8 Minutos y 3 Personajes. Adán y Eva reflexionan sobre su situación después del asesinato de Abel y le dan gracias a Dios por darles otro hijo. Inspirada en la siguiente predicación AQUÍ
EL SUSTITUTO
loidasomo@gmail.comPERSONAJES
ADÁN
EVA
BEBÉ
(Adán y Eva están mirando al bebé.)
EVA. Es bonito, ¿verdad?
ADÁN. Sí, mucho.
EVA. ¿Crees que se parece a él?
ADÁN. No lo sé, pero es tan manso como él.
EVA. ¡Cuántas gracias debemos darle a Dios!
ADÁN. Ha sido misericordioso con nosotros y nos ha dado otro hijo.
EVA. Yo pensaba que íbamos a perder toda esperanza cuando murió Abel.
ADÁN. Y yo. (Pequeña pausa.) Ninguno de nuestros hijos era como él y ha dejado un vacío en mi vida que a veces me cuesta llenar; su obediencia y mansedumbre me llenaban de felicidad. Desde pequeños los observaba y aunque veía que eran distintos, jamás pensé que esto fuera a pasar. (Pausa.) ¿Sabes? A veces no culpo a Caín por lo ocurrido sino a mí mismo. ¿En qué he fallado como padre? ¿Cómo no he sabido enseñarle mejor? Cuantas veces pienso que si no hubiera desobedecido a Dios viviría libre de esta congoja que me oprime el pecho a todas horas. ¿Qué hemos hecho, Eva? ¿Qué hemos hecho?
EVA. Desobedecer a Dios. (Pausa.) Durante mucho tiempo me sentía víctima de un engaño: “La serpiente” me decía, “ella me engañó”, “ella era la instigadora, la culpable y no yo” pero me engañaba, porque el único causante del desastre fue MI codicia, el querer ser como Dios. ¿No nos enseñaba Él lo que era pecar? ¿No nos enseñó entre sus preceptos que la codicia no era buena? Pues no sólo codicié, sino que robé lo que no era mío, os mentí a los dos y deshonré a mi Padre celestial. En un momento, un pecado desencadenó otro y me enredé en un círculo vicioso en el que Dios no tenía cabida.
ADÁN. ¡Ojalá pudiera retroceder atrás! ¡Ojalá! Pero esas son sólo vanas ilusiones.
EVA. Ahora sólo podemos seguir adelante y reflexionar en lo ocurrido para no volver a caer en los mismos errores. Debemos seguir y obedecer fielmente las instrucciones de Dios en nuestras vidas.
ADÁN. Tienes razón, Eva. Sólo obedeciendo su palabra podemos vivir en perfecta armonía. ¿Cómo no lo puede ver el maligno?
EVA. Él odia a Jesús.
ADÁN. ¿Cómo puede odiar al Hijo de Dios? Sólo hay amor en su mirada. Su presencia nos llenaba de una alegría y paz interior que no he vuelto a tener desde Edén. ¿Por qué todo esto? No lo llego a entender…
EVA. Yo tampoco alcanzo a entenderlo todo…
ADÁN. ¿Sabes? Muchas veces pienso en Caín y me pregunto dónde estará, qué hará y sobre todo si se habrá arrepentido. ¿Crees que se habrá arrepentido? ¿Será consciente del daño que nos ha causado?
EVA. No lo sé, Adán. Supongo que si se hubiera arrepentido habría venido para pedirnos perdón y desde que se fue, jamás ha vuelto a casa.
ADÁN. Me duele tanto no haber sido un padre mejor; no haberle sabido transmitir el amor hacia Dios y su ley. ¿Te acuerdas cuántas veces los llevaba a las puertas del Edén para mostrarles todo lo que habíamos perdido?
EVA. Claro, ¿cómo olvidar sus caras al ver las maravillas que las puertas dejaban ver?
ADÁN. ¿De qué han servido las lágrimas que derramábamos en los sacrificios?
EVA. No lo sé, cariño, pero cada día que pasa veo más y más el alcance de nuestro pecado.
ADÁN. Y yo. Cuando veo caer las hojas de los árboles cada otoño se me parte el corazón y por más que pasen los años, no logro acostumbrarme.
EVA. Yo me sentí así cuando los animales se empezaron a matar entre sí y a comerse…
ADÁN. Y lo peor estaba por llegar: la muerte de Abel.
EVA. (Pausa.) ¿Cómo crees que se sentirá Dios?
ADÁN. Me imagino que peor que nosotros.
EVA. Desde que tuvimos a los niños, comprendo mejor el amor de Dios hacia nosotros.
ADÁN. Cuando Caín mató a Abel, tuve sentimientos encontrados: sentía repulsa, dolor, pero lo seguía queriendo… ¿Será parecido el amor de Dios hacia nosotros?
EVA. ¡Cuánto me gustaría volver a hablar con Dios como lo hacíamos antes! ¡Cara a cara! (Hacia el Cielo.) ¡Padre!, aunque ahora no te vemos sé que nos escuchas… (Con los brazos extendido.) Gracias por tu infinito amor…
(Adán la toma de las manos y la invita a orar.)
ADÁN. Gracias por darnos otra oportunidad.
EVA. Señor, cuida a Caín, sólo tu puedes cambiarle su corazón y hacerle que vuelva a ti.
ADÁN. Padre, danos sabiduría para educar a nuestros hijos y en especial a Set.
EVA. ¡Amén!
ADÁN. ¡Amén!
EVA. Dios es grande, Adán, pensaba que Abel derrotaría a la serpiente, como Dios nos dijo en Edén y al morir él pensé que todo se iba a acabar allí pero Dios nos ha dado un sustituto: “Set”.
ADÁN. Ahora comprendo más su amor; aunque somos pecadores, Él nos ama tanto que no nos abandona en nuestras miserias y busca soluciones para librarnos del malvado. (Coge al bebé en sus brazos.) ¡Oh, pequeñín! (Lo besa.) ¡Cuánto te queremos! Pero tienes un Padre que te quiere aún más que nosotros. Él te ha creado con un propósito. ¡Alabado sea Dios!
EVA. Por siempre, amén.
ADÁN
EVA
BEBÉ
(Adán y Eva están mirando al bebé.)
EVA. Es bonito, ¿verdad?
ADÁN. Sí, mucho.
EVA. ¿Crees que se parece a él?
ADÁN. No lo sé, pero es tan manso como él.
EVA. ¡Cuántas gracias debemos darle a Dios!
ADÁN. Ha sido misericordioso con nosotros y nos ha dado otro hijo.
EVA. Yo pensaba que íbamos a perder toda esperanza cuando murió Abel.
ADÁN. Y yo. (Pequeña pausa.) Ninguno de nuestros hijos era como él y ha dejado un vacío en mi vida que a veces me cuesta llenar; su obediencia y mansedumbre me llenaban de felicidad. Desde pequeños los observaba y aunque veía que eran distintos, jamás pensé que esto fuera a pasar. (Pausa.) ¿Sabes? A veces no culpo a Caín por lo ocurrido sino a mí mismo. ¿En qué he fallado como padre? ¿Cómo no he sabido enseñarle mejor? Cuantas veces pienso que si no hubiera desobedecido a Dios viviría libre de esta congoja que me oprime el pecho a todas horas. ¿Qué hemos hecho, Eva? ¿Qué hemos hecho?
EVA. Desobedecer a Dios. (Pausa.) Durante mucho tiempo me sentía víctima de un engaño: “La serpiente” me decía, “ella me engañó”, “ella era la instigadora, la culpable y no yo” pero me engañaba, porque el único causante del desastre fue MI codicia, el querer ser como Dios. ¿No nos enseñaba Él lo que era pecar? ¿No nos enseñó entre sus preceptos que la codicia no era buena? Pues no sólo codicié, sino que robé lo que no era mío, os mentí a los dos y deshonré a mi Padre celestial. En un momento, un pecado desencadenó otro y me enredé en un círculo vicioso en el que Dios no tenía cabida.
ADÁN. ¡Ojalá pudiera retroceder atrás! ¡Ojalá! Pero esas son sólo vanas ilusiones.
EVA. Ahora sólo podemos seguir adelante y reflexionar en lo ocurrido para no volver a caer en los mismos errores. Debemos seguir y obedecer fielmente las instrucciones de Dios en nuestras vidas.
ADÁN. Tienes razón, Eva. Sólo obedeciendo su palabra podemos vivir en perfecta armonía. ¿Cómo no lo puede ver el maligno?
EVA. Él odia a Jesús.
ADÁN. ¿Cómo puede odiar al Hijo de Dios? Sólo hay amor en su mirada. Su presencia nos llenaba de una alegría y paz interior que no he vuelto a tener desde Edén. ¿Por qué todo esto? No lo llego a entender…
EVA. Yo tampoco alcanzo a entenderlo todo…
ADÁN. ¿Sabes? Muchas veces pienso en Caín y me pregunto dónde estará, qué hará y sobre todo si se habrá arrepentido. ¿Crees que se habrá arrepentido? ¿Será consciente del daño que nos ha causado?
EVA. No lo sé, Adán. Supongo que si se hubiera arrepentido habría venido para pedirnos perdón y desde que se fue, jamás ha vuelto a casa.
ADÁN. Me duele tanto no haber sido un padre mejor; no haberle sabido transmitir el amor hacia Dios y su ley. ¿Te acuerdas cuántas veces los llevaba a las puertas del Edén para mostrarles todo lo que habíamos perdido?
EVA. Claro, ¿cómo olvidar sus caras al ver las maravillas que las puertas dejaban ver?
ADÁN. ¿De qué han servido las lágrimas que derramábamos en los sacrificios?
EVA. No lo sé, cariño, pero cada día que pasa veo más y más el alcance de nuestro pecado.
ADÁN. Y yo. Cuando veo caer las hojas de los árboles cada otoño se me parte el corazón y por más que pasen los años, no logro acostumbrarme.
EVA. Yo me sentí así cuando los animales se empezaron a matar entre sí y a comerse…
ADÁN. Y lo peor estaba por llegar: la muerte de Abel.
EVA. (Pausa.) ¿Cómo crees que se sentirá Dios?
ADÁN. Me imagino que peor que nosotros.
EVA. Desde que tuvimos a los niños, comprendo mejor el amor de Dios hacia nosotros.
ADÁN. Cuando Caín mató a Abel, tuve sentimientos encontrados: sentía repulsa, dolor, pero lo seguía queriendo… ¿Será parecido el amor de Dios hacia nosotros?
EVA. ¡Cuánto me gustaría volver a hablar con Dios como lo hacíamos antes! ¡Cara a cara! (Hacia el Cielo.) ¡Padre!, aunque ahora no te vemos sé que nos escuchas… (Con los brazos extendido.) Gracias por tu infinito amor…
(Adán la toma de las manos y la invita a orar.)
ADÁN. Gracias por darnos otra oportunidad.
EVA. Señor, cuida a Caín, sólo tu puedes cambiarle su corazón y hacerle que vuelva a ti.
ADÁN. Padre, danos sabiduría para educar a nuestros hijos y en especial a Set.
EVA. ¡Amén!
ADÁN. ¡Amén!
EVA. Dios es grande, Adán, pensaba que Abel derrotaría a la serpiente, como Dios nos dijo en Edén y al morir él pensé que todo se iba a acabar allí pero Dios nos ha dado un sustituto: “Set”.
ADÁN. Ahora comprendo más su amor; aunque somos pecadores, Él nos ama tanto que no nos abandona en nuestras miserias y busca soluciones para librarnos del malvado. (Coge al bebé en sus brazos.) ¡Oh, pequeñín! (Lo besa.) ¡Cuánto te queremos! Pero tienes un Padre que te quiere aún más que nosotros. Él te ha creado con un propósito. ¡Alabado sea Dios!
EVA. Por siempre, amén.
Si hablamos en contexto, Eva comió la manzana por que le prohibieron. El orgullo y la vanidad, llevan al hombre a cometer graves pecados.
ResponderEliminarElla no comió para ser como Dios, porque ella conocía a Dios y sabia que Dios era un Espiritu en otras palabras ellos jamas vieron a Dios, pero le escucharon y sentian su presencia.
Hay UN SOLO DIOS y se llama JEHOVA, Jesús es hijo de Dios, pero no es Dios.