25 Minutos y 24 Personajes + Extras. Un viajero llega a la casa de una joven y ésta le cuenta la historia de Jesús. Mientras le relata la historia se van intercalando diferentes episodios de la vida de Jesús hasta llegar a la Pasión.
LA PASIÓN
Juan Francisco Fernández
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PERSONAJES
NARRADOR
VIAJERO
JOVEN
JUAN
HOMBRE 1
HOMBRE 2
HOMBRE 3
HOMBRE 4
PUBLICANO
SOLDADO 1
SOLDADO 2
JESÚS
JAIRO
DISCÍPULO
MUJER 1
MUJER 2
MUJER 3
CRIADO
PEDRO
PILATO
SACERDOTE
ANCIANA
ÁNGEL
MARÍA
NARRACIÓN. Habían pasado aproximadamente tres años desde que el Maestro había ascendido, y muchos de los que le habían seguido habían vuelto a su lugar de origen. En ese entonces, un viajero va de camino rumbo a Jerusalén y llega a casa de una joven hebrea después de una noche de mucho caminar...
PRIMERA ESCENA
(La casa de la joven, la mesa en la que se realiza la narración está ubicada a un costado del escenario, de manera que las escenas se pueden iniciar sin apagar luces. La joven se encuentra barriendo fuera de la casa cuando el viajero llega.)
VIAJERO. ¡Buen día!
JOVEN. ¡Buen día, buen hombre! ¿Qué puedo hacer por usted?
VIAJERO. ¿Me podría regalar un poco de agua, pues el camino ha sido largo y aún me falta mucho por recorrer?
(La joven, dejando el quehacer, entra en la casa e invita al viajero a pasar.)
JOVEN. Por favor, pase usted a nuestra humilde morada. Mi padre y mi hermano están en el campo trabajando pero creo que podría ofrecerle algo de pan y un poco de vino para que calme la sed.
VIAJERO. Mujer, gracias por hacer misericordia conmigo, pues llevo toda la noche caminando y me hacía falta el alimento. (La joven trae al forastero una vasija para que se lave del polvo del camino y luego le sirve el pan y el vino.)
JOVEN. Tenga, buen hombre, lávese usted el polvo del camino.
VIAJERO. ¡Gracias!
JOVEN. De nada.
VIAJERO. No tengo cómo pagarle tanta bondad, ¡Jehová le premie su buena voluntad!
(La joven atiende al visitante, le sirve algo de pan.)
VIAJERO. Y dígame, buena mujer, ¿Qué ha sucedido en estos contornos? Pues hace mucho abandoné esta región y hasta ahora no había podido regresar.
JOVEN. ¡Señor! ¿No ha oído usted sobre Jesús el Nazareno y todo lo que ha ocurrido en estos lugares?
VIAJERO. No, pero dígame: ¿Qué ha sucedido? Y, ¿quién es este Jesús a quien pronuncia con tanta emoción?
(La joven se acerca a la mesa del viajero y toma asiento para así iniciar su relato.)
JOVEN. Hubo en días de Tiberio César un profeta de Dios llamado Juan, hijo de un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Habías. Este Juan predicaba en el desierto acerca del bautismo para perdón de pecados, tal como se dice en los libros del profeta Isaías. Hablaba también acerca de la venida de nuestro Mesías esperado...
(Se apagan las luces y al otro extremo del escenario aparece Juan el Bautista, rodeado de algunos mientras predica y bautiza en el río Jordán.)
SEGUNDA ESCENA
(Aparece Juan rodeado por un soldado, dos sacerdotes y algunas personas del pueblo.)
JUAN. ¡Raza de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced pues frutos dignos de arrepentimiento y no digan dentro de vosotros: a Abraham tenemos por padre, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras.
HOMBRE 1. Entonces, ¿qué haremos?
JUAN. El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene que comer haga lo mismo.
PUBLICANO. Maestro, ¿qué haremos?
JUAN. No exijáis más de lo que os está ordenado.
SOLDADO 1. ¿Y yo, qué haré?
(Es importante que cada una de las personas haga la pregunta con tal interés, pues debe mostrar que realmente deseaban hacer lo correcto.)
JUAN. No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo de quién no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego...
NARRDOR. Aconteció que hablando Juan y bautizando llegó Jesús.
(Jesús camina en medio de la gente, entra al agua y se pone frente a Juan para ser bautizado.)
JUAN. Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
JESÚS. Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
(Jesús es bautizado y cuando sale del agua mira hacia el cielo. En ese momento la escena se detiene y se oye la voz de la joven.)
JOVEN. Algunos dicen que en ese momento el Espíritu Santo descendió sobre este Jesús en forma de paloma y que Juan escuchó cuando el Señor dijo a Jesús: “Tú eres mi Hijo Amado; en ti tengo complacencia”.
(La escena vuelve a la casa, la joven se detiene y el viajero dice…)
TERCERA ESCENA
VIAJERO. No se detenga, prosiga, por favor, quisiera escuchar más acerca de este hombre llamado Jesús.
JOVEN. Después de su bautismo, su fama se difundió por toda la región pues el Maestro, como todos lo llamaban, era un hombre de gran poder y de mucha misericordia. En su recorrido, muchos fueron sanados y hubo quienes le vieron levantar a algunos de la muerte.
VIAJERO. Pero, ¿cómo dice usted “levantar muertos”? ¿Está usted segura de que este hombre era del Señor? (Muy exaltado se levanta de la mesa.)
JOVEN. Por favor, ahora soy yo quien le ruega que me permita continuar. Tome asiento.
VIAJERO. Perdone, pero debe usted entenderme, no había escuchado algo semejante.
JOVEN. Pues bien, permítame contarle... En una ocasión iba el Maestro... (La voz se va perdiendo suavemente.)
CUARTA ESCENA
(Mientras la joven habla aparece en la escena Jesús caminando por la ciudad rodeado de una multitud y repentinamente llega Jairo que se postra delante de él.)
JAIRO. ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Mi hija está agonizando, ven y pon las manos sobre ella para que sea salva!
(Cuando Jesús se dispone a ir tras Jairo, aparece una mujer que se acerca desde atrás.)
JESÚS. ¿Quién ha tocado mis vestidos? (Mirando a su alrededor.)
DISCÍPULO. Maestro, ves que la multitud te aprieta y dices: “¿Quién me ha tocado?”
MUJER 1. Maestro, he sido yo (con rostro avergonzado.) Pues hace 12 años sufro de un mal y pensé: “si quizá tocare el borde de su manto, seré salva”.
JESÚS. Hija, tu fe te ha hecho salva, ve en paz y queda libre de tu azote.
(Mientras Jesús hablaba vino un criado de la casa de Jairo.)
CRIADO. Tu hija ha muerto... ¿Para qué molestes al Maestro?
(Jairo llora profundamente conmovido por la triste noticia, más Jesús interviene.)
JESÚS. No temas, cree solamente.
(Luego el Señor se dirige a los que le seguían y le dice a Pedro y Juan.)
JESÚS. Pedro, Juan, ¡seguidme!
(Al llegar a la casa de Jairo, Jesús se dirige a la gente que allí se encuentra.)
JESÚS. ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino que duerme.
(Dicho esto camina al cuarto de la niña, seguido de Pedro y Juan.)
JESÚS. ¡Niña, a ti te digo, levántate!
(La niña se levanta, anda y corre hasta donde está su madre en presencia de todos los presentes.)
NIÑA. ¡Mamá! (Abraza a su madre.)
JAIRO. ¡Gracias, Maestro! ¡Gracias! (Abraza al Maestro, con mucha alegría por lo ocurrido.)
JESÚS. Sólo, no digas a nadie lo sucedido.
(La escena finaliza, y regresamos a la casa de la joven.)
QUINTA ESCENA
VIAJERO. Comprenderá usted que me resulta difícil aceptar todo esto. Pero me gustaría conocer a este hombre y poder comprobar todo lo que usted me ha dicho con mis propios ojos.
JOVEN. (En ese instante la joven entristece, sus ojos se humedecen.) Creo mi Señor, que será algo imposible, porque... ¡el maestro ya no está!
VIAJERO. ¿Cómo? ¿No está? ¿Es que acaso se fue a otra región? Yo iría de ser necesario.
JOVEN. Si me permite continuar sabrá usted por qué Él ya no está; y de qué manera podrá usted encontrarlo.
VIAJERO. Por favor, continúe. Prometo esforzarme por no interrumpirla más...
(La joven se levanta, busca algo de agua, sirve para ambos.)
JOVEN. El Maestro Jesús, no sólo hizo milagros y bienes en todos los lugares que visitó; sino que también enseñaba la palabra de Dios y decía muchas cosas que a algunos no gustaba.
VIAJERO. Explíquese, por favor.
JOVEN. Una vez... (Comienza la trama.)
SEXTA ESCENA
(Aparece Jesús enseñando a una multitud.)
JESÚS. Todo lo que cayere sobre aquella piedra será quebrantado, más sobre quien ella cayere le desmenuzará.
HOMBRE 2. Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César o no?
JESÚS. ¡Mostradme una moneda! (Levantando la moneda a vista de todos.) ¿De quién es la imagen y la inscripción?
MULTITUD. ¡De César!
JESÚS. Pues, dad a César, lo que es de César y a Dios, lo que es de Dios.
(Todos en la escena quedan paralizados momentáneamente, se apagan las luces y se oye una voz.)
JOVEN. Por esta causa muchos se unieron contra Él. Trataron muchas veces de engañarle y como no pudieron, compraron por 30 piezas de plata a uno que le seguía, y éste lo traicionó. Entonces el maestro fue arrestado...
(Se encienden las luces y aparece Jesús, azotado y golpeado en el patio de la casa del Sumo Sacerdote y cerca, Pedro observando.)
MUJER 2. ¡Éste, también estaba con Jesús!
PEDRO. ¡Yo no lo conozco!
HOMBRE 3. ¡Sí! ¡Tú también eres de ellos!
PEDRO. ¡Que te he dicho que no lo soy! (Grita enfadado.)
MUJER 3. Seguro que éste estaba con él, además, es de Galilea.
PEDRO. ¡Ni siquiera sé de qué estás hablando! (En ese momento el gallo canta, Pedro dirige su mirada a Jesús, quien le mira compasivo y Pedro se va y al salir del patio, se vuelve contra una pared y llora desconsoladamente.) ¡Señor! ¡Perdóname! He sido un cobarde. ¡Perdóname! Yo debía haberte defendido y no pude Señor, no pude, yo que juré dar mi vida si fuese necesario por ti... ¡No he podido…!
(Se apagan las luces y comienza la siguiente escena: Jesús ante Pilato. La escena da inicio con Jesús golpeado y custodiado por dos soldados, tirado en el piso frente a Pilato, con el sacerdote a su lado presentando su acusación ante Pilato).
SÉPTIMA ESCENA
PILATO. ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
SACERDOTE. A éste hemos hallado que pervierte la nación y que no permite dar tributo a César, diciendo que él es el Cristo, ¡un Rey!
PILATO. (Dirigiéndose a Jesús.) ¿Eres tú el Rey de los judíos?
JESÚS. Tú lo dices.
PILATO. (Dirigiéndose al sacerdote.) Ningún delito hallo en este hombre.
SACERDOTE. ¡Pero su majestad! Alborota al pueblo enseñando por toda la región de Judea, desde Galilea hasta aquí.
PILATO. Me habéis presentado a este hombre como que perturba al pueblo, pero habiéndole interrogado delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquello de que le acusas. Y ni Herodes, porque os remití a él y he aquí, nada digno de muerte he hallado en este hombre. Le soltaré pues, después de castigarle.
HOMBRE 4. ¡Fuera con éste! ¡Suéltanos a Barrabás!
JOVEN. Todos los que estaban en el lugar al escuchar tal grito, se pusieron frenéticos y comenzaron a pedir que fuese crucificado el Maestro, Así que Pilato firmó la sentencia de muerte contra el Maestro, y les entregó a Barrabás, tal como ellos habían pedido.
(Mientras se escucha la voz de la joven, la escena continúa en silencio, sólo con los gestos de la gente eufórica y Pilato firma la sentencia y la entrega al Sacerdote, se apagan las luces. Se encienden las luces, Jesús cae al suelo y una anciana se le acerca.)
ANCIANA. Maestro, lloramos por ti. (Se acerca y le da agua.)
JESÚS. (Toma agua, visiblemente cansado y agitado, le dice a la anciana…) No lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos. (Pausa) Porque si con el árbol verde hacen estas cosas... ¿Qué no harán con el seco?
(Los soldados levantándole le llevan hacia la cruz y lo crucifican. La multitud rodea desde una prudente distancia.)
JESÚS. (Ya crucificado.) Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...
(Durante un momento, todos guardan silencio, empieza a oscurecer y el velo del templo se rasga.)
JESÚS. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Se escucha el temblor de la tierra y la multitud debe huir, gritar, desesperarse.)
SOLDADO 2. Verdaderamente este hombre era justo. (Se apagan las luces y se escucha la voz de la joven.)
JOVEN. Había un hombre llamado José de Arimatea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Éste, que también esperaba el reino de Dios y no había consentido en el acuerdo y en los hechos de ellos, fue con Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana y lo puso en el sepulcro.
(Se encienden las luces y la escena vuelve a la casa.)
OCTAVA ESCENA
(El judío, notablemente entristecido, se levanta de su silla, da unos pasos y en la puerta de la casa, mirando al cielo dice...)
VIAJERO. ¡Oh, cuán insensatos hemos sido, y tardos de corazón para no creer lo que los profetas habían dicho sobre el Mesías! Cuán grande pecado ha caído sobre nuestra nación, porque ahora estamos condenados. ¿Por qué tenía que morir?
JOVEN. No, buen hombre. Es cierto, Jesús murió pero la historia no termina allí. (Ella se levanta, le toma del brazo y le invita a sentarse nuevamente.) El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro...
(Comienza la escena, llega las mujeres y aparece un ángel.)
ÁNGEL. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ¡ha resucitado!
(Las mujeres corren a dar aviso a los discípulos. Pero María Magdalena, no se va, sino que quedándose lloraba al Maestro. Entonces el ángel le pregunta...)
ÁNGEL. Mujer, ¿por qué lloras?
MARÍA. Porque se han llevado a mi Señor y no se dónde lo han puesto. (Cuando se vuelve ve a Jesús allí, pero no sabe que es él.)
JESÚS. Mujer, ¿por qué llora? ¿A quién buscas?
MARÍA. Señor, si tú lo has llevado dime dónde lo has puesto. (Profundamente dolida y llorando conmovedoramente.)
JESÚS. ¡María!
MARÍA. ¡Maestro! (Trata de acercarse.)
JESÚS. No me toques, porque aún no he subido a mi Padre... Más ve a mis hermanos y diles: “subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.
(Se apagan las luces y se oye la voz de la joven nuevamente.)
JOVEN. Durante cuarenta días se les apareció a los discípulos, les habló acerca del reino de Dios. (Pausa.) Ésta era ya la tercera vez que Jesús aparecía a sus discípulos.
(Se encienden las luces y aparece Jesús con sus discípulos.)
JESÚS. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que a éstos?
PEDRO. Sí, Señor, tú sabes que te amo.
JESÚS. Apacienta mis corderos. (Pausa.) Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
PEDRO. Sí, Señor, tú sabes que te amo.
JESÚS. Pastorea mis ovejas. (Pausa.) Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
PEDRO. Señor, tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. (Entristecido.)
NARRADOR
VIAJERO
JOVEN
JUAN
HOMBRE 1
HOMBRE 2
HOMBRE 3
HOMBRE 4
PUBLICANO
SOLDADO 1
SOLDADO 2
JESÚS
JAIRO
DISCÍPULO
MUJER 1
MUJER 2
MUJER 3
CRIADO
PEDRO
PILATO
SACERDOTE
ANCIANA
ÁNGEL
MARÍA
NARRACIÓN. Habían pasado aproximadamente tres años desde que el Maestro había ascendido, y muchos de los que le habían seguido habían vuelto a su lugar de origen. En ese entonces, un viajero va de camino rumbo a Jerusalén y llega a casa de una joven hebrea después de una noche de mucho caminar...
PRIMERA ESCENA
(La casa de la joven, la mesa en la que se realiza la narración está ubicada a un costado del escenario, de manera que las escenas se pueden iniciar sin apagar luces. La joven se encuentra barriendo fuera de la casa cuando el viajero llega.)
VIAJERO. ¡Buen día!
JOVEN. ¡Buen día, buen hombre! ¿Qué puedo hacer por usted?
VIAJERO. ¿Me podría regalar un poco de agua, pues el camino ha sido largo y aún me falta mucho por recorrer?
(La joven, dejando el quehacer, entra en la casa e invita al viajero a pasar.)
JOVEN. Por favor, pase usted a nuestra humilde morada. Mi padre y mi hermano están en el campo trabajando pero creo que podría ofrecerle algo de pan y un poco de vino para que calme la sed.
VIAJERO. Mujer, gracias por hacer misericordia conmigo, pues llevo toda la noche caminando y me hacía falta el alimento. (La joven trae al forastero una vasija para que se lave del polvo del camino y luego le sirve el pan y el vino.)
JOVEN. Tenga, buen hombre, lávese usted el polvo del camino.
VIAJERO. ¡Gracias!
JOVEN. De nada.
VIAJERO. No tengo cómo pagarle tanta bondad, ¡Jehová le premie su buena voluntad!
(La joven atiende al visitante, le sirve algo de pan.)
VIAJERO. Y dígame, buena mujer, ¿Qué ha sucedido en estos contornos? Pues hace mucho abandoné esta región y hasta ahora no había podido regresar.
JOVEN. ¡Señor! ¿No ha oído usted sobre Jesús el Nazareno y todo lo que ha ocurrido en estos lugares?
VIAJERO. No, pero dígame: ¿Qué ha sucedido? Y, ¿quién es este Jesús a quien pronuncia con tanta emoción?
(La joven se acerca a la mesa del viajero y toma asiento para así iniciar su relato.)
JOVEN. Hubo en días de Tiberio César un profeta de Dios llamado Juan, hijo de un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Habías. Este Juan predicaba en el desierto acerca del bautismo para perdón de pecados, tal como se dice en los libros del profeta Isaías. Hablaba también acerca de la venida de nuestro Mesías esperado...
(Se apagan las luces y al otro extremo del escenario aparece Juan el Bautista, rodeado de algunos mientras predica y bautiza en el río Jordán.)
SEGUNDA ESCENA
(Aparece Juan rodeado por un soldado, dos sacerdotes y algunas personas del pueblo.)
JUAN. ¡Raza de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced pues frutos dignos de arrepentimiento y no digan dentro de vosotros: a Abraham tenemos por padre, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras.
HOMBRE 1. Entonces, ¿qué haremos?
JUAN. El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene que comer haga lo mismo.
PUBLICANO. Maestro, ¿qué haremos?
JUAN. No exijáis más de lo que os está ordenado.
SOLDADO 1. ¿Y yo, qué haré?
(Es importante que cada una de las personas haga la pregunta con tal interés, pues debe mostrar que realmente deseaban hacer lo correcto.)
JUAN. No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo de quién no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego...
NARRDOR. Aconteció que hablando Juan y bautizando llegó Jesús.
(Jesús camina en medio de la gente, entra al agua y se pone frente a Juan para ser bautizado.)
JUAN. Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
JESÚS. Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
(Jesús es bautizado y cuando sale del agua mira hacia el cielo. En ese momento la escena se detiene y se oye la voz de la joven.)
JOVEN. Algunos dicen que en ese momento el Espíritu Santo descendió sobre este Jesús en forma de paloma y que Juan escuchó cuando el Señor dijo a Jesús: “Tú eres mi Hijo Amado; en ti tengo complacencia”.
(La escena vuelve a la casa, la joven se detiene y el viajero dice…)
TERCERA ESCENA
VIAJERO. No se detenga, prosiga, por favor, quisiera escuchar más acerca de este hombre llamado Jesús.
JOVEN. Después de su bautismo, su fama se difundió por toda la región pues el Maestro, como todos lo llamaban, era un hombre de gran poder y de mucha misericordia. En su recorrido, muchos fueron sanados y hubo quienes le vieron levantar a algunos de la muerte.
VIAJERO. Pero, ¿cómo dice usted “levantar muertos”? ¿Está usted segura de que este hombre era del Señor? (Muy exaltado se levanta de la mesa.)
JOVEN. Por favor, ahora soy yo quien le ruega que me permita continuar. Tome asiento.
VIAJERO. Perdone, pero debe usted entenderme, no había escuchado algo semejante.
JOVEN. Pues bien, permítame contarle... En una ocasión iba el Maestro... (La voz se va perdiendo suavemente.)
CUARTA ESCENA
(Mientras la joven habla aparece en la escena Jesús caminando por la ciudad rodeado de una multitud y repentinamente llega Jairo que se postra delante de él.)
JAIRO. ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Mi hija está agonizando, ven y pon las manos sobre ella para que sea salva!
(Cuando Jesús se dispone a ir tras Jairo, aparece una mujer que se acerca desde atrás.)
JESÚS. ¿Quién ha tocado mis vestidos? (Mirando a su alrededor.)
DISCÍPULO. Maestro, ves que la multitud te aprieta y dices: “¿Quién me ha tocado?”
MUJER 1. Maestro, he sido yo (con rostro avergonzado.) Pues hace 12 años sufro de un mal y pensé: “si quizá tocare el borde de su manto, seré salva”.
JESÚS. Hija, tu fe te ha hecho salva, ve en paz y queda libre de tu azote.
(Mientras Jesús hablaba vino un criado de la casa de Jairo.)
CRIADO. Tu hija ha muerto... ¿Para qué molestes al Maestro?
(Jairo llora profundamente conmovido por la triste noticia, más Jesús interviene.)
JESÚS. No temas, cree solamente.
(Luego el Señor se dirige a los que le seguían y le dice a Pedro y Juan.)
JESÚS. Pedro, Juan, ¡seguidme!
(Al llegar a la casa de Jairo, Jesús se dirige a la gente que allí se encuentra.)
JESÚS. ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino que duerme.
(Dicho esto camina al cuarto de la niña, seguido de Pedro y Juan.)
JESÚS. ¡Niña, a ti te digo, levántate!
(La niña se levanta, anda y corre hasta donde está su madre en presencia de todos los presentes.)
NIÑA. ¡Mamá! (Abraza a su madre.)
JAIRO. ¡Gracias, Maestro! ¡Gracias! (Abraza al Maestro, con mucha alegría por lo ocurrido.)
JESÚS. Sólo, no digas a nadie lo sucedido.
(La escena finaliza, y regresamos a la casa de la joven.)
QUINTA ESCENA
VIAJERO. Comprenderá usted que me resulta difícil aceptar todo esto. Pero me gustaría conocer a este hombre y poder comprobar todo lo que usted me ha dicho con mis propios ojos.
JOVEN. (En ese instante la joven entristece, sus ojos se humedecen.) Creo mi Señor, que será algo imposible, porque... ¡el maestro ya no está!
VIAJERO. ¿Cómo? ¿No está? ¿Es que acaso se fue a otra región? Yo iría de ser necesario.
JOVEN. Si me permite continuar sabrá usted por qué Él ya no está; y de qué manera podrá usted encontrarlo.
VIAJERO. Por favor, continúe. Prometo esforzarme por no interrumpirla más...
(La joven se levanta, busca algo de agua, sirve para ambos.)
JOVEN. El Maestro Jesús, no sólo hizo milagros y bienes en todos los lugares que visitó; sino que también enseñaba la palabra de Dios y decía muchas cosas que a algunos no gustaba.
VIAJERO. Explíquese, por favor.
JOVEN. Una vez... (Comienza la trama.)
SEXTA ESCENA
(Aparece Jesús enseñando a una multitud.)
JESÚS. Todo lo que cayere sobre aquella piedra será quebrantado, más sobre quien ella cayere le desmenuzará.
HOMBRE 2. Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César o no?
JESÚS. ¡Mostradme una moneda! (Levantando la moneda a vista de todos.) ¿De quién es la imagen y la inscripción?
MULTITUD. ¡De César!
JESÚS. Pues, dad a César, lo que es de César y a Dios, lo que es de Dios.
(Todos en la escena quedan paralizados momentáneamente, se apagan las luces y se oye una voz.)
JOVEN. Por esta causa muchos se unieron contra Él. Trataron muchas veces de engañarle y como no pudieron, compraron por 30 piezas de plata a uno que le seguía, y éste lo traicionó. Entonces el maestro fue arrestado...
(Se encienden las luces y aparece Jesús, azotado y golpeado en el patio de la casa del Sumo Sacerdote y cerca, Pedro observando.)
MUJER 2. ¡Éste, también estaba con Jesús!
PEDRO. ¡Yo no lo conozco!
HOMBRE 3. ¡Sí! ¡Tú también eres de ellos!
PEDRO. ¡Que te he dicho que no lo soy! (Grita enfadado.)
MUJER 3. Seguro que éste estaba con él, además, es de Galilea.
PEDRO. ¡Ni siquiera sé de qué estás hablando! (En ese momento el gallo canta, Pedro dirige su mirada a Jesús, quien le mira compasivo y Pedro se va y al salir del patio, se vuelve contra una pared y llora desconsoladamente.) ¡Señor! ¡Perdóname! He sido un cobarde. ¡Perdóname! Yo debía haberte defendido y no pude Señor, no pude, yo que juré dar mi vida si fuese necesario por ti... ¡No he podido…!
(Se apagan las luces y comienza la siguiente escena: Jesús ante Pilato. La escena da inicio con Jesús golpeado y custodiado por dos soldados, tirado en el piso frente a Pilato, con el sacerdote a su lado presentando su acusación ante Pilato).
SÉPTIMA ESCENA
PILATO. ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
SACERDOTE. A éste hemos hallado que pervierte la nación y que no permite dar tributo a César, diciendo que él es el Cristo, ¡un Rey!
PILATO. (Dirigiéndose a Jesús.) ¿Eres tú el Rey de los judíos?
JESÚS. Tú lo dices.
PILATO. (Dirigiéndose al sacerdote.) Ningún delito hallo en este hombre.
SACERDOTE. ¡Pero su majestad! Alborota al pueblo enseñando por toda la región de Judea, desde Galilea hasta aquí.
PILATO. Me habéis presentado a este hombre como que perturba al pueblo, pero habiéndole interrogado delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquello de que le acusas. Y ni Herodes, porque os remití a él y he aquí, nada digno de muerte he hallado en este hombre. Le soltaré pues, después de castigarle.
HOMBRE 4. ¡Fuera con éste! ¡Suéltanos a Barrabás!
JOVEN. Todos los que estaban en el lugar al escuchar tal grito, se pusieron frenéticos y comenzaron a pedir que fuese crucificado el Maestro, Así que Pilato firmó la sentencia de muerte contra el Maestro, y les entregó a Barrabás, tal como ellos habían pedido.
(Mientras se escucha la voz de la joven, la escena continúa en silencio, sólo con los gestos de la gente eufórica y Pilato firma la sentencia y la entrega al Sacerdote, se apagan las luces. Se encienden las luces, Jesús cae al suelo y una anciana se le acerca.)
ANCIANA. Maestro, lloramos por ti. (Se acerca y le da agua.)
JESÚS. (Toma agua, visiblemente cansado y agitado, le dice a la anciana…) No lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos. (Pausa) Porque si con el árbol verde hacen estas cosas... ¿Qué no harán con el seco?
(Los soldados levantándole le llevan hacia la cruz y lo crucifican. La multitud rodea desde una prudente distancia.)
JESÚS. (Ya crucificado.) Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen...
(Durante un momento, todos guardan silencio, empieza a oscurecer y el velo del templo se rasga.)
JESÚS. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Se escucha el temblor de la tierra y la multitud debe huir, gritar, desesperarse.)
SOLDADO 2. Verdaderamente este hombre era justo. (Se apagan las luces y se escucha la voz de la joven.)
JOVEN. Había un hombre llamado José de Arimatea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Éste, que también esperaba el reino de Dios y no había consentido en el acuerdo y en los hechos de ellos, fue con Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana y lo puso en el sepulcro.
(Se encienden las luces y la escena vuelve a la casa.)
OCTAVA ESCENA
(El judío, notablemente entristecido, se levanta de su silla, da unos pasos y en la puerta de la casa, mirando al cielo dice...)
VIAJERO. ¡Oh, cuán insensatos hemos sido, y tardos de corazón para no creer lo que los profetas habían dicho sobre el Mesías! Cuán grande pecado ha caído sobre nuestra nación, porque ahora estamos condenados. ¿Por qué tenía que morir?
JOVEN. No, buen hombre. Es cierto, Jesús murió pero la historia no termina allí. (Ella se levanta, le toma del brazo y le invita a sentarse nuevamente.) El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro...
(Comienza la escena, llega las mujeres y aparece un ángel.)
ÁNGEL. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ¡ha resucitado!
(Las mujeres corren a dar aviso a los discípulos. Pero María Magdalena, no se va, sino que quedándose lloraba al Maestro. Entonces el ángel le pregunta...)
ÁNGEL. Mujer, ¿por qué lloras?
MARÍA. Porque se han llevado a mi Señor y no se dónde lo han puesto. (Cuando se vuelve ve a Jesús allí, pero no sabe que es él.)
JESÚS. Mujer, ¿por qué llora? ¿A quién buscas?
MARÍA. Señor, si tú lo has llevado dime dónde lo has puesto. (Profundamente dolida y llorando conmovedoramente.)
JESÚS. ¡María!
MARÍA. ¡Maestro! (Trata de acercarse.)
JESÚS. No me toques, porque aún no he subido a mi Padre... Más ve a mis hermanos y diles: “subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”.
(Se apagan las luces y se oye la voz de la joven nuevamente.)
JOVEN. Durante cuarenta días se les apareció a los discípulos, les habló acerca del reino de Dios. (Pausa.) Ésta era ya la tercera vez que Jesús aparecía a sus discípulos.
(Se encienden las luces y aparece Jesús con sus discípulos.)
JESÚS. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que a éstos?
PEDRO. Sí, Señor, tú sabes que te amo.
JESÚS. Apacienta mis corderos. (Pausa.) Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
PEDRO. Sí, Señor, tú sabes que te amo.
JESÚS. Pastorea mis ovejas. (Pausa.) Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
PEDRO. Señor, tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. (Entristecido.)
JESÚS. Apacienta mis ovejas.
(Se apagan las luces y comienza la última escena. En casa de la joven)
VIAJERO. Usted me dijo al principio que yo podría encontrarlo. Dígame, ¿cómo puedo hacerlo? Porque yo creo que este hombre realmente era el Hijo de Dios.
JOVEN. Al momento de ascender, Jesús nos dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Si usted cree, sólo debe entregar su corazón a Jesús, yo le ayudaré, sólo diga conmigo...
(Se toman de las manos, en voz queda simulan una oración)
(Se apagan las luces y comienza la última escena. En casa de la joven)
VIAJERO. Usted me dijo al principio que yo podría encontrarlo. Dígame, ¿cómo puedo hacerlo? Porque yo creo que este hombre realmente era el Hijo de Dios.
JOVEN. Al momento de ascender, Jesús nos dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Si usted cree, sólo debe entregar su corazón a Jesús, yo le ayudaré, sólo diga conmigo...
(Se toman de las manos, en voz queda simulan una oración)
exelente obra mis hermanos, Dios les bendiga. posiblemente la usemos aca por Chicago us.
ResponderEliminarHe dedicado media hora a leer esta bella obra con la intención de replicarla aquí en Iglesia Bíblica de Elohim, El Salvador.
ResponderEliminarMuchas Bendiciones.