Vine a darte vida

10 Minutos y 7 Personajes. Un hombre se encuentra vagando por las calles, sucio, harapiento y hambriento. Después empieza a pasar un grupo de personas y él les pide… pero el hombre no quiere dinero ni comida, el hombre pide amor, comprensión y felicidad, al final aparece Jesus ofrenciendo todo lo que él necesita, el problema es que el hombre no se cree merecedor de todo eso.

VINE A DARTE VIDA


Huáscar Bravo y Eunices Herrera
Ministerio Teatral Alpha
Republica Dominicana




PERSONAJES

MENDIGO
CARNICERO
SEÑORITA
SEÑOR
SEÑORA
JOVEN
JESÚS


El escenario se encuentra sucio con algunos periódicos, paja, y uno o dos tanques de basura. En uno de los lados se encuentra un pequeño ventilador (abanico) que materializa el viento, el cual levanta los periódicos y la basura, como música de fondo se escucha una triste melodía que complementa el ya desolado escenario, en el centro hay un banco, la luz es tenue.

(Aparece en el escenario un hombre con aspecto de vagabundo, sucio y con mucha barba, el hombre lleva un saco sucio y medio lleno que dice: “MIS PECADOS”. El Hombre camina sin rumbo y mira hacia todos lados, va al tanque de basura, saca algo del tanque, come algo y lo que resta lo echa en el saco, se sienta en el suelo, abre el saco, saca algo y come. Se pone de pie y sale del escenario.)

(A los 5 segundos el hombre entra con aspecto de estar huyendo de alguien y se esconde detrás de uno de los tanques de basura, automáticamente entra un hombre con aspecto de carnicero con un cuchillo en la mano y vestido con una bata blanca, mira para todos lados buscando a alguien, sale del escenario.)

El vagabundo sale con cautela de su escondite mirando hacia todos lado, al no ver a nadie, se sienta en el banco, se saca algo que tiene escondido dentro de la ropa que lleva puesta (puede ser un pan), come un pedazo y el resto lo guarda en el saco. En ese instante empiezan a pasar varias personas.

MENDIGO. Señorita déme esperanza para tener la seguridad de que mañana mi situación será mejor que la de hoy, por favor.

MENDIGO. Señor, señor, por favor, déme alegría para enfrentar cada día con optimismo y sentir un poco de aliento en mi corazón.

MENDIGO. Señora, espere, por favor, necesito que me dé paz, paz para sentirme tranquilo ante las adversidades que enfrento todos los días.

MENDIGO. Joven, déme amor para amar a los demás y para aprender a valorarme a mí mismo, no me ignore, por favor.

(El hombre se siente triste al ver que nadie le dio lo que el tanto anhela. De pronto entra un hombre vestido de blanco completamente, no se ve su rostro, y sin que el hombre se dé cuenta se le acerca por detrás y le limpia el rostro, le quita la vestimenta sucia y le pone una ropa limpia.

MENDIGO. ¿Qué pasa? Siento que algo cambió, me siento renovado, con fuerzas, ya no me siento triste, recuerdo que la última vez que me sentí así era cuando tenía en mi corazón a… (Mira hacia atrás y se espanta.) ¡JESUSSSSSSSSS! (Se cae al suelo y se cubre el rostro con las manos.)

(Jesús trata de acercarse.)

MENDIGO. No te acerques, no me mires porque no soy digno de tu mirada, dime: ¿quién soy yo para que me visites? O, ¿quién soy yo para que tengas de mi memoria? Déjame, vete, no puedo estar frente a ti, no merezco estar en tu presencia, ve y busca a otra persona que sí te merezca, yo te he desechado, yo cambié mi vida por esto y ahora no quiero que me veas, vete, déjame, que yo no te merezco, señor.

Canción de fondo: "Tu mirada" de Abrahám Velasquez.

JESÚS. No he venido a acusarte, a señalarte ni a condenarte, he venido porque he visto tu caminar y no debes avergonzarte porque te he visto todos los días de tu vida y hoy estoy aquí porque sé que me necesitas, me duele verte vagando y mendigando. Ahora quiero que te pongas de pie y sepas que estoy aquí porque te amo. Ven, ven, levántate, ven conmigo.

(El mendigo con mucho llanto se levanta y todavía se resiste a que Jesús lo vea.)

MENDIGO. Yo te deseché, señor, yo me aparté de ti, yo dejé tu camino para vivir en la basura, señor. Yo no soy digno de ti, yo no soy digno de que tú me visites, señor. Yo no merezco estar en tu presencia.

(Jesús lo abraza e intenta calmarlo.)

JESÚS. No he venido a buscar sanos sino a enfermos, ni he venido a buscar a los salvos sino a los perdidos y quiero que entiendas que te sigo amando a pesar de todo lo que has hecho. Levanta tu rostro y mírame: yo soy tu señor, tu redentor, tu salvador y de mí no debes esconderte porque yo soy quien puede salvarte.

MENDIGO. Entonces, ¿qué hago, señor? ¿Qué debo hacer?

JESÚS. ¡Ven y descansa! (Con los brazos abiertos en forma de abrazo.)

(El mendigo abraza a Jesús y llora en su hombro pidiendo perdón.)

MENDIGO. ¡Señor, perdóname! ¡Ten misericordia de mí, Señor!

(Jesús lo consuela. Después que el mendigo se calma Jesús lo sienta en el banco.)

JESÚS. Nuca te dejaré, ni te desampararé y acuérdate que en mí encontrarás descanso.

(Jesús entra el saco del hombre en el saco del que dice TUS PECADOS. El hombre se levanta y no ve ni a Jesús, ni el saco se levanta.)

MENDIGO. ¡Gracias, Señor! (Sale del escenario.)

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