TENGO SED
PERSONAJES
MADRE
HIJO
HIJA
MARIDO
HERMANA
(Se oye el despertador.)
MADRE. ¡Dios mío! Son ya las seis de la mañana. ¡Ahrr! Parece como si me acabara de acostar. Lo bueno es que hoy es mi día de descanso en el trabajo. Debo levantarme a preparar el desayuno pero antes quiero agradecerte este nuevo día. Permíteme Señor, que pueda ser fuente de agua viva para mi familia y para todas aquellas personas con las que tenga contacto el día de hoy. Gracias, Jesús, gracias por este día. Amén.
(Ve a su hijo en el salón.)
MADRE. ¿Cómo amaneciste, hijo? ¿Descansaste?
HIJO. Descansé poco; anoche salí tarde del trabajo.
MADRE. Sí, me di cuenta. No me dormí hasta que llegaste. Lo bueno es que hoy es tu día de descanso y podrás acompañarme a la iglesia.
HIJO. Mamá, hoy es mi día de descanso y la verdad, no quiero ir a la iglesia. Desde que nací he ido a la iglesia, quiero hacer otras cosas: salir con mis amigos del trabajo, conocer más gente y divertirme.
MADRE. Pero hijo, ¡Dios siempre ha sido el centro de nuestra vida! Te podría decir que ese trabajo que tienes te está alejando del Señor. Pero realmente, hijo, eres tú, tú mismo, quien ha quitado la mirada del blanco que se llama Jesucristo y la has puesto en las cosas de este mundo.
HIJO. Mamá, por favor, sólo quiero usar mi día de descanso para ir con mis amigos.
MADRE. Está bien, pero sólo recuerda que todo lo que tienes te lo ha dado Dios. Su palabra dice, hijo, que apartado de Él nada puedes hacer… ¡Ay de aquel, dice la Biblia, que sabe hacer lo bueno y no lo hace! Y tú sabes lo que realmente es bueno para tu vida y no lo quieres hacer. Lo único que me queda es orar por ti y si tengo que ayunar para que tus pies no se aparten del camino del Señor, lo voy a hacer.
MADRE. Dios, por favor, redarguye su corazón, que no se aparte de ti.
MADRE. Hija, ya te levantaste. ¿Qué hiciste?
HIJA. No me siento bien, creo que no voy a ir a la escuela.
MADRE. ¿Estás enferma? No tienes temperatura.
HIJA. No, mamá, no estoy enferma. Lo que pasa es que las muchachas se han estado burlando de mí porque soy cristiana, porque soy diferente a ellas y siempre me están presionando para que haga lo que ellas hacen. Dicen que sólo así dejarán de molestarme. Pero la verdad, mamá… yo no quiero, yo no quiero... Ellas hacen cosas que ofenden a Dios pero por otra parte quisiera que me dejaran en paz.
MADRE. Mi amor, claro que eres diferente. Eres una hija de Dios, tienes algo muy valioso que tristemente, ellas no tienen: a Jesucristo, en tu corazón. Pudiéramos pedirle a Dios que cierre la boca de todos los que se burlan de ti, pero tienes mayor recompensa cuando en medio de todas esas burlas te mantienes firmes en lo que has creido. Su palabra dice que eres bienaventurada cuando por su causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, dice la Biblia, porque vuestro galardón es grande en el Reino de los Cielos. No te conviertas tú a ellas, hija; mejor, que se conviertan ellas a ti.
HIJA. Tienes razón, mamá, la vida de ellas está vacía. En cambio, yo lo tengo todo porque tengo a Dios en mi corazón. Me voy a arreglar para ir a la escuela, con mi frente en alto porque soy una hija de Dios.
MADRE. Claro que sí, mi amor, eres una hija de Dios.
(La hija sale.)
MADRE. Señor, ayúdala a mantenerse firme; te pido por ella.
(Suena el teléfono.)
MADRE. ¿Bueno? Mi amor, ¿cómo estás?
MARIDO. Ah, pues aquí, con algunos problemas.
MADRE. ¿Qué problemas?
MARIDO. ¿Sabes qué? El carro se me descompuso y tuve que gastar dinero para arreglarlo. El jefe me acaba de decir que ya no tengo trabajo. No sé qué voy a hacer; tenemos cuentas que pagar y la verdad, estoy bien desesperado.
MADRE. No te desesperes, Dios nunca nos ha dejado. No es la primera vez que pasamos por esta clase de problemas y Él siempre de una forma milagrosa ha suplido nuestras necesidades. Su palabra dice: “Joven fui y he envejecido y no he visto justo desamparado y su descendencia que mendigue pan. Tú y yo, en lo poco y en lo mucho hemos sido fieles a Dios y Él ha prometido abrir las ventanas de los cielos y derramar sus bendiciones. Él es el dueño del oro y de la plata. No te preocupes, mi amor, pongamos todo en sus manos y confiemos en Él.
MARIDO. Tienes razón, mujer, dejemos todo en las manos de Dios. Él nunca falla.
MUJER. Claro, mi amor, confiemos en Él y Él hará.
MARIDO. Gracias, mujer, gracias por tus palabras, tan llenas siempre de sabiduría. Eres muy valiosa para mí y le doy gracias a Dios por tu vida. Bueno, después te llamo, ¿ok?
MUJER. Hasta luego, mi amor, después hablamos. (Cuelga.) Dios, ayuda a mi esposo, suple nuestras necesidades, Señor, ábrele puertas de bendición para Él.
(Suena el teléfono.)
MUJER. ¿Bueno? Herman, ¿en qué le puedo servir?
HERMANA. Le llamo para pedirle si puede dirigir el culto de esta noche. Disculpe que le hable tan tarde pero la hermana que lo iba a hacer se enfermó.
MUJER. Claro que sí, hermana, yo dirijo esta noche. Me voy a apurar con algunas cosas que todavía tengo que hacer para poder estar temprano en la iglesia. Gracias, hermana, hasta luego, bye.
MUJER. (Orando.) Ayúdame, Señor, Tú sabes todos los problemas que han venido a mi vida en este día. Estoy algo cansada, agotada, preocupada pero tú sabes que mi anhelo es servirte. Yo dirijo esta tarde. Mi anhelo es servirte.
bonito drama, ya que las mujeres en Cristo somos fuertes; porque nuestra fuerza y fortaleza proviene de Dios, y asi como esta mujer del drama tenemos que interceder siempre por nuestros hijos, ser la ayuda idonea para nuestros esposos, y sobre todo a pesar de los problemas y dificultades que vengas debemos de mantener siempre la confianza en DIOS de el esta con nosotras y nunca nos va a dejar solas
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