Y Rut cambió sus gafas

10 Minutos y 5 Personajes. Varios pacientes con problemas de visión acuden a buen oculista a revisarse. El doctor les da consejos para mejorar su situación pero todos parecen demasiado apegados a sus costumbres: Todo dependerá del punto de vista de cómo se miren las cosas.




Y RUT CAMBIÓ SUS GAFAS




PERSONAJES

GAFAS OSCURAS
OCULISTA
MIOPE
SEÑOR CON LUPA
GAFAS ROTAS



ACTO I

GAFAS OSCURAS. Buenos días (mirando tímidamente a todos los lugares, casi susurrando.)

OCULISTA. Buenos días, usted dirá.

GAFAS OSCURAS. ¿Qué... qué hace aquí toda esta gente mirándome?

OCULISTA. ¿Mirando?

GAFAS OSCURAS. Sí, sí, mirándome y además con cara rara. Vea cómo ese señor me mira por encima del hombro. ¿Y aquél? ¿No ve cómo se ríe de mí? Menos mal que llevo estas gafas negras que si no...

OCULISTA. Bueno, entonces, si está contento con sus gafas, ¿por qué ha venido a verme?

GAFAS OSCURAS. ¡Hombre! Estoy contento pero me gustaría tener otras aún más oscuras y que me impidan ver a la gente que se ríe y me acribilla con la mirada.

OCULISTA. Lo siento mucho pero creo que esa no sería la solución. Unas gafas aún más oscuras tampoco le permitirían ver los obstáculos que pueda haber en el camino y terminaría por abrirse la cabeza. Lo que usted necesita realmente es quitarse esas gafas negras y ponerse otras más claras; no sé, tal vez unas con cristales rosas le harían ver las cosas con mayor claridad...

GAFAS OSCURAS. ¿Ver aún más claridad cómo se ríe la gente de mí y cómo me señalan con el dedo? ¿Está loco?

OCULISTA. No, lo que pretendo es que vea claramente lo que ocurre en realidad. Usted cree que la gente se le ríe cuando en realidad le está sonriendo y cree que le señalan con el dedo cuando lo que hacen es saludarle. Pero, claro, usted gracias a esas gafas lo ve todo negro.

GAFAS OSCURAS. Claro y querrá que lo vea en Grunding Supercolor. Me tiene harto. ¿Sabe? Usted es como todos, está intentando burlarse de mí quitándome lo único que hace que aguante esta maldita vida. (Levantándose.) ¡Vaya médico de pacotilla! ¿Dónde está el respeto hacía el paciente? ¡Me voy! Ha sido un grave error venir a su consulta. ¡Adiós!



ACTO II

MIOPE. (Entra tropezando y casi cayéndose.)

OCULISTA. (Levantándose para ayudarlo a sentarse.) ¡Cuidado! Un poco más y tropieza. Venga, siéntese aquí. Eso es, muy bien. Por lo que veo, tiene usted un grave problema de visión.

MIOPE. Ay, sí, doctor, tan sólo veo bultos y a veces ni siquiera eso. Me paso todo el día tropezando. No se imagina Usted la de morrazos que llevo por todo el cuerpo.

OCULISTA. Bueno, la verdad es que después de su entrada sí que puedo hacerme una idea… Pero dejemos esto y pasemos a examinarle. ¿Qué ve aquí?

MIOPE. Nada.

OCULISTA. ¿Y aquí?

MIOPE. Sigo sin ver nada.

OCULISTA. ¿Ve algo aquí ahora?

MIOPE. Uy sí, veo una enorme mancha negra.

OCULISTA. Perdone pero, ¿sabe usted leer?

MIOPE. Me ofende… Sepa que soy doctor en derecho canónico.

OCULISTA. Disculpe, no lo sabía. De todos modos creo que ya sé seguro cuál es su problema y aquí tengo las gafas necesarias: Tenga, póngaselas. ¿Qué tal ve?

MIOPE. Fantástico, oiga, esto es otra cosa… (Se levanta y anda.) Ahora sí que ya no tropiezo con nada. Pero... ¿Serán muy caras estas gafas?

OCULISTA. Pues no, mire, nosotros tenemos una oferta permanente y estas gafas le salen absolutamente gratis.

MIOPE. ¡Oiga! ¡Que yo tengo dinero para poderlas pagar! Si quiere hacer caridad, hágalo con quien no tiene el dinero que yo tengo.

OCULISTA. No, no se trata de hacer caridad, es una oferta que tenemos permanente porque hubo alguien que pago todas las gafas que nosotros distribuimos a nuestros clientes; por lo tanto, no podemos aceptar dinero por ellas.

MIOPE. Ya lo entiendo. Lo que usted pretende es poder quitarme las gafas cuando usted quiera, ya que no he pagado nada por ellas.

OCULISTA. Se equivoca, las gafas estarán a su nombre y nadie podrá arrebatárselas.

MIOPE. Mire, no va a lograr engañarme; así que aquí tiene sus gafas, no las quiero (sale tropezando de nuevo).



ACTO III

SEÑOR CON LUPA. Buenos días

OCULISTA. Buenos días. Siéntese, por favor.

SEÑOR CON LUPA. Gracias.

OCULISTA. Me parece que ya sé cuál es su problema. Usted ve las cosas demasiado grandes, salvo cuando mira a lo lejos que lo ve todo borroso ¿acierto?

SEÑOR CON LUPA. Pues sí, es verdad. Ya me habían dicho a mí que usted era un médico oculista fabuloso...

OCULISTA. Hombre... Sería falsa modestia si no reconociera que soy el mejor de todos los tiempos.

SEÑOR CON LUPA. Precisamente por eso estoy aquí, porque he ido a muchos lugares y nadie ha dado con la solución a mi caso.

OCULISTA. Déjeme ver... (Lo examina.) ¡Caramba! Pues tiene una vista fabulosa; lo único que tendría que hacer es dejar esa lupa en su casa.

SEÑOR CON LUPA. ¡¿Pero qué dice?! ¿Dejar yo mi lupa en casa? ¡Eso jamás!

OCULISTA. Es la única forma de que pueda ver normalmente.

SEÑOR CON LUPA. Pero, ¿no se da cuenta de que hay cosas que no se pueden ver a simple vista? Por ejemplo, cuando estaba esperando había una chica con un pelo que a simple vista parecía incluso bonito, pero visto a través de la lupa se veía frágil, quebradizo y abierto por las puntas. ¡No quiero perderme esos detalles!

OCULISTA. Ese es su problema que no quiere perderse los detalles, pero los detalles negativos.

SEÑOR CON LUPA. ¡Encima me insulta! ¡Qué desfachatez! ¿El mejor médico de todos los tiempos? ¡Vamos, hombre, no me haga reír! (Saliendo.) ¡El mejor! ¡Un payaso! Eso es lo que es usted ¡Un payaso!



ACTO IV

GAFAS ROTAS. Con permiso...

OCULISTA. Sí, adelante, siéntese, por favor (se sienta). Caramba, ¡qué gafas tan originales!

GAFAS ROTAS. Sí, las tengo hace ya muchos años. Pero aunque sean originales lo cierto es que me están dando algún que otro problema.

OCULISTA. Imagino cuáles son pero, explíquese.

GAFAS ROTAS. Pues verá, me producen una especie de visión doble. Bueno, no sé realmente si son las gafas o mis ojos pero lo cierto es que me desconciertan porque no sé muy bien qué imagen es la correcta, y esto me ha causado serios problemas de convivencia.

OCULISTA. Lo imaginaba. ¿Podría quitarse las gafas para mirar sus ojos con más detenimiento?

GAFAS ROTAS. ¿Quitármelas? No creo que pueda. Son muchos los años que llevo con ellas puestas, no me las quito ni para dormir. Alguna vez he intentado hacerlo y no he podido, pero bueno, por intentarlo, que no quede. (Lo intenta con todas sus fuerzas pero no lo consigue.) Nada, no hay manera.

OCULISTA. ¿Me permite que lo intente yo?

GAFAS ROTAS. ¿Usted? No creo que pueda además, tengo miedo de que me haga daño.

OCULISTA. No se preocupe, ya han venido otros clientes con los mismos problemas. Algunos ya lo habían intentado todo para poder quitarse las gafas y no pudieron: fui yo el único que pudo hacerlo, y el único que puede quitárselas a usted.

GAFAS ROTAS. De acuerdo, pero tenga mucho cuidado, ¿eh?

OCULISTA. Tranquilo (le quita las gafas). ¿Lo ve? No ha sido tan traumático. ¿Qué tal ve ahora?

GAFAS ROTAS. Parece increíble, primero logra quitarme las gafas y en cima veo mejor que antes.

OCULISTA. A pesar de ello voy a examinarle... (Mira los ojos con la linterna.) Sí, ve mejor que antes pero aún no tiene una visión perfecta. Necesita otras gafas.

GAFAS ROTAS. ¡Otras gafas! No, por favor, ya sufrí bastante con las anteriores.

OCULISTA. Tenga confianza en mí. Mire con estas gafas y no tendrá ningún problema. Pruébelas.

GAFAS ROTAS. Está bien, otra vez me ha convencido. (Se las pone.) ¡Fantástico! Ahora tengo una visión perfecta, pero... Usted siendo tan buen médico, y estas gafas siendo tan buenas... Todo esto será muy caro.

OCULISTA. No se preocupe. Tenemos una oferta especial permanente. Resulta que hubo alguien que pagó el precio de todas las gafas y de todas las visitas que aquí se realizan, por lo tanto usted no tiene que abonar nada por ellas; lo único que tiene que hacer es aceptarlas, y luego mantenerlas en buen estado.

GAFAS ROTAS. ¿De verdad?

OCULISTA. Sí
GAFAS ROTAS. Esto es maravilloso. Muchas gracias, doctor. Las acepto y ahora mismo voy a contar a todos lo que usted ha hecho por mí.

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