curioso es cómo alguien puede estar tan encendido por Cristo en domingo pero ser un cristiano invisible el resto de la semana.
Es curioso cómo nos preocupamos más por lo que la gente piense de nosotros que por lo que Dios vea en nosotros.