17 Minutos + Cantos y 6 Personajes + Voces. Una joven periodista no cree en el espíritu de Navidad pero un día trabajando se encuentra con unos personajes especiales que le hacen cambiar de opinión.
NAVIDAD CON GIBSON
PERSONAJES
NARRADOR
CAROL
MICHEL
MEL
DUNCAN
RICHARD
OBRA
NARRADOR. “El sol invernal se pone sobre pueblos y naciones; deja una rojiza estela en el mar como si la Sagrada huella estuviese fresca sobre el agua. Pocos momentos más y se ocultará por completo. La noche se aproxima y las luces comienzan a brillar en perspectiva. Sobre la ladera del cerro, más allá de la ciudad informe y difusa, en la silenciosa custodia de los árboles que cercan el campanario del pueblo, los recuerdos están grabados en colores, recuerdos de navidades pasadas, de ensueños distantes. Recuerdos en flores comunes, que crecen en el césped, entrelazados con las humildes zarzas alrededor de montículos de tierra.
En el silencio de la gélida noche se oye llegar a alguien, alguien que llama a la puerta. Un misterioso personaje que viene de lejanos senderos a recordarnos que existe algo quimérico y brillante, algo que se halla, latente, en nuestro corazón. Viene a recordarnos que las pilas de leños en la chimenea, los rostros alegres, la música de voces son importantes. Que es el momento en que todo lo indigno e hiriente debe ser arrojado de los lares hogareños, en que todo hombre tienda la mano hacia su hermano, en que las sonrisas vuelvan al lugar que les pertenece.
Cuando el caminante de Judá golpee tenuemente, como las pálidas franjas del arco iris tu puerta, ábrele. No le dejes fuera porque trae consigo el espíritu de la Navidad”.
(El escenario en penumbras, se oye entrar a alguien.)
MICHEL. Un momento... creo que dejé las cerillas por algún lugar de estos.
(Silencio. Se enciende la luz de un candil. Entran en escena Michel y Carol. La muchacha observa todo curiosamente.)
CAROL. ¿De 1906?
MICHEL. Sí, señorita.
CAROL. Es una época muy interesante. (Pausa.) ¿París?
MICHEL. Sí.
CAROL. Puedo observar cómo se va definiendo la personalidad social progresivamente. Muy interesante. (Pausa.) París fue decisivo en su vida.
MICHEL. El señor nos contaba que...
CAROL. ¡Ah! Este cuadro es admirable, expresa todo el significado de sus ideas, es fantástico.
MICHEL. Aquella colección es muy...
CAROL. ¿Qué colección? ¿Dónde?
MICHEL. Aquella, señorita.
CAROL. ¡Hum! People of Dickens. Esta es una de sus primeras obras. ¿De qué año?
MICHEL. Son muy antiguos. El señor tendría unos 27 años. Los pintó en Inglaterra. Muestran las gentes de la época de Dickens. Este es Richard Doublendick, Mr. Scrooge, y uno de esos bucaneros tan típicos que inundaban las narraciones del autor británico. Al señor no sólo le gustaba dibujar con fines políticos o sociales, de vez en cuando llenaba su corazón de nostalgia. Esa nostalgia brumosa y eterna que nos recuerda la Navidad.
CAROL. ¿Usted cree en eso?
MICHEL. Sabe, yo soy pobre pero soy feliz. Vivo en un castillo. Un castillo de cristal allá arriba, en las nubes. Un castillo que reluce cuando pienso en él, cuando pongo mi vida en las manos del arquitecto que lo creó. Para mí la Navidad es algo sumamente importante porque me recuerda cuando ese arquitecto, mi amigo, bajó a este gastado mundo a darnos algunas nociones de cómo construir, de cómo edificar un corazón en armonía con el castillo de cristal.
CAROL. ¿Lo conocía de hace mucho tiempo?
MICHEL. (Perplejo.) Mi familia había servido al señor y a sus familiares durante muchos años. Yo le conocía desde pequeño, desde la infancia. Él se marchó a París a estudiar y desde entonces le vi de muy tarde en tarde. Él aprendió mucho, era un gran pintor.
CAROL. ¡Era algo más que un simple pintor! Carlos Dana Gibson elevó el estatus social de las mujeres, dándonos mayor sentido. Junto a sus ideas encontramos un lugar en la sociedad americana. Hizo que la democracia llegase hasta la última mujer de nuestro país. Carlos Dana Gibson ensalzó las labores femeninas, nos hizo dinámicas, emprendedoras, activas y dignas. Dignas de una sociedad que imponía la obligación de luchar contra los prejuicios. ¡CARLOS DANA GIBSON ERA ALGO MÁS QUE UN SIMPLE PINTOR! (Pausa.) Estos cuadros son muy interesantes.
MICHEL. Señorita...
CAROL. ¿Sí?
MICHEL. ¿Cómo ha dicho que se llamaba?
CAROL. Carol Morton, periodista y Jefa de sección del Life, cazadora de noticias de primera plana, militante social por una igualdad mayor entre el hombre y la mujer. Por esa razón estoy aquí, esto es noticia, actualidad.
MICHEL. ¿Sabe qué día es hoy?
CAROL. 24 de Diciembre de 1944, ¿por?
MICHEL. ¿Usted trabaja siempre en el día de Navidad?
CAROL. Querido vejete, la Navidad es una patraña, un invento de los banqueros para llenar sus arcas una vez más. ¿Sabe? Hace mucho tiempo que superé esa manera tan primitiva de pensar. Dejémonos de sentimentalismo, la lucha por la igualdad es lo único realmente importante. La lucha por una igualdad que Gibson supo plasmar en sus lienzos. Amigo, Gibson nos ha dejado, pero sus recuerdos inundarán nuestras vidas el resto de nuestros días.
MICHEL. Entiendo... Voy a preparar té. ¿Desearía un poco?
CAROL. Sí, gracias.
MICHEL. ¿Azúcar?
CAROL. No.
(El anciano se marcha, Carol observa todo, se acerca hacia el empolvado piano y toca unas notas.)
Voz de CAROL. ¡Qué extraño! Me parece tan familiar todo esto. Esa butaca, este piano, esas notas... ¿Dónde he escuchado esta melodía? (Se dirige hacia la radio.)
RADIO. En la madrugada de ayer murió Carlos Dana Gibson. Gibson había nacido en Boston, en un pequeño arrabal al sur de esta ciudad que recibe el nombre de Rosbury. Cursó estudios de arte en New York y París. Se estableció en New York y puso en este lugar su estudio. Destacan en la vida de Gibson varios álbumes de ilustraciones, entre ellos ocupa un destacado lugar “El prisionero de Zenda”. Realizó la fundación “Gibson girl’s” y destacó como director y dibujante de la archiconocida Life. Gibson fue uno de nuestros ciudadanos más activos en el campo de la igualdad social hasta que ayer, a los 77 años de edad, le sorprendió la muerte. Para analizar su vida tenemos con nosotros al Delegado de Arte del Gobierno. Señor Douglas, ¿qué opina usted sobre la obra de Carlos Dana Gibson? (Habla Douglas.) Opino que la infraestructura americana tiene una deuda con... (Click. Carol se dirige hacia la butaca más cercana, quita la sábana que la recubre y se desploma fatigada sobre ella.)
Voz de CAROL. ¡Qué ideas más extrañas tiene este mayordomo! Parece tan convencido de lo que piensa… ¡Cuánta ayuda necesitan estas pobres gentes! Mira que creer en la Navidad. (Carol se sienta en la butaca y comienza a anotar en su libreta, al poco rato siente ganas de dormir, cabecea hasta que queda completamente dormida.)
(Música, al ritmo de la música Mel, la marioneta, comienza a despertarse, saliéndose del baúl observa todo lo que le rodea. Mel se acerca al cuadro de Richard y lo despierta.)
RICHARD. ¡Hola, Mel! ¿Qué hay de nuevo? Supongo que me habrás despertado por alguna...Uahhh (se despereza) razón de peso.
MEL. (Le muestra a Carol y le expresa cómo es, cuáles son sus ideas.)
RICHARD. ¡Vaya! Parece un caso difícil. ¿Crees que podremos conseguirlo? Bueno, sólo hay una manera de saberlo. (Se acerca a Carol y agitándola fuertemente la despierta.)
CAROL. Pero... ¿Qué ocurre? ¿Quiénes son? ¿Hay un baile de disfraces por aquí o es una broma?
RICHARD. No, no somos ninguna persona disfrazada, somos...
CAROL. Pero, ¿quiénes se han creído que son? Semejante desfachatez. ¡Identifíquense ahora mismo!
RICHARD. Como le estaba diciendo no somos personas disfrazadas, nos vestimos así habitualmente.
CAROL. Pero, ¿por quién me ha tomado usted?
RICHARD. (Dirigiéndose a Mel.) Tenías razón, tiene un genio insoportable. (Dirigiéndose a Carol.) Señorita, usted se encuentra en un sueño y, por lo tanto, aquí todo es posible. Yo me llamo Richard Doublendick y ella Mel.
CAROL. ¿Mel? ¿Qué nombre más extraño?
RICHARD. Bueno, en realidad se llama Melodía de Navidad pero es tan largo que todos preferimos llamarla Mel.
CAROL. Y, ¿por qué vais así?
RICHARD. Vamos vestidos de lo que somos: Mel es una marioneta, una de las muchas que realizó Gibson. Yo soy uno de sus primeros cuadros y estoy vestido como en la época de Dickens.
CAROL. ¡Hum! (Dirigiéndose a Mel.) ¿Tú qué opinas sobre el estatus de la mujer en nuestra sociedad?... Es... muda.
RICHARD. ¡Claro! Las marionetas son de trapo y cartón, todo el mundo sabe que son mudas.
CAROL. Los cuadros también y tú hablas.
RICHARD. Esto... Pero Mel hace algo mucho más importante, algo mucho más trascendente: toca a la flauta una melodía hermosísima. Es una melodía que te llena de paz, inunda tus venas de un extraño líquido llamado gozo que te hace saltar de alegría. Es la melodía de la Navidad.
CAROL. Me gustaría oírla, ¿puedes tocarla?
(Mientras Mel toca y Richard se siente entusiasmado, Carol no escucha nada.)
RICHARD. ¿Te ha gustado?
CAROL. No he escuchado nada, si estáis tomándome el pelo.
RICHARD. No es posible, está peor de lo que creíamos.
CAROL. ¿Cómo?
RICHARD. Esta música tan sólo pueden oírla aquellos que sienten en su corazón la Navidad.
CAROL. ¡Otra vez con ese cuento!
RICHARD. ¡Tenemos que hacer algo! ¡Está muy grave! ¡Muy grave!
DUNCAN. Vamos, vamos, no es para tanto. No es tan malo que crea que la Navidad no existe. A fin de cuentas es lo más sensato.
RICHARD. ¡Duncan!
DUNCAN. ¿Sí? Doublk... Daublen... Deblunck....
RICHARD. Doublendick.
DUNCAN. No me explico cómo a este Dickens se le ocurrían esos nombres tan vulgares.
CAROL. ¿Y usted, cómo se llama?
DUNCAN. Amadeus Josefus Duncan Von Fabregat. Para los amigos: Duncan. Servidor de la Reina y de usted. Capitán de un humilde bajel de comerciantes que se dedica a mercadear por los mares del Caribe.
RICHARD. Mercaderes... pero si es un vulgar pirata.
DUNCAN. ¿Un qué? (Con la mano en el oído.)
RICHARD. Un vulgar pirata.
DUNCAN. ¡Ah! Por las barbas de Jim McClintock que pagarás cara tu afrenta.
RICHARD. No le haga caso, es así de colérico.
DUNCAN. Seré colérico pero no un mero mequetrefe, un galimatías que sigue creyendo en la Navidad.
RICHARD. ¿Yo un galimatías?
(Música. Entra Papá Noel.)
CAROL. ¿Podéis explicarme la razón de vuestro enfado?
RICHARD. Duncan es un buen hombre.
DUNCAN. (Con la mano en el oído.) ¿Cómo?
RICHARD. Pero empezó a quedarse sordo y no podía escuchar la música de Mel, poco a poco fue agriándose y ya lo ves.
CAROL. ¿Tan importante es la melodía de Navidad?
RICHARD. La melodía de Navidad hace que consideremos el verdadero objetivo de todos nosotros, hace que extendamos nuestras vidas hacia aquellos que se encuentran sin esperanzas.
CAROL. Me gustaría tanto poder escuchar esa música.
RICHARD. Bien, si tú lo quieres empezaremos nuestro plan de desintoxicación. Primero debes imaginarte cómo es la Navidad. (Carol lo intenta pero no lo consigue.) Tendré que llamar a algunos de mis amigos. Espero poder encontrarlos. (Entra por el cuadro y sale con el grupo de Marina.)
RICHARD. Aquí están, son especialistas en dibujar con la música.
CANCIÓN: “¡Oh! Blanca Navidad”
RICHARD. Creo que Mel nos quiere decir algo. Dice que podemos contarte la historia de la Navidad. (Mel silba y sale un grupo disfrazado de marionetas.)
CANCIÓN: “Ya llega Navidad”
DUNCAN. En mis viajes por los mares he traído algunos nativos de las Américas. ¿Podrían cantar?
CANCIÓN DE LOS AMERICANOS
(Entra de nuevo Papá Noel y deja un mensajero de la Navidad.)
RICHARD. La Navidad es un virus terrible que no respeta las edades. No sólo se encuentra en el corazón de los niños sino también en el de los adultos. Y es que, la Navidad, nos hace jóvenes.
SCROOGE. Quizás mi testimonio os sirva de algo. (Cuenta su historia.) Bueno, me vuelvo al cuadro, todo esto me cansa mucho.
(Entra un grupo tirándose bolas de nieve y jugando.)
CANCIÓN: “Llega otra Navidad”
(Entra de nuevo Papá Noel y aporta su granito de arena con dos aprendices de Santa Claus.)
CANCIÓN
(Se apagan las luces.)
RICHARD. Podemos probar a que Mel toque la canción. Quizás escuches ahora la melodía de Navidad. Pero, ¿dónde está la flauta? ¡Duncan! Devuélvenos la flauta.
DUNCAN. ¿Cómo?
CAROL. Duncan, por favor. Te regalaré un aparato para sordos pero danos la flauta.
(Duncan le devuelve la flauta y cuando se disponen a escucharla...)
MICHEL. ¿Quiere alguna pasta con el té?
CAROL. ¡Rápido! Escondeos.
MICHEL. Perdone que haya tardado tanto. ¿Quiere que le enseñe las otras habitaciones?
CAROL. No era un sueño.
MICHEL. ¿Cómo dice?
CAROL. Michel, mientras vamos a las demás habitaciones, ¿podría hablarme de su castillo de cristal?
(Se marchan y Mel se levanta; llama a dos de sus amigos y tocan la melodía de Navidad. Carol vuelve rápido.)
CAROL. ¿Ha oído esa canción? Sonaba por aquí.
MICHEL. Sí, la escucho muchas veces. Es la melodía que siempre suena en ese maravilloso castillo. ¿Sabe? Queda muy poco para que todos los que sentimos la Navidad en nuestros corazones podamos cantarla juntos en mi Castillo de Cristal.
NARRADOR
CAROL
MICHEL
MEL
DUNCAN
RICHARD
OBRA
NARRADOR. “El sol invernal se pone sobre pueblos y naciones; deja una rojiza estela en el mar como si la Sagrada huella estuviese fresca sobre el agua. Pocos momentos más y se ocultará por completo. La noche se aproxima y las luces comienzan a brillar en perspectiva. Sobre la ladera del cerro, más allá de la ciudad informe y difusa, en la silenciosa custodia de los árboles que cercan el campanario del pueblo, los recuerdos están grabados en colores, recuerdos de navidades pasadas, de ensueños distantes. Recuerdos en flores comunes, que crecen en el césped, entrelazados con las humildes zarzas alrededor de montículos de tierra.
En el silencio de la gélida noche se oye llegar a alguien, alguien que llama a la puerta. Un misterioso personaje que viene de lejanos senderos a recordarnos que existe algo quimérico y brillante, algo que se halla, latente, en nuestro corazón. Viene a recordarnos que las pilas de leños en la chimenea, los rostros alegres, la música de voces son importantes. Que es el momento en que todo lo indigno e hiriente debe ser arrojado de los lares hogareños, en que todo hombre tienda la mano hacia su hermano, en que las sonrisas vuelvan al lugar que les pertenece.
Cuando el caminante de Judá golpee tenuemente, como las pálidas franjas del arco iris tu puerta, ábrele. No le dejes fuera porque trae consigo el espíritu de la Navidad”.
(El escenario en penumbras, se oye entrar a alguien.)
MICHEL. Un momento... creo que dejé las cerillas por algún lugar de estos.
(Silencio. Se enciende la luz de un candil. Entran en escena Michel y Carol. La muchacha observa todo curiosamente.)
CAROL. ¿De 1906?
MICHEL. Sí, señorita.
CAROL. Es una época muy interesante. (Pausa.) ¿París?
MICHEL. Sí.
CAROL. Puedo observar cómo se va definiendo la personalidad social progresivamente. Muy interesante. (Pausa.) París fue decisivo en su vida.
MICHEL. El señor nos contaba que...
CAROL. ¡Ah! Este cuadro es admirable, expresa todo el significado de sus ideas, es fantástico.
MICHEL. Aquella colección es muy...
CAROL. ¿Qué colección? ¿Dónde?
MICHEL. Aquella, señorita.
CAROL. ¡Hum! People of Dickens. Esta es una de sus primeras obras. ¿De qué año?
MICHEL. Son muy antiguos. El señor tendría unos 27 años. Los pintó en Inglaterra. Muestran las gentes de la época de Dickens. Este es Richard Doublendick, Mr. Scrooge, y uno de esos bucaneros tan típicos que inundaban las narraciones del autor británico. Al señor no sólo le gustaba dibujar con fines políticos o sociales, de vez en cuando llenaba su corazón de nostalgia. Esa nostalgia brumosa y eterna que nos recuerda la Navidad.
CAROL. ¿Usted cree en eso?
MICHEL. Sabe, yo soy pobre pero soy feliz. Vivo en un castillo. Un castillo de cristal allá arriba, en las nubes. Un castillo que reluce cuando pienso en él, cuando pongo mi vida en las manos del arquitecto que lo creó. Para mí la Navidad es algo sumamente importante porque me recuerda cuando ese arquitecto, mi amigo, bajó a este gastado mundo a darnos algunas nociones de cómo construir, de cómo edificar un corazón en armonía con el castillo de cristal.
CAROL. ¿Lo conocía de hace mucho tiempo?
MICHEL. (Perplejo.) Mi familia había servido al señor y a sus familiares durante muchos años. Yo le conocía desde pequeño, desde la infancia. Él se marchó a París a estudiar y desde entonces le vi de muy tarde en tarde. Él aprendió mucho, era un gran pintor.
CAROL. ¡Era algo más que un simple pintor! Carlos Dana Gibson elevó el estatus social de las mujeres, dándonos mayor sentido. Junto a sus ideas encontramos un lugar en la sociedad americana. Hizo que la democracia llegase hasta la última mujer de nuestro país. Carlos Dana Gibson ensalzó las labores femeninas, nos hizo dinámicas, emprendedoras, activas y dignas. Dignas de una sociedad que imponía la obligación de luchar contra los prejuicios. ¡CARLOS DANA GIBSON ERA ALGO MÁS QUE UN SIMPLE PINTOR! (Pausa.) Estos cuadros son muy interesantes.
MICHEL. Señorita...
CAROL. ¿Sí?
MICHEL. ¿Cómo ha dicho que se llamaba?
CAROL. Carol Morton, periodista y Jefa de sección del Life, cazadora de noticias de primera plana, militante social por una igualdad mayor entre el hombre y la mujer. Por esa razón estoy aquí, esto es noticia, actualidad.
MICHEL. ¿Sabe qué día es hoy?
CAROL. 24 de Diciembre de 1944, ¿por?
MICHEL. ¿Usted trabaja siempre en el día de Navidad?
CAROL. Querido vejete, la Navidad es una patraña, un invento de los banqueros para llenar sus arcas una vez más. ¿Sabe? Hace mucho tiempo que superé esa manera tan primitiva de pensar. Dejémonos de sentimentalismo, la lucha por la igualdad es lo único realmente importante. La lucha por una igualdad que Gibson supo plasmar en sus lienzos. Amigo, Gibson nos ha dejado, pero sus recuerdos inundarán nuestras vidas el resto de nuestros días.
MICHEL. Entiendo... Voy a preparar té. ¿Desearía un poco?
CAROL. Sí, gracias.
MICHEL. ¿Azúcar?
CAROL. No.
(El anciano se marcha, Carol observa todo, se acerca hacia el empolvado piano y toca unas notas.)
Voz de CAROL. ¡Qué extraño! Me parece tan familiar todo esto. Esa butaca, este piano, esas notas... ¿Dónde he escuchado esta melodía? (Se dirige hacia la radio.)
RADIO. En la madrugada de ayer murió Carlos Dana Gibson. Gibson había nacido en Boston, en un pequeño arrabal al sur de esta ciudad que recibe el nombre de Rosbury. Cursó estudios de arte en New York y París. Se estableció en New York y puso en este lugar su estudio. Destacan en la vida de Gibson varios álbumes de ilustraciones, entre ellos ocupa un destacado lugar “El prisionero de Zenda”. Realizó la fundación “Gibson girl’s” y destacó como director y dibujante de la archiconocida Life. Gibson fue uno de nuestros ciudadanos más activos en el campo de la igualdad social hasta que ayer, a los 77 años de edad, le sorprendió la muerte. Para analizar su vida tenemos con nosotros al Delegado de Arte del Gobierno. Señor Douglas, ¿qué opina usted sobre la obra de Carlos Dana Gibson? (Habla Douglas.) Opino que la infraestructura americana tiene una deuda con... (Click. Carol se dirige hacia la butaca más cercana, quita la sábana que la recubre y se desploma fatigada sobre ella.)
Voz de CAROL. ¡Qué ideas más extrañas tiene este mayordomo! Parece tan convencido de lo que piensa… ¡Cuánta ayuda necesitan estas pobres gentes! Mira que creer en la Navidad. (Carol se sienta en la butaca y comienza a anotar en su libreta, al poco rato siente ganas de dormir, cabecea hasta que queda completamente dormida.)
(Música, al ritmo de la música Mel, la marioneta, comienza a despertarse, saliéndose del baúl observa todo lo que le rodea. Mel se acerca al cuadro de Richard y lo despierta.)
RICHARD. ¡Hola, Mel! ¿Qué hay de nuevo? Supongo que me habrás despertado por alguna...Uahhh (se despereza) razón de peso.
MEL. (Le muestra a Carol y le expresa cómo es, cuáles son sus ideas.)
RICHARD. ¡Vaya! Parece un caso difícil. ¿Crees que podremos conseguirlo? Bueno, sólo hay una manera de saberlo. (Se acerca a Carol y agitándola fuertemente la despierta.)
CAROL. Pero... ¿Qué ocurre? ¿Quiénes son? ¿Hay un baile de disfraces por aquí o es una broma?
RICHARD. No, no somos ninguna persona disfrazada, somos...
CAROL. Pero, ¿quiénes se han creído que son? Semejante desfachatez. ¡Identifíquense ahora mismo!
RICHARD. Como le estaba diciendo no somos personas disfrazadas, nos vestimos así habitualmente.
CAROL. Pero, ¿por quién me ha tomado usted?
RICHARD. (Dirigiéndose a Mel.) Tenías razón, tiene un genio insoportable. (Dirigiéndose a Carol.) Señorita, usted se encuentra en un sueño y, por lo tanto, aquí todo es posible. Yo me llamo Richard Doublendick y ella Mel.
CAROL. ¿Mel? ¿Qué nombre más extraño?
RICHARD. Bueno, en realidad se llama Melodía de Navidad pero es tan largo que todos preferimos llamarla Mel.
CAROL. Y, ¿por qué vais así?
RICHARD. Vamos vestidos de lo que somos: Mel es una marioneta, una de las muchas que realizó Gibson. Yo soy uno de sus primeros cuadros y estoy vestido como en la época de Dickens.
CAROL. ¡Hum! (Dirigiéndose a Mel.) ¿Tú qué opinas sobre el estatus de la mujer en nuestra sociedad?... Es... muda.
RICHARD. ¡Claro! Las marionetas son de trapo y cartón, todo el mundo sabe que son mudas.
CAROL. Los cuadros también y tú hablas.
RICHARD. Esto... Pero Mel hace algo mucho más importante, algo mucho más trascendente: toca a la flauta una melodía hermosísima. Es una melodía que te llena de paz, inunda tus venas de un extraño líquido llamado gozo que te hace saltar de alegría. Es la melodía de la Navidad.
CAROL. Me gustaría oírla, ¿puedes tocarla?
(Mientras Mel toca y Richard se siente entusiasmado, Carol no escucha nada.)
RICHARD. ¿Te ha gustado?
CAROL. No he escuchado nada, si estáis tomándome el pelo.
RICHARD. No es posible, está peor de lo que creíamos.
CAROL. ¿Cómo?
RICHARD. Esta música tan sólo pueden oírla aquellos que sienten en su corazón la Navidad.
CAROL. ¡Otra vez con ese cuento!
RICHARD. ¡Tenemos que hacer algo! ¡Está muy grave! ¡Muy grave!
DUNCAN. Vamos, vamos, no es para tanto. No es tan malo que crea que la Navidad no existe. A fin de cuentas es lo más sensato.
RICHARD. ¡Duncan!
DUNCAN. ¿Sí? Doublk... Daublen... Deblunck....
RICHARD. Doublendick.
DUNCAN. No me explico cómo a este Dickens se le ocurrían esos nombres tan vulgares.
CAROL. ¿Y usted, cómo se llama?
DUNCAN. Amadeus Josefus Duncan Von Fabregat. Para los amigos: Duncan. Servidor de la Reina y de usted. Capitán de un humilde bajel de comerciantes que se dedica a mercadear por los mares del Caribe.
RICHARD. Mercaderes... pero si es un vulgar pirata.
DUNCAN. ¿Un qué? (Con la mano en el oído.)
RICHARD. Un vulgar pirata.
DUNCAN. ¡Ah! Por las barbas de Jim McClintock que pagarás cara tu afrenta.
RICHARD. No le haga caso, es así de colérico.
DUNCAN. Seré colérico pero no un mero mequetrefe, un galimatías que sigue creyendo en la Navidad.
RICHARD. ¿Yo un galimatías?
(Música. Entra Papá Noel.)
CAROL. ¿Podéis explicarme la razón de vuestro enfado?
RICHARD. Duncan es un buen hombre.
DUNCAN. (Con la mano en el oído.) ¿Cómo?
RICHARD. Pero empezó a quedarse sordo y no podía escuchar la música de Mel, poco a poco fue agriándose y ya lo ves.
CAROL. ¿Tan importante es la melodía de Navidad?
RICHARD. La melodía de Navidad hace que consideremos el verdadero objetivo de todos nosotros, hace que extendamos nuestras vidas hacia aquellos que se encuentran sin esperanzas.
CAROL. Me gustaría tanto poder escuchar esa música.
RICHARD. Bien, si tú lo quieres empezaremos nuestro plan de desintoxicación. Primero debes imaginarte cómo es la Navidad. (Carol lo intenta pero no lo consigue.) Tendré que llamar a algunos de mis amigos. Espero poder encontrarlos. (Entra por el cuadro y sale con el grupo de Marina.)
RICHARD. Aquí están, son especialistas en dibujar con la música.
CANCIÓN: “¡Oh! Blanca Navidad”
RICHARD. Creo que Mel nos quiere decir algo. Dice que podemos contarte la historia de la Navidad. (Mel silba y sale un grupo disfrazado de marionetas.)
CANCIÓN: “Ya llega Navidad”
DUNCAN. En mis viajes por los mares he traído algunos nativos de las Américas. ¿Podrían cantar?
CANCIÓN DE LOS AMERICANOS
(Entra de nuevo Papá Noel y deja un mensajero de la Navidad.)
RICHARD. La Navidad es un virus terrible que no respeta las edades. No sólo se encuentra en el corazón de los niños sino también en el de los adultos. Y es que, la Navidad, nos hace jóvenes.
SCROOGE. Quizás mi testimonio os sirva de algo. (Cuenta su historia.) Bueno, me vuelvo al cuadro, todo esto me cansa mucho.
(Entra un grupo tirándose bolas de nieve y jugando.)
CANCIÓN: “Llega otra Navidad”
(Entra de nuevo Papá Noel y aporta su granito de arena con dos aprendices de Santa Claus.)
CANCIÓN
(Se apagan las luces.)
RICHARD. Podemos probar a que Mel toque la canción. Quizás escuches ahora la melodía de Navidad. Pero, ¿dónde está la flauta? ¡Duncan! Devuélvenos la flauta.
DUNCAN. ¿Cómo?
CAROL. Duncan, por favor. Te regalaré un aparato para sordos pero danos la flauta.
(Duncan le devuelve la flauta y cuando se disponen a escucharla...)
MICHEL. ¿Quiere alguna pasta con el té?
CAROL. ¡Rápido! Escondeos.
MICHEL. Perdone que haya tardado tanto. ¿Quiere que le enseñe las otras habitaciones?
CAROL. No era un sueño.
MICHEL. ¿Cómo dice?
CAROL. Michel, mientras vamos a las demás habitaciones, ¿podría hablarme de su castillo de cristal?
(Se marchan y Mel se levanta; llama a dos de sus amigos y tocan la melodía de Navidad. Carol vuelve rápido.)
CAROL. ¿Ha oído esa canción? Sonaba por aquí.
MICHEL. Sí, la escucho muchas veces. Es la melodía que siempre suena en ese maravilloso castillo. ¿Sabe? Queda muy poco para que todos los que sentimos la Navidad en nuestros corazones podamos cantarla juntos en mi Castillo de Cristal.