El Día de la Expiación

10 Minutos y 2 Personajes. El sacerdote Aarón le explica a su nieto en qué consiste el Día de la Expiación: los pecados del pueblo se limpian definitivamente y ya no hay más recuerdo de ellos. Le explica también el significado del sacrificio diario de corderitos y cómo apuntan a la cruz de Jesús. Inspirada en la siguiente presentación. AQUÍ.




EL DÍA DE LA EXPIACIÓN
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PERSONAJES

AARÓN
NIETO


AARÓN. ¿Has ayudado a tu madre con las tareas de la casa?

NIETO. Sí, ya está casi todo preparado. Queda muy poco por hacer…

AARÓN. Prestad mucha atención, tenéis que tener todo listo para el Día de la Expiación. No se puede dejar nada para la improvisación.

NIETO. Sí, abuelito, ya lo sabemos. El Señor ha dado unas indicaciones muy precisas de todo lo que tenemos que hacer para estar listos.

(Pausa.)

NIETO. ¿Abuelito?

AARÓN. ¿Sí, cariño?

NIETO. ¿Tienes miedo?

AARÓN. ¿Miedo de qué?

NIETO. De lo que puede pasar allí.

AARÓN. ¿Te refieres en el santuario?

NIETO. Sí.

AARÓN. Bueno, no lo definiría como miedo sino como algo así como un nudo en la boca del estomago… Pero, ¿por qué lo preguntas? ¿Acaso tienes miedo tú?

NIETO. (Pensativo.) Un poco.

AARÓN. ¿Y eso?

NIETO. Tengo miedo de morir. He escuchado lo que la gente dice que pasó cuando Dios os habló desde el Sinaí.

AARÓN. ¿Y qué es lo que dicen?

NIETO. Pues lo que pasó… Que la gloria de Dios descendió sobre el monte y se volvió todo oscuro. Y que de esa oscuridad salían truenos y relámpagos hasta que hubo un gran silencio y entonces se escuchó la voz de Dios que proclamó su santa ley.

AARÓN. Así fue.

NIETO. El otro día dos hombres que a mí me parecen muy valientes comentaban lo asustados que estaban ese día y de igual forma me parece percibir esa sensación de todo el mundo.

AARÓN. Es cierto, pequeño, ese día todos estábamos aterrados. Desde entonces el pueblo le pidió a Moisés que hablase él directamente con Dios, y no con ellos, porque tenían miedo de morir.

NIETO. ¿Y ahí fue cuando Dios le dio instrucciones para construir el tabernáculo?

AARÓN. No, esa fue otra vez que tu tío Moisés subió al Sinaí. Estuvo 40 días con Dios y allí Dios le explicó cómo tenía que construirlo.

NIETO. ¿Abuelito?

AARÓN. ¿Sí, cariño?

NIETO. Y ahora, ¿qué significa este día que vamos a celebrar?

AARÓN. ¿El Día de la Expiación?

NIETO. ¡Ajá!

AARÓN. Bueno, representa que nuestros pecados saldrán para siempre de nuestro pueblo y recaerán sobre el único culpable: Satanás.

NIETO. Pero… No entiendo… ¿No significan eso los sacrificios diarios que se hacen en el santuario?

AARÓN. ¡Hum! (Pensando.) A ver si te lo explico bien… Cuando le hacemos daño a alguien con nuestros actos, palabras o gestos, pecamos contra Dios y contra esa persona. Dios quiere que amemos a los demás como si fuéramos nosotros mismos pero a veces no ocurre así. Podemos pedirles perdón a esas personas pero el pecado ya está hecho y alguien tiene que pagar la culpa. Por eso tomamos un corderito sin mancha alguna sobre el que cargamos todos nuestros pecados. (Pausa.) Dime, cariño, ¿sabes lo qué significa ese corderito?

NIETO. Sí, representa al Mesías que un día vendrá para salvarnos.

AARÓN. ¡Exacto! Ese corderito representa al Salvador de nuestros pecados; él tomará nuestras culpas y ofrecerá su vida en lugar de la nuestra.

NIETO. ¡Qué bueno que es! ¿Verdad?

AARÓN. Sí, mi niño. Ese sacrificio nos demuestra el gran amor que siente por nosotros… Y, ¿sabes lo que pasa con la sangre de ese corderito?

NIETO. No, no lo sé.

AARÓN. Pues llevo un poco de esa sangre al interior del santuario, en el lugar santo, y la derramo sobre el velo que lo separa del lugar santísimo. Así todos los días, los pecados del pueblo se transfieren al santuario durante todo un año hasta el Día de la Expiación. En este día que vamos a celebrar ahora, es el día en que vamos a limpiar simbólicamente el santuario.

NIETO. ¡Ya entiendo! Así el pecado saldrá de una vez por todas de nuestro pueblo.

AARÓN. Eso es. Ese es el único día que se me permite entrar al lugar santísimo.

NIETO. Y, ¿cómo es ese lugar, abuelito? Y, ¿sólo puedes entrar tú allí? ¿Podría verlo yo también? Y…

AARÓN. (Cortándole amablemente.) Espera, espera, ya te cuento. En el lugar santísimo sólo está el Arca del Pacto y dentro del arca las tablas de la ley.

NIETO. ¿Las que dijo Dios desde Sinaí al pueblo y luego escribió con su dedo?

AARÓN. Sí, esas mismas. Están guardadas allí porque son el mayor tesoro del lugar santísimo. Fíjate, el arca está hecha de madera pero no se ve porque está recubierta de oro completamente. Lo único que es totalmente de oro es la tapa y los dos querubines que hay encima de la tapa. Estos querubines están con un ala extendida hacia arriba y otra hacia abajo y sus cabezas miran hacia la ley.

NIETO. ¡Qué bonita tienes que ser! ¿Verdad?

AARÓN. Sí, es muy bonita pero lo mejor de todo es que entre esos dos querubines se manifiesta la gloria de Dios.

NIETO. ¡Abuelo! ¡Qué suerte tienes de ser sacerdote! A mí me gustaría ver también la gloria de Dios aunque… seguramente tendría mucho miedo.

AARÓN. Es un momento muy solemne y la atmósfera que se experimenta allí es indescriptible.

NIETO. ¿Por qué dices eso?

AARÓN. Porque la gloria ilumina todo el lugar y el oro resplandece aún más. También hay querubines dorados por las paredes y el techo de cortinas y parece que están volando con el movimiento de las telas.

NIETO. Yo también quiero ser sacerdote cuando sea mayor.

AARÓN. Algún día lo serás. Ama al Señor con todo tu corazón para que cuando llegue ese día te deleites mucho más en su presencia.

NIETO. Abuelito, ¿y esos querubines qué representan allí?

AARÓN. Esos querubines representan a los ángeles que están delante de la presencia de Dios, sirviéndole día y noche, y protegen su santa ley.

NIETO. ¡Vaya! Creo que ahora quiero ser un querubín.

AARÓN. (Riéndose.) Me parece que eso no va a ser posible. Ese trabajo es sólo para algunos ángeles escogidos y tú eres un niño.

NIETO. ¡Qué suerte tienen!

AARÓN. En efecto, son muy privilegiados… Lástima que no todos lo aprovecharan.

NIETO. ¿Qué quieres decir?

AARÓN. Que hubo un ángel que no estaba contento con ese trabajo.

NIETO. ¿Y por qué no?

AARÓN. Es difícil de comprender por qué no, pero así fue; además, empezó a desear ser como el mismo Dios.

NIETO. Pero eso es imposible.

AARÓN. Exacto y como no podía ser como Él, empezó a cuestionar el gobierno de Dios y su ley, la ley que estaba custodiando hasta que llegó un punto en que la despreció por completo.

NIETO. ¡Qué pena! ¿Verdad?

AARÓN. Sí, cariño. Y ahora tenemos que tener mucho cuidado con ese ángel porque aún sigue cuestionando las normas de Dios y es tan influyente que está convenciendo a muchos para que piensen como él.

NIETO. Eso no pasará.

AARÓN. Desgraciadamente pasa muchas veces y es por eso que pecamos y entristecemos a Dios con nuestros actos.

NIETO. (Pensativo.) Pero abuelito Aarón, los corderitos nos limpian de todo pecado, ¿no? En la sangre del cordero somos perdonados.

AARÓN. (Abrazándolo.) Sí, mi amor, así es… Y un día, así como el Día de la Expiación que vamos a celebrar ahora, los pecados serán limpiados definitivamente de nuestro pueblo y recaerán sobre ese ángel malvado y nunca más habrá pecado ni dolor entre nosotros.

NIETO. (Contento.) ¡Qué bien, abuelo! ¡Es maravilloso! ¡Tengo ganas de celebrar el Día de la Expiación!

AARÓN. Y yo también.

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