Un hombre llamado Pedro

12 Minutos y 7 Personajes + Extras. Historia de algunos episodios de la vida de Pedro en los que se resaltarán la evolución de su carácter.



UN HOMBRE LLAMADO PEDRO
Pablo Caballero


PERSONAJES


NARRADOR
PEDRO
JESÚS
JUAN
MUJER
JOVEN
CABALLERO
DISCÍPULOS



NARRADOR. Pedro amaba a Jesús, no hay duda de ello. Dejó su casa, dejó su negocio, dejó su estilo de vida por seguir al maestro. Pero hubo algo que no dejó. No dejó su carácter, no dejó sus impulsos, no dejó su coraje. Tenía un llamado tan grande. Tenía una visión con tanto alcance. ¿Quién le detenía? ¿Pudiéramos decir que Satanás o algún demonio? De ninguna manera. El peor enemigo de Pedro era: Pedro. A continuación vamos a presentar un mensaje dirigido a Pedro. Yo pregunto en esta noche ¿Solo a Pedro habla el Señor?

ORACIÓN. Mi Señor, habla a nuestras vidas, toca nuestros corazones. Te amamos y deseamos más de ti. Deseamos más de tu unción, deseamos más de tu fruto, deseamos cambiar. Tú puedes hacerlo en nosotros como lo hiciste en Pedro.



PRIMERA ESCENA

(Se ven los discípulos sentados y Jesús lavándoles los pies. Pedro está sentado y el diálogo comienza cuando Jesús se acerca a lavarle los pies.)

PEDRO. Señor, ¿qué haces? (Jesús se inclina a lavarle los pies mientras Pedro se levanta y da un paso atrás.) ¡No! No me lavarás los pies jamás.

JESÚS. (Le contesta con palabras tiernas.) Pedro, cuántas veces he tratado de enseñarte que mis caminos no son tus caminos, que mis pensamientos no son tus pensamientos. Te quiero enseñar a parecerte más a mí. Te quiero bendecir. Y tú te me opones sólo porque no lo hago a tu manera. Pedro, si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

NARRADOR. Pedro parece estar confuso. ¿Como Jesús le puede decir esto? Si él siempre le ha querido complacer. Y tratando de justificarse le dice:

PEDRO. Pero Señor, si yo lo he dejado todo por ti. Yo he declarado que tú eres el Cristo. Yo he salido al frente, siempre soy el primero. ¿Por qué me hablas así? Está bien, Señor, lávame. Mira, no sólo mis pies, lávame la cabeza, lávame las manos…

JESÚS. Pedro, Pedro, aun cuando te insisto, cuando casi te obligo porque quiero bendecirte aun en contra de tu voluntad, todavía tú insistes a que aún en ese momento, siga siendo a tu manera. (Pedro se sienta y Jesús le pone sus manos en los pies) Pedro, ¡cuántas cosas tengo para ti! Si supieras cuántos milagros vas a hacer en mi nombre; Si supieras hasta dónde vas a recibir mi revelación; Si supieras hasta dónde vas a ver mi gloria; quizás no te resistieras tanto. (Con una mirada triste, Jesús se voltea a los otros discípulos) Uno de ustedes me entregará esta noche. Y no solo uno me entregará sino que todos se escandalizarán.

(Todos los discípulos se empiezan a preguntar entre si, ¿seré yo? Pero Pedro sin pensarlo mucho, se precipita a donde Jesús.)

PEDRO. No maestro, no yo. Ellos, quizás sí, pero yo, no. ¡Yo nunca te negaré!

JESÚS. Pedro, en verdad te digo que antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.

(Se acaba la primera escena. Los hermanos se retiran y el narrador continúa hablando.)

NARRADOR. La intención de Pedro era buena. Pero no era sensible a la voz de Dios. Siempre había en él la actitud del hombre que lo puede resolver todo. La actitud del que sabe pelear hasta conseguir lo que quiere. Cuando Jesús anunció que iba a morir, Pedro le dijo que nunca sucedería eso. En ese momento, Pedro estaba siendo usado por Satanás ya que el mismo Jesús tuvo que reprenderlo.

Jesús le quería enseñar a Pedro que las batallas espirituales no se pelean con fuerzas físicas sino con el Espíritu de Dios. Es la unción la que pudre el yugo. "Nuestra batalla no es contra carne ni sangre sino contra principados y potestades." ¡Cuántas veces levantamos guerra contra nuestros propios familiares, en el trabajo y aun en la iglesia! Cuando deberíamos estar ganando esas batallas en ayuno y oración. Jesús le quería enseñar a Pedro que no podemos hablar rápido ni tomar decisiones a la ligera sin primero ser guiados por el Espíritu Santo, porque si lo hacemos, puede ser que caigamos en el juego de Satanás aun cuando creemos que así servimos a Dios.



Jesús le quería enseñar a Pedro que en el Señor no hay posiciones. Que todos somos débiles y que lo único que nos mantiene fuertes es el confiar en que Dios sabe lo que está haciendo aun cuando nosotros no lo entendamos. No somos fuertes ni estamos libres de caer porque seamos ministros o tengamos posición en la iglesia o porque cumplamos con nuestros deberes cristianos.
Cuando los discípulos estaban escudriñando para ver si ellos serían los que entregarían a Jesús, Pedro ni siquiera creyó que él sería capaz de ello. ¡Cuánta falta nos hace la humildad! ¡Cuánta falta nos hace mirar primero la viga en nuestro ojo, antes que mirar la paja en el ojo de nuestro hermano!



SEGUNDA ESCENA

(Jesús se encuentra en un cuarto fuera de los ojos de todos, con dos guardias, ya que está compareciendo ante el sumo sacerdote. Se encuentra con las manos atadas. Mientras que en distintas esquinas del templo hay personas conversando de lo que está sucediendo. Pedro entra al templo tratando de cubrirse el rostro y hasta con temor. Al llegar a una de las esquinas se escucha el siguiente diálogo.)

MUJER. Miren, este es uno de ellos.

PEDRO. (Atemorizado) ¿De qué hablas, mujer? No lo conozco. (Apresuradamente Pedro se va para otra parte del templo.)

JOVEN. (Se le acerca a Pedro.) Oye, yo te he visto antes. ¿No eres tú el que caminaba con Jesús?

PEDRO. (En forma orgullosa.) Estás equivocado, yo no ando con esa gente.

CABALLERO. (Se le acerca a Pedro.) ¡Claro que sí! Si miras, hasta hablas como ellos...

PEDRO. (Enojado.) ¡Bah! ¡Qué voy a hablar como esa gente! No sé de qué hablas. (Al decir esto Pedro se mueve hacia la puerta por donde van a pasar a Jesús y en un tape grabado se escucha el cántico de un gallo. En seguida sale Jesús sujeto de los guardias y se ve a Jesús. La mirada de Jesús y la de Pedro se encuentran.)

NARRADOR. Y se acordó Pedro de lo que Jesús le había dicho "Antes de que cante el gallo me negaras tres veces.”

(En este momento se llevan a Jesús y Pedro sale llorando amargamente.)



ESCENA TERCERA

NARRADOR. Pedro lloró, pero su llanto no fue el mismo. Fue un llanto del alma. Por primera vez se había dado cuenta de que ganando también se puede perder. Después de este quebranto, Pedro jamás fue el mismo. Pedro sabía que algo se había destruido.

Muchos se han preguntado por qué el llanto de Pedro fue tan profundo y tan amargo. Quizás la respuesta la encontramos en Marcos 16:7

Marcos 16: 7 “Mas id, decid a sus discípulos y a Pedro, que él va antes que vosotros a Galilea: allí le veréis, como os dijo”.

A sus discípulos y a Pedro. El nombre de Pedro estaba aparte de sus discípulos. Esto le hizo recordar a Pedro las palabras de Jesús:

Mateo 10: 33 “Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos”.



ESCENA CUARTA

(En la próxima escena Pedro había regresado a la pesca, tal vez pensaba que ya no era digno de ser predicador. Jesús tenía noticias para el. Se ven algunos discípulos sentados con Pedro como si estuviesen pescando. Jesús se les acerca y les pregunta.)

JESÚS. Hijitos, ¿tenéis algo de comer?

DISCÍPULO. (Sin reconocerlo.) No, nada.

JESÚS. Echad la red a la derecha y hallaréis.

(Un grupo de ellos echa la red mientras Pedro observa a los que echan la red y a Jesús, como el que recuerda algo. Luego los discípulos hacen como que están haciendo mucha fuerza y piden ayuda. Pedro y los otros discípulos van a ayudarle a excepción de Juan. Juan observa a Jesús y de momento se da cuenta de quién es y corre adonde Pedro.)

JUAN. ¡Pedro! ¡Pedro! ¡Es el Señor!

PEDRO. ¿Qué dices?

JUAN. ¿A qué te recuerda este acontecimiento? ¡Es Él, Pedro! ¡Es Jesús!

(Pedro corre hacia donde se encuentra Jesús y los demás discípulos arrastrando la red le siguen. Al llegar adonde él estaba vieron que les tenía cena preparada.)

JESÚS. Venid, acomódense y coman.

(Los discípulos se sientan a comer sin decir nada.)

NARRADOR. Ninguno se atrevía a preguntarle si él era Jesús pero sus corazones ardían y sabían bien que estaban con el Señor. Al terminar de cenar Jesús se acerca a Pedro.

JESÚS. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?

NARRADOR. En otros tiempos, Pedro hubiera contestado sin pensar y en forma desafiante: “¡Claro que sí!” Pero éste era otro Pedro. El Pedro que cortó la oreja del siervo del Sumo Sacerdote, el Pedro que gritó: “jamás te negaré”, el Pedro que dijo: “nunca me lavarás los pies”, había muerto. Había muerto en una noche de amargo llanto.

PEDRO. Sí, Señor; tú sabes que te amo.

NARRADOR. Su respuesta fue humilde. Sí, te amo. Pero no se atrevió a decir que más que sus hermanos.

JESÚS. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?

NARRADOR. En esta ocasión, Jesús no le pregunta si lo ama más que los otros. Pero sí usa el verbo "Ágape" que quiere decir: “el amar con el amor de Dios”. Este tipo de amor contrario al amor "Fileo" es el amor que todo lo da y que todo lo puede. Jesús continuaba tratando con el corazón de Pedro.

PEDRO. Sí, Señor; tú sabes que te amo.

NARRADOR. ¡Qué diferencia! Unas horas atrás Pedro hubiera gritado te amo "ágape" pero ahora responde, te amo "Fileo". Por primera vez reconocía sus debilidades.

JESÚS. Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?

NARRADOR. Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez ¿me amas? Jesús le daba la oportunidad de volver a ser su discípulo. Pedro volvía a declarar públicamente que amaba a Jesús; lo hizo tres veces. . .al igual que lo negó tres veces.

PEDRO. Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo.

(Jesús y Pedro se abrazan mientras lo otros discípulos se acercan y se unen en el abrazo, la escena finaliza de esta manera.)

NARRADOR. Hoy Jesús también nos da la oportunidad de restaurar nuestras vidas. Yo pregunto en esta noche ¿Hay algún Pedro entre nosotros? Jesús pregunta: “¿Me amas?”



Nota del autor

Hermanos:
Espero en nuestro Salvador que este Drama sea de bendición. Es necesario no solo que se ensaye y se tenga todo coordinado para el día del drama, sino que también es sumamente importante que todo el grupo ore junto por lo menos por tres semanas antes del drama y que trabajen en amor y armonía. Sé que grandes cosas va hacer el Señor; siento su dulce presencia mientras escribo estas líneas. ¡Dios les bendiga y les use grandemente para su gloria! Amén.

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