Hostal el Ángel

1 Hora y 13 Personajes. El hostal el Ángel, dirigido por tía y sobrina, está a punto de arruinarse por falta de clientes. Es tiempo de Navidad y se avecina una tormenta de nieve por lo que obliga a muchos viajeros a hospedarse allí. Varias historias se entrecruzarán y encontrarán en estos días de Navidad, un sentido mayor a sus vidas.


HOSTAL EL ÁNGEL


PERSONAJES

LISA
DAVID
CRIS
ÁNGELA
ELVIRA
INÉS
JULIA
PEDRO
CHICA
ADOLESCENTE 1
ADOLESCENTE 2
ADOLESCENTE 3
CONDUCTOR DE AUTOBÚS


ACTO 1

ESCENA 1

(Antes de que abran el telón Lisa Burillo, que lleva un abrigo, entra detrás del público, está enfadada y su voz lo refleja.)

LISA. (Se mueve entre el público mientras habla.) ¿Cris? ¿Cris? ¿Dónde estás? Cris, por favor, contesta. ¡Hace mucho frío aquí! ¡Ay, Dios mío! ¿Dónde está? ¿Cris? ¡Cristina!

(Se levanta el telón y la acción se dirige al escenario. Después de una pausa Ángela entra por –entrada del exterior- . Pasea por la habitación como si la viese por primera vez y habla consigo misma.)

ÁNGELA. (Cogiendo una muñeca del sofá) Hermoso, simplemente hermoso. Y la nieve… hace que los campos se vean aún más bonitos. Este lugar me recuerda a las típicas escenas de una tarjeta navideña. Es perfecto para pasar unos días. Pero… ¡ya han pasado muchos años desde que se me asignara a un niño pequeño! Bueno, vamos a ver… (Deja la muñeca en el sofá y sale por –entrada del exterior- .)

(Pausa. Cris entra desde –entrada interior- . Echa una mirada alrededor del cuarto como si estuviese mirando algo, ve la muñeca, la coge y la abraza. Inés entra desde –entrada del exterior- con revistas en la mano y la asusta. La niña hace mención de irse.)

INÉS. ¡Ey! ¡Hola! (Cris no responde.) Inés camina DS y deja las revistas en una mesa.) He traído unas revistas (Cris mira a Inés pero no le dice nada) ¿Te gusta leer? Coge la que más te guste.

(Cris sigue sin responder.)

INÉS. (Se acerca e intenta establecer una conversación.) ¿Sabes qué? He escuchado en la radio que va a nevar mucho hoy. Justo para la Navidad. Seguro que a ti te gusta jugar en la nieve. (No hay respuesta. Inés señala a la muñeca que Cris lleva en los brazos.) ¿Quién es tu amiga? (Cris no le responde. Se da la vuelta y camina hacia la salida del hostal.)
Es muy bonita, ¿Cuál es su… (Cris sale con su muñeca desde entrada interior hostal antes de que Inés termine de hablar.) ¡Oh! No me importa, de todos modos ha sido un placer hablar contigo… (Se queda arreglando algunas cosas en el escritorio y de repente, chasquea los dedos y sale por salida del exterior.) Casi se me olvidaba.

(Pausa. Lisa entra por –entrada del exterior- con el abrigo puesto, mira por la habitación antes de dejarse caer en el sofá en lágrimas.)

INÉS. (Entra por –entrada interior hostal- .) ¡Hola, Señora Burillo!

LISA. (Responde rápidamente.) ¡Oh, Inés! ¿Has visto a Cris?

INÉS. Sí, señora.

LISA. (Salta del sofá.) ¡Sí! ¿Dónde? ¿Cuándo?

INÉS. Estaba aquí hace solo un minuto. Creo que se ha ido arriba, hacia la habitación.
(Lisa no oye lo que dice de la muñeca.) También llevaba su muñeca. (Suena el teléfono.) Buenas Tardes, Hostal el Ángel. ¿En qué puedo ayudarle? Lo siento, pero se ha equivocado de número. No importa, Feliz Navidad. ¡Adiós! (Se dirige a la radio y la enciende. La música navideña está muy alta, la escucha mientras se pone su abrigo que está detrás del escritorio, y después sale por –entrada exterior-. La radio continúa sonando.)

(Pausa. Desde fuera del escenario Elvira llama a Inés para decirle que baje la radio, después entra por entrada interior hostal con unas gafas en la cabeza, un lápiz entre los dientes y con un montón de papeles en la mano. Los intentos de llamar a Inés de nuevo se oyen mal por el lápiz que lleva y se lo quita; apaga la radio y expresa gran alivio. Con un gran suspiro ojea los papeles y habla consigo misma.)

ELVIRA. Ahhhh…. Paz…. Aunque igual quería alegrarme un poco con la música… ¡Esta niña! Pero ahora el único villancico que me interesa es el de: “Vengan las facturas, una tras de otra, vengan las facturas al hostal del ángel”… Tiruriruriru (Continúa tatareando la musiquilla mientras sigue mirando los papeles.)

(Inés entra por entrada exterior llevando un ato de leña.)

ELVIRA. (Mira a Inés cuando entra y continúa pasando papeles en su escritorio). Aquí estás…

INÉS. (Pone la leña en el suelo.) He salido afuera para traer algo de leña porque parece que va a nevar más.

ELVIRA. (No levanta la vista de su escritorio.) ¡Ajá!

INÉS. (Se quita el abrigo y camina hacia el escritorio.) ¿Qué estas haciendo, tía Elvira?

ELVIRA. Estoy buscando algo.

INÉS. ¿El qué?

ELVIRA. Mi barita mágica.

INÉS. (Risas.) ¿Tu qué?

ELVIRA. (Coge unos papeles y los echa al aire.) Mi barita mágica, necesito hacer desaparecer todas estas facturas.

INÉS. ¡Ah! No te preocupes, tía Elvira, todo saldrá bien. Ten un poco de fe y ya verás. ¿Aún piensas que vendrán los acreedores a sacarnos de aquí con palos y perros?

ELVIRA. Mira, si en vez de perros viene perras (hace la señal del dinero), no me importaría dejarles entrar. (Se ríen.)

INÉS. (Riéndose y haciendo gestos, señala debajo del sofá.) Aunque, ¿sabes a quién no le gustaría que viniesen?

ELVIRA. ¡Hum! ¿Dónde está nuestro guardián de seguridad?

INÉS. (Se acerca al sofá.) ¡Ey! Creo que se esconde aquí.

ELVIRA. (Con aspereza.) ¡Qué elemento!

INÉS. (Con señas.) ¡Shh! Debe estar dormido.

ELVIRA. (Recoge los papeles y va saliendo por entrada interior hostal.) ¡Pobrecito! Ir al porche y volver es muy cansado. Bueno, me voy a la oficina.

INÉS. ¿Tía Elvira?

ELVIRA. (Se para en la puerta.) ¿Sí, cariño?

INÉS. ¿Están muy mal las cosas?

ELVIRA. (Sonríe, camina despacio hacia el escritorio donde deja los papeles y se dirige a Inés.) Ven aquí, siéntate un momento conmigo. (Se sientan en el sofá.) Mira Inés, voy a ser muy sincera contigo: si el negocio no se recupera pronto, el negocio se… Bueno, ya no habrá negocio.

INÉS. No podemos dejar que eso suceda.

ELVIRA. Me temo que ya está pasando.

INÉS. ¿No lo podemos mantener abierto un poco más? Son las vacaciones de Navidad y mucha gente viaja en estos días y… tendrán que dormir en algún sitio, ¿no?

ELVIRA. (Se levanta y camina mientras habla.) Eso era lo que yo pensaba, pero quizá tendría que haberlo pensado dos veces antes de haber usado la reputación de los viejos tiempos del hostal para pedir un crédito en el banco. No sabía que era tan buena hablando, pero cuando…

INÉS. (Interrumpe, se levanta y camina un poco.) Tú hiciste lo correcto, tía, lo conseguiremos, ya lo verás.

ELVIRA. (Se sienta en el sofá.) Gracias, Inés, pero…

INÉS. (Le interrumpe.) Cuando viniste a vivir aquí, después de que mamá y papá… después de que ellos…

ELVIRA. (Se acerca a Inés y la consuela.) Lo sé, cariño, lo sé… Ha sido muy duro para ti.

INÉS. Los echo mucho en falta, especialmente en Navidad.

ELVIRA. Yo también. Recuerda: ella era mi única hermana, y la quería muchísimo. Hay algo en estos días que con frecuencia hace que la gente se sienta feliz y triste a la vez.

INÉS. Quizá es porque recordamos muchas cosas en estos días de Navidad.

ELVIRA. (Abraza a Inés.) Sí, Inés, desde luego. A veces incluso, hasta el punto de olvidarnos de recordar lo que deberíamos recordar de no olvidar de recordar… sobre la Navidad.

INÉS. (Con una cara extrañada.) ¿Cómo es eso que has dicho?

ELVIRA. (Risas.) Creo que no podría repetirlo otra vez. Pero bueno, ya sabes lo que quiero decir…

INÉS. (Todavía asombrada.) Pues no.

ELVIRA. Bueno es… Déjalo.

INÉS. Tía, ¿por qué no hacemos una oración y le pedimos ayuda a Dios?

ELVIRA. Inés, creo que Dios ya sabe por lo que estamos pasando.

INÉS. Sí, desde luego, Dios ya conoce nuestras necesidades sin que se lo tengamos que decir pero orar descarga nuestras almas.

(Suena el teléfono.)

ELVIRA. (Responde al teléfono.) Hostal el Ángel, ¿cómo puedo ayudarle? Ahhh… Sí… Sí, déjeme ver un momento. (Inés se sienta en el sofá y se queda mirando una revista. Elvira tapa el auricular del teléfono y le habla a Inés) Quiere saber si tenemos habitaciones libres. ¿Tenemos?

INÉS. ¿Estás bromeando? Eso es lo único que tenemos aquí.

ELVIRA. (Se dirige a la persona del teléfono.) ¿Hola? Disculpe que le haya hecho esperar. Sí, sí, tenemos habitaciones. (Pausa.) Así que usted va a llegar hoy pero no sabe cuándo… Muy bien, no se preocupe. ¿Me puede dar sus datos, por favor? (Pausa pequeña mientras escribe.) Bernardo Santos.

INÉS. (Quita la vista de la revista, y le sonríe a Elvira.) Bernardo Santos, ¿o San Bernardo?

ELVIRA. (Con humor) Gracias señor Santos, ¡adiós!... Vaya, espero que éste venga sin palos y con perras... ¡Ja, ja, ja!

INÉS. (Entusiasmada.) Es estupendo, unas reservas más y lograremos pasar la temporada. ¿Te das cuenta, tía? Hace un momento hablábamos de cerrar el hostal y justo nos llaman para reservar una habitación. ¿No ves la mano de Dios aquí? Él sabe nuestra situación y sólo tenemos que dejarle actuar.

ELVIRA. Tienes mucha razón, Inés. A veces, los problemas de la vida hacen que perdamos el norte y fijemos nuestra atención en lo que no deberíamos en vez de confiar en Él plenamente.

INÉS. (Camina hacia el escritorio.) No perdamos la esperanza, tía, Él sabe por qué suceden las cosas, y supongo que esto incluye la mala racha por la que estamos pasando.

ELVIRA. (Se le rasgan los ojos y la voz se le entrecorta.) Ven aquí, cariño. (Le da un abrazo. Pausa.) Más vale que vaya a la cocina y supervise un poco a Conchita, ya sabes cómo es. (Elvira abraza a Inés en ademán de irse.)

INÉS. (Se entretiene un poco en el escritorio, después camina al sofá, mira al suelo antes de sentarse.) ¡Vaya perro guardián que estás hecho! Cuando mamá y yo te encontramos perdido en el bosque, medio muerto de hambre, pensamos que serías perfecto para guardar el hostal… ¿Qué más quieres? Un hogar, dos comidas al día, y… todas las piernas que deseas para morder. Así que… Sal fuera, ¡vamos, Aquiles! (El perro no sale.) ¡Uy! Con lo cobardica que eres te tendríamos que haber puesto otro nombre. (Enciende la radio, escucha la música pero ésta se interrumpe por la voz de un locutor.)

LOCUTOR 1. Interrumpimos esta conexión para darles el último parte metereológico. Repito: Se anuncian fuertes ventiscas en la zona del Pirineo oriental, en especial en Bielsa, Gistaín y Benasque. Se prevén de 20 a 30 cm de nieve a partir de esta noche. Las condiciones para conducir son extremadamente peligrosas aun llevando cadenas por lo que se recomienda que no viajen hasta que la tormenta pase. Por favor, estén conectados para informarse de las últimas previsiones del tiempo. Devolvemos la conexión al programa anterior.

INÉS. (Apaga la radio.) ¡Ay cuando mi tía escuche esto! ¡Dios mío, ayúdanos!



ESCENA 2

(Cuando se levanta el telón, Lisa y Cris están sentadas en el sofá. Cris sostiene una muñeca y está dormida en los brazos de su madre. Lisa le susurra una canción a Cris. Después de un momento Ángela entra por entrada exterior hostal. No lleva abrigo y lleva un equipo de golf a la espalda. Echa un vistazo a la habitación y ve su visera en la mesa al lado del sofá. Lisa deja de cantar tan pronto como ve a Ángela. Ángela sonríe, se pone la visera y se dispone a salir por la misma por la que entró. Este encuentro deja a Lisa con una cara de asombro, después continúa cantando un poco más.)

LISA. (Hablando consigo misma.) ¿Golf? ¿En un día como éste…?

ELVIRA. (Entra por entrada interior. Lleva una caja con decoraciones navideñas. Entra hablando consigo misma, después se da cuenta de que Lisa está en la habitación.) Esta situación no puede hacer que me olvide de la Navidad, no debo… ¡Oh! No me había dado cuenta de que había alguien aquí. ¿Cómo está usted, señora Burillo?

LISA. Acabo de ver algo muy “raro”...

ELVIRA. (Deja la caja de decoraciones cerca del árbol de navidad) ¿Algo raro? ¿El qué?

LISA. Bueno… Había una joven con… ¡Va! No es nada. Es que aún estoy un poco nerviosa. Hace un momento no podía encontrar a Cris y me he asustado mucho.

ELVIRA. Sí, Inés me lo ha dicho.

LISA. Estaba aquí hacía un momento y al minuto desaparece.

ELVIRA. (Con humor.) Así son los niños, no siempre llevan un plan de vuelo antes de despegar. Cris es una niña adorable y se porta muy bien.

LISA. Gracias, es una joya. No sé lo que haría sin ella…

ELVIRA. (Extrañada.) No la he visto hablar mucho.

LISA. Es cierto, estoy muy preocupada porque…

ELVIRA. (Le interrumpe, se sienta en el brazo del sofá.) No tiene que explicarme nada.

LISA. Pero me gustaría hacerlo, han sido muy buenas con nosotras. Cris y yo vamos a casa de mi tía para pasar las fiestas.

ELVIRA. ¡Qué bien!

LISA. (Pausa ligera.) Hace unos días, Dominó, el gatito de Cris, desapareció de casa. A Cris le encantan los animales pero Dominó es especial para ella y cuando se fue se le rompió el corazón. Vivimos en el campo y no hay muchos niños de su edad por allí con los que pueda jugar. Así que me imagino que se sentirá muy sola y desde entonces empezó a hablar cada vez menos.

ELVIRA. La desaparición del gato debe de haberle afectado bastante.

LISA. Eso es lo que creo pero mi marido dice que… bueno, opinamos de distinta forma.

ELVIRA. Ya.

LISA. (Mira a Cris.) Él piensa que Cris está llevando esto muy lejos y que está siendo testaruda por no querer hablar.

ELVIRA. No recuerdo haber visto al Sr. Burillo aquí.

LISA. No ha venido. Es que…

ELVIRA. (Se levanta, va hacia el árbol de Navidad para poner algunos ornamentos.) Perdone, no quería entrometerme.

LISA. Tiene gracia. Estaba pensando en cómo iba a contarle a mi tía todo esto y aquí me tiene contándole todas mis penas a usted. Disculpe que la abrume con mis problemas.

ELVIRA. No se disculpe, a veces es más fácil hablar con alguien que no es tan… cercano a nosotros. No se tiene que actuar tanto… No sé si me explico.

LISA. (Asoma una sonrisa.) Sí, perfectamente. (Pausa.) Quizá no estuvo bien lo que hice.

ELVIRA. ¿Lo que hizo?

LISA. Sí. David y yo tuvimos otro desacuerdo, en fin, una PELEA... Y luego vino otra y otra y… Lisa Burillo dejó salir lo mejor de su carácter y aquí estamos las dos. Bonita Navidad, ¿verdad?

ELVIRA. (Consuela a Lisa.) No sea tan dura consigo misma.

(Cris se despierta.)

LISA. ¡Vaya! ¡Hola, bella durmiente! ¿Te ha sentado bien la siesta? Ya pensaba que no te ibas a despertar en toda la tarde… He estado hablando con la Sra. Tello.

(Cris mira a Elvira.)

INÉS. (Entra por entrada interior hostal comiendo una gigantesca galleta de Navidad.) ¡Hola! ¡Conchita se declara en huelga otra vez!

ELVIRA. ¿Qué es lo que pasa ahora?

INÉS. Nada en sí. ¡Hum! Esta galleta está buenísima. Me he ofrecido a ayudarle con las galletas…

ELVIRA. ¿Y qué dice?

INÉS. Me ha dicho que si quiero puedo ayudarle a hornear más pero que de probarlas, nada de nada.

ELVIRA. (Risas.) ¡Esta Conchita! Se me acaba de ocurrir una idea. ¿Por qué no te llevas a Cris a la cocina a por una de esas galletas tan ricas?

(Cris duda un poco.)

LISA. Anda, ve, ya verás qué buenas...

(Inés coge a Cris de la mano, salen por entrada interior. Elvira se acerca al árbol y comienza a decorarlo.)

LISA. (Ayuda a Elvira con el árbol.) Su hija es muy agradable. Debe estar muy orgullosa de ella.

ELVIRA. Lo estoy, pero Inés no es mi hija sino mi sobrina.

LISA. ¡Oh, discúlpeme! Pensé que era su hija.

ELVIRA. Pero la quiero tanto como si fuera mía. La madre de Inés era mi hermana.

LISA. (Extraña.) ¿Era?

ELVIRA. (Pausa mientras se mueve desde el árbol.) Sí. Ella y mi cuñado se… Bueno, tuvieron un accidente de coche hace cuatro años.

LISA. (Se aleja del árbol.) ¡Ay! Lo siento. Ha debido ser muy duro para ustedes.

ELVIRA. (Se acerca al escritorio.) Yo estaba en Estados Unidos cuando todo esto sucedió y vine sin tardar. Fueron unos días muy duros pero Inés ha seguido adelante muy bien, incluso, mejor que yo. A veces se pone triste, es normal, pero tiene una fe muy fuerte que la empuja hacia delante. Tendría que haber visto el hogar de mi hermana. Cristo era el fundamento de esa familia y mi sobrina es un vivo reflejo de la educación que recibió. Pero bueno, en resumidas cuentas: tuve que abandonar mi carrera de fotógrafa para ocuparme de Inés y del negocio de que tenían. Pero ¿sabe qué? No me arrepiento, la vida que llevaba no era la mejor: siempre de aquí para allá… Una locura. Perdone, ahora tendrá que disculparme a mí, casi mejor que vamos a ver a las chicas, ¿qué le parece?

(Pausa. Inés entra por entrada interior, con un plumero y empieza a quitar el polvo del escritorio.)

INÉS. (Mirando atrás.) Vale, tía, ya lo hago. (Pausa. Se escucha a Julia fuera del escenario con tono de voz grave.)

JULIA. ¡Esto es absolutamente ridículo!

(Inés, al escuchar la voz, mira detrás del escritorio.)

JULIA. (Entra por entrada exterior, lleva una bolsa de viaje pequeña y aparece hablando consigo misma.) ¿Que quieres que estemos refugiados cuando llegue la tormenta? ¿Por qué? Apuesto a que este… sea lo que sea, no tiene Internet. Sólo unas horas más y estaríamos allí, Pedro. ¿Pedro? ¿Dónde estás?

PEDRO. (Entra por entrada exterior, sin aliento y cargando con tres bolsas de viaje muy grandes que deja en el suelo.) Aquí, Julia, vengo tan rápido como me lo permiten estas bolsas… Pero, ¿qué es lo que has metido en ellas?

JULIA. Lo justo, ya sabes que me gusta viajar ligera de equipaje.

PEDRO. (Mira la bolsa pequeña que lleva ella.) Ya me he dado cuenta, ya.

JULIA. ¿Qué es lo que pasa, Pedro, por qué hemos tenido que parar aquí? ¿Dónde me has traído?

PEDRO. Baja la voz, Julia. ¡Podrías causar una avalancha!

JULIA. ¡No seas tonto! Ahora estamos dentro de la casa.

PEDRO. (Deja el equipaje cerca del mostrador del hall.) Sí, gracias a Dios. Está empezando a nevar más y ya escuchaste el parte meteorológico.

JULIA. Como si el hombre del tiempo lo supiera todo. A veces se equivocan, ¿eh? Podríamos haber llegado a casa de mi hermana antes de que se pusiese la cosa fea.

PEDRO. Escucha, Julia, conozco bastante bien las carreteras de la zona y créeme…

JULIA. (Le interrumpe.) ¡Mi hermana estará preocupadísima!

PEDRO. Pues llámala. Y además, no me hacen mucha ilusión estos días con los problemas de estómago que tengo.

JULIA. (Llama al timbre de recepción.) ¡Pedro! Tú sabes muy bien que…

INÉS. (Aparece detrás del escritorio y asusta a Julia.) ¡Hola!

JULIA. ¡Ay!

INÉS. Perdone que le haya asustado. ¿Puedo ayudarles?

JULIA. (Recobra la compostura, habla a Pedro.) Yo me ocuparé de esto.

PEDRO. (A Inés.) Buena suerte, jovencita.

JULIA. (Le echa una mirada severa a Pedro.) Sí, mira, nos gustaría hablar con el propietario de esta posada.

INÉS. ¿Cómo dice?

PEDRO. Se refiere al director del hostal.

INÉS. ¡Ah! Soy yo.

JULIA. (Sorprendida.) ¿¿Tú??

INÉS. Bueno, en realidad mi tía y yo somos las propietarias del Hostal el Ángel, es un negocio familiar.

PEDRO. (A Julia.) Es mi turno, “querida”. Joven, necesitamos una habitación para esta noche. Según lo que ha dicho la radio se espera mal tiempo a partir de esta tarde y he pensado que lo mejor sería hacer noche aquí. ¿Podría ayudarnos?

INÉS. (Mira en su libro.) Déjeme ver… Bueno, no tenemos muchos huéspedes. (Julia mira alrededor con incredulidad.) Sí, aquí veo una habitación doble. Mire, ésta es la lista de nuestras tarifas y en el precio están incluidas las comidas.

(Pedro mira los precios y Julia lo observa por encima de su hombro.)

PEDRO. ¿Cómo es que nunca he oído hablar de este sitio? Bien, nos quedamos.

JULIA. Señorita, me imagino que este hummm “retiro” estará bien protegido. Ya sabe… algún tipo de seguridad.

INÉS. ¡Ah, sí, claro! Tenemos un perro guardián muy bueno. Está alerta las 24 horas al día.

JULIA. (Mira alrededor del cuarto.) Extraño… no he visto ninguno.

INÉS. Está por aquí, estoy segura. Es un poco… tímido.

JULIA. ¿Y cómo se llama…?

INÉS. Aquiles, porque aquí les muerde (se señala el talón.)

(A Pedro le hace gracia y se ríe.)

JULIA. (Asombrada.) ¿Qué es tan gracioso, Pedro?

PEDRO. (Coge dos de las bolsas) ¿Que qué es gracioso? Está hablando de… Bueno, nada, nada, déjalo…Vamos a nuestro cuarto.

INÉS. (Intenta ayudar a Pedro con la última bolsa.) Permita que le ayude con la otra bolsa.

PEDRO. (Con sarcasmo.) ¡Oh! Ella solita puede, no se preocupe.

JULIA. ¡Pedro Fontana!

PEDRO. (Mientras él e Inés salen por entrada interior.) Es solo una broma, querida.

(Julia coge la bolsa que ha dejado en el sofá y sale por entrada interior. Antes de salir, echa una mirada inquisitoria al lugar y se fija en el polvo que hay en un mueble. Ya está fuera cuando Elvira entra. Lleva una galleta gigante de navidad en una mano.)

ELVIRA. (A Julia fuera del escenario.) Sí, sí, señora, ya lo haré. (Habla para sí mientras va hacia el escritorio.) ¿Quién es esa mujer tan impertinente? En fin, será mejor que cuides tus maneras, Elvira.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Entra por entrada exterior. Desesperado.) Señora espero que usted pueda ayudarme. Tengo 15 niños…

ELVIRA. (Le interrumpe.) Felicidades.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Asombrado.) ¿Cómo dice?

ELVIRA. (Se ríe.) Nada, nada. Dígame.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. Sí, eso, que tengo todos esos chicos que necesitan un lugar para dormir esta noche.

ELVIRA. (Encantada.) ¡15 Habitaciones! ¡Uy! Quiero decir 15 niños… Y… ¿Dónde están todos esos preciosos niños?

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. En mi autobús. Mire, llevo a estos chavales y a su monitora a Huesca. Mañana por la tarde tienen que representar una obra de Navidad allí.

ELVIRA. (Extasiada por este aumento en el negocio.) Sí, entiendo…

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Se deja caer frustrado y fatigado en el sofá.) Pensaba que teníamos reserva en otro hotel pero no sé lo que ha pasado porque cuando hemos llegado allí nos han dicho que no teníamos ninguna reserva... Me está doliendo la cabeza…

ELVIRA. (Pensando en voz alta.) ¡Qué maravilla!!

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. ¿Cómo?

ELVIRA. Quiero decir que estamos aquí para ayudarle.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. Eso espero, señora. Conozco estas carreteras como la palma de mi mano y su casa es el último lugar antes de… (Escucha un ruido, mira debajo del sofá.) ¿Qué ha sido eso?

ELVIRA. (Se acerca al sofá.) ¿Que ha sido el qué?

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. Sonaba como algo que gruñía.

ELVIRA. (Rápidamente.) ¡Oh! No es nada, unos muelles que se han soltado.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Extrañado.) ¡Ah!

ELVIRA. (Revisando el libro de entradas.) Van a tener suerte: tenemos sitio para todo el grupo.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Se levanta.) Esas son las mejores noticias que he escuchado en todo el día. No sé lo que habríamos hecho sin su ayuda, especialmente ahora que viene la tormenta.

ELVIRA. Salga y traiga a todos adentro. Estoy segura de que querrán llamar a sus casas y descansar un poco. La cena es a las 8 y nuestros precios son muy razonables.

CONDUCTOR DE AUTOBÚS. (Mientras sale por entrada exterior.) De acuerdo, ahora entramos y muchas gracias.

ELVIRA. (Hablando consigo misma, después se dirige al sofá y habla en un tono humorístico.) Unos muelles sueltos… Ya sé que estás ahí debajo, a ver a quién le gruñes la próxima vez, ¿eh? Estos chavales pueden ser nuestra salvación.




ACTO 2

ESCENA 1

(Cuando se encienden las luces, Inés y algunos de los chavales del autobús entran, si se desea, cantando un villancico. La chica y otros adolescentes llevan trajes bíblicos, entran riendo y van a calentarse las manos a la chimenea. Si se tienen pocas personas para realizar la obra, todo el dialogo de los adolescentes lo puede hacer la chica.)

CHICA. Tu tía ha sido muy amable al dejarnos usar el viejo granero para ensayar la obra.

INÉS. Sí, aunque hace bastante frío allí, ¿no? El viejo establo no se ha usado en años así que probablemente esté hecho un desastre.

ADOLESCENTE 1. ¡No! No está tan mal. Además todos pensamos que el establo es el lugar perfecto para ensayar la escena de la natividad.

CHICA. Sí. Ha sido como estar en el mismo portal de Belén.

INÉS. (Se sienta en uno de los brazos del sofá.) Si que tenéis imaginación…

ADOLESCENTE 2. (Desde la chimenea.) Solo espera y verás.

INÉS. Chicos, si necesitáis ayuda contad conmigo para lo que sea, no os dé corte, ¿vale?

ADOLESCENTE 3. Gracias. Olga, nuestra monitora, estará muy sorprendida. Espero que se recupere pronto. Ella es la que se encarga de dirigir la obra y la necesitamos.

INÉS. ¿Qué es lo que le ha pasado?

CHICA. Supongo que se habrá mareado, ha sido un viaje muy largo y con muchas curvas.

ADOLESCENTE 1. Pero el resto nos lo hemos pasado de maravilla.

ADOLESCENTE 2. Sí, hemos estado cantando villancicos y jugando a todo lo que se nos ocurría.

ADOLESCENTE 3. Oye, vamos a buscar a los otros para empezar.

(Salen todos por entrada exterior.)

(Pausa. Entra Julia por entrada interior, con cautela, en bata y zapatillas de estar por casa, lleva rulos y una redecilla.)

JULIA. (Buscando.) Pero, ¿dónde habré dejado la dichosa agenda? Pedro y sus ideas… Mientras él se echa una siestecita yo tengo que buscarla y con las pintas que llevo... ¿Cómo se puede quedar dormido este hombre cuando todavía queda tanto por hacer antes de Navidad? Aquí, en el fin del mundo por solo un poquito de nieve cuando aún tengo que hacer un montón de compras, enviar christmas y ayudar a mi hermana con los preparativos de la fiesta. (Acercándose al sofá.) No voy a poder hacerlo todo. Y si encima no tengo suficiente, Pedro quiere que vayamos a la “iglesia” esta Navidad. No hay tiempo para… ¿Qué ha sido eso? (Se levanta de un salto del sofá y se lanza a los brazos de Elvira que acaba de entrar. Elvira lleva un delantal.)

ELVIRA. (Preocupada.) Señora Fontana, ¿qué le pasa?

JULIA. (Muerta de miedo.) Hay algo allí debajo. Me ha gruñido.

ELVIRA. ¿Gruñir? Deben ser los muelles otra vez.

JULIA. (Comienza a hablar y cuando se da cuenta de que lleva los rulos puestos sale rápidamente.) Estaba buscando mi… ¡Ay, mi pelo!

ELVIRA. (Camina hacia el sofá riéndose. Le habla al perro antes de dirigirse al escritorio.) ¿Qué es lo que te tengo dicho de gruñir a los huéspedes? ¿Por qué no sales afuera unos minutos? ¿Sabes que ya no es verano?

INÉS. (Entra por entrada exterior con prisas e interrumpe a Elvira.) ¡Hola! Vengo a buscar un martillo y a intentar “persuadir” a Conchita para que haga dos calderos de chocolate caliente.

ELVIRA. ¿Con un martillo, eh? ¿Por qué no pruebas a pedírselo “por favor”?

INÉS. ¿Eh?

ELVIRA. (Riéndose.) Nada, tesoro. ¿Qué tal allá afuera?

INÉS. Tendrías que verlo, tía. Los trajes y el atrezzo son tan reales… a veces creo que estoy en el mismo Portal de Belén. Ven afuera y echa un vistazo por ti misma.

ELVIRA. Ahora estoy muy ocupada, cariño, dentro de un rato, ¿vale? ¿No tienen frío los chavales?

INÉS. (Mientras sale por entrada interior.) Para eso quiero el chocolate, necesitamos un anticongelante.

ELVIRA. (Riéndose, camina hacia el árbol y enciende las luces. Lo mira por un rato y luego comienza a llorar.) ¡Oh, Sara, os echamos tanto en falta! Bueno Elvira, en Navidad no se llora, ¿no te acuerdas?

(Cris entra por entrada interior, lleva un cuaderno de pintar y pinturas. Mira a Elvira en silencio.)

ELVIRA. (Intentando recomponerse.) Mantenerse ocupada. Eso es lo que hay que hacer, y gracias a Dios hay mucho que hacer aún. Hace dos horas estaba planteándome cerrar el hostal y ahora, de repente, se nos abre una oportunidad. A ver si… (Descubre a Cris.) ¡Cris! No te he visto entrar, corazón. ¿Qué tenemos aquí? Un cuaderno de pintar. ¡Qué bonito! Mira, siéntate aquí que estarás muy bien pintando sin que nadie te moleste. Yo voy a ir a echar una mano a Conchita, ¿vale? Adiós, cariño. (Sale por entrada interior.)

(Cris camina hacia el árbol, toca algunos adornos, después se sienta en el sofá y empieza a colorear. Pausa. Ángela entra por entrada exterior. Lleva una visera, va sin abrigo y lleva un equipo de golf. Está encantada de ver a Cris sola.)

ÁNGELA. Aunque lo cuente mil veces, no se lo van a creer… Un hoyo, de un golpe a 500 metros y ¡Con una bola de nieve!

(Cris para de pintar, la mira con asombro antes de volver a pintar.)

JULIA. (Entra por entrada interior, con la cabeza agachada porque intenta arreglarse la redecilla de los rulos. Se para de golpe cuando ve a Ángela que usa un palo de golf para hacer un pase de línea. Después de una pequeña pausa, sale pegando gritos.) ¡P E D R O!!!

ANGELA. (Se acerca al sofá.) Debe tener los rulos muy prietos. Me llamo Ángela. ¿Te molesta si me siento aquí contigo? (Cris se aparta para dejarle sitio. Ángela se sienta y deja el palo de golf al final del sofá.) Tú debes ser Cris, ¿verdad? (Cris no le responde.) ¡Qué nombre tan bonito! Me imagino que es el diminutivo de Cristina. (Cris no le responde.) Este es un lugar precioso, ¿no te parece? (No responde.) ¿Ya tienes los regalos de Navidad listos?

(Cris no le responde. Ángela echa los ojos hacia atrás y mueve su cabeza con suavidad. Inés entra por SR y lleva un martillo, tazas y un termo. Ve a Cris y a Ángela en el sofá. Se para y mira a Ángela con asombro.)

ÁNGELA. (Se dirige a Inés.) Hola.

INÉS. (Le responde y después sale por SL.) ¡Ay, hola!

ÁNGELA. (Pausa, mira a Cris.) ¡Ajá! ¡Ya lo sé! Tu madre te ha dicho que no hables con desconocidos, ¿a que sí?

(Cris la mira solamente.)

ÁNGELA. (Pausa.) Bueno, entonces hablaré para mí misma, en voz alta. ¡Ay! Ya está aquí la Navidad, es la mejor época del año. Las luces, los adornos, los villancicos, el turrón ¡hum! (Pausa.) ¡Qué lástima! Porque la gente va como loca de aquí para allá, comprando sin parar, sin descansar, sin pararse a pensar… Desgraciadamente por esto, muchas personas acaban hartas de estos bonitos días.

(Cris la mira solamente.)

ÁNGELA. Hago mucho ruido, ¿verdad? (Cris continúa coloreando.) Y… también hay otras personas que… Bueno, otras que se sienten solas. (Cris la mira.)

ÁNGELA. (Coge la muñeca y le habla a ésta.) Otros están aburridos y tristes, otros enfadados… Pero también hay otros que se sienten… ¡Eufóricos! (Salta y camina por el sofá mientras habla.) Corren todos los años la “Feliz Navimaratón” para hacer todo lo que tienen que hacer tan rápido como pueden antes de relajarse bajo un árbol de Navidad.

(Cris se ríe de lo que dice y hace Ángela.)

ÁNGELA. (Contenta de la respuesta de Cris.) ¡Fiu! Estoy un poco loca, ¿verdad? Tienes una sonrisa muy bonita. Me pregunto qué tiempo hará. Ven, ¿quieres que lo veamos? (Cris duda al principio pero después sale con Ángela.)

ELVIRA. (Llama a Inés fuera de SR y después entra hablando.) ¿Inés? ¿Dónde estará esta chica? Espero que ella y los chicos no estén danzando por ahí fuera con el frío que hace. Quizá tendría que haberles dejado ensayar aquí pero… no hay mucho sitio y además estoy muy ocupada ahora. (Apaga las luces del árbol y sale.)

ÁNGELA. (Entra con Cris) ¿A que es bonita la nieve? Y, ¡qué bien que caiga en Navidad!

(Cris no responde mientras camina hacia la salida interior.)

ÁNGELA. (Mientras habla percibe que Cris va a salir.) Parece que los huéspedes van a venir aquí de un momento a otro aunque a algunos no les hace mucha gracia. Esto… Cris, ¿has visto lo que está haciendo Inés en el establo? (Cris se para en la salida de interior.) Esos chicos no han dejado que un “pequeño” obstáculo les impidiera ensayar la obra. Además, presiento que estarían encantados de presentar la obra para todas las personas que están en el hostal.

(Cris muestra interés y se aparta de la salida.)

ÁNGELA. (Se sienta en el sofá.) ¿Sabes? Todo esto me recuerda a algo que sucedió hace mucho, mucho tiempo. ¿Te gustaría que te lo contase? (Cris se acerca a ella y se sienta a su lado.) Parece que hace muchos años, el rey de un lejano país decidió que todos los súbditos de su pueblo pagaran unos impuestos. Para hacer esto, todas las personas tuvieron que ir a la ciudad en la que habían nacido para inscribirse allí. Había una pequeña ciudad en un lugar llamado Judea que empezó a crecer y a crecer debido a los viajeros que venían para registrarse y pagar los impuestos. Encontrar un lugar para alojarse resultaba muy difícil y además, todo había subido de precio. ¡Hum! Algunas cosas no cambian con el tiempo, ¿eh? Bueno, una noche, entre la multitud que se acercaba a la ciudad había una joven pareja que como los otros, necesitaba un lugar para pasar la noche. Fueron de un hotel a otro, buscaron por todos lo lugares, pero nada. Y lo peor es que tenían que encontrar algo porque ella iba a tener un bebé muy pronto. ¡Estaban desesperados!

(Cris escucha con interés.)

ÁNGELA. (Se levanta, se mueve por la habitación.) Esa misma noche, en una ladera cercana, había unos pastores que cuidaban un rebaño. Era un lugar tranquilo y pacífico en el que pocas cosas sucedían. El cielo estaba más bonitos que de costumbre… Y de repente rompiendo la quietud de la noche, un ángel se les apareció. Los pastores estaban muertos de miedo pero el ángel les dijo… ¡Hummm! Les dijo… (Hace como que se le olvida.)

CRIS. Les dijo: “No temáis; os traigo buenas noticias. Hoy ha nacido en Belén un Salvador, que es Cristo el Señor”.

ÁNGELA. (Pone las manos en los hombros de Cris mientras ella termina de recitar la escritura bíblica.) Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

CRIS. Yo sé lo que sucedió después.

ÁNGELA. (Se sienta en el sofá.) ¿Sí? ¿Qué sucedió después?

CRIS. Los pastores fueron a Belén para ver al niño Jesús y lo encontraron en un pesebre con María y José, ya sabes, la pareja de la que estabas hablando.

ÁNGELA. (Con ternura.) Sí, Cris, esos mismos. María y José estaban en el establo esa maravillosa noche porque no había sitio en la posada. En el interior de un humilde establo nació el rey de reyes, el Salvador de la humanidad. ¿Sabes? No vino como un fuerte guerrero para salvar a su pueblo sino como un tierno e inocente bebé. Y la estrella de Belén con su brillante luz fue alumbrando el camino para que todos aquellos que lo esperaban de corazón no se perdieran en la oscuridad de la noche.

CRIS. (Pausa.) Mi papá dice que…

ÁNGELA. ¿Sí, cariño?

CRIS. Él dice que Dios ama al mundo y en especial a todos los niños.

ÁNGELA. Así es.

CRIS. Pues yo creo que también ama mucho a los mayores.

ÁNGELA. ¡Oh… Cris!


ESCENA 2

(Cuando se levanta el telón Pedro está sólo en el escenario. Está sentado en el sofá leyendo el periódico. El periódico está abierto y no se sabe quién es. Después de un rato, se escuchan las voces de unos personajes que están fuera del escenario y que están manteniendo una discusión.)

LISA. (Fuera del escenario.) No tienes que alzar la voz, te oigo perfectamente.

DAVID. No estoy levantando la voz.

(Pedro asoma la vista por encima del periódico y después se cubre la cara otra vez con el mismo.)

LISA. (Entra desde entrada exterior.) ¡Sí que lo estás haciendo! Nos van a oír en toda la casa.

DAVID. (La sigue. Lleva una tirita en la frente.) ¡No me importa si se enteran!

LISA. (Con voz más calmada.) Pues a mí, sí. Y, ¿cómo sabías que estábamos aquí?

DAVID. (Secamente.) Un pajarito me lo ha dicho.

LISA. (Sin percatarse de la presencia de Pedro.) Ese pajarito tiene un pico muy grande.

DAVID. Si te digo la verdad, no lo sabía.

LISA. No sabías el qué.

DAVID. No sabía que tú y Cris estabais aquí. He estado dando vueltas por la carretera de arriba y abajo buscándoos y éste era el único lugar que me faltaba por ver. Te olvidaste de meter algo en la maleta para…eh…”las vacaciones” en casa de tu tía.

LISA. ¿Sí? ¿El qué?

DAVID. A mí.

(Pedro se aclara la garganta, mira por encima del periódico y asusta a Lisa y a David.)

LISA. Señor Fontana. No sabía que estaba usted aquí. Ehh, este es mi marido, David.

DAVID. Hola.

PEDRO. (Se alza, estrecha la mano de David.) Hola. Bueno, si me disculpan, seguro que Julia anda buscándome para que la ayude con algo… (Sale por entrada interior.)

LISA. ¡Qué vergüenza!

DAVID. (Se sienta.) ¿Dónde está Cris?

LISA. (Se sienta con él.) Elvira me ha dicho que estaba pintando aquí hace un momento. Elvira es la propietaria…

DAVID. (La interrumpe.) Sí, me atendió en la recepción cuando llegué.

LISA. Ella y su sobrina Inés son muy majas. Seguro que Cris está en la cocina comiendo otra galleta... Antes me ha dado un susto terrible.

DAVID. ¿Por qué?

LISA. Porque no la encontraba y pensaba que había salido a la calle...

DAVID. ¿Sigue sin hablar todavía?

LISA. Sí.

DAVID. ¿No da su brazo a torcer, eh?

LISA. No empecemos otra vez con eso. Ya sabes lo que pienso... ¿Por qué llevas una tirita?

DAVID. (Tocándosela.) Ah, no es nada, sólo un arañazo.

LISA. ¿Qué ha pasado?

DAVID. ¿A que no sabes a quién encontré arrimado a un árbol?

LISA. ¿A Dominó?

DAVID. (Se levanta para explicarle.)¡Sí! Menuda la que armé. Ahí estaba montado yo en una escalera que no era muy grande para salvar a un gato que no le importaban mis técnicas de rescate... Fue una batalla campal.

LISA. (Riéndose.) ¿Y…?

DAVID. ¿Has intentado razonar con un gato alguna vez? Digamos que al final, controlé la situación.

LISA. Sí, ya veo cómo lo hiciste... Cris se va a poner muy contenta de ver a Dominó. Quizá así vuelva a hablar de nuevo.

DAVID. (Camina por el cuarto.) ¿Ves? Si no te hubieras ido tan rápido…

LISA. (Le corta, salta del sofá.) Sí, ya sé lo que sigue: si YO no hubiera hecho tal, si YO no hubiera hecho cual…

DAVID. Vale, está bien. (Pausa.) Mira, Lisa, estos días he estado pensando mucho en todo. Ya sé que no hemos… esto…que las cosas no son… Lo que intento decirte es que… estoy cansado de quejarme de todo. Estoy amargado por el trabajo y no quiero seguir así, Lisa. Yo no sirvo para trabajar en la granja.

LISA. (Se acerca a él y le besa en la mejilla.) ¿Cómo es que te ha costado tanto reconocer esto?

DAVID. ¿Qué quieres decir…?

LISA. Yo ya sabía que no estabas contento en la granja.

DAVID. ¿Y por qué no me dijiste nada?

LISA. No habría ayudado mucho, tú mismo tenías que darte cuenta.

DAVID. ¿Sabes lo que creo, Lisa? Que nos ha faltado más comunicación entre los dos y lo que es más importante aún, pedirle a Dios que dirigiese nuestras vidas.

LISA. Tienes razón, David, nos hemos dejado muchas cosas por el camino pero yo te quiero y no quiero perderte.

DAVID. Ni yo a ti. Tú y Cris sois lo más importante en mi vida.

(Se abrazan. Pequeña pausa.)

LISA. David.

DAVID. ¿Qué?

LISA. Tú eres el mejor regalo en esta Navidad.

ELVIRA. (Entra por entrada interior, lleva gafas.) Hola, ¿ya tienen hambre?

LISA. ¡Hola, Elvira! Si la cena sabe tan bien como huele, tendré que ponerme a dieta otra vez… Pero después del postre, ¿eh? Elvira, ¿no sabrás dónde está Cris?

ELVIRA. Sí, la vi hace un rato, llevaba un abrigo puesto.

LISA. ¿Un abrigo? ¿No habrá salido afuera? Hoy hace mucho frío y está empezando a oscurecer.

INÉS. (Entra rápidamente por entrada exterior.) ¡Rápido! ¡Ha habido un accidente!

LISA. (Con miedo mira a David y se le echa en los brazos.) ¡Cris!!!



ESCENA 3

(Cuando se alza el telón Julia está sentada en el sofá y está tapada de los pies a la cabeza con una manta. No se puede ver su cara y está temblando de una manera exagerada.)

PEDRO. (Entra por entrada interior, camina hacia el sofá, se queda allí de pie con los brazos cruzados mirando a Julia.) ¿No te estás pasando un poco, Julia? (Julia mueve la cabeza con fuerza y continúa con sus temblores.) Venga, mujer, que no ha sido para tanto. Sólo ha sido un pequeño accidente, nada más. En vez de estar quejándote, tendrías que dar gracias de que no haya sido peor.

JULIA. (Desde dentro de la manta.) ¡Me podría haber muerto allí fuera congelada, sola y desamparada!

PEDRO. Pero mira que eres teatrera... Gracias a Dios, Cris, la niña de la señora Burillo te vio caer mientras iba de camino a ver la obra de teatro en el establo. ¿A quién se le ocurre ir al coche con esa pila enorme de regalos? Como no veías nada, es lógico que te tropezaras y te cayeras en ese hoyo. Menudo show.

JULIA. (Tira la manta de muy malas maneras.) ¡Pedro Fontana!! Eres un…

PEDRO. ¡Esa es mi Julia! La pequeña Cris corrió hacia el establo para llamar a Inés y todos salieron corriendo para ver qué ocurría.

JULIA. No, la niña estuvo conmigo todo el rato. Si fue ella la que me tendió un palo de golf para poder salir.

PEDRO. Es posible que no la escuchases decir que iba a pedir ayuda…

JULIA. Pero si ella me ayudó a salir de allí.

PEDRO. ¿Cómo te pudo haber ayudado a salir si es muy pequeña?

JULIA. No lo sé, lo siguiente que recuerdo es que el perro estaba mordiendo un extremo del palo, Cris lo sujetaba por la mitad y yo tiraba del otro extremo.

PEDRO. (Todavía asombrado con su historia.) ¿Dices que un perro y un palo de golf?

JULIA. Pues sí, ¡y voy a denunciar a este lugar!

PEDRO. (Con ira.) ¿Cómo que vas a denunciar a este lugar? ¡De eso nada! Estas personas te han ayudado sin pedir nada a cambio. ¿Qué es lo que te pasa, Julia? En lugar de agradecer que estás ilesa y no te ha pasado nada grave, sólo piensas en sacar un beneficio de la situación. A veces no te reconozco, Julia. Esa niña estaba muerta de miedo y no ha dudado ni un segundo en hacer lo que era correcto. ¿Ya le has dado las gracias, Julia o estás demasiado preocupada pensando en cómo habrán quedado los regalos como para dar un simple gracias?

(Ella se encoge de hombros.)

PEDRO. Mira, Julia, también quería decirte una cosa: Esta tarde he estado hablando con Elvira y me parece que el negocio no les va muy bien. Este lugar no se puede perder, tiene un encanto muy especial y la gente tiene que saber que existe. Parece que antes Elvira se dedicaba a la fotografía y creo que con su trabajo y mi experiencia en el marketing publicitario podríamos darle a esto un giro de 180 grados. Quiero que sepas que voy a ofrecerle mi ayuda de forma gratuita.

JULIA. ¿Te has vuelto loco o qué? Para ti no hay crisis, no.

PEDRO. (Se sienta con Julia.) No, Julia, no me he vuelto loco. Dime, ¿en qué consiste la Navidad? ¿En un montón de regalos inútiles, fiestas bulliciosas y comilonas a todas horas? Mira, por primera vez se me ha presentado la oportunidad de ayudar a alguien que lo necesita en Navidad y a la definitiva, de eso se trata, ¿no? ¡Ah! Y otra cosa, esos chicos del autobús nos han invitado a todos los huéspedes a ver su obra de Navidad después de cenar. Creo que es una ocasión única para acordarnos del verdadero significado de estas fiestas. Deberíamos ir a verla.

JULIA. (Dudando.) Sí, claro, como para obritas estoy yo ahora.

PEDRO. Haz lo que quieras, pero piénsalo bien, yo sí que voy a ir a verlos.

(Pausa. Entra Cris que busca al perro.)

CRIS. ¡Aquiles! ¡Aquiles! (Lo busca debajo del árbol y por todo el cuarto. No se percata de la presencia de Julia. Se acerca al sofá para y entonces ve a Julia.) ¡Hola!

JULIA. ¿Qué estás buscando?

CRIS. A Aquiles, el perrito.

JULIA. Pues yo no lo he visto por aquí. Seguramente estará afuera.

CRIS. Gracias. ¡Adiós! (Hace mención de irse.)

JULIA. Cris, espera.

(Cris se da la vuelta.)

JULIA. … ¿Podrías venir aquí un momento? Me gustaría hablar contigo.

(Cris se acerca.)

JULIA. ¿Quieres sentarte aquí conmigo?

(Cris se sienta.)

JULIA. Me gustaría darte las gracias por haberme ayudado hoy.

CRIS. De nada.

JULIA. Has sido muy valiente.

CRIS. Gracias.

JULIA. Parece que te gustan mucho los animales, ¿no?

CRIS. Sí.

JULIA. ¿Cuál es tu animal favorito?

CRIS. Los gatos.

JULIA. ¡Los gatos! ¡Vaya! ¿Tú tienes algún gato?

CRIS. Sí, uno; se llama Dominó.

JULIA. ¡Dominó! ¡Qué nombre más bonito! Sabes, cuando yo era pequeña también tenía un gato.

CRIS. ¿Y cómo se llamaba?

JULIA. Pupi. ¿Te gusta el nombre?

CRIS. Sí, ¿y cómo era Pupi?

JULIA. Era muy, muy pequeñín, tenía rayas blancas y anaranjadas y era muyyyyyy travieso.

CRIS. ¡Ja, ja! Mi gato es muy travieso también. Hace unos días se escapó de casa y no lo podíamos encontrar.

JULIA. ¿Y ya lo has encontrado?

CRIS. Sí, mi papá lo encontró subido a un árbol.

JULIA. ¡Qué bien! Me alegro mucho por ti.

CRIS. Sí, estoy muy contenta. ¿A usted se le perdió alguna vez Pupi?

JULIA. ¡Uy! Si yo te contara. Era el gato más gamberro del barrio. Siempre que podía, se escapa de casa para dar una vuelta. Pero mi padre siempre lograba encontrarlo y traerlo de vuelta a casa. Una vez lo encontró muy mal herido, pero él le curó las heridas y en pocos días ya estaba jugando conmigo de nuevo.

CRIS. ¡Qué bien!

VOZ DE LISA. ¡¡¡Cris!!! ¿Dónde estás?

CRIS. Ya voy mamá. (A Julia) Adiós.

CHICA. (Entra en el salón.) ¡Hola señora Fontana! ¿Se encuentra ya mejor? Menudo susto nos ha dado. Estábamos todos muy preocupados y hemos estado orando por usted.

JULIA. (Sorprendida). Vaya, pues... Muchas gracias. Realmente no ha sido nada grave, sólo un susto. Pero gracias por vuestro interés.

CHICA. Después de la cena vamos a representar la obra para todos los huéspedes del hostal. Nos encantaría que viniese.

JULIA. Parece que habéis trabajado muy duro para preparar esta obra.

CHICA. Si, pero lo hemos hecho con tanta ilusión que no se ha hecho tan duro. La verdad es que el haber encontrado este lugar cuando ya nos creíamos perdidos por la montaña, sin un hotel donde pasar la noche, el poder ensayar en un verdadero establo,,, Nos ha hecho reflexionar a todos sobre las similitudes con la primera navidad.

JULIA. Si, parece que muchos hemos olvidado cómo fue la primera navidad.

CHICA. Bueno, sólo venía a recoger unas cosas, pero me tengo que ir. Nos vemos en la obra. ¡Hasta luego!

JULIA. ¡Hasta luego! (Reflexionando.) La primera navidad… Yo preocupada por los regalos, las fiestas y comidas, y no fijándome en lo que era importante. ¡Qué paradoja! Llevo semanas buscando el regalo perfecto para todos y soy incapaz de reconocer el gran regalo que nos hiciste a todos en esa primera navidad.



ESCENA 4

(Cuando se levanta el telón el escenario está vacío. Después de una pausa entra Cris con sus padres. Cris se acerca al árbol y añade algunos ornamentos más. David y Lisa conversan.)

DAVID. ¡No voy a comer nunca más!

LISA. (Se ríe.) Por lo menos hasta el desayuno. Me encanta veros a Cris y a ti tan felices.

CRIS. (A su padre.) Papá, vamos a ver la representación.

DAVID. Espera, ten paciencia. Quiero que antes me cuentes bien lo del palo de golf. ¿Quién te lo ha dado?

CRIS. (A su padre.) Es de la señora con la que estuve hablando esta tarde mientras estaba aquí. Me imagino que se le olvidó. Pensaba que estaría en el establo y fui allí a ver.

LISA. (Mira a David, después a Cris.) ¿Qué hablaste con ella? ¿Quieres decir que hablaste con ella ANTES de que te dijésemos que Dominó estaba bien?

CRIS. (Asiente con la cabeza.) La señora era muy simpática. Me contó una historia que enseguida supe que era la historia de Navidad. Y cuando llegó a la parte del ángel con los pastores, se lo dije de memoria.

LISA. (Abraza a Cris.) ¡Oh, Cris!

DAVID. Esa es mi chica.

LISA. ¿Quién era esa señora, Cris? ¿Cómo se llamaba? Me gustaría darle las gracias.

CRIS. (Se encoge de hombros.) No me acuerdo. Algo así como ángel.

LISA. ¿Ángel?

PEDRO. (Entra por el interior.) ¡Hola a todos! ¡Qué cena! ¡Qué día! Y aún no ha acabado…

(Lisa y David sonríen asintiendo a lo que Pedro dice.)

ELVIRA. (Entra por el interior y se para en el escritorio.) ¿Alguien tiene ganas de comer algo?

PEDRO. No gracias, estamos llenos.

(Todos se sientan.)

LISA. (De repente se acuerda.) ¡Ya me acuerdo! Es la mujer que vi un momento esta tarde.

DAVID. ¿Quién?

LISA. La mujer de la que habla Cris. Llevaba un palo de golf pero ya no la he vuelto a ver.

ELVIRA. Ahora que lo dice, Inés mencionó que había visto a un huésped que no reconocía. Tiene que haber sido la misma. Me pregunto dónde estará.

JULIA. (Entra por el interior. Tiene mejor semblante.) ¡Hola a todos!

TODOS. ¡Hola!

PEDRO. Me alegro de verte, cariño. ¿Vienes a la obra?

JULIA. Por nada del mundo me lo perdería. (A Pedro.) ¿Has hablado con Elvira sobre tus planes?

PEDRO. (Suave pausa.) ¿Eh? ¡Ah! No, no, todavía, no. Esto, Elvira, me gustaría hablar con usted sobre una idea que se me ha ocurrido.

ELVIRA. Claro, señor Fontana, cuando usted quiera.

INÉS. (Entra rápidamente por entrada exterior.) Estamos todos listos. Venga, vamos a… Belén.

DAVID. Espera que cojamos los abrigos.

CRIS. El cumpleaños de Jesús es realmente especial. Por eso celebramos la Navidad.

PEDRO. Tienes razón, tesoro. Muchas veces nos olvidamos de esto.

ELVIRA. ¿Qué tiempo hace, Inés?

INÉS. Genial. Ha parado de nevar y las estrellas están brillando. No sé qué ha pasado con la tormenta que esperábamos.

ELVIRA. (Mira su reloj.) Inés, enciende la radio; ahora dan el parte meteorológico.

(Inés enciende la radio. Se ponen todos los abrigos mientras escuchan la música que suena por un rato. Algunos de ellos la tatarean. La música se interrumpe por el parte.)

RADIO. Son las 8:15 de la tarde y hace una noche hermosa. Antes de continuar con la programación, el director de la emisora nos ha pedido que repitamos lo siguiente: “El programa musical de Navidad, que espero que nuestros oyentes hayan disfrutado a lo largo de hoy, fue grabado hace dos años. No se sabe cómo pero debido a un error en la edición del programa de este año, los partes meteorológicos de hace dos años no se borraron. No hay tal alarma respecto al tiempo en esta zona. Les pedimos disculpas por todos los inconvenientes que les haya podido causar. Y ahora vamos a continuar con nuestro especial musical…

(Inés apaga la radio antes de que termine de hablar. Todos muestran diversas reacciones ante la noticia.)

JULIA. (De buenas maneras.) ¿Eso significa que… muchos de nosotros estamos aquí por un error?

PEDRO. (Contemplativo.) ¿Qué hoy estemos aquí ha sido un error?

DAVID. (Mientras acerca sobre si a Lisa y a Cris.) No lo creo. Algo me dice que era el momento justo.

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