Enseñar, ayudar, corregir

17 Minutos y 11 Personajes. Esta es una historia de una madre y dos hijos, que representan el mundo y Cristo. Esa madre que sigue al mundo y desprecia a Cristo. Esto es para que los padres de las iglesias sepan lo importante de llevar a sus hijos a la iglesia para que sean instruidos espiritualmente.



ENSEÑAR, AYUDAR, CORREGIR
María Laura Herrera



ESCENARIO
La cocina-comedor de una casa. (Tener varias sillas a mano, pero que aún no estén puestos en escena).

ATREZZO
Mesa, Teléfono, Masa (Harina y agua), platos, vasos, cubiertos, sillas, manteles.

PERSONAJES

MAMÁ
MARÍA (15 años)
EDGAR (13 años)
ELISA
PRISCILA
MARTÍN
MATÍAS
AGUSTÍN
ROXANA
JULIETA
ISMAEL


ESCENA I

MAMÁ. (Está en la cocina sola amasando unos ñoquis para su hija preferida.) ¿Cómo era que se hacían los ñoquis? ¡Oh Dios! Voy a llamar a la hermana Rosa que ella es quien cocina siempre en la iglesia, debe saber algo. (Va al teléfono y marca.) ¡Hola! Sí, hermana Rosa, disculpe, ahhhh… Sí, ya voy a ir a la iglesia, pero sabe la llamaba porque, ahhhh… Sí, es que anduve enferma. Le decía la receta, el domingo sin falta ¡VOY, HERMANITAAA!, ¡Ay! ¿Tendrá la receta de ñoquis a mano? Bueno, anoto, ¡ah! Si sí, listo, gracias… Sí, sí nos vemos en la iglesia. Chao, besitos, gracias. (Cuelga el teléfono.) ¡Ay, qué mujer tan pesada! ¿Qué le importa la vida de los demás? Pero al fin voy a poder hacerle los ñoquis a mi bebé.

MARÍA. (Entra por la derecha con unas plantas para colocar al frente en algún rincón, enojada.) ¡Mamáaaa! Ahí están de nuevo en la canchita de ahí al frente jugando los vagos, atorrantes inútiles e inservibles muchachos al fútbol y seguro debe estar tu hijo. Sí, sí ése ya debe estar ahí porque es más atorrante que todos esos juntos. Claro y yo acá trabajando, limpiando mi habitación… No puede ser, esto no puede ser. (Se va enojada por la derecha nuevamente después de haber dejado las cosas en su lugar.)

MAMÁ. ¡¡¡Edgar!!! ¡¡¡EDGAAAAAAAAAAARRRRRRRRR!!!

EDGAR. (Entra por la izquierda vestido como de jardinero, con alguna pala en mano y alguna planta.) Sí, mamá acá estoy, ¿qué necesitas?

MAMÁ. Ya mismo me decís adónde estabas ¡yaaaaaaa! (con grito y tono de enojada.)

EDGAR. Estaba haciendo lo que vos me habías mandado: arreglar el jardín de la casa.

MAMÁ. ¡Hum! ¿Sí? ¿Seguro?

EDGAR. Sí, mamá.

MAMÁ. ¡Hum! Bueno, más te vale. Anda, seguí haciendo eso que ya te voy a llamar a comer.

EDGAR. Sí mamá. (Se retira.)

MAMÁ. (En tono de enojada.) ¡¡¡Maríaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Maríaaaaaaaaaaa!!!

MARÍA. (Viene corriendo.) ¿Sí, mamá? ¿Qué pasa?

MAMÁ. ¿¿A que no sabes qué?? Te hice Ñoquis, tu comida favorita.

MARÍA. En serio, ¡hummmm, qué rico! Gracias. (Se abrazan.)

MAMÁ. Sí, todavía estoy en deuda con vos porque pasaste de año escolar sin llevarte ninguna materia. (Mientras pone la masa en una olla y va preparando la mesa.)

MARÍA. (Con cara de mentirosa porque no había pasado de año) ¡Hum! Sí, sí. ¡Je, je! (Risa falsa.)

MAMÁ. (Mientras habla sigue con los preparativos.) Tengo una idea: ¿qué tal si invitas a Elisa que te acompañe hoy al cine? Les pago todo.

MARÍA. ¿De verdad? ¡Qué bueno! Ya la llamo. (Toma el teléfono y sale por la derecha.)

MAMÁ. ¡¡¡Edgar!!! ¡¡¡EEDGAAAAAAAAARRRRRRR!!! ¡Vení!

EDGAR. (Entra corriendo por la izquierda.) ¿Sí, mamá?

MAMÁ. Poné lo que falta de la mesa y barre acá la cocina.

(Edgar limpia y pone 3 platos 3 vasos y así…)

MAMÁ. (A Edgar.) Bueno, anda a seguir allá que te llamo cuando estemos por comer.

EDGAR. Sí, mamá.

(Suena el timbre de la puerta, atiende la mamá.)

MAMÁ. ¡Hola Elisa! Pasá.

MARÍA. (Entra por la derecha para saludar a Elisa.) ¡Hola Elisa! Quédate a comer y después nos vamos.

ELISA. Listo.

MAMÁ. Sí, yo le voy a pagar a María hoy para que salga porque ha pasado de año sin llevarse materias…

ELISA. ¿Cómo? ¿Pero no…? (Elisa no entiende nada, si supuestamente ella se quedó de año por tantas materias que se llevó.)

(María le hace gestos a Elisa que se calle, porque su mamá no sabe.)

MAMÁ. Sí, así que bueno, pensé que con vos será la mejor opción para que se divierta mi bebé.

(María y Elisa se miran y se ríen cínicamente.)

MAMÁ. Bueno, vamos a comer (trae la olla y sirve los ñoquis, pueden ser ñoquis de verdad o banana cortada o alguna otra fruta que simule a los ñoquis.)

(Empiezan a comer sin orar, pero María y Elisa hacen caras de asco. Mamá come como si sus ñoquis fueran exquisitos. Pasan 5 segundos.)

MARÍA. Bueno, mamá, me voy a preparar para salir, vamos Eli.

ELISA. Sí, vamos. (Se levantan.)

MAMÁ. ¿Pero no quieren más? No comieron mucho.

ELISA y MARÍA. No, no, gracias. Ya comimos mucho hoy… Bueno, vamos a cambiarnos.

MAMÁ. (Se levanta y empieza a juntar las cosas cuando se acuerda de Edgar.) ¡Oh, Edgar! Me olvidé de llamarlo y no quedó más ñoquis en la olla. (Lo llama a gritos.) Edgar ¡EEEEEEEDGAAAARRRRRRR!

EDGAR. ¿Sí, mamá?

MAMÁ. No me vas a creer, pero me olvidé de llamarte (mientras le pone el plato de sobras en la mesa) pero sobró mucho. Toma, espero que no te moleste comer esto.

EDGAR. No, está bien.

MAMÁ. Bueno, yo me voy a acostar una siesta, por favor, lávame los platos y deja la cocina limpia.

EDGAR. Sí, mamá. ¡Ah! Quería preguntarte: ¿Podrían mañana venir los chicos de la iglesia a casa mañana, porque quieren hacer una reunión?

MAMÁ. ¿Una reunión? ¿Y viene el pastor?

EDGAR. ¡No! Sólo los adolescentes de la iglesia y nuestro líder: Martín.

MAMÁ. ¡Hum! Bueno, pero antes vas a tener que limpiar toda la casa, Edgar, si no, no.

EDGAR. Bueno mamá. (Se retira mamá por la derecha y Edgar se pone en reverencia para orar por los alimentos, ora en voz bajita y come, luego de 3 segundos, se levanta y junta las cosas; quita una silla de escena y deja dos, la otra la apila con el resto que debe haber en un costado; y se apagan las luces 10 segundos.)








ESCENA II

(Encienden las luces, la casa está vacía sólo: dos sillas quedan en la mesa, golpean la puerta varias veces. Aparece por la derecha mamá toda despeinada y en pijama; mira la hora y ve las 10 de la mañana.)

MAMÁ. Las diez… (Dice cuando ve el reloj y bosteza.) ¿Quién podrá ser tan temprano? (Abre la puerta en la izquierda.)

PRISCILA. Hola, ¿está Edgar?

MAMÁ. ¿Quién sos vos? ¿El jardinero, digo mi hijo, no tiene novia?

PRISCILA. Disculpe, yo soy Priscila, una chica de la iglesia y hoy había reunión aquí.

MAMÁ. ¡Ah, sí! Me dijo algo… Pasa. (La hace pasar.)

(Salen por la derecha Elisa y María bostezando y se sientan en las dos sillas que hay en la escena junto a la mesa.)

MAMÁ. Edgar a esta hora debe estar trabajando, ayuda a una señora, pero no se tarda en venir. Tiene muchas cosas que hacer.

PRISCILA. Bueno, si no le molesta lo espero aquí.

MAMÁ. No hay problema. (Mira a María y a Elisa.) Chicas, ¿por qué no saludan a Priscila y la hacen sentar? Yo ya vengo, me voy a cambiar. (Se retira.)

MARÍA. (Rebajando a Priscila.) Hola, siéntate. (Mira para otro lado y habla con Elisa, pero Priscila no tiene silla, queda parada allí.)

EDGAR. (Entra por la izquierda, ve a Priscila y la saluda.) ¡Hola, Pri! ¡Qué temprano que viniste pero si falta un rato todavía!

PRISCILA. Sí, pero no quería llegar tarde.

EDGAR. (Se ríe) Pero si vives a una cuadra, ¿no te invitaron un asiento?

PRISCILA. Sí.

EDGAR. Bueno ayúdame a acomodar. (Saca las sillas apiladas del rincón y las coloca en media luna mirando hacia el frente, María y Elisa ni se mueven, solo observan todo. En eso golpean la puerta, abre Edgar.)

EDGAR. Martín, ¿cómo estás?

MARTÍN. ¡Edgar! (Se saludan con un abrazo.)

EDGAR. Pasa, pasa ya está Priscila.

MARTÍN. ¡Qué raro! ¡Je je! (Saluda a Priscila, a María y a Elisa.)

(Martín habla en voz baja con Priscila y les pregunta a las chicas quienes son, cuando tocan la puerta los invitados adolescentes, así hasta que van llegando todos de a par o de a uno, se saludan y se acomodan. Mientras esto va ocurriendo, entre medio, mamá aparece y ve a Martín.)

MAMÁ. (Entra por la derecha.) ¡Hola Martín!

MARTÍN. ¡Hola hermana! ¿Cómo está? ¡Tanto tiempo, qué gusto verla!

MAMÁ. ¿Cómo estás?

MARTÍN. Bien.

MAMÁ. Bueno, ahí tengo unas galletitas para servir, las voy a traer.

MARTÍN. No. Yo iba a comprar, dígame cuánto costó, yo le doy el dinero.

MAMÁ. No, no te molestes, $5 dame nomás.

(Martín le da los $5 y mamá se hace a un costado del grupo y prepara en una bandejita la galletitas)

EDGAR. Ya estamos todos.

(Una vez mientras la conversación de Mamá y Martín ocurre se van acomodando todos para que cuando esa charla termine, comience la reunión.)

(María y Elisa se ponen de pie para retirarse.)

MARTÍN. Chicas, ¿por qué no se quedan un ratito?

MARÍA. ¡Ehh! Bueno, no sé… Sólo un ratito. (Se sienta con Elisa.)

MARTÍN. Bueno, Matías (uno de los adolescentes) ¿Podés orar para comenzar?

(Matías hace una corta oración.)

MARTÍN. Bueno, chicos, vamos a abrir nuestras Biblias en Prov.22:6 (Lo lee.) “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. A ver, ¿cuántos saben qué es instruir?

ISMAEL. Enseñar

MARTÍN. Muy bien, ¿qué más puede ser?

AGUSTÍN. Ayudar.

MARTÍN. Sí, eso.

ROXANA. Corregir.

MARTÍN. Pero muy bien, todo eso es instruir. Nosotros debemos ayudar a enseñar y corregir a niños para que ellos puedan seguir al Señor, como yo hago con ustedes.

JULIETA. ¿Y a personas más grandes que nosotros, los podemos corregir?

MARTÍN. ¡Qué buena pregunta! Corregir exactamente no es conveniente por el hecho de ser mayores, pero hay una posibilidad más segura de corregir, enseñar y sobre todo de ayudar a otros: dando nuestro ejemplo, haciendo las cosas buenas que a Dios le agradan.

(A todo esto mamá esta escuchando el mensaje haciéndose la distraída.)

MARTÍN. Dice en Mateos 5:16: “Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo”. Chicos, no dejemos de enseñar por otros pero a su vez ayudemos a los demás que conozcan de Cristo, y verán que como dice la palabra: “cuando sean viejos no se apartaran de él”. Bueno vamos a orar para terminar.

MAMÁ. ¡Disculpen! Yo quisiera decir algo; no sé si es el momento, pero la palabra que acaban de hablar me tocó mucho, y lo que quisiera decir es que hace mucho tiempo yo conocí al Señor e instruí a mis hijos en el Señor, pero hace un tiempo dejé de ir a la iglesia y dejé de tener mi relación con Dios, pero uno de mis hijos siguió yendo, siguió haciendo la voluntad de Dios, y allí siguieron criándolo en Jesús, y hoy él me enseña a mí. Por mi culpa mi otra hija se apartó, y sé que a ella le costará volver, pero quiero arrepentirme y pedir a Dios y a mis hijos, perdón, y agradecer mucho a Edgar, mi hijo, por ayudarme, por enseñarme y corregirme todo este tiempo, sinceramente quiero volver.

MARTÍN. Hermana, ¡no sabe qué gusto me da!

MARÍA. Bueno, yo también quiero arrepentirme. Hay muchas cosas en mi corazón que no me dejan ser feliz, pero yo recuerdo que cuando he estado bien con Dios todo el tiempo me encontraba bien, por eso también quiero volver, porque a pesar de todo siempre he visto a mi hermano Edgar como un gran ejemplo a seguir y le pido perdón por muchas cosas que él conoce. También voy a ayudar a mi amiga Elisa a conocer a Dios.

MARTÍN. ¡Oh, qué bueno! Hay Fiesta en los cielos, Dios está aquí hoy y quiero terminar agradeciéndole porque se ha hecho presente y ha hecho que todo esto ocurra.

TODOS. Amén.

(Martín ora agradeciéndole a Dios y para retirarse. Una vez que termina la oración todos se levantan y juntan las sillas y las cosas que haya se retiran despacio, mientras tanto mamá se coloca al frente mirando a la gente y a su costado se ubican de un lado María y del otro Edgar.)

MAMÁ. (A los hermanos de la Iglesia presentes.) Queridos Hermanos, esperamos que esta obra le sea de bendición, no sé si realmente usted es parecida a esta mamá que hacía diferencia entre sus hijos y estaba apartada, pero esta mamá tenía un hijo que sí siguió el camino del Señor porque una vez lo instruyó bien. Pero hay muy pocos casos como estos, la mayoría, si usted se aparta de Dios o deja que ellos lo hagan, terminarán usted y ellos en la ruina. Sólo queremos dejar el mejor mensaje y es que usted enseñe, ayude y corrija a su niño, adolescente, joven o adulto en el camino del Señor, y verá usted que aún cuando fuere viejo no se apartará de él. ¡Bendiciones!

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