Condenado

11 Minutos y 5 Personajes + Extras. Un hombre es condenado por diversos pecados: codicia, adulterio, mentira y desesperado acude a los pies de Jesús de quien obtiene perdón. Inspirada en la siguiente predicación. (AQUÍ.)




CONDENADOloidasomo@gmail.com


PERSONAJES

HOMBRE
LEY
ANCIANA
VECINA
JESÚS
VOZ EN OFF (ANDRÉS PINA)
EXTRAS


(Hay un hombre que intenta entrar al metro y se da cuenta de que se ha olvidado el abono en casa. Se mira por todos los bolsillos, saca la billetera pero sólo lleva un billete de bastante cantidad. Varias personas entran y salen del metro.)

HOMBRE. (Registrándose los bolsillos, se escucha su pensamiento.) No, no puede ser, me he dejado el abono en casa… Me va a tocar pagar el billete. (Saca la cartera.) ¡No! ¡Lo que faltaba! Solo llevo un billete de 50€ y este no me lo cambian… ¡Voy a llegar tarde al trabajo! (Nervioso.) ¡Piensa, piensa! ¿Qué hago? ¡Ya está! Cuando se dé la vuelta el controlador me cuelo con alguien.

(Pasa una ancianita delante de él. El hombre le sonríe amablemente y ella le devuelve la sonrisa. La anciana va a pasar al metro y él aprovecha para pasar con su ticket, sin que la mujer se percate de nada.)

HOMBRE. (Se escuchan sus pensamientos.) ¡Perfecto! (Cuando ve a la anciana.) ¡Aquí viene mi oportunidad! Me colaré con ella.

(Aparece la LEY.)

LEY. ¡Condenado!

HOMBRE. ¿Por colarme por primera vez en la vida? Si solo es el ticket del metro y cuesta 50 céntimos… Ya sabes que lo pago todos los días y por un día que me olvido del abono… (Se marcha enfadado con la Ley.)

(El hombre está esperando el metro entre otras personas y ve a su vecina.)

HOMBRE. (Se escucha su pensamiento.) ¡La vecina del tercero! ¡Menos mal que me pasa algo bueno hoy! (Se le acerca disimuladamente.) ¡Cómo está esta mujer! ¡Es que me vuelve loco…! (Se coloca detrás de ella pero ella no lo ve. Respira un poco de su perfume acercándose a su cuello.) ¡Qué bien huele! ¡Qué suerte tiene el borrachuzo de su marido! ¡Semejante mujerona en casa y él se lo pasa en los bares con los amigotes…! ¡Si fuera mi mujer, no la dejaría sola un minuto…!

LEY. (Aparece de nuevo.) ¡Condenado!

HOMBRE. ¿Por qué? Si no he hecho nada…

LEY. Codiciar y adulterar en tu interior… ¿Qué opinaría tu mujer si pudiese leer tus pensamientos?

(El hombre se queda molesto pero un tanto preocupado por lo que le ha dicho.)

(La escena siguiente se encuentra sentado en la mesa de su oficina. Está escribiendo en el ordenador y revisando papeles. Le llaman por teléfono.)

HOMBRE. Departamento de Recursos Humanos, ¿dígame?

VOZ EN OFF. ¿Sergio?

HOMBRE. ¿Sí?

VOZ EN OFF. Soy Andrés Pina, ¿qué tal?

HOMBRE. Hola, Andrés, muy bien, ¿y usted?

VOZ EN OFF. Muy bien, gracias.

HOMBRE. Vaya, qué sorpresa, ¿en qué puedo ayudarle?

VOZ EN OFF. Te llamo por mi hija la mayor… No sé si sabías que trabajó en tu empresa hace muchos años, al principio de abrirse... Bueno, pues está realizando un curso de marketing en el que le exigen hacer prácticas en una empresa y comentando en la secretaría de su colegio que había trabajado aquí hacía mucho, le dijeron que se las podían convalidar si presentaba un certificado de que había trabajado con vosotros. De esta forma podría evitar hacerlas y empezar a trabajar en una empresa en la que acaba de hacer una entrevista.

HOMBRE. Sí, claro, no hay problema. Espera un momento que miro su historial en el ordenador. (Mientras teclea.) Oye, Andrés, que estaba pensando que no vengáis de propio a buscarlo, que os lo llevo a la iglesia yo este fin de semana.

ANDRÉS. El caso es que le corre mucha prisa así que si te parece bien, pasaría yo a buscarlo. Si me lo preparas, me paso esta tarde por allí.

HOMBRE. Aquí veo su historial. Sonia Pina: trabajó de marzo a junio de 1991.

ANDRÉS. Sí, bueno, esto… El caso es que sólo le convalidarán las prácticas si ha trabajado un mínimo de 6 meses. (Dudando.) ¿Podrías hacerle un certificado por ese tiempo?

HOMBRE. Es que…

ANDRÉS. (Interrumpiéndole.) ¿Sabes lo que pasa, Sergio? Que van muy mal de dinero y no puede perder ese puesto de trabajo… pero no se lo darán si no tiene el curso terminado. Ya sabes que tienen dos niños y a su edad es muy difícil incorporarse al mercado laboral…

HOMBRE. Ya, ya…

ANDRÉS. Y si tiene que hacer las prácticas que le faltan perderá esta oportunidad…

HOMBRE. (Cara de molesto.) Está bien, Andrés, pasad esta tarde a recogerlo.

ANDRÉS. Gracias, Sergio, eres muy majo.

(Cuelgan el teléfono y aparece la LEY.)

LEY. ¡Condenado!

HOMBRE. ¿Por qué?

LEY. Por mentir al falsear el certificado.

HOMBRE. ¿Y qué se supone que tenía que hacer?

LEY. No lo sé, Sergio, mi trabajo consiste en señalar el pecado. (Se marcha.)

HOMBRE. (Se escuchan sus pensamientos.) ¡No te fastidia! Eso me pasa por ser bueno… ¡Maldita sea! Pero, ¡qué cara ha tenido de pedirme ese favor! ¿No se supone que vamos a la iglesia, que tenemos unos principios? ¡Qué forma de comprometerme! Me dan unas ganas de agarrarlo y… y… y…

(Aparece la LEY.)

LEY. ¡Condenado!

HOMBRE. Pero, ¿es que hoy la has tomado conmigo? Dame un respiro, ¿qué he hecho ahora, si no he hecho nada?

LEY. Cuando te enojas con tu hermano te haces culpable de juicio. Ya lo explicó Jesús.

HOMBRE. (Pensativo.) Y, ¿cuál es mi condena?

LEY. Muerte.

HOMBRE. ¡¿Muerte?!

LEY. Muerte eterna…

HOMBRE. No, perdona, no lo quería hacer, estoy un poco estresado, no sabía qué decirle… Me he visto entre la espada y la pared y… No lo volveré a hacer. ¡Perdóname!

LEY. Yo no te puedo perdonar, no tengo capacidad para ello.

HOMBRE. Solo por esta vez, te prometo que no lo volveré a hacer…

LEY. No puedo, amigo, mi deber es administrar justicia…

(El hombre empieza a llorar y se echa a los pies de la ley.)

LEY. (Tocándole el hombro, hablándole en tono justo pero sin soberbia o frialdad.) Yo no puedo perdonarte, ni tener misericordia de ti; como te he dicho, esa no es mi labor, y no está en mí el poder hacerlo. Mi deber es señalar el pecado porque soy justa y buena a la vez pero hay alguien que te puede librar de esa condena.

HOMBRE. ¿Cómo? ¿Quién?

LEY. ¿No lo sabes? ¡Jesús! Jesús es misericordioso y compasivo y es el único que tiene el poder de perdonar pecados. ¡Acude a Él!

(Se alumbra a Jesús que con los brazos en forma de cruz y mirada compasiva aparece en escena. El hombre acude a Él y se le echa a los pies desconsolado pidiendo perdón.)

HOMBRE. ¡Jesús, perdóname, ten misericordia de mí! Hoy he pecado muchas veces contra ti…

(Jesús le pone una mano sobre el hombro.)

HOMBRE. (El hombre echa su mano a la mano de Jesús que la tiene puesta en su hombro. Se da cuenta de que hay algo en su mano y se la mira.) ¡Es sangre! ¡Señor, estás sangrando…!

JESÚS. Sí, ya lo sé. Con mi sangre cubro tus faltas de hoy y las vuelvo tan blancas como la nieve.

HOMBRE. (Conmovido.) Lo siento, Jesús, lo siento de veras. Siento que mis faltas te hayan hecho sangrar. Perdóname por llevarte hoy de nuevo a la cruz.

JESÚS. Te perdono, Sergio, te perdono eternamente.

HOMBRE. Gracias, Jesús. Por favor, señor, toma mi vida: toma las llaves de mi mente y mi corazón y ven a cenar conmigo esta noche.

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