Se necesitan obreros voluntarios

10 Minutos y 7 Personajes. Varios personajes acuden a una oficina por una oferta de empleo en la que se necesitan obreros voluntarios para la obra de Jesús.


SE NECESITAN OBREROS VOLUNTARIOS


PERSONAJES

EMPLEADO 1
EMPLEADO 2
ANCIANA
NIÑO
HOMBRE
INTELECTUAL
JOVEN

(La acción se desarrolla en una oficina de empleo. El empleado 1 entra en primer lugar y toma asiento. Momentos después aparece un segundo empleado.)

EMPLEADO 2. Buenos días. Soy el nuevo jefe de admisión (se saludan ambos empleados) y vengo personalmente porque después de haber examinado cuidadosamente todos los informes, he podido comprobar que son muy pocos los obreros voluntarios que se están reclutando en esta oficina para trabajar por el Maestro. Sinceramente estamos muy preocupados por la lenta marcha del trabajo.

EMPLEADO 1. Estoy encantado, Sr. Director. Y me alegro muchísimo de que se me permita trabajar con usted, así podrá comprobar la rigurosa selección que hacemos con todos los candidatos que se presentan en esta oficina. Porque cualquiera no puede dedicarse a este trabajo, ¡no señor!

EMPLEADO 2. ¡Ah! ¿No?

EMPLEADO 1. ¡Ni mucho menos!

EMPLEADO 2. Yo que pensaba que sí. En fin, mire, al entrar he visto ya algunas personas afuera así que no las hagamos esperar.

EMPLEADO 1. Muy bien.

ANCIANA. Buenos días. Yo venía por lo del anuncio.

EMPLEADO 2. La felicito señora por su decisión.

EMPLEADO 1. Pero, ¿qué está diciendo? Déjeme a mí, jefe. Mire, señora, me temo que no es posible para usted ya dedicarse a este trabajo. Este es un trabajo demasiado pesado para usted, se necesita energía joven, ¿comprende?

ANCIANA. ¿Y no habrá algo que yo pueda hacer? En el anuncio no decía nada de la edad. Aunque sea poca cosa… ¡Por favor!

EMPLEADO 1. Entiéndalo, abuela, y resígnese. Usted no está ya más que para hacer calceta en un banco del parque. (La anciana se dispone a marcharse un poco triste mientras él la apremia.) ¡Vamos, vamos!

EMPLEADO 2. ¡Un momento! Tan seguro como que hay un lugar en el cielo para esta anciana también lo hay para trabajar por el Maestro en esta tierra y muy bien puede ser en un banco del parque.

ANCIANA. ¿Es cierto eso, joven? ¡No sabe la alegría que me da poder trabajar los últimos años de mi vida en algo tan importante!

EMPLEADO 2. No tiene más que firmar aquí.

ANCIANA. Gracias, muchas gracias. Dios le bendiga.

EMPLEADO 1. Con todos mis respetos, señor Director, ¡vaya fichaje que acaba usted de hacer! Ya sé que es difícil negarse a una simpática ancianita pero si llevara tanto tiempo como yo en esta oficina comprendería que no queda más remedio.

EMPLEADO 2. (No hace caso de la sugerencia). El siguiente, por favor. (Entra un niño.)

NIÑO. ¡Hola! Soy Alberto.

EMPLEADO 1. ¡Ah, pues qué bien! Me parece que te has equivocado pequeño si buscas el kiosco de golosinas está al salir doblando la esquina. (El niño se queda parado.) ¡Anda! Vete ya y no molestes, niño.

NIÑO. No, si no me he equivocado. Yo venía porque también quiero ser un obrero voluntario.

EMPLEADO 1. Mira, hijo, eres demasiado joven para este empleo compréndelo. Lo mejor que puedes hacer es ir a ver una de indios o de supermán.

EMPLEADO 2. ¡Desde luego que no! Tú puedes ser un obrero juntamente con Dios y realizar una importantísima labor entre otros niños en el barrio, en la escuela, en tu hogar… y conforme vayas creciendo tus oportunidades de servir aumentarán.

NIÑO. ¡Eso es estupendo!

EMPLEADO 2. No tienes más que firmar aquí para pasar a formar parte del cuerpo de voluntarios del Maestro. (El niño le da las gracias y se va.)

EMPLEADO 1. ¡Vaya cuerpo de voluntarios! Podrá ser el jefe de admisión en esta oficina pero desde luego no va a necesitar confesarme que tiene muy poca experiencia en el cargo, ¡eso salta a la vista!

EMPLEADO 2. Usted en cambio lleva mucho tiempo haciendo esa labor y sin embargo creo que todavía no ha logrado comprender cuál es el único requisito necesario para ser admitido en este empleo.

EMPLEADO 1. Está claro que tenemos disparidad de criterios sobre el asunto pero como yo soy todo un profesional eso no va a impedir que desempeñe mi trabajo con toda fidelidad. (Pausa.) Que pase el siguiente. (Entra un hombre sin ninguna preparación formal.)

HOMBRE. Buenos días… yo venía a por lo del empleo.

EMPLEADO 1. (Lo mira de arriba abajo.) ¡Ah! ¿Sí? Y usted, ¿qué sabe hacer? ¿Qué experiencia o qué conocimientos puede aportar?

HOMBRE. (Titubeando.) Yo… yo no puedo aportar nada… simplemente vengo decidido a trabajar.

EMPLEADO 2. ¡Y eso es justo lo que necesitamos!

EMPLEADO 1. (Dirigiéndose al otro empleado.) Sin duda debe estar bromeando, ¡es un indocto! No tiene ninguna preparación…

EMPLEADO 2. Las personas que no tienen mucha preparación también pueden trabajar con éxito a favor de otros. Dios quiere valerse de los que están dispuestos a servirle y no es precisamente la obra de los más brillantes ni de los más inteligentes la que da los mayores resultados ni los más duraderos.

HOMBRE. (Animado.) ¿De verdad cree que puedo servir para el trabajo?

EMPLEADO 2. ¡Desde luego que sí! El Espíritu Santo es el obrero maestro y si él controla sus manos y su corazón, él trabajará por medio de usted y mientras más descanse y confíe en su poder más podrá trabajar él a través de su vida.

HOMBRE. ¿Dónde tengo que firmar?

EMPLEADO 2. Aquí, por favor. (El hombre se marcha agradecido y contento.)

EMPLEADO 1. ¡Esto ya es demasiado! Está poniendo en peligro mi reputación profesional con sus decisiones y su inexperiencia y eso no lo puedo permitir. (Entra un hombre preparado intelectualmente.)

INTELECTUAL. Buenos días. Me llamo Juan González; he leído su anuncio en el periódico y estoy interesado en el empleo. Aquí traigo mi currículo para que ustedes lo consideren. (El hombre le entrega una carpeta con distintos certificados.)

EMPLEADO 1. Vamos a ver (lee a media voz) Diplomado en Contabilidad y Ciencias Exactas; Doctor en Filosofía; Licenciado en Psicología; Director Instituto Nacional de Investigaciones Sociológicos; Vocal Consejo de Orientación Laboral y Pedagógica; Jefe del Departamento de Estudios Estadísticos… (Asombrado.) ¡Le felicito! Es usted poseedor de un expediente realmente brillante aunque, déjeme decirle en confianza que no consigo entender cómo una persona como usted se interesa en un trabajo; un hombre de su preparación, de su talento merece un empleo más acorde con su inteligencia y conocimientos.

INTELECTUAL. Lo he pensado bien y estoy decidido.

EMPLEADO 1. Ha considerado que este no es un trabajo de oficina de 7 a 9, que deberá consagrar todas sus energías y esfuerzos en él, que tendrá que desempeñar una labor ingrata y sacrificada, que no hay sueldo fijo, que… (Le interrumpe el hombre)

INTELECTUAL. He considerado todo eso y he llegado a la conclusión de que quiero emplear cuanto soy y cuanto sé en la labor más noble y gratificante que puedo desempeñar en esta tierra.

EMPLEADO 2. Le felicito; ha tomado la decisión más inteligente de su carrera. Hombres y mujeres educados y consagrados como usted pueden servir de una manera extraordinaria en la obra del Gran Maestro. (Le ofrece el contrato) Firme aquí si es tan amable. No se arrepentirá.

EMPLEADO 1. (Desafiante.) ¡Desde luego que sí! Y deseará no haber entrado nunca en este trabajo.

EMPLEADO 2. (Dirigiéndosele en tono molesto) Sabe que empieza a intrigarme su actitud…

EMPLEADO 1. (Nervioso) Sepa usted que lo único que pretendo es advertir a los candidatos de las responsabilidades que contraen al firmar ese contrato y evitar que después se echen atrás. ¡Solamente eso!

EMPLEADO 2. (Molesto) Que pase el siguiente, por favor. (Entran dos jóvenes)

JOVEN. ¡Hola! Buenos días.

EMPLEADO 2. Buenos días.

JOVEN. Venimos por el trabajo que ofrecen en su anuncio.

EMPLEADO 1. Pero, ¿qué hacéis vosotros interesándoos en un trabajo tan serio y aburrido como este? Sois jóvenes, divertíos, pasadlo bien y no os busquéis problemas innecesarios… Os lo digo yo, trabajar por los demás no os traerá más que quebraderos de cabeza.

JOVEN. Conocemos a unos amigos que también se dedican a este trabajo y puede que sea duro y a veces difícil pero lo que no se puede decir es que sea aburrido. Ellos están siempre ocupados y se les ve felices haciendo su trabajo.

EMPLEADO 2. Los jóvenes estáis invitados a dar a Dios la fuerza de vuestra juventud para trabajar por la salvación de otros. Y al hacerlo podéis estar seguros de que viviréis la vida de la mejor manera que puede ser vivida.

EMPLEADO 1. Mi larga experiencia me dice que los jóvenes son inconstantes en el trabajo (dirigiéndose al otro empleado) No conviene contratarlos.

EMPLEADO 2. (No hace caso) El trabajo es vuestro. Firmad aquí y no os desaniméis por nada.

JOVEN. Gracias. Muchas gracias. (Los jóvenes se marchan y se quedan solos los dos empleados).

EMPLEADO 1. Desde luego, cuando el Jefe vea lo que ha contratado para su servicio le va a despedir por su incompetencia. ¡Menudo ejército!

EMPLEADO 2. Desde el principio me estoy preguntando para qué jefe trabaja usted.

EMPLEADO 1. ¿Cómo? Y aún lo duda. Mis simpatías están bien definidas.

EMPLEADO 2. Desde luego que las ha expuesto claramente. Sospechábamos que había un infiltrado que estaba interfiriendo en nuestra labor y ya le hemos encontrado. ¡Está usted despedido!

EMPLEADO 1. ¿Despedido, yo? Esto no quedará así, no señor. (Se marcha airado de la oficina y poco después lo hace el otro empleado recogiendo todas las cosas).

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